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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Si alguien la ve, se lo haremos olvidar a hostias —resolvió Kaido.

Simple, directo como las fauces de un tiburón. Y antes de que Ayame tuviera siquiera tiempo de responder, Yui le respondió con el mismo ímpetu.

¡Eso es, joder, eso es! —bramó La Tormenta. Y un fuerte vaivén obligó a Ayame a agarrarse con fuerza a lo primero que pilló. ¿Esa sacudida había sido cosa de Yui o un bache en el camino?—. A dar hostias. Hostias tengo ganas de dar. En cuanto lleguemos a Yukio, nos vamos directos a por ese hijo de puta de Maimai. O esa hija de puta. Quién sabe qué es —añadió Yui, chocando uno de sus puños contra la palma de la mano—. Y le damos de hostias hasta que confunda la izquierda con la derecha. ¡¡JA!!

Ayame se adelantó. Parecía que le iba a tocar interpretar el papel de la prudencia en aquel explosivo grupo.

Antes de dar... hostias, Yui, creo que deberíamos andarnos con cuidado —intervino, conciliadora, intentando aplacar aquellas peligrosas chispas. Un paso en falso y podrían salir todos despedidos por los aires. Entonces bajó un poco más la voz, para evitar que oídos indeseados pudiesen escucharla—. No sabemos quién es Maimai, ni tampoco sabemos dónde está ese hotel, si es que de verdad existe, como tampoco sabemos si alguno de los Generales de Kurama anda por ahí. Lo primero que tenemos que hacer es recabar información, no entrar como un tifón destruyéndolo todo y poniendo los focos sobre nuestras cabezas.

«Por Amenokami, ¿dónde me he metido?» Sollozaba para sus adentros.

Ayame era una kunoichi de tácticas más bien calmadas. Ella era de entrar con subterfugios, ocultarse, engañar al otro, tal y como hizo en Coladragón. Ella no estaba acostumbrada a las fuerzas explosivas que esgrimían sus compañeros y que tan peligrosas le parecían.
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No respondo dudas por MP.
#32
Oh, cuánto extrañaba el gyojin esto. Estar así junto a Yui. Eran como unir a un tifón y a una intensa marea y que sus energías se convertían en una peligrosa fuerza de respuesta que amenazaba con arrasar todo a su paso tal y como lo hace una bijuudama. No obstante Shanise tenía que haber sido consciente de que, entre tres Hōzuki, tendría que haber uno que representara el equilibrio en su densidad, entre tanta masa de agua. Ese papel lo jugaría Ayame. Esta no iba a ser la primera vez en la que la guardiana iba a tener que intervenir para calmar a la Tormenta, y a su hijo; y reconducir así el curso de la misión. Porque la realidad es que, si fuera por ellos dos, lo más factible era tirar la puerta y destruir a todos aquél que se interpusiera en su camino.

Lo primero que debemos hacer para evitar que los focos se postren sobre nuestras cabezas, como tú dices, es ocultar tu linda carita. Entiendo que sigues siendo un objetivo principal para Kurama y sus esbirros, no? Y que eres la más reconocible de los tres. Usaras henge toda la misión?
#33
¡Oh, DIOSES! ¿Es que no había nadie en todo Oonindo dispuesto a dejarle al menos un POQUITO de diversión? ¡Bah! De Ayame se lo esperaba, al fin y al cabo estaba a cargo de Shanise, y ella era igual. Seguro que le estaba enseñando bien. A ser prudente. ¿¡Pero de Kaido!? ¿¡DE KAIDO!?

Yui se inclinó hacia adelante clavando la vista en los dos alternativamente, pero en el fondo y aunque ella no quisiera admitirlo, también había cambiado. Desde el ataque de Dragón Rojo, ya no tenía la misma energía. No de la misma forma. No, Shanise tenía razón. Ayame tenía razón... Kaido tenía razón.

Tenía que centrarse en aportar cosas.

Un Henge no Jutsu puede ser traicionero, lo mejor es emplear una buena capa con capucha, una máscara —refunfuñó, enseñándoles la que había traído ella y volviéndosela a guardar en la túnica—. Y caminar por ahí como diciéndole al mundo: eh, tú, gilipollas, ¿a qué estás mirando? Métete en tus propios asuntos —Yui sonrió y se cruzó de brazos—. Por supuesto, trataremos de no llamar la atención, y yo me pondré la máscara en cuanto lleguemos.

