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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Cuando llegue a casa de Datsue y llame, solo me respondieron los ladridos del perro que tenia por mascota. Quizás estaba durmiendo todavía. Igual se había gastado todos los ryos en la casa y no tenia despertador.

Pero tuve que esperar muy poco para descubrir lo mucho que me equivocaba. En vez de salir de casa, vestido con un chándal, Datsue volvía de entrenar casi con la lengua por fuera.

Mi rutina era mas temprana, por que mi entrenamiento comenzaba a las seis de la mañana. Pero es verdad que había cogido esa costumbre por que la forja empezaba a funcionar a las ocho, y aunque iba a sudar igualmente, me gustaba asearme después de entrenar.

En fin, que asentí con la cabeza cuando dijo que iba a ducharse. Si íbamos a hablar con el Kage, era mejor que fuese aseado. De todos modos modos, no mintió. A los cinco minutos estaba allí, duchado y cambiado. Listo para el "Gran Día".

Bueno, ¿Vamos tirando? —Pregunté, pero en realidad, empezé a caminar. —Oye... Estas tres semanas, he tenido tiempo para pensar en algunas cosas... —Mientras trabajas de sol a sol en la forja, tienes tiempo para darle vueltas a muchos asuntos, aunque... —Mira, yo no conocí a Akame tanto cómo tú, pero aún así no puedo evitar preguntarme ¿De verdad es él? ¿Estas seguro de que es el? Quiero decir... Su cuerpo no estaba en la tumba, eso lo vi, pero...si alguien puede levantar a los muertos, quizás también pueda controlarlos. Tal vez sea el cuerpo de Akame, pero igual no es Akame. —quizas estaba incomodando a Datsue con el tema, pero algo en mi me decía que hablara con él aotbre eso. —A lo mejor soy un ingenuo, pero no puedo entender por que nadie traicionaría a su villa, y mi cabeza quiere pensar que ese no es Akame de verdad...
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#2
Datsue esbozó una sonrisa triste. Había sido precisamente con Akame cuando había descubierto que eso que sugería Reiji era posible. Muertos siendo controlados por un tercero. Por la música de un tercero.

Era, pues, ¿posible lo que estaba sugiriendo Reiji? Lo era, pero todo indicaba a que no era así. Akame parecía estar haciendo vida normal, así es como se había encontrado con Ayame, y luego visto junto a Kaido.

Y luego, claro, estaba el tema de Kunie. De su maestra. De la persona que le había infiltrado en la Villa.

Yo creí conocerle. Creí que… que era mi hermano. —No uno de sangre, sino de alma. Uno para toda la vida—. Me salvó tantas veces la vida, Reiji… No sabes cuántas. De no ser por él, yo no sería lo que soy ahora. Y aún así… Es cierto. Es un traidor. ¿Por qué crees que fue asesinado en el edificio del Uzukage? ¿Por qué crees que estaba allí a aquellas horas de la noche? Estaba en el calabozo. Llevaba semanas, allí, siendo interrogado. Era un jodido espía.

Y todo apuntaba a ello. Todo salvo un solo informe, que, vistos los acontecimientos posteriores, parecía iba a quedarse guardado en un cajón por muchos, muchos años.
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



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#3
Yo creí conocerle. Creí que… que era mi hermano. Me salvó tantas veces la vida, Reiji… No sabes cuántas. De no ser por él, yo no sería lo que soy ahora. Y aún así… Es cierto. Es un traidor. ¿Por qué crees que fue asesinado en el edificio del Uzukage? ¿Por qué crees que estaba allí a aquellas horas de la noche? Estaba en el calabozo. Llevaba semanas, allí, siendo interrogado. Era un jodido espía.

Lo único que sabia es que fue asesinado, pero nada mas.

Tampoco me había interesado yo en descubrir que había pasado o en informarme más. De hecho, había sido poco después cuando abandoné la bandana que ahora quería recuperar.

Ya te lo he dicho, quizás solo soy un ingenuo, pero... ¿Por que le salvas la vida a alguien que podría estropearte la misión de espionaje?

No se, quizás como nunca había sido muy listo, no alcanzaba a entenderlo. ¿Confianza? ¿De que servía la confianza si esta podía hacer que fracasaras en tu misión?

