Al igual que muchos otros en el pasado reciente, el Isa no se tomó demasiado bien la actitud sincera del peliblanco, menos aún la gracia que esta le hacía. Kōtetsu ya suponía que algo así pasaría; entre la gente de su pueblo la sinceridad que expelía era respetada y bien recibida, pero en este nuevo mundo de ninjas parecía ser algo cercano a un defecto o a una condición limitante.

“Sobrellevar esta costumbre de hablar con la verdad será un poco difícil, pero esta nueva vida me lo exige”

De nuevo observo al chico del parche, pues no podía evitar sentirse identificado con él; Era como una versión mucho más tímida e introvertida, al menos en lo que a hablar y socializar se refería. Le resultaba interesante, hasta el punto de tener la intención de seguir conversando y seguir aprendiendo todo lo que le fuese posible.

—Ya veo… —Se mostraba tranquilo y a la vez curioso—. Si no tienes preguntas como las tengo yo, ¿por qué has peregrinado a un sitio como este?

Se suponía que el Valle del Fin era un sitio a donde los de su clase iban a hacerse preguntas. Reflexionaban en aquel sitio de ambiente místico e historia heroica, con la intención de hallar respuestas que les permitieran entenderse a sí mismos. Al menos, eso era lo que le habían asegurado. Pero se suponía que para aquello tenias que ser un ninja, sentirte y reconocerte como uno, pero el joven espadachín aun se sentía muy lejos de aquello. Aun así fue a aquel sitio a buscar una respuesta, por lo que suponía que otros tambien harian lo mismo.

El peliblanco le tocó en la llaga de la herida, aunque de forma indirecta. Agachó la cabeza un poco, haciendo que el fleco ensombreciera su mirar, quedándose callado un rato. Las cosas simples se volvían preguntas capciosas para él.

—No sé— Y esa era la más pura de las verdades.

A partir de ahí ya no dijo nada más, pues no quería explicarle absolutamente nada que él considerase algo personal. Su mirada se tornó hostil nuevamente, como una fiera a la que han invadido su territorio. Ya no mascaba la ramita, pero la seguía manteniendo en su boca, sin moverla. Se quedó estático, observando al peliblanco sin quitarle el ojo de encima.

El otro muchacho ya antes se había mostrado curioso, le preocupaba que siguiera atosigándolo con más preguntas.

El joven pelirrojo había encontrado al fin un lugar para poder meditar, lugar en el que se quedó poco tiempo hasta que el aburrimiento venció a su poca paciencia y decidió hacer otra cosa. No quería marcharse del lugar, pero sabía que si no hablaba con alguien acabaría por explotar. No acostumbraba a estar sólo.

A lo mejor tendría que haberme planteado invitar a Yuki... Venir solo es mucho menos emocionante de lo que pensé

Miro a su alrededor sin saber muy bien que hacer y empezó a caminar sin rumbo alguno en un intento por encontrar algo que pudiera despertar su interés nuevamente. Un lugar interesante dentro del valle, alguien con quien hablar... lo que sea le valía en ese momento.

Fue entonces cuando pudo escuchar a dos ninja, eso era justo lo que necesitaba, dos ninja con los que hablar de cosas de ninja como jutsus y demás. Así que se acercó lento y con cautela mientras intentaba escuchar parte de la conversación para poder entrar de buena manera.

La verdad es que se había perdido la mayor parte de la conversación, pero por lo que pudo comprender solo se trataban de dos shinobi que hablaban sobre el significado del oficio y, probablemente, otras cosas profundas. Pero lo que no pudo evitar fue escuchar como uno de ellos dudaba, no tenía idea de porque estaba allí y lo declaraba.

-Pues eso es un problema...-

Irrumpió en la conversación sin previo aviso mientras se acercaba.

-Ningún ninja que se precie debería de hacer algo sin tener idea del motivo-

Comentó con una media sonrisa y las manos dentro de los bolsillos, como si supiera de lo que hablara. Lo cierto es que por filosofía propia, Toshio siempre ha pensado que nadie debe de hacer algo sin un motivo real, y mucho menos un ninja.

