Estaba tan nerviosa que ni había desayunado aquella mañana, y lo peor es que siempre pensaba lo mismo, ¿por qué narices tenían que salir tan temprano? Sí, bueno, claro, era su culpa porque en primer lugar ella fue la que dijo de quedar por la mañana cuando el sol no asase sus cabezas ni friese huevos en ellas sin necesidad de tener ninguno.

Pues bien, después de la breve charla que tuvo con su hermano en el que le informaba que iría a un torneo oficial donde tendría que pelear contra genin de otros lugares o incluso de su propia villa, lo que recibió a cambio fue una sonrisa, que le revolviera el pelo y una señal de aprobación con el pelo, añadiendo un "Iré a verte en cuanto termine mi próxima misión, ¡demuestra lo que vales!", ahora la pequeña kunoichi estaba nerviosa por dos razones: una, iría al torneo donde sería vista por un montón de gente y tendría que enfrentarse a otro montón, y dos, su hermano vería cómo se desenvuelve en combate.

Eso no sería un problema, si... Hubiese tenido algún enfrentamiento con alguien. Y es que desde que se graduó no había peleado con nadie, ni si quiera de entrenamiento, nada, ni una patadita.

Era una deshonra para su familia.

Suspiró mientras se ponía de puntillas esperando ver la cabellera de Nabi asomarse en la lejanía, otro asunto que le ponía los pelos de punta, y es que no dejaba de sentirse extraña, con las cosquillas en el estómago y la necesidad de estar con él a todas horas aunque no pudiesen o simplemente no moviese el trasero para hacerlo, ¿y si estaba siendo pesada? ¿Y si se cansaba de ella?

Por eso, cuando se enteró de que ambos participaban, decidió dejarle una nota en su casa.


El portón de Uzushiogakure estaba casi desértico a esas horas de la mañana, y Eri, en un rincón, esperaba con los brazos cruzados y la mirada danzando de su villa al suelo perdida en sus pensamientos, ¿y si no venía? Bueno, era comprensible, al fin y al cabo ella no era tan especial, esperaría media hora más, o una hora por si aparecía y si no... Pues ya se iría sola.

Estaba jodido. Ese fue mi primer pensamiento cuando al llegar a casa tarde una noche encontré una carta traída por los mismos dioses. Era una carta de Eri-hime, quien, OBVIAMENTE, había sido seleccionada para ir al torneo al que él tambien tenía que ir, esta parte era menos obvia y más sorprendente.

Y se quedó más ancha que pancha, seguramente no esperara una respuesta, más allá de que apareciese el dia y la hora que ella me había dado en la puerta de Uzushiogakure. PORQUE YO NO SABÍA DONDE VIVÍA, o eso le tenía que hacer creer a ella para que no pensara que tenía un novio acosador y psicopata. Si ella no me había dicho donde vivía, yo no lo sabía.

Me pasé esa noche en vela y todo el día siguiente dudando, qué hacer, hacía relativamente poco que habían empezado esa extraña relación surgida del mismo infierno del que yo procedía. Había arrastrado a un angel a tener contacto carnal con un demonio como yo, tenía que tener cuidado de que no se me vieran ni el tridente ni la cola acaba en punta. Aunque la cola tarde o temprano tendría que verla...

Antes de poder decidir nada y habiendome dado un buen festín de carne la noche anterior, había llegado el día. A las cinco de la mañana ya estaba en el portón. Entonces se me ocurrió una idea tan chachi que me deshice en mi mismo.

Hice sellos y me transformé en carta, cuando Eri vino y se sentó a esperarme me moví discretamente hacia ella como si me llevase el viento hasta sus manos, sus sexys y dulces manos.

Cinco minutos después la joven seguía en el mismo sitio que antes, suspiró y se incorporó un poco mejor cuando algo parecido a una carta rozó su mano que ahora se encontraba apoyada en el suelo.

«¿Qué será esto?»

