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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Transcurrieron varios segundos después de la última intervención de Kōri. Varios largos segundos durante los cuales Yui guardó silencio, evaluando la situación mientras intercambiaba la mirada entre los dos Aotsuki. Al final, cerró los ojos, respiró hondo y sentenció:

—Está bien. Kōri-kun, por favor, sal de la habitación y avisa a Shanise. Que venga a verme dentro de una hora. Tenemos una carta que escribirle al imberbe que han colocado ahora en UzushiogakureEl Hielo le dedicó una inclinación de cabeza antes de darse la vuelta y salir del despacho sin siquiera dedicar una mirada a su hermana, que seguía con los ojos clavados en el suelo—. En cuanto a ti, Ayame... Está bien. No has sido tú. Pero tú y Mogura os váis a quedar aquí, porque... tengo algo más que hablar con vosotros dos.

«¿Algo más que...? Ah, sí, para eso nos había llamado.» Con todo aquel asunto de la inesperada transformación, ya se le había olvidado el verdadero motivo por el que se encontraba allí.

—Avisadme cuando se le quite a la niña la transformación —añadió la Arashikage—, porque como vuelva a mirarla directamente le parto la boca.

«Yo también lo haría.» Completo Ayame mentalmente, encogiéndose sobre sí misma.



. . .



Varios minutos después Mogura y Ayame estaban sentados frente al escritorio de Yui. Ayame, ahora con su aspecto normal, trataba de mantenerse lo más recta y formal posible (aunque ya había perdido toda dignidad posible cuando no había podido contener un gemido de alivio al haber recuperado su cara normal). Desde su posición, Yui intercambiaba sus electrizantes ojos entre ambos...

Aunque Ayame apreció que la Arashikage la miraba con mayor intensidad a ella.

Fue entonces cuando la mujer apoyó la mano sobre el monitor:

—Bien, ¿me podéis explicar qué hacíais anoche en la Torre de la Academia? Y no se os ocurra decirme que no estuvisteis allí, porque...

No le hizo falta terminar la frase, porque el monitor terminó por ella. Porque la pantalla reflejaba con odiosa nitidez, y desde diez perspectivas diferentes, la incursión de los dos shinobi en la Torre de la Academia la noche anterior.

La muchacha tragó saliva y se encogió en su asiento, deseando con todas sus fuerzas que se la tragara en aquel instante.

—¡Qué cojones! Osea, ¿pero por qué coño hacéis esto? ¿¡Estábais buscando pergaminos secretos de la villa que robar!?

Ayame negó enérgicamente con la cabeza. Tan enérgicamente que llegó a marearse cuando se detuvo.

—¿¡O sólo es una trastada de genin!? ¡Sí, de genin! Mogura, eres un chūnin, ¿este es el ejemplo que das? ¡Debería quitarte la placa!

Ayame se volvió hacia Mogura y se mordió el labio inferior. Ansiosa, se inclinó hacia delante, apoyando ambos puños en las rodillas.

—Es culpa mía, Arashikage-sama —dijo con voz temblorosa, aún a sabiendas de lo grave de la situación después del espectáculo que acababa de dar con su transformación accidental. Se apoyó la mano en el pecho—. Yo convencí a Mogura-senpai de que me acompañara porque me... me daba miedo ir sola... Pero... p... puedo explicarlo...

Ayame tragó saliva de nuevo, y agachó aún más la cabeza, intentando no mirar a la cara a Yui, temerosa de lo que vería en sus ojos.

—Verá, Arashikage-sama... Últimamente había rumores acerca de la Torre de la Academia... Rumores acerca de que... había fantasmas en el tercer piso...
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Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#47
Por supuesto que lo que decía Manase Mogura tenía sentido, no lo habría soltado delante de su Kage si fuese de otra manera. Pero para estar totalmente tranquila consigo misma, solicitó la presencia del hermano de Ayame.

