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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
—Ah... ¿Tú... tú crees...?preguntó en un principio la joven de cabellos azabache,
Eri asintió de nuevo, convencida de que lo decía era la pura verdad —. Vaya, ¡muchas gracias!Eri volvió a sonreír, aceptando las palabras de la joven de la Lluvia, luego volvió a preguntar—: ¿Crees que deberíamos practicar más veces o vamos directamente al estadio?

Creo que nos ha salido bastante bien para ser la primera, creo que esto es el destino —dijo la joven, pensativa; mientras miraba a su alrededor —. Yo me noto bastante preparada, creo que la suerte del principiante nos puede estar mirando en este momento.

Aseguró con una sonrisa.

Si quieres, podemos hacerlo una vez más y luego ya vamos, con suerte podremos ver al décimo actuar —sugirió cogiendo de nuevo su flauta con ímpetu.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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#32
—Creo que nos ha salido bastante bien para ser la primera, creo que esto es el destino —afirmó Eri, bastante convencida, pero Ayame no pudo evitar ladear la cabeza ligeramente.

«¿El destino?» Meditó. ¿Qué podía querer el destino de que cantara con una kunoichi de Uzushiogakure frente a un público en Tanzaku Gai?

—Yo me noto bastante preparada, creo que la suerte del principiante nos puede estar mirando en este momento —completó, con una sonrisa—. Si quieres, podemos hacerlo una vez más y luego ya vamos, con suerte podremos ver al décimo actuar —sugirió cogiendo de nuevo su flauta con ímpetu.

Ayame respiró hondo.

—Está bien, una vez más y... vamos para allá...

Volvió a cantar, acompañada por la suave melodía de Eri y siguiendo su ritmo. El resultado fue similar a la de la anterior vez, aunque quizás le costó menos arrancar desde el principio. Fuera como fuese, la suerte estaba echada, y sólo podía rezar a Amenokami porque no le fallara la voz en el escenario. Allí no podría darse la vuelta para huir de las miradas clavadas sobre ella, tendría que enfrentarlas de frente... ¿Sería capaz de hacerlo? No quiso darle más vueltas al asunto para no terminar acobardándose. Y así, cuando ambas terminaron la canción, reanudaron el regreso hacia el escenario. La función ya había empezado hace tiempo, y en aquel preciso instante estaba actuando una joven de cabellos cortos y rebeldes que tocaba el violín al mismo tiempo que era capaz de bailar al frenético ritmo que ella misma se marcaba.

—Guau... —se le escapó a Ayame, en un murmullo maravillado.
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—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#33
Un joven de cabellos oscuros, recogidos en dos trenzas laterales y un moño, aguardaba en la cola. Tenía un pendiente —un simple aro negro— en una oreja, un tatuaje de un diamante en el dedo corazón y varias pulseras de cuero en la muñeca derecha. Portaba un jersey de lana blanco y cuello alto, y un pantalón de chándal gris, muy ceñido de rodilla para abajo pero holgado por arriba. Al contrario que la mayoría, se encontraba solo, sin pareja, y tampoco parecía tener instrumento alguno.

Aquel chico había acudido allí por una misión, y tras realizarla, había deambulado por las calles de Tanzaku Gai para conocer la ciudad un poco mejor. Después de todo, tenía un futuro encargo que realizar allí. Un encargo extraoficial, sellado en su hombro derecho con un hierro candente. De casualidad, se encontró con un curioso anuncio: un concurso de música. ¿Cómo no iba a apuntarse? Aquel concurso estaba hecho para él, pues su nombre era…

… Datsue el Bardo, más conocido como Datsue el Intrépido.

Por suerte, siempre llevaba su shamisen en el corazón. Literalmente, sellado con su técnica de fūinjutsu. Como su apellido empezaba por “U”, a él le tocaba el decimocuarto, tiempo suficiente para elegir canción y repasar las notas de la melodía. Tarareándola por lo bajo, apenas prestaba atención a los concursantes que iban actuando, tan concentrado como estaba, hasta que oyó una voz familiar a sus espaldas…

¡Eri-chan! —exclamó, nada más verla. Su expresión de sorpresa dio paso a la alegría; luego, al reconocer a su acompañante, de nuevo a la estupefacción; para finalmente dar paso al horror, al comprobar lo pegadas que iban. Eso solo podía significar…—. No me digas que… Vosotras dos… —No daba crédito a lo que veían sus ojos—. Tía, ¿¡me has puesto los cuernos!? ¡¿Con ella?! —gritó con voz chillona. Que le traicionasen era una cosa, pero que le traicionasen precisamente con Ayame…—. ¡Pensaba que éramos una pareja fiel! —exclamó, herido. Al menos una pareja musical. Entonces se llevó una mano al pecho y se lo estrujó, como si de pronto le doliese. Con voz rota y ojos húmedas, soltó:—. Me rompes el corazón, Eri...