Tomó el papel y lo abrió lo suficiente para leer a quién iba dirigida, que, para su sorpresa, era para ella.

«¿Será de Nabi? ¿Me dirá que no vendrá? ¿Cuántas veces he dicho que no me llame hime?»

Frunció el ceño mientras leía aquel papel, hasta que después de mover varias veces los ojos para descifrar lo que ahí ponía —que la verdad, tardó un poco— suspiró y se encogió de hombros, más tranquila que antes. Al menos iba a aparecer... Aunque no sabía ni cómo ni cuándo.

Volvió a leer la carta de nuevo por si acaso se le había escapado algo, pero no, a excepción de unos cuantos tachones que eran imposibles de descifrar, había casi memorizado cada palabra de la carta, así que con ella en mano, se dispuso a volver a esperar a Nabi ahora de mejor humor.

Parecía que iba a ignorarme brutalmente y a simplemente esperarme, y así fue. Me releyó para despues quedarse a la espera de mi mismo. Así que suspiré internamente para despues escurrirme de entre sus dedos y patapumpon, transformarme en mi de nuevo.

Cuando la breve humareda que se soltó al destransformarme se disipara yo aparecería tras Eri, abrazandola por la espalda y apoyando mi cabeza en su hombro mientras la estrechaba con fuerza entre mis brazos.

— Bu.

Y yasta.

— Bu.

— ¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! — Exclamó aterrada cuando notó como unos brazos la rodeaban por la espalda, tan ensimismada y tan despistada estaba aquel día que no sabía muy bien cómo reaccionar ante lo que ocurría a su alrededor. — ¡Nabi-kun! ¡Qué susto! ¡Pensaba que no aparecerías!

Bueno, en verdad ella no había pronunciado en voz alta lo que acababa de leer, ¡pero es que eso no se lo esperaba para nada! La mano que se había llevado al pecho casi por inercia todavía se encontraba allí, y no fue hasta al cabo de unos segundos cuando el corazón le volvió a una velocidad normal.

Velocidad normal, digamos, menos acelerado, porque con Nabi cerca era imposible no estar nerviosa.

— Siento no haberte avisado en persona... — Susurró mientras tomaba su mano derecha y jugaba con ella, aun sin darse la vuelta. — No me esperaba que me eligiesen como participante, y cuando me enteré entré en pánico y no supe qué hacer...

»Bueno, sí, ir contigo.

Alegó con una sonrisa en sus labios mientras apretaba el agarre.

— ¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡Nabi-kun! ¡Qué susto! ¡Pensaba que no aparecerías!

— ¡Cuando la kunoichi más hermosa de Uzushiogakure te invita a ir con ella a un torneo la respuesta es siempre sí! Si no me hubieran elegido hubiera venido igual.

— Siento no haberte avisado en persona... No me esperaba que me eligiesen como participante, y cuando me enteré entré en pánico y no supe qué hacer... Bueno, sí, ir contigo.

En mi submarino sonaron todas las alarmas, las antiincendio, las anticonvulsiones, las antidislexia, pero sobretodo, las que más resonaban hasta en el dedo meñique de mi pie izquierdo, eran las antierecciones. Ella apretó el agarre, y yo la abracé más fuerte, alejando levemente la cintura.

Entonces deshice el abrazo sujetandole la mano izquierda con mi derecha y con la otra mano señalando al horizonte.

— Pongamonos en marcha pues, al lugar donde los sueños se hacen realidad. ¡A pegarnos con gente de otras villas!

Con una pequeña mochila a la espalda y la chica que había robado mi corazón de la mano me dispuse a marchar en dirección al valle de los dojos, acercandola primero a su equipaje para que lo cogiese con su mano libre.

— ¿Tienes algún recorrido pensado? ¿¡O vamos a la aventura a dormir al raso!? Cómo los ninjas de antaño, viviendo en el bosque, pescando en el rio y disfrutando cada segundo que podía ser el último. Tendría que haber cogido mi repelente de bijuus.

