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Cuando Aiko confesó que no que no recordaba cuando fue la última vez que comió, el chico advirtió a la pelirroja que entonces tenía que tener precaución de no vomitar. Ésta quedó extrañada, después de todo, no entendía el sentido en que éste lo decía. Que ella supiese, era dura de vomitar, eso sin contar el hecho de que normalmente siempre curaba antes de que eso sucediese. ¿Cómo tomar entonces eso en serio?
—No creo. Nunca vomito. —aclaró con pocas palabras, evitando una prolongada explicación.
Para cuando se quiso dar cuenta, su ausencia de bandana se la volvió a jugar. El chico no la había tenido en mente como posible kunoichi, y no dudó en exponerlo. Quizás la situación en que se habían conocido daba paso a dudar, pero... si éste supiesetan solo el tiempo que llevaba allí, en ese páramo invernal, sin duda lo comprendería.
—Si, soy genin de Amegakure. —alcanzó a afirmar. —No llevo la bandana, pero porque ya llevo el símbolo de Ame en mi hombro.
Aiko bromeó acerca de desprenderla de ropas con el médico, y éste se puso de repente rojo como un tomate. Casi parecía al lapso de un infarto, avergonzado hasta el punto en que hasta se dio la vuelta, incapaz de mirarla a la cara. Tanto fue así, que el chico se quedó sin palabras. Titubeó un poco, hasta que buenamente pudo soltar algo por sus labios que tuviese algo de sentido. De pronto, se diferenció del resto.
—Jajajajaja... —la chica comenzó a reírse. —Ya veo, ya veo. —confirmó una vez pudo parar de reír.
»Todo un caballero. Pero en fin, mejor así a que me hubiese encontrado otro tipo de persona en mitad de la nieve...
Cuando la chica mencionó que no volviese a preocuparse de llevarla a cuestas, que se encontraba bien, Keisuke respondió que lo haría, pero también le solicitó que no se enfadase. —No, no... tranquilo, que para sacarme de mis casillas es bien difícil.
Ambos decidieron pues que marcharían a Aodori, ya no había otra. Pero, para cuando la chica preguntó por su ubicación, Keisuke no supo dar un dato concreto. Al parecer estaba por algún lado cerca de esas montañas, pero no sabía donde. Al parecer era precioso, un paisaje digno de dibujo, pero ciertamente difícil de encontrar.
«Como todo buen tesoro...»
La chica dejó caer un ligero suspiro, desdichada. —Bueno... al menos ahora ya sé por qué andaba por aquí... —confesó la chica, inconsciente de la locura que estaba soltando. Si el médico ponía buenamente el oído, comprendería fácilmente de la amnesia.
Sin mas, ambos empezaron a andar con cuidado por la gruta. El piso se sentía realmente resbaladizo, lo que dificultaba seriamente el desplazamiento, pero eso fue solo al principio. Conforme la chica dio un par de pasos y observó la situación, rápidamente canalizó una gruesa capa de chakra bajo sus pies, haciendo que éstos se adhiriesen a la superficie sin dificultad alguna.
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—Si, soy genin de Amegakure. —Afirmó Aiko. —No llevo la bandana, pero porque ya llevo el símbolo de Ame en mi hombro.
Mientras nuestra conversación iba fluyendo me daba cuenta de que la chica me di cuenta de que era un poco extraña, ¿cómo no llevar la bandana? ¿acaso ocultaba algo? O sea sí, tenía el símbolo de Amegakure en el hombro, pero cualquiera pudo haberlo grabado. Traté de no darle muchas más vueltas al asunto y no volverme un poco paranoico con respecto a ese tema.
—Entonces somos colegas.— Comenté con una sonrisa, no obstante, no podía ir creyendo todo lo que dijera la gente por ahí. Mientras todo se desarrollase me encargaría de obtener mayor información.
Dejando a un lado el tema de la presentaciones, al parecer la pelirroja estaba agradecida de no encontrarse con algún pervertido o alguien mal intencionado en medio de la escarcha, ¿sería acaso algún tipo de cumplido? Aunque por muy inteligente que a veces podía llegar a ser, no estaba acostumbrado a descifrar mensajes de ese índole.
Seguí caminando adelante de ella y ya me estaba dando cuenta de que el camino sería bastante duro, no solo porque estaba resbaladizo sino porque iba a tener que ir gastando chakra mientras la superficie se tornase un poco menos peligrosa. Mientras seguíamos el único camino que teníamos en frente, se presentó una curva bastante cerrada que parecía hacernos volver y algo más se observo.
