—Me gustaría conocer a tu maestro, seguro que puedo aprender mucho de él. ¿Tendría algún problema? —Por probar no perdía nada, si conocía la forma de actuar de más marionetistas conseguiría ampliar sus miras y mejorar seguramente. —La verdad es que es una idea muy ingeniosa, si nuestras Aldeas conocieran esto... Un montón de shinobis y kunoichis que han perdido sus brazos en acto de servicio podrían volver a ejercer, nuestra capacidad de actuación en misiones sería mucho más amplia y eficaz. —Su cabeza comenzó a barajar la infinidad de opciones que daba eso, era... maravilloso. —También ayudaría a la gente a pasar un trauma por una amputación, el dolor fantasma desaparecería más fácilmente... —Comenzó a bajar su tono y a hablar algo más despacio, se había emocionado. —Bueno, voy a parar, pero es una gran idea.

—Piensas de una forma bastante amplia y optimista, Takumi-san —señalo con una sonrisa.

Era agradable encontrarse con alguien que, a pesar de ser diferente, resultase interesante: él se hubiese limitado a hacer preguntas que solo caerían en el dominio de su interés personal, buscando saciar un anhelo propio; pero allí estaba aquel chico pensando a gran escala, pensando en cómo hacer un bien a la gente.

—Me gustaría aprovechar la hora del almuerzo para preguntarle Saki-san un poco más sobre aquel artilugio, espero no te moleste —revelo mientras salía del estanque hirviente para ir hacia donde se lavaban los cuerpos—. Esta fuera de mis objetivos originales, pero es algo demasiado interesante para pasarlo por alto.

En cuanto terminara de asearse, les estaría esperando en el vestidor un cambio de ropa para cada uno. Kazuma sabía que en tan poco tiempo no tendrían lista la ropa con la que había llegado, pero tampoco esperaba lo que tenía frente a él: una túnica de seda color verde esmeralda con algunas secciones de rojo rubí y bordados dorados, una cantidad obscena y casi cegadora de bordados dorados.

«Estas cosas son demasiado», se quejó mientras luchaba para colocarse correctamente la pesada túnica.

Finalmente, logro acomodarla, aunque quedando tan cansado que ni siquiera se molestó en recogerse el cabello.

—¿Estás listo, Takumi-san? —preguntaría desde la entrada, mientras un par de criadas les esperaban para guiarles hasta el comedor.

—Me gustaría aprovechar la hora del almuerzo para preguntarle a Saki-san un poco más sobre aquel artilugio, espero no te moleste. Está fuera de mis objetivos originales, pero es algo demasiado interesante para pasarlo por alto.

—Sin problema, yo también tenía pensado preguntarle de ello. Al ser dos así se nos ocurren más preguntas y podemos sacar más información.

Kazuma salió de la piscina caliente y el marionetista acabó de disfrutar sus últimos segundos en aquella terma. Después de conseguir encontrar sus gafas pudo ponerse en marcha para secarse y ponerse algo de ropa. En el vestuario les habían dejado unas mudas temporales, demasiado ostentosas para el gusto de Takumi, pero era algo perfectamente esperable de gente del estatus de Saki.

—¿Estás listo, Takumi-san? —Se escuchó al peliblanco desde la entrada.

—S-sí ya voy. —Salió del vestuario mientras limpiaba sus anteojos con sus ropas. —Perdona, ya estoy. —Se colocó al lado del kusajin.

Los jóvenes fueron guiados hasta el comedor que era utilizado para almorzar. Allí estaba esperándoles la maestra marionetista, ahora con una túnica similar a la de ellos, pero más adornada, si cabía. A su espalda estaba una de las criadas, proporcionándole un ligero masaje en los hombros.

—Llegan justo a tiempo —celebro mientras daba una palmada para que las criadas pusieran todo en orden—. Hoy estoy de buen humor, así que he pedido que preparen una especialidad de Notsuba: sopa de río.

—¿Qué se supone que lleva una sopa de río? —indago Kazuma, mientras traían el platillo en un enorme caldero sellado.

Saki hizo una seña y quitaron la tapa. Un olor a pescado y verduras cocidos lentamente invadieron la estancia.