— ¡Cuando la kunoichi más hermosa de Uzushiogakure te invita a ir con ella a un torneo la respuesta es siempre sí! Si no me hubieran elegido hubiera venido igual.

— Pero te hubieses quedado fuera. — Respondió ella con toda la lógica del mundo, y es que, como condición de participante, tus amigos y familia solo podían acudir a los combates única y exclusivamente.

La joven no deshizo el agarre hasta que el chico fue el que rompió el contacto sin dejar de tomar su mano izquierda, luego señaló al horizonte de una forma que a Eri le resultó cómica y tierna a la vez, hasta que pronunció las últimas palabras y no pudo evitar reír.

— Pongamonos en marcha pues, al lugar donde los sueños se hacen realidad. ¡A pegarnos con gente de otras villas!

— ¡Lo importante es divertirse! Sabes, esto parece como si fuese un campamento de verano, ¿crees que los genin de otras villas tendrán nuestra edad?

Fue la pregunta que formuló mientras se agachaba un poco para tomar su mochila que había dejado hacía un par de minutos al lado de ella cuando se había posado en la pared a esperar, donde llevaba provisiones para el viaje, dinero, mudas de recambio y alguna que otra herramienta más que le había parecido útil en el momento de elaborar el equipaje.

— ¿Dormir al raso? Si no queda más remedio tendremos que hacerlo, pero... Bueno, me he permitido hacer un pequeño recorrido, mira. — Pidió mientras tomaba un mapa de su mochila, arrugado y con marcas de lápiz en él. — Como hemos salido pronto, por la noche llegaremos a Los Herreros, Akame-san y yo nos quedamos en una posada donde se duerme y cena bien por poco. — Alegó con una sonrisa. — Luego... Bueno, pasando por el Bosque de la Hoja... Podríamos llegar a Minori y finalmente llegaremos yendo por aquí al Valle de los Dojos, tardaríamos tres días, como mucho cuatro si ocurre algún incidente. — Terminó la explicación con la cabeza alta, orgullosa de sí misma por elaborar dicho plan. — ¿Te parece bien o quieres modificar algo del trayecto? Estoy abierta a sugerencias.

Le tendió el mapa al chico para que fuese él el que mirase ahora el trozo de papel para más comodidad.

— Pero te hubieses quedado fuera. —

Negué lentamente con la cabeza mientras hacía chasquidos con la lengua aclarando lo equivocada que estaba.

— Mi amor por ti no es algo que puedan parar unos samurais cualquiera.

La kunoichi soltó una carcajada ante mis palabras que sonó como si un unicornio y un hada compusieran un sonido lo suficientemente mágico como para cautivar los oídos de todos los seres sobrenaturales que lo escucharan, y lo consiguieran.

— ¡Lo importante es divertirse! Sabes, esto parece como si fuese un campamento de verano, ¿crees que los genin de otras villas tendrán nuestra edad?

Esa pregunta me hizo pensar, aunque solo fuera un poco y brevemente.

— Supongo que sí, ya que no son todos los genin y solo los elegidos supongo que serán los últimos graduados y no los que se graduaron hace treinta años. Aunque con estos Kusagareños y Amenios nunca se sabe.

— ¿Dormir al raso? Si no queda más remedio tendremos que hacerlo, pero... Bueno, me he permitido hacer un pequeño recorrido, mira. Como hemos salido pronto, por la noche llegaremos a Los Herreros, Akame-san y yo nos quedamos en una posada
Akame-san y yo
Akame-san y yo

Akame y yo sí que vamos a quedarnos en una posada, de la que solo saldrá uno. Espera, ¡si Akame era el Uchiha de los juegos! Uchiha tenía que ser, cría Uchihas y te sacaran los ojos.

¿Te parece bien o quieres modificar algo del trayecto? Estoy abierta a sugerencias.

