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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Las manos de aquel hombre se movieron veloces como dos rayos con dos objetivos muy definidos, mi nuca y la de Kumopansa. Algún día aprendería a no seguirle el juego a esa estúpida ocho ojos o a no ser totalmente sincero.

— ¡¡Woaaah!!

— ¡¡Ay!!

El impacto no fue duro en lo físico, al menos para mí. Lo que dolía era el 'castigo' que acababa de recibir de mi más absoluto superior. Aquello no era una de las broncas con cierto aire de cachondeo de Yubiwa. No señor, aquello era la reprimenda del mismísimo Morikage. Aunque la araña no lo hizo, en lo que respecta a mi, agaché la cabeza como acto reflejo mientras recibía sus palabras.

No sé qué tipo de rencillas guardas con los ninjas de Uzu, Yota-kun, pero debes aparcarlas. Estamos en una etapa tensa, y debemos mantener buenas relaciones con ellos. Y con Ame —añadió, por si acaso—. Además, todavía no sabemos quién es el responsable. En principio sucedió antes del Examen Chunin.

«¿Qué coño? ¿Es que nadie le ha informado..?»

La próxima vez que veas un shinobi extranjero que tiene atemorizado a un grupo de personas, y que actúa de forma sospechosa, primero pregunta a dichas personas por qué están asustadas. Y luego, si crees que lo merece, acompáñale amigablemente hasta la frontera. —Intuía que no sería nada, pero si realmente fuese grave, ¿cómo se le había ocurrido abandonar a aquellas gentes sin siquiera preguntarles por sus temores? Porque no, la niña no contaba. Si quisiesen actuar, ahora mismo no tendrían nada. Ni un rastro al que seguir, ni una muestra de olor para localizarle… Nada—. Estás en tu país, Yota-kun. Debes ser quien lleve las riendas.

Vale, ahora si. Tenía la confirmación por la que había estado dudando tanto tiempo. Había obrado mal y tenía que haber echado del país a Kaido. Una vez más y a pesar de haberme jurado y perjurado que actuaría de forma correcta y satisfactoria, seguía con la senda de hacer las cosas mal y avergonzar a mis gente y a mis superiores. Agaché todavía más la cabeza, abatido y avergonzado.

— Yo... e-esto... siento no haber podido ser útil en lo de la Ribera. No volverá a suceder, se lo prometo

Pero lo de los uzujin me sulfuraba. No entendía el razonamiento detrás de aquello de ser cordiales y amigables con ellos, ¡nos la acabarían metiendo doblada hasta el jodido fondo! al menos en lo de los amejin estábamos de acuerdo.

— Le ruego sepa perdonar mi ignorancia y estupidez pero... ¿por qué tenemos que respetar a los uzujin? ¡intentaron robar un bijuu en aquel examen! Yo lo vi, y Yubiwa también. No... no lo entiendo, Morikage-sama

— Y por mucho que me golpees, siguen siendo unas ratas traicioneras

Y dale. Ella seguía a lo suyo.

— Mierda, cállate de una vez y no lo empeores más — le recriminé al arácnido.
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#32
Kenzou suspiró por la nariz. La araña no dejaba de ser una invocación, libre de aquel juego de ajedrez que se libraba entre las Villas. Pero Yota, Yota era un caso aparte.

Porque soy yo quien decide sobre la política externa de nuestra Villa, Yota. —Y ya de paso, la interna también—. Y te equivocas en dónde poner el foco. No se trata de ellos, se trata de nosotros. —Una sutil pero crucial diferencia—. Tener buenas relaciones tanto con Uzu como con Ame es lo que más nos conviene, y así nos seguiremos manteniendo. En la neutralidad, sin enemistarnos con nadie. El resto de rencillas que tengan ellas dos no me interesan lo más mínimo.

Otro sorbito a la taza de té. Kenzou sonrió…

Y espero que no pienses que yo soy de los que permiten a sus Genin hacer lo que les venga en gana.

… y a Yota le pareció la sonrisa más peligrosa del mundo.