En fin, ya estamos llegando al edificio del Uzukage.

Intenté cambiar de tema un poco. Tal vez tarde. Pero por su tono de voz, parecía incomodarle. Era normal, era difícil que algo doliera más que una tradición como aquella. Yo podía imaginarme un par de situaciones, pero viviría mas feliz si no pensaba en ellas.
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#4
Datsue no respondió. No porque no quisiese, sino porque no tenía clara la respuesta. Él también se había preguntado durante muchos días, y más noches todavía, por qué Akame se había implicado tanto. Pero antes había creído que su Hermano había dejado de ser un traidor por amor a la Villa, y esa creencia le había llevado a dos cadáveres de Uzu.

No podía permitirse dudar más. Ni con Akame, ni con Yubiwa, ni con Zokus.

Nunca más.

Sí, eso parece… —suspiró. Así era, habían llegado al edificio del Uzukage.

Saliendo de su ensimismamiento, se adelantó y avanzó hasta recepción.

¡Buenos días! —saludó, alegre—. Venimos a ver a Hanabi-sama. ¿Se encuentra libre?

Y, por una vez, en aquella ocasión sería por una buena noticia.
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#5
Aunque al ver a Datsue el encargado de la recepción mostró poco más que apatía, no tuvo problema en darles paso, despachándolos con relativa rapidez.

Hanabi tampoco tuvo problemas en atenderles, y parecía bastante animado. Les pidió pasar canturreando. Lo que no esperaba nuestro querido Uzukage era encontrarse de nuevo, y acompañado por Datsue nada menos, al mismo genin —civil— que había dejado la bandana en su despacho...

...¿hacía un mes? ¿Más de un mes, quizás? Durante las dos primeras semanas siguientes, Hanabi había esperado su regreso, paciente. Había estado seguro de que el muchacho volvería, y él trataría de nuevo de ayudarlo, le daría la bandana... Pero había perdido toda esperanza a medida que habían pasado los días. Y sin embargo...

Visiblemente sorprendido, y también contento, Hanabi acarició la madera de su cajón, donde sí esperaba paciente la bandana del ninja samurai. Ella había sido más fiel, porque las bandanas y los ninjas son los compañeros más fieles de Oonindo. Y aún así, Hanabi sí había mantenido una brizna de esperanza. Porque allí la guardaba.

Claro que, no estaba seguro de que Reiji estuviera en el despacho para recuperar su bandana. Retiró despacio la mano de su cajón y se levantó, cogiéndose las manos tras la espalda. Miró a Datsue, miró a Reiji.

Cualquiera de los dos podría haber venido a mi despacho —dijo—. Pero... ¡vaya! No viene Reiji. No viene Datsue. Vienen Reiji y Datsue.

»Sólo eso hace que tenga mucha, mucha curiosidad por vuestros motivos. ¿Qué os trae por mi despacho, chicos? No os veo mala cara, así que —espero— supongo que no ha pasado nada malo.

Si Reiji estaba allí para lo que creía que estaba allí, no obstante, no habría podido llegar en mejor momento. Justo un día antes de que fuese... demasiado tarde.
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#6
Datsue no respondió a mi pregunta. Estaba claro que aquel tema le incomodaba, por lo que había hecho bien en cambiarlo.

No tardamos mucho en alcanzar la entrada del Edificio, y Datsue no tardo en adelantarse unos pasos y pedir con voz alegre una audiencia con Hanabi.

Y aunque el hombre puso una cara rara pese a la simpatía de Datsue, no puso pegas en dejarnos pasar con relativa facilidad y rapidez. Tampoco hubo problemas con Hanabi. Nos dio paso canturreando y además parecía contento.

Mejor. Aunque no negare que quizás era merecedor de unas duras palabras.

Antes de decir nada, pensativo, Hanabi se levanto de su asiento, escondió sus manos tras la espalda y nos miro directamente a los ojos, primero a uno y luego al otro.

Cualquiera de los dos podría haber venido a mi despacho —En realidad no, por que seguramente, si no fuera por Datsue, podian haber pasado años antes de que volviera. A lo mejor no hubiese vuelto nunca.—. Pero... ¡vaya! No viene Reiji. No viene Datsue. Vienen Reiji y Datsue.