— Ehhhh, sí. Me refiero, por mi está bien. Ya he cogido dinero de sobra por si pasa cualquier cosa, y comida y bebida para un par de días por si acaso. Tampoco tenemos mucha prisa así que podemos ir con calma. Lo digo porque el espacio entre Los Herreros y Minori es algo largo para hacerlo en un solo día, así que podríamos buscar algún sitio en el que quedarnos entre medias, he estado bastante por todo el País de la Espiral y conozco un pueblecito por aquí. — señalo la zona entre el agujero de la hoja y la costa. — Que no solo nos acogeran sino que además hay un lago precioso a unos minutos que me gustaría enseñarte.— le sonreí esperando que aceptase.

— Bueno, vamos a ponernos en marcha y hablamos de ello por el camino. ¿Te parece?

Al escuchar la afirmativa del chico Eri sintió que su sonrisa se ensanchaba, ¡ojalá hubiesen más chicas de otras aldeas! Es decir, a parte de Noemi... No había conocido a muchas otras chicas de su promoción.

— ¿De verdad hay un pueblo? Eso no está en mi mapa, tendré que actualizarlo conforme vayamos avanzando. — Alegó mientras sacaba un pequeño lápiz y apuntaba en el papel siguiendo las indicaciones de Nabi la posición de aquel pueblo. — ¿Un lago? ¡Hala! Nunca he visitado un lago... Es decir, nunca he estado lo suficiente para disfrutar de uno... — Alegó doblando tranquilamente el mapa, luego lo guardó de nuevo en el bolsillo de su mochila y se retiró algunos mechones de cabello que se habían instaurado en su campo de visión.

»Aunque deberíamos pensar más en el Torneo.

Suspiró y miró hacia la dirección opuesta a su villa, dispuesta a comenzar a andar, tomó la mano de Nabi con delicadeza, aun sin acostumbrarse a aquello y temiendo, sin embargo, que rechazase el contacto. Entrelazó los dedos con los del chico y tiró de él para comenzar a andar.

— ¿Te parecería bien, si quieres, enseñarme a usarla kodachi en este tiempo? No he entrenado mucho últimamente y... Siento que desde la academia me estoy oxidando un poco. — Se sinceró ella mientras miraba el camino que había bajo sus pies.

— ¿De verdad hay un pueblo? Eso no está en mi mapa, tendré que actualizarlo conforme vayamos avanzando. —

— Sí, bueno, en realidad hay cantidad de pueblos por el país de la Espiral, como son pequeños no suelen venir en los mapas.

— ¿Un lago? ¡Hala! Nunca he visitado un lago... Es decir, nunca he estado lo suficiente para disfrutar de uno... —

— Bueno, tampoco es un lago como el Valle del Fin, es algo entre un estanque y un lago, pero ya lo verás por ti misma.

Apuntó el lugar donde le dije que más o menos estaría el pueblo y guardó el mapa en la mochila mientras yo la esperaba pacientemente.

»Aunque deberíamos pensar más en el Torneo.

— No le des demasiadas vueltas, solo vamos a exhibirnos un poco y ya. Reservate para el examen de Chunin que es más importante, todo lo que no enseñes ahora será una ventaja despues.

Entonces empezó a andar en dirección al horizonte y entrelazó su mano con la mía como si fuera lo más natural del mundo. Solo pude sonreir y corresponderle agarrando la suya con fuerza y caminando a su lado.

— ¿Te parecería bien, si quieres, enseñarme a usarla kodachi en este tiempo? No he entrenado mucho últimamente y... Siento que desde la academia me estoy oxidando un poco. —

— Por supuesto, aunque como te dije la última vez no soy ningún genio. De hecho, la única técnica que sé de Kenjutsu no tiene mucho de Kenjutsero. Pero te puedo enseñar como uso yo mi Kodachi.

— Tienes razón, intentaré hacerlo lo mejor posible. — Coincidió con el joven mientras sonreía, ahora lo mejor era pensar en entrenar y enseñar lo que ella podía hacer en el Torneo.

