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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Seguimos le camino en dirección a la casa del señor To Do, prácticamente dimos un paseo por toda el pueblo, pasando por una gran calle y luego llegando inevitablemente a las cercanías del puerto, visualicé los pequeños barcos pesqueros; no pude evitar ignorar la multitud de personas que se conglomeraban formando un bullicio.

Mis pasos se fueron haciendo cada vez más lentos. —¿Qué crees que pasa?— Comenté hasta el momento de parar totalmente, esperando a que mi acompañante me imitara.

Los gritos de los aldeanos eran lo suficientemente alto para que pudiéramos escucharlo, estaban inconformes y embravecidos sobre la situación que les aquejaba. Como buen curioso me mantuve escuchando la mayoría de sus argumentos.

”¿La campeona? ” Pensé, el título debía ser para alguien que protegía el pueblo o algo por el estilo.

Sin mucho más interés en el asunto, retomé el paso hacia la casa del cliente. —La noche se está poniendo, debemos llegar lo antes posible.— Comenté y seguí directo a la casa del señor To Do, lo más probable era que Mogura me siguiese de cerca.

Al llegar al lugar de encuentro me aseguraría primero ante de realizar el llamado. —¿Es aquí? ¿no?— Buscaría la confirmación del segundo.
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#17
Parecía que la cosa no era todo color gris-rosa como uno podría esperar en un sitio como ese, sino que era más realista. La gente se agrupaba en torno al puerto para reclamar bienes perdidos, grandes bienes perdidos. Keisuke no dudaba en preguntar la opinión de Mogura acerca del tema pero este no estaba seguro de que decirle.

¿Bandidos?

Tiró la carta sobre la mesa, si había bienes perdidos en todo el tema podría tratarse de ladrones. Fuese cualquiera la razón por la cual la gente estuviese ahí reunida, no era incumbencia del médico de cabello azabache. Su compañero y él estaban por una razón totalmente ajena.

«Asuntos como ese deberían ser catalogados mínimo, como una misión de rango C.»

Ambos médicos avanzarían hasta la residencia del cliente. Keisuke parecía dispuesto a tomar la iniciativa en esa situación, pero Mogura no estaba del todo dispuesto a dejar que se generase una situación como la de la tienda de mascotas.

Inoue Keisuke, es aquí. Sugiero que me dejes hablar a mi.

Dijo dejando en claro su deseo de hablar por ambos frente a quien sea fuese To Do-san.
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#18
La vivienda que tenían ante ellos los médicos era un edificio de dos plantas, de construcción similar a los del resto del pueblo y un par de ventanas en la fachada. Estaba situado en una calle residencial, estrecha y fresca, cuyo suelo adoquinado siempre estaba húmedo debido al clima del lugar —lo que hacía fácil resbalar y pegarse un costalazo de mil demonios—. La puerta principal era de una sola hoja, de madera oscura y bisagras de hierro negro. Junto a ella una campanita con una cuerda, que hacía las veces de timbre.

Cuando los chicos llamaron, el instrumento emitió un tañido suave pero muy penetrante, que reverberó en toda la calle. Momentos después, el cerrojo de la puerta crujió y las bisagras emitieron un chirrido oxidado. Tras la hoja de madera asomó el rostro de un hombre mayor, calvo en su mayor parte y pobremente afeitado. Sus ojos claros examinaron a los muchachos con una mezcla de temor y desconfianza. Luego se detuvieron en las bandanas que portaban, y su expresión se relajó visiblemente.

¡Ah, los shinobi! ¡Pasad, pasad!

El tipo desapareció tras la puerta después de la invitación.

Si los muchachos entraban, se encontrarían con un pequeño recibidor escasamente adornado; apenas algunos muebles y un espejo de pared. Tras la estancia, un pasillo con varias habitaciones a los lados y las escaleras que daban al segundo piso justo al final.

Vamos, vamos, no os quedéis en la puerta —apremió el hombre, que sostenía la pesada hoja de madera. Apenas entrasen, la cerraría con evidente apuro.

