—… de pasada —No sabía por qué, pero no terminaba de creerse eso y puede que sea por ese suspenso que dejó justo antes de agregar eso último, pero no le daría ninguna importancia. Lo que siguió a continuación sí valía la pena en cierto aspecto, aunque todavía no se sentía muy cómoda explicándole con detalles todo lo que ocurre con los Sakamoto…

—Sí… Sobre eso… —No podía ocultar los nervios, ni en su tono ni en sus acciones ya que ahora estaba algo perdida sin saber a dónde mirar con tal de no mirarle a los ojos. —Otro día te cuento, lo mejor es que vayas a casa a descansar, seguro que la estás pasando mal con ese dolor de barriga tuyo. —Respondió finalmente terminando con una risa nerviosa y una sonrisa claramente forzada.

Lo peor era que si se quedaba allí mismo seguramente se vería expuesta a más preguntas, un interrogatorio completo por parte del Uchiha que ella no sabría cómo responder por lo que no le quedaba de otra.

—Ve a casa y cuídate, mañana iré a verte. —Comentó alegre antes de acercársele y darle un fugaz beso en los labios… Básicamente fue un toque entre bocas y ya.

Tras ello si es que no la atrapaban se iría lo más lejos posible, probablemente a casa donde estaría segura por un rato aunque visto desde otra perspectiva, eso suponía correr el riesgo de que Haskoz la siguiera y se viera expuesto a aquellas otras. «¿¡Y cómo mierda hago para que no se acerque!?»Y por mucho que lo pensaba nada se le ocurría, de todas formas, se estaba alejando de él, o eso creía.

—Sí… Sobre eso…

Haskoz no había visto tan nerviosa a Noemi en toda su vida, y eso era decir mucho. ¿Qué sería lo que le daba tanta vergüenza decir? ¿Qué era lo que intentarían hacer sus hermanas si lo veían? Por el momento, no tenía ni idea. Pero si algo sabía, eso era que le estaban entrando cada vez más ganas de averiguarlo.

—Otro día te cuento, lo mejor es que vayas a casa a descansar, seguro que la estás pasando mal con ese dolor de barriga tuyo.

—Eh… —Mierda, la maldita excusa de antes—. Pues un poco, sí… —No lo dijo muy convencido. Quería preguntar más. Quería sonsacarle algo más a Noemi, pero ella se escabulló antes de que eso pasase, despidiéndose de él con un beso fugaz, y prometiéndole que iría a visitarle mañana.

¿Mañana? Joder, tengo la casa hecha un desastre.

—Te estaré esperando —optó por decir—. ¡Adiós!

Se quedó contemplando la silueta de Noemi, que se difuminaba cada vez más en la lejanía, hasta que ya no fue capaz de distinguirla y suspiró, dando media vuelta. Tendría que ponerse las pilas en lo que quedaba de tarde. Lo primero sería recoger la ropa sucia y echarla a lavar, luego hacer la cama, lavar la pila de platos que tenía desde hacía una semana y pasarle una fregona al suelo. Si le daba tiempo, si eso, limpiaría el polvo. Entonces resopló.

Con lo relajado que vivía de soltero…