A Kenzou le habían contado la bochornosa actuación de aquel Uchiha en el torneo Chunin. Cómo había aireado todos sus viejos rencores contra Ayame. Qué vergüenza. Qué sonrojante. Solo de pensar que uno de los suyos podía hacer algo parecido le ponía enfermo.
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#33
Hacia unos minutos que no me había atrevido a volver a tomar aquella tacita y dar un nuevo sorbo así que aproveché aquel momento en el que el Morikage me estaba respondiendo para beberlo todo de un solo trago y notar la calidez de aquel té en mi interior.

Porque soy yo quien decide sobre la política externa de nuestra Villa, Yota. —Y ya de paso, la interna también—. Y te equivocas en dónde poner el foco. No se trata de ellos, se trata de nosotros. —Una sutil pero crucial diferencia—. Tener buenas relaciones tanto con Uzu como con Ame es lo que más nos conviene, y así nos seguiremos manteniendo. En la neutralidad, sin enemistarnos con nadie. El resto de rencillas que tengan ellas dos no me interesan lo más mínimo.

Dejé la taza sobre la mesa y agaché el rostro, mostrando total sumisión hacia aquella clara directriz de mi más absoluto superior.

Y espero que no pienses que yo soy de los que permiten a sus Genin hacer lo que les venga en gana.

— Gracias por su explicación, Morikage-sama — dije, todavía con la cabeza gacha. Joder, ni me atrevía a mirarle — Tras aquel viajé al que usted me autorizó a realizar me he decidido a hacer las cosas como dios manda. En realidad, no quise juzgar su juicio ni sus decisiones, simplemente no entendía. Ahora está todo muy claro.

Y por ello, faltaba un pequeño detalle del que no tenía la certeza de si Moyashi Kenzou había sido informado.

— Es por ello que debe saber algo más, Morikage-sama. Amegakure no son los únicos que poseen un jinchuriki. En Uzushiogakure descubrí quién es uno de los jinchurikis del Remolino
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#34
Y como el mejor de los malabaristas, Yota hizo un quiebro que nadie se hubiese visto venir.

¿Uno de los Jinchurikis? —preguntó, sorprendido—. Te escucho.
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#35
¿Uno de los Jinchurikis?

«Definitivamente no parece haber sido informado al respecto»

Te escucho.

Había pasado un poco de tiempo desde aquel día en Uzushiogakure pero ni siquiera su recién alzado jounin, ni el disciplinado Daigo habían considerado oportuno informar a las autoridades de aquella información que en un momento dado podía ser de gran utilidad. Ni siquiera su mano derecha, Yubiwa, lo había hecho. Realmente era toda una sorpresa aquello.

— Fue cuando se desató el caos en el estadio de Uzushiogakure. Un gennin, al parecer novato, se dirigió al shinobi que se enfrentó a Aotsuki Ayame-san como uno de los Hermanos del Desierto. En efecto, Morikage-sama, hablo de Uchiha Datsue. Fue una pelea de jinchurikis y a tenor de lo visto en ese combate estamos hablando de alguien realmente tan peligroso como poderoso. No obstante, desconozco quien es el otro Hermano del Desierto.
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#36
Kenzou escuchó, atento, lo que tenía que decirle su genin. De haber sido dos días o tres antes, aquella noticia hubiese caído como un mazazo. Ahora, tras todo lo que había pasado, apenas levantó media ceja.

Porque sí, Kenzou ya estaba al tanto de todo aquello. Y de más. Juro se lo había contado hacía poco. Ese era el verdadero motivo por el que estaba estresado y necesitaba estirar los músculos en un combate. Y, por qué negarlo, la razón de que fuese tan importante, ahora más que nunca, no tener peleas tontas con nadie.

Lo sé —respondió—. Juro vino a contármelo. Lo descubrió hace unos días, ¿sabes? Pero…

Pero antes de eso, el Morikage tenía una pregunta. Yota sabía cuál era. El mundo sabía cuál era. Y los mismos dioses la esperaban impacientes.

¿Por qué ahora? Mejor dicho —se corrigió—. ¿Por qué no antes?

