—Cuanta calma...— Murmuré con alivio.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Cuántas horas habrían pasado ya? La noción del tiempo era algo que ya había perdido para este momento, con el cantar del viento y el sonido de la cascada había logrado entrar en un estado de relajación total, mis ojos estaban totalmente cerrados, pensaba en todo y en nada a la vez, pensamiento que llegaba a mi mente, pensamiento que desechaba, porque de eso se trataba, ¿no? Así es como se empezaba a meditar, según algunos libros...

El día en particular se prestaba, no estaba lloviendo, pero no hacía sol, las nubes cubrían el firmamento y mi piel se erizaba con alguna que otra corriente de aires frío que se acercaba. Era difícil no perder la concentración, era difícil no quedarme dormido, ya que en ocasiones mi cuerpo empezaba a entumecerse, mis palmas a hormiguear y mi espalda a doler, pero... ¿De qué servía entrenar el cuerpo y dejar a un lado la mente?

Ese era mi motivo, por eso me encontraba este día aquí, sentado justo en la cabeza del primer Arashikage, Kouta-sama.

¿Cuánto tiempo más podría soportar?

Realmente no sabía cual era el motivo de mi visita a aquel lugar. No sabía el por que había sentido la necesidad de ver aquel lugar. No había nada que me uniera a esos ancestros. Ellos, según los libros de historia, eran grandes maestros del ninjutsu, capaces de realizar devastadoras y espectaculares técnicas. Yo sabía manejar una espada y ya.

Para nada me sentía inferior a los demás por aquello. Hubo un tiempo en que sí, en que mi pequeño defecto me hacía sentir incomodo y solo. Pero al final había sido capaz de encontrar mi propio camino y de caminar por esa senda. Yo no era peor que aquellos grandes ninjas del pasado, solo era diferente. Y también acababa de graduarme, lo que realmente si me hacia inferior a ellos, pero no por que ellos fueran capaces de lanzar complicadas técnicas, si no por que habían cargado con años y años de experiencia y entrenamiento que yo aun no poseía.

Tiempo. Yo tenia confianza en mi mismo, solo necesitaba crecer y hacerme mas fuerte, centrarme en lo que se me daba realmente bien, potenciar mas mis virtudes. Tenia mucha confianza en mi mismo, y tal vez eso pudiera perjudicarme, aunque yo no lo creía así.

Sin fijarme en nada de lo que tenia a mi alrededor, centrado solo en mi mismo, me tumbe sobré la cabeza del antiguo Uzukage a contemplar el cielo, aprovechando que no caía ni una sola gota aun cuando estábamos en los límites del país de la lluvia.

Realmente no esperaba nada de aquel lugar. No al menos algo como una señal de los antepasados o un milagro extraño.

Mi actividad siguió su curso hasta que yo lo decidiera, y estaba empezando a sentir aquel estado de paz interior, o eso pensaba yo, no podía decirlo a ciencia cierta porque sería la primera vez, pero lo que podía asegurar era que me encontraba bastante relajado y calmado, parecía que nada pudiera perturbarme. Respiré profundo y dejé que todo el aire fuese expulsado de mi cuerpo, podía sentir cada parte de mi cuerpo, cada movimiento, cada musculo, cada cosquilleo, adormecimiento o dolor... Era consciente de cada sensación en mi interior, algo que nunca hubiera imaginado.

"Creo que es suficiente por hoy, fue un gran avance" Me animé por ello.

Abrí los ojos lentamente mientras el panorama del Valle del Fin se manifestaba, el fluir del agua seguía siendo el fondo de mi momento, de mi estado de alivio... Me sentía bien conmigo mismo y con mi entorno. Me puse de pie lentamente y entonces estiré todo mi cuerpo, dejando atrás todas aquellas sensaciones.