Me detuve perplejo al ver como una bola inmensa de pelos blancos parecía casi obstruir en su totalidad el camino, aún no había definido que animal era porque nos estaba dando la espalda, pero ciertamente era gigante y debía ser un poco aterrador. —Un conejo gigante!— Expresé un tanto asombrado, pero era más que evidente que no se trataba de ningún conejo, sino de un oso polar que tomaba la siesta.
Al instante en que emití el sonido, se sintió un eco y mi oración la pude escuchar tres veces más; me puse más pálido, incluso aunque estuviera cubierto por mi capa sentí como la piel se erizaba por el miedo de despertar a la bestia. —Tratemos de no hablar muy fuerte, no lo quiero despertar.— Susurré.
—Primero iré yo y luego tú, tenemos un espacio estrecho para pasar, esperemos que todo salga bien.— Expliqué el plan de acción, sí el oso se despertaba podría propinarle un okasho, pero ¿cuan fuerte era el cristal de esa caverna?
Caminé aún más lento del paso que traía para pasar por el borde derecho de la cueva, prácticamente deslizandome, entre lo posible, por la pared de la misma, tratando de no tropezar al animal.
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Keisuke guardó por un instante silencio ante la respuesta de la chica, y al fin lo soltó. Eran colegas, por lo cuál daba a entender que él también era genin, o al menos shinobi. Pensándolo bien, habiendo dicho antes que practicaba el ninjutsu médico, no había incógnita alguna... pero en fin, igualmente no quedaba de mal aclararlo.
—También genin, supongo. ¿verdad?
Sus vestimentas no daban a entender otra cosa, y tampoco parecía tan mayor como para ser un experimentado shinobi. Sin duda, no se trataba de un jounin o símil. Quizás la pregunta estaba de mas, pero bueno, al menos iba dándole vida al intercambio de palabras, en pos de que no hubiese un seco silencio.
El par de genin continuaron la marcha, y al poco tiempo, Keisuke optó por usar la misma estrategia de la chica, canalizando su chakra a los pies para que éstos se adhiriesen al suelo. Por muy resbaladizo que éste pudiese ser, ante esa estratagema era inofensivo. Caminaron y caminaron por la gruta, hasta topar con una curva bien pronunciada. Al girar, no fue para nada pequeña la sorpresa cuando avistaron un enorme saco de pelos blanco. El susodicho, no era ni mas ni menos que un enorme ejemplar adulto de oso polar, que o bien hibernaba o simplemente se estaba echando una siesta. Fuese como fuese, el chico fue incapaz de controlar el susto, pegando un vociferio que hasta tuvo un fuerte eco.
«¿Un conejo gigante?»
La chica quedó por un instante, reflexionando lo dicho lo mas rápido que pudo. Pero no se trataba de ella, el fallo era del chico, que había confundido al animal. Vaya pedo mental.
Evidentemente, el chico se dio cuenta de que "eso" no era ningún tipo de conejo gigante, y terminó por sugerir que debían mantener el silencio, en pos de no despertar al oso. Razón no le faltaba, no era una de las mejores ideas a tener, por muy capaces que fuesen de darle un escarmiento al pobre. Sin mas, advirtió que pasarían a su lado intentando no hacer ruido, que él pasaría primero y luego pasaría la chica.
—Está bien. Las damas primero. —bromeó a tono de susurro, sacando la lengua a Keisuke a modo de burla.
Tras ver que éste pasase sin peligro significante, la chica se deshizo en papeles, y pasó lo mas cerca posible a las paredes de la cueva. Una vez pasado el peligro, volvería a materializarse, y continuaría caminando a la vera del chico.
—Tampoco era para tanto ese conejo gigante.
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Asentí ante su duda, confirmando así que era un genin de Amegakure, un shinobi no quedaba duda, después de todo yo sí tenía mi protector con orgullo cubriendo mi frente, demostrándolo como sí de un trofeo se tratase, uno muy especial.
Aunque ambos trataron de mantener una conversación, llego el silencio inevitable a tal punto que solo se podía escuchar el escaso ruido que podían producir sus pasos; y nuevamente el panorama cambió, la presencia de aquel oso se convirtió en un obstáculo, pero sería fácil de vencer.
Sonreí en consentimiento del chiste que emitió la pelirroja, incluso intenté silenciar una posible carcajada, aun así era evidente el movimiento que realizó mi tórax por contracción de mi diafragma, lo peor de todo es que prácticamente estaba frente a la bestia cuando me atacó la risa. Afortunadamente pasé sin dificultad, y aunque llegué a rosar la piel de éste, no se inmutó; sentí un alivio, no estaba en la disposición de empezar una batalla o correr desenfrenadamente por el camino gélido.
