Hay veces que por más que te acostumbres a algo llega un punto que te cansa. En este caso, la lluvia. Karamaru vivió desde pequeño bajo las gotas de agua que caían del cielo e impactaban en su calva. Pero hay días en los que quieres cambiar un poco, y hoy era uno de esos. En sus doce años de vida Karamaru apenas había visto el Sol y por eso se quería alejar un poco de Amegakure. Se dirigió a un destino que le era casi obligado, recomendado a todo discípulo del templo en el que antiguamente habitaba, y era en el País de la Tierra. Las escaleras interminables, esas que llegan hasta el mismísimo cielo y ponen a prueba la fortaleza del monje. Según decían, todo un reto para un novato.

Pero al calvo le gustaban los retos, y sabía que sus otros tres compañeros calvos seguramente ya habían pasado por ese lugar, y él no quería ser menos. Era temprano, bastante de hecho, unas horas antes del horario común en el que el shinobi despertaba. Seguramente mas allá del territorio cubierto por nubes todavía no había asomado los rayos del Sol.

«Agua, comida, dinero y mi bolsa de dormir. Supongo que no necesito nada más» Terminaba de hacer recuento de los objetos que necesitaría para el viaje y se ajustó su cinturón. Tomo la mochila, con la bolsa de dormir atado, y salió de su residencia para emprender el viaje.

Es verdad que hubo días en el viaje que hacía frío, pero Karamaru seguía con su túnica sin mangas. Algunos pensaran que estaba loco, otros que se había olvidado el abrigo, pero en realidad Karamaru se preparaba desde chico para aguantar el frío y el calor. Incluso le gustaba sentir el viento pegando en su piel, por más que sea fresco. Sentir frío, tal vez, acobardarse, jamás.

Tras algunos pequeños hoteles y algún que otra casa de amables habitantes, las noches pasaron para dar lugar al día en el que el calvo llegaba a la base, al primer escalón, de las escaleras al cielo. Karamaru ya había visto el Sol varios días, por ese lado estaba conforme, pero tenía que cumplir su reto de llegar a la cima. Se sentó en los primeros desniveles del suelo, abrió su mochila, y sacó una gran porción de comida que comenzó a devorar lentamente.

«Se supone que hay que juntar energías antes de entrenar ¿No?» pensaba Karamaru mientras reía en soledad

"Un día tendré que volver al país de la Tierra..." Pensaba alegre cuando logré agenciarme con unas extrañas hierbas en el bosque de los Hongos, y pude vender por unas monedas a un hombre que se dedicaba a elaborar medicina tradicional, o eso fue lo que me dijo...

Con aquel dinero, pude comprar un poco de comida de viaje, un odre para almacenar agua, y un buen mapa. Además de un block de notas y un lápiz para hacer anotaciones. Preparé todo lo necesario, y un buen día de primavera comencé mi travesía bajo el consentimiento de mi abuelo.

El camino hacía allá me resultaba familiar, pues fui innumerables veces con mi abuelo al país de la Tierra. Pero esta vez, quise ir a un lugar que jamás visité, las famosas escaleras que todo el mundo dice que conducen al mismísimo cielo. Algo que me resultaba enormemente pretencioso, y quería aprovechar la oportunidad para comprobarlo en persona.

"Ahora lo veremos"

El viaje, supuso cuatro días, todo fue bien, estaba administrando mis raciones de viaje a la perfección. Y al fin, llegó el día en el que las imponentes escaleras estaban justo delante de mí. Ataviado con mi libro, comencé la travesía peldaño a peldaño, mientras leía mi tan preciado libro. Pero llegado a cierto punto, por el rabillo del ojo, pude ver como un muchacho calvo, con ropas anchas de color dorado oscuro, estaba sentado reponiendo fuerzas. Parecía que rondaba mi edad y físicamente tenía un aire a mi.

Cuando pasé a su lado, dije por cortesía -Saludos, caminante. Y seguí lentamente hasta la cima de aquellas escaleras que parecían interminables.