Lástima que no le saliese la lagrimilla. Le hubiese dado un toque todavía más dramático.




Me meto sin hueco, así que no me den exp al repartir Lengua
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#34
Ayame volvió a cantar y Eri acompañó su dulce voz con la flauta. La segunda vez pareció sonar mejor, y no porque lo hubiesen hecho diferente, no; era porque se sentían más seguras, y la música fluyó. Cuando terminaron, se miraron y juntas volvieron al escenario, encontrándose con una talentosa violinista que se movía al son de su propia canción. Erl se quedó anonadada ante ello, dudaba mucho que fuera capaz de hacer algo así con la flauta entre sus manos, tocando.

Sin embargo, una voz la sacó de su ensimismamiento.

¡Eri-chan!

Aquella voz le sonó tan conocida que tuvo que salir obligada. Y de repente lo vio, allí, con una expresión de alegría al verla. Ella sonrió, no esperaba verle allí. Sin embargo antes de poder saludarle, su cara pasó a un estado de horror y estupefacción que no llegó a entender.

No me digas que… Vosotras dos… Tía, ¿¡me has puesto los cuernos!? ¡¿Con ella?! ¡Pensaba que éramos una pareja fiel!

¿Qué? —preguntó con el ceño fruncido —. ¡Pero bueno! —exclamó, contrariada —. Primero, no sabía que ibas a estar aquí, Datsue; y segundo, ¿cómo que te he puesto los cuernos con ella? —preguntó poniendo los brazos en jarra.

Me rompes el corazón, Eri...

¡Pero si no somos ningún tipo de pareja! —exclamó, ofendida —. Y te recuerdo que fuiste tú el que me dijiste que trabajaba solo, ¿o no? ¡Embustero!

Se cruzó de brazos con el ceño aún fruncido, sin creerse lo que estaba escuchando.
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#35
Y mientras ambas estaban absortas con la violinista, una voz las sorprendió:

—¡Eri-chan! —La voz se dirigía hacia la pelirroja, pero Ayame se volvió también. Para sorpresa de la Amejin, se encontró cara a cara con un ninja de Uzushiogakure al que ella ya conocía y cuyo carismático gesto era imposible de olvidar.

No le había vuelto a ver desde el Torneo de los Dojos, pero aquellos ojos zorrunos cargados de astucia, aquel peinado recogido en un moño alto y dos trenzas laterales, aquel estilo despreocupado y casi vago...

—¡Oh, Patsue-san!

El gesto del chico fue mutando rápidamente cuando pareció reconocerla. De la alegría al ver a su compañera de aldea pasó a la sorpresa y después... a un profundo desagrado. Ayame parpadeó, confusa, pero el Uchiha se volvió hacia Eri.

—No me digas que… Vosotras dos… —Parecía incrédulo, y su voz se convirtió en un fino hilo, desgastado y chillón—. Tía, ¿¡me has puesto los cuernos!? ¡¿Con ella?!

—Q... ¡¿QUÉ?! —exclamó Ayame, que se había sonrojado hasta las orejas.

—¡Pensaba que éramos una pareja fiel! —aullaba. Profundamente herido, se llevó una mano al pecho, estujándose el jersey como si le doliera tanto que quisiera arrancarse el corazón para aliviar aquel sufrimiento.

—¿Qué? —intervino Eri, frunciendo el ceño—. ¡Pero bueno! Primero, no sabía que ibas a estar aquí, Datsue; y segundo, ¿cómo que te he puesto los cuernos con ella?

—Me rompes el corazón, Eri...

—¡Pero si no somos ningún tipo de pareja! —continuó, ofendida—. Y te recuerdo que fuiste tú el que me dijiste que trabajaba solo, ¿o no? ¡Embustero!

Ayame no entendía absolutamente nada. Pero, con el gesto descompuesto por el absoluto desconcierto, alzó las manos en un gesto apaciguador.

