Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Daría lo que fuera por conocer a una mujer así. Me encantaría aprender de ella —suspiró la chica.
—Yo también, Sora-san, yo también —concedió dando un largo y tenue suspiro—: me sorprende el valor que tuvo aquella mujer para desafiar la voluntad de los dioses, que viene a ser lo mismo que llamamos destino. Y no lo hizo por un amor romántico, ni por alguien más; toda la empresa surgió de ella y de sus propios deseos… Para compartir un tesoro que creía merecedor de ser compartido, recorriendo su camino hasta las últimas consecuencias y sin arrepentimientos.
Diferentes personas llegan a diferentes moralejas a partir de una misma historia. Para Kazuma el relato se trató de lo brillante que fue la voluntad de aquella mujer, movida por sus ideales y por la lealtad hacia los mismos. Algunos quizás se balanceasen entre el lado de Haru y el de los dioses, buscando quien tenían mayor razón… Pero para él sus actos y su vida estuvieron mucho más allá del bien y el mal, como una voluntad que trasciende.
—En todo caso, a mí me bastaría con conocerle y escuchar la historia de sus labios —confeso, siendo honesto en sus intereses—. Y tú, Sora-san, ¿Qué querrías de ella si te la encontraras?
Sora escuchó, asintiendo euforicamente ante las palabras de Kazuma. No le estaba escuchando del todo, pero en su mente miles de imágenes sobre las flores, los jardines, los dioses y la mujer se habían formado. Sí, desde luego, estaba ilusionada. Sin embargo, sus últimas palabras si que captaron su atención.
—En todo caso, a mí me bastaría con conocerle y escuchar la historia de sus labios. Y tú, Sora-san, ¿Qué querrías de ella si te la encontraras?
Sora se llevó la mano al mentón, pensativa. ¿Qué qué le preguntaría?
— Bueno, desde luego, me gustaría escuchar su historia — explicó Sora —. Pero yo no soy tan tranquila, Kazuma-kun. Querría saber mucho más: cómo eran los dioses, cómo se comunicaron con ella. Cómo fue su labor en el jardín, y cómo se sintió. No sé, quería muchos más detalles. Quizá con la historia es bastante, pero aun así, no podría evitar preguntar.
Desde luego, me interesaría mucho saber su opinión acerca del jardín. De su belleza. Quizá incluso las labores que hacía como cuidadora del jardín. Tengo mucha curiosidad al respecto
Sora demostraba tener un gran interés en la historia, dejando a un lado cualquier consideración sobre si era real o no.
—Yo creo que me gustaría probar la miel cultivada por ella: dicen que la miel de cada flor es distinta, así que si el jardín tiene todas las flores del mundo debe también de tener todas las mieles del mundo —aseguro, haciendo uso de una lógica tan simple como plausible—. También me gustaría aprender sobre el lenguaje de las flores, y si fue ella quien le dio significado a cada una de ellas y como los eligió.
Sabía que había libros acerca de los arreglos florales y de la simbología de las flores, pero consideraba que lo mejor era estudiar de la fuente original.
También me gustaría aprender sobre el lenguaje de las flores, y si fue ella quien le dio significado a cada una de ellas y como los eligió.
— El lenguaje de las flores... — murmuró Sora, admirada. Kazuma parecía haberle abierto un mundo de aspectos y cosas que no hubiera podido imaginar por su cuenta de ninguna de las maneras.
Sora se quedó unos minutos en silencio, sin decir nada, simplemente observando el cielo. El silencio era claro, pero no tenso: era una pausa agradable, en las que no hace falta decir nada, para no estropear el momento. Después, simplemente se levantó de un salto y volvió a andar por el pasto.
— ¡Vamos a continuar un poco más, Kazuma-kun! ¡Quién sabe, quizá ella se encuentre en alguna parte de este bosque!