El despacho de Yui solía ser frío, debido probablemente a la altura a la que se encontraba o porque quizás, a modo de entrenamiento, la mujer desistía de la idea de calefaccionar el área. Pero cuando el jounin se fue aproximando, la temperatura pareció descender un poco más.

El shinobi no perdió tiempo alguno en cuanto fue puesto en contexto. Emitió un reporte breve pero preciso de lo que había sucedido durante su tiempo en Coladragón.

Uchiha Datsue.

Parecía que el nombre de aquel personaje merecería la pena de ser recordado. Mogura asumió que si Uchiha Akame seguía llamándose como siempre, se trataba de dos personas diferentes.


. . .



Aotsuki Kōri había dejado el despacho y la dupla había vuelto a quedar a solar con la Arashikage. Hubo un momento en que tuvieron que esperar, momento en que su capacidad de mantener una buena postura fue puesta a prueba. Por suerte para Mogura, aquel ejercicio lo tenía más que sabido.

—Bien, ¿me podéis explicar qué hacíais anoche en la Torre de la Academia? Y no se os ocurra decirme que no estuvisteis allí, porque...

La mujer había puesto una mano sobre su escritorio y antes de terminar lo que iba a decir, giró la pantalla. Ayame parecía bastante avergonzada por lo que estaba viendo. Mogura por su parte se mantenía expectante a las grabaciones, casi admirando nuevamente el momento en que la kunoichi violó la seguridad de la institución.

—¡Qué cojones! Osea, ¿pero por qué coño hacéis esto? ¿¡Estábais buscando pergaminos secretos de la villa que robar!?

De ninguna manera, Arashikage-sama.

Apresuró a decir. Mientras Ayame negaba con un gesto de la cabeza.

—¿¡O sólo es una trastada de genin!? ¡Sí, de genin! Mogura, eres un chūnin, ¿este es el ejemplo que das? ¡Debería quitarte la placa!

El rostro serio de Mogura no se alteró por aquellas palabras. Las palabras de su Kage estaban cargadas con su usual sentimentalismo, pero no por eso carecían de razón. La situación se habría vuelto más delicada, tenía que pensar lo que iba a decir, o de otra manera saldría de ese lugar sin su placa y su chaleco, probablemente sin un oficio.

Estaba a punto de dejar escapar una palabras de sus labios cuando, de repente...

—Es culpa mía, Arashikage-sama

El médico miró a la fémina con los ojos abierto más de lo normal.

Yo convencí a Mogura-senpai de que me acompañara porque me... me daba miedo ir sola... Pero... p... puedo explicarlo...

En ese momento en que Mogura trataba de balancearse en la cuerda floja, Ayame vino con el mayor envión posible y lo empujo al vacío, asegurándose antes de quitar la red. El corazón del chuunin, o quizás ya no chuunin, comenzaba a latir con un poco más de energía.

—Verá, Arashikage-sama... Últimamente había rumores acerca de la Torre de la Academia... Rumores acerca de que... había fantasmas en el tercer piso...

Se habría dado una palmada en al frente si hubiese podido, aunque también habría empujado a la chica por el balcón. Cada palabra que Ayame decía era un clavo más sobre su ataúd. La sinceridad de esa muchacha le estaba condenando a vivir como un civil el resto de sus días.

—Arashikage-sama... ¿Las grabaciones poseen un archivo de audio?

Consultó Mogura, en un intento de que le dejase explicar lo que estaba sucediendo. Sin duda alguna una pista de sonido ayudaría enormemente a explicar que había sucedido en aquel lugar.
Hablo - Pienso

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#48
El rostro de Yui se enrojeció ligeramente de nuevo, y los chicos casi podrían haber asegurado que podían escuchar su respiración.

—Sí, y tranquilo, lo he estado escuchando. Con tooodo lujo de detalles. —Yui cerró los ojos y asintió dos veces—. Tranquilos, se lo que ha pasado allí dentro. Ya está todo aclarado con la explicación de Ayame.

