Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Las urbes nunca duermen, o al menos eso es lo que predica el dicho popular. Quizás en otros lugares si es así, pero no en algunos sectores del Distrito Comercial que se mantenían a todas horas con sus luces neón alumbrando dónde las estrellas no podían llegar. En un lugar dónde casi todo el tiempo el sol nunca asoma la cara, la diferencia entre el día y la noche podría ser casi nula. No era de extrañar entonces que los sitios de entretenimiento se mantuvieran operando las 24 horas con el fin de maximizar lo más posible las ganancias.
Ese era el caso del restaurante La Charca, que no sería el más lujoso de la zona pero por lo menos uno de los más amenos. Dónde la música en vivo y los monólogos en vivo eran parte del show, el cual pretendía ser apto para todas las edades. Sin embargo en esos momentos ya rondaban las seis de la tarde, por lo que los grupos familiares solían irse temprano y el ambiente empezaba a cambiar un poco con el inicio de la venta de bebidas alcohólicas. Eso sí, todo perfectamente controlado para que no pareciese una cantina de tercera. Ante todo, la moderación.
Era en una noche de estás que el Isa decidió tomarse un descanso de cuidar a su inválida hermana y cambiar de ambiente. Por suerte ella misma era la que le había insistido en que debía relajarse. "Huh, lo dice cómo si lo necesitase." Ese día había un show muy especial, el comediante Ayo Masuda tendría su sección a las 7 de esa misma noche. Su hermana, ante la eterna cara de sartén de su hermano sugirió que podría ser testigo para sacarle algo de la rutina. "A ver que tal sale el tipo." Poco y nada podía sacarle esa clase de gesto al joven Isa, pero si lo hacía, el iba a ser el primero en felicitarlo.
Debido a la presencia del mismo, ese día hubo un especial de la casa con all you can drink gratis para los para los asistentes nocturnos. —Oiga, tráiganme un batido de leche con fresas.— Aún faltaba una hora para el espectáculo principal, pero podía aprovechar entre tanto a darse un lujito.
Aquel dia, la Senju había quedado con su hermana mayor ir a festejar con una comida en "La charca" la reciente graduación de Shijima.
El Distrito Comercial de Amegakure se veía tan iluminado y repleto de gente como siempre, la única diferencia es que hace unos meses nieve de los meses invernales se iluminaba con los neones del distrito haciendo un espectáculo único de Amegakure No Sato.
Para mala suerte de la joven Senju, su hermana Kaoru, debió presentarse en el edificio del Arashikage para cumplir con una misión. Eso no la echó para atrás y decidió ir sola a "La charca"
Una vez dentro vio el cartel que anunciaba la presentación de Ayo Masuda, así que mejor aun, eligió una mesa que estaba sola y cuando se acercó un mesero le dijo -Un platón de Ramen con carne de cerdo, por favor- justo cuando se retiraba escuchó a un joven pidiéndole un batido de leche con fresas, no sonaba mal, pero la idea del ramen la seducía mas
La noche transcurría con suma normalidad, con un ambiente agradable que incluso el Isa podía darse el lujo para relajarse. "Ojalá el show empiece pronto." Añoraba mientras estiraba los brazos hacía arriba, mientras jalaba con su pie la otra silla vacía de la mesa, sólo para usarla para apoyar sus piernas a la vez que se acomodaba de forma poco ortodoxa.
En el recinto, se escuchaba el jolgorio de grupos de amigos que jugaban a las cartas, otros bebían, mientras los demás sólo se dedicaban a platicar amenamente sobre el día a día. "Creo que yo he de ser el único que no viene en compañía, pero nee-chan no quiso salir, sólo me mandó para acá." Suspiró llanamante. "No es que lo necesite." Exclamó con pesadez, hasta que veía al mesero acercarse con su pedido. "Ohhh yeaahhh." Se le hacía agua la boca al admirar la figura de la copa, delgada por en medio cómo la cintura de una docella, dejando ver el rosa del sabor y adornada por encima con espuma de chantillí. "La única compañía que necesito esta noche eres tú, sabrosura." Quiso piropearle mentalmente desde la lejanía, esperando el momento para poner sus labios en ella.
Antes de llegar con él, el mesero tomó un pequeño desvió para entregar el plato de ramen que había solicitado una muchacha de anteojos en una mesa cercana. Esos pequeños segundos de distracción que le alejaron de su premio disgustaron al pelimorado, pero cuando le vio acercarse de regreso llegó incluso a componer su postura al sentarse. "Y lo mejor es que es gratis."
Pero entonces todo se fue al demonio, cuando un apagón hizo que las luces y la música cesaran abruptamente. No sólo dentro del negocio, sino en un área que ocupaba unas 10 cuadras a la redonda.
—¡Qué me parta un mal rayo!— Pudo escucharse la maldición, al mismo tiempo que el sonido de un cristal romperse en la oscuridad y los murmullos del local.
Cuando el mesero paso por la mesa de la joven Senju, vio el pedido del muchacho y no pudo evitar seguirle con la mirada cuando el mismo se retiraba como diciendo "Aun no es tu momento" -«Me tengo que pedir uno de esos despues» se dijo relamiéndose mentalmente con el sabor que debía de tener.
Sus palillos se encontraban listos y dispuestos en los dedos de la chica y acercándose amenazante a los fideos del ramen que había pedido, pero fue en el momento que aquellos fideos atrapados estaban apunto de ser engullidos cuando la luz se apago, Una maldición fue lanzada desde la mesa del chico pelimorado y la chica estuvo a punto de lo mismo, pero ante la duda se saco los lentes y los guardo en su portaobjetos antes de que se cayeran y rompieran, sin ellos no veía un carajo, pero para que los necesitaría puesto si la luz estaba apagada.