-A todo esto, yo soy Kurogane Toshio, un gusto-

Acabó por presentarse sin olvidar los modales a la vez que se apartaba el flequillo un momento para que se pueda ver el símbolo de su patria inscrito en su bandana.

De pronto, la conversación pasó de ser algo entre dos personas a tener a un tercer e inesperado participante.

“¡Cielos, me ha dado la madre de los sustos apareciendo de esa forma!” exclamó en su interior, aunque su rostro no daba prueba de la no tan grata sorpresa que le acababan de dar.

El chico aseguraba llamarse Kurogane Toshio. Por la bandana que mostró al retirar el flequillo que guardaba su rostro, era obvio que pertenecía a la aldea ninja de Kusagakure. De piel ligeramente bronceada y con una cabellera y ojos de un intenso color carmesí oscuro. Por su complexión y voz, a Kōtetsu le era fácil el darle una edad cercana a la suya. Del resto, no tenía nada fuera de lo que pudiese llamarse común… Excepto por una curiosa expresión que emanaba mucha autoconfianza y un poco de presuntuosidad.

No estaba seguro de cómo pudiese reaccionar Kagetsuna, por lo que decidió mediar la situación y tratar de disipar la tensión creada por aquella llegada.

—Es un gusto, Toshio-san —dijo levantándose y girándose hacia él para realizar una leve reverencia—. A pesar de que su llegada ha sido un tanto intempestiva, me gustaría entender a qué se refería con las palabras que ha dicho anteriormente.

Una voz ajena a los dos presentes les interrumpió de la nada, respondiendo a lo que no se le había preguntado, alertando así de su presencia.

"¿Huh?"

El joven Isa se giró rápidamente, buscando con la mirada al intruso que había osado opinar sin que se lo pidiesen. Cuando la vista de su único ojo se posó sobre aquel pelirrojo, no la despegó ni un segundo de él. Observando con gesto acusador al muchacho de pavoneante paso. Si bien le suele pelar lo que opinen de él, no le agradó la arrogancia de las palabras del metiche. Para colmo, Kōtetsu se había mostrado condescendiente con el recién llegado, por lo que era mejor no contar con su apoyo. Pero el tuerto no iba a dejar pasar por alto aquello que consideraba una falta de respeto.

—Pues a mí me gustaría saber quién te parió, para reclamarle por no haberte enseñado a no meterte donde no te llaman— Increpó justo tras las palabras del Hakagurē.

Bajo el flequillo del princeso de cabellos rojizos, se podía observar un atisbo de bandana de Kusagakure, generándole al tuerto una rara sensación de sorpresa, pero a que su vez no le extrañaba.

"Kusero tenía que ser. Aparentemente es costumbre entre ellos el tener aires de grandeza."

Mascó la rama con cierta fuerza, provocando que crujiese al romperse levemente. No buscaba conflicto, pero al menos quería dejar en claro su malestar.

El joven de cabellos blancos reaccionó con normalidad a la repentina entrada de Toshio y eso era mucho decir, pues aquella manera me irrumpir en la conversación le parecía brusca incluso a Toshio. Pero lo hecho, hecho estaba y eso lo sabía bien.

Estaba a punto de responder al chico peliblanco, pues este había actuado con amabilidad y Toshio quería responder de la misma manera. Pero fue rápidamente interrumpido por el chico de un solo ojo, que reaccionó con cierta agresividad.

—Pues a mí me gustaría saber quién te parió, para reclamarle por no haberte enseñado a no meterte donde no te llaman—

Aquella reacción consiguió sacar momentáneamente de sus casillas a Toshio, que por impulsividad contestó con una exagerada reverencia y una sonrisa sarcástica.

-Oh, en verdad que lo lamento, pues no sabía que me estaba metiendo en asuntos de la realeza. Ahora si me disculpais...

No acabó de hablar, pues se dio cuenta de que su actitud no fue la correcta en ese momento.

Idiota, ellos son ninja de otra aldea y sabes bien que tú podrías ser su primera impresión de Kusagakure... no la cagues

Replicó para si mismo, dándole algo más de la importancia debida a lo que probablemente se trataba solo de una conversación banal.