»Pero no esperéis que sea suave con el gobernador, si ese hijo de puta ha vendido MI Yukio al puto zorro. —Gruñó y apretó los puños—. Santos dioses, voy a cortarle las nueve colas, una a una, y si tiene diez, esa también la cortaré.
#34
Lo primero que debemos hacer para evitar que los focos se postren sobre nuestras cabezas, como tú dices, es ocultar tu linda carita —argumentó Kaido, encendiendo las mejillas de la aludida—. Entiendo que sigues siendo un objetivo principal para Kurama y sus esbirros, ¿no? Y que eres la más reconocible de los tres. ¿Usaras henge toda la misión?

Ayame abrió la boca para responder, pero Yui se le adelantó. Se inclinó hacia delante, clavando la mirada de sus fulgurantes ojos en ambos de forma alternativa.

Un Henge no Jutsu puede ser traicionero, lo mejor es emplear una buena capa con capucha, una máscara —refunfuñó, mostrándoles la que había traído ella momentáneamente antes de volver a guardársela en la túnica—. Y caminar por ahí como diciéndole al mundo: eh, tú, gilipollas, ¿a qué estás mirando? Métete en tus propios asuntos —Yui sonrió y se cruzó de brazos, pero Ayame volvió a torcer el gesto. Ya debían conocerla lo suficientemente bien como para saber que ella no era de caminar de esa manera. Simplemente, no le salía.

El problema es que ninguna capucha ni ninguna máscara podrá esconderme frente a un General, en caso de encontrarse alguno en Yukio —intervino, y su semblante se ensombreció notablemente. Agachó la mirada—. Precisamente, la primera vez que me sorprendió Kuroyuki, precisamente me estaba escondiendo bajo una capucha y un antifaz. Fue después de lo del Examen de Chūnin, y no quería llamar la atención de nadie que pudiera reconocerme... —se excusó, encogiéndose de hombros—. Pero no sirvió de nada. Ni siquiera había pronunciado palabra para que pudiera reconocer mi voz. Simplemente, vio a través de mí. No sé cómo lo hizo pero...

Por supuesto, trataremos de no llamar la atención, y yo me pondré la máscara en cuanto lleguemos. Pero no esperéis que sea suave con el gobernador, si ese hijo de puta ha vendido MI Yukio al puto zorro —gruñó, apretando los puños—. Santos dioses, voy a cortarle las nueve colas, una a una, y si tiene diez, esa también la cortaré.

Ayame tragó saliva con cierto esfuerzo.

¿Vamos a hablar con el Gobernador de Yukio? —preguntó.
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#35
Yui tenía un buen punto. Para qué desgastarse física y mentalmente con el henge si siempre se podía poner una capucha y una máscara. Además, una de las razones por las cuales Kaido pensó en idear el Otamira fue precisamente para no ser víctima de esas debilidades propias del henge, que aunque se trate de una técnica sencilla y básica, para este tipo de misiones resulta de mucha utilidad. Lastima que no pensó antes en que, quizás, podría habérsela enseñado a Ayame. Pero también era cierto que no hubiera podido saber que la iban a necesitar, porque ninguno imaginó —y hablaba también por Ayame—. que iban a estar junto a nada más y nada menos que Amekoro Yui en un vagón de tren camino a Yukio, hablando acerca de cortarle las nueve colas —o diez; según qué se cuente—. a ese zorro con aires de emperador.

Kaido rió por el comentario de Yui, como no podía ser de otra forma. Él mismo fantasearía con la idea de ayudar a su sombra con esa tarea personalmente. Pero, tiempo al tiempo. En ese aspecto Ayame llevaba la razón, de que lo mejor era averiguar con certeza de que la influencia de Kurama había llegado, efectivamente, hasta las altas esferas de poder de Yukio. Además, por lo que contaba su compañera según pasadas experiencias con una de las Generales, algo le decía que, de estar alguno de ellos allí en la ciudad, no iban a tardar mucho en encontrarse.