La comida no se encontraba más entre la manos del calvo. Durante su tiempo de comida vio pasar varias personas frente, pero realmente pocas subieron las escaleras, y menos fueron los que las bajaron. Ya estaba todo guardado en la mochila, Karamaru tomó un poco de agua de la botella que volvió a guardar, y se colgó la mochila mientras se paraba y miraba por última vez la superficie de la tierra antes de comenzar definitivamente la ascensión. Se quedó unos pocos segundos quieto, esperando sentir la lluvia sobre su piel, pero eso no sucedió. Tardó en darse cuenta, pero cuando realmente logro entender que no estaba en Amegakure, dio media vuelta y miró para arriba para ver los escalones que le seguían. Solo un hombre, de espalda ancha, que lo había saludado antes sin recibir respuesta por parte de Karamaru estaba transitando el mismo camino que el shinobi.

«Montaña...» Leía Karamaru en la espalda de su compañero de viaje. Lo veía alejarse lentamente, y sin darse cuenta, seguía parado en el mismo lugar que hace un rato. Retomo la conciencia, alejando su mirada del kanji que mostraba la túnica del hombre y comenzó a subir escalón por escalón un poco más rápido que el "Hombre-Montaña".

Era sabido que el calvo alcanzaría al buen hombre en poco tiempo, y para tratar de reponer la situación anterior Karamaru trato de ser lo más amable posible. Parecía un hombre de la misma edad que él y con la misma fortaleza física.

Perdón, espero no molestarte- comentó el calvo esperando que su camino no sea el de una peregrinación muy sagrada para no interrumpir- Pero no me di cuenta de saludarte antes, estaba en mis pensamientos. No quiero ser descortés y por eso vengo a saludarte. Mi nombre es Habaki Karamaru, y parece que compartimos el mismo camino. ¿Se puede saber el motivo de tu ascensión?

Tal vez era un poco apresurado realizar esa pregunta, tal vez parecía un poco sobrado de confianza, pero la verdad es que a Karamaru le daban un poco igual esas cosas. A él solo le interesaba hacer más ameno el viaje y lograr hacer varios amigos.

Seguí subiendo escaleras cómodamente mientras continuaba distraído con mi lectura, eso me serviría para poder desviar mi atención cuando comenzara a sentir los síntomas del cansancio. Era un sistema que me solía funcionar en más de una ocasión, sobre todo en aquellos días en los que no tenía nada que llevarme a la boca.

Durante mi travesía hacía el cielo, leí una frase que me dio mucho que pensar "Haz que los adversarios vean como extraordinario lo que es ordinario para ti, haz que vean como ordinario lo que es extraordinario para ti" Quedé un buen rato reflexionando sobre aquella frase, tratando de descifrar todo aquello a lo que se quería referir.

Cuando de repente alguien se puso a mi altura y me saludó con voz vehemencia. Cerré el libro de un golpe seco, y me dirigí a aquella voz, no tardé en averiguar que se trataba de aquel muchacho calvo de hace un rato. Se presentó por el nombre de Habaki Karamaru, y mostró interés por el motivo de mi subida por aquellas escaleras que se perdían en la lejanía.

-Saludos Habaki Karamaru, mi nombre es Aoyama Yoshimitsu. Acompañé mi presentación con una leve inclinación. -No tengo inconveniente de explicarte el motivo. Se podría decir que tuve un sueño hace tiempo, quisiera saber si se hará realidad, fue un sueño que me marcó en demasía. ¿Comprendes? Uno de esos sueños que se quedan impresos en tu retina.

Tras un breve silencio, me interesé del mismo modo por las intenciones de aquel muchacho que tenía pinta de ser un monje. -¿Y usted? ¿Acaso se trata por algún asunto espiritual?

Parecía que mi compañero era lector. Se encontraba leyendo un libro y subiendo escalones a la vez, algo que Karamaru nunca podría haber hecho. Respondió amablemente al saludo del calvo y decidió continuar la conversación sin oponer resistencia. Su nombre era Yoshimitsu, y sus motivos.... bueno..... no fueron muy descriptivos. Solo estaba subiendo porque había soñado algo.

«Vaya a saber alguien en que sueña este hombre. Y vaya a saber alguien porque hace lo que los sueños le muestran» pensaba Karamaru mientras el hombre hacía una pausa entre sus palabras. Este le realizo una pregunta que el shinobi esperaba, el por qué de su subida. Antes de contestar, sabiendo que la idea de esto era no parar hasta arriba, le hizo un ademán con la mano para que siguieran subiendo y comenzó a subir escalones de nuevo.