Una vez estuve del otro lado vi como Aiko lograba llegar hasta mi lado con una técnica muy peculiar. "¿Será? Se parece a lo que vi la otra vez en el torreón" Recordé rápidamente, aquel momento pude haber pensado en que estaba loco pero ahora que lo veía de cerca me aseguré de que mi vista no fallaba.
—Que técnica tan interesante.— Susurré como un niño pequeño, con cierto brillo en mis ojos y mi curiosidad siempre podía a más. —¿Cómo lo hiciste?.— Pregunté seguidamente.
Aunque la iluminación de la caverna no era la mejor, se podía ver claramente, pero la luz se fue apagando lentamente, la nueva presencia se presentó ante un fuerte rugido, el oso que yacía dormido hace unos segundos, ahora estaba despierto, sin saber exactamente porqué si al parecer ninguno lo estímulo lo suficiente como para ello. Su bramido retumbo por todo el lugar, pudiéndose escuchar múltiples veces, fue tan fuerte que sintió una leve vibración y algunas estalagmitas de cristal, las más pequeñas, atentaron contra la integridad de los tres.
—Cuidado!.— Grité señalando al techo, 5 espinas congeladas caían a nuestro alrededor, esquivé las dos que me buscaban.
Nuevamente el lugar vibró pero en menor cantidad; el oso se había levantado en ambas patas traseras, estaba dispuesto a luchar, en su rostro se podía ver lo tenso de su mandíbula y sus ojos demostraban cierto rencor y odio hacia los humanos, que al parecer lo habían alejado de morfeo.
—No creo que sea buena idea luchar, ¿y tú?.— Pedí el consentimiento de la fémina antes de saber qué íbamos a hacer, pero el tiempo sería escaso porque la bestia daba cortos pero feroces pasos hacia el dúo.
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El chico, que fue el primero en cruzar el tramo animalado, siendo que su hazaña casi queda en derrota ante un contacto leve con éste. Por suerte, el animal no sintió el gesto, quizás por el abultamiento de su grueso pelaje. A salvo pasando al animal, daba paso a que la chica lo imitase. Pero, ésta no optó por una opción tan comprometedora, lució exhibiendo su técnica y eludiendo por completo el contacto con el animal. Tras pasar al susodicho, el mogollón de hojas se volvió a agrupar, formando de nuevo el cuerpo de la chica.
Keisuke, quedó asombrado ante la singularidad de esa técnica. No pudo impedir mostrar su emoción, preguntando cómo lo había hecho. Lo susurró, pero quizás fue mas que suficiente para llamar la atención del tercer espectador —el señor oso.— que no dudó en preguntar también. Éste, bramó a un nivel que se salía de la escala humana, y hasta las estalactitas cayeron a causa de la resonancia.
Keisuke alcanzó a evadir dos de éstas lanzas de hielo, las cuales no tenían muy buenos propósitos para con él. Hacia la chica se arrojaron un total de 3, y ésta reaccionó también a tiempo, aunque lamentablemente una de éstas rozó su brazo zurdo, produciendo a la altura de su bicep un corte no demasiado profundo. —¡Ummmhh! —la chica contuvo el grito, gimiendo levemente. ¿Había sido dolor o placer? ¿Ambas? Realmente no lo sabía ni ella...
Ante el inminente ataque del oso, Keisuke no dudó en preguntar primero. Atacar o no, esa era la cuestión. El lugar sin duda no era de lo mas estable, un enfrentamiento allí sería incómodo a la par de peligroso. El oso estaba en su hogar, peleando por su territorio... No tenía nada que perder, así que no dudaría en atacar como berseker.
—¡No hará falta pelear! —sentenció la pelirroja. —Hay algo que los animales respetan mas que el territorio... el fuego.
Sin dudar un solo instante, la chica realizó una leve secuencia de sellos, tras la cuál tomó una fuerte bocanada de aire. —Katon: Gōkakyū no Jutsu —y un torrente de llamas salió de sus labios. La llamarada, flamigerante y viva, recorrió el piso de la cueva de lado a lado, marcando un muro de fuego que claramente el animal se pensaría si pasar o no. Sin duda, el fuego no duraría demasiado, pero seguro que hacía suficiente como para sacar los instintos mas primitivos del oso, huir por salvar la vida. Por supuesto, Aiko lanzó el katon con total propósito de no acertar al peludo. Dañar al pobre animal no estaba en sus prioridades, éste no les había hecho nada...
—¡Vayámonos antes de que ese oso atraviese el muro de fuego! —inquirió la chica, para después salir corriendo.
