Al salir, Hana estaba con Lily en brazos en el pequeño stand de madera que había delante de la forja, que realmente solo era para hacer pedidos y evitar que cualquiera pudiese acceder con facilidad. Aunque con bordearlo se podía entrar a la forja.

— Wow, como brilla. Y se nota el calor desde aquí. Dejame, mamá, que me acerque.

— Ah, no, señorita. Se mira desde lejos. Es peligroso.

— Pero mamá, no puedes venir hasta aquí y no meterte en la forja.

Fue entonces cuando una figura que Ren reconocería de sobras, aparecería de detrás del local con su andar elegante habitual. Sonrió al ver a Lily.

— Vaya, vaya, si es la pequeña ratoncita de Primera Nieve.

— ¡Tía Kat! — gritó saltando de los brazos de Hana y corriendo hasta la pelirroja.

Hana intentó pararla, pero no se esperaba aquella reacción de la pequeña y se le escapó. Frunció el ceño y se cruzó de brazos, girandose a mirar a Ren para esperar que se encargase ella. Era la segunda vez que Lily la desobedecía y estaba bastante molesta.

Ren apareció por detrás sonriente, y ligeramente sorprendida cuando escuchó que Lily conocía a Katherine e incluso la llamaba tía.

— Menudo árbol genealógico más raro nos está quedando — respondió Ren, encorvándose ligeramente a Hana sonriente independientemente de su visible mal humor. Ren le dio entonces un beso entre risas para calmarla antes de volver a erguirse para mirar a Katherine. — Ya no es una ratoncita, ahora es una mapachita.

— No soy una mapacha. Soy una koala, como el peluche que me diste, mami. — dijo separandose de Katherine y mirando a Ren levantando las manos la mar de contnta al recordar ese primer regalo.

— ¿Esta es tu madre, Lily? Vaya, me esperaba más... — miró a Ren, pero luego miró a Hana. — Bueno, supongo que tiene sentido

Hana no le rechazó el beso a Ren, pero tampoco deshizo ni su ceño fruncido ni su cruce de brazos. Miraba la escena desde detrás. Sabiendo que si intervenia, no saldría nada bueno de su boca.

Pero Ren simplemente se limitó a ignorar parte de la escena. Se acercó entonces a Lily, la cogió por las axilas y la volteó hacia ella.

— Y yo soy la gata feroz que se va a comer — empezó a sorberle uno de los mofletes con algo de fuerza mientras reía en el proceso.

Lily empezó a removerse como podía para intentar resistirse al agarre en vano.

— Nooooo, mami, para. — protestó haciendo aspavientos y cerrando los ojos.

Finalmente, Hana cedió y relajó la postura y la expresión. No podía enfadarse con Ren y ahora estaba extendiendo esos poderes a Lily. Iba a ser imposible no malcriarla con una madre así, de todas formas.

Tras jugar con ella un rato más haciéndole gracietas, Ren se quedó mirándola con una afable, cariñosa pero algo triste sonrisa. Si se hubiera quedado en la villa o hubiera convencido a Hana de no hacerlo, ¿que hubiera sido de la pequeña Lily? Seguramente se hubieran podido ocupar de ella igualmente sin ningún problema. Saori era una mujer buena y amable, y aunque Yukiko era algo estricta y áspera, entre las dos no hubieran tenido tampoco ningún problema para criarla. Pero ahora la tenía a ella y a Hana, y era parcialmente la viva imagen de cada una de las dos.

Sabía que no debía seguir entrándole al trapo, que debía negarle que la llamara mama, pero habían pasado poco más de 24 horas y Ren no podía resistirse a sus pequeños encantos. Tenía ese no se qué al igual que Hana, que le ablandaba el corazón con facilidad, tan solo esperaba que esta última no acabara poniéndose celosa de su hija adoptiva.

— ¿Habéis ido a mirar la ropa? ¿O unas buenas mantas? — dijo sosteniendo ya a Lily de forma normal entre sus brazos y mirando a Hana con aquella expresión que hacía siempre de forma inconsciente y que la acababa derritiendo un poco.

Hana suspiró. Ren tenía que estar haciendolo a propósito. Esa mirada, ese tono y esa actitud con Lily... Claramente era una trampa para que se enamorase más de ella. Consiguió poner los brazos en jarra y mantener cierta compostura.

— Ya te he dicho que la ropa tienes que venir con nosotras para probartela y allí tendrán alguna manta. — comentó poniendose al lado de Ren y Lily, poniendole una mano en la espalda a Ren para acariciarsela y empujarla para delante para que se moviese.