Un gusto, Aoyama Yoshimitsu. Puedes llamarme Karamaru simplemente, si te place. Bueno mira, no creo que sea algo espiritual. Creo que es para poner a prueba mi cuerpo. Uno tiene que tener un cuerpo sano y entrenado para que su vínculo con la mente sea mas fuerte. Ya sabes, necesitas fuerza e inteligencia por igual. No sirve ni un flaqucho inteligente ni un musculoso tonto. Hay que encontrar un equilibrio. Se puede decir que son enseñanzas básicas que me enseñaron hace unos cuantos años cuando era chico. "Sin mente no hay cuerpo, y sin cuerpo no hay mente"

Karamaru parecía todo un sabio hablando de enseñanzas del pasado y recién tenía unos doce años. Algo parecido le había dicho su abuelo cuando recién cumplía cinco o seis pero como nunca lo recuerda muy bien cada vez que lo dice lo hace de una manera diferente.

Básicamente, tomo esta subida como un desafío para la resistencia de mi cuerpo y la integridad de mi mente. Pero no creo que te guste escucharme hablarme a mi de las enseñanzas que me daban en mi templo- dijo Karamaru riéndose- Cuéntame sobre ti, ¿Qué hay acerca de ese sueño?

Casi sin darse cuenta la altura iba subiendo. Iban subiendo escalón por escalón pero el calvo ni se enteraba. O no le prestaba atención o hasta ahora no le suponía un desafío la ascensión.

Karamaru me dio permiso para llamarlo únicamente por su nombre, algo que le agradecí con un leve gesto de cabeza. -De acuerdo Karamaru, tu también puedes llamarme por mi nombre, algunos me llaman Yoshi, para abreviar. Respondí complacido.

Cuando le expliqué el motivo por el cual decidí subir las escaleras, me pareció ver que mi respuesta no satisfizo mucho a mi acompañante de travesía, de la que no sabía a ciencia cierta, cuando tendría fin. El por su parte, sació mi curiosidad, no se trataba de ningún asunto con los Dioses, era más bien, entrenamiento condimentado con un desafío. Dijo que el secreto de la verdadera fuerza era tener un cuerpo sano en una mente sana.

-Ahh! comprendo perfectamente lo que quieres decir. Quedé un rato pensativo. -Eso me recuerda algo que leí hace tiempo que decía lo siguiente...

"Se debe orar para que se nos conceda una mente sana en un cuerpo sano.
Pedid un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte,
Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza.,
Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos,
Que no sepa de ira, y esté libre de deseos.
Y crea que las adversidades y los terribles trabajos son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas,
Te muestro lo que tú mismo puedes darte, con certeza que la virtud es la única senda para una vida tranquila."

Como puedes ver, se algo sobre el tema, y también creo que es la mejor forma de alcanzar la plenitud del poder verdadero y vivir en paz con uno mismo.

Seguimos subiendo y Karamaru se interesó por mi y por mi sueño. -Ya veo...solo soy un gennin de Kusagakure, nada especial, pero provengo de una familia que eran muy hábiles en el uso del elemento Doton. Estuve a punto de morir sepultado en una cueva, y es cuando tuve aquel sueño...

Me quedé pensativo durante unos instantes, con mirada seria, tratando de recordar aquel enigmático sueño. -Bueno, simplemente soñé que coronaba una gran montaña...creo que es un buen augurio...por lo menos el sueño me ocasionó una sensación muy positiva.

"Es difícil de explicar, todavía más buscar significado a los sueños"

El hombre se mostró amable tras la invitación de Karamaru de saltear formalidades, y decidió que el pelado podía llamarlo por su apodo, abreviación de su nombre, "Yoshi". Pero no solo se quedaba con ese adjetivo, si no que también era alguien comprensivo, que supo comprender las burdas palabras del shinobi sin una replica negativa. Desde un primer momento Karamaru se sintió a gusto con ese hombre y aun más al enterarse que su ideología era compartida.

Sabias palabras- comentó Karamaru tras escuchar el recitar de su compañero- Me gustaría poder recordar las cosas con tanta claridad. En mi cabeza recuerdo cada cosa que se me enseño, para el momento de expresarlo... bueno.... digamos que no soy muy bueno para eso.