Yota había tenido tiempo para contárselo. Podía habérselo dicho a Yubiwa, en el mismo viaje de vuelta. O esperar a llegar a Kusa para decírselo en persona. Pero no, había esperado meses, meses, para transmitirle una información tan importante.
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#37
Lo sé —respondió—. Juro vino a contármelo. Lo descubrió hace unos días, ¿sabes? Pero…

«Maldito zorro, te me has vuelto a adelantar»

Sí, aquel titiritero las mataba callando o mejor dicho, hablando. Me las estaba metiendo dobladas a cada día que pasaba y, aunque me alegraba de que las cosas le estuvieran yendo bien y que la suerte le sonreía, no podía evitar sentir envidia, no, no era envidia, era rabia. Era un chico de mi misma promoción y, no obstante, me estaba adelantando por la derecha y me seguía sacando ventaja.

«Utiliza un poco de tu labia ahora que la ocho ojos está callada»


¿Por qué ahora? Mejor dicho —se corrigió—. ¿Por qué no antes?

Como si el Morikage me estuviese leyendo el pensamiento, lanzó aquella pregunta que se antojaba la definitiva.

— No me malinterprete, Morikage-sama —

Había que pensar rápido y buscar algo con lo que realizar una buena y efectiva finta.

— Pero lo cierto es que necesitaba hablar con un buen amigo de Amegakure. El mismo al que apresaron en Uzushiogakure junto a la jinchuriki. Quería hablar con él del asunto para ver si podía ofrecernos alguna tipo de información adicional que nos fuese útil, ¿y sabe qué?

Calle unos segundos. Aquella información no la había compartido ni siquiera con Kumopansa.

— Sé que esto va a sonar raro y confuso. Sé que le dije que desconocía la información del otro jinchuriki, pero mi amigo está bastante convencido de que el otro Hermano del Desierto es Uchiha Akame
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#38
Era difícil no malinterpretarlo cuando aseguraba que, antes de confiar una información tan importante a su Morikage, primero quería —no, quería no era la palabra que había empleado, sino que necesitaba— hablar con un amigo de Amegakure primero. Un ninja extranjero, vaya. Antes que con su jodido Kage.

No recordaba haber visto cosa igual.

Si Yota fuese un recipiente transparente, que se fuese llenando de un color verde a medida que hacía buenos méritos para ser presentado a Chunin, ahora mismo estaría perdiendo todos los ganados a pulso en su combate y unos extras de regalo.

Y luego le soltaba que el otro Hermano del Desierto era Uchiha Akame, y claro, el recipiente imaginario que era Yota se volvía un auténtico caos. Porque aquellos eran puntos a su favor, sin duda. Uchiha Akame… El campeón del Torneo de los Dojos. El mismo que había hecho desaparecer a Ayame en el examen. Un ninja no solo poderoso, sino con varios ases bajo la manga.

Pues un poco raro y confuso sí que es, Yota —reconoció, aunque quizá no por lo que su genin estaba pensando—. A ver si lo he entendido bien —esbozó una sonrisa amable—. Sentiste una necesidad visceral, más todavía que informar a tu propio Morikage sobre algo tan importante, de hablar primero de esto con tu amigo amejin. No solo para indagar en el asunto, sino, ya de paso, pasarles a ellos tan valiosa información. Y todo esto sin consultarlo primero conmigo o un superior, sino por decisión propia e individual —¿Se estaba dejando algo? Ah, sí.

»Y luego tu otro amigo te aseguró que el otro Jinchuuriki era Akame. ¿Es todo esto correcto?

Kenzou seguía esbozando idéntica sonrisa…

… pero a Yota ya no le parecía tan amable.
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#39
Pues un poco raro y confuso sí que es, Yota

Las palabbras del Morikage retumbaban en mi cerebro. Aquella simple frase hizo despertar mis más primitivos miedos.

A ver si lo he entendido bien el hombre mostraba una característica sonrisa que no fue capaz de tranquilizarme Sentiste una necesidad visceral, más todavía que informar a tu propio Morikage sobre algo tan importante, de hablar primero de esto con tu amigo amejin. No solo para indagar en el asunto, sino, ya de paso, pasarles a ellos tan valiosa información. Y todo esto sin consultarlo primero conmigo o un superior, sino por decisión propia e individual. Y luego tu otro amigo te aseguró que el otro Jinchuuriki era Akame. ¿Es todo esto correcto?

