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13/03/2016, 19:22
(Última modificación: 10/04/2016, 17:21 por Hanamura Kazuma.)
«¡Demonios! Hace calor y no deja de picarme la nariz.»
El día resultaba anormalmente caluroso para lo que se esperaba de aquella estación, y por si fuera poco el sudor y los insectos estaban a la orden del día. El Bosque de hongos se manifestaba a su alrededor como un espectáculo psicodélico y perturbador; Cada tipo de seta tenía su estación y sus colores correspondientes. Las de esa primavera mostraban todo un abanico de colores verdes claros, oscuros y chillones.
«¿Cómo termine internándome en lugar como este? —Se encontraba acuclillado y escondido entre los sombreros de unos hongos enormes, con ríos de sudor bajando por sus sienes—. Claro, los del pueblo me dijeron: “No te preocupes, en esta época el bosque es un lugar hermoso y no representará un desafío para un ninja como tú”.»
Lejos de ser un jardín idílico, el lugar resultaba ser una jungla desgastante. Tenía muchas cosas malas, pero lo peor resultaban ser los insectos; Le trepaban la piel y se le escondían en el cabello, le picaban y dejaban marcas en su piel. Luego de cinco interminables minutos de aquello, decidió cubrir su cuerpo con la savia de una planta de aloe. Como era de esperarse apestaba mucho, pero ciertamente las alimañas lo evitaban.
«Vamos ¿Cuándo vas a aparecer? —Su particular calma comenzaba a quebrarse—. Llevo aquí toda la mañana y ya he visto un ciervo, un oso y algo que podría ser el chupacabras, pero ni una señal de aquel jodido jabalí.»
Todos tenemos una especie de suerte contextual que determina en qué tipo de situaciones no encontraremos. Algunos estaban destinados a toparse con chicas en situaciones “picantes”, otros solían encontrarse en los lugares idóneos para hacer negocios. Pero el Ishimura era parte del grupo selecto cuya suerte alineaba las estrellas para que jamás le faltará un buen conflicto o situación problemática.
En su viaje de retorno al país de la espiral se topó con un pequeño pueblo que estaba en problemas. De verdad que quiso pasar de largo, pero la curiosidad le gano. Resultaba que las personas de aquel lugar vivían en base a lo que ganaban vendiendo los hongos del bosque cercano. Pero últimamente estaban en decaída pues la recolección se había dificultado, por no decir que se había detenido por completo.
«Bueno, así es la naturaleza —pensó, al escuchar que todo era culpa de un animal enloquecido—. Si esto no es obra de algún matón no veo la necesidad de interferir.»
Pero entonces una anciana dio grito agudo diciendo “Eres un ninja y tienes una espada, tú podrías ayudarnos”. Su primera reacción fue de un no rotundo, ya sabía lo que sucedía cuando se involucra demasiado y la sensación tirante de la cicatriz de su muslo se lo recordaba a diario. Pero antes de poder decir algo, la gente salió de sus casas para rodearlo como hormigas hambrientas. Todos ponían caras de borrego y ojos de perrito abandonado.
Al final termino cediendo y pidiendo que le explicaran la situación.
El relato resultaba un poco más inverosímil de lo que estaba acostumbrado a escuchar; En el bosque vivía un gran jabalí, que a pesar de ser muy agresivo jamás salía de su territorio. Pero en las últimas semanas había estado atacando en la zona donde los aldeanos cosechaban hongos. El ataque fue repentino, y quienes pudieron huir contaron historias sobre cómo la bestia ahora tenía ojos rojos y colmillos metálicos, si, así de loca era la historia.
Lo contado era muy extraño y la forma de hablar de la anciana del pueblo no le convencía. Pero de ser cierto, era un peligro que solo un ninja podría frenar.
Se preparó durante la noche y en cuanto llegó el alba se dirigió a terminar con aquel asunto. No le fue muy bien; La ansiedad le hacía saltar sobre cualquier cosa que se moviera, y eso tenía sus consecuencias. Primero fue el ciervo, que era bastante hábil utilizando aquellas hasta y que parecía estar retándolo a un duelo de esgrima. Luego fue el oso, que resultó un duro oponente con aquella masa muscular tan desarrollada y que parecía eructar con cada movimiento. Por último fue aquella criatura que parecía un reptil humanoide con espinas… Lo que pasó fue bastante raro y grotesco, por lo que juró que jamás hablaría de ello, pues seguramente era una alucinación causada por las esporas.