Quizás es capaz de sentir la presencia de Kokūo en tu interior? ... es lo único que se me ocurre. Tú no puedes hacer lo mismo cuando estás con Datsue, por ejemplo? —indagó el escualo.
#36
Sí, Ayame, vamos a hablar con ese hijo de puta gordinflón y a sacarle todo el jugo, como a una naranja —sonrió Yui—. Si sabe algo, hablará. Si ha vendido la ciudad a Kurama, morirá. Simple.

La mujer suspiró.

»No he venido a esta misión con vosotros por gusto —continuó, seria—. A mí no será capaz de torearme. Y respecto a lo de los Generales, Ayame, si llega el caso de toparnos con uno, ya no hará falta que te escondas. Esta orden es mía.

»Quiero que estéis preparados, porque si aparece un General, está dentro de los planes capturarlo y llevarlo de vuelta a Amegakure para interrogarlo. Y si no podemos, acabaremos con él. ¿Eran ocho, no? Llevamos dos fuera; todo lo que podamos mermar las fuerzas de ese zorro será bueno. —Yui se cruzó de brazos y echó la vista al techo—. En cualquier caso, Kaido, Ayame, lo que más nos preocupa es que están en nuestro país. A unos días de Amegakure. A unos días de Shinogi-to. ¿Entendéis qué es lo que significa eso?
#37
¿Quizás es capaz de sentir la presencia de Kokūo en tu interior? Es lo único que se me ocurre. ¿Tú no puedes hacer lo mismo cuando estás con Datsue, por ejemplo? —indagó Kaido.

Pues... es posible que sea algo así —supuso Ayame, llevándose una mano al mentón. Aquello le había iluminado una nueva idea en la cabeza. Una idea peliaguda, pero una idea al fin y al cabo—. Pero no, yo no puedo hacer algo así. Si no, hubiese sabido desde el principio que Datsue y Akame eran el jinchūriki de Shukaku y que Juro lo es de Chōmei.

Yui se adelantó entonces para intervenir:

Sí, Ayame, vamos a hablar con ese hijo de puta gordinflón y a sacarle todo el jugo, como a una naranja —sonrió, mostrando aquellos peligrosos dientes afilados como navajas—. Si sabe algo, hablará. Si ha vendido la ciudad a Kurama, morirá. Simple.

»No he venido a esta misión con vosotros por gusto. A mí no será capaz de torearme.

Y si había algo que a Yui se le daba especialmente; eso era, precisamente, obtener la información que deseaba. No de una forma sigilosa, porque la Tormenta no podía serlo, sino más bien con el miedo de su sola presencia. Eso era algo que Ayame sabía bien.

Y respecto a lo de los Generales, Ayame, si llega el caso de toparnos con uno, ya no hará falta que te escondas. Esta orden es mía.

Ella asintió, lentamente y más seria que nunca.

Entendido.

Quiero que estéis preparados, porque si aparece un General, está dentro de los planes capturarlo y llevarlo de vuelta a Amegakure para interrogarlo. Y si no podemos, acabaremos con él. ¿Eran ocho, no? Llevamos dos fuera; todo lo que podamos mermar las fuerzas de ese zorro será bueno.

«Sólo esperemos que, de haber algún General, no dé la casualidad de que haya más de uno.» Meditó para sí. Si ya sólo un General había requerido las fuerzas combinadas de un Kage y tres shinobi coordinados por un sello de com...

Ayame se quedó blanca como la leche y se llevó una mano al oído derecho. Con todo lo que había sucedido, se les había olvidado por completo renovar el sello de la hermandad. Llueve Nueve ya no existía. ¡Y ni siquiera había dejado ninguna marca de sangre en Amegakure para volver en caso de emergencia!

Quiso echarse a llorar allí mismo.

En cualquier caso, Kaido, Ayame —Yui se había cruzado de brazos y había levantado la mirada hacia el techo—, lo que más nos preocupa es que están en nuestro país. A unos días de Amegakure. A unos días de Shinogi-to. ¿Entendéis qué es lo que significa eso?

