25/02/2018, 22:08
Tras un efímero viaje a Notsuba por asuntos de su padre, Etsu había podido disfrutar de un tiempo de relajación en casa. Bueno, quien dice de relajación dice de entrenamiento intensivo en el dojo familiar, dado que había perdido mucho tiempo de entrenamiento. Pero en fin, no era algo que el chico no pudiese afrontar, era algo a lo que ya estaba mas que acostumbrado; casi se le haría raro que no fuese de esa manera, cualquier otra cosa sería antinatural.
Pero, como cabía de esperar, entrenar siempre de la misma manera era contraproducente, y eso era algo mas que temido por el chico. Estaba mas que harto de enfrentar a los discípulos del dojo, pues en lo referente al estilo Tekken era casi un maestro, y era el único estilo permitido en el mismo. Por mas que quisiera, el chico no iba a evolucionar si se afianzaba en machacar a los iniciados o intermedios, debía abrir su mundo y experimentar en estilos nuevos, en desafíos totalmente diferentes con tal de avanzar.
Tomando esa iniciativa, el chico tomó una mochila, alimentos y material para emprender un pequeño viaje, y salió de casa nuevamente. Su rumbo no estaba claro, pero daba igual... quien se queda en el lugar de confort, nunca avanza.
Las montañas casi podían con su aliento. Las malditas formaciones rocosas gigantes se alzaban por todo el paraje, haciendo casi imposible averiguar dónde diablos se encontraban. Los goterones de sudor caían por su sien, así como por todo su cuerpo. Quizás si el chico se lo hubiese tomado como un paseo, todo habría ido bien... pero, ya que estaban allí, ¿por qué no hacerlas corriendo?
Quizás una de las peores ideas que había tenido en su corta vida. Pero oye, la verdad es que era un buen adiestramiento físico, o pasaba la prueba o perecía allí en mitad de la nada.
A su vera, siempre fiel, su hermano lo acompañaba —posiblemente cagándose en sus muertos— a pocos metros de distancia. Por obligación o no, él también estaba mas que dispuesto a superar su límites. Casi se habían criado de esa manera, ya mas que una obligación era una forma de vida...
—Vamos, hermano, ya queda poco —aseguró Etsu, aunque casi parecía una broma.
El medio huskie apenas hizo caso a su hermano, tan solo soltó un leve bufido, aclarando que se dejase de tonterías. No era para menos, le había dicho exactamente lo mismo en otras tres o cuatro montañas, a cada cuál mas escarpada. El can aumentó la velocidad, en pos de darle un escarmiento a Etsu en plena ascendente. Sin embargo, el chico no iba a ser menos, también apretó los dientes y aumentó el ritmo.
«¡Ni se te ocurra que voy a perder!»
Ambos tomaron una endiablada carrera hacia lo mas alto de la montaña, buscando ganar el uno al otro. Saltaban de roca a roca, buscaban la senda mas accesible, esprintaban en las zonas menos escarpadas... hasta que ambos llegaron casi a la par a la cresta de la montaña. Donde tuvieron que plantarse de inmediato, al borde de un acantilado tan brusco que les propinó un buen susto.
—¡La madre que me trajo!
Bajo sus pies, o mejor dicho al fondo del acantilado, se alzaba una serie de edificios totalmente derruidos, que eran parte de algún tipo de ciudad que en algún momento había sido abandonada. Nada parecía resaltar en esas tierras, ni un solo ruido salvo el que ellos mismos habían provocado...
Pero, como cabía de esperar, entrenar siempre de la misma manera era contraproducente, y eso era algo mas que temido por el chico. Estaba mas que harto de enfrentar a los discípulos del dojo, pues en lo referente al estilo Tekken era casi un maestro, y era el único estilo permitido en el mismo. Por mas que quisiera, el chico no iba a evolucionar si se afianzaba en machacar a los iniciados o intermedios, debía abrir su mundo y experimentar en estilos nuevos, en desafíos totalmente diferentes con tal de avanzar.
Tomando esa iniciativa, el chico tomó una mochila, alimentos y material para emprender un pequeño viaje, y salió de casa nuevamente. Su rumbo no estaba claro, pero daba igual... quien se queda en el lugar de confort, nunca avanza.
[...]
Las montañas casi podían con su aliento. Las malditas formaciones rocosas gigantes se alzaban por todo el paraje, haciendo casi imposible averiguar dónde diablos se encontraban. Los goterones de sudor caían por su sien, así como por todo su cuerpo. Quizás si el chico se lo hubiese tomado como un paseo, todo habría ido bien... pero, ya que estaban allí, ¿por qué no hacerlas corriendo?
Quizás una de las peores ideas que había tenido en su corta vida. Pero oye, la verdad es que era un buen adiestramiento físico, o pasaba la prueba o perecía allí en mitad de la nada.
A su vera, siempre fiel, su hermano lo acompañaba —posiblemente cagándose en sus muertos— a pocos metros de distancia. Por obligación o no, él también estaba mas que dispuesto a superar su límites. Casi se habían criado de esa manera, ya mas que una obligación era una forma de vida...
—Vamos, hermano, ya queda poco —aseguró Etsu, aunque casi parecía una broma.
El medio huskie apenas hizo caso a su hermano, tan solo soltó un leve bufido, aclarando que se dejase de tonterías. No era para menos, le había dicho exactamente lo mismo en otras tres o cuatro montañas, a cada cuál mas escarpada. El can aumentó la velocidad, en pos de darle un escarmiento a Etsu en plena ascendente. Sin embargo, el chico no iba a ser menos, también apretó los dientes y aumentó el ritmo.
«¡Ni se te ocurra que voy a perder!»
Ambos tomaron una endiablada carrera hacia lo mas alto de la montaña, buscando ganar el uno al otro. Saltaban de roca a roca, buscaban la senda mas accesible, esprintaban en las zonas menos escarpadas... hasta que ambos llegaron casi a la par a la cresta de la montaña. Donde tuvieron que plantarse de inmediato, al borde de un acantilado tan brusco que les propinó un buen susto.
—¡La madre que me trajo!
Bajo sus pies, o mejor dicho al fondo del acantilado, se alzaba una serie de edificios totalmente derruidos, que eran parte de algún tipo de ciudad que en algún momento había sido abandonada. Nada parecía resaltar en esas tierras, ni un solo ruido salvo el que ellos mismos habían provocado...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~