Ahora habíamos llegado a un punto en el que incluso esa sonrisa me empezaba a dar miedo. Deseaba que aquella silla en la que mi culo estaba posada me tragase por arte de magia, ninjutsu o quizás algún que otro genjutsu. Pero no lo hizo. En su lugar me encontré la mirada de Kumopansa que se había instalado encima de aquel escritorio, el cual t5ambién me retorcía por dentro. Todo me parecía dar miedo, inseguridad o algo así. Las manos empezaron a temblar.

— Yo... e-esto... no fue exactamente así. Él estaba convencido de que Akame era el otro jinchuriki — tragué saliva para recoger fuerzas — pero no tenemos la certeza de que así sea

Me resultaba imposible mirar a los ojos del Morikage, sabía que de hacerlo me quedaría sin fuerzas para hacer nada. El caso es, ¿por qué me sentía tan mal? ¿acaso no hice lo que tenía que hacer? Tuve que halar con Daru al respecto, asegurarme que estaban bien y de que los uzujin eran una amenaza. Para la nuestra desgracia, mis teorias fueron confirmadas y, aunque desconocían los fines por los cuales los uzujin habían hecho lo que hicieron... la cosa pintaba bastante fea.

— Además, ese shinobi es alguien que me ha ayudado en el pasado y alguien de mi más absoluta confianza. Y bueno, antes ha dicho que debemos mantener buenas relaciones tanto con Amegakure como con Uzushiogakure, ¿cierto? supongo que sabrán apreciar la información que les di

Kumopansa dio un respingo ante mi discurso final y entonces supe que la había jodido. Fue ella la que me dio el aviso del inminente peligro.
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#40
A Kenzou ya le había desaparecido cualquier atisbo de sonrisa. Ni una disculpa, o tan siquiera una mínima excusa. No, Yota había tomado aquella decisión por sí mismo, y no se arrepentía ni pedía perdón por ello. Sin importar que la decisión fuese correcta o no, aquel tipo de individualidades era peligroso. Muy peligroso.

Especialmente cuando uno pensaba que era lo normal.

Yota, Yota, Yota… Qué voy a hacer contigo —se preguntó, más para él mismo que para el propio genin.

Era tarde, muy tarde. Pasaban de las doce y el edificio debía estar ya cerrado. Conociendo a Nara Shikako, sin embargo, estaría al pie del cañón en recepción. Nunca se iba hasta que él dejaba su puesto. Y la pobre anciana no tenía la culpa de nada.

Se levantó. Devolvió varios pergaminos a una pila de ellos. Tomó un sobre que había sobre la mesa y lo introdujo en un bolsillo interior de su chaleco. ¿Qué se le olvidaba? Ah, sí…

¡Plas! Aquella colleja sonó en todo el edificio. Un sonido hueco, incluso placentero para ciertos oídos y, para Kenzou, doloroso. Los Dioses sabían que al Morikage no le gustaba dar collejas, pero en ocasiones sus shinobi se lo ponían difícil. Muy difícil.

Vamos, Yota. Demos un paseo.

Descendieron por las escaleras hasta bajar al último piso, donde, efectivamente, la anciana seguía en su puesto. Kenzou la regañó afablemente por ello, recordándole que su horario terminaba a las doce. Se había vuelto olvidadiza con el paso de los años, pero eso era algo que recordaba muy bien. Sin embargo…

Mi horario termina cuando acaba el suyo, Morikage-sama —aseguró ella, arrancándole una sonrisa al viejo.

Tras cerrar las puertas y despedirse, Morikage y genin se adentraron en las calles de la aldea. Hacía frío, y el viento susurraba entre las copas de los árboles. Kenzou estaba más callado de lo normal.
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#41
Yota, Yota, Yota… Qué voy a hacer contigo

Joder, la cosa iba de mal en peor. Me costaba entender el razonamiento de ese tipo. Osea, en realidad lo entendía, por aquello de que a un líder le gusta saber todo lo que pasa con sus subordinados, pero... ¿Acaso pretendía ocultar esa información a un aliado al que él mismo insistía en mantener? Supongo que la política no era precisamente mi fuerte.

— ¿Eh? ¿A qué se refiere..? — respondí con voz temblorosa.

Entonces el Morikage se levantó de su asiento, tomando un sobre y acercandose hasta mí, rodeando la mesa y entonces...


— ¡Ay!