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A pesar de mi advertencia, una estalagmita llegó a herir a Aiko, lo que necesitaba, que la enferma se hiriese aún más… Más no fue nada grave, la pelirroja conocía un método para hacer retroceder al oso, o por lo menos retrasarlo y de los labios de ésta surgió una potente llama, el fuego se alzó como si de una pared se tratase.
”Katon… Nos puede servir de algo” Pensé en el futuro.
Asentí cuando dijo que ya podíamos irnos, y esta vez, como todo un caballero, dejé que ella fuese adelante, pero para nuestra mala suerte con el apuro eché a correr y no recordé que estaba adhiriendo chakra a mis pies, con todo el asunto del oso lo había pasado por alto y bastó con dar tres escasos pasos para que mi cuerpo se resbalase y siguiera el camino un poco empinado.
Sentí el frío traspasar mi ropa, mi corazón bombeaba fuerte, estaba un poco nervioso sí y no solo por eso sino porque derribaría a Aiko como si fuese un pino y yo la bola. —Que voy!— Advertí, pero ya era bastante tarde, para cuando la kunoichi se volteara sería tumbada, a menos que esquivase de alguna manera aquel misil humano.
No obstante, el suelo parecía hacerse más empinado y con ello aumentaba la velocidad de movimiento de mi cuerpo afortunadamente no había ninguna otra curva, por el momento, sino ya me hubiera estampado con la pared de cristal. Lo que no me lo terminaba de creer era que el camino se dividía en dos, uno derecho y otro izquierdo, y no tenía ni chance para elegir o nada pase de largo por el izquierda, pasando por alto un cartel de madera que anunciaba algo, si mi vista no me fallaba tenía escrito que el Valle Aodori quedaba por el camino derecho.
El ambiente cambio de repente, sobre todo porque estaba totalmente oscuro y un ruido familiar se manifestó, se escuchaba el agua fluir a gran velocidad, aquello no era buena señal, a juzgar por lo ocurrido solo quedaba algo por suceder… ¡SPLASH! La fría agua me impacto, o mejor dicho pasé del helado piso resbaladizo a una corriente de agua gélida, aún más que el hielo. ¿A dónde iría a parar todo esto?
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La kunoichi, muy a pesar de ser herida, continuó con la estrategia que tenía en mente y ganó unos valiosos minutos para que pudiesen huir del oso polar. El muro de fuego lo retrasaría si o si, por no mencionar que era mas que probable que lo hiciese huir con tal de salvar su vida, instinto animal ante el fuego. Fuese como fuese, lo importante era no tener que recurrir a hacer daño al pobre e indefenso animalito. Él solo quería defender su hogar, solo eso.
Aiko dio la iniciativa a que saliesen corriendo, adelantando al chico mismamente, y tomando la cabeza del grupo. Sendos genin corrieron, al menos unos pasos de la cuesta abajo que les venía encima, pero el chico pareció no controlar demasiado bien sus pasos y terminó desequilibrándose. La perdida de equilibrio llevó a una perdida del control de chakra, y ésto a que no se pudiese sujetar de ninguna manera al parecer... cosa que anunció, gritando como cuando se tala un árbol y alertas al resto. Incapaz de retener su caída, al menos alarmó a la chica. Ésta, no pudo mas que mirar hacia detrás y ver cómo su eventual compañero se precipitaba contra ella. Poco pudo hacer por no ser arrollada por el chico.
—¡EeeehhhHH! —Se quejó ante el impacto, logrando apenas poner las manos entre medio en pos de no agravar su caída.
Entonces, ambos resbalaron por el suelo en una quizás divertida caída, si es que se veía desde fuera —porque para ellos de seguro no fue divertido.— cayeron y cayeron por la cada vez mas reclinada cuesta, hasta que terminaron por caer a un precipicio. Bueno, lo que en un principio parecía un precipicio hacia un abismo, pero que terminó en algo mas leve... agua.
¡SPLASH!
De pronto, ambos se sumergieron en el agua, un agua que estaba fría como los pies de un muerto. La piel de la chica se estremeció ante tal frío, y tan rápido como pudo, la chica nadó hacia la superficie del agua. Una vez asomó la cabeza, concentró chakra bajo sus manos y pies, y se impulsó con las manos en pos de salir a la superficie del agua. Era quizás tarde para mantenerse fuera del agua, pues ya estaba mojada, pero al menos no pasaría mas tiempo bajo la corriente.
¿Haría Keisuke igual o tendría que meterse de nuevo en el agua para sacarlo? La mirada de la chica buscaba rápidamente a su compañero.
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9/05/2017, 03:20
(Última modificación: 9/05/2017, 03:29 por Keisuke.)