Y la chica echó a correr, sin ni si quiera esperarle o mirar si le seguía, al interior de aquella masa frondosa que podía ser llamada bosque.
—¡Vamos a continuar un poco más, Kazuma-kun! ¡Quién sabe, quizá ella se encuentre en alguna parte de este bosque!
—¡Espera, Sora-san! —llamo él a la chica que ya le llevaba ventaja—. No deberíamos alejarnos mucho del camino.
El bosque era frondoso, pero no resultaba muy difícil moverse en él. Tal era su entrenamiento que mientras la chica mantuviese una carrera agitada, Kazuma solo necesitaría de un trote ligero para mantener tras ella.
... o eso es lo que Kazuma pensaba. Después de todo, era un genin recién salido de la academia, y aún tenía mucho que mejorar. Era rápido, pero desde luego, no tan rápido como para fardar.
Puede que eso no fuera un jardín como el de la leyenda, ni un bosque de verdad. Sin embargo, los arbustos se hacían más densos, y los árboles, más altos. ¿Se estarían alejando demasiado de la zona del camino? Era posible, pero eso no tenía remedio. Después de todo, Sora no se detenía en su carrera.
¿O es que...?
— ¡Vamos, Kazuma-kun, va...! — La chica no se detuvo a escucharle. Solo corría. Sus pasos se escuchaban, alegremente, danzar por la zona.
Y de repente, silencio.
Kazuma podría seguir avanzando, pero algo había cambiado. Ya no se escuchaba los pies de la chica pisoteando los arbustos, ni tropezando torpemente con las ramas. El bosque retornaba a su forma original nada más irse la persona, pero Kazuma podría apreciar que el pequeño rastro de destrucción que la chica estaba dejando (como, por ejemplo, ramas partidas, o arbustos pisados) no continuaba más allá de unos metros, dónde se supone que ella estaba.
Sora demostraba ser una buena viajera y estar en forma, pues había cierto merito en dejar atrás a un ninja de Kusagakure cuando se trataba de moverse en ambientes boscosos… Aun así, se mantenía tras su huella; o, mejor dicho, tras el sonido de su voz que era lo único que de ella percibía.
—¡Sora-san! —llamo en cuanto solo hubo silencio.
Kazuma aguzo el oído mientras caminaba. Ahora era guiado solo por el sutil rastro que la muchacha había dejado; pero inclusive aquellas huellas se terminaron y le dejaron abandonado.
—Esto es un problema —sentencio al encontrarse solo en medio de un silencio inquietante.
Considero con fuerza la posibilidad de simplemente desentenderse y devolverse al camino, pero abandonar a un civil en posible necesidad de ayuda era algo que su sensei le reprocharía… Se resignó a que tendría que hacer lo posible por encontrar a la muchacha y llevarla de regreso.
—¡Sora-san! —llamó de nuevo, mientras caminaba sin alejarse del sitio donde terminaba el rastro.
Nadie respondería a los gritos de Kazuma, por desgracia. La chica parecía haber sido tragada por el cesped, los bosques y la tierra. El chico podría empezar a ponerse nervioso: irte con una chica y luego volver sin ella era algo no solo sospechoso, sino que iba a traerle muchos problemas.
Sin embargo, si el chico agudizaba el oído, podría escuchar algo. No, no era una voz. No, no parecían ser alguien caminando ni corriendo.
Era un ruido. Como de algo revolviendose entre los arbustos. Sonaba justamente al noroeste, cercano a Kazuma.
Ya sabía que, de un modo u otro, las personas no desaparecían tan simplemente. En su pueblo natal, solía pasar que alguien descuidado caía en una zanja oculta por la niebla; el golpe le dejaba noqueado y para quienes estaban cerca daba la impresión de una desaparición súbita… Pero aquel era un misterio cuya respuesta se encontraba con algo de paciente búsqueda.