Sí. Por supuesto —respondió Ayame, sumamente sombría. Un paso en falso y el País de la Tormenta sería una nueva Ciudad Fantasma a gran escala. Eso estaba claro. La kunoichi agachó la mirada momentáneamente, reuniendo un valor que no sentía. Se dijo algo para sus adentros y entonces asintió al aire como si estuviese hablando con alguien. Era hora de exponer la alocada idea—: Puede que haya otra forma... —musitó, con un hilo de voz. Y entonces alzó la cabeza hacia Kaido y hacia Yui—. Kurama está esperando a Kokuō. Por eso le dio esas directrices —Hizo una breve pausa, y entonces respiró hondo antes de continuar—. Ella podría tomar mi cuerpo. Hacerle creer que ha cambiado de opinión con respecto a los humanos y aparentar que está con él para obtener información, para lograr acercarnos a él. Podríamos actuar como un Caballo de Kabichi.

Culminó, haciendo referencia a aquella historia antigua en la que unos shinobi habían conseguido ganar una guerra contra Kabichi, una ciudad amurallada e impenetrable, engañándolos para colar un caballo falso en el que se habían escondido para atacar desde el interior.
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#38
Descartada la posibilidad de que Ayame pudiera ser capaz de percibir a un General de la misma manera en la que fue ella descubierta durante aquél acontecimiento en el que su sello fue revertido, Yui compartió con sus polluelos sus verdaderas intenciones. Lo cierto es que la Tormenta estaba indudablemente dispuesta a afrontar los peligros cara a cara. Para ella, ya había sido suficiente. Para todos realmente. La amenazaba estaba demasiado cerca de casa como para no tratar el asunto como debía hacerse: con mano de hierro. Y aplicar la mano de hierro no podía hacerse correctamente mientras uno se escondía tras un velo de subterfugio. A Kaido le quedó muy claro y tras las órdenes de su máxima líder aún más.

Si aparecía un General, su única salida era el calabozo de Amegakure, o la muerte definitiva.

Uhmm. No sé qué pensará Yui sama, pero en mi opinión es una estrategia demasiado arriesgada. Y hablo por experiencia propia, que no digo que en tu caso no vaya a funcionar, pero creo que es momento de mantenernos juntos y purgar a Yukio de una vez por todas —admitió, como quien no quiere la cosa. Si algo había aprendido Kaido de su fatídica etapa en Dragón Rojo, es que, a veces, arrojarse uno mismo a la boca del lobo no era la mejor opción. Ahora, ellos tres juntos, serían más que capaces de levantar la alfombra y limpiar la mierda que lleva escondiéndose allí abajo durante demasiado tiempo.
#39
Yui asintió.

En el pasado, no me opondría jamás a una estrategia directa como la que propones, Ayame, pero deberías tener en cuenta la experiencia jodida por la que ha tenido que pasar nuestro amigo Kaido —dijo—. No, lo ideal sería mantenernos juntos hasta el final, y si nos separamos, que sea como parte de una estrategia conjunta. No abandonaré a otro camarada de nuevo. —Yui clavó los ojos en Kaido, extremadamente seria para ser ella, y le dedicó una significativa mirada. Además de la posibilidad de que la estrategia del topo saliera mal, Yui tampoco terminaba de fiarse de Kokuō. ¿Quién sabe si ese endemoniado bicho acababa por unirse a Kurama? Al fin y al cabo, era su hermano. Ella hubiese matado por su hermano. Se descubrió mirando por la ventana la difusa silueta de Yukio—. Hermano...

Tosió, avergonzada, y sacudió la cabeza.

»Estamos cerca. Deberíamos decidir qué es lo que vamos a hacer primero. Yo ya os digo que iría directa a pedirle explicaciones al Gobernador, y es algo que pienso hacer, pero no tiene por qué ser lo primero. Conozco mis fortalezas y mis debilidades. La estrategia no es lo mío. ¿Alguna idea?
#40
Uhmm. No sé qué pensará Yui sama, pero en mi opinión es una estrategia demasiado arriesgada —Opinó Kaido—. Y hablo por experiencia propia, que no digo que en tu caso no vaya a funcionar, pero creo que es momento de mantenernos juntos y purgar a Yukio de una vez por todas.

En el pasado, no me opondría jamás a una estrategia directa como la que propones, Ayame —coincidió Yui—, pero deberías tener en cuenta la experiencia jodida por la que ha tenido que pasar nuestro amigo Kaido. No, lo ideal sería mantenernos juntos hasta el final, y si nos separamos, que sea como parte de una estrategia conjunta. No abandonaré a otro camarada de nuevo.

Lo entiendo... —correspondió Ayame, agachando la cabeza.