El calvo soltó una risa leve, riéndose de si mismo claramente. Varios escalones mas arriba, la información sobre el sujeto fue aumentado. Se calificó como usuario del Doton, elemento Tierra, y como residente de Kusagakure. Por lo que entendía Karamaru era una aldea oculta que se encontraba en el País del Bosque. Era como Amegakure, pero seguramente en ese lugar no llovía tanto.

Un pequeño escalofrío recorrió al shinobi tras escuchar de la experiencia cercana a la muerte que tuvo su acompañante a pesar de no ser mas que un gennin. Mencionó que en ese momento tuvo su sueño, uno en el que dominaba montañas o que se hacia rey de una de ellas o que se las apropiaba o alguna cosa que Karamaru no llegó a escuchar bien por distraerse con una paloma. No fue a propósito, ella paso volando rosando la calva del monje. Retomando la compostura, tras esa pequeña distracción que esperaba el hombre no se diera cuenta, Karamaru decidió contestar a sus palabras.

Supongo que como shinobis nos tenemos que preparar para esos momentos ¿No? Lamento mucho tu experiencia, pero espero que te haya fortalecido para las venideras. "Lo que no te mata te hace mas fuerte" o eso dicen. Ya que aclaras, yo también soy un gennin, egresado hace poco de la academia de Amegakure. Perdona que te pregunte de nuevo, pero no pude escuchar bien, ¿Cómo fue lo del sueño? ¿Te hacías rey de una montaña?

En cuanto le recité aquella oración, Karamaru quedó satisfecho con aquel conocimiento que gustoso compartí con él. Reconoció que se trataban de sabías palabras, a lo que le agradecí su comentario. -Cierto que lo es...son palabras muy inspiradoras.

"Es buen tipo Karamaru, curioso conocer a alguien tan lejos con el que comparto tantas cosas...una verdadera lastima"

-Bueno no te preocupes, es normal, no podemos ser perfectos, en mi caso, en Kusagakure me llaman "sabiondo" devoro infinidad de libros, y suelo recordar casi todo lo que leo. Pero tengo algo que te puede ser de ayuda, es realmente útil...

Rebusque entre los bolsillos de mi kimono, y saqué mi block de notas y mi lápiz que adquirí recientemente. -Toma, acepta este regalo, con esto podrás apuntar las cosas para que las puedas recordar más fácilmente. Es más sencillo recordar cuando lo escribes. Pruébalo. Le dije sonriente.

Luego el muchacho sonrió socarronamente, pero cuando le conté que casi estuve a punto de morir, le cambió el rostro. Lamentó que padeciera aquella experiencia, por lo que le dije sin inmutarme. -No te preocupes, a fin de cuentas...estoy aquí ¿no? Eso es lo que importa. Y si, si que me hizo más fuerte, en eso estoy más que de acuerdo.

Karamaru me comentó que él también era un gennin, de Amegakure. Quedé sorprendido pues estaba casi convencido que se trataba de un monje por sus apariencias, una vez quedó que a veces las apariencias engañan. Le miré de arriba a abajo y es en ese mismo instante, cuando vi su hitai-ate a modo de cinturón. -Oh! es cierto! no me había dado cuenta de tu hitai-ate jajaja. Reí. -A veces, soy un poco despistado, ruego que me disculpes. Me llevé la mano a la nuca.

Karamaru insistió sobre mi sueño había entendido pero claro no era capaz de comprender a causa de que le faltaba información. -Bueno, exactamente en el sueño, yo creaba dicha montaña. Verás, existe un potente jutsu del elemento doton que te permite cambiar el terreno mediante un complejo sistema. En el sueño yo era capaz de cambiar el mundo entero...Pero claro, solo era un sueño.

"Quizás Karamaru me pueda ayudar a encontrar un significado a mi sueño"

«¿Un anotador?» pensó Karamaru- «Tal vez me sirva, no tengo que ser un maleducado y rechazar un regalo tan bien entregado»

Claro, muchas gracias. Aprecio mucho tu gesto, espero poder llenarlo algún día- replicó el calvo tomando su anotador y lápiz y guardándolo en el bolsillo. Seguía pensando en que ese hombre era realmente amable, regala cosas a desconocidos y encima se dispone a hablar con la mejor intención posible.