Rápidamente me tope con la imagen de la cascada y me acerqué al borde e la estatua para ver como surgía la espuma por la caída del agua, ver el fondo del pozo me hizo traer una única imagen que rondaba en mi cabeza, uno que no me aquejó en mi momento de meditación, sin embargo, ahora estaba rodando por mi mente y no podía desecharla.

—Aiko...— Murmuré lentamente con un tono melancólico. "Resiste un poco más" Me dije con pesar, ¿cuánto tiempo más debía resistir? ¿Cuánto tiempo nos tomaría ejecutar el plan de rescate?

Sacudí mi cabeza de lado a lado tratando de no quedar engullido por el mismo remolino de preguntas que me atrapaba cada vez que pensaba en ello.

Sin pensarlo, sin saber porqué, flexioné mis rodillas y salté de lleno al agua, sería cuestión de segundos que ésta me abrazara.

Una caída desde un lugar como aquel podría suponer una muerte rápida pero dolorosa si te golpeabas contra alguna roca o contra el suelo. Sin embargo, si caías al agua a lo que aspirabas era a partirte un par de huesos o quizás quedarte invalido. Por muy soldado entrenado que fueras. Por eso, suicidarse saltando desde una de las estatuas de los Kages parecía una tremenda estupidez y jamás llegó a comprender lo que sucedió frente a mis ojos.

Como allí no había nadie más, no fue difícil escuchar el ruido de alguien precipitándose al vacío y chocando contra las frías aguas de aquel lago. Además de que el sonido del golpe asusto a los pájaros de la zona y no pude evitar sentir curiosidad.

—Creo que esa ha sido la forma mas lamentable de intentar suicidarte que he visto en mi vida. Eso o se trata de algún masoca al que le gusta el dolor, por que vaya, una caída así duele, por mucho que el agua parezca blandita.

De todos modos ¿Quién era yo para juzgar a nadie? Era la primera vez que visitaba el valle del fin. Y oye, era un nombre apropiado para un sitio al que ir a suicidarse, la muerte era el fin de la vida. Y Aunque sabia de sobra que su nombre no se debía a eso, aquel pensamiento comenzó a sembrar en mí algunas dudas.

—¡Oye! —Le grité al chico desde las alturas, al fin y al cabo, gritarle era la única manera de comunicarme con él. —¡Hay meneras mejores y menos indoloras de encontrar la paz, si quieres, yo mismo puedo ayudarte!

Sentí el vacío al caer, abrí mis brazos y mis piernas para disfrutar de aquella sensación, miraba fijamente el agua en dónde caería y antes de caer acomodé mi cuerpo longitudinalmente, mis manos se unieron y estos serían lo primeros en entrar, para abrir la tensión superficial y evitar cualquier daño.

El agua estaba helada, como imaginaba, rápidamente mi piel se erizó y sentí como todos mis músculos parecían engarrotarse, patalee y aproveché la propulsión para bucear un poco, cuando empezaba a faltarme el aire subí por un poco más de oxigeno y entonces miré el lugar desde dónde me había lanzado, ¿cuantos metros habrían?

—¡Oye! — Escuché el grito de un chico que ubiqué rápidamente en la testa de la estatua del Uzukage.

Con la ayuda del chakra mi cuerpo fue emergiendo lentamente mientras mis orbes seguían atentas a las palabras del desconocido.

—¡Hay meneras mejores y menos indoloras de encontrar la paz, si quieres, yo mismo puedo ayudarte!

¿Meneras? ¿Había dicho meneras? Repasé mentalmente sus palabras y sí, así lo había dicho, reí con gracia. —Creo que se dice MANERAS!— Vociferé, no quería pelear, pero una corrección no vendría mal.

"Supongo que me habrá visto meditando" Recapacité al analizar sus palabras. —¿Cual es tu manera de alcanzar la paz?— Cuestioné mientras juntaba mis manos alrededor de mis labios para que el mensaje llegara correctamente, no quería que mis palabras se fueran con el viento.