To Do, un gusto —les dedicó una reverencia escueta—. ¿Vosotros sois?
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#19
Una vez Mogura afirmó que ese era el lugar me detuve unos segundos a detallar la casa del cliente. Era de dos pisos y común a las de los alrededores, dos grandes ventanas adornaban la entrada conjunto a la oscura puerta de madera. Rápidamente encontré la campanilla y estaba dispuesto a tocarla cuando mi compañero comentó que sería él quien hablaría por los dos.

Le miré extrañado por unos segundos, ¿era eso desconfianza? No le di vueltas al asunto, era una simple petición de su parte. —Vale, te cedo el paso.— Comenté a la par que movía mi mano, haciendo que la campana sonase por toda la calle.

El crujido de la puerta anunció la aparición de un hombre mayor desde el interior de la casa, podría decirse que era calvo y bastante mayor a mis ojos, al parecer dudó unos segundos y luego nos invitó al interior. Rápidamente me adentré en la casa, limpiando mis zapatos previamente.

Pasé el portal luego de la insistencia del propietario y mis ojos se movieron curiosos por el interior del hogar, primero el recibidor, los muebles que seguían conjunto al espejo y algunas habitaciones, al final del pasillo las escaleras del segundo piso.

—Inoue Keisuke, un gusto.— Hice una reverencia cordial, fue lo único que expresé, después de todo Mogura se encargaría de todos los detalles.
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#20
Un hombre mayor recibiría a la dupla de Amegakure, aunque no parecía estar precisamente a la espectativa de que fuesen ellos los unicos en presentarse.

¡Ah, los shinobi! ¡Pasad, pasad!

Y entonces les dejó el paso libre para que entrasen.

Mogura llevaría sus pasos hacía el interior del lugar, cerrando su paraguas en el proceso. Sin embargo no dedicó tanto tiempo como su compañero a inspeccionar el lugar. No quería hacerle poner más nervioso de lo que ya estaba al sujeto que los atendía, parecía realmente apurado por querer volver a cerrar la puerta.

To Do, un gusto. ¿Vosotros sois?

Seguidamente una reverencia, no tan bien lograda como le hubiese gustado pero se perdonaba por ser el cliente y por ser una persona mayor.

Keisuke no demoraría en presentarse y ahora era el turno de Mogura.

Manase Mogura, el gusto es mío.

Dijo para luego realizar una formal reverencia.

Hemos sido asignados a esta misión. Esperamos que nos sepa orientar en el camino correcto para el exitoso cumplimiento de la misma.

Agregaría tomando el pergamino de su portaobjetos sin perder la forma de la reverencia que había hecho. Abriría entonces el pergamino y To Do tendría el escrito a su total disposición. De igual manera, el accionar de los genin.
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#21
El hombre se limitó a asentir de forma nerviosa ante las presentaciones de los muchachos, valorando poco —o nada— la exhibición de conocimientos y habilidades en el protocolo formal de Mogura. En lugar de ello, se apresuró a enfilar el pasillo mientras les indicaba que le siguieran con un gesto de su mano derecha.

Tomó la primera puerta a la derecha y, al entrar, los muchachos se encontraron en una cocina bastante espaciosa y bien amueblada. Una mesa con cuatro sillas, un armario de madera muy grande que hacía las veces de despensa, una encimera de mármol con fregadero y escurridor de vajilla, y demás mobiliario típico de una cocina. En general todo parecía de buena calidad y excepcionalmente limpio.

El señor To Do les ofreció asiento con un ademán nervioso, pese a que por momentos parecía haber recobrado un poco la compostura.

Sí, sí, la misión —asintió, sin siquiera echar una ojeada al pergamino. Parecía saber bien lo que quería de aquellos gennin—. Es de vital importancia que recojan un par de manojos de Cauda Draconis... Mi hermana está muy enferma y las medicinas de las que disponemos en el pueblo no pueden ayudarla. ¡Y debe ser hoy! —agregó, echando un rápido vistazo a un reloj de pared que colgaba frente a la mesa.

La planta crece en los acantilados que bordean la costa, a apenas media hora a pie de aquí. La reconoceréis al instante... Es de tallo largo, de color marrón, y la flor es de pétalos cortos y tonalidades rojizas. ¡Vamos, vamos, no tenéis tiempo que perder! —les apremió, levantándose de su silla y agarrando a los muchachos del brazo para apurarles a salir de la cocina.
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#22
El anfitrión nos guió a otro ambiente de su casa, la cocina, que a simple vista contaba con todos los implementos necesarios y si mis ojos no me engañaban no eran de mala calidad, más bien estaba muy bien amueblado. No obstante, algo no me terminaba de gustar, el nerviosismo del cliente era evidente, ¿algo aparte del objetivo de la misión algo más podría aquejarle?