«Estúpido Jabalí, te juro que cuando te atrape haré una enorme barbacoa contigo.»
Un sonido similar a pisadas detuvo sus maquinaciones gastronómicas, y procedió a preparar su, magullado y cansado, cuerpo para una nueva emboscada. Esta vez con la esperanza de que se tratara de su objetivo y no de otra criatura anómala.
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Los pasos y la figura de un adolescente alto y esbelto pasaban desapercibidos mientras caminaba en un pequeño pueblo, mejor para él. Se encontraba parado en uno de los peores lugares para hacerlo, Tatsuya como ninja de Takigakure estaba muy alerta mientra se paseaba por una villa del País del Bosque.
"No importa lo que pase, recuerda que esto es por mamá"- Se repetía en su mente.
El País del Bosque no miraba con buenos ojos a personas provenientes del País del Río y menos si se trataba de ninjas de la cascada, desde la destrucción de Kusagakure sus habitantes han vivido con miedo, también hace ya tiempo perdieron parte de sus territorios aunque eran los que fueron recuperados por los habitantes del Río, era normal que sintieran miedo u odio hacia ellos; ¿Entonces que hacía Tatsuya ahí metido?. Algo lo suficientemente importante para ir hasta la frontera con el riesgo que esto implicaba.
Todo comenzó después de las fiestas de año nuevo, su madre empezó a mostrar fiebre y debilidad, incluso desmayos a veces. Su padre mandó a llamar médicos caros, probaron de todo, desde médicos veteranos, pasando por ninjas especializados en Iryou-Nin hasta curanderos de esos que con unas hierbas te ofrecen curarte hasta el mal de ojo. Lo cierto es que ningún menjurge había logrado el cometido de aliviar la enfermedad de su madre. Una de las criadas de la familia conocía unos extraños hongos que si bien quizás no era seguro que curarían a su madre al menos podrían apaciguar los síntomas y eliminar algo del malestar que padecía su madre, sin embargo existía un gran problema; aquellos prometedores hongos sólo eran comercializados en un pueblo del País del Bosque, más alla de la frontera amurallada. El joven no se echaría para atrás por algo como eso.
"Aunque sea sólo para bajarle la fiebre, valdrá la pena tomar el riesgo"- Fue lo que el shinobi pensaba.
Como ningún médico ni medicamento había surtido efecto esos hongos eran una pequeña esperanza, se llevó todo su equipamiento ninja consigo, excepto por un pequeño detalle, en esta ocasión dejaría su bandana ninja en casa, lo último que nesecitaba era armar bronca y el simple hecho de evitar que lo reconocieran como ninja sería lo más adecuado. Así el joven Tatsuya partió hacia ese lugar para comprar los hongos, pero aún tenía otra cosa en que pensar. Se iba a organizar un torneo entre ninjas de varias aldeas y su padre había decidido ir aunque su madre se encontrase en cama, era una espinita que molestaba a Tatsuya y lo hizo meditar todo el viaje.
Cuando por fin llegó a aquel pueblo estaba atento a todo su alrededor, la gente era amable y lo saludaba, eran amables con los extranjeros pero quizás si descubrian su identidad ya no actuarían de manera tan cordial, más aún, el apellido Takanashi tenía mucho peso, su padre era un Tokubetsu Jounin (un jounin de rango especial más elevado delo normal) que lideró varias expediciones y fue clave en muchas batallas en esas tierras. Tatsuya imaginaba que la gente no olvidaría a uno de sus verdugos, evitaba pensar que tipo de atrocidades pudieron haber ocurrido en esos lares.
Tatsuya esperaba conseguir los hongos y largarse cuanto antes, pero cada vez las cosas empeoraban, los habitantes no tenían hongos, ¿la razón?; Un jabalí salvaje había estado causando estragos y hasta que no se solucionase no iban a tener mercadería, por lo que le dijeron los habitantes ya le habían pedido favor a un ninja de Uzushiogakure aparentemente para que intentase darle caza al jabalí que por como lo describían parecía sacado de un cuento de fantasía. Tatsuya no podía esperar a que las cosas se arreglasen, quería esos hongos pero ya. Así que decidió ir el mismo a buscar los hongos por su propia cuenta, si se topaba con el jabalí pues vería si podía hacer algo para calmar a la bestia, consideraba que se encontraría perturbado por alguna razón y que sería bueno intentar arreglar el asunto sin tener que lastimar a un animalito inocente; sí se encontraba con el ninja que mencionaron los aldeanos, al ser de Uzu no esperaba tener problemas y quizás podría ayudarlo.