»¡De modo que una chiquilla inmadura y asustadiza que cree en fantasmas creyó oir algo, ¿eh? Y el chūnin benevolente decidió también seguir el rollo y entrar con ella, ¿eh? ¡Y claro, como en el fondo sigue siendo un niño, al final la sugestión hizo el resto!

»Tranquilos. Os voy a mandar a investigar a un sitio donde también dicen que hay fantasmas. ¡Así estaréis entretenidos, eh!



· · ·



Yui giró la llave de la cerradura del solitario calabozo de tres celdas de la Torre de la Arashikage.

—¡Hala, a disfrutar del mundo de lo desconocido! —dijo, con tono burlón—. Tantas personas han muerto en estas celdas... —Se aseguró de poner el timbre que usaba para todas aquellas horribles leyendas que se difundían del susodicho—. ¡...todos los que trataban de traicionar a Oonori-sama!

Se alejó hasta la gruesa puerta metálica y tomó la manivela.

—Le diré a Shanise que... os traiga alguna empanadilla de vez en cuando. ¡¡Hasta dentro de tres días, chicooos!!

¡BAUUMMM!

Con ellos sólo quedó la tenue luz de una tarde de lluvia, que se filtraba por el ventanuco con barrotes, y el eco del portazo, que aún se resistía a abandonarles.


Mi deber acaba aquí. Terminen la trama como deseen Sonrisa
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#49
Mogura no habló. Yui no respondió.

El rostro de la Arashikage volvía a enrojecerse por momentos. Su pecho subía y bajaba con cada respiración, y a Ayame le pareció que esta borbotaba en su garganta.

—Sí, y tranquilo, lo he estado escuchando. Con tooodo lujo de detalles —dijo Yui cerrando los ojos y asintiendo un par de veces. Y Ayame se inclinó hacia delante con expectación. ¡Eso quería decir que había escuchado tanto la melodía del piano como los llantos de Hanako-san!—. Tranquilos, se lo que ha pasado allí dentro. Ya está todo aclarado con la explicación de Ayame.

Se hizo un breve silencio mientras Ayame, junto a Mogura, esperaba algún tipo de aclaración sobre lo que ocurría en la Academia. Algo. Lo que fuera. Sin embargo, lo que obtuvieron fue algo muy diferente...

—¡De modo que una chiquilla inmadura y asustadiza que cree en fantasmas creyó oir algo, ¿eh?

—¡No...!

—Y el chūnin benevolente decidió también seguir el rollo y entrar con ella, ¿eh? ¡Y claro, como en el fondo sigue siendo un niño, al final la sugestión hizo el resto! Tranquilos. Os voy a mandar a investigar a un sitio donde también dicen que hay fantasmas. ¡Así estaréis entretenidos, eh!



. . .



Ayame sentía unas terribles ganas de llorar. Como si se estuviera dirigiendo a la horca, arrastraba los pies detrás de Yui entre pasos lentos y premeditados, con los ojos llenos de lágrimas. En ningún momento miró a Mogura, muerta de vergüenza como estaba.

Al final, su inesquivable destino les alcanzó. La cerradura se abrió con un terrorífico chirrido, y la Arashikage abrió la puerta de una de las celdas de la Torre de la Arashikage.

—¡Hala, a disfrutar del mundo de lo desconocido! —exclamó, con tono burlón, mientras les invitaba a pasar a lo que sería su habitación durante tres largos días y tres largas noches—. Tantas personas han muerto en estas celdas... —añadió, con un escalofriante tono de voz que le puso la piel de gallina en el acto—. ¡...todos los que trataban de traicionar a Oonori-sama!

—Pero, Yui-sam...

—Le diré a Shanise que... os traiga alguna empanadilla de vez en cuando —la interrumpió la Arashikage, dirigiéndose hacia la gruesa puerta de metal—. ¡¡Hasta dentro de tres días, chicooos!!