Tomé asiento tras su invitación y escuché su necesidad, recobrar la planta medicinal y volver lo más rápido posible, más me vi en la necesidad de intervenir una vez hubiera terminado de pronunciar la palabra “hoy”.

Aunque le había dicho a Mogura que no iba a intervenir preferí tomar ciertas precauciones. —Señor To do, antes de marcharnos me gustaría preguntarle algo.— Hice una pausa esperando su aprobación y luego lanzaría la interrogante. —Cuando veníamos para acá vimos una multitud en el pueblo, estaban enojados a mi parecer, ¿podría decirnos a qué se debe eso?— Pregunté, pero luego recordé algo más y de la misma forma lo manifesté. —Por cierto, escuché que nombraban a la campeona, ¿quién es esa persona?—

Sin más que agregar el cliente nos llevó “cordialmente” de los brazos, acto que me molestó un poco, pero no dije nada y traté de que en mi rostro no se notase nada al respecto. Seguí el camino hasta la salida y esperaría a Manase. —No debería ser muy difícil, ¿no? Es solo cuestión de buscar una planta. Buscaba un poco de apoyo, sobre todo porque algo no terminaba de encajar…
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#23
El señor To Do ignoró totalmente las formas de Mogura, cosa que lo hizo molestarse ligeramente aunque trató tanto como pudo para que eso no se notara. Esperaba que como un miembro de la comunidad anciana fuese un poco más apegado a esas cosas pero la realidad era un poco diferente.

Mogura confiaba en que sus habilidades fuesen mejores que la hierba que tenía que buscar, pero no estaba ese día para eso. Su objetivo era justamente recolectar una planta y se había presentado en la casa del cliente para obtener ciertos datos que fuesen útiles para la tarea.

«Tallo largo, color marrón, y su flor es de pétalos cortos y rojizos.»

En su mente hacía una lista de las características que había dicho el cliente. Keisuke no podría evitar hacer un comentario y preguntar sobre la situación del pueblo, cosa que había dicho que no iba a hacer.

«Dijiste que ibas a dejarme la charla a mi... Inoue Keisuke...»

Sus pensamientos, sin embargo, se vieron interrumpidos por el trato que estaba teniendo el viejo con ellos. Ese gesto de tomarlos del brazo para sacarlos del lugar de manera apresurada le cayó muy pero muy mal. No se molestó mucho en disimular haciendo un gesto para sacarse de encima la mano anciana del cliente.

—No debería ser muy difícil, ¿no? Es solo cuestión de buscar una planta.

Diría Keisuke una vez hubiesen llegado a la salida. Mogura le miró con un par de segundos y luego miró la puerta. Si To Do no les abría tendría que abrirla él para salir al acantilado.

Nuestra misión es encontrar un par de manojos de Cauda Draconis y entregarla a To Do.

Contestaría finalmente una vez estuviesen fuera de la casa del señor. Había que apresurarse antes de que el tiempo les ganara y se quedasen sin luz.

No perdamos tiempo, Inoue-san.
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#24
El señor To quedó perplejo ante las palabras de Keisuke. Abrió la boca para decir algo, luego la cerró, y finalmente la volvió a abrir.

Me temo que no tengo ni la más remota idea de a qué te refieres, shinobi-san. Probablemente sea alguna disputa de los pescadores con los pescateros, son dos gremios que nunca se llevan de buenas.

La respuesta fue tan directa como escueta. Parecía que aquel hombre no estaba interesado en los pormenores de la discusión que los muchachos habían presenciado en el puerto, sino que todo su afán en ese momento era que los médicos le trajesen la Cauda Draconis lo antes posible.

Cuando finalmente abandonaron la casa, el señor To Do les despidió con una mirada apremiante y, tras mirar con nerviosismo a un lado y otro del callejón, cerró la puerta tras ellos.