Así nuestro ninja adolescente se internó en el bosque, le llamaba la atención la vegetación por sus colores brillantes y sus ojos no dejaban de ver a todas partes con asombro. Aunque el nunca haya pisado aquel lugar antes no dejaba de ser un bosque, y el como ninja de Takigakure se movía con tal libertad entre la exótica maleza que cuando daba saltos para ir de un lado a otro lo hacía con una gran delicadeza, al punto que parecía danzar elegantemente al ritmo que la naturaleza le ponía junto al cantar de los pájaros. Pronto Tatsuya divisó un enorme hongo, y pensó que sería bueno ir a descansar allí un rato para luego seguir su búsqueda de los honguitos milagrosos, estaba tan relajado debido al paisaje que no tenía noción de lo que podría estar allí abajo.
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«Algo anda mal —intuyo mientras escuchaba unos pasos cercanos—. Los puedo escuchar cerca muy pero… ¡Maldición! —Su cuerpo se paralizó mientras su corazón latía con violencia—. El ruido se aproxima por mi retaguardia...»
Se encontraba agazapado y con pocas posibilidades de responder a un ataque. Además, el gran sombrero del hongo lo cubría y le imposibilitaba el girar la cabeza y ver qué era lo que se aproximaba. Aun así se mantenía en cierta calma, pues no le intimidaba el estar en peligro. Lo que le perturbaba era la vergüenza de convertirse en el cazador cazado.
«Si supiera que es, podria actuar en consecuencia —comenzó a repasar la posibilidades que su conocimiento era capaz de concebir—. ¿Será el ciervo? No, sus pasos son demasiado ligeros para que yo los perciba. ¿Será el oso? No, ya hubiese escuchado sus eructos. Por lo dioses misericordiosos, que no sea aquella criatura reptil —entonces una idea salvaje cruzó por su cabeza—. Y si… ¿Y si es el jabalí?»
La sola idea de tener el final de su tarea al alcance hizo que su sangre se inundara de adrenalina. Pero si quería tener alguna oportunidad contra lo que fuese que le acechaba, tendría que ser paciente y estar calmado. Se concentró y por un momento se sumió en aquella familiar sensación que precedía al combate. Ya ni siquiera notaba el zumbido de los insectos, pues todo lo que escuchaba eran los pasos cada vez más cercanos y un latido constante. No podía percibir la humedad sofocante en su piel morena, pues todo lo que sentía eran sus músculos en tensión y el agarre áspero de su espada.
«Vamos, acércate un poco más y podrás ver tu final llegando en forma de un efímero destello carmesí.»
Espero en quietud y silencio. Y entonces el momento crítico llegó en cuanto sitio la presión en el hongo sobre su cabeza. En un instante no solo salió de su escondite, sino que también desenvainó su arma mortal, preparado para lanzar un tajo asesino a lo que fuese que se hubiese acercado a él.
Todo fue tan rápido e instintivo, tan fuerte y feroz, que si el ataque llegara a concretarse… Bueno, digamos que en ese caso habría un ser vivo menos en el Bosque de hongos.
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Tatsuya seguía con su danza inconscientemente, iba a descansar bajo la sombra de aquel hongo o al menos ese era su plan inicial, para el andar en sitios como este era como pasearse por su casa, bajaba dando pasos suaves, no porque quisiera hacerlo sino porque era casi puro instinto, pero cuando saltó sobre el sombrero del hongo le pareció escuchar un ruido, quizás un animal del bosque, pero le incomodó el hecho de que parecía ser uno grande y muy rápido, de ser así podría ser un animal peligroso.
"Espero no sea un depredador o algo por el estilo"- Pensó.