Y con un terrible bandazo, la puerta selló la celda. Ayame se sentó en un rincón, abrazándose las rodillas con pesar.

¿Cómo iba a explicárselo a su padre? Sin duda, Yui le pondría al corriente de todo lo ocurrido, tanto de su transformación como de la incursión nocturna a la academia. De sólo imaginar la cara con la que la recibiría pasados aquellos tres días...

—Soy el agua... no podéis encerrarme... —susurró para sí, apretando los dientes. Si aquella situación fuera distinta, Ayame podría escapar de allí fácilmente licuando su cuerpo. ¿Pero para qué iba a cometer aquella locura? Yui se enteraría enseguida, y si no su padre la devolvería allí arrastrándola de la oreja en cuanto apareciera por casa y doblarían su castigo.

No. Definitivamente no valía la pena hacer algo así.

Volvió a suspirar.

—Mogura-senpai... —llamó a su compañero de habitáculo—. ¿Crees que de verdad habrá fantasmas aquí?
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—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#50
—Sí, y tranquilo, lo he estado escuchando. Con tooodo lujo de detalles

Mogura estaba entonces seguro de que podría haber llegado a obtener una grabación del piano y el llanto. Pero en un intento de aventajar la inteligencia de su Kage olvido para qué estaba exactamente ahí.

Tranquilos, se lo que ha pasado allí dentro. Ya está todo aclarado con la explicación de Ayame.

Y quizás, en ese preciso momento, la guardia del chuunin bajó un poco, un poco bastante. Como quien cree inocentemente en medio de un entrenamiento con el maestro que encontró una apertura, una chance de mostrar que el alumno es más zorro que el instructor. Pero no, nada que ver.

—¡De modo que una chiquilla inmadura y asustadiza que cree en fantasmas creyó oir algo, ¿eh? Y el chūnin benevolente decidió también seguir el rollo y entrar con ella, ¿eh? ¡Y claro, como en el fondo sigue siendo un niño, al final la sugestión hizo el resto! Tranquilos. Os voy a mandar a investigar a un sitio donde también dicen que hay fantasmas. ¡Así estaréis entretenidos, eh!



. . .



Manase Mogura avanzaba por el camino que marcaba la Arashikage, Ayame tambien estaba con ellos pero ya no era tan relevante para él. Había perdido la batalla, pero por suerte la mandamas de la aldea había sido misericordiosa con ellos. No fueron arrojados por el balcón hacía una muerte segura, no, en su lugar...

—¡Hala, a disfrutar del mundo de lo desconocido! Tantas personas han muerto en estas celdas...

El médico observó la celda un par de segundos, contemplando el último lugar donde muchos habrían llegado a estar, antes de no estar más.

¡...todos los que trataban de traicionar a Oonori-sama!

El chuunin no dijo nada, porque tenía intenciones de seguir siendo chuunin.

—Le diré a Shanise que... os traiga alguna empanadilla de vez en cuando ¡¡Hasta dentro de tres días, chicooos!!

Y así como vino, sin más que decir. Metió un portazo de la gran placa metálica que hacía de barrera para mantener a esos criminales en el calabozo, y se fue.

Ayame se sentó en un rincón, Mogura por su parte aprecio el detalle de los barrotes de la celda. Que día que estaba siendo aquel...

—Soy el agua... no podéis encerrarme...

No estaba seguro de que estaba hablando esa muchacha, pero si sus intenciones eran escapar, que deje el bijuu en la mesa de entrada antes de irse. Sino Yui se lo arrancaría del pecho.

—Mogura-senpai...

Llamó y el médico se giró hacía ella, con un semblante serio como aquel castigo.

¿Crees que de verdad habrá fantasmas aquí?

—No hables más.

Se limitó a responder, con el tono serio.

—Nunca más en tu vida. No hables más.
Hablo - Pienso

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