-...Nah, en serio, disculpad- corrigió su actitud y se reincorporó a la vez que se tragaba su orgullo.-A lo mejor no debería de haber irrumpido de una manera tan repentina, pero me dio la impresión de que a ninja jóvenes como nosotros no les vendría mal hablar el uno con el otro. Por que tu también eres un ninja ¿no, amigo?-

Hablaba con un tono amigable que, a pesar de haber sido precedido con un cambio de actitud muy repentino, saltaba a la vista que se trataba también de un tono sincero. Al pronunciar la última frase dirigió la mirada al peliblanco.

-Respecto a tu pregunta... pues la respuesta es sencilla. Verás, es cierto que no es correcto que nadie actúe sin tener ni idea del porqué, pues eso solo denota una falta de determinación y voluntad ¿no?

Empezó a explicarse, intentando ajustar su léxico a uno parecido al que presentaba el desconocido.

-Pues para un shinobi esto es aún más importante, quiero decir, cuando alguien necesita ayuda de verdad ¿a quién recurre? A los ninja ¿Verdad? Pues yo no recurriria a un "no sé" se supone que somos ninja ¡Tenemos que saberlo! si no sabemos algo como por qué he venido aquí o por qué hago lo otro ¿Cómo podemos esperar hacer algo más importante?-

Se quedó callado al acabar de hablar esperando alguna clase de respuesta, la verdad es que si continuaba por donde iba podría haberse marcado un verdadero monólogo sobre el significado de ser un ninja.

La respuesta de Kagetsuna no se hizo esperar: Si bien fue un tanto agresiva, no se podía decir que su actitud no estuviese justificada. Incluso el poco perceptivo Kōtetsu podía darse cuenta de que era alguien notablemente huraño y que no reaccionaba bien ante los extraños.

El espadachín temió que fuese a iniciarse una pelea cuando escucho la forma sarcástica en que contesto aquel muchacho proveniente de Kusagakure… Aunque pareció recuperar el buen juicio de la misma manera en que lo había perdido, con gran velocidad. Se disculpo de buena manera por su forma de aparecer, pero aún era pronto para saber si al del parche le bastaría aquello para pasar por alto lo recién ocurrido.

Con un poco más de calma, el de cabellos carmesí trato de responder a las preguntas del peliblanco.

—Ya veo… Pareces estar muy seguro sobre lo que implica ser un ninja —comunico, con una evidente y creciente curiosidad—. ¿Dinos, entonces, porque has venido hasta este sitio y que tiene que ver con ser un ninja?

El Hakagurē se sentía realmente expectante ante lo que pudiese decir aquel joven. Por como hablaba, le hacía pensar que tenía un gran fragmento de la verdad que estaba buscando en aquel antiguo lugar. Solo esperaba que no fueran palabras vacías, solo destinadas a sonar genial, y que no ocurriese ningún percance entre sus acompañantes antes de lograr obtener todo el conocimiento que pudiesen brindarle.

El tuerto no cambió su expresión, o mejor dicho ¿su inexpresión? Pues el pobre intento de insulto por parte del princesito se le resbaló como bañada en mantequilla.

"La la~ Le picó."

Por alguna extraña razón, el haber fastidiado a aquel muchacho le generó una curiosa sensación de satisfacción. No tiene la costumbre de ensañarse contra nadie, o al menos no con mala intención, pero en ese instante le dio un pequeño gusto. Luego, el pelirrojo pareció arrepentirse de su contestación y pidió disculpas; estaba muy equivocado si pensaba que con eso Kagetsuna iba a tranquilizarse. Y mejor que ni soñase con que el Isa fuera a pedir perdón.

"Oh, parece que tenemos a un queda-bien por aquí."

El de la Hierba empezó a soltar un discurso empalagado con palabras rebuscadas, redundantes, asquerosas. Orando vana sabiduría. Además, el pelimorado creyó percibir una indirecta muy directa en su hablar. Vanas palabras que buscaban imperar por sobre cómo actuaba el del parche, molestándolo en demasía; Si había algo que odiase, es que opinaran sobre su forma de actuar, sin tener puta idea de lo que le ha tocado vivir.