A Ayame se le había ensombrecido la mirada. Por un momento, había olvidado el desafortunado incidente que había sufrido su compañero al intentar infiltrarse en las fauces de Dragón Rojo. Él mismo había sido engullido por su fuego y habían tardado más de un año en rescatarle. ¿Qué sería de ella si Kurama la atrapaba entre sus garras? Se echaba a temblar de sólo imaginarlo...

Y tanto se sumergió en sus propios pensamientos, que tuvo que ser la voz de la antigua Arashikage la que la sacara de su ensimismamiento:

Estamos cerca. Deberíamos decidir qué es lo que vamos a hacer primero. Yo ya os digo que iría directa a pedirle explicaciones al Gobernador, y es algo que pienso hacer, pero no tiene por qué ser lo primero. Conozco mis fortalezas y mis debilidades. La estrategia no es lo mío. ¿Alguna idea?

Ayame miró de reojo a Kaido, dubitativa y esperando que empezara a hablar él. Aunque una parte de ella temía la respuesta que pudiera dar el Tiburón. Conocía el temperamento de su compañero: tan similar al de Yui, tan explosivo como la misma tormenta.

Entonces ella debía adoptar el papel de la lluvia que calmara los ánimos.

Creo que lo primero que deberíamos hacer es tantear un poco el terreno —opinó—. No sabemos cuánto tiempo vamos a estar por allí, así que deberíamos empezar por buscar un lugar donde hospedarnos de manera más o menos... discreta. También deberíamos intentar averiguar algo sobre ese tal Maimai y el hotel Alba del Invierno, si es que de verdad existen.
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#41
Sí, buena idea. Un lugar de hospedaje que nos sirva también como centro de operaciones. Un sitio al que podamos volver para discutir cualquier cosa o reorganizarnos si es necesario —añadió—. respecto a las averiguaciones, y a tantear el terreno, creo que es algo que podríamos hacer en paralelo al primer acercamiento que tengamos con el Gobernador. Creo que ese contacto debe ser inmediato, aunque sin revelar de entrada nuestra mejor carta, que es Yui-sama. Al ser tres, creo que podríamos dividirnos estratégicamente para llevarlo a cabo con clones y demás. Quizás sería conveniente exigir una audiencia en relación a los dos chūnin desaparecidos, asegurar al gordinflón y así exprimirlo como una naranja. Si resulta que canta como una sirena y confirma las sospechas que ya tenemos, al menos estaremos tranquilos de que no tendrá posibilidad alguna de avisar a nadie. Es importante que nuestras presas no se enteren de la Tormenta que se les avecina hasta que les impacte con todo su poder.
#42
Yui resopló. Podía dejar pasar por alto muchas cosas, ¿pero aquella?

¿Nuestra mejor carta? ¿Qué te crees, pedazo besugo, que no soy más que un sello explosivo preparado para estallar cuando vosotros queráis? ¡De eso nada, con el Gobernador tengo que hablar yo! —dijo.

»Estoy de acuerdo, no obstante, en que tenemos que encontrar un lugar seguro. Pero eso va a ser difícil si no sabemos quién es amigo y quien es enemigo.

Los tres estuvieron un rato en silencio. Las horas pasaron, lentas, y a medida que se acercaban a Yukio el vaho se acumulaba en los cristales. Fuera, sólo una inacabable extensión de nieve, y las montañas del Valle Aodori al fondo.

Eh, Ayame. ¿Cómo lo llevas con Daruu? —Yui le dio un codazo a Ayame, sonriente—. ¿Vais a vivir siempre bajo la atenta mirada del águila o vas a echar el vuelo de una puta vez? He oído que ahora sabes invocar halcones.
#43
Sí, buena idea. Un lugar de hospedaje que nos sirva también como centro de operaciones. Un sitio al que podamos volver para discutir cualquier cosa o reorganizarnos si es necesario —coincidió Kaido, para alivio de Ayame—. Respecto a las averiguaciones, y a tantear el terreno, creo que es algo que podríamos hacer en paralelo al primer acercamiento que tengamos con el Gobernador. Creo que ese contacto debe ser inmediato, aunque sin revelar de entrada nuestra mejor carta, que es Yui-sama. Al ser tres, creo que podríamos dividirnos estratégicamente para llevarlo a cabo con clones y demás. Quizás sería conveniente exigir una audiencia en relación a los dos chūnin desaparecidos, asegurar al gordinflón y así exprimirlo como una naranja. Si resulta que canta como una sirena y confirma las sospechas que ya tenemos, al menos estaremos tranquilos de que no tendrá posibilidad alguna de avisar a nadie. Es importante que nuestras presas no se enteren de la Tormenta que se les avecina hasta que les impacte con todo su poder.