—¡No es lo que parece! Bueno... ni siquiera lo parece... E... ¡esto es un malentendido! ¿Cómo va Eri-san a...? No... yo ni siquiera soy... lesbiana... —balbuceaba, en un vano intento por relajar la tensión. Pero entonces cayó en la cuenta de algo, y entreabrió los labios durante unos instantes—. Pero... ¿tú no estabas casado con... Mariko-san, Patsue-san?
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#36
Primero, le interrumpe uno de los momentos más mágicos de su vida, casi destrozándoselo. Luego, le roba su pareja musical. No contenta con ello, se mofa de él llamándole Patsue-san, como si fuese un chucho. Si Ayame quería que no se olvidase de su promesa de venganza, definitivamente lo estaba logrando.

¡Y que no le viniese con que se había confundido, que Eri acababa de llamarle por su nombre correctamente! Una Eri que, por otra parte, le venía con injurias y calumnias. Que si no eran pareja, que si era un embustero, que si había sido él quien había dicho que prefería trabajar solo… Quizá lo último fuese cierto. Y sí, quizá también lo primero. Puede que incluso lo tercero, ahora que se paraba a pensar...

«Maldita chica. Siempre soltando verdades como puños…»

Como no tenía mucho argumento con el que rebatir, optó por hacerse el ofendido, abriendo mucho los ojos para después, con expresión mitad decepcionada mitad dolida, negar con la cabeza. Ayame, no contenta todavía, quiso ahondar más en la herida, argumentando que ella no era lesbiana y preguntándole que si no estaba casado con Mariko.

Lo dijo con tal inocencia que casi se traga que no le estuviese vacilando. Casi.

Me refería a pareja musical… —se esforzó en responder. Lo último que quería ahora era a Eri preguntándole por esa supuesta boda. A ella no podía mentirle. O, más bien, no le gustaba hacerlo. No con cosas medianamente serias, al menos—. Pero ya veo que todo era una mentira. Un genjutsu que me hice a mí mismo. Muy bien —agregó, asintiendo con vehemencia para sí—, nos vemos en el escenario —lo dijo de tal modo que, más que al escenario musical, parecía que se estaba refiriendo al campo de batalla.

»Buena suerte —masculló, tendiéndole primero la mano a Eri, y luego a Ayame. De estrechar esta su mano con él, pensaba dejarle un pequeño regalito en la palma de ella. «No lo comprobé, pero apuesto a que el sello de rastreo que le puse ya perdió su fuerza… Mejor asegurarse», pensó, mientras concentraba chakra en su diestra.
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#37
Perfecto, la intromisión del Uchiha acababa de hacer que los nervios casi disipados de Ayame volviesen a hacer acto de aparición. Lo fulminó con la mirada antes de girar la cara y sonreír a la kunoichi de la Lluvia, intentando calmarla levemente.

No te preocupes, Ayame-san; éste es Datsue, un compañero de la academia que también toca un instrumento, como yo —explicó la joven mientras levantaba una mano y señalaba con la palma abierta al chico, aunque aún estaba enfadada con él —, pero parece que ya os conocéis...

Pero aquel chico, lejos de darle la razón, siguió con el teatro que ya olía a distancia, o bueno; a ella sí porque estaba acostumbrada.

Me refería a pareja musical… Pero ya veo que todo era una mentira. Un genjutsu que me hice a mí mismo. Muy bien, nos vemos en el escenario

Frunció los labios y entrecerró los ojos, por último añadió:

Muy bien.

Estrechó su mano y le deseó una buena suerte también, aunque sonase como si quisiese matarlo después de aquello, la verdad es que si ganaba su amigo prefería mil veces perder ante él que ante cualquier desconocido.
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#38
—Me refería a pareja musical… —respondió Datsue.

—Ah... —balbuceó Ayame.

—Pero ya veo que todo era una mentira. Un genjutsu que me hice a mí mismo. Muy bien —continuó, asintiendo con la cabeza—, nos vemos en el escenario —sentenció, como si de un campo de combate a muerte se tratara y no un simple escenario, y Ayame se estremeció involuntariamente.

Pero Eri había fruncido los labios en un gesto desafiante:

—Muy bien.

Buena suerte.

Antes de marcharse, les tendió la mano, y Ayame se la estrechó con cierto nerviosismo.

—B... buena suerte.

Con el ceño ligeramente fruncido, Ayame le observó alejarse. Puede que no hubiera recordado adecuadamente su nombre, pero en su memoria estaba grabado a fuego (casi literalmente) su apellido y sus ojos... Aquellos fascinantes y terroríficos ojos del color de la sangre que aún le causaban pesadillas. Uchiha Datsue. Uchiha Akame. Ambos tenían aquellos ojos. ¿Serían familia? ¿Sería Datsue tan fuerte como Akame? ¿Tendría él aquella habilidad sobrehumana para el combate?