—Creo que se dice MANERAS!

¿Se me había escapado una palabra mal? Mmm Podría ser, tampoco es que yo fuera un experto dramaturgo, y desde luego era un ser humano, y como tal, solía equivocarme. El que no parecía un ser humano era él. Por muy fuerte que estuviera, por mucha resistencia a los golpes que hubiese entrenado, esa altura era demasiada como para ni tan siquiera sentir dolor. Como poco debía haberse roto un par de huesos, pero el tío parecía no inmutarse.

—¡Justo eso!

—¿Cual es tu manera de alcanzar la paz?

Pues la mas rápida, eficaz e indolora de todas ellas. Claro que, no había ninguna que fuese indolora en su totalidad, al final, la paz era un alto en el camino, una parada para descansar que se alargaba por mucho tiempo. Yo no necesitaba ese tipo de paz conmigo, pero ese chico parecía desesperado por encontrarla.

—¡Sera mejor que te acerques a la orilla y que yo baje, hablar gritando no esta bien, y menos en un lugar sagrado como este!

Con suerte, incluso podía evitar alguna desgracia. Así que descendí por la estatua poco a poco y con cuidado, yo no estaba tan loco como para querer romperme un par de huesos contra el agua.

Dejando a un lado el error sobre la pronunciación de la palabra, este chico sugirió un acercamiento para lograr una mejor charla y así poder decirme su forma de meditar, o cualquier otra actividad que hiciera para alcanzar un mayor estado de calma y concentración.

—Voy!— Anuncié mientras caminaba lentamente al borde del lago. Todo mi cuerpo estaba empapado y mi piel se erizó irremediablemente cuando se vio atacada por pequeñas ráfagas de viento que hicieron que el frío calase muy dentro.

Una vez en la orilla miré hacia la estatua del Uzukage, buscando la figura del muchacho, me senté a esperar a que llegara mientras frotaba mis brazos con mis manos.

"Es raro encontrase a alguien con vestimenta totalmente tradicional..."

Bajé de la estatua con bastante cuidado. No es que mi control del chakra fuese malo pese a mi pequeño problema, pero claro, no tenia intención de matarme por un pequeño accidente de caída desde la estatua del Uzukage. Seria una muerte demasiado irónica.

Al llegar abajó busque con la mirada a mi nuevo amigo el suicida, y lo encontré sentado en la orilla frotándose los brazos. Caminé hasta donde se encontraba, pero me quedé a una distancia prudencial cuando estuve más cerca de él.

—¿Qué eres?

Fue todo lo que alcancé a decir cuando le vi más de cerca. No, yo no estaba loco ni mucho menos, pero ese tío no era humano. Ni el atleta mejor entrenado podría salir de un salto así intacto, pero allí estaba él, con todos los huesos en su sitio, sin ningún rasguño. No, eso definitivamente no era normal.

Llevado por el instinto, puse mi mano izquierda sobre la empuñadura de la espada, pero claro, si aquel salto no le había hecho ningún rasguño ¿Le afectarían los cortes? Igual el tío tenia acero debajo de la piel, o algo mas fuerte que el acero, y cuando intentará cortarle, mi espada se partiría en dos. ¿Y si todo aquello era verdad? ¿Querría matarme por descubrir su secreto?

Aquel sujeto tardó lo necesario para descender de la forma más segura desde la estatua, por lo que no seguí todo su trayecto con mi vista, intercalaba observando las figuras de los antiguos kages y cualquier otra cosa, solo debía esperarle. Cuando finalmente descendió, se acercó a mi, pero se mantuvo a unos cuantos metros de distancia, solo por su seguridad, o eso intuí.

—¿Qué eres?

—¿Cómo?— Repetí alto, no es que no le hubiera escuchado, es que la pregunta creaba duda. —¿Que qué soy?— Pregunté ahora incrédulo, ¿tendría este chico algún problema? —¿Tú qué crees que soy?— Dije mientras me ponía de pie y le miraba totalmente a los ojos esperando alguna magnifica explicación o algo realmente estúpido que justificase su acción.