»Sólo eso hace que tenga mucha, mucha curiosidad por vuestros motivos. ¿Qué os trae por mi despacho, chicos? No os veo mala cara, así que —espero— supongo que no ha pasado nada malo.

Si me lo permite. —Y si no, también, por que ya lo estaba haciendo. —Hablare yo primero, pero antes de nada, mi padre me ha "obligado" a traerle una cosa. —Mira, yo quería mucho a mi padre, pero a veces me hacia hacer cosas vergonzosas, y aquello... —Mi padre ha dicho:"Dile a Hanabi que esto es un regalo por tener que soportar, no una, si no más veces, al cabezón de mi hijo".

Mi padre solía tener razón casi siempre. Pero esta vez, ni siquiera podía pelear con él. Mi cabezonería era legendaria, y no solo dentro de casa. Quizás el propio Hanabi ya lo había vivido, e incluso Datsue había peleado contra eso.

Dados los últimos acontecimientos, comprendo que pueda ser un poco escéptico, así que yo mismo lo abriré delante de usted.

Desnvolví la tela que cubría lo que había estado portando conmigo desde que salí de casi. La razón por la que había estado tres semanas encerrado trabajando codo con codo con mi padre. El castigo del cual me advirtió cuando le dije que trabajaría con el en la forja y ya no seria un shinobi.

Se trataba de una caja de madera rojiza poco mas grande que un antebrazo tanto de larga como de ancha, y no mas alta que unos tres libros de tamañl estandar apilados. La cajita tenia grabado el símbolo de uzu en el centro y el logotipo de la herrería sasaki en la parte superior izquierda, el samurái rodeado de rosas mirando a la golondrina.

Lo abrí yo mismo. Era la mejor idea después de la traición de akame y la muerte de varias personas por su parte. Yo no era un traidor, eso nunca, pero entendía que Hanabi pudiera sospechar.

La giré para que Hanabi viera su contenido.
Reposando sobre la fina seda roja que cubría el interior había una especie de brazalete de cuero ajustable, que tenia un pequeño mecanismo de metal. Al rededor del mismo, había unos discos, no mas grandes que el circulo que se forma al unir el pulgar con el dedo índice, pero cuyo borde era tan afilado, que hasta el ojo menos avispado podía ver que aquello seria capaz de cortar la carne como si fuera papel. Para mas lujo de detalle, aquellos discos tenían grabado, y a color, el remolino de uzushiogakure.

A mi padre le gustaba cuidar cada detalle, pero los discos habían sido cosa mía.

Se trata de un arma nueva que ha diseñado mi padre, yo no soy tan listo, pero he hecho el trabajo manual. —Y eso también tenia merito, por que mi padre solo admitía la perfección como estándar mínimo de calidad. —No es mas que un brazalete con un mecanismo que lanza los discos que ves ahí. No es complicado, funciona con un impulso de chakra, cuanto mas potencia, mas fuerza tienen y mas distancia recorren. Mi padre ha incluido una nota con las instrucciones a un lado, y mas disculpas por mi cabezonería al otro.

No era nada realmente especial, algo sencillito, aunque yo jamas hubiera sido lo suficientemente inteligente para diseñarlo. Eso si, era discreto y letal. Bueno... Todas las armas, a su modo, eran letales. Ese era su propósito.

Me ha dicho que la pruebes si quieres, que si te gusta y necesita algún ajuste, te pases a verle. También, que si no te gusta, puedes hacer lo que quieras con ella, guárdala en el cajón, regalarla, en fin, que te pertenece.

Ahora bien, ese no era el tema por el cual había ido hasta allí. Aquello solo era el aperitivo que mi padre me había obligado a llevar. Yo estaba allí por otra cosa. Así que deje él arma sobre la mesa del Uzukage y le miré fijamente para hablar del tema principal.

Bueno, entregado el mensaje de mi padre, creo que imaginaras que no he venido hasta aquí con Datsue solo para esto. —Por lo visto, tampoco se me daba especialmente bien hablar. —He venido a pedir de vuelta mi bandana, y he venido con Datsue por que si no fuera por él, seguramente, no hubiese vuelto nunca a por mi bandana. —Aquello no era mentira, pese a que me había dicho a mi y Hanabi que volvería, mi intención había sido no hacerlo. Nunca. —Podia contarte esto sin él aquí, pero pensé, cosa que no suelo hacer muy a menudo por lo visto, que seria mejor que me acompañara. Aunque si me preguntas por qué, no sabría responderte, fue solo un sentimiento.

