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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Aquella tarde Kegawa estaba de muy buen humor. Era un día soleado, y aunque en campo abierto el sol desprendía un calor abrasador sin duda; caminar entre los arboles le permitía a uno mantenerse fresco y disfrutar de la cálida temperatura sin acabar achicharrado.

Tenía pensado visitar el árbol sagrado que se erguía como una especie de isla propia en mitad de un rio que por lo que sabía, carecía de nombre oficial. Hacía ya tiempo que no iba por allí; y deseaba entrenar un poco. Quizá después hasta podría ir a pasear por alguna de las riberas o algo, quedaba mucho día por delante.

Desplego el pequeño mapa que le había dado su abuela para guiarse en el camino. Por lo que a él respectaba, parecía ir en buen camino; y dentro de no mucho debería de cruzar una pequeña posada aparentemente llamada "Setas locas". «Tampoco estaría de más hacer una pequeña parada para comer» Mientras caminaba, girando la cabeza para intentar divisar algo entre la densa arboleda, se agacho un poco para rascar la oreja de Shiro que caminaba a su lado.

De momento no parecía haber nada. Ni siquiera escuchaba el sonido de algún insecto. Únicamente el tintineante sonido de la ninjatō que llevaba atada a la espalda; uno de esos sonidos que solo se escuchan en la mayor quietud.
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#2
Solía ir a aquel lugar de vez en cuando y en especial hacerlo en verano era posiblemente el mejor momento del año. El ambiente húmedo refrescaba el cuerpo y el aura que disipaba el árbol sagrado despejaba la mente. Así que aquello era lo que iba a hacer aquel día, se antojaba un momento perfecto para ello.

como solía hacer, llevaba todo mi inventario a cuestas, bandana incluida, por lo que pudiera pasar. Estaba recostado bajo el umbral del árbol, dejando pasar los minutos.

Al poco rato el silencio se vio interrumpido por el paso de 2 personas y el tintineo metálico de ¿Una katana? Tampoco es que fuese algo de lo que alarmarse, seguramente se trataría de un ninja como yo. A fin de cuentas, a los guerreros como yo también nos gustaba tener nuestros momentos de relajación como a cualquier persona; levanté los párpados y para mi sorpresa no vi a dos personas, sino a un chico joven y su mascota, un inofensivo perro completamente blanco. Aquello si que fue algo inesperado.


— Bonito chucho, chaval, ¿Como se llama?

Fue lo primero que se me vino a la mente para entablar conversación con el muchacho peliverde que, a medida que avanzaba podía ver como lucía un collar en el que se divisaban 3 colmillos, previsiblemente de perro y en ambas mejillas se dibujaban 2 marcas rojizas que parecían ser también dos colmillos.

*¿Un friki de los perros?*
[Imagen: K1lxG4r.png]

[Imagen: dlinHLO.png]

Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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