—Es una sopa hecha con todos los pescados que se consiguen en los ríos cercanos a la ciudad, con un monto de verduras que no puedo ni pronunciar y algunas hierbas que se utilizan para hacer infusiones medicinales —explico, como orgullosa—. Tarde un poco en hacerse, pero un sorbo de esto y sus espíritus se verán reanimados… Eso sí, tómenla con calma que es un poco fuerte.

Frente a cada uno, en la mesa, fue dispuesto un juego platos con diversos tamaños. La idea era que cada quien decidiese cuanto iba a tomar y le diese su tasa a la persona encargada de remover la sopa, que en aquel caso era una de las criadas de la maestra.

Les dirigieron hacia un comedor, allí esperaba Saki mientras recibía un masaje por parte de una de sus criadas.

—Llegan justo a tiempo. —Dio una palmada y su servicio se puso en marcha, acercando a la mesa un caldero. —Hoy estoy de buen humor, así que he pedido que preparen una especialidad de Notsuba: sopa de río.

—¿Qué se supone que lleva una sopa de río? —A lo que la marionetista respondió con un gesto para que quitaran la tapa del recipiente y un olor a pescado y verduras penetró por la nariz del kazejin.

—Es una sopa hecha con todos los pescados que se consiguen en los ríos cercanos a la ciudad, con un monto de verduras que no puedo ni pronunciar y algunas hierbas que se utilizan para hacer infusiones medicinales —«Bueno, da lo que promete su nombre.» —Tarda un poco en hacerse, pero un sorbo de esto y sus espíritus se verán reanimados… Eso sí, tómenla con calma que es un poco fuerte.

Takumi tenía frente a él un juego de platos de diferentes tamaños, parecía que cada uno decidía que cantidad tomar. Agarró el plato del tamaño más estándar que había y se lo ofreció a la empleada encargada de servir la comida «Primero habrá que probarla y luego ya decidiré si quiero algo más.»

—Muchas gracias por esta comida Saki-dono —Agradeció con una leve inclinación de cabeza.

—Muchas gracias por esta comida Saki-dono —Agradeció con una leve inclinación de cabeza.

—No hay de que, luego le transmitiré tus agradecimientos al cocinero; seguro que no se espera que le agradezcas luego de que propusiera pegarte.

La maestra se rio un poco mientras le servían un plato de sopa, aunque ni siquiera había señalado la tasa que deseaba usar, pues su servicio ya sabía cuánto consumía su señora durante las comidas.

—Tranquilos, les dije que yo también iba comer de aquí; por lo que no está envenenada…, probablemente.

Puede que el chiste estuviese en la exageración, pero después del linchamiento fallido de la noche pasada, a Kazuma no le parecía tan descabellado que por mero desquite se atreviesen a adulterar sus alimentos. Pero viendo que Saki, comía sin preocupación alguna, el opto por hacer lo mismo y entregar una tasa grande, pues grande era el hambre que tenía.

—Antes de que se me olvide —menciono luego de dar un sorbo—, gracias por el ejercicio de esta mañana; tenía mucho tiempo sin sacar a pasear los instintos de combate.

»¿Que les ha parecido a ustedes?

—No hay de que, luego le transmitiré tus agradecimientos al cocinero; seguro que no se espera que le agradezcas luego de que propusiera pegarte.

—Bueno, —Se rió levemente. —fue un malentendido nada más.

—Tranquilos, les dije que yo también iba comer de aquí; por lo que no está envenenada…, probablemente. —«Espero que sea una broma por estar de buen humor...»

Pero sus miedos se quitaron al ver a la marionetista comer, si los empleados eran tan protectores dudaba que se arriesgaran a envenenar a su señora. Entonces Takumi procedió a probar aquella especialidad de Notsuba, la verdad es que le picaba la curiosidad de cómo sería eso ya que en su natal Kaze no Kuni no se estilaba mucho el comer pescado.

—Antes de que se me olvide, gracias por el ejercicio de esta mañana; tenía mucho tiempo sin sacar a pasear los instintos de combate.

»¿Que les ha parecido a ustedes?