La conversación continuo, y el recorrido también. Karamaru comenzaba a sentir la fatiga, parecía no tener la resistencia como para llegar a la cima pero recién era el principio. Un poco de cansancio no era nada, ni siquiera se notaba en el exterior y había que hacer todo el esfuerzo para superar a ese hombre o por lo menos acompañarlo a la cima.

¿Despistado? Para nada, es medio raro que la gente me mire la bandana. Casi que la llevo en el culo, no quedaría muy lindo de su parte si me miran y me entero- dijo riéndose con fuerza el shinobi- No hay disculpas que hacer, si hasta me sacas una sonrisa y todo. ¿Por qué eres tan gentil?

Fue un momento divertido, pero se terminó al escuchar de nuevo las palabras serias de su acompañante de escalada.

Mmmmm, ¿Creabas una montaña?- rápidamente Karamaru cambió de tema, no por evitarlo si no para no olvidarse- Espera que ahora que me acuerdo- tras sacar su nuevo anotador y lápiz escribir un párrafo largo y volver a guardarlo continuó hablando- Es que me quería anotar la frase de antes. Por lo menos ahora que me la acuerdo y también el sueño tuyo, tal vez en el futuro algo lo relacione. Pero volviendo al tema, ¿Cambiabas el mundo entero? ¿Con que te refieres a eso? ¿Podías hacer crecer una montaña a miles de kilómetros de distancia? ¿O es que lo modificabas de otra manera?

El tema le interesaba a Karamaru, tal vez era un sueño pero era una motivación para Yoshi y el calvo siempre estaría a disposición para aquellos que buscan metas y objetivos.

Karamaru agradeció el gesto, cuando le obsequié el block de notas y el lápiz, quizás fuera un regalo de poco calibre, para mi suponía un esfuerzo tremendo, adquirir ese tipo de enseres.

-Me alegra que te haya gustado, fue una costumbré que me enseñó mi abuelo, llevar siempre algo encima con lo que poder anotar. Y te aseguro que es tremendamente útil. Respondí a mi interlocutor convencido de ello.

Seguimos subiendo escaleras a un buen ritmo, pero gracias a nuestra conversación, podíamos apartar la sensación de cansancio, por lo menos hacía la subida un poco más llevadera. A pesar de ello, cuando comencé la escalada por aquellas escaleras interminables, algo me decía que no lo lograría, por lo menos en el primer intento.

El shinobi de Amegakure quitó hierro al asunto por no haberme dado cuenta de su hitai-ate. -Eres muy amable Karamaru-san. Sonreí. Luego preguntó por qué era tan gentil, sin duda fue una pregunta inesperada. -¿Gentil dices? Supongo que lo hago por el karma, lo que hagas a los demás te será devuelto multiplicado. Por eso lo hago.

"El karma no es la venganza del universo, sino el reflejo de nuestras acciones..."

A karamaru-san le sonó raro lo de crear una montaña, pero algo plausible para aquellos maestros que dominaban el doton. -Eso es, creaba una montaña. Quizás te suene pretencioso pero es algo posible. Luego sacó su recién adquirido block y lápiz, quería apuntar la oración de antes. -Si quieres te la repito. Y luego pensó que aquello tendría una relación con mi sueño. -No lo creo Karamaru-san, yo creo que el sueño quiere decir que si sigo la senda de la virtud, lograré poseer un gran poder.

"Que curioso que es Karamaru, y la curiosidad es la más permanente y segura característica de una vigorosa inteligencia"

-Si, en mi sueño creaba una montaña que nacía en mis pies, y me ascendía al mismo cielo. Pero sentía que podía hacer lo mismo en el mundo entero.

Bueno, yo lo entendí de otra manera. Si ese sueño lo tomas como una predicción, como una visión del futuro, tal vez puedas modificar al mundo pero de una manera distinta. Tal vez, y solo tal vez, no estas destinado a cambiar el terreno del mundo si no que estas destinado hacer algo que afecte al mundo. A cambiarlo, pero de otra manera.

Finalmente Karamaru daba su opinión sobre el sueño. No era muy fácil guiarse por un sueño, pero el calvo quiso reflejar su manera de ver lo que era la descripción que le había dado con anterioridad Yoshi. Sin embargo, no estaba muy cómodo con sus expresiones. Esas palabras eran la manera fácil de dar su explicación pero después de todo preferiría aclarar sus ideas.