De pronto, un ruido cercano llamo su atención; pese a que no podía identificar que podía ser. Movido más por una curiosidad hacia lo extraño que por un pensamiento racional, se encamino hacia la fuente de aquel curioso murmullar entre las hojas.
Kazuma continuaría escuchando el pequeño ruido. Después, este desaparecía por completo. Sin embargo, en esta ocasión, el chico parecía ir con más ánimo, y se dio prisa en llegar. Y llegaría a ver algo que se movía por los arbustos. No, no era un animal. No, tampoco un objeto inanimado.
Era una pierna. Una pierna humana, de una chica joven. Tenía exactamente el mismo pantalon y zapatillas que Sora. Y algo parecía estar arrastrándola.
Entonces, la pierna se detuvo de golpe.
Kazuma escucharía otro ruido, a su derecha.
Un hombre encapuchado salió entonces. Tenía una altura mayor que Kazuma (casi el doble de altura) y su cuerpo estaba prácticamente tapado por una capucha negra. Sus ojos eran azules, y agresivos. En su mano derecha, empuñaba una enorme y gruesa rama de arbol, que debía de haber arrancado de las entrañas de algún árbol.
El asaltante, empuñando su arma, trató de golpear en la cabeza a Kazuma.
El sonido le llevo hasta lo que parecía ser una pierna, una pierna perteneciente a una muchacha joven. Su primera impresión fue la del cuerpo inconsciente de Sora siendo arrastrado a las profundidades del bosque; la segunda fue de peligro, ante la súbita y agresiva aparición de un hombre cubierto de negro y esgrimiendo un garrote contra él. Kazuma le miro algo perplejo, y el sujeto trato de golpearle, pero el ninja consiguió retroceder unos pasos y esquivarle.
La situación no necesitaba mayor explicación: aquel era un asaltante o un secuestrador que se había topado con una inocente jovencita, y que la había dejado inconsciente para llevársela a cumplir oscuros propósitos. Ahora su deber era detenerle, pero quería recurrir al mínimo de violencia posible; resolver todo sin combatir, si se daba la oportunidad.
—Abandona a la chica y retírate en paz, y no habrá necesidad de violencia —aseguro mientras extraía y desenvainaba su bokken, esperando que la visible carga de chakra gris que le imprimía fuese suficiente disuasorio.
Lo suyo no era hacer amenazas o intimidar, pues creía que la batalla más beneficiosa era aquella evitada. Aun así, reconocía la violencia como una solución válida cuando los disuasorios fallaban. Aquello, sumado a su aplomo, daba como resultado el que sus advertencias no fuesen agresivas u ofensivas; aunque ciertamente eran certeras y llenas de determinación.
Kazuma hizo acoplo de sus fuerzas, y mandó un mensaje intimidante a su adversario, que lo observó con los ojos abiertos, e inyectados en sangre.
(Carisma: 20) El bandido entrecerró los ojos. Por un momento, pareció pensarlo. Sin embargo, Kazuma solo era un crío, después de todo. Sí, un crío ninja, pero eso no lo hacía mucho mejor. Evitar la pelea era bueno, pero una vez que lo habían pillado, ya no había otra opción.
No iba a soltar a su presa.
El hombre embistió contra Kazuma, buscando echar toda su masa muscular contra el chico y su endeble palo, antes de que pudiera hacer ninguno de sus trucos.
Desde un principio creía que una solución no violenta era algo poco probable: un sujeto que está acostumbrado a resolver sus problemas a base de fuerza (como es habitual en los maleantes) no es propenso a ser intimidado por un niño de aspecto frágil y adormilado, por más que su bandana lo identificase como ninja.
Kazuma retrocedió de un salto; solo uno, lo suficiente como para establecer una distancia aceptable entre él y el bandido. En el mismo instante en que dio el salto, comenzó con la carga de chakra de su arma, preparando la técnica que usaría. No pasaría demasiado tiempo hasta que estuviese listo y esgrimiese su bokken, formando un arco vertical y proyectando una cuchilla de chakra.