Por otro lado, Kōtetsu parecía interesado en aquel juego de palabras que prometían ser la verdad a su búsqueda. Habló por ambos pidiendo más, pero Kagetsuna no tenía interés en seguir escuchando a aquel prospecto de demagogo.

—Ilústranos, princesito.— Habló con palabras venenosas.

Se levantó de su improvisado asiento de piedra, antes que el trasero empezara a dolerle. Se cruzó de brazos, con gran expectativa. Quería ver que sandeces tenía que decir el de ojos rojizos antes de largarse. Sólo había dos caminos: o decía algo coherente o se humillaba ahí mismo.

¿Pero qué mosca le habrá picado a este?

Ambos shinobi continuaban en su línea sin variar, el de pelo blanco continuaba correcto y curioso, mientras que el chico del parche se mantenía cortante y no parecía tener la intención de estar en buenos tratos con Toshio. De hecho, ni siquiera parecía la clase de persona que vino al mundo para hacer amigos. Pero eso a Toshio, como poco, le daba igual.

Parece que tratar con este tío es tan difícil como parece...

Toshio cerró los ojos un instante mientras pensaba su respuesta, no por no saber lo que diría sino por el cómo lo diría, pues no había tenido la mejor de las entradas y no pretendía empeorarla con una actuación tonta. No llegaron a pasar dos segundos hasta que volvió a abrir los ojos recuperando su expresión habitual, puede que con un toque más "brillante", uno más especial, pues estaba a punto de hablar de algo que en verdad le apasionaba.

-Porque son héroes,esta gente que está aquí plasmada en piedra no son nada menos que héroes. No solo para su villa sino que para el mundo entero-

Se tomó un instante antes de seguir hablando, pues el hablar sobre sus tan admirados héroes había despertado su emoción, cosa que cualquiera de los chicos podría fácilmente notar, pues se notaba tanto en su voz, como en sus ojos y su manera de expresarse.

-Ellos fueron héroes de los que todo shinobi, no... de los que toda persona debería de aprender-

Continuó mientras metía las manos en los bolsillos y dirigía su mirada y una leve sonrisa a los héroes que tanto admiraba, pues según el estos aún podían escucharlo.

-Y yo vine justo para eso: para aprender. Pues no podemos saber con certeza a dónde vamos si no sabemos de donde venimos ¿No?- Concluyó mientras recuperaba el contacto visual con sus interlocutores.

—Ya veo… —Le parecía demasiado extraña la forma dramática en que se expresaba aquel joven, pues aunque eran las típicas palabras que les enseñan a los aprendices en las academias, sonaban como si realmente creyera en ellas—. Lo cierto es que no comparto tu punto de vista, pero me parece tan respetable como cualquier otro.

Kōtetsu no tenía problemas con afirmar que un ninja era un guerrero, un soldado o un mercenario, pero llegar al punto de llamarlo héroe le parecía algo un tanto erróneo, quizas hasta inocente. Claro, cualquiera, por azares del destino, podía convertirse en un héroe ante los ojos de la historia, pero considerarlo como tal y tomarlo como ejemplo de vida a seguir era algo que no parecía del todo correcto.

—No quisiera mancillar aquello en lo que crees, pero… ¿Eres consciente de que el desastre de las bestias con cola fue causado por ninjas como estos? —pregunto mientras señalaba hacia la estatua a la que había estado mirando el joven de Kusagakure—. Esas criaturas fueron usadas por ninjas que también eran considerados héroes entre los suyos, pero que aun así provocaron la muerte de muchos otros.

El no creía en los superhéroes de ficción, como los que aparecían en aquellos libros llamados mangas. Pero si creía en que, de dónde venimos indica hacia dónde vamos. Pero si el origen de los ninjas era el de unos asesinos, soldados y mercenarios, ¿Qué les depararía el futuro entonces?

El discurso del pelirrojo resultó ser mucho más ridículo y trillado de lo previsto. Tan lamentable, que esperaba que no lo estuviese diciendo en serio, por su propio bien. Pues aquella muestra de actitud infantil era llanamente absurda. Aunque la opinión del tuerto estaba fuertemente influenciada por su relativo pesimismo personal, bastaba con un poco de historia para señalar las debilidades del argumento del Kusagakuriense. Tal y como Kōtetsu había señalado al mencionar a los antiguos Kages de las otrora cinco grandes aldeas.

