Nada más entrar, cerró la puerta para evitar que los animales escaparan. Se dio la vuelta y contemplo el caos más absoluto, los bichejos se habían descontrolado totalmente, corrían de un lado a otro llevando la destrucción a cada rincón del almacén.
—Dios... mío...— de repente un fuerte golpe y una nubareda de humo —Cof, cof— fuese lo que fuese, ese humillo hizo escocer su garganta.
Cuando se disipó un poco en el aire, la joven pudo ver sin tiempo para reaccionar como unas veinte ratejas corrían en su dirección. Pasaron entre sus piernas, dos de ellas volvieron a soltarles dos bocaditos infernales que hicieron que se le saltasen las lágrimas de dolor "Voy a matarlas a todas...."
Sin embargo, a veces el diablo va y se pone de tu parte, aunque solo fuese por una vez. La caída del palé había dejado esparcidos multitud de productos, que casualmente eran los que la chica necesitaba para poder salir de allí de una vez por todas.
"Ahora o nunca" a toda velocidad comenzó a con su habitual modus operandi, agrupar todo junto a la puerta. Izumi se movía todo lo rápido que podía, evitando pisar cualquiera de esos animales. Lo último que necesitaba aquel almacén era más violencia.
En cuanto tuvo todo colocado junto a la puerta, la atascó y comenzó a sacar los productos al pasillo. Esta vez colocó su cuerpo entre medias, para que ella misma actuase como un muro extra de contención. Con su rodilla derecha, mantenía la hoja de la puerta reforzada, por si algún animal trataba de quitar la lata que usaba de tope "Rápido, rápido"
Una vez acaba la opertiva, Izumi salió al pasillo a toda velocidad, cerrando tras de sí.
—Ufff— suspiró aliviada, mientras apoyaba su espalda contra la puerta.
Esta vez se tomó un instante, antes de comenzar de nuevo el traslado de los productos hasta la planta baja. Tres o cuatro viajes bastarían para llevar toda la mercancía hasta el pie de la escalera y una vez lo tuviera todo abajo comenzaría a rellenar la estantería con cuidado, no quería perder ninguno de sus preciados componentes pues volver a entrar en ese almacén no era una opción.
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La chica aguardó mientras la nube de polvo descendía, cosa que no tardó demasiado, y tras su encontronazo con las ratas, avistó algo que le cundía mas prisa que dar rienda suelta a su irrevocable ira contra los roedores —su misión— con lo cuál, atinó a correr hacia la mercancía, la preciada mercancía. No tardó demasiado en alcanzarla, y en cuanto lo hizo, agarró todo lo que pudo y se apresuró en llevarlo hacia la puerta. Si, volvía a repetir el proceso que anteriormente le había funcionado, y que sin duda le venía dando el resultado deseado. Sin demora, continuó el proceso durante unos cuantos viajes, viajes en los cuales los roedores se cruzaron mas de una vez por sus bajos, haciendo que ésta casi perdiese el equilibrio.
Al fin, terminó de agruparlo todo en la puerta, y como había hecho anteriormente, comenzó a sacar las cosas con ayuda de una lata a modo de separador para mantener la puerta abierta. Obviamente, y mas habiéndolo mencionado la mujer, la chica tuvo sumo cuidado con no dejar pasar a ninguno de éstos redores al exterior. Una vez finalizada la tarea, continuó su trayecto, ahora hasta el piso inferior. En unos cuantos viajes se ventiló el proceso, que ahora terminaba con su colocación en los estantes.
La pelirosa iba rellenando todos los huecos que veía con el material que había conseguido salvar. En mitad del proceso, o quizás algo menos, fue interrumpida de nuevo. La señora se aproximó a ella como un ave rapaz, sin sonido alguno. —Chica. —Inquirió su atención, con tono despojado. —¿Qué ha sido ese ruido de antes? ¿No será que golpeaste a esos engendros diabólicos? ¿o si?
La chica ya había terminado de reponer la primera cara de la estantería, y solo le quedaba completar la otra cara, para la cuál seguramente tenía material suficiente.
Se encontraba rellenando tranquilamente la última estantería, cuando la estirada de la dueña hizo de nuevo acto de presencia "¿Es qué no puede sólo dejarme tranquila hacer mi trabajo? ¿Tiene qué estar tocando la moral?"
La señora se aproximó a ella como un ave rapaz, sin sonido alguno. —Chica. —Inquirió su atención, con tono despojado. —¿Qué ha sido ese ruido de antes? ¿No será que golpeaste a esos engendros diabólicos? ¿o si?
Izumi dejó en la balda un bote de limpia cristales, antes de detenerse un momento para contestar a la mujer —No señora— respondió con calma, mientras se tomaba un respiro —Esos animales dejaron caer otro palé al suelo... creo que ya no queda ninguno en pie— tras responder volvió a sus menesteres, recogiendo un par de productos más que tenía junto a sus pies —Aunque por suerte he podido rescatar suficientes para terminar de llenar las baldas— informó la chica
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Izumi no dudó en responder a la mujer, informando que esos roedores habían hecho caer el último palé en pie del almacén. Así mismo, también informó de que había conseguido salvar justo a tiempo los productos necesarios para completar el encargo de reponer las baldas de las 3 estanterías con éxito. La mujer se llevó el dorso de la mano a la frente, en un gesto digno de obra teatral.