Quedaría apenas una hora y media de luz solar, y a juzgar por las distancias, los muchachos tardarían una media hora a pie en llegar hasta los acantilados más cercanos. Si dejaban que la noche se les echase encima, a saber las complicaciones que eso traería...
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#25
Escuché las pocas palabras que emitió el cliente ante mis preguntas, realmente quedé como si no hubiera preguntado nada porque no pude resolver ninguna duda, y la campeona seguía siendo un misterio.

—Sí, vamos.— Respondí a Mogura mientras íbamos en dirección al acantilado. —Por cierto, ¿No te parece que hay un ambiente raro aquí? El señor To Do actúa muy raro también.— Manifesté, ante todo lo que pude captar.

—Sé que la agilidad no es lo tuyo.— Comenté tras recordar la persecución en la antigua misión. —Pero deberíamos tratar de aprovechar la poca luz que nos queda, ¿podrías moverte lo más rápido posible? Te sigo el paso y así avanzamos más rápido.— Propuse, era cuestión de sí Manase quería o no.
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#26
—Sí, vamos.—

Respondió Keisuke ante su sugerencia. De esa manera el dúo de médicos se encaminaría hacía el acantilado.

—Por cierto, ¿No te parece que hay un ambiente raro aquí? El señor To Do actúa muy raro también.—

No era como si Mogura no lo hubiese percibido, sino que directamente lo ignoraba.

No estoy seguro de lo que sucede en este lugar, pero cuando antes terminemos con nuestros asuntos podremos marcharnos.

—Sé que la agilidad no es lo tuyo. Pero deberíamos tratar de aprovechar la poca luz que nos queda, ¿podrías moverte lo más rápido posible? Te sigo el paso y así avanzamos más rápido.—

Se quedó en silencio durante un segundo o dos, Inoue Keisuke parecía comenzar a notar ciertos aspectos sobre Mogura, puntos débiles por decirlos de una forma.

Haré mi mejor esfuerzo entonces por no ser una tortuga.~

Exclamó con un tono de voz un poco mas alegre que de costumbre, como si hiciese el comentario a modo de broma.

Mogura haría uso pleno de sus facultades atléticas, para llegar al lugar donde debían ponerse a trabajar en el menor tiempo posible. Si Keisuke se mantenía fiel a su plan, llegarían juntos.
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#27
Pese a que Keisuke era capaz de llevar y mantener un paso ligero, Mogura era demasiado lento y sus pulmones, poco trabajadores, como para llegar al lugar en menos del tiempo estimado. Cuando por fin llegaron a los acantilados, el Sol ya estaba descendiendo a toda velocidad, y el cielo estaba cubierto de nubes grises y oscuras que anunciaban lluvia.

El lugar en cuestión era una pared de roca extremadamente escarpada, que nacía a un lado del sendero que llevaba hasta Coladragón, y bajaba casi de forma totalmente vertical hasta el agua. Allí, bajo el mar, se extendía una plataforma rocosa de dientes afilados como cuchillos. Las olas rompían con fuerza contra el acantilado, arrancando estruendos propios de una batería de cañones.

La Cauda Draconis, como no podía ser de otro modo, crecía en la parte más baja y escarpada del acantilado; justo donde la pared rocosa se convertía en un terreno castigado por el oleaje, repleto de hendiduras, fisuras y grietas afiladas. Los muchachos tendrían que ingeniárselas para bajar sin caer al agua, pues con aquellas olas tan fuertes, ni el mejor control de chakra les salvaría de ser aplastados contra las rocas. A su alrededor, además del sendero de tierra embarrada por el que habían venido, había apenas un par de rocas grandes y varios árboles, distribuidos aquí y allá, de tronco grueso y copa escasa que se mecían con el fuerte viento.

Un par de gotas cayeron sobre la nariz de Keisuke; estaba empezando a llover. El viento aulló con fuerza, y podía suponerse que de ese punto en adelante sólo iría a peor.
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#28
A pesar de que Mogura aumentó su ritmo de desplazamiento, seguía siendo muy lento, mantener su paso no supuso ningún inconveniente para mí, evidentemente no iba a dejarle solo, pero tras pasar unos metros la situación me empezaba a preocupar. ¿Llegaríamos antes de que el sol te ocultase?