Pero Yui resopló, profundamente irritada.

¿Nuestra mejor carta? ¿Qué te crees, pedazo besugo, que no soy más que un sello explosivo preparado para estallar cuando vosotros queráis? ¡De eso nada, con el Gobernador tengo que hablar yo! —Estalló, y Ayame se encogió contra su asiento, acongojada—. Estoy de acuerdo, no obstante, en que tenemos que encontrar un lugar seguro. Pero eso va a ser difícil si no sabemos quién es amigo y quien es enemigo.

«En eso tiene algo de razón...» Meditó Ayame, llevándose una mano al mentón con gesto pensativo, tratando de hacer memoria.

Hace tiempo que no voy a Yukio —Años, de hecho—. Ahora mismo no recuerdo ningún lugar que conociera...

El silencio se extendió sobre ellos como una pesada capa. Ayame iba pensando en los detalles de la misión, y su mente dibujaba mil y un escenarios diferentes con mil y una respuestas posibles. Entendía la urgencia y la gravedad del asunto y eso la hacía sentir abrumada. Y la presencia de dos personas tan ardientes como compañeros, como eran Yui y Kaido, no la ayudaba a calmarse en absoluto.

Eh, Ayame. ¿Cómo lo llevas con Daruu? —Soltó Yui de repente, sacándola tan bruscamente de sus pensamientos que la muchacha casi se dio con la cabeza en la ventanilla cuando dio un brinco.

¿P... Perdón? —preguntó, sonrojada hasta las orejas. ¿Había oído bien o Amekoro Yui, antigua Arashikage de Amegakure y ahora su Sombra, le estaba preguntando directamente por su relación con Amedama Daruu?

¿Vais a vivir siempre bajo la atenta mirada del águila o vas a echar el vuelo de una puta vez? He oído que ahora sabes invocar halcones.

La muchacha se removió en el asiento, terriblemente incómoda, y murmuró un par de frases ininteligibles antes de pronunciar algo con sentido:

S... Sí, ahora puedo invocar halcones. Ese era el medio de transporte que sugerí atrás en Amegakure.

«Mucho mejor que esta chatarra de hierro.» Completó su mente, irritada.

Un hombre llamado Yokuna me dejó firmar el pacto con su familia.
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No respondo dudas por MP.
#44
Kaido alzó los hombros. Eso es lo que pasa cuando al escualo se le inspira la lengua. Cree haber lanzado una verborrea espectacular, para que al final nadie le entienda una mierda de lo que quiere decir. En fin. Tuvo suerte con que Yui cambiara el tema rápidamente. Ahora abordarían la vida platónica de Ayame y Daruu y de su vida conyugal. Kaido miró a la muchacha y alzó las cejas al unísono repetidamente.

¿Vais a vivir siempre bajo la atenta mirada del águila o vas a echar el vuelo de una puta vez? He oído que ahora sabes invocar halcones.

S... Sí, ahora puedo invocar halcones. Ese era el medio de transporte que sugerí atrás en Amegakure. Un hombre llamado Yokuna me dejó firmar el pacto con su familia.


—Pues, si algo bueno dejó el tiempo que estuve en Dragón Rojo, es que yo también firmé el pacto con una familia animal. De hecho, me concedieron el Gran Pergamino de Invocación... y es la puta hostia. ¡¿A que no adivináis qué animal es?! ¡¿Uhm, uhm?!
#45
Ahhh, el bueno de Yokuna, sí, sí. ¿Y te dejó firmar el pacto, dices? —rio Yui—. Con lo reservado que es. Debiste caerle en gracia, ¿eh? —Afortunadamente, Ayame había conseguido desviar la conversación hacia un tema que a Yui le parecía harto interesante. De hecho, pareció gratamente sorprendida cuando Kaido indicó que había firmado un pacto de invocación.

La Tormenta amplió aún más la sonrisa y soltó:

»¿Una trucha?



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