—Dios mio... ésos engendros del infierno van a acabar con mi vida. Solo espero que los exterminadores no tarden demasiado...
De pronto, de entre los productos que había sacado la chica por últimas, una pequeña rata salió corriendo despavorida. Pero su carrera no duró demasiado, ipso facto, la mujer clavó el tacón de su zapato en plena cabeza del animal, con una puntería y severidad abrumadora. Incluso retorció el talón, en un acto de sentencia, tras el cuál alzó de nuevo el zapato para dejar ahí muerto al pobre animal.
De nuevo, se llevó la mano a la frente, como afligida por el sufrimiento. —Aaay... que desmesurado castigo sobre mis hombros...
La mujer se quejó mientras se alejaba lentamente, dejando con su pierna derecha un pequeño reguero de sangre. Tomó un cubo con una fregona que tenía bien preparado para limpiar el suelo, y acudió hasta la cercanía de la kunoichi para limpiar el estropicio. Para ese entonces la chica seguramente habría terminado, y con ello su misión.
—Chica, muchas gracias por tu labor. Informaré a tus superiores de que cumpliste la misión con total éxito. —Informó con total calma, totalmente repuesta de lo que iba aquejándose segundos antes.
¿Sería bipolar?
—Dios mio... ésos engendros del infierno van a acabar con mi vida. Solo espero que los exterminadores no tarden demasiado... se llevó la mano a la frente en un gesto digno de cualquier obra de Shakeshaku, al parecer el drama también formaba parte de aquella personalidad tan estirada
"¿Habrá alguien que la aguante?" de repente una ratilla salió de entras las cosas que había trasportado la pelirosa "Mierda" en un rápido gesto Izumi activo su kunai oculto, no podía permitir que ese animal sembrase allí el caos... pero para su sopresa, en el tiempo que tardaba de su muñeca a su mano en llegar el arma, la mujer había puesto fin a la vida del animal clavándole su tacón el a cabesa
—Aaay... que desmesurado castigo sobre mis hombros...
"Es muy rápida" no pudo evitar sorprenderse mientras guardaba de nuevo el arma "Mucho más rápida que yo..." ahora empezaba a plantearse quién demonios era esa señora y por qué necesitaba unos exterminadores de ratas para hacer el trabajo cuando ella parecía más que capaz de llevarlo a cabo
—Chica, muchas gracias por tu labor. Informaré a tus superiores de que cumpliste la misión con total éxito. —
—Ha sido un placer— Izumi realizó una reverencia —Espero que se arregle el problema del almacén— volvió a hacer una reverencia — partiré hacia la aldea de nuevo, adiós— se incorporó serenamente y procedió a abandonar el supermercado pro donde había entrado, todavía no sabía muy bien como regresaría... pero ahora mismo solo le importaba salir de allí y no volver a mirar atrás
"No más carreteros, ni primas de carreteros..." se dijo mientras abandonaba el lugar, en mitad de la nada
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Izumi había cumplido con éxito la misión, pero... ahora le tocaba regresar a la aldea, que era quizás la peor parte de la susodicha. Pensó que todo había terminado, pero aún faltaban ciertas cosas por arreglar. La inexperiencia quizás le jugó una mala pasada, o simplemente las prisas por salir de ese horripilante vale de arrozales... a saber.
—Chica... olvidas devolverme las llaves. —Informó la mujer, antes de que la de pelo rosado se escapase. —Y, también debería firmarte en el pergamino, para que cuando lo entregues a tus superiores éstos sepan que cumpliste la misión. ¿O acaso han cambiado las reglas?
Evidentemente, faltaban por aclarar esos dos últimos detalles, con lo cuál la misión si que habría terminado al fin, y nada quedaría desvinculado. Obviamente, la mujer no podía dejar ir a la chica con las llaves del almacén y toda la dependencia, era una absoluta y rotunda locura...
—Chica... olvidas devolverme las llaves. —Informó la mujer, antes de que la de pelo rosado se escapase. —Y, también debería firmarte en el pergamino, para que cuando lo entregues a tus superiores éstos sepan que cumpliste la misión. ¿O acaso han cambiado las reglas?
"Mierda" se detuvo cuando estaba apunto de girarse para marcharse y no volver, eran tantas las ganas que tenía de acabar ya con todo aquello que se olvidaba los formalismos
—Disculpe, vaya cabeza la mía— la pelirosa sacó el llavero y se lo tendió a la mujer —Aquí tiene— una vez entregadas las llaves, la mujer le extendió un pergamino y una pluma, para que firmase dando fe de que había estado allí y cumplido con su misión —Listo— devolvió el papel y la pluma —Ahora si me disculpa, me queda un largo viaje hasta Kusagakure de nuevo— volvió a despedirse una vez más con una reverencia, y ahora sí se giró con serenidad poniendo rumbo hacia la salida del supermecado
"Al fin..." abrió la puerta y dio una larga zancada para cruzar el umbral, cerró tras ella y encaró al mundo de nuevo "Tampoco ha ido tan mal ¿no?" se dijo mientras se alejaba lentamente del lugar
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