La gran cantidad de agradecimientos y reverencias contentaron a la anciana que no dijo nada más y le dejó marchar sin retenerle más tiempo.

Cuando se acercara a la casa donde debía entregar el libro y la revista, vería que alguien le esperaba apoyado en el marco de la puerta, con claros signos de impaciencia. Era el solicitante de la misión, que se le echaría encima en cuanto se acercara lo suficiente.

— Ya era hora, no veas si has tardado, si solo era entrar y salir. Espero no volverme tan lento como tú cuando me gradue. Venga va, damelo, va, venga, ¿donde lo tienes?

Los últimos metros, después de recibir las miradas que le entrega el dueño de la revista, Karamaru se sintió obligado a realizarlas a un paso tan acelerado que prácticamente trotó hasta destino. Estaba un poco nervioso a pesar de intentar de disimularlo, no era correcto lo que estaba por intentar hacer y ya le comenzaba a pesar en la conciencia, pero tenía que hacerlo. No podía permitirse no intentarlo, las cosas que había visto no debían de ser entregadas, tenía que volver a verlas.

Venga va, damelo, va, venga, ¿donde lo tienes?

Aquí tienes.- el cenobita estiró el brazo junto con la guía para principiantes del shurikenjutsu.

Mi demora fue por tratar de buscar lo que sea que tenía que ir a buscar, porque en el banco definitivamente no estaba. ¿Alguien más sabía sobre aquello que guardabas?

—Porque alguien lo agarró antes que yo llegará.

Karamaru desvió la mirada más de una vez, no solo estaba mintiendo si no que también recordar las imágenes que había visto- difíciles de sacarse de la mente- ponía sus mejillas coloradas y le hacia temblar un poco la voz. Se dio cuenta en ese momento que, cuando dejo de hablar tras una risa nerviosa, lo erótico de aquellas mujeres era algo como nunca había experimentado en su vida y por eso mismo valía la pena intentar quedarse ese regalo de los dioses.

Aquí tienes.

El chaval agarró el libro desesperado, comprobó qué era, hojeandolo para ver si la revista estaba entre sus páginas, y se volvió hacia el calvo.

— ¿Pero qué...?

Entonces recordó que él mismo le había pedido que le trajera otro libro para disimular. Volvió a extender la mano esperando ahora lo que de verdad le importaba y no el cebo para pasar desapercibido.


Mi demora fue por tratar de buscar lo que sea que tenía que ir a buscar, porque en el banco definitivamente no estaba. ¿Alguien más sabía sobre aquello que guardabas?

—Porque alguien lo agarró antes que yo llegará.

— ¿Qué? ¡¿Qué?! ¡Es imposible! ¡Tenía que estar ahí! Joder, joder... Pues ya puedes espabilar, sin revista no hay recompensa ni misión ni ostias. No voy a ser el único en comerme un marrón aquí. ¿Qué has visto? Bueno, no me lo cuentes, mejor te apañas tú solito.

El chico iba de un lado a otro con desesperación, estaba tan nervioso que ni siquiera tuvo en cuenta las mil y una señales que Karamaru exhibía de culpabilidad. Solo miraba al suelo y se daba media vuelta tras andar un par de pasos mientras murmuraba.

El calvo no pudo hacer más que encojerse de hombros al escuchar la respuesta del muchacho. Le sentía mal estar mintiendole, no era su estilo y sabía que se debería de sancionar o castigar a él mismo por hacerlo, pero tenía una sensación muy grande de que aquella revista merecía el riesgo.

Mi misión era ir a ese banco, en esa misma aula, y recoger lo que sea que debía de haber. Y no había más que.... más que...

"No digas revista tonto...." silenció unos segundos, hasta que se acordó.

Que este chicle seco, c-claro.

Titubeó, pero sacó sin dificultad el chicle que había agarrado tras tomar la revista erótica. Si no hubiese tenido las manos en los bolsillos se hubiese olvidado completamente, pero ahora tenía el problema de la misión.

Se me considera como una misión completa, ¿Verdad?

—Porque debería, cumplí mi parte.- tragó saliva fuerte, sabía que eso era completamente falso.

Mi misión era ir a ese banco, en esa misma aula, y recoger lo que sea que debía de haber. Y no había más que.... más que...

El muchacho se detuvo, incredulo, a lo mejor el calvo y él habían estado en conversaciones diferentes o algo, pero desde luego eso no es lo que él, el demandador de la misión, le había mandado hacer.