Es decir, lo interpreto mas o menos de esa forma. Pero en realidad no creo que alguien tenga un destino hecho. Cada uno, con sus acciones y decisiones, elije el rumbo de su vida. Una no nace para ser músico o pintor o ninja, uno se forja. Aunque mejor dicho, nos forman. Nos vemos influenciados por el entorno, por las personas que nos rodean y por la sociedad. Ellos nos meten dentro de nuestra cabeza lo que tenemos que ser, y a veces coincidimos y a veces no, pero hay que ser inteligente para no guiarse por lo que el resto te diga. Las personas que te educaron decidieron parte de tu futuro por la forma en la que lo hicieron, pero eso no quiere decir que no lo puedas cambiar. Si te propones hacer esa montaña seguro lo logras, o por lo menos tienes la posibilidad. En ningún lugar esta escrito que no puedes, y mientras eso no suceda con dedicación y esfuerzo puedes lograrlo.

La charla larga aburría hasta a Karamaru pero siempre aprovechaba el momento de poder expresar sus opiniones. Sea de lo que sea, a él le gustaba dar su opinión aunque sea incorrecta. Si lo era, escucharía a la otra parte para entender lo correcto o por lo menos debatir dentro de si mismo cuál de las dos era más apropiada.

Pero basta de mis ideas. Esto de andar pensando me hizo recordar algo. No puedo ser tan descortés y aceptar tu regalo sin más- dijo Karamaru haciendo mención al anotador de antes- A ti seguramente te habrá costado conseguirlo y de la mejor manera vienes a regalármelo. Debo darte algo cambio, no se que pero algo te tengo que dar. Me siento en la obligación de hacer algo o darte algo.

Karamaru explicó desde su punto de vista, lo que había interpretado. Su razonamiento era factible, pensó que quizás de no cambiar el mundo en sí, sino de hacer algo relevante para el mundo. -Tiene mucho sentido lo que dices, yo también me lo figuré, en cierto modo, es lo más razonable.

La conversación continuaba, al igual que nuestra subida por aquellas escaleras que seguían sin verse el final, el cansancio ya pasaba factura, y fuera por mi pesimismo o no, sabía que en este intento no lograría llegar hasta el final. Pero como bien dije antes, seguiría intentándolo hasta que lo lograse. Una vez llegue hasta la cima, hablaré conmigo mismo, y con los Dioses.

Karamaru por su parte, me habló sobre su visión del destino, pensaba que nada estaba escrito. Todo es posible si te lo propones, pero en mitad del camino, las influencias pueden desviarte de tu camino. Un verdad absoluta sin duda, nacemos con un propósito pero la sociedad, los acontecimientos que transcurren en la vida de uno, nos hacen olvidar nuestro propósito verdadero. -Tienes razón, siempre que uno se proponga algo realizable.

"El que puede cambiar sus pensamientos puede cambiar su destino"

-Bueno, pase lo que pase, mi propósito será que cuando me marche de este mundo, sea un poco mejor. Dije convencido.

Pero había algo que reconcomía a Karamaru, era sobre mi regalo, el sentía la necesidad de devolverme el favor con otro obsequio. A lo que le respondí sonriente. -No te preocupes Karamaru-san, haz el obsequio a alguien que lo pueda necesitar. Aunque agradezco tu gesto, no te preocupes.

Estábamos en un punto en el que a escasos metros, se podía apreciar como los únicos que estaban por delante de nosotros eran las nubes. Pero a pesar de ello, aún seguían las escaleras sin fin. -Creo que podríamos dar un pequeño descanso. Dije con síntomas de cansancio.

¿Habrían llegado a la mitad? ¿O tal vez ni siquiera eso? No importaba hasta donde habían llegado pero Karamaru ya estaba cansado. La cima se veía lejos, o mejor dicho no se veía. Sabía que no cumpliría con su objetivo, pero por alguna razón seguía caminando.

En más de una oportunidad Yoshi le había dado la razón al calvo en cuanto a sus ideas, y terminó diciendo algo en lo que Karamaru estaba de acuerdo.

«Me iré del mundo dejándolo mejor que cuando vine» Un razonamiento lógico, igual para todos los que quieren mejorar el ambiente que les rodea. Siempre hay margen de mejora, no importa en que lugar y momento se viva. Pero después de esta conversación, el pelado se vio un poco molesto aunque no enojado. Él quería devolverle algo y no podía aceptar recibir sin dar.