—Lo que creemos no siempre es correcto.— Dijo para luego escupir el pedazo de rama. —En tiempos de guerra las injusticias son tratadas como cosas nobles.

Aunque no lo supiera, su pensamiento era similar al del joven de Uzushigakure, en el sentido de que llamar "héroe" a un ninja era una afirmación errónea. Si el chico seguía insistiendo en vivir de sueños, no iba a detenerlo. Estaba en todo su derecho de hacer caso omiso a lo que le estaban diciendo. Las consecuencias de ello serían su premio o su castigo.

—A diferencia del aquí presente, yo no respeto las creencias basadas en la ignorancia.— Dijo para luego meterse las manos en los bolsillos —Ninguno de los tres puede tener una certeza o verdad absoluta, incluso al escuchar al más prominente líder cualquiera puede tener una visión distorsionada de una misma filosofía. Ya sea para su propio beneficio o incluso embellecerla de forma inconsciente.— Se dió media vuelta, dándoles la espalda a ambos shinobi —No veo nada, ni creo sacar algo de provecho de este sitio.

Como era de esperar ninguno de los chicos compartía la opinión de Toshio, de hecho discrepaban abiertamente. Quizá su manera de ver las cosas era demasiado sensacional y soñadora para un genin recién graduado, quizá lo era para cualquier persona, pero a pesar de ello cambiarla no estaba entre los planes del pelirrojo, pues el creía firmemente, no, estaba completamente convencido de que aquellos ninja eran héroes independientemente de cualquier otra generación, ya sea anterior o posterior.

-Os equivocais...-

Toshio jamás se habría descrito como una persona que pudiera seguir a otra sin pensarlo, y mucho menos como un fanático, pero entonces estaban hablando de sus héroes, grandes héroes que dieron su vida por la de todas las demás y no podía comprender que como mínimo sean reconocidos como tal.

-Lo que hayan hecho otros shinobi es irrelevante ¿Acaso el herrero es mejor o peor persona solo por ser herrero? ¿O panadero, o florista? ¡Da igual lo que hayan hecho los demás! Tanto si eran ninjas de su época, o anteriores, o incluso lo que hagamos nosotros ahora ¡Ellos dieron sus vidas a cambio de las de todo el mundo! ¿Acaso saben lo que hubiera pasado si no hubieran hecho lo que hicieron?-

Se tomó un segundo para respirar y relajarse. Aún no podía comprender que existiese gente que no reconozca a aquellos héroes como tal, si ellos tuvieron que morir para salvarlos a todos, si todos ellos cometieron cometieron el mayor de los sacrificios y aún así existe quien no los valora ¿Qué demonios tendría que hacer él para estar a su altura? Quizá y solo quizá le estaba dando demasiada importancia a la simple opinión de dos chicos, pero ahora se preguntaba si habían más personas que pensaban como aquellos shinobi.

-Pero bueno, cada uno tiene sus maneras de ver las cosas, supongo...-

Murmuró mucho más calmo, no por timidez ni falta de convicción, sino porque al parecer todo lo que había de decirse ya estaba dicho.

—Sí, está bien, pues más importante que la lógica de aquello en lo que creamos es que tengamos algo en lo cual creer.

Para él, aquello resultaba una verdad innegable: Poco importaba si creía que la vida debía basarse en el heroísmo, en el egoísmo o, inclusive, en el nihilismo. Lo fundamental era que todas las personas tuvieran algo a lo que aferrarse, y con lo cual pudieran darle a sus vidas un significado escogido por ellas mismas. También era consciente de que ninguna creencia era permanente e inmutable, pues con el paso del tiempo las perspectivas van cambiando, modificando las verdades que emanan desde el interior, las cuales suelen ser la más importantes.

—Parece que el clima solicita que continuemos este inusual encuentro en otro sitio —afirmo al sentir como comenzaban a caer alguna gotas de agua.

Observo hacia el cielo y confirmo que, mientras se mantuvo distraído con las idas y venidas de la conversación, las nubes se habían aglomerado y ennegrecido de manera amenazadora. Aquello sumado al viento, que aullaba y soplaba con cada vez más fuerza, eran suficiente disuasorios como para que decidiera retirarse.