«Ni un golpe.» Resonó de nuevo en su cabeza aquella maligna vocecilla, y Ayame sacudió la cabeza para deshacerse de la opresiva sensación en el pecho.

—No quisiera que algo así os enemistara, Eri-san... —le comentó a su compañera, apenada—. Si quieres ir con él, yo no tengo ningún problema. Después de todo, él es un compañero de tu villa mientras que yo...
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#39
La joven se quedó observando la espalda del muchacho hasta que se perdió entre la multitud, con el sonido del violín de la chica de cabellos cortos que estaba actuando sobre el escenario. Lo maldijo en su cabeza, ¡encima! Esto era el colmo, ella había tenido que venir, sola; porque nadie había accedido a acompañarla, y cuando por fin encuentra a alguien que la quiere ayudar, viene Datsue y le dice esas cosas, ¡venga ya! Era un...

—No quisiera que algo así os enemistara, Eri-san... Si quieres ir con él, yo no tengo ningún problema. Después de todo, él es un compañero de tu villa mientras que yo...

Frunció el ceño, una vocecilla acababa de despertarla de su ensimismamiento y cuando miró a Ayame, no dudó en sonreír de nuevo, olvidándose del Uchiha.

No, no, yo quiero actuar contigo —explicó ella, rápidamente —. Además, los dos tocamos, pero no cantamos, ¿sabes? Yo te necesito a ti, él solo necesita un cubo donde meter todo su ego...

Luego negó con la cabeza.

¿Nos acercamos más? Deberán ir por los sextos participantes... —preguntó la chica —. Bueno, séptimos, parece que la violinista acaba de terminar.
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#40
Respiró hondo. Los concursantes habían ido pasando, uno tras otro, mientras el corazón se le aceleraba cada vez más. Había tocado aquella canción centenares de veces, pero no era lo mismo hacerlo frente a dos o tres críos de su clase a… aquello. Un público enorme; jueces que evaluaban su actuación; y otros concursantes seguramente más preparados que él analizando sus defectos.

Tragó saliva, y recordó por qué le llamaban Datsue el Intrépido. Entonces, subió al escenario, no sin antes guiñarle un ojo a Eri. Seguramente creería que solo iba a tocar… pero no podía estar más equivocada. El Uchiha había estado practicando mucho, y su voz ya no sonaba tan desafinada como antaño.

Pese a que trató de aparentar calma, tenía los labios secos y la cara pálida, y por un momento solo oía los latidos de su corazón palpitando en su sien. Luego, cuando se sentó en el taburete que le habían puesto, tal y como había solicitado, alto y con asiento móvil, tomó el shamisen entre sus manos, y ajustó la altura del micrófono a su boca con manos temblorosas. No fue hasta que rasgó con el bachi las cuerdas del instrumento, arrancándole sus primeras notas, que logró relajarse un poco. La melodía se aceleró, y tras unos segundos, acercó los labios al micrófono, empezando a cantar con voz alegre y jovial:


Y llueve, llueve, llueve, ¡ay cómo llueve, en los Cerezos!
Y cantan, cantan, cantan, ¡ay cómo cantan, los uzureños!
Y ríe, ríe, ríe, ¡ay cómo ríe, la hija del kusareño!
Y lloran, lloran, lloran, ¡ay cómo lloran, los kusareños!


Había cometido un error al principio, desafinando un poco, pero se había corregido sobre la marcha. Su voz, ahora, pese a que mantenía ese tono de pilluelo que tanto le caracterizaba, no sonaba tan mal. Entonces, gracias a que el asiento del taburete se podía girar fácilmente, el Uchiha empezó a dar un perfil y otro de su rostro, intercalándolos, como si estuviese representando dos personalidades distintas, a la vez que modulaba su voz de una más ruda y grave a otra más aguda y femenina.


¿Bailaste hija mía?
Bailé, ¡sí señor!
Dime con quién bailaste
Bailé con mi amor.


Con tu amor, hija mía,
no vuelvas a bailar.
Porque te levanta la falda del kimono
y es muy difícil de bajar



No te preocupes, padre mío,
nada de eso sucedió.
Él volvió por su camino,
y yo por el de Dios.


Entonces, cambió a su perfil derecho, el del hombre rudo, y abrió los ojos de pronto, como si hubiese visto algo que le dejase anonadado.