No había mucho más que decir, en realidad. Él mismo había dicho que volviera a por la banda cuando yo quisiera. Claro que, también había podido cambiar de parecer con el paso de los días y ahora, negarse a devolvermela. A lo mejor hasta me lo merecía.
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#7
No, por una vez, no había pasado nada malo. Lo único que le traían eran noticias buenas. El Uchiha, de hecho, no tenía necesidad alguna de estar allí. Pero Reiji se lo había pedido, y creyó que podría ser buena idea como apoyo moral, en caso de que Hanabi no estuviese muy por la labor de reaceptar al espadachín entre sus filas.

Tras saludar, Datsue se mantuvo en pie, sujetándose una muñeca con la otra mano tras la espalda, y fue Reiji el primero en tomar la palabra. Pero no lo hizo para responder a la pregunta del Uzukage, sino para ofrecerle un regalo.

El Uchiha observó con curiosidad la cajita de madera que sacaba de unas telas. ¿Qué contendría? ¿Dinero? ¿Joyas? «Eso no tiene sentido…», pensó, con pesar. Y no, no era nada de aquello. Sino un brazalete, que al Uchiha le recordó al que podías usar para acoplar una ballesta de muñeca al brazo. Un brazalete con discos metálicos a su alrededor.

Datsue se acercó con pasos muy cortitos y estiró el cuello para ver mejor, como un perrito que duda de la fiabilidad de un desconocido ofreciéndole comida. «Vaya, vaya, vaya. Pues tiene buena pinta…»

¿No había uno para él? Miró a Reiji. Luego a Hanabi. Luego otra vez a Reiji. Parecía que… no. Recobró la postura, con algo de envidia por no poder poner a prueba él mismo ese nuevo y desconocido artefacto.

No le pasó inadvertido que, a medida que Reiji iba hablando, pasó de tratar de usted a su Uzukage a tutearle. Un error de novato, de falta costumbre y sin malicia alguna, en su opinión. No creía que fuese a pasar de una pequeña advertencia, si es que esta llegaba. Aunque no pudo evitar sonreírse al imaginarse que, si estuviesen en Amegakure, Reiji probablemente ya no tendría la cabeza sobre sus hombros. «O a lo mejor ya estaría siendo sellado en el fondo de un lago».

Entregado el regalo, el antiguo shinobi reveló el propósito de aquella visita. Incluso sacó los colores a Datsue, asegurando que sin su ayuda, probablemente no estaría allí. Datsue negó muy sutilmente con la cabeza, mientras esbozaba una tímida sonrisa, y el Uzukage pudo leer en sus labios: es un exagerado.

Luego, contuvo el aliento esperando la respuesta de Hanabi.
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#8
Reiji fue el primero en intervenir. Hanabi se cruzó de brazos, expectante, aunque antes de tratar el tema central de su visita, el muchacho quiso hacerle entrega de un obsequio de parte de su padre. Acompañado de unas palabras que le hicieron reír.

Oh, Reiji-kun. Agradéceselo enormemente de mi parte, pero chico, soportar a mis ninjas es mi trabajo —dijo, limpiándose una lágrima. «Y si supieras que tienes al lado a uno de los que más me ha tocado soportar... y mira en lo que se ha convertido.»

Dados los últimos acontecimientos, comprendo que pueda ser un poco escéptico, así que yo mismo lo abriré delante de usted.

No podía reír, porque la cosa no estaba para reír, pero el comentario también le levantó una ligera sonrisa. Hanabi asintió y mostró el escritorio frente a él, invitándolo a proceder. El muchacho se acercó y desenvolvió la tela que cubría el regalo. Una caja con el símbolo de Uzushiogakure grabado en el centro y el logotipo de la herrería de la familia Sasaki. Hanabi se acarició la barbilla, curioso, y se inclinó para mirar mejor. Reiji abrió la tapa, revelando un brazalete de cuero con un curioso mecanismo de metal adosado a unos discos. Una especie de shuriken sin puntas, tal vez.