Tal y como se veía venir, Aiko terminó siendo derribada por mi cuerpo de manera inevitable, era mi culpa por no avisar con más tiempo, pero ya nada más se podría hacer porque ambos nos deslizábamos por aquel tobogán gélido. Lo peor de todo fue cuando la luz se fue opacando y llegó la temida oscura, mi vista se nublo y solo sabía que la pelirroja estaba conmigo por su presencia, sentía su cuerpo hasta que el chapuzón nos separó.
Mi piel tuvo un fuerte choque térmico, repentinamente la temperatura bajo y me sentí como si muriese de frío, hasta los huesos los sentía congelados; ahora nos encontrábamos en…¿Un pozo en medio de la cordillera? Aun así, el lugar seguía tan visible como la vista de un ciego.
—Estoy bi…— Traté de mencionar cuando salí a flote. Lejos de estar en un pozo con el agua calmada, parecía más bien una corriente marina, una fuerte corriente que me llegó a ahogar por tomarme de sorpresa. ¿Acaso no estábamos en la montaña? Indiferentemente de donde proviniese el agua, la presión que ejercía sobre los escuálidos cuerpos de los shinobis era superior a su habilidad para poder resistirse a ella. Y mi voz simplemente se vio interrumpida por el agua que se alojó en ella.
—Coff Coff— Tosí, floté como pude, en la oscuridad. —¿Aiko sigues conmigo?— Pregunté, aunque era una tonta pregunta, ambos debían estar medianamente cerca, definitivamente los dos habían caído al mismo lugar.
—Coff— Nuevamente tosí, al hablar me ahogaba, no era buena idea repetirlo.
—No quiero asd..asd…— Se ahogó, y seguía repitiendo el mismo error, a veces dudaba de su inteligencia. —coff mori..coff morir.— Terminó concluyendo
La fuerte corriente arrastraría a los genins por un breve trayecto que terminaría aproximadamente unos 15 minutos después, pero que entre la oscuridad, el frío y el temor de alguno de ellos les haría pasar un rato malo, uno muy malo. El agua descendía, al igual que el tobogán de hielo que los llevó hasta ahí, era por eso que cada segundo que pasaban en el torbellino los arrastraba con más fuerza.
Finalmente la luz los cegó repentinamente, habían salido, pero no en un pozo, no había nada bajo sus pies, era una cascada, una alta que, con la presión del agua, los empujaría hasta el fondo del pozo a 25 metros más abajo.
¿Seguirían consciente tras aquel zambullido?
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Al caer al agua, y bajo la impresión tan intensa de la sensación térmica, la chica buscó angustiada salir de allí lo antes posible. Tanto fue así, que ni se enteró de lo fuerte que era la corriente de agua. Total, ya estaba mas que acostumbrada a las aguas de Amegakure, y era capaz de andar sobre aguas mucho mas fuerte que esas de la gruta. ¿Qué shinobi de Ame no sería capaz de andar sobre esas aguas?
Al salir a la superficie de la misma, lo que si fue obvio es que no notaría apenas el que se desplazaba a una velocidad realmente abrumadora. Se veía poco mas que con la cabeza metida bajo tierra, como un avestruz, por no decir que no se veía absolutamente nada. Estaban en la mas absoluta oscuridad, y por mas que Aiko quería buscar a su compañero, el intento era en vano con la mirada.
Sin embargo, Keisuke parecía haber sacado un dato en claro. No podrían verlo, pero si escucharlo.
El médico, anunció tanto como pudo su presencia. Éste parecía no haber conseguido salir del agua, e incluso parecía estar ahogándose. Su hilo de voz era cada vez mas débil, y lo que mas se le escuchaba era toser, como si estuviese dejando la gruta sin agua de tanto tragar. Pero, ésto podía llevar a la chica a encontrarlo por medio del oído.
La chica tendió la mano, y agarró lo primero que tuvo a mano después de varios intentos en vano. Los pelos del chico fue lo primero que tuvo a mano. Palpó un poco, y tras diferenciarlo, hundió su mano y tomó el cuello de su vestimenta. En un principio iba a intentar sacarlo del agua, pero de pronto algo cambió. Un intenso reflejo de luz dejó aún mas ciega de lo que estaba a la kunoichi, y un vacío intenso se adueñó de su estómago. En ésta ocasión no era del hambre, era un acto reflejo del cuerpo al caer, de nuevo.
Sin mucho mas que hacer, al menos abrazó al chico en pos de cubrirlo en la caída. Después de todo, si se llevaba ella el golpe, al menos el chico se salvaría, ella podía volver a resucitar...