¿Vienes mojada, hija mía?
Vengo empapada, ¡sí señor!
¿No será culpa de ese Uchiha?
De su wagasa, ¡que no me resguardó!


Nuevamente, Datsue dio el perfil diestro, y, dando golpes con el dedo en el aire, como regañando a alguien, cantó:


La wagasa de Akame, es una wagasa muy mala,
si le caen cuatro gotas... ¡ya se le humedece el asta!
Y por eso las kusareñas, por muy mojadas y empapadas,
no se pondrían debajo, ¡de su basta wagasa!



Ay, padre mío, no te preocupes, ¡por favor!
Que el chico es un profesional, y me mantuvo en calor
Ay, padre mío, no te preocupes, ¡por favor!
Y no cuentes nada a Yota, o le romperás el corazón



A Yota, hija mía, nada le contaré
Pero como llegue a oídos Sakamoto, por tu vida temeré

No te preocupes, padre mío, Akame es profesional
Sus labios están sellados por los míos, no me sucederá ningún mal


Y cantan, cantan, cantan, los Uzureños, en los Cerezos,
y ríen, ríen, ríen, las kusareñas, en sus regazos,
y llueve, llueve, llueve, ¡ay cómo llueve, en los sembrados!,
y lloran, lloran, lloran, los kusareños, ¡al seguir secos!


Repitió la última estrofa por última vez, y, con una última nota de cuerdas, la canción llegó a su fin. La verdad, el tiempo se le había pasado volando. Se levantó, y dio un par de sendas reverencias a un lado y a otro, mientras esperaba el veredicto del público.

«Tendría que haber cantado otra cosa», se lamentó. Aquella canción era de las más divertidas que tenía, pero era muy personal, con demasiadas referencias a cosas que solo él y sus compañeros de Uzu conocían. «Si paso a segunda ronda tengo que elegir algo más genérico…», pensaba, mientras salía del escenario, no del todo contento por su elección.

Frunció los labios al cruzarse con las kunoichis, y, con gesto altanero, levantó la barbilla y miró a otro lado. Todavía estaba molesto.





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#41
—No, no, yo quiero actuar contigo —replicó ella, y Ayame se vio contagiada por su sonrisa—. Además, los dos tocamos, pero no cantamos, ¿sabes? Yo te necesito a ti, él solo necesita un cubo donde meter todo su ego...

Ayame no pudo evitar reír ante aquel comentario, pero su compañera negó con la cabeza y añadió:

—¿Nos acercamos más? Deberán ir por los sextos participantes...Bueno, séptimos, parece que la violinista acaba de terminar.

—S... sí —asintió ella.

Y el corazón comenzó a bombearle con tanta fuerza que lo sentía retumbar entre sus costillas.



. . .



Los participantes restantes fueron pasando uno a uno. Y con cada cual, Ayame se iba poniendo más y más nerviosa. Jugueteaba con sus manos, repasando la letra de la canción, incapaz de disfrutar del resto de actuaciones. Era terriblemente irónico que ella, que había acudido a aquel lugar para presenciar y disfrutar del espectáculo, se hubiera visto involucrada en él al final.

Pero ya no había manera de echarse atrás.

Entonces salió al escenario Uchiha Datsue, y toda su perspectiva cambió.

El de Uzushiogakure le dedicó un último guiño a su compañera de aldea, se sentó en un taburete que habían dispuesto sobre el escenario y tomó un shamisen que llevaba consigo. Las primeras notas arrancaron el silencio, y Ayame volcó toda su atención en el Uchiha. Su melodía se aceleró, y entonces, para sorpresa de ambas, cantó.

«¿Pero no decía Eri-san que él no cantaba?» Pensó, dirigiéndole una mirada interrogante a su compañera.

Fuera como fuese, era innegable que el chico tenía un talento para aquello. Su voz y su shamisen invitaban a ser escuchados, y aunque en algún momento cometió algún error, su carismática lengua eclipsó cualquier rastro de fallo. El chico siguió cantando, y entonces la canción se convirtió en una especie de pantomima, con él haciendo dos papeles bien diferentes. Una canción más bien popular, y que pronunciaba varios nombres que Ayame recordaba (unos más que otros). Y esta arrancó carcajadas y vítores entre el público.

Así, con la última estrofa y un último rasgueo de cuerdas, la canción finalizó. Y el público se levantó aplaudiendo con fuerza desmedida el nombre de Uchiha Datsue, que en ese momento se inclinaba entre renombradas reverencias. Ayame también aplaudía, pero la canción de Datsue había despertado algo en ella que había eclipsado en ella cualquier rastro de nerviosismo: el sentimiento de la competitividad, que ardía en sus ojos cuando ambos se cruzaron y el chico levantó la barbilla con altanería.