Se trata de un arma nueva que ha diseñado mi padre, yo no soy tan listo, pero he hecho el trabajo manual. —Y eso también tenia merito, por que mi padre solo admitía la perfección como estándar mínimo de calidad. —No es mas que un brazalete con un mecanismo que lanza los discos que ves ahí. No es complicado, funciona con un impulso de chakra, cuanto mas potencia, mas fuerza tienen y mas distancia recorren. Mi padre ha incluido una nota con las instrucciones a un lado, y mas disculpas por mi cabezonería al otro.

»Me ha dicho que la pruebes si quieres, que si te gusta y necesita algún ajuste, te pases a verle. También, que si no te gusta, puedes hacer lo que quieras con ella, guárdala en el cajón, regalarla, en fin, que te pertenece.

Hanabi clavó una reverencia ante Reiji, un gesto sincero y poco habitual de un superior a su subordinado.

Estaré agradecido siempre con la labor de la familia Sasaki, Reiji-kun. Gracias de corazón. También por tu trabajo. —Se reincorporó—. Serías un digno sucesor suyo. Pero supongo que estás aquí por otra razón, ¿verdad, chico? —Sonrió. Y antes de que Reiji comenzase a hablar, su mano se dirigió al cajón de madera de su escritorio, abriéndolo discretamente.

He venido a pedir de vuelta mi bandana, y he venido con Datsue por que si no fuera por él, seguramente, no hubiese vuelto nunca a por mi bandana. —Aquello no era mentira, pese a que me había dicho a mi y Hanabi que volvería, mi intención había sido no hacerlo. Nunca. —Podia contarte esto sin él aquí, pero pensé, cosa que no suelo hacer muy a menudo por lo visto, que seria mejor que me acompañara. Aunque si me preguntas por qué, no sabría responderte, fue solo un sentimiento.

«...vaya.»

¿Datsue? ¿Uchiha Datsue?

Hanabi miró a Datsue, serio. Fue una mirada larga y cargada de significado, aunque probablemente en ese momento Datsue no supiera por qué. Hanabi cerró los ojos, bajó la mirada, y sonrió. Sacó la bandana de Reiji del armario y la deslizó por la mesa, despacio, hacia su dueño.

Llévala con orgullo, Sasaki Reiji. Bienvenido de nuevo a las filas del Remolino —dijo—. ¿Sabes? Has llegado justo a tiempo. Tengo una sorpresa que había preparado por si volvías a hablar conmigo. No apareciste, así que al final Katsudon iba a ir sólo, pero...

»Desgraciadamente, no tenemos una comunicación muy asidua con el País del Hierro. Pero necesitan saber de las últimas noticias. No sabemos si los Generales de Kurama tratarán de hacer algo en aquella lejana isla, pero desde luego como mínimo tenemos que contarles lo de la Alianza. Desde la formación de las Tres Grandes, aunque distantes y solitarios, han sido unos buenos amigos de todos los shinobi. Katsudon sale mañana a las cinco de la mañana de viaje para allá, para hablar personalmente con el líder de los samurai.

»Quiero que vayas con él, Reiji. Ve, vive la experiencia. Tú que eres usuario de Kenjutsu, aprende lo que puedas de ellos. Crece, y encuentra tu camino. A veces, para seguir la senda shinobi, uno debe de apartar un poco la vista de él.

Suspiró. Dirigió la mirada a Datsue.

Siempre tú, Uchiha Datsue. Siempre tú —dijo—. Que hayas convencido y ayudado a centrarse a este muchacho te honra la placa de jounin que cargas en el brazo, muchacho. Gracias, de corazón.

»Cuando Reiji se vaya, quiero que te quedes. Tengo algo importante que hablar contigo.

Hanabi, inmediatamente, volvió a desviar la mirada hacia Reiji, esperando su respuesta.
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#9
Me sentí bastante avergonzado cuando Hanabi hizo una reverencia. En realidad, si alguien se la merecía, era mi padre. Pero al menos supe que le había gustado.

"¿Sería un digno sucesor?" Pensé mientras Hanabi buscaba mi bandana."Sigo siendo el sucesor." Si, iba a seguir el camino del ninja de nuevo, pero no tenia planes de abandonar la forja de mi padre. Ambas cosas podían coexistir.