—En primer lugar gracias a usted, verla en acción es un privilegio que pocos tienen... O al menos que pocos viven para contarlo. Y sobre su marioneta... ¿Cómo decirlo? —Se masajeó la mandíbula dubitativo. —Es lo mejor que he visto en cuanto a marionetas; tanto la idea, su funcionalidad, la de posibilidades que ofrece... No se me habría ocurrido jamás usar de esa manera una marioneta y usted me ha abierto ahora un nuevo mundo en el que aplicar mis estudios de marionetista.

—¿Verdad? A veces me sorprende mi propia creatividad —respondió, orgullosa—. Tenía tiempo dándole vueltas a la frase “Para un marionetista su marioneta es tan útil e importante como una extremidad”. Finalmente, la idea termino tomando aquella forma.

—Así que la idea fue suya —participo Kazuma, curioso—. Creí que sería un regalo de alguien más, debido a que estaba en un paquete dirigido a usted.

—La idea es totalmente propia y original; pero no soy muy diestra con las artes mecánicas, por lo que tuve que pedirle a un artesano que diera forma a mi diseño.

—Cielos, yo pensaba que todos los marionetistas eran apasionados de la mecánica —arrojo, pensando en cómo a Juro le fascinaban aquellas cosas.

—Ese es un estereotipo bastante malo —se defendió con semblante amohinado—, como el que dice que todos los ninjas de Kusa se especializan en alguna forma de taijutsu, o que todos los ninjas de Ame utilizan suiton.

—Ciertamente —respondió Kazuma con sonrisa.

La comida prosiguió en paz hasta que la maestra dejo a un lado su plato y se dirigió a sus invitados.

—Hay algo que quisiera saber: ¿Cómo es que saben de mí? —indago, fijando su ojo verde en dirección de los genin—. Hace mucho que me retire y son pocos los ninjas que quedan con vida que me conocen como leyenda… Además, las historias no son tan perdurables como para que gente tan joven como ustedes las escuchen de casualidad… Claro, alguien con experiencia en el Kugutsu Butai terminaría dando con mi nombre, pero ustedes no son así de experimentados.

—¿Verdad? A veces me sorprende mi propia creatividad. Tenía tiempo dándole vueltas a la frase “Para un marionetista su marioneta es tan útil e importante como una extremidad”. Finalmente, la idea termino tomando aquella forma.

—Así que la idea fue suya. Creí que sería un regalo de alguien más, debido a que estaba en un paquete dirigido a usted.

—La idea es totalmente propia y original; pero no soy muy diestra con las artes mecánicas, por lo que tuve que pedirle a un artesano que diera forma a mi diseño. —«Esto si que no me lo esperaba.»

—Cielos, yo pensaba que todos los marionetistas eran apasionados de la mecánica.

—Ese es un estereotipo bastante malo, como el que dice que todos los ninjas de Kusa se especializan en alguna forma de taijutsu, o que todos los ninjas de Ame utilizan suiton. —Cierto que podía ser un estereotipo, pero solía ser lo más común en los marionetistas. Crear tus propias marionetas las hacía más personales por así decirlo.

—Ciertamente.

Siguieron comiendo tras aquella conversación hasta que Saki volvió a hablar a los dos genins.

—Hay algo que quisiera saber: ¿Cómo es que saben de mí? Hace mucho que me retire y son pocos los ninjas que quedan con vida que me conocen como leyenda… Además, las historias no son tan perdurables como para que gente tan joven como ustedes las escuchen de casualidad… Claro, alguien con experiencia en el Kugutsu Butai terminaría dando con mi nombre, pero ustedes no son así de experimentados.

—Bueno pues... Mi maestro, el que me introdujo en el mundo del marionetismo, habló de usted alguna vez que otra. —A Itona le gustaba hablar, mucho, y para que hablara bien de alguien tenía que ser bueno cómo era el caso de la artista. —Pero me enteré de que estaba aquí gracias a una fanzine, Hilos y Mecanismos, la hacen un grupo de aficionados al mundo de las marionetas. Publican números trimestrales y la tirada es muy pequeña, pero me hice con la última y había un pequeño artículo hablando de usted. Al final del artículo ponía que por los últimos rumores se decía que usted estaba aquí en Notsuba y no podía perder la oportunidad. —Terminó de confesar.