Tras unos minutos llegamos al acantilado, el sol nos iluminaba con sus últimos rayos y daba paso a las amenazadoras nubes grises y oscuras, pronto caería una tormenta, el viento y la humedad así lo querían. —Supongo que es allá abajo.— Comenté no muy animado, me acerqué al borde del acantilado y la vista no era nada agradable.

Mis ojos se pasearon por todo el escenario, la pared se manifestaba amenazadora, su superficie irregular y pocas esperanzas de vida al caer, ya que bajo el agua emergían formaciones rocosas puntiagudas dispuestas a despedazar sin piedad a cualquiera cosa que se cruzara en su camino. Al final de todo pude apreciar la flor con las características que nos habían descrito.

—¿Cómo haremos para llegar hasta allá?— La situación en sí era preocupante, y para empeorar el panorama unas gotas golpearon mi rostro anunciando el inicio de la tempestad, sería cuestión de segundos para que todo se volviera resbaladizo y la marea más agresiva.

Miré a mis alrededores en busca de algún objeto o algo que pudiera ayudarnos. —No habrás traído una soga, ¿no?— Pregunté solo para asegurarme. En mi mente no había pensado en una situación así, no tenía en mis manos ningún objeto útil. —Lo más parecido que llevo es hilo ninja…— Agregué.
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#29
El joven médico de cabello azabache no era un atleta ni nada que se le parezca, cualquiera que lo viese moverse pensaría que su lugar estaba con los libros, y probablemente era así. El sol por otro lado no parecía tener tanta paciencia como Keisuke, tenía un horario que cumplir y no podía estar esperando a un muchacho de Amegakure a que mejore sus aptitudes físicas.

No solo el sol se estaba yendo y consigo la luz, sino que además estaba por llegar una especie de lluvia.

—Supongo que es allá abajo.—

Dijo Keisuke para luego asomarse por el borde, Mogura no demoró mucho más en hacerlo también. No parecía ser del todo fácil.

Había que bajar para conseguir la recompensa, pero si bajaban demasiado sería una muerte segura. Uno podría cuestionar un poco si de verdad se trataba de una misión de rango D o no. Pero ya estaban ahí y tendrían que trabajar con lo que tenían.

—¿Cómo haremos para llegar hasta allá?—

Como si la luz no fuese suficiente, ahora el clima atentaba contra la dupla de médicos. Keisuke lanzó la interrogante sobre la mesa y Mogura trató de empezar a pensar algo que fuese útil en un momento así. En ese momento sentía que podría haber dedicado un poco más de entrenamiento a su ninjutsu, pero no creía que fuese posible bajar tan fácil incluso con una de las habilidades básicas de ese área.

—No habrás traído una soga, ¿no? Lo más parecido que llevo es hilo ninja…—

Una linea, una cuerda por la cual pudiesen descender hasta las plantas. Mogura se giró hacía los arboles que había en la zona y luego hacía su pelirrojo compañero.

Inoue-san ¿Cuánto hilo tienes contigo?

Interrogó con la esperanza de que fuese suficiente como para tener algo con lo que trabajar.

Estoy seguro de que con un hilo podríamos bajar lo suficiente, pero mientras más tengamos más seguro podrá ser.

Entonces señaló uno de los arboles.

Podemos usar uno de esos troncos como contrapeso. Además será posible encontrar un punto estable para hacer uso de la técnica de escalada vertical.

En su mente el plan comenzaba a tomar forma, estaba asumiendo un par de cuestiones por hecho, como que Keisuke fuese el voluntario y conociese la técnica de la cual hablaba. Pero por experiencia había visto al muchacho lanzar un poderoso Suiton, le sorprendería de sobremanera el enterarse de que su compañero no supiese la técnica en cuestión.
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#30
Los muchachos examinaron el terreno. En efecto, junto al borde del acantilado, había un par de árboles de tronco grueso que podrían servir de anclaje sin temor a que cedieran —pues los médicos no eran chicos precisamente robustos—.

El viento aumentó su fuerza, y algunas gotas de lluvia empezaron a caer con suavidad. Alcanzaron a Mogura en el rostro y a Keisuke en la mano derecha. Probablemente se trataba de la avanzadilla de una tormenta mucho más grande que estaba por llegar, a juzgar por la negrura de las nubes que se iban colocando sobre las cabezas de los gennin.
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