Llévala con orgullo, Sasaki Reiji. Bienvenido de nuevo a las filas del Remolino —dijo—. ¿Sabes? Has llegado justo a tiempo. Tengo una sorpresa que había preparado por si volvías a hablar conmigo. No apareciste, así que al final Katsudon iba a ir sólo, pero...

Cogí la bandana de la mesa y me la ate en el brazo libre de tatuajes mientras escuchaba hablar a Hanabi. Es verdad que no aparecí. Ni tenia intención de hacerlo. Como había dicho, si no fuera por Datsue...

»Desgraciadamente, no tenemos una comunicación muy asidua con el País del Hierro. Pero necesitan saber de las últimas noticias. No sabemos si los Generales de Kurama tratarán de hacer algo en aquella lejana isla, pero desde luego como mínimo tenemos que contarles lo de la Alianza. Desde la formación de las Tres Grandes, aunque distantes y solitarios, han sido unos buenos amigos de todos los shinobi. Katsudon sale mañana a las cinco de la mañana de viaje para allá, para hablar personalmente con el líder de los samurai.

»Quiero que vayas con él, Reiji. Ve, vive la experiencia. Tú que eres usuario de Kenjutsu, aprende lo que puedas de ellos. Crece, y encuentra tu camino. A veces, para seguir la senda shinobi, uno debe de apartar un poco la vista de él.

Vaya. Qué rápido volvía al trabajo. Y una misión tan importante como aquella. Me dejó un poco sin palabras y descolocado. Sobretodo por que Datsue dijo que me ayudaría a ser mas fuerte, pero si me tenia que ir de un día para otro... Miré a Datsue confuso, y Hanabi también le dirigió la mirada aunque por otros motivos.

Siempre tú, Uchiha Datsue. Siempre tú —dijo—. Que hayas convencido y ayudado a centrarse a este muchacho te honra la placa de jounin que cargas en el brazo, muchacho. Gracias, de corazón.

»Cuando Reiji se vaya, quiero que te quedes. Tengo algo importante que hablar contigo.

La atención volvió de nuevo a mi en un abrir y cerrar de ojos. Y seguía tan confuso como al principio. ¿Que debía hacer? En realidad la respuesta era obvia y aún así...

"No eres el cobarde que dices ser"

Cerré un segundo los ojos antes de responder, respiré hondo y recordé la voz de Sakura.

Si confía en mi para esta misión, no puedo decirle que no. Iré. —Y volveré. Por la confianza que todos estaban depositando en mi, me juré que completaría esa misión con éxito. —Aunque no creo que a las cinco de la mañana haya mucha gente en la puerta... No recuerdo haber visto nunca a Katsudon. ¿Como le reconozco?
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#10
Datsue devolvió la mirada a Hanabi, entre intrigado y nervioso. Nervioso, sí, porque su relación había sido algo complicada en el pasado. Si es que se podía llamar simplemente complicada a que un Kage te estampase un tsunami en la cara por culpa suya. Aquel día Datsue había perdido su placa dorada. Por no hablar de cierta fatídica noche en la que el propio Uchiha había tenido pensamientos poco menos que homicidas contra él cuando un hombre llamado Yubiwa se presentó en su casa.

Sí, quizá la palabra complicada se quedaba algo pequeña. Por suerte, todo aquello quedaba atrás. Habían parcheado como buenamente habían podido —y sabido— todo lo malo. Y habían llegado cosas buenas también. Hanabi había dado la cara por él, había hecho mucho por él. Tanto, que el Uchiha todavía se sentía en deuda. Una de esas que difícilmente eran pagadas en toda una vida.

Observó, complacido, cómo se le devolvía la bandana a Reiji. No solo había recuperado su status como shinobi, ¡sino que se iba en una misión diplomática con Katsudon! ¡Y al País del Hierro, nada menos! «¡Qué suerte, Reiji!» Imaginaba que era el sueño húmedo para todo usuario de Kenjutsu: visitar la cuna de los samuráis.

Luego devolvió la mirada hacia Hanabi.

Muchas gracias por sus palabras, Hanabi-sama —dijo, agradecido y algo sonrojado. Orgulloso, también. De honrar a aquella placa. Una placa que, tiempo atrás, creyó que había pertenecido a un verdadero profesional.