— La última vez que tú y yo hablamos, creo, recuerdo creer que dejé bien claro que si la revista por lo que fuera no llegaba hasta mi lo único que tú recibirias es una misión fallida. Así que no, no está. Vuelve a la academia y busca por toda el aula si hace falta, pero yo no te voy a dar el beneplácito para cobrar la recompensa.

El estudiante se cruzó de brazos esperando la respuesta del calvo, cerrado totalmente a cualquier apelación que el shinobi pudiese hacer.

«Entregar o no entregar, esa es la cuestión»

Se le marcaba el pantalón recordando aquellas imágenes, necesitaba quedarse con aquel tesoro pero no podía ser a costa de una misión. Los pechos de una mujer son lindos pero no lo suficiente como para fallarle a su Kage, se aldea, su templo, a su abuelo, a él mismo y todo lo demás. Tal vez un último intento, o un par más, llevar a aquel muchacho lo más lejos que se pueda para ver si daba su brazo a torcer.

Bueno, pues entonces me gustaría hablar con tu madre. Tal vez.... no sé.... ella te convenza a que apruebes todo el trabajo y esfuerzo que hice. O......

No sabía si decirle o no, si arriesgarse a mencionarlo la revista y su hermosa portada para tratar de convencerlo. Si nadie sabía de aquella revista más que el muchacho podía meter la pata y echar todo a perder, echar la posesión de ese erotismo a perder.

O le diré a tu madre, que va, a todo la academia que tenías cosas que no debes tener en tu aula. Y que me mandaste a buscarlo en una misión. Diré que tenías....... que tenías....... tenías....... alcochol y drogas.

— ¡Sí! Eso diré, que tenías alcohol y drogas y que lo consumías en la academia ¿Eh?

El monje se sentía mal e incómodo, pero es que el trasero de la rubia de la página 13 era tan... tan... deseable de ver y tener.

Las dudas y la indecisión constante del calvo hacían casi imposible cualquier exito en el intento de intimidación, si es que se lo podía llamar así. El chico se le encaró, señalandole la cara con el dedo indice.

— Te lo voy a decir una sola vez más. Tu misión era traerme esa maldita revista, yo soy el cliente de la misión y te digo que o me traes esa revista o no te dare el visto bueno y contara como misión fallida, inventate lo que quieras y di lo que quieras a quien quieras. Si lo haces, yo haré lo mismo.

Dicho eso señaló en dirección a la academia.

— O vas ahora y me lo traes o se acabó.

Agachó la cabeza y llevó su mano a la cintura, a la parte posterior, y tras levantar sus ropajes saco la revista enrollada. Al menos ahora había conocido un mundo nuevo, seguramente existirían más de aquellas delicias llenas de mujeres. Aunque la pena que tenía por entregarla seguía existiendo, y era lo suficientemente listo como para no poner unos cuantos pares de tetas por una misión.

Aquí tienes, - estiró el brazo al frente- Aunque no creas que no me di cuenta que la mujer en la portada es tu madre.

"Bastante linda, por cierto"

Bastante raro, por cierto.

Pero no debía de juzgar las relaciones de una madre con su hijo, era incorrecto y ya se había desviado de su camino bastante pr un día. ¿Qué diría su familia de eso? ¿Los monjes de su templo? Karamaru no lo sabía, pero estaría lejos de ser regañado si se enteraran de la situación, el templo era bastante abierto en esos temas.

¿Ahora si me la darás como aprobada? ¿Contento?

Aquí tienes, Aunque no creas que no me di cuenta que la mujer en la portada es tu madre.

El muchacho cuando vio la revista se enojó notablemente, pero las palabras de Karamaru le hicieron morderse la lengua. Había sospechado que se estaba escondiendo la revista, incluso que no se la iba a dar a proposito a pesar de fallar una misión y estaba dispuesto a presionarle hasta saber si la tenía o no. Sin embargo, al final el calvo resultó ser menos idiota de lo que parecíay fue capaz de reconocer a su madre.

El joven agarró la revista de mala gana y se sacó del bolsillo del pantalon un pequeño pergamino.

— Lleva esto y te daran tu recompensa, ni una palabra de lo que has visto a nadie y espero no volver a verte en la vida.

Cerró la puerta ignorando al shinobi y dando un sonoro portazo mientras le maldecía en susurros mal disimulados.

La cara del calvo fue una mezcla de tristeza e indignación al escuchar las palabras del joven. Aunque también sabía que en algún lugar de su cuerpo se encontraba la felicidad y emoción por recibir el objeto que le daría por válida y completa su misión. Sería la segunda en su registro, y no se quedaría ahí.

