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Después de esperar lo que le había parecido varias angustiosas horas, la puerta se abrió con un quedo chasquido. Por fin, los combates de la primera ronda del Torneo de los Dojos habían finalizado.
Ayame no perdió el tiempo. Con el corazón latiéndole frenéticamente, salió de la sala donde había estado recluida desde que había finalizado su corta lucha, y se adentró en el interior del edificio del coliseo.
«Tengo que saber quién ha pasado de ronda. Tengo que saber si Daruu-kun lo ha conseguido...»
Miraba a su alrededor con desasosiego, tratando de atisbar alguna cara conocida, ya fuera de cualquiera de sus contrincantes o de su padre o hermano; pero el público, que ya había abandonado las gradas, comenzaba a inundar los pasillos y la tarea se fue haciendo cada vez más difícil. Pronto fue prácticamente imposible tratar de concentrarse en una sola cara, y ni siquiera por los diálogos que intercambiaban fue capaz de enterarse de nada, pues aquella amalgama de voces constituía una masa incomprensible de murmullos y exclamaciones de emoción.
—Tengo que salir de aquí y encontrar a papá y a Kōri. Así será más fácil... —se dijo, de manera imperceptible para el resto.
Con aquella idea en mente, trató de dar media vuelta y seguir la marabunta de gente que debía estar, como ella, buscando la salida de aquel enorme edificio. Sin embargo, le inquietaba la posibilidad de no encontrar a sus familiares ni siquiera en el exterior y la angustia comenzó a crecer en su pecho.
Un extraño ruido a su derecha la alarmó, y cuando se giró en la dirección del sonido le pareció ver entre la multitud la extraña silueta de un hombre enmascarado envuelto en una capa negra. Se detuvo momentáneamente, pero antes de que lograra ubicarlo de nuevo sintió un fuerte impacto a la altura del pecho que le cortó la respiración momentáneamente y la tiró al suelo...
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La puerta se abrió justamente en cuanto entró en la sala. Que oportuno. La primera ronda terminaba con su combate. Su "combate". Los abucheos y las quejas aún resonaban en sus oídos.
"Genial, he decepcionado a todos y encima el público ahora debe odiarme. Se habrán quedado con mi nombre para abuchearme en la segunda ronda... ¿Y qué pensaran los demás, mis compañeros?... Soy el genin que ha pasado por no hacer nada..."
Salió al edificio que conectaba con el coliseo, sin rumbo fijo. No tenía ni idea de donde estaría Katsue, ni tenía prisa por encontrarla. Ni si quiera sabía donde estaba en ese mismo momento. Su cerebro había desconectado.
"Me pregunto que me dirá Katsue. Probablemente nada. Tratará de calmarme. Pero aun así... seguro que la he decepcionado también...
Tan ensimismado estaba en sus pensamientos de auto crítica, que no se dio cuenta de que delante suyo, una muchacha de pelo negro y ojos marrones se había detenido durante unos momentos. Juro no se detuvo. Ambos chocaron irremediablemente.
Como un recuerdo amargo, otra vez se dio otro golpe fuerte en el rostro. Para colmo, perdió el equilibrio en ese mismo momento, sus piernas se trabaron y cayó al suelo de culo, dolorido. Pudo apreciar como la muchacha también caía sin equilibrio. La gente ni si quiera se preocupó por ellos, claro. Todos estaban demasiado nerviosos y parecían tener demasiada prisa. A Juro le extrañó que no les pisasen.
- Lo siento... - murmuró, acercandose a la muchacha - ¿Estas bien? ¿Te has hecho daño?
Lo único que le faltaba era enemistarse con alguien más. Juro se preguntó si era una espectadora... hasta que vio su bandana. La tenía bien puesta en la frente, era difícil no verla. Una ninja de Amegakure. ¿Habría participado en el torneo? ¿O era una ninja invitada, que había visto su bochorno? Probablemente, pronto lo sabría...
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Contra todo pronóstico, la primera reacción de Ayame ante tal aparatosa caída fue la de comprobar que su bandana seguía cubriendo su frente. Para su alivio, no se había aflojado ni un ápice. Sin embargo, ella no había sido la única que había caído. Cuando fue capaz de sobreponerse a la sorpresa y mirar a su alrededor, Ayame vio que frente a sí a un chico que debía rondar su misma edad, algo más bajita que ella, de cabellos oscuros y rostro pálido. Una siniestra cicatriz surcaba su mejilla de lado a lado.