Entonces el sujeto no se sintió muy a gusto, quizá se sentía amenazado o que sé yo... El punto era que ahora su siniestra descansaba en la empuñadura de su katana. —Tranquilo, no busco pelear.— Traté de calmar los ánimos, después de todo no tenía ningún tipo de intención de agredirle, no había un motivo para hacerlo. No obstante, me mantuve atento a sus movimientos.

—¿Cómo?¿Que qué soy?¿Tú qué crees que soy?

¿Estaría fingiendo? Tal vez intentaba disuadirme de mis ideas extrañas respondiendo a mi pregunta con preguntas. Pero aunque a veces lo pareciera, yo no era tan tonto ¿O sí? El caso es que no me fiaba ni un pelo de él. Quien sabe, tal vez Amegakure estuviera creando alguna especie de super guerrero indestructible. ¿Intentaría matarme si salía a la luz su secreto?

—Pues no lo sé, pero desde luego no eres humano. Un humano no sale intacto de una caída como esa, por muy experto en “Salto desde estatua” que sea. Tu estas ileso, ni siquiera parece que te duela nada. Eso no es nada normal.

—Tranquilo, no busco pelear.

Já. Pues claro que no, él quería eliminarme antes de que hubiera una pelea. Pero eso no iba a pasar, yo no lo iba a permitir. Estaba loco si creía que me iba a tragar sus mentiras, y mucho más si creía que me iba a dejar matar. Ahora, yo también sabia mentir un poquito.

—Ajá, buscabas suicidarte tirándote desde la estatua y al final has descubierto que tu cuerpo esta hecho de roca, ¿No? —Dije en tono sarcástico.

"¿Este sujeto qué piensa que soy? Seguramente un monstruo o algo similar" Me dije al escuchar lo referente al salto desde la estatua del kage.

A pesar de que le comenté que no quería pelear, él se mantuvo con su mano en la katana, listo para atacar o defenderse en cualquier momento, mostraba malicia... No obstante, al parecer había malinterpretado las cosas. ¿Yo? ¿Suicidarme?

—A ver, primero que nada no me intentaba suicidar.— Aclaré rápidamente, pero... ¿Qué hubiera pensado yo sí hubiese visto lo contrario? —Segundo, no soy un monstruo ni nada por el estilo, lo de la caída pues...— Dudé, no es que ocultase algo, sino que aún no entendía el punto de este sujeto. —Es cuestión de saberse tirar, y mi cuerpo no me duele como para estar quejandome por ello.— Justifiqué sin más.

—En realidad estaba meditando y luego salté al agua... Pensé que te referías a una mejor manera de encontrar la paz, similar a la meditación.— Y luego de decir esto me volví a sentar, esperando a que el chico intentase mantener la calma y su mano alejada de su espada...

—Y tú, ¿Qué haces aqui?

—A ver, primero que nada no me intentaba suicidar.—

—Me he dado cuenta...

No pude evitar pensarlo en voz alta. La verdad es que no me importaba mucho ya, el por que se había tirado desde la cabeza de la estatua hasta el lago. Sobretodo si sabía que no se iba a hacer nada. Pero eso no le restaba importancia a ese mismo hecho. Al fin y al cabo era imposible que nadie saliera ileso de eso. Bueno, tal vez si estabas expresamente entrenado para ello... Pero por mas que miraba al chico de arriba a abajo, menos me parecía un profesional del salto de estatua.

—Segundo, no soy un monstruo ni nada por el estilo, lo de la caída pues...Es cuestión de saberse tirar, y mi cuerpo no me duele como para estar quejandome por ello.—

—Ya...Claro...

Yo seguía en mis trece, escéptico como nadie. Y no pensaba apartar la mano de mi espada. Si podía salir ileso de aquello, bien podría hacer otras cosas peores.