—Eso está muy bien, en mi época no había cosas como revistas: solo libros y rumores —confeso, contenta de que para los ninjas hubiese más opciones que solo leer sobre cómo combatir—. Yo misma participo en la edición de varias revistas relativas al mundo del arte, y de vez en cuando escribo algún artículo para algún periódico.

Luego dirigió su vista al peliblanco.

—Yo me entere de usted por lo que decía en un libro de arte (suelo pasar mucho tiempo leyendo) —respondió el peliblanco, explicando su fuente—. Al principio pensé que se trataba de uno de aquellos artistas que fingen un pasado ninja para lucir más interesantes, por lo que le pregunté a mi sensei. Él es un marionetista, muy dado a la parte de ingeniería. Me confirmo que ciertamente usted era alguien famosa entre los de su oficio… Aunque solo le conocía en su aspecto de ninja.

—Suele ser lo más habitual —admitió con resignación: aunque lo deseara, era imposible que todos le conociesen como artista—. Entonces los senseis de ambos son marionetistas… ¿Es posible que los conozca?

—Mi sensei se llama Juro —revelo él—. Es bastante joven y discreto, así que no creo que muchos lo conozcan.

—Me parece que si… —dijo mientras esforzaba su memoria—. ¿No es el chico de Kusa que participo en el anterior Torneo de los Dojos? Creo que su apellido era Eikyuu.

—En efecto, ese es mi maestro, Eikyuu Juro.

Saki no recordaba mucho de aquel joven, solo le había guardado en su memoria porque así lo hacía con todos los marionetistas que conocía directa o indirectamente. En el torneo le había parecido que estaba un poco verde, pero ahora incluso tenía un estudiante. Saco la cuente de cuánto tiempo había pasado desde que le vio combatiendo, y el resultado hizo que se sintiese un poco más anciana.

—¿Y qué hay del tuyo? —pregunto, dirigiéndose a Takumi.

Por lo visto Kazuma también supo de Saki leyendo y luego le pregunto a su sensei, también marionetista. Entonces a la marionetista se le planteó una duda.

—Entonces los senseis de ambos son marionetistas… ¿Es posible que los conozca?

—Mi sensei se llama Juro. Es bastante joven y discreto, así que no creo que muchos lo conozcan.

—Me parece que si... ¿No es el chico de Kusa que participo en el anterior Torneo de los Dojos? Creo que su apellido era Eikyuu.

—En efecto, ese es mi maestro, Eikyuu Juro. —«Así que Eikyū Juro... Me gustaría tener contacto con él.»

—¿Y qué hay del tuyo? —Se dirigió al kazejin.

Ahora que lo pensaba nunca había preguntado a Itona su apellido, tampoco era de necesidad. Y tampoco es que supiera mucho de él en general, le había recatado de las ruinas de Sunagakure después de que huyera de Inaka hacía ya nueve años, luego lo entrenó y... No sabía nada más, ni si estuvo en una Aldea de joven, ni nada similar.

—Pues... —Se rascó la barbilla. —Se llama Itona, no conozco su apellido, pero el se hacía llamar "Mano Carmesí". No es que sea muy bueno con las edades, pero seguramente sea de su quinta. Siento tener tan poca información, no indagé mucho en su vida mientras me tutelaba.

Itona… —repitió la marionetista, casi en un susurro y con un semblante ensombrecido—. Itona, Mano Carmesi, el marionetista, el famoso, ese Itona…

—¿Saki-san? —pregunto Kazuma al verla levantarse.

—Así que tú eres su alumno; debe ser el destino —sentencio mientras que con violencia montaba un pie sobre la mesa, estremeciéndola—. ¡Entonces permite que sea a ti a quien agradezca el que tu maestro me haya quitado un brazo y un ojo!

La marionetista encaro al joven de Uzu con aire aún más intimidante que el que había mostrado durante la práctica. Inclusive su mirada tenia aquel carácter de asesinato; donde tener un solo ojo acaso la hacía lucir más seria con aquel rostro sombrío. Kazuma se quedó de piedra, con la taza a medio camino entre su boca y la mesa, sin saber que podría hacer su compañero, el acusado.