—¡Lo siento!
—Lo siento...
Dijeron al unísono, y Ayame se vio cortada repentinamente al apreciar la bandana que llevaba anudada en torno a la frente. Le había costado discernirlo, ya que los cabellos del chico la tapaban parcialmente, pero enseguida adivinó el contorno del símbolo de Uzushiogakure grabado en ella. ¡Era un shinobi como ella!
—¿Estas bien? ¿Te has hecho daño?
Ayame agitó la cabeza, ligeramente aturdida, y se apresuró a reincorporarse con un salto.
—S... ¡Sí! Lo siento, no estaba mirando por donde iba... ¿Tú te encuentras bien?
Mientras formulaba aquella pregunta, su cerebro trabajaba a toda velocidad. ¿Sería aquel otro participante del torneo? No sabía si eran imaginaciones suyas, pero le sonaba haber visto su cara durante el recorrido de reconocimiento que habían realizado antes del comienzo de la primera ronda.
—Tú... ¿eres también un participante del torneo? —añadió, incapaz de contenerse por más tiempo, aunque enseguida reparó en su osadía y se llevó una mano a la nuca con apuro—. Oh, perdona mis modales. Yo soy Aotsuki Ayame.
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Juro tuvo que reprimir una sonrisa en cuanto sus disculpas se mezclaron. Por alguna razón, ya había decidido que esa chica le caía bien.
—S... ¡Sí! Lo siento, no estaba mirando por donde iba... ¿Tú te encuentras bien?
- Si claro, solo ha sido un despiste - murmuró Juro, quitandole importancia al suceso.
Trató de levantarse sobre la gente, esperando que la kunoichi de Amegakure hiciese lo mismo. Sin embargo, rapidamente esta le abrumó con una pregunta, que el mismo se había hecho, pero no había querido decir.
—Tú... ¿eres también un participante del torneo? —añadió, incapaz de contenerse por más tiempo, aunque enseguida reparó en su osadía y se llevó una mano a la nuca con apuro—. Oh, perdona mis modales. Yo soy Aotsuki Ayame.
- Yo soy Eikyu Juro, encantado - contestó, con una sonrisa sincera ante la indecisión de la joven - Y si, soy un participante del torneo, de Uzushiogakure. Acabo de salir ahora de la sala, como tu, supongo.
A Juro no se le había escapado el detalle. La tal Ayame era otra participante, al igual que él. Parecía estar perfectamente, así que Juro supuso que debería haber pasado de ronda... ¿No? No podía saberlo. Si estaba perfectamente, es que debía de ser muy fuerte, tanto para derrotar a su rival sin apenas despeinarse.
"También podría pensar lo mismo de ti... ¿No crees?".
- Y... ¿Te fue bien en la primera ronda? - preguntó Juro, sin poder contenerse. Si, no la conocía absolutamente de nada, pero ya estaba haciendo memoria. Su combate había sido antes que el suyo, eso estaba claro.
Si Ayame se quedaba ahí en el suelo, Juro le tendería una mano amiga para ayudar a que se levantase, en parte era su culpa también, después de todo.
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- Yo soy Eikyu Juro, encantado - contestó el chico, con una sonrisa-. Y si, soy un participante del torneo, de Uzushiogakure. Acabo de salir ahora de la sala, como tu, supongo.
Ayame tardó algunos segundos en reaccionar, y cuando lo hizo sacudió la cabeza y asintió de manera efusiva. Se había quedado sorprendida al confirmar que aquel shinobi era participante del torneo. ¡No tenía ni un solo arañazo! ¿Tan poderoso era que no había encajado ni un solo golpe? Quizás era famoso en Uzushiogakure...
- Y... ¿Te fue bien en la primera ronda?
—B... Bueno... Demasiado bien diría yo. Mi oponente era un shinobi de Takigakure, no aguantó ni diez minutos en pie —se encogió de hombros, pero entonces se dio cuenta de que lo que había dicho podía interpretarse de mil y una maneras diferentes y, alarmada, se apresuró a alzar las manos para explicarse—. ¡Pero yo no fui, lo juro! Le hice caer del pilar y se quedó inconsciente en el acto y... y... ¡Ay, me estoy explicando fatal! Seguro que estás pensando que soy algo parecido a una ases...