Perdón, pero debo insistir. Me gustaría hacer algo para compensarte.

Pero justo antes su compañero había dicho de descansar, pero el problema es que Karamaru quería llegar a la cima sin parar. Hacer un camino sin cesar era el desafío de Karamaru y prefería no llegar a hacerlo de una manera que no quería.

Por otro lado,- aclaró Karamaru- mi cuerpo esta cansado, es verdad. Pero no puedo permitirme descansar y luego seguir. Si quieres descansar, tienes que saber que después de eso bajare.

A pesar de todo, Karamaru quería ofrecerme algo, porque sin ello, no sería capaz de apaciguar su espíritu. El hecho era que no era consciente de que ya me había obsequiado con algo. Volví a sonreír ruborizado por su insistencia, no estaba acostumbrado a tantos halagos, y menos todavía de un extranjero. -Ja ja ja Karamaru-san, con tu compañía es estoy más que pagado. Debes reconocer que nuestra pequeña charla está siendo muy reveladora, a la par de reconfortante.

Pero al final, encontramos algo en lo que estábamos en desacuerdo. Yo estaba dispuesto a descansar, ya que para mí, no suponía un reto la subida de aquellas escaleras, sino más bien quería descubrir que quedaba a día de hoy de místico y sobrenatural en el mundo. Pero por otro lado, Karamaru debía subir hasta el final sin descansar lo más mínimo. No dudaba de su resistencia y voluntad, pero de verdad se me hacía difícil imaginar que pudiera ser capaz de realizar dicha proeza. Llevábamos unas cuantas horas subiendo aquellas escaleras, y no se vislumbraba ningún atisbo de que fuera a acabar, aún seguían perdiéndose aquellos escalones en el horizonte.

-Queda demostrado que posees más voluntad que yo Karamaru-san, pero tu tesón me ha dado ánimos para seguir un poco más, así podré disfrutar de tu compañía de momento... Contesté a mi compañero de ascenso, recobrando un poco el aliento. -Sin embargo, no te prometo nada, no se cuánto más podré seguir...

"Debería haber venido más preparado...no me imaginaba algo así"

La ascensión continuaba y el cansancio era más que notable, pero como era de esperar, algo se sumó al cansancio, la falta de oxigeno. Cuanto más subíamos por aquellas escaleras más bocanadas de aire debíamos dar para satisfacer la demanda de oxígeno de nuestro cuerpo. Aún era soportable pero... ¿Hasta cuando?

El calvo no entendía por qué, pero su compañero no estaba de acuerdo con recibir algo a cambio. A pesar de la insistencia del shinobi, Karamaru no podía lograr conseguir que su acompañante le de una pista sobre que regalo le podría regalar como compensación.

«"Compañía" si claro...» adentro de la mente de Karamaru resonaba una y otra vez "Contéstame algo, ¡Por favor!" pero no quería ser molesto. Tendría que dejar de insistir, no quería que ninguno de los dos se ponga de mal humor así que se contento con su regalo y siguió subiendo escalones.

Ya te devolveré el favor en algún momento. Acuérdate de mi cara y si me ves, ve a reclamarme tu compensación- replicó con risas el calvo que sin esperar respuesta dio paso a que continúe la conversación. Siguió por otro tema que poco tenía que ver con regalos. Yoshi pidió descansar, pero obviamente Karamaru se iba a negar. Rápidamente el primero decidió cambiar de opinión y apoyar la decisión de seguir del calvo.

El querer seguir le subió los ánimos a ambos caminantes pero no duraría mucho. A los pocos minutos de recibir la contestación de Yoshi y de subir varios escalones más, la resistencia de Karamaru se acabo por completo.

Lo siento- dijo el shinobi de Ame mientras se sentaba en uno de los escalones y realizaba respiraciones profundas para tomar la mayor cantidad de aire posible- No puedo más, esto me esta matando. Y lo que es peor, esto parece que es interminable. Otro desafío más que no puedo cumplir.

Karamaru sacó su nueva libreta, la abrió y tras escribir un título "Desafíos" en el primer renglón puso debajo un primer ítem que decía:

Desafío "Subir las Escaleras al Cielo": FRACASO