Chakra: 100 - 12 = 88
Daño a causar = 20
¤ Yūreiken: Muchi no Keshin ¤ Espada Fantasma: Encarnación de Ignorancia - Tipo: Ofensivo - Rango: D - Requisitos: Kenjutsu 10 - Gastos:
La técnica avanza 3 metros y la cuchilla abarca 1,5 metros de amplitud (multiplicado x1)
La técnica avanza 6 metros y la cuchilla abarca 3,0 metros de amplitud (multiplicado x2)
La técnica avanza 9 metros y la cuchilla abarca 4,5 metros de amplitud (multiplicado x3)
El usuario canaliza a través de su espada una corriente de chakra visible durante un tiempo determinado. Cuando la carga está completa, puede blandir el arma para liberar la energía retenida; de esta manera proyecta una ráfaga de chakra que adopta la forma de un arco, delgado, veloz y sumamente afilado.
El tiempo de canalización o preparación de la técnica será el equivalente al de 3 sellos manuales; de tal forma que la reducción del tiempo de ejecución estará sujeto al atributo Inteligencia.
Kazuma esquivó la carga del hombre con bastante habilidad. Especialmente, hablando de un chico sin mucha experiencia en combate. Su sensei lo habría alagado, si hubiera estado presente.
El bandido era consciente de lo que hacía: sabía que se enfrentaba a un shinobi, y que tenían trucos raros. Noquearlo habría sido lo ideal, pero había tenido mala suerte. Debería haberlo atacado a él primero y no a la chica, pero ya era tarde para lamentarse. No fue capaz de evitar que hiciera su "magi". En cuanto Kazuma desveló su espada improvisada de chakra, el hombre dio un salto hacia atrás, esgrimiendo el palo como buenamente pudo.
Miró a los lados, y luego, manteniendo su arma improvisada en el aire y una falsa calma, el hombre esperó a que Kazuma hiciera algun movimiento con su extraño poder.
Su primera tentativa había fracasado, colocándolo en una situación incómoda: aquel maleante demostraba ser tan determinado como competente. Un combate prologando no era algo que le conviniese, mucho menos que deseara.
Determinado a terminar lo más pronto posible, cargo en su arma una cantidad de chakra superior a la anterior. Observo los alrededores, entendiendo que en una sección de follaje tan densa como aquella sus cuchillas no serían del todo eficaces. Hizo un movimiento como si fuese a arrojar su siguiente corte en dirección al enemigo, pero aquello no era más que una engañifa: su ataque estaba destinado a dar en las capas bajas de la arboleda que los cubría. Esperaba que, con un poco de suerte, se desprendiese una buena cantidad de ramas, lo suficientemente gruesas y pesadas como para fuera de combate a su oponente cuando cayesen sobre él.
Chakra: 88 - 24 = 64
Daño a causar a las ramas= 40
¤ Yūreiken: Muchi no Keshin ¤ Espada Fantasma: Encarnación de Ignorancia - Tipo: Ofensivo - Rango: D - Requisitos: Kenjutsu 10 - Gastos:
La técnica avanza 3 metros y la cuchilla abarca 1,5 metros de amplitud (multiplicado x1)
La técnica avanza 6 metros y la cuchilla abarca 3,0 metros de amplitud (multiplicado x2)
La técnica avanza 9 metros y la cuchilla abarca 4,5 metros de amplitud (multiplicado x3)
El usuario canaliza a través de su espada una corriente de chakra visible durante un tiempo determinado. Cuando la carga está completa, puede blandir el arma para liberar la energía retenida; de esta manera proyecta una ráfaga de chakra que adopta la forma de un arco, delgado, veloz y sumamente afilado.
El tiempo de canalización o preparación de la técnica será el equivalente al de 3 sellos manuales; de tal forma que la reducción del tiempo de ejecución estará sujeto al atributo Inteligencia.