Aquellas collejas me dolían hasta el alma, maldita sea.

Vamos, Yota. Demos un paseo.

— Esto... Vale...

[p=crimson]Pero deje de golpearme, joder[/color]

Me levanté, dejando pasar primero al anciano para acabar en la planta baja donde todavía permanecía aquella mujer que tras un breve intercambio de palabras aceptó volver a casa para descansar.

— Buenas noches — dije junto con una reverencia con la cabeza.

Justo después nos adentramos nosotros en las calles de la aldea, con su iluminación y apenas con alguna alma merodeando en ellas. Después de todo eran más de las 12 de la noche. Pero fui incapaz de decir nada, tan solo caminaba un paso por detrás de Moyashi Kenzou. Me daba absoluto pánico volver a decir algo que no debiera, o hacer algo que no debiera y, por ende, recibir una tercera colleja. Temía que no acabase aquella noche con la cabeza sobre los hombros.
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#42
Las calles, limpias y vacías, eran despertadas de su sueño nocturno por dos únicos shinobis. Caminaban en la penumbra, a paso lento y calmado. Tras un buen rato en silencio, Kenzou fue el primero en abrir la boca.

Ojalá tuviésemos el poder de darle la vuelta al tiempo, ¿verdad? Como nuestro amigo en común, Yubiwa —Oh, el Jiringan, qué gran técnica ocular—. Aunque si retrocediésemos, pongamos, treinta años, no cerraríamos ninguna herida. Abriríamos viejas.

Por un momento, la mirada de Kenzou se perdió en la calle, desenfocada. Como si estuviese mirando más allá.

¿Sabes qué nos encontraríamos, Yota-kun? —No, claro que no lo sabía. Se lo podían haber contado. Lo podía haber leído en los libros de Historia de Kusagakure. Pero no lo había vivido—. Hambruna, Yota. Entierros diarios. Nuestra Villa, sumida en la más absoluta depresión. Resulta difícil imaginárselo ahora, ¿verdad?

Kenzou esbozó una media sonrisa, y fue una sonrisa triste.

Oh, pero así fue —continuó, mientras seguía andando—. Todo por ser manejados por un Consejo nefasto. Te contaré un secreto que nadie se atreve a pronunciar: algunos de ellos tenían buenas intenciones. —Oh, sí. Las tenían—. Como tú, Yota. Pero en ocasiones, hasta las mejores de las decisiones se convierten en malas si no se toman por la razón adecuada. Oh, sí, ellos estaban llenos de buenas intenciones. Se consideraban a sí mismos como el sistema más justo. Y desde cierta óptica, lo eran. Oh, sí, muy democrático todo. Y eso precisamente fue lo que nos llevó a la ruina.

»Verás, al no haber una cabeza al mando, las decisiones que se tomaban eran muy heterogéneas. Aceptábamos misiones de crítica importancia para cierta familia feudal, y más tarde cogíamos también las que perjudicaban a dicha familia. Un disparate y un sinsentido, pero claro, como todo era por voto, si en el momento lo consideraban beneficioso, se hacía. No había una dirección clara, el resto de Oonindo no sabía a lo que atenerse. Y eso generaba desconfianza. Tanto que los países preferían solicitar misiones a Ame o Uzu. ¿La formación ninja? Un desastre. Cada uno tiraba para su lado. El especialista en Taijutsu creía que el combate cuerpo a cuerpo era lo más importante. El que daba clases de Genjutsu le convenía que se diesen ilusiones. Al final, teníamos un sistema de enseñanza muy cambiante. Y a todo esto que te dije, súmale que cada diez años el Consejo cambiaba de miembros. Así que todo lo anterior lo cambiaban y lo enrevesaban todavía más. A veces por un buen motivo, oh, sí. Pero al final solo conseguían transmitir más y más inestabilidad de cara afuera.

Frenó su avance hasta detenerse completamente, y giró la cabeza para mirar a Yota a los ojos.

Lo comprendes, ¿Yota? No importa que tu decisión haya sido la correcta o no. Si todo el mundo empieza a hacer lo que le da la gana con cosas tan serias como esa, volvemos a esos tiempos.
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#43
Ojalá tuviésemos el poder de darle la vuelta al tiempo, ¿verdad? Como nuestro amigo en común, Yubiwa

El hombre había abierto la boca de sopeton después de un rato caminando. Tenía claro que él debía ser el que rompiesen aquel molesto silencio.