Como sea era mejor prevenir que lamentar, Tatsuya había entrado en un estado de precaución, colocando su mano izquierda en el mango de su katana y la derecha la mantenía frente a él, en una posición que en el caso de ser necesario podría colocarla rápidamente para desenvainar su arma. Cuando tocó el suelo decidió rodear el pié del hongo para intentar ver de que se trataba el sonido que había escuchado, lo hizo con suma cautela. Esto podría resultar contraproducente, si escuchas un ruido y sientes que hay peligro lo más lógico es alejarte y no ir a buscar la fuente disque con cautela pero bueno, la gente a veces hace cosas contradictorias; Tatsuya en especial suele incurrir demasiado en este tipo de actos.
"Hmmmmm... Hay rastros en el suelo de que la cosa estuvo caminando por aquí"- La mente de Tatsuya no lograba crear una imagen de lo que podría ser aquella cosa.
De la nada mientras se movía alrededor del hongo sus ojos lograron ver un leve destello color carmesí que parecía originarse de la combinación de la poca luz que se filtraba en el bosque y de un objeto aparentemente metálico, Tatsuya reconoció el filo de una espada con dimensiones similares a los de una uchigatana; En cuanto se dió cuenta de que era una ofensiva contra él sacó rapidamente su ninjatō para bloquear el arma, de no haber sido porque estaba en guardia quizás su cabeza ya no estaría sobre sus hombros. El ejecutante de la técnica y portador de la misteriosa arma era un muchacho de cabellera blanca y tez morena que hacía resaltar unos ojos grises como las nubes de lluvia.
- ¡Detente!- Fue lo primero que le dijo a aquel muchacho que lo había atacado por sorpresa. - Tranquilízate, por favor...- Continuó diciendo pero ya con un tono de voz mas bajo.
Tatsuya se quedó mirando el arma que llevaba el muchacho de pelo blanco, era como si ese leve tono rojizo lo hubiera hipnotizado; no habían ni siquiera separado sus armas cuando Tatsuya examinó de lado a lado la katana que sujetaba el chico, como miembro de una familia cuyos miembros han forjado armas durante generaciones pudo notar que esa espada no era corriente, se quedó embelesado observándola olvidando que en ese momento el que la esgrimía había tratado de mandarlo al otro mundo.
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El filo de Bohimei cortaba el aire a gran velocidad, produciendo un sonido único de ella. El arma buscaba el cuello de lo que fuera que amenazara a su amo, aunque en realidad era poca la amenaza que representaba un solitario chico paseando por el bosque. Pero fue tarde cuando la mente de Kazuma razono aquello, pues su cuerpo realizaba aquel movimiento ensayado miles de veces con una fluidez irrefrenable.
«No…» —Fue la única palabra que acudió a su mente cuando ya daba a aquel chico por muerto, ya que con tanta adrenalina y velocidad no tenía oportunidad de activar la cubierta de seguridad de Bohimei.
Faltando solo centímetros para crear un cuerpo decapitado, el ataque se vio interceptado por un objeto y un movimiento de naturalezas similares: El chico había logrado reaccionar con la suficiente velocidad como para bloquear la espada del Ishimura con la suya propia, produciendo un destello de chispas escarlatas y un eco metálico.
—¡Detente! —Fue lo primero que le dijo a aquel muchacho que lo había atacado por sorpresa. —Tranquilízate, por favor...
Al ver la expresión alarmada de aquel muchacho cayó en cuenta de que aún mantenía su espada en alto.
—Cielos, yo... Lo siento —se disculpo sinceramente y envainó su katana—. Pensé que se trataba de una de las bestias del bosque.
Su tono era calmado y cordial, como si estuviera tomando té y hablando del clima con un conocido. La verdad es que se encontraba bastante avergonzado por lo precipitado de su ataque, pero su rostro le era leal y no lo traicionaba mostrando su turbación. Tomo un poco de distancia y observó con detenimiento a aquel extraño.
Se trataba de un chico alto y de cabellos negros, por sus facciones se podía deducir fácilmente que era un poco mayor. Algo de él le causaba cierta sensación de curiosidad, y no era aquel par de ojos de colores contrastantes entre sí. Ciertamente le alegraba que el desconocido siguiera con vida, pero fue la forma en que se protegió lo que le delató como algo más que un civil.
«Definitivamente está acostumbrado a manejar esa arma —una vida entera practicando el arte de la espada le había dado el don de reconocer a sus semejantes—. Bien podría ser un ninja, pero no veo una bandana por ningún lado y no creo que sea de por aquí, pues no se habría adentrado en el bosque sabiendo lo del jabalí.»