—Nos toca... —le dijo a Eri.

Ayame respiró hondo varias veces, acomodó los hombros y, conteniendo lo mejor que sabía el temblor de sus piernas, salió con su compañera al escenario. Y mientras ambas caminaban hacia su destino, le susurró unas últimas palabras:

—Toca con total normalidad. Voy a improvisar algo, pero te seguiré sin problemas.

Ambas kunoichis se colocaron en sus posiciones. Y las personas del público murmuraron entre sí. Debían de estar extrañados de ver a dos kunoichis, ambas de nacionalidades diferentes, participando juntas en un escenario que tan lejos debía quedar de las artes ninja.

Oh, pero ambas eran ninjas de verdad. Y Ayame estaba dispuesta a demostrarlo.

Miró a su compañera, y le dedicó un breve asentimiento para señalarle que estaba preparada. Las primeras notas debían corresponder a su flauta, y ella respondería después con su voz.

Eres las olas grises del mar, marcado a buscar
vida más allá de la orilla inalcanzable.
Mas las aguas cambian, fluyen cual tiempo,
tuyo es el camino a escalar.

No era la misma letra que habían ensayado. Durante la actuación de Datsue, Ayame se había dejado llevar por la arrogancia del Uchiha y se había visto empujada a cometer aquella locura en su afán de superación, cambiándola para hacerla más entendible. Así, Su voz fluyó sobre el escenario como un riachuelo débil y tembloroso. Ayame seguía sintiendo los latidos de su corazón golpeándole en las sienes, y se obligó a sí misma a concentrarse en la música de Eri, a dejarse llevar por sus notas, y alzar la voz.

Alzó una mano y la movió con suavidad, con algunas pequeñas burbujas de agua desprendiéndose de ella y acompañando sus movimientos al compás de las siguientes estrofas:

En la blanca luz, una mano te alcanza.
Un doble filo parte tu corazón en dos.
Al despertar los sueños se desvanecen,
abraza el nuevo día.

Entró en el estribillo junto a la melodía de Eri, y ambas voces se mezclaron en una armonía casi perfecta:

Canta conmigo una canción de linaje y amor.
La luz se dispersa en el cielo,
el alba rompe la penumbra, blanco como un hueso.
Perdido en pensamientos, solo estás.

Ayame exhaló al final, con la cabeza agachada. Tras un breve solo para la flauta de Eri, llegaba la segunda estrofa, similar a la primera, pero para entonces la muchacha ya estaba plenamente concentrada y su voz no tembló un ápice:

Eres las olas grises del mar, marcado a buscar
vida más allá de la orilla inalcanzable.
Mas las aguas cambian, fluyen cual tiempo,
tuyo es el camino a escalar.

Volvió a alzar la voz, y en aquella ocasión se abrazó sus propios hombros cerrando los ojos en un gesto casi dolido y desesperado. Sus cabellos ondearon, sus puntas desprendiéndose en nuevos hilos de agua.

Abraza la oscuridad que llamas hogar.
Contempla sobre un trono blanco, vacío,
un legado de mentiras,
un engaño familiar.

Canta conmigo una canción de conquista y destino.
El pilar negro se agrieta bajo su peso.
La noche rompe el día, dura como una piedra.
Perdido en pensamientos, solo estás.

La canción cobraba fuerza. Pero Ayame debía ahora rebajar su voz para dejarla fluir al son de la melodía. Suave, casi como una nana.

Tu camino pertenece al destino, déjalo fluir.
Toda tu alegría y tu dolor caerán con la marea, déjalos fluir.

La vida no sólo se llena con felicidad, ni pena.
Incluso la espina de tu corazón, con el tiempo puede florecer en una rosa.

Un corazón pesado se hunde en el suelo.
Un velo cae sin un susurro.
No hay día o noche, error o acierto,
tú luchas por la verdad y la paz.

Canta conmigo una canción de silencio y sangre.
La lluvia cae, mas no puede limpiar el barro.
En mi viejo corazón hay locura y orgullo,
¿nadie puede oír mi llanto?