Fue incapaz de completar la frase. Mordiéndose el labio inferior, hundió la mirada en el suelo. Ni siquiera se había dado cuenta de que seguía tirada en el suelo y que Juro le estaba tendiendo la mano en un ofrecimiento de ayuda.
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—B... Bueno... Demasiado bien diría yo. Mi oponente era un shinobi de Takigakure, no aguantó ni diez minutos en pie
"¿Tan fuerte es...?"
Juro alzó las cejas, con un gesto de sorpresa ante lo dicho por Ayame. Sin embargo, esta se apresuró a añadir a su frase anterior un par de aclaraciones, antes de que la disparatada mente de Juro pudiese imaginar cualquier otra escena.
Pero yo no fui, lo juro! Le hice caer del pilar y se quedó inconsciente en el acto y... y... ¡Ay, me estoy explicando fatal! Seguro que estás pensando que soy algo parecido a una ases...
- Entonces si que fuiste, no se tiraría del pilar solito - dijo Juro, con una sonrisa relajante ante su actitud - Debes de sentirte mal por haber terminado tan pronto. Todos queremos impresionar a los kages y a la gente que esta ahí...
Al ver que Ayame no le hacia caso, apartó la mano. En lugar de enfadarse, Juro se sentó otra vez en el suelo, no tan alejado de ella como la otra vez - tampoco al lado, no quería asustarla.
- Yo también se lo que se siente - confesó Juro, con la misma mirada conciliadora. - Mi rival ni se ha presentado. Ha sido muy vergonzoso...
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— Entonces si que fuiste, no se tiraría del pilar solito —replicó Juro, con una sonrisa, pero Ayame volvió a alzar las manos en un brusco gesto defensivo.
—¡No...! Bueno... Yo... yo... —balbuceaba, sin saber muy bien qué decir en aquella situación. Cada vez que abría la boca debía parecer que le había pegado una paliza al pobre muchacho de Takigakure, cuando su irritación se debía precisamente a que su oponente no había aguantado siquiera un asalto.
—Debes de sentirte mal por haber terminado tan pronto —dijo entonces, y Ayame le dirigió una mirada cargada de puro alivio al ver que la había comprendido pese a su pésima manera de expresarse—. Todos queremos impresionar a los kages y a la gente que esta ahí...
Ante aquellas palabras, no pudo evitar desviar la mirada. En realidad, los Kages no le importaban demasiado. De hecho, aún le ardían las entrañas al recordar que había sido Yui quien la había utilizado en contra de su voluntad y sin tan siquiera saberlo para convertirla en el monstruo con las manos manchadas de sangre que era actualmente... No. Si ella estaba allí era para sorprender a su padre sobre todo; y, por supuesto, poder llegar a enfrentarse a Daruu en el torneo.
—Mi rival ni se ha presentado. Ha sido muy vergonzoso...
—¿En serio? ¿Y por qué? ¿Quién era?
Repentinamente se dio cuenta de que ambos estaban sentados aún en el suelo, seguramente estorbando el paso de toda aquella gente que buscaba la salida del estadio, y Ayame se levantó prácticamente de un brinco.
—¡Ay! ¡Lo siento! —se disculpó al aire, antes de volver a dirigirse hacia Juro—. Sea como sea, tú no deberías avergonzarte. Has cumplido con tu deber asistiendo al combate. No sé quién era tu oponente, ni la razón por la que no ha acudido al llamamiento, pero creo que antes que tú el que debería sentir vergüenza es él. ¿No?
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—¿En serio? ¿Y por qué? ¿Quién era?
—Se llamaba Kimura — contestó Juro, encogiendose de hombros, dando a entender que no tenía ni idea.
Repentinamente, Ayame pegó un brinco y se volvió a posicionar de pie. Hay que ver que chica más movida...
—¡Ay! ¡Lo siento!
Juro creyó durante un momento que era a él, hasta que se dio cuenta de que se había dirigido hacia ninguna parte. Trató de no juzgar....