«Esto se va poner feo»

—Itona... —Dijo en un leve tono. —Itona, Mano Carmesi —«Pues parece que sí le conoce.» —, el marionetista, el famoso —«¿Famoso? Mira que pensaba que era cosa de Itona, que se echaba demasiadas flores encima...» —, ese Itona...

—¿Le conoce entonces? Mira que pesaba que era un don nadie y que el pote que se daba era todo fal... —Y la kunoichi comenzó a levantarse, amenazante.

—¿Saki-san?

—Así que tú eres su alumno; debe ser el destino. —Dijo mientras dejaba caer fuertemente su pie sobre la mesa. «¿Pero qué cojones está pasando?» —¡Entonces permite que sea a ti a quien agradezca el que tu maestro me haya quitado un brazo y un ojo!

Y la marionetista encaró a Takumi, con una cara que le dejaría unos cuantos días sin dormir al genin... Eso si conseguía salir con vida de aquella sala.

—Espera, ¿¡CÓMOOOO!? —El kazejin se quedó sin palabras, lo único que pudo hacer fue echarse hacia atras y observar con temor la cara de instinto asesino de Saki.

—Espera, ¿¡CÓMOOOO!? —El kazejin se quedó sin palabras, lo único que pudo hacer fue echarse hacia atras y observar con temor la cara de instinto asesino de Saki.

La marionetista se le quedo viendo por unos instantes que se hicieron eternos, con aquel rostro ominoso y aquel brillo asesino de su ojo verde. De pronto, Saki bajo su pie de la mesa y comenzó a dar pasos, rodeándola para acercarse a Takumi. Cuando estuvo cerca, cuando su rostro era el de la mismísima parca, estallo en un río de carcajadas.

—¡Oh, cielos! Debiste de ver tu cara —dijo mientras reía con fuerza, y mientras una de sus trabajadoras suspiraba; su señora hacia uso de un sentido del humor bastante pesado cuando entraba en confianza—. Lo siento, solo era una broma.

—¿Una broma? —pregunto Kazuma con incredulidad—. Casi le mata del susto…

Aunque no menciono que él también se había asustado: por un instante pensó que presenciaría un asesinato y que tendrían que silenciarlo para que no contase nada. Pensó que quizá la maestra le incapacitase y luego lo dejara como divertimento para sus violentos empleados.

—Lo siento, lo siento —dijo haciendo una leve reverencia y una seña de disculpas con su única mano—. No pensé que fuesen a creérselo.

—Disculpeme de verdad, o-osea no tenía ni idea del pasado del viejo, de verdad. —Intentaba pedir piedad mientras veía que Saki se comenzaba a acercar a el.

Y cuando estaba cara a cara la marionetista... ¿Se rió? «¿Q-qué?»

—¡Oh, cielos! Debiste de ver tu cara. —El kazejin escuchaba con los ojos como platos. —Lo siento, solo era una broma.

—¿Una broma? Casi le mata del susto...

—Sin el casi... —Aún respiraba profundamente. —Creo que he perdido años de vida con este susto.

—Lo siento, lo siento. —Se disculpó con una leve reverencia y levantando su mano. —No pensé que fuesen a creérselo.

—A ver, nunca le pregunté sobre su pasado ni nada similar... Así que me podía esperar cualquier cosa. —Se agarró el pecho, ya recuperando su ritmo de respiración habitual. —Pero entonces, ¿le conoce o no?

—Bueno, sí, lo de conocerle si es verdad —señalo mientras retomaba asiento y se dirigía a sus empleados—. Ya tuve suficiente de la sopa, tráiganme algo dulce, me ha provocado.

Kazuma no pudo evitar estar de acuerdo, luego de aquel susto lo mejor para relajar los nervios que casi reventaron era algo dulce… Además de que había perdido un poco el apetito.

—Como les decía —continuo ella—. Si le conocí en persona…, bastante en persona, de hecho: intenté matarle… Por supuesto, no tuve éxito.

»Pero aquello no tuvo que ver con que perdiera mi brazo y mi ojo —se apresuró a decir para evitar posibles malentendidos—. Si quieren les puedo contar un poco más al respecto, aunque la historia puede ser un poco… fuerte y larga. ¿Qué les parece?