. Aunque si retrocediésemos, pongamos, treinta años, no cerraríamos ninguna herida. Abriríamos viejas.

«Yubiwa-dono... Así que por eso no morimos todos aquel día...»

Había abierto mis dos ojos como dos malditos platos. De hecho, los recuerdos que tenía de aquella misión eran más bien difusos, pequeños trozos de lo que realmente sucedió. Tan solo daba las gracias porque pudimos detener aquellos hilos y a los que había detrás moviendolos entre los tres grandes aldeas. Qué tiempos. Parecían ya tan lejanos...

¿Sabes qué nos encontraríamos, Yota-kun?Hambruna, Yota. Entierros diarios. Nuestra Villa, sumida en la más absoluta depresión. Resulta difícil imaginárselo ahora, ¿verdad?

Sí, era cierto. Había estudiado acerca de la historia, pero nadie mejor que el que lo cambió todo en Kusagakure para contarlo de primera mano.

Oh, pero así fue —continuó, mientras seguía andando—. Todo por ser manejados por un Consejo nefasto. Te contaré un secreto que nadie se atreve a pronunciar: algunos de ellos tenían buenas intenciones. —Oh, sí. Las tenían—. Como tú, Yota. Pero en ocasiones, hasta las mejores de las decisiones se convierten en malas si no se toman por la razón adecuada. Oh, sí, ellos estaban llenos de buenas intenciones. Se consideraban a sí mismos como el sistema más justo. Y desde cierta óptica, lo eran. Oh, sí, muy democrático todo. Y eso precisamente fue lo que nos llevó a la ruina.

»Verás, al no haber una cabeza al mando, las decisiones que se tomaban eran muy heterogéneas. Aceptábamos misiones de crítica importancia para cierta familia feudal, y más tarde cogíamos también las que perjudicaban a dicha familia. Un disparate y un sinsentido, pero claro, como todo era por voto, si en el momento lo consideraban beneficioso, se hacía. No había una dirección clara, el resto de Oonindo no sabía a lo que atenerse. Y eso generaba desconfianza. Tanto que los países preferían solicitar misiones a Ame o Uzu. ¿La formación ninja? Un desastre. Cada uno tiraba para su lado. El especialista en Taijutsu creía que el combate cuerpo a cuerpo era lo más importante. El que daba clases de Genjutsu le convenía que se diesen ilusiones. Al final, teníamos un sistema de enseñanza muy cambiante. Y a todo esto que te dije, súmale que cada diez años el Consejo cambiaba de miembros. Así que todo lo anterior lo cambiaban y lo enrevesaban todavía más. A veces por un buen motivo, oh, sí. Pero al final solo conseguían transmitir más y más inestabilidad de cara afuera.


Entonces Kenzou se volteó para mirarme fijamente, fui incapaz de mirarle a los ojos, sin darme cuenta el tipo me había convertido en uno de esos del Consejo de antaño. Seres a los que los movía únicamente su propio interés y no el de lo que habían jurado defender al ponerse esa bandana. Claro que esa gente no llevaba bandana. Eran los dueños y señores del lugar que me vio nacer y hacían y deshacían a voluntad. Pero yo si que la llevaba e hice el susodicho juramento. Qué sensación tan horrible fluía por mis venas. Sensación que sería totalmente incapaz de describir.

Lo comprendes, ¿Yota? No importa que tu decisión haya sido la correcta o no. Si todo el mundo empieza a hacer lo que le da la gana con cosas tan serias como esa, volvemos a esos tiempos.

Y ahora, ¿qué narices se suponía que debía decirle? ¿Lo que quería oír? ¿o quizás la verdad?

— Pues... — mis palabras salían de mis fauces con la siembra de la duda — Si le soy sincero, la política y yo no nos llevamos bien. No sé si le he entendido muy bien y, aunque yo no estaba vivo en aquella época de la que habla, jamás he querido ser ese tipo de persona que destruye a los suyos por placer o por interés propio
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#44
Kenzou le dio un par de palmaditas en el hombro y sonrió, más afable.