Sea como sea, tú no deberías avergonzarte. Has cumplido con tu deber asistiendo al combate. No sé quién era tu oponente, ni la razón por la que no ha acudido al llamamiento, pero creo que antes que tú el que debería sentir vergüenza es él. ¿No?
Juro no pudo evitar sonreír un poco ante esa argumentación. Si, era la argumentación más típica y la que parecía más efectiva. Pero aunque fuese verdad, ¿Por qué seguía sintiéndose así de mal?
- Me pregunto si el público pensara igual que tu - comentó, conteniendo un bufido. Los abucheos aun resonaban en sus oídos - Da lo mismo, simplemente había querido luchar. Después de todo, el objetivo es demostrar tu fuerza y tu ingenio para demostrar que eres apto para pasar de ronda...
Juro trató de no pensar mucho en ello. Simplemente, era mejor no hacerlo. Juro se fijo en que aun seguía en el mismo sitio que antes.
- Quizá deberíamos movernos a un sitio más cómodo para hablar que este pasillo, ¿No crees? - pregunto a Ayame, deseoso de respirar un poco - Me muero por saber que ha pasado en los demás combates.
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7/03/2016, 13:04
(Última modificación: 7/03/2016, 13:05 por Aotsuki Ayame.)
—Se llamaba Kimura.
Kimura... No le sonaba el nombre. Sólo le sonaba de haberlo escuchado por megafonía al anunciar los participantes de cada ronda. Quizás le había visto en el recorrido previo al torneo, pero era incapaz de asociar cara y nombre por lo que desconocía cualquier dato de él, incluso algo tan básico como a qué aldea pertenecía.
«Sólo espero que no fuera de Amegakure, menuda vergüenza para nuestra aldea sería...» Pensó, ladeando el gesto con cierta repulsión.
—Sea como sea, tú no deberías avergonzarte. Has cumplido con tu deber asistiendo al combate. No sé quién era tu oponente, ni la razón por la que no ha acudido al llamamiento, pero creo que antes que tú el que debería sentir vergüenza es él. ¿No?
—Me pregunto si el público pensara igual que tu —respondió él, conteniendo un bufido—. [sub]Da lo mismo, simplemente había querido luchar. Después de todo, el objetivo es demostrar tu fuerza y tu ingenio para demostrar que eres apto para pasar de ronda...
—Te entiendo... —Ayame le dedicó una sonrisa condescendiente, con un ligero suspiro. Precisamente ese era el sentimiento que le embargaba con respecto a su propio oponente. El que no hubiese aguantado ni una simple caída de unos tres metros de alto no le había permitido demostrar nada de su valía.
—Quizá deberíamos movernos a un sitio más cómodo para hablar que este pasillo, ¿No crees? —le preguntó a Ayame—. Me muero por saber que ha pasado en los demás combates.
—¡Es cierto! ¡Vamos, la salida está por allí! De hecho, yo estoy buscando a mi padre y a mi hermano... —exclamó con un saltito, y práticamente al instante se puso en marcha siguiendo a la marea de gente—. Quizás en la siguiente ronda tenemos más suerte. Por lo que sabemos por ahora, tú y yo hemos pasado de ronda. Y éramos doce participantes, ¿no? Debería haber otros cuatro que también lo hayan hecho.
«Y espero que Daruu-san esté entre ellos...» No pudo evitar pensar, con cierta angustia en su pecho.
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—¡Es cierto! ¡Vamos, la salida está por allí! De hecho, yo estoy buscando a mi padre y a mi hermano... —exclamó Ayame, dando un gracioso saltito mientras se ponía en marcha siguiendo a la marea de gente.
- Claro, yo estoy buscando a mi hermana - dijo también Juro, al tiempo que la imitaba, sin el saltito - Estarían en las gradas, así que ya deben haber salido fuera...
Desde luego, eso pensaba. Su hermana desde luego no era idiota ni lo suficientemente decidida como para buscarle en tal marea de gente. Supuso que los familiares de Ayame tampoco. La gente formaba más bien un muro natural, ahí nadie podía aclararse.
Los dos ninjas se unieron pronto a la gran masa de gente que amenazaba con devorarlos y hacer que perdiesen el sentido de la orientación, del que Juro ya carecía desde un inicio. Espero que Ayame por lo que había indicado ssabía salir, porque él no tenía tu ni idea ni de como había entrado.
