28/07/2015, 20:29
Caía la noche y se había formado una ronda alrededor de los dos ninjas, estaba conformada de guardias mezclados con algunos civiles que se habían acercado a husmear que estaba pasando, varios llevaban antorchas iluminando la zona del lugar. Pero ya los centinelas estaban pidiéndoles que abandonaran el sitio para poder trabajar más tranquilos con los delincuentes.
El primer guardia quedo helado ante los rezongos de la niña, como era posible que alguien tan pequeño podía ser tan mandón, aunque el ya sabía que ella estaba limpia y que había sido revisada en el museo, simplemente estaba cumpliendo su trabajo, él seguía ordenes de sus superiores y tras ver la actitud poco agresiva de los jóvenes volvió a guardar sus armas en su cintura, viendo que ya no corría peligro alguno estando cerca de ellos. Y se tranquilizo.
Unas palmas rompieron el sonido de cotilleo entre las personas que quedaron en total silencio al oírlo, era el guardia veterano que se abría paso entre la multitud aplaudiendo mientras se acercaba a la escena, tenía puesta una armadura samurái antigua de color bordo y portaba una gran lanza, mucha gente cuchicheaba que había llegado el “capitán”, este se paró junto al guardia que los había divisado primero y le extendió su lanza para que la sujetara y luego su casco – Buen trabajo. – Dijo a su compañero mientras le reconocía la labor por haber encontrado a los fugitivos ahora rodeados – Muy bien! Tengo que aplaudirlos, nos han dado un dolor de cabeza tremendo, si no fuera porque paso veinticuatro horas de cada dia en esta isla se me hubieran escurrido. – una voz opaca y levemente ronca eran característicos de esa persona, quizás por la edad.
Ichiro volvió a bajar sus manos y puso una sobre el hombro de Eri para tratar de tranquilizarla un poco, él era capaz de atravesar cualquier cosa a no ser un recipiente hermético, y no creía que los guardias tuvieran en su poder esa tecnología. – Mira viejo, esta muchacha no tuvo nada que ver conmigo, simplemente me ayudo a llegar al muse.- y antes que Ichiro pudiera terminar de hablar el capitán lo interrumpió de forma brusca con un grito – CALLA! Ya me se esa parte del cuento pequeña rata de alcantarilla.- Enfurecido el capitán por perder tanto tiempo en encontrar la espada.- Nadie saldrá de la isla hasta que aparezca, está claro? Llévense estos dos al calabazo.- Ordeno, mientras volvía la mirada a todos los guardias que estaban a su alrededor. Y tomo de nuevo sus pertenecías que había retenido el primer guardia. Luego de mirar con odio a los muchachos se giró y empezó a caminar por donde había llegado.
Ichiro que se había sentido un poco amedrentado con el grito abrió los ojos grandes y luego bajo una de las cejas, haciendo referencia a lo que proponía le capitán era algo disparatado. –Oye viejo gordo, te estoy diciendo que esta niña no tiene nada que ver, yo sé dónde está la espada y si quieres que te lo diga déjala tranquila, yo te guiare hacia ella. - Arremetieron las palabras del shinobi contra el capitán, aunque un poco groseras y mal habladas estas lo hicieron parar en seco al capitán, pero casi sin girar la cara y con un tono de voz tranquilo le contesto.
- Guardias llévenlo a mi oficina, mientras tu niña quedas libre, haz lo que quieras.
Dos guardias salieron de la ronda trotando y tomaron al niño por sus brazos, se los doblaron bruscamente hacia la espalda haciendo producir muecas en el rostro del joven, mientras lo empujaban para que caminara atrás la amplia cola que se formaba tras el capitán regresando al museo.
El primer guardia quedo helado ante los rezongos de la niña, como era posible que alguien tan pequeño podía ser tan mandón, aunque el ya sabía que ella estaba limpia y que había sido revisada en el museo, simplemente estaba cumpliendo su trabajo, él seguía ordenes de sus superiores y tras ver la actitud poco agresiva de los jóvenes volvió a guardar sus armas en su cintura, viendo que ya no corría peligro alguno estando cerca de ellos. Y se tranquilizo.
Unas palmas rompieron el sonido de cotilleo entre las personas que quedaron en total silencio al oírlo, era el guardia veterano que se abría paso entre la multitud aplaudiendo mientras se acercaba a la escena, tenía puesta una armadura samurái antigua de color bordo y portaba una gran lanza, mucha gente cuchicheaba que había llegado el “capitán”, este se paró junto al guardia que los había divisado primero y le extendió su lanza para que la sujetara y luego su casco – Buen trabajo. – Dijo a su compañero mientras le reconocía la labor por haber encontrado a los fugitivos ahora rodeados – Muy bien! Tengo que aplaudirlos, nos han dado un dolor de cabeza tremendo, si no fuera porque paso veinticuatro horas de cada dia en esta isla se me hubieran escurrido. – una voz opaca y levemente ronca eran característicos de esa persona, quizás por la edad.
Ichiro volvió a bajar sus manos y puso una sobre el hombro de Eri para tratar de tranquilizarla un poco, él era capaz de atravesar cualquier cosa a no ser un recipiente hermético, y no creía que los guardias tuvieran en su poder esa tecnología. – Mira viejo, esta muchacha no tuvo nada que ver conmigo, simplemente me ayudo a llegar al muse.- y antes que Ichiro pudiera terminar de hablar el capitán lo interrumpió de forma brusca con un grito – CALLA! Ya me se esa parte del cuento pequeña rata de alcantarilla.- Enfurecido el capitán por perder tanto tiempo en encontrar la espada.- Nadie saldrá de la isla hasta que aparezca, está claro? Llévense estos dos al calabazo.- Ordeno, mientras volvía la mirada a todos los guardias que estaban a su alrededor. Y tomo de nuevo sus pertenecías que había retenido el primer guardia. Luego de mirar con odio a los muchachos se giró y empezó a caminar por donde había llegado.
Ichiro que se había sentido un poco amedrentado con el grito abrió los ojos grandes y luego bajo una de las cejas, haciendo referencia a lo que proponía le capitán era algo disparatado. –Oye viejo gordo, te estoy diciendo que esta niña no tiene nada que ver, yo sé dónde está la espada y si quieres que te lo diga déjala tranquila, yo te guiare hacia ella. - Arremetieron las palabras del shinobi contra el capitán, aunque un poco groseras y mal habladas estas lo hicieron parar en seco al capitán, pero casi sin girar la cara y con un tono de voz tranquilo le contesto.
- Guardias llévenlo a mi oficina, mientras tu niña quedas libre, haz lo que quieras.
Dos guardias salieron de la ronda trotando y tomaron al niño por sus brazos, se los doblaron bruscamente hacia la espalda haciendo producir muecas en el rostro del joven, mientras lo empujaban para que caminara atrás la amplia cola que se formaba tras el capitán regresando al museo.