Con su mano libre sujetó una de las asas de la mochila con fuerza, sujetándola para que no resbalase por su hombro mientras escuchaba a Nabi atentamente.

— Por supuesto, aunque como te dije la última vez no soy ningún genio. De hecho, la única técnica que sé de Kenjutsu no tiene mucho de Kenjutsero. Pero te puedo enseñar como uso yo mi Kodachi.

— Bueno, yo solo sé una técnica básica de kenjutsu, pero no hace falta ser experto en kenjutsu para utilizar un arma de filo, además, doy lástima con la Kodachi. — Alegó mientras desviaba la mirada. — ¿Sabes? Desde que me gradué solo me he peleado una vez, lancé dos shuriken de hielo y una técnica de suiton, y ya, por eso siento que estoy perdiendo práctica. — La mano que sujetaba el asa fue directamente frente a su pecho, abriéndola y cerrándola varias veces.

»Además, ¿qué es un ninja sin experiencia? Seguro que muchos de nuestros compañeros o contrincantes tendrán más experiencia que nosotros... Por eso, lo mejor que podríamos hacer es entrenarnos antes de los combates.

Apretó un poco la fuerza que hacía su mano contra la de Nabi, estaba muy nerviosa por lo que sucedería en el Torneo, pero tampoco quería ser una pesada con aquel tema.

Miraba al frente mientras escuchaba a Eri-hime y pensaba en que en ese sitio era justo donde siempre había querido estar, caminando tranquilamente de la mano con Eri. La sola idea de pasar así cuatro días más me provocaba una dicha que no era capaz de encontrar donde acababa dicha dicha.

— Bueno, yo solo sé una técnica básica de kenjutsu, pero no hace falta ser experto en kenjutsu para utilizar un arma de filo, además, doy lástima con la Kodachi. —

— Yo tampoco soy nada del otro mundo. Aprendí a usar la Kodachi para defenderme en el cuerpo a cuerpo contra samurais y gente que use armas. Aunque tambien va genial para parar armas arrojadizas.

¿Sabes? Desde que me gradué solo me he peleado una vez, lancé dos shuriken de hielo y una técnica de suiton, y ya, por eso siento que estoy perdiendo práctica.

— Yo no me peleo con otro shinobi desde la academia sin ir más lejos, voy entrenando cada día para no perder practica pero la verdad es que sí que se nota que hace tiempo que no combato.

Los troncos no se resistian tanto como los humanos a ser apuñalados y golpeados repetidamente. Era consciente de por donde iba la conversación y pegarme con Eri... era un tema delicado, pero la idea de que se pegara con otro constantemente para entrenar... Solo tenía que tener cuidado y evadir como pudiese.

»Además, ¿qué es un ninja sin experiencia? Seguro que muchos de nuestros compañeros o contrincantes tendrán más experiencia que nosotros... Por eso, lo mejor que podríamos hacer es entrenarnos antes de los combates.

— Seguro, sobretodo los de Amegakure, he oido que los obligan a pegarse bajo la lluvia en cada misión de rango D hasta que uno de los dos cae... para siempre.

Asentí lentamente apenado por la triste vida de los pobres Amegakurienses recordando a la chica esa que conocí que seguramente hubiera recibido un severo castigo de vuelta a su pueblo al que llaman villa a falta de un calificativo mejor para el hervidero de odio que era eso.

— Seguro, sobretodo los de Amegakure, he oído que los obligan a pegarse bajo la lluvia en cada misión de rango D hasta que uno de los dos cae... para siempre.

— ¡Huala! ¿En serio? ¿Cómo te has enterado? — Exclamó la joven virando la vista para mirar al joven con los ojos bien abiertos. — Estos Amenios... La verdad es que no he hablado mucho con ellos, en mis viajes me he topado con... — Paró para hacer una rápida cuenta con los dedos. — ¡Cuatro! El chico que se llamaba Mogura, tu también estabas, vaya; Amedama Daruu, al que tuvimos que volver a visitar para completar una misión, un calvo llamado Karamaru que... ¡Pff! Si te contase lo que nos pasó...