Quizás en la siguiente ronda tenemos más suerte. Por lo que sabemos por ahora, tú y yo hemos pasado de ronda. Y éramos doce participantes, ¿no? Debería haber otros cuatro que también lo hayan hecho.
- Si, lo siento como un deber - dijo Juro, expresando lo que sentía - Si, si las cuentas no me fallan, cuatro más. Aun daria para otra ronda más antes de las semifinales...
Aun así, sobraba una persona. ¿Que harían con ella? No tenía ni idea, ni le importaba. Sólo quería saber qué había pasado con Nabi y con Eri y Kazuma.
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Si algo tenían en común Juro y Ayame en aquellos precisos instantes, era que los familiares de ambos habían ido a ver sus combates en el torneo y que ambos los buscaban ahora en aquella marea de gente. Tal y como había propuesto el chico de Uzushiogakure, lo más probable era que estuvieran esperándolos en la salida, por lo que pusieron un rumbo fijo siguiendo a la multitud con cierta dificultad y de manera algo errática.
—Quizás en la siguiente ronda tenemos más suerte.
— Si, lo siento como un deber —respondió Juro, expresando lo que sentía.
—Por lo que sabemos por ahora, tú y yo hemos pasado de ronda. Y éramos doce participantes, ¿no? Debería haber otros cuatro que también lo hayan hecho.
—Si, si las cuentas no me fallan, cuatro más. Aun daria para otra ronda más antes de las semifinales...
—Es verdad... esto se va a hacer eterno... ¿Te imaginas que nos toca combatir después de habernos conocido de esta manera? —Ayame se rio de su propia broma al tiempo que esquivaba ágilmente a otra persona que se había interpuesto en su camino.
Pero se vio interrumpida cuando un repentino llanto infantil acuchilló sus oídos. Con los ojos entrecerrados, la muchacha miró en la dirección del irritante sonido. Allí, a menos de cinco metros a su derecha, una niña lloraba entre berridos tirada en mitad del pasillo...
Nivel: 22
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—Si, si las cuentas no me fallan, cuatro más. Aun daria para otra ronda más antes de las semifinales...
—Es verdad... esto se va a hacer eterno... ¿Te imaginas que nos toca combatir después de habernos conocido de esta manera? —Ayame acompañó sus palabras con una ligera y agradable risa, que hizo sonreir a Juro.
- Dios, eso sería más típico de una historia que de la vida real - comentó Juro, acompañando la risa, solo imaginandose la situación - Sería gracioso, pero no creo que pase.
Bendita ignorancia...
Los dos valientes ninjas continuaron la ardua tarea de pasar sin ser pisoteado. Juro precuró no alejarse del agil paso de su compañera, quién se hacía más o menos cargo de la situación. Hasta que entonces, paró en seco, y por poco provocó que volviesen a la situación inicial en la que se habían conocido.
Estuvo a punto de decirle algo, hasta darse cuenta de que pasaba. Un llanto infantil. Al mirar bien, pudo ver a una niña berreando en mitad del suelo. Juro sintió ternura por ella, debía de haberse alejado de sus padres o algo así. Con tanta gente, normal...
- Pobrecita, debe de haberse perdido... - murmuró, con compasión - Deberíamos ayudarla, antes de que la masa de gente la aplaste.
Si Ayame no decía nada en contra, Juro se acercaría junto a ella, hasta llegar cerca de la niña. Una vez ahí, haría lo típico para hablar con un niño. Se arrodillaría con mucho cuidado, a una distancia prudencial para no asustarla, y trataría de establecer contacto.
- Hola... - trató de sonar lo más cariñoso posible, estaba hablando con una niña después de todo.
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16/03/2016, 16:14
(Última modificación: 16/03/2016, 16:15 por Aotsuki Ayame.)
Juro se detuvo junto a ella tan bruscamente que poco les faltó para volver a catar el suelo.
—Pobrecita, debe de haberse perdido... —murmuró compasivo, y Ayame asintió con conformidad—. Deberíamos ayudarla, antes de que la masa de gente la aplaste.
—Sí, tienes razón.
Los dos muchachos se abrieron paso entre la multitud hasta llegar a la niña, una infante que no debía tener más de seis años de edad y que tenía el cabello rubio peinado en dos coletas altas que caían sobre sus hombros con delicadeza. Vestía un sencillo pero coqueto vestido rosa que se estaba ensuciando de polvo al haberse tirado al suelo de aquella manera.