Él solía creer que su corazón no podría ser volver a herido jamás, pero el sonido del cristal romperse le generó una amargura en el pecho que no creía haber sentido jamás.
Eso, o le dio agruras por el enojo.
"Awwnnn. Puta vida." Aunque la oscuridad del lugar no le permitía ver el líquido derramado, eso no le impedía dibujar decepción en su mirar.
—A todos nuestros comensales, se les informa que tenemos dificultades técnicas con el suministro eléctrico. Al ser un apagón general está fuera de nuestras manos arreglarlo. Debido a esto, el espectáculo se ha cancelado, disculpen las molestias— Dijo una voz desde las sombras.
Kagetsuna rabeó internamente, pues había perdido el poco tiempo que tenía. "Pero aún tengo otras maneras para divertirme..." Una pequeña travesura, no le haría mal a nadie. Por lo que ni lento ni perezoso, armó algunos sellos para empezar la treta.
—¿Cómo que no pueden arreglarlo? ¡Consumí de su asquerosa comida sólo para ver a Masuda!— Parecía ser la voz de una mujer de mediana edad, cuya frase empezó a generar murmullos entre las personas. —Traje a mi esposa para celebrar nuestro primer aniversario. ¿Cómo que se ha cancelado el evento?— Esta vez sonaba cómo un hombre joven. —¡Exijo que me devuelvan el dinero!— Y tras esas últimas palabras de descontento, el resto de personas siguieron con la corriente del descontento, aún dentro de la oscuridad.
"Ouh... Creo que yo mejor me voy de aquí..." Se levantó de su asiento, aunque no lograba distinguir casi nada dentro del ambiente. "La salida debería estar por aquí..." Trataba de recordar más o menos la posición de la puerta, pero lo único que logró fue tropezarse con una mesa cercana, en la cual un plato que contenía algo similar al caldo y pasta, se derramó. —Ah joder, ¡no miro nada!— Se quejó mientras trataba de secarse en vano la mano.
—¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!---- Se escuchó el grito agudo de una mujer, proveniente desde una de las esquinas del restaurante, el cual hizo callar a toda la multitud.
—¿Uh?— Eso no sonaba nada normal, había pasado algo... Algo que le daba mala espina.
—A todos nuestros comensales, se les informa que tenemos dificultades técnicas con el suministro eléctrico. Al ser un apagón general está fuera de nuestras manos arreglarlo. Debido a esto, el espectáculo se ha cancelado, disculpen las molestias— Dijo una voz desde las sombras, al parecer el festejo por su reciente graduación se estaba viendo truncada -«Lo mejor será irme a casa» se dijo la Senju poniéndose de pie y alejándose unos pasos lentamente de la mesa.
Todo comenzaba a enturbiarse debido al corte de luz —Ah joder, ¡no miro nada!— Se quejó alguien que chocaba con la mesa de la kunoichi castaña -Disculpa...¿Te encuentras b....?- intentó preguntar a quien sea que sea haya chocado contra su mesa derramando el ramen por el suelo cuando escuchó un grito.
—¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!---- provenía desde una esquina del local y muchas personas allí presente ¿Que habría pasado?
—¡Alguien me ha atacado! ¡Y me han robado mi bolso!— Exclamó la mujer, con tono casi histérico.
—Ay mierda, la puta madre, ¡me lleva la que me trajo!— farfullaba mientras trataba de buscar una servilleta o algo, pero en su defecto decidió tomar parte del mantel para secarse la mano.
—¡Qué nadie se mueva de sus lugares!— ordenó la misma voz de antes. —Ninguno debe salir de este sitio hasta que se encuentre al ladrón— Inmediatamente, se escuchó el sonido de la puerta principal siendo cerrada de golpe, probablemente por los guardias de la entrada.
—No puede ser...
No pasó mucho tiempo, pues al cabo de unos 5 minutos decidieron usar candelabros para alumbrar el lugar. Cada uno tenía 3 velas, y los camareros se encargaron de llevar y dejar uno en cada una de las mesas de los comensales. Fue así que el joven Isa pudo darse cuenta de que había derramado el plato de ramen de una muchacha castaña. —Ah joder, no fue mi intención tirarte la cena—. Se llevó la mano a la nuca, sin saber que más decirle.
—Calma todos, debemos encontrar al culpable del robo y entregarlo a las autoridades— Ahora podían ver a la persona que estaba detrás de la voz de los anuncios. —Esto será más rápido si todos cooperamos— dijo aquel hombre, vestido de traje negro formal, luciendo una cabellera rubia perfectamente peinada.
—El ladrón me hizo daño con algo filoso— señaló la mujer que parecía ser la víctima, la cuál vestía un vestido blanco de gala y se encontraba parada a la par del anunciante. En efecto, tenía una cortada en el antebrazo derecho. —Por favor, dentro estaba la argolla de mi casamiento, es muy valiosa para mí y no quisiera perderla— Parecía estar angustiada.
—¡Tú!, el niño pelimorado... Eres el único que no estaba sentado en su lugar, por lo cual eres el primer sospechoso.
—¿QUÉ?— se indignó ante la acusación. —Esa es una acusación estúpida y todos deberían saberlo— quiso defenderse, pero los demás asistentes no lucían muy convencidos.