Rió ante su propio comentario y se rascó la nuca, intentando acordarse de la cuarta.

— ¡Ah sí! Y una Yamanaka que se llamaba Reika.

Terminó de enumerar mientras miraba al cielo, como si rememorase todos los momentos que había pasado fuera de casa y por ello había topado con aquella gente.

— De Kusa solo conozco a un tal... Esto... ¿Kota? No, ese era un chico malo, ¡Yota! ¡Sí, eso! Aunque no por mucho tiempo, fue en el Puente Kannabi. — Asintió para sí misma y luego volvió a enfocar su vista en su acompañante. — ¿Y tú? ¿Conoces a alguien de otras villas?

— ¡Huala! ¿En serio? ¿Cómo te has enterado? Estos Amenios... La verdad es que no he hablado mucho con ellos, en mis viajes me he topado con... ¡Cuatro! El chico que se llamaba Mogura, tu también estabas, vaya; Amedama Daruu, al que tuvimos que volver a visitar para completar una misión, un calvo llamado Karamaru que... ¡Pff! Si te contase lo que nos pasó...


Bola de lluvia, Daruu, Kalvomaru y el adiestrador de venenos, Mogura. Me los apunté mentalmente por el bien de la inteligencia sobre el enemigo. A ver si me tocaba Mogura en el torneo y lo mataba sin querer evitarlo. Era el que sonaba más mortal de todos, alguien que se llama Bola de lluvia no podía ser muy poderoso, aunque el calvo... ese no tiene un pelo de tonto, tendría que vigilarle.

— ¡Ah sí! Y una Yamanaka que se llamaba Reika.

— ¿No son... demasiados Amenios? ¿No te acercaras demasiado al País de la Tormente?

Gouna-sama había dejado claro que el odio entre villas era algo malo, si me excedía expresandolo podría crear una mala impresión en Eri-chan y eso era lo último que quería. Pero, joder, cuatro amenios eran muchos amenios para lo que llevabamos de genin.

— De Kusa solo conozco a un tal... Esto... ¿Kota? No, ese era un chico malo, ¡Yota! ¡Sí, eso! Aunque no por mucho tiempo, fue en el Puente Kannabi.

Menos mal que solo es uno de Kusa, sino ya me daba algo. Al mencionar el Puente Kannabi un escalofrio recorrió mi espalda recordando al que hace los anuncios de congelados en Mercakunoichi, que mal rollo de hombre.

¿Y tú? ¿Conoces a alguien de otras villas?

— Te voy a decepcionar pero... aparte de Mogura solo conocí a otra persona de otra villa. Aotsuki Ayame, bueno, eso sin contar al que iba con ella, su hermano, que es ni más ni menos que el actor que hace los anuncios del Mercakunoichi. Me quedé de piedra.

— ¿No son... demasiados Amenios? ¿No te acercaras demasiado al País de la Tormenta?

— Bueno, lo de Mogura fue en el Valle del Fin, lo de Daruu fue en el País del Fuego, y lo de Karamaru en Minori... Solo fue con Reika cuando de verdad estuve en el País de la Tormenta. — Afirmó mientras contenía una pequeña risa.

¿Le pasaría algo a Nabi con los Amenios?

Sin embargo, ahora que era su turno para hablar fue él el que alegó que había conocido a poca gente de Ame, a una tal Aotsuki Ayame. Frunció el ceño ante aquel nombre, ya que, por desgracia; no conocía nada sobre aquella chica. A parte, claro, que su hermano protagonizaba algunos anuncios de televisión.

— ¿En serio su hermano es el actor de los anuncios de Mercakunoichi? ¿Y no le pediste un autógrafo? ¡Hala! — Exclamó la joven. — ¡Conoces a alguien famoso!