—Les propongo algo; de camino a aquí encontré una acogedora casa de té donde podríamos continuar conversando. —Extendió la invitación a ambos muchachos—. Ya saben… Para opinar sin estar bajo la pétrea mirada de los antiguos Kages.

»¿Que me dicen?

"¿Vivir para aferrarse a algo? Vaya tontería."

Él no tenía nada, ningún propósito, ningún sueño. Hacía las cosas por pura inercia, por sobrevivir. No le mortificaba el no tener ninguna meta o creencia, su pesar provenía de algo distinto. De no poder entender las cosas que le causaban emoción antes, de olvidarse quién era antes. Los sueños y las metas eran irrelevantes para él, hacer las cosas era una necesidad. ¿Qué vivir sin razón es lo mismo que estar muerto? Esas eran patrañas de aquellos que buscaban autojustificar su falta de carácter y raciocinio. Se vive porque se está vivo, no porque tengas un motivo para ello.

—El problema radica cuando quieres imponer lo que crees sobre alguien más— Volteó a ver a Toshio, él no se iba a las indirectas sutiles. Si le iba a decir algo, sería a la cara —No es lo mismo opinar que imperar. Se necesitan dos años para aprender a hablar, y sesenta para aprender a callar.

Era su última sentencia.

La lluvia entonces empezaba a cernirse sobre el trío ninja. No representaba la más mínima molestia para el joven Isa, pero para aquellos dos extranjeros era algo de lo más inoportuno. De hecho el joven de Uzushiogakure les propuso invitarles a platicar de forma más amena y relajada. Pero tras ver la actitud sentimental del pelirrojo, no le apetecía para nada el tener que seguir interactuando con el mentado personaje. Le gustaría sacar una platica edificante, más no creía que fuese posible con Toshio de por medio.

—Lo haría, pero prefiero evitar discutir con alguien que solo oye y no escucha. Conste que no lo digo por ti, pero me veo en la necesidad de declinar— Se dirigió al de ojos grises —Si me lo permiten, yo me largo.

Yo no lo habría dicho mejor

Según Toshio el peliblanco no podría estar más en lo cierto, pues siempre había pensado de aquella manera: todo el mundo ha de escoger algo a lo que dedicarse en cuerpo y alma tarde o temprano, cosa que solía venir acompañada con una manera propia de entender la vida y lo que nos rodea.

Pero aparentemente el chico del parche no parecía pensar así, o al menos no como Toshio, pues se dirigió a él para replicarle por su actitud en incluso se tomó la liibertad de sermonearle.

¿Pero quién se cree que es?

En cualquier otro caso le respondería y discutiría con él, pero no había venido con ánimos de discutir y mucho menos cuando había sido él mismo quien empezó con los sermones, por lo que decidió no decir nada y esperar a que su compañero de ojos grises fuera quien tomase las riendas de la conversación.

-Parece que el clima solicita que continuemos este inusual encuentro en otro sitio-

El perlirrojo extendió un poco la mano derecha y apuntó su palma al cielo, al ver las gotas caer en ella recordó lo común que era la lluvia en el país de la tormenta, hasta el punto en que los días que no llovía eran considerados de mal augurio.

Supongo que no podía esperar que no lloviese

El chico de pelo blanco sugirió irse a otro lugar para refugiarse de la lluvia, a lo que el del parche respondió instantáneamente con una negativa.

-Lo haría, pero prefiero evitar discutir con alguien que solo oye y no escucha. Conste que no lo digo por ti, pero me veo en la necesidad de declinar-

El chico del parche se dispuso a marcharse.

-Oye- intentó llamar su atención -Quedaría un poco mal si hiciese que te marchases por mi culpa, así que podemos hacer lo siguiente... Sonrió, pues sabía que estaba a punto de decir una tontería -Vayamos a la casa a refugiarnos como él a dicho y si te resulto molesto te dejo pegarme un puñetazo en el esternón sin avisar- Concluyó con buen rollo. Ni siquiera el alma más oscura podría resistirse a que le ofrezcan pegar a otra persona gratis.