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La expectativa era realmente incierta, el frío y la fuerte velocidad con la que iba el agua pudieron hacer mella en la valentía del genin, sí estaba asustado y sobre todo porque no podía ver lo que iba a ocurrir, su sentido de la vista se había vuelto inservible, debía valerse de los otros, los cuales no estaba acostumbrado a utilizar sin este quinto.
A pesar de mis mensajes a la kunoichi, ninguno fue respondido ¿acaso no estaba ella conmigo? Otro motivo más que agrietaba más mi escasa voluntad. Estuve varios minutos pensando que estaba solo, sin embargo, pude distinguir un sonido diferente al del agua ¿qué sería eso? Pero mi miedo se hizo saber, aún más, cuando sentí algo halar mi cabellera. —aaAAaaAaHh— Un gritó de temor escapo de mis labios, una emisión siquiera continua con el mismo tono, sino que parecía subir de intensidad y bajar como una montaña rusa, pero solo duraría 3 segundos, porque sí no se había ahogado con el agua, ahora se ahogaría por el estrangulamiento, la presión que ejercía la ropa en su cuello; llevé mis manos a mi cuello para tratar de liberar un poco la presión, más ese momento nunca llegó, lo que hizo presencia fue la caída.
Mientras descendíamos sentí como podía volver a respirar, un poco mejor que antes, tome una buena bocanada de aire, en la cual se coló agua. —Coff coff— Tosí como reflejo; me sentía mejor, recuperé la visión y me vi de cabeza al pozo, que sin saber si era profundo o no, nos recibiría a ambos. Y me sorprendí aún más cuando me vi rodeado por los brazos de Aiko.
Su cuerpo y el mío se unieron bastante, pude sentir su calor y algo más… No obstante, fue tan efímero que nos vimos envueltos nuevamente en agua en cuestión de segundos; nos hundimos no sé cuántos metros en el pozo.
Lejos de golpearse con rocas en el fondo, se podía ver la arena a través del agua cristalina, podrían subir sin ninguna dificultad y la corriente habría desaparecido para estar en un agua calmada.
En el momento en que caímos y al asegurarme de que no corríamos ningún riesgo, me deshice de la prisión que había creado la fémina y nadé, nadé a la superficie con todas mis fuerzas y ansias por sentir la tranquilidad. Al salir mi respiración estaba agitada, tenía taquicardia y me sentí tan frío como un glacial, me fui incorporando en la superficie del agua con ayuda del chakra y me puse en pie sobre esta, tarde un poco más de lo habitual, ya que sentí cierto mareo.
”Aiko!¿Dónde está?” Miré a los alrededores en busca de ella, había sido tan egoísta que por unos segundos había olvidado su presencia, miré a través del agua a donde creí que caímos para ingresar bajo el líquido sí fuese necesario.
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Pese al considerado intento de la chica por ayudar al chico, éste parecía un cangrejo en un cubo. No era capaz de dar pie con bola, casi no podía respirar... y mucho menos salir del agua. Por mas que la chica jaló de su camisa, solo obtuvo una recompensa que para nada era reconfortante, una tos aguada del chico. Pero, antes de que siquiera pudiese decidirse en si debía pillarlo con ambas manos, meterse en el agua para sacarlo, o a saber qué otras mas opciones... todo se fue a la mierda.
El chico cayó primero, la chica casi que de seguido. El aire les faltó por un instante, instante que pareció eterno en una caída que se hizo mas que agravada. Cayeron ambos como piedras al agua, aunque en ésta ocasión la corriente no les llevó a ningún otro sitio. El agua era cristalina, tanto que hasta el fondo se podía vislumbrar. No llegaron en la caída hasta el fondo, pero poco les faltó. No obstante, allí la temperatura del agua era bastante mas elevada, al menos en comparación al agua de la gruta helada. Éste significativo hecho seguramente se debía al intenso sol, que casi deslumbraba, brillando en lo mas alto del cielo.
Para cuando se quiso dar cuenta, Keisuke no estaba a su lado. La kunoichi estaba flotando en el agua, mirando al astro rey, aunque no directamente. La calidez, el clima, el agua... parecía que estuviese en el mismísimo cielo.
—¿Estás bien, Keisuke? —preguntó tras darse cuenta del importante detalle. Éste casi se le ahoga, y ahora se encontraba al fin fuera del agua. —Casi te me ahogas en lo mas llano
La broma quizás se salía un poco del marco humorístico, pero, tampoco era como para tomárselo a mal... ¿no?
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—Sí, sí todo bien, un poco mareado no más.— Afirmé mientras centraba mi vista en la posición actual de la pelirroja. —¿Qué tal te sientes tú?.— Pregunté como buen médico, era necesario hacer seguimiento a sus pacientes.