Ad....- su saludo quedó cortado por el portazo del muchacho que se escondió en su casa, con la preciada revista.

Pero al menos ahora podía volver al edificio de la Kage con el pecho inflado, entregar el pergamino y olvidarse del joven, aunque no le seria tan fácil olvidarse de las mujeres que había visto ese día. No se quedo mucho tiempo mirando la puerta, si no que empezó a caminar a paso rápido al edificio de la Arashikage para llegar a sus interiores lo antes posible.

Su mirada buscaría al chunin que le dio la misión en un principio mientras que su cabeza no podía dejar de pensar en aquellas palabras, resonaban una y otra vez.

"Tienes que estar aqui para informar antes de que anochezca."

Ya era tarde, tarde para los funcionarios claro, que acababan de recogerlo todo y dejarlo dispuesto para la mañana siguiente para así poder dar por concluida la jornada laboral y volver a su casa con sus familias. Casi todos tenían aún algo que hacer o finiquitar, el único que ya estaba con todo recogido y esperando pacientemente a que se le diera permiso para marcharse era el chunin que aquel día ocupaba el puesto de secretaría.

Cuando llegas a Chunin esperas misiones complejas llenas de emoción y aventuras, y cuando te piden que hagas de secretario para dar misiones D, toda esa ilusión muere. Pero si además ves entrar a un Genin por la puerta con el pecho inflado por haber logrado completar una misión D en lo que tú completarías dos C y tres D justo cuando acaba tu turno de funcionario, entonces algo muere dentro de ti.

Nuestro heroico protagonista soltó un suspiro que pareció que la vida se le iba con él y empezó a sacar cosas. Otra vez el libro de registro, los utensilios de escritura, el sello para confirmarlo y ahora a buscar los ryos. Cuando Karamaru estaba suficientemente proximo para escucharle extendió la mano exigiendo lo que era suyo.

— El pergamino.

En un abrir y cerrar de ojos ya lo tenía todo apañado de nuevo, solo quedaba comprobar el pergamino y darle los ryos.

Llegó con una sonrisa de oreja a oreja al escritorio del frente, una sonrisa que se formó al ver al chunin aún en funciones y que su tiempo no se había acabado. Recorrió todo su camino lanzando el pergamino al aire y volviéndolo a agarrar con la mano y dando de vez en cuando pequeños saltitos en su caminata.

Aquí tie...

El pergamino.- Karamaru se extrañó, luego se quejó.

«Qué humor que tienes hombre» se quejó sin que el chunin sepa. No vaya a ser que después terminaba por no aceptarle la misión. Pero estiró el brazo y depositó el papel en la mano del encargado, en silencio.

Todo correcto y perfectamente hecho, como un buen shinobi, a que sí ¿Verdad?

Al igual que la primera vez, no podía esperar más por sus monedas y su sello de aprobado. El sello de aprobado sobretodo.

El hombre cogió el pergamino que le entregaba Karamaru, lo abrió y cerró casi al mismo tiempo y tan rápido que el calvo dudaría en si lo había cerrado primero y abierto despues o viceversa de tanta velocidad. Lo guardó en un cajón, estampó un pequeño sello en el libro y guardó el libro y el sello.

Todo correcto y perfectamente hecho, como un buen shinobi, a que sí ¿Verdad?

Finalmente le paso el dinero al genin con su mostrador y escritorio de nuevo perfectamente ordenado y limpio.

— Sí.

Volvió a su tremendamente importante tarea de esperar para que termine su turno.

El pecho se desinfló con un largo suspiro al ver al chunin clavar el sello en la hoja, al igual que la hizo cuando se emoción se cortó por el desinterés de un aburrido encargado del edificio de la Kage.

«Si.....» se repitió con tono burlón «Podría ser un poco más amable "Señor Chunin Molesto"»

Tomó el dinero de la misma forma seca y rápida en que lo había dejado aquel hombre, y se dio media vuelta y comenzó a caminar tratando de olvidar su humor. El tenía que estar feliz, había terminado una misión y por sobretodo había conocido un mundo oculto debajo de ropajes que no pensó que descubriría.

Hasta la próxima edificio, seguro nos veremos dentro de poco.- se dijo a sí mismo mientras cruzaba el umbral que separaba el interior del exterior. Su buen ritmo en sellos de misiones completadas venía a buen paso, y no quería perder la costumbre.

En su camino a casa no podía evitar pensar que le depararía la siguiente misión, tal vez y hasta la realizaba en compañía.