Lo sé, lo sé. Sé que no eres ese tipo de persona —Kenzou-sama volvió a arrancar el paso, esta vez más lento—. Lo que te quiero decir, Yota, es que la próxima vez, me avises a mí primero. Como hiciste con el caso de Kaido. Yo confío en todos vosotros, pero hay decisiones que hay que tomar no porque en el momento sea lo correcto o no, sino mirando más allá. —No como los del Consejo—. Y más ahora, Yota-kun. Más ahora que estamos en un momento de crisis.

»Uzushiogakure sabe que tenemos un Jinchūriki. Oh, sí —se reafirmó, intuyendo la sorpresa de su Gennin—. Y cuando nuestra Villa despierte por la mañana, también. —Yota, en cambio, iba a tener el privilegio de saberlo el primero—. Se trata de Juro, Yota-kun. Él es el Guardián del Nanabi, desde hace ya varios largos meses.

»Pero el peligro no es ese —Oh, no. Desde luego que no lo era—. El Gobi ha tomado posesión del cuerpo de Ayame. Obtuvo ayuda para ello. De una organización manejada por Kurama, un Bijū. Según lo que hablamos Juro y yo, debe de tratarse del Hachibi o el Kyūbi. Y su objetivo no es otro que revertir el sello del resto de Jinchūrikis y crear un imperio donde nos domine a todos.

¿Se daba cuenta ahora de por qué era tan importar apartar las viejas rencillas con los uzujines? Ahora mismo, tenían cosas más importantes de las que preocuparse.
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#45
Lo sé, lo sé. Sé que no eres ese tipo de persona

Joder, pues claro que no lo era, ¿estamos locos o qué? Sin embargo, aquellas palabras lograron calmarme un poco.

Lo que te quiero decir, Yota, es que la próxima vez, me avises a mí primero. Como hiciste con el caso de Kaido. Yo confío en todos vosotros, pero hay decisiones que hay que tomar no porque en el momento sea lo correcto o no, sino mirando más allá. —No como los del Consejo—. Y más ahora, Yota-kun. Más ahora que estamos en un momento de crisis.

— Lo entiendo, no volverá a suceder, Morikage-sama

Creía empezar a entender lo que aquel hombre trataba de contarme. Para lo que no estaba preparado en absoluto era para lo que estaba por venir.

»Uzushiogakure sabe que tenemos un Jinchūriki. Oh, sí —se reafirmó, intuyendo la sorpresa de su Gennin—. Y cuando nuestra Villa despierte por la mañana, también. —Yota, en cambio, iba a tener el privilegio de saberlo el primero—. Se trata de Juro, Yota-kun. Él es el Guardián del Nanabi, desde hace ya varios largos meses.

»Pero el peligro no es ese —Oh, no. Desde luego que no lo era—. El Gobi ha tomado posesión del cuerpo de Ayame. Obtuvo ayuda para ello. De una organización manejada por Kurama, un Bijū. Según lo que hablamos Juro y yo, debe de tratarse del Hachibi o el Kyūbi. Y su objetivo no es otro que revertir el sello del resto de Jinchūrikis y crear un imperio donde nos domine a todos.


— ¡HOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOSTIAS!

Como si estuviera fuera de control, la araña, sobre mi cabeza, no daba crédito a lo escuchado. en realidad más preocupado por lo de Ayame y el Gobi. Lo de Juro, bueno, fue una anécdota más. Lo realmente peligroso era lo segundo. Los bijuu dominando el mundo... Aquello nos mandaría derechitos al eslabón más débil de la cadena alimenticia.

«Maldito, Jurete. Podrías haberlo contado, jodido mamonazo»

Joder, aún recordaba nuestra discusión en el barco de salida de Uzushiogakure. Aquel día podría habérmelo dicho, un asunto así sabría habérmelo callado.


— Vaya, así que se trataba de Juro. Estoy convencido de que será un gran jinchuriki además de un shinobi admirable — pero seguía sin entender lo de Ayame-san, ¡Tan solo unos días atrás estuve con ella y Daruu-kun! — ¿E-es eso posible..? Osea, se supone que los jinchurikis retienen al bijuu bajo un sellado muy fuerte, ¿no es así?

«Joder, el mundo se va a la mierda»
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