Pero su tranquilidad pronto se vio interrumpida al ver el rostro de Reiji. Y es que al ver su expresión confusa, por un momento, Datsue creyó que iba a rechazar la propuesta. No porque no quisiese enfrascarse en semejante misión, sino por no creerse preparado. Pero entonces el chico cerró los ojos por un segundo y…

Si confía en mi para esta misión, no puedo decirle que no. Iré.

«¡Eso es, Reiji, joder! ¡Eso es!» ¡Así se hablaba, hostia!

Aunque no creo que a las cinco de la mañana haya mucha gente en la puerta... No recuerdo haber visto nunca a Katsudon. ¿Como le reconozco?

Datsue no pudo evitar reírse.

Imagínate que estás paseando por la Planicie del Silencio y de repente te cruzas, ahí surgiendo de la nada, con una montaña.

»Pues bien, con Katsudon te pasará igual. —Era uno de esos tipos que no necesitaban más descripción. Era verlo, y sabías que no podía tratarse de otra persona que no fuese él.
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Grupo 1:
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#11
Hanabi también rio.

Es tal y como dice Datsue. ¿Alguna vez has visto un Akimichi? Son... grandes. —Por decir algo—. Y no te preocupes. Si no lo reconoces, él te reconocerá a ti.

»Una cosa más, Reiji-kun. No te lo tomes como una misión rígida. Te envío para que veas mundo y aprendas. Para que experimentes algo distinto. Y para que observes. De todas formas, si estando fuera descubres algo que creas conveniente contarnos a Katsudon o a mi... informa. —Le sonrió, y le inclinó la cabeza a modo de despedida.
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#12
Imagínate que estás paseando por la Planicie del Silencio y de repente te cruzas, ahí surgiendo de la nada, con una montaña.

»Pues bien, con Katsudon te pasará igual.

¿Tan grande era aquel hombre? ¿Como algo tan grande iba a aparecer de la nada? ¿Era invisible desde lejos?

Ambos se rieron, aunque yo no termine de pillar el chiste.

Es tal y como dice Datsue. ¿Alguna vez has visto un Akimichi? Son... grandes. —No. Nunca había visto un Akamichi, y si habían hablado de ellos en clase, yo no había prestado atención.—. Y no te preocupes. Si no lo reconoces, él te reconocerá a ti.

Imaginé que estaba informado de que tal vez era posible que yo le acompañara.

»Una cosa más, Reiji-kun. No te lo tomes como una misión rígida. Te envío para que veas mundo y aprendas. Para que experimentes algo distinto. Y para que observes. De todas formas, si estando fuera descubres algo que creas conveniente contarnos a Katsudon o a mi... informa.

¿Si descubría algo que creía conveniente contarles? ¿Yo podía ver algo que ellos no? Aquella frase, pese a la sonrisa de Hanabi, fue rara.

Esta bien. Muchas gracias por todo. —Hice una reverencia.

Me giré hacia Datsue antes de irme. Mi padre tenía razón en una cosa, Hanabi había tenido que soportar mis cabezonería. Sin embargo, quien realmente me había soportado, superado mi cabezonería y ayudado era Datsue.

Antes de irme...Quiero que sepas que también tengo pensado algo para tí, pero como el tiempo es limitado y yo no puedo pararlo... Tendrás que esperar a que vuelva

Luego me dirigí a la puerta, me giré hacía ellos, e hice una reverencia de nuevo antes de salir. Tenia muchas cosas que preparar y el día no tenía suficientes horas.
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#13
Oh, ¿¡en serio!?

Bueno, bueno, no te preocupes, Reiji.

«¿Un regalo para mí? ¡¡¡Dáaaamelo!!!»

Si ya sabes que ha sido un placer charlar contigo. No hay necesidad de regalo alguno.

«Tanto como necesidad, no, pero… Hostia, ¿y qué será? ¿Un nuevo artefacto? ¿Algo inédito y poderoso? ¿Otro brazalete de fantasía?» A Datsue ya se le hacía la boca agua pensando en el amplio abanico de opciones que podía ser.

Pero no debía hacerse demasiadas ilusiones. Mejor mantener las expectativas algo más bajas. Por si acaso.

Entonces, Hanabi-sama —dijo, dándose la vuelta cuando oyó la puerta cerrarse—. Quería hablarme de…
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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