Y con aquella estrofa cargada de fuerza y sentimiento, la espalda de Ayame se deshizo de repente en múltiples hilos de agua que rodearon su cuerpo mientras la kunoichi extendía los brazos y daba una última vuelta sobre sí misma. Literalmente, bailaba con el agua, mientras cantaba el último estribillo de la canción:

Eres las olas grises del mar, marcado a buscar
vida más allá de la orilla inalcanzable.
Mas las aguas cambian, fluyen cual tiempo,
tuyo es el camino a escalar.

Eres las olas grises del mar...

La canción terminó, y con las últimas notas todavía en el aire y ante la estupefacta mirada del público, Ayame deshizo todo su cuerpo súbitamente. El agua cayó como una cascada entre los tableros del escenario y se escurrió entre ellos sin dejar rastro.

Poco después, Ayame salió de debajo del escenario por la parte posterior del mismo, con las manos tapándose el rostro.

—¡Ayayayay, qué vergüenza...!




[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#42
Datsue se presentó en el escenario y Eri supo que en breves lo haría suyo. Así era aquel Uchiha y por eso no se fiaba ni un pelo de él, aunque también es verdad que por esa razón misma ambos eran amigos. Pronto todo se quedó en un impaciente silencio y el chico comenzó a cantar, haciendo que la chica apretase los puños cuando escuchó los primeros versos.

Iba a cantar esa canción.

Era todo un éxito, ¡un hit de Uzushiogakure! Bueno, quizá no, pero lo cantaba endemoniadamente bien. Apretó los dientes y se dijo a sí misma que se relajase, aquello era una demostración y si el chico quedaba entre los mejores era normal, sí; porque tenía su talento, pero... ¡Podría haber ido a otro concurso, no en el que ella participaba!

No te preocupes, padre mío, Akame es profesional
Sus labios están sellados por los míos, no me sucederá ningún mal

La verdad es que ahora que lo escuchaba, aquello a Akame no le haría ninguna gracia...

...Sin embargo al final no pudo dejar de disfrutar la canción de Datsue.

• • •

Ayame anunció que les tocaba y ella asintió, preparándose para subir al escenario y colocarse en posición para dar lo mejor de sí mismas. A lo largo del camino, sin embargo, la kunoichi de la Lluvia le sorprendió cuando le dijo:

—Toca con total normalidad. Voy a improvisar algo, pero te seguiré sin problemas.

La joven miró a su compañera estupefacta unos instantes, pero pronto recobró la compostura y asintió, firme. Subieron al escenario y se colocaron en sus posiciones, dejando por un momento quiénes eran a un lado para demostrar que podían sacar de ellas mucho más que artes para el combate. La joven pelirroja miró a Ayame por última vez y se llevó la boquilla de la flauta a sus labios.

Y luego la melodía comenzó a sonar.

No pudo evitar sonreír ante el cambio que había hecho la de cabellos azabache en la canción, por eso alguna que otra nota sonó un poco más distorsionada de lo normal, pero no le importó; aquello, sin lugar a dudas, era algo que el público quizá no se hubiese esperado de dos chicas como ellas.

Y sobre todo, no se esperaban el espectáculo de agua que Ayame estaba dando al perfecto compás de la melodía, haciendo que la canción cobrase más sentido, y crease en el público total expectación. Algún silbido se escuchó a lo lejos, de asombro; otros tantos gritos que se escuchaban huecos gracias a la voz amplificada de Ayame. Eri se sentía extasiada ante aquello, y no dejó de tocar hasta que por fin las notas se vieron cayendo, y ambas abandonaron el escenario.

—¡Ayayayay, qué vergüenza...!

¿Bromeas? —exclamó la pelirroja, mirándola fijamente —¡Eso ha sido alucinante! ¡Seguro que quedamos entre los mejores solo por lo que acabas de hacer! ¡Es genial! —exclamaba feliz mientras se perdía por detrás del escenario, bajando para volver a perderse entre la plaza —Por cierto, lo del agua, ¡Oh, por Shiona-sama! ¡Ha sido genial!

No dejaba de alabar lo que acababa de hacer aquella kunoichi.
[Imagen: ksQJqx9.png]


—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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#43
Datsue continuó su andadura hasta colocarse frente al escenario, más bien en una esquina, entremezclándose entre el público. Conocía bien a Eri, y sabía de su destreza con la flauta. Muchas habían sido las veces que se había dejado llevar por sus melodías, que le transportaban como un genjutsu a lugares llenos de fantasía y paz. Mas el Uchiha no estaba preocupado por verse superado, pues había elegido a Ayame como vocalista. Para su propia desgracia, la había oído chillar, tiempo atrás, en el Valle de los Dojos. Que tenía un vozarrón solo un sordo podía negarlo, pero ello no significaba que tuviese buena voz…

«Lo siento, Eri-chan. Vas a caer».