—Hola... —Juro se había arrodillado junto a la pequeña, y aquella dio un pequeño brinquito con un hipido.
Ayame apoyó las manos sobre sus rodillas, para inclinarse con suavidad.
—Hey, hola —le sonrió, en un intento de tranquilizarla, pero aquella no hacía más que pronunciar aún más sus pucheros—. ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
La niña sorbió por la nariz, y entonces abrió desmesuradamente los ojos.
—¡Tú eres el niño que no ha luchado! —chilló de repente. Señalaba a Juro con su pequeña manita, antes de volverse de nuevo hacia Ayame—. ¡Y tú eres la niña abusona que mató al ninja de Takigakure en dos minutos!
«¿Niña abusona...? Aquello había sido como un jarro de agua fría. Ayame hundió los hombros, pesarosa, y dirigió una mirada de soslayo a su compañero.
Repentinamente se le habían quitado las ganas de ayudar a la niña.
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Ayame imitó el gesto de Juro, se acuclilló ante ella y le dirigió una cálida sonrisa.
—Hey, hola. ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
A pesar de lo que Juro había esperado, a pesar de tener toda su atención, la chica no cesó en sus pucheros, hasta que miró a ambos y los reconoció.
—¡Tú eres el niño que no ha luchado!—chilló de repente, mientras señalaba a Juro. Tras eso, paso a Ayame— ¡Y tú eres la niña abusona que mató al ninja de Takigakure en dos minutos!
Pudo sentir como Ayame agachaba levemente la cabeza. Él mismo tragó saliva al escucharlo. El niño que no había luchado... Sus sospechas estaban en lo cierto, el público lo había visto. Y sin embargo, la niña no tenía la culpa.
"Los niños son como una esponja..." - recordó la expresíon que había escuchado, hace mucho, en alguna parte. Puede que la niña hubiese escuchado eso de alguien de las gradas.
Por eso, trató de mantener la sonrisa. Ahora no podían echarse atrás, menudos ninjas serían.
- Matar es una palabra muy fea, ella no ha matado a nadie - le reprendió, aunque practicamente no se notó la reprimenda, por el tono cariñoso que mantenía - Veo que nos has visto en el torneo. ¿Nos podrías decir quien eres tu ahora? Sería lo justo ahora que nos has reconocido.
Juro trató de animar a Ayame, aunque con la mirada era practicamente imposible, así que se limitó a devolverle la mirada. Puede que no lo entendiese pero... No tenía mucho más que hacer. Solo esperó que la niña no dirigiera una nueva reprimenda hacia ambos...
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Sin embargo, Juro seguía sonriendo. Como si las palabras de la niña no le hubiesen afectado lo más mínimo. O aquello daba a entender su apariencia externa.
«Quizás no debería tomármelo tan a pecho... Es sólo una niña.» Pensó, con cierto sentimiento de culpa.
—Matar es una palabra muy fea, ella no ha matado a nadie —le oyó decir, y ka niña torció el gesto, nada convencida con su explicación—. Veo que nos has visto en el torneo. ¿Nos podrías decir quien eres tu ahora? Sería lo justo ahora que nos has reconocido.
—Hikari... —contestó, tímida y delicada como una flor de cerezo.
Por el rabillo del ojo, Ayame percibió que Juro la miraba directamente. Suspiró para sí, y se acuclilló para quedar a la altura de los ojos de la niña.
—Hikari es un nombre muy bonito —le dijo, y la niña sonrió automáticamente—. Pero dinos, ¿qué te ha pasado? ¿Has perdido a tus padres?
La pequeña negó enérgicamente con la cabeza.
—Tedi-sama... ¡He perdido a Tedi-sama y mamá no quiere volver a buscarlo! ¿Me ayudaréis? Porfiii...
—¿Tedi-sama...?
—¡Es mi osito! ¡Es grande y tiene un lazo rosa en la cabeza! Quiero a mi Tedi-sama... Estará asustado solita en la silla... ¿Y si alguien lo roba? —su labio inferior volvió a temblar en un peligroso puchero, y Ayame se volvió hacia Juro con cierta aprensión.
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