—Dime viajero —se mantuvo en una postura que indicaba que no estaba dispuesto a bajar la guardia—. ¿Qué es lo que buscas en un lugar tan peligroso como este?
El sujeto podía ser cualquier cosa; Un caza recompensa en busca de dinero a cambio de matar a la bestia o un cazador en busca de la fama que traería la cabeza de tan infame animal. Pero también podría tratarse de un bandido o de un mata viajeros. No lo sabía, pero hasta no tener certeza de nada no se permitiria perder la calma ni bajar la guardia.
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14/03/2016, 07:06
(Última modificación: 14/03/2016, 07:22 por King Roga.)
Tatsuya durante los breves instantes en los que observó la espada de aquel jovencito pudo deducir que aquella era la obra de un maestro, si bien entre los Takanashi existían grandes herreros y forjadores desde antaño ninguno de los que él había conocido podría elaborar un arma tan bella como aquella que casi lo asesina. Si bien pronto pudo relajarse al ver que su usuario no planeaba seguir con las hostilidades.
—Cielos, yo... Lo siento —se disculpo sinceramente y envainó su katana—. Pensé que se trataba de una de las bestias del bosque.
Tatsuya sintió un gran alivio al ver que no tendría que iniciar una pelea en aquel lugar. Realizó un movimiento con la cabeza para indicar que no había problema alguno, no podía culparlo de nada ya que él también había pensado que lo que se encontraba en aquel lugar podría ser una criatura salvaje, sólo fué un pequeño malentendido; Aunque pudo haber tenido consecuencias letales, si hubiera sido una persona normal todo esto habría terminado en una tragedia muy desastrosa, afortunadamente no se dió el caso y Tatsuya salió ileso de aquella situación gracias a sus reflejos. El joven de cabellos blancos pareció alejarse un poco de él para darle su espacio; Tatsuya hizo lo propio y también tomó algo de distancia y envainó su arma, además el otro espachín parecía intrigado en el porqué se encontraba en aquel lugar.
—Dime viajero —se mantuvo en una postura que indicaba que no estaba dispuesto a bajar la guardia—. ¿Qué es lo que buscas en un lugar tan peligroso como este?
El joven de cabello blanco seguía en alerta, era de lo más normal a sabiendas de ambos eran unos desconocidos totales y estaban armados. Tatsuya por otro lado no creía que el muchacho fuera una mala persona, tiene la creencia que todo aquel que sepa apreciar un arma será alguien honorable y a él le parecía que ese chico era esa clase de persona. De forma despreocupada contestó a las inquietudes de aquel jovencito.
-Ahhhgr, es una historia larga- Aquello era una mezcla rara de suspiro y gruñido, que demostraba su frustración y malestar. -He venido por la salud de mi madre, me habían dicho que en el pueblo que está cerca de este bosque podría comprar unos hongos para aliviar su estado, pero al llegar me dijeron que por culpa de un animal salvaje no tenían surtido así que decidí venir yo mismo a buscar esos hongos a este lugar- Terminó de contar.
Ahora que caía en cuenta alcanzó a recordar que los habitantes del pueblo le habían hablado de que un shinobi había venido a acabar con aquella criatura que los aterrorizaba, Tatsuya por andar concentrado en la espada no había notado la bandana de Uzushiogakure que portaba, inmediatamente supuso que el era el shinobi antes mencionado por la gente.
-Acabo de recordar que me mencionaron de un shinobi había venido a acabar con el jabalí salvaje, por tu katana y tu bandana deduzco que tú eres ese shinobi al que se referían los lugareños.- Hizo una breve pausa para mirar a los ojos grises de el muchacho. -¿Puedo saber tu nombre?- Preguntó con curiosidad.
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La historia del chico sonaba como lo más normal y creíble que había escuchado desde que puso un pie en aquella región. Se trataba de un muchacho preocupado por su madre enferma, tal preocupación le había empujado a buscar unos hongos con los cuales ayudarla. Incluso para alguien poco conocedor de la materia como él, estaba claro que de los miles y miles de tipos de hongos que existían, mucho o casi todos tenían usos en variadas disciplinas entre las cuales estaban las medicinales.
«Tiene sentido; con aquella bestia por aquí es imposible que lo cultivadores se adentren en el bosque y por tanto es imposible que puedan comerciar sus hongos para hacerlos llegar a