—En realidad estaba meditando y luego salté al agua... Pensé que te referías a una mejor manera de encontrar la paz, similar a la meditación.—

—Al ser una caída mortal para casi cualquier persona corriente y algo dañino incluso para un ninja de rango medio-alto, pensé que intentabas buscar otro tipo de paz... Pero ya veo que no...

—Y tú, ¿Qué haces aqui?

—He venido a encontrarme con mis ancestros, los de mi estirpe pueden comunicarse con los espíritus mediante nuestras técnicas secretas, y he venido a ver si podía hablar con el antiguo Kage.

Mentí. Pero aquel juego estábamos jugando los dos. Si el podía salir ileso de una caída como esa por que sí, por que sabia como saltar, yo podía hablar con los fantasmas, por que mira, por amor al chakra. Así parecía que iban a tener que ser las cosas con el extraño chico pelirrojo con la bandana de Amegakure.

A pesar de que explique con la verdad mis acciones y puntos de vista, este sujeto parecía incrédulo de lo que decía, en ningún momento soltó la espada, en realidad no quise seguir justificando nada sí a la final no mostraba el más mínimo interés de creerlo. Por eso intenté llevar la conversación hacia otro curso, cambiar el tema y dejar todo ese malentendido atrás.

Este muchacho respondió que acudió a un encuentro con sus antepasados, explicando que tenía habilidades o técnicas que le permitían comunicarse con espíritus, cuando lo escuché quedé totalmente sorprendido por ese tipo de capacidades —¿En serio? Eso es fenomenal! ¿A que clan perteneces?— ¿Qué clase de familia sería esa? No recordaba ningún rumor sobre personas con ese tipo de habilidades. —Por cierto, ¿Cómo te llamas? Yo soy Inoue Keisuke, un gusto.

—¿En serio? Eso es fenomenal! ¿A que clan perteneces? Por cierto, ¿Cómo te llamas? Yo soy Inoue Keisuke, un gusto.

El hecho de que quisiera cambiar de tema de esa manera no hacia mas que acentuar mi desconfianza. ¿Por qué tanta insistencia a ocultar como había salido ileso de aquella caída? ¿Por qué ocultar que no era un ser humano? ¿Acaso las espadas si le mataban y no quería enfrentarse a mí? ¿Tal vez cambiaba de tema para que me relejara y alejara la mano de mis armas y entonces sorprenderme?

Fuere como fuere, no pensaba relejarme, y mucho menos pensaba separar mi mano de la empuñadura de mi espada, pues a cada rato que pasaba, menos me fiaba de aquella persona que se hacia llamar Inoue Keisuke.

—Sasaki Reiji, del clan Sasaki.

No éramos enemigos, pero tampoco amigos, con mi nombre y mi apellido había dado suficiente información a un desconocido. Como poco, la misma que me había dado él.

"Sasaki... No lo he escuchado"

Sasaki Reiji, así se nombró mi acompañante poseedor de aquella katana, quien se mantenía igual de tenso que antes, no parecía querer bajar la guardia, demostraba que no estaba cómodo, era algo que me molestaba. —Oye... Estaba pensando...— Dije con un tono un tanto dudoso, era un poco arriesgado lo que diría a continuación. —Sí vas a realizar esa técnica con para comunicarte... ¿Me dejarías ver una vez la hayas hecho? Digo, sé que es delicado ver las técnicas secretas de otros clanes, pero es que me parece totalmente increíble eso que dices que puedes hacer.— Y entonces lo dije, probablemente se negase rotundamente, pero sí no le preguntaba hubiera sido una negativa sin oportunidad a la duda...

—Por cierto, estás nervioso porque sientes algún mal augurio o similar?— Cuestioné de una manera indirecta, no quería ser tan evidente. —Es que te ves un poco tenso, o incómodo mejor dicho.