—Casi te me ahogas en lo llano.— dijo en broma.
A ese comentario no respondí nada, no sabía si sonreír o sentir pena al respecto, consideraba que, en algunas ocasiones, lo que se dice en broma tiene algo de cierto y solo lo dicen así para decir que es jugando; quizá una percepción personal un poco anticuada.
Una vez la chica me hubiera asegurado su estado, observe con calma los alrededores, así podría permitir que mi corazón volviera a latir con normalidad y que mi respiración también se controlase.
El ambiente cambió repentinamente, aún tenía frío pero era porque estaba totalmente empapado, no obstante, los rayos del sol daban una buena señal y su calor se manifestaba como una mano amigable ante ambos ninjas. El pozo tendría una superficie semicircular, que terminaba con la pared de la cordillera, y su otro límite estaba a unos 30 metros más adelante; la orilla era corta y una arenilla blanca anunciaba el cambio de vegetación.
Unos metros más atrás de la orilla se manifestaba el color verde de la vida, un campo amplio y abierto, con muchas formas de vida diferentes, con flores multicolores esparcidas aleatoriamente y algunos cuantos arboles no muy altos, aquella alfombra verde parecía no tener fin, se asemejaba a un lugar mágico, fuera de lo normal, el cambio de contraste entre ambos ambientes era rotundo, indescriptible.
—Valió la pena venir hasta acá.— Dije con cierto tono de tranquilidad y calma, se podía sentir la paz que el lugar emanaba, el ruido del agua caer, la brisa que corría libre por el lugar y movía las hojas y helechos que ahí crecieron. Una vista que no tenía nada que envidiarle al otro lado de la cordillera, es más, era incluso un verdadero tesoro resguardado por la misma naturaleza.
—Achuuss.— Estornudé, no tuve chance a llevar mis manos a mi boca, fue una respuesta instantanea. No debía olvidar que estaba todo empapado y que las ráfagas aéreas se manifestaban con bastante frecuencia.
—No me quiero resfriar así que será mejor que nos quitemos estas ropas, por lo menos yo lo haré, podríamos cercar nuestras pertenencias hacemos una fogata.— Empecé a caminar con paso lento a la orilla. —¿Qué dices?— Quería saber su opinión ante mi propuesta.
”Ya estoy aquí, ahora solo debo encontrar unas cuantas flores de esas…”
—¿Ya recordaste qué hacías por aquí?.— Pregunté curioso, aún no sabía el motivo de la kunoichi.
Hablo - "Pienso" - Narro
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
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10/05/2017, 16:59
(Última modificación: 11/05/2017, 09:56 por Aiko.)
La chica preguntó en primera instancia sise encontraba bien, pues parecía mas agobiado que un cangrejo en un cubo. El médico, ofreció la información, y no tardó en preguntar a la chica si ella también estaba bien. Ésta, que estaba tumbaca boca arriba en el agua, se tomó quizás bastante tiempo para contestar, aunque cabe destacar que claramente se veía consciente.
—Estoy perfectamente, Keisuke.
Sin embargo, el genin no pareció tomarse relativamente mal el que le tratase como que se iba a ahogar en lo mas llano. Realmente era así, casi se ahoga, pero quizás no había sido algo del tipo de cosas que se deba echar en cara, aunque sea en broma.
Keisuke se adelantó, saliendo del agua mucho antes de que tan siquiera la chica pensase acerca de esa opción. Una vez fuera, afirmó que ese lugar realmente merecía la pena, que había sido todo un hallazgo. La pelirroja no podía estar mas de acuerdo. De pronto, el chico estornudó. Éste parecía a punto de resfriarse, una sensación que Aiko no sentía desde a saber cuantos años atrás.
El joven alertó del hecho, informando que estaba al borde del refriado, y solicitó a la pelirroja que podían hacer una fogata, desvestirse, y secarse. La joven quedó sorprendida ante la propuesta, que parecía ir totalmente en serio.
—¿Pretendes que me desnude para ti? Así, sin mas... al menos podrías haberte currado antes una cena romántica o algo, ¿no? El pan me ha aliviado bastante, pero tampoco da para tanto... —comentó sarcástica, en una broma que terminaría en una risa. —Jajajajaja...
Ahora, la única incógnita del chico era saber si la pelirroja había recordado porqué estaba por esos lares. Éste detalle, pequeño y a la vez importante, delataba que el médico se había dado cuenta de su pérdida de memoria.
—Supongo que venía a visitar ésta ciudad que debe andar por aquí escondida, ¿para qué si no iba a estar por aquí?