En el rostro del Uchiha se dibujó la pena, mientras se cruzaba de hombros y esperaba el batacazo. «Tranquilos, muchachos», diría, cuando el público se les echase encima. «Para ser amateurs no lo hacen tan mal…».

Eri arrancó las primeras notas de la melodía. Ayame entonó las primeras palabras. Datsue, agazapado como un depredador ante su presa, ya estaba listo para saltar en defensa de ellas…

«Pero, ¿qué cojones…?» No es que la chica tuviese mala voz, ¡es que era mejor que la suya propia! Poco trabajada, quizá. Poco entrenada para subir y bajar de tono con la facilidad y fluidez con la que un kusareño con el corazón roto empinaba el codo. Pero la voz se tenía o no, y ella, sin duda, la tenía.

Como un Señor Feudal viendo como las murallas de su fortaleza se desmoronan por el ejército enemigo, el Uchiha retrocedió dos pasos. «Tranquilo, no sabe moverse por el escenario. Hasta la mejor de las canciones palidece sin una buena actuación». Su vía de escape. El pasillo oculto en su fortaleza. Su última esperanza.

No… —farfulló, con los ojos muy abiertos. Ayame no estaba actuando mal, ¡sino que se estaba comiendo el escenario! La puesta escena, hasta él tenía que admitirlo, era inmejorable. Se abrazaba a sí misma con melancolía, dando más fuerza a la letra de su canción, mientras sus cabellos se convertían en hilos de agua—. No puede ser…

Ahora Ayame bailaba con el agua. Literalmente. Danzaba con ella como si fuese su mejor amiga. Era de una belleza artística incomparable. Datsue jamás había visto cosa igual.

No... No, no, no, no —El torneo se le escapaba de las manos. ¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía estar pasándole aquello?—. No… Esto no es… ¡Esto no es nada profesinal! —rugió, fuera de sí.

Pero nadie le hacía caso. El público se había venido abajo, estallando en vítores y silbidos de admiración. Todos aplaudían la gran actuación de aquellas dos jóvenes concursantes. Todos menos un chico de cabellos recogidos en un moño, que atravesaba el público como una saeta hasta perderse en la lejanía…
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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#44
Ayame ni siquiera había sido consciente de que una persona entre el público había abandonado la escena, huyendo como alma en pena. Desde debajo del escenario, la muchacha era capaz de escuchar el estallido de vítores y aplausos, llenándola de un sentimiento difícil de describir. Era como si la inundara desde dentro, y su propio corazón bombeaba al compás de los aplausos.

¿Tanto había gustado su actuación?

Cuando salió, con la cara roja como un tomate, se encontró cara a cara con Eri.

—¿Bromeas? —exclamó la pelirroja, mirándola con tal fijeza que tuvo que romper el contacto visual—. ¡Eso ha sido alucinante! ¡Seguro que quedamos entre los mejores solo por lo que acabas de hacer! ¡Es genial! —exclamaba, inmensamente feliz—. Por cierto, lo del agua, ¡Oh, por Shiona-sama! ¡Ha sido genial!

—D... ¿De verdad? ¿No me he pasado? ¡Aunque esto no habría sido nada sin la magia de tu flauta,
Eri-san!
—respondió Ayame, jugueteando con sus manos. Era la primera vez que hacía una cosa así, era la primera vez que usaba sus habilidades de esa forma y, desde luego, con un fin no bélico. Y el que la había empujado a hacerlo había sido Datsue y el sentimiento de rivalidad que le había despertado con su magnífica actuación. Al recordar al Uchiha, Ayame miró a su alrededor—. Por cierto, ¿dónde está Datsue-san?
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Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#45
Ayame intentó quitarse el mérito que tenía, claramente sin éxito porque Eri seguía en sus trece de que la actuación no podía haber sido más alucinante. Ya habían abandonado el escenario y se encontraban a una distancia prudente mientras se escuchaba el sonido de una armónica llenar el lugar, pero Ayame acababa de acordarse de algo más.

Por cierto, ¿dónde está Datsue-san?

No lo sé —respondió la pelirroja, mirando a un lado y luego hacia el otro —Pensaba que se quedaría a escucharnos, vaya, qué decepción —murmuró la chica para que solo la kunoichi de la Lluvia pudiera escucharla.

»¿Vamos a buscarle? Aún quedarán cinco participantes o grupos por participar.
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—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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