— Está bien, está bien — miró entonces a Lily a los ojos felizmente. — Despídete de la señorita herrera. Hasta luego señora Katherine, hasta luego señorita Edeleth.

Se despidió de ellas moviendo muy ligeramente la mano que pasaba por detrás de la espalda de Lily, con cuidado de que no se cayera. Tras ello, comenzaría a andar, pero dejaría que Hana dirigiera la marcha para ir a donde ella quisiera.

Katherine las despidió sin esforzarse demasiado, moviendo la mano levemente una unica vez. Se quedó mirando al trio desaparecer calle abajo sin decir nada pero con una mirada inquisitiva. Esa pequeña cria a la que apenas era capaz de rascarle una sonrisa tras mucho esfuerzo ahora estaba saltando de un lado a otro alegremente con sus dos madres, que evidentemente era físicamente imposible que fuesen sus madres. Tendría que hablar un par de cosas con Saori.

Edeleth no le dio tantas vueltas y se despidió alegremente desde el interior de la tienda.

Tras una tarde de ir para arriba y para abajo todo el rato sin parar, consiguieron encontrar la ropa que buscaban, una manta de poco grosor, pero con algo de peso, para poder usarla más que solo en invierno y un par de colores para Lily. Al final, como no podía ser de otra forma, se les hizo tarde y empezó a anochecer. Ya estaban de camino a casa cuando Lily se abrazó a Ren, que la llevaba en brazos y se quedó frita.

— No dejes que se duerma, sino cuando lleguemos querrá irse a la cama en vez de cenar. — le dijo Hana a Ren en un tono bajo para precisamente no despertar a la pequeña.

El dia acabo siendo un poco agotador, pero Ren no lo llegaría a notar hasta que llegar a la cama. Se habían repartido un poco las cargas, aunque Ren era la que llevaba a la pequeña Lily en brazos, descansando y seguramente ya dormida sobre su pecho.

— Si no quieres que se duerma, no hables tampoco en un tono tan bajo — respondió con una risa socarrona. — Que más da, ha estado todo el día de un lado para otro, ya me lo veía venir claramente. Déjala que duerma un rato.

Hana resopló.

— Porque al final voy a quedar yo siempre como la mala. Cuando hemos llegado a la herrería y me ha ignorado dos veces he estado a punto de regañarla fuerte delante de todas. — suspiró, acariciandose el pelo. — Sé que me hubiese arrepentido, pero tampoco podemos dejarla hacer lo que quiera siempre.

Levantó la mirada a Ren, visiblemente preocupada por tomar las buenas decisiones respecto a la crianza de Lily. Tal vez tendría que haber comprado un libro sobre ello.

— ¿Y qué quieres que haga yo? ¿Has visto esta carita? — dijo apoyando ligeramente la cabeza sobre Lily y acercándose también algo a Hana. — Se parece demasiado a ti, no puedo simplemente negarle cualquier cosa que me pida. ¿Te vas a poner celosa por eso?

Su picara sonrisa se amplió, con un tono muy divertido a la espera de la reacción de Hana.

Respiró hondo, sabiendo que esa discusión no solo iba a ninguna parte, sino que Ren seguía cayendo en picado en ser adorable por y con Lily. Para lo estresada que estaba con la idea, ahora no había soltado a Lily en toda la tarde.

— Eres una idiota. — fue toda la respuesta que pudo darle mientras se acercaba a agarrar su brazo libre cariñosamente. — ¿Qué has comprado en la herreria al final? ¿Te van a enseñar?

Con todo el traqueteo, se había olvidado de preguntarle.

— Oh, eso. He comprado una piedra de afilar y un aceite para mantener las armas — dijo dejándose enhebrar el brazo por Hana sin ninguna pega, mirándola para después mirar al frente. — Me han dicho que no habría problema con ello, que lo único es que debería pagar los materiales que utilice. Por como lo dijo, también parece que tienen una cantidad razonable de pedidos, y que los más triviales y mundanos me los pueden dejar; así que si me supervisan y dan un poco de señas, podría también ir aprendiendo más sobre la marcha. Supongo que si no hago un mal trabajo, lo que se gane con ese pedido me lo podrían descontar de lo que use.

— No es un mal trato. — dijo en primera instancia. — ¿Vas a construirte una forja en Primera nieve entonces? ¿O vas a venir aquí para forjar cada vez?

Si empezaba a hacer carpinteria por la mañana y a desaparecer por las tardes para hacer herreria, acabaría por matarse o por matarla ella misma. Justo ahora que tenían una niña a cargo se iba a cargar hasta arriba de trabajo. Pero por ahora estaba ensimismada en el calor y el olor de Ren mientras andaban de vuelta.