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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
La puerta del despacho de la Arashikage se abrió de golpe, de un portazo. Yui levantó la vista dirigiendo su mano discretamente al portaobjetos, pero la retiró en cuanto vio quién se personaba ante ella.

Uzumaki Shiona caminaba hecha una furia, con el pelo revuelto y mojado y aquellos ojos de color púrpura destellando una ira más bien roja. De tres zancadas alcanzó la silla enfrente del escritorio de su homónima, la arrastró hacia atrás, y grácilmente se sentó. Chocó el puño contra la madera, que a punto estuvo de hacerse añicos, y clavó su mirada sobre la de Amekoro Yui, que cerró los ojos y dio un suspiro tras su máscara de gas.

Debo suponer —dijo Yui—. que no te has tomado muy bien lo de Kusagakure.

Hubo un tenso silencio, roto sólo por el repiqueteo de las gotas de lluvia contra las cristaleras detrás de la Arashikage.

¿Tomado bien? ¿Tomado bien? ¿Tú sabes lo que has hecho? —espetó una enfurecida Shiona.

No me lo pienso ni un instante en decírtelo: acabar con los traidores, con todos y cada uno de ellos.

¿Es esto todo el respeto que me tienes, Yui?

Al contrario, Shiona-dono. Te agradezco aquella carta que trajo el muchacho, ¿cómo se llamaba? Reisei. Y pensar que cuando propusiste el Pacto me pareció una idea cojonuda... Confiaba en vosotros, pero había uno en el que no se podía confiar. Kenzou. Esa sabandija. Así que el Kyuubi... Tenían al puto Kyuubi, y no nos habíamos dado cuenta.

¿Dónde está el colgante? —inquirió Shiona con apenas una gota de paciencia.

¿Qué colgante? No encontramos ningún colgante. Debió haber quedado destrozado, como todo lo demás —Yui arqueó una ceja, genuinamente sorprendida.

Creo que no mientes, y más vale que eso sea así. Si no...

Yui se levantó de golpe y atizó la mesa con las palmas de las manos.

Si no, ¿qué? ¿Tú y cuántos más?

Shiona suspiró.

Sabes que me gusta el orden, la paz, la estabilidad. No vengo a declarar una guerra. Pero lo que has hecho es muy grave. Eran traidores, era obvio que había más que sabían de los planes de Kenzou que el propio viejo, pero has matado a todos, Yui. Niños. ¡Niños!

Niños que crecerían y se alzarían contra nosotros por derrocar a su kage. Niños que provocarían una guerra. He vivido demasiadas, Shiona. Demasiadas. A veces, la fuerza y la supremacía es la mejor opción.

Shiona bajó la cabeza y asintió.

Debiste esperar y reunirte conmigo. Has cometido un crimen imperdonable. Has traicionado a nuestros ancestros.

El bijuu.

El bijuu —asintió Shiona.

Diremos que lo hizo el Kyuubi. Que Kusagakure intentó controlarlo, que no pudieron. Que a falta de jinchuurikis compatibles ni recipientes adecuados, lo destruímos, no sin bajas, retrasándolo. Nuestras aldeas mantendrán la reputación. Solo yo y mi servicio de inteligencia y tú y tu servicio de inteligencia conoceremos la verdad, y los mantendremos controladitos y calladitos.

Claro que haremos eso —espetó Shiona, endureciéndose—. Pero solo porque si no, no voy a poder controlar a la avalancha de gente que querrá venganza por tu asquerosa, sucia y repugnante maniobra, imbécil. Ni siquiera entre los de tu propia aldea.

Yui contuvo el deseo de matar a Shiona allí mismo.

Supongo que...

El Pacto queda disuelto, Yui. Nos ocuparemos de nuestros asuntos. No hay alianzas contigo. No hay cuartel. —Shiona se levantó, y caminó hacia la puerta con aire decidido.

Yui entrecerró los ojos.

No hay alianzas. No hay cuartel.
[Imagen: MsR3sea.png]

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