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11/05/2017, 03:04
(Última modificación: 11/05/2017, 04:32 por Keisuke.)
Al escuchar que la chica estaba bien me sentí más tranquilo, al parecer se encontraba muy bien, considerando la condición en que nos encontramos, aparte de ese detalle a ella parecía que nada le hubiese pasado, ciertamente era algo raro.
— ¿Pretendes que me desnude para ti? Así, sin mas... al menos podrías haberte currado antes una cena romántica o algo, ¿no? El pan me ha aliviado bastante, pero tampoco da para tanto... —comentó sarcástica, en una broma que terminaría en una risa. — Jajajajaja...
A pesar de que no la estaba viendo, sonreí en forma de aprobación y una risa se podría escuchar luego. —Oye, que soy todo un caballero, recuerda que no te quité la ropa en la nieve... ¿Ademas pensabas que el pan era de gratis?— Le seguí el rollo para mantener un ambiente ameno.
— Supongo que venía a visitar ésta ciudad que debe andar por aquí escondida, ¿para qué si no iba a estar por aquí?
—Vaya, aún no lo recuerdas...— Asumí, creyendo que eso era la verdad.
Tras unos breves segundos me encontré en la orilla, me deshice de mi capa para quedar con mi cotidiano suéter y mi pantalon. —Buscaré un poco de madera, lo de la fogata es enserio.— Dije para deshacerme de la chaqueta, la misma estaba igualmente empapada y pesada, al igual que la túnica, ahora a pesar del frío me sentía más liviano y con los rayos del sol me calentaría. ¿Sería ético quitarme el pantalon y quedan en ropa interior frente a ella? Después de todo no veía mucho problema, algunos entrenamientos se basaban en corren desnudos bajo la lluvia, ¿no?
Me adentré en el valle, a diferencia de un bosque sería un poco difícil encontrar madera seca y tampoco pretendía dañar el ambiente del lugar quemando la alfombra de grama y flores que nos rodeaba. —No creo que sea fácil encontrar madera.— Admití tras haber dado unos 10 pasos.
—Yo vine buscando una flor, una flor amarilla se llama sinicuichi, es un poco especial...— Dije finalmente mi motivo a la pelirroja.
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen
Byakugo no In: Inicio 19/04/2018
Nivel: 11
Exp: 0 puntos
Dinero: 20 ryō
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11/05/2017, 22:55
(Última modificación: 11/05/2017, 22:55 por Aiko.)
La pelirroja bromeó acerca de desnudarse, pero en ésta ocasión no consiguió ruborizar al chico.
«Me cachis...»
Éste, lejos de avergonzarse, se envalentonó afirmando que era todo un caballero —podía haberla desnudado antes— pero conservó los modales; y además de ésto, se lanzó también en una arriesgada broma, sugiriendo que el pan no era gratis, que de alguna manera debía pagarlo.
La chica estalló de nuevo en una carcajada, el chico sabía devolver las bromas. — Jajajaja... claro, nada es gratis en ésta vida... todo tiene su precio. —sabía que era una broma, pero igual no quiso simplemente reír y ya está.
Lejos de seguir bromeando, al final recurrieron a serenarse, y en ese momento el médico inquirió saber si había recordado el porqué estaba allí. Ante la respuesta de la chica, el matasanos no quedó del todo agradado, o esa fue la impresión que obtuvo la pelirroja al menos. Pero, tampoco podía hacer mucho, sabía que esos recuerdos perdidos se habían ido al garete, para siempre. No era algo recurrente y que con el tiempo pudiese rememorar, aquello que hubiese vivido un par de años atrás se había ido, y no volvería por mas que lo intentase.
Tras unos segundos, el chico se desvistió en parte, inquiriendo que lo de hacer una fogata lo había dicho de verdad. Éste comentó que iría a buscar algo de leña incluso, lo cuál sorprendió a la chica de cabellera rojiza. No pudo evitar desviar su mirada hacia éste, perdiendo la horizontaniedad con el agua del pequeño lago.
Finalmente, tras unos pasos con no mas ropa que sus pantalones, el chico admitió que la tarea sería realmente difícil. Si, efectivamente lo sería, pues por allí apenas habían árboles, y de quemar sus ramas seguramente fastidiaría una gran flora. El pequeño parecía ciertamente interesado en una en concreto, por la cuál había estado buscando el sitio, una de color amarillo con propiedades muy especiales. De plantas, la chica no sabía mas que el uso del té verde, poco mas...
— Entiendo... —afirmó, aunque realmente era todo lo contrario. — Pero aquí parece haber como mil tipos de flores, y de todos los colores... te va a llevar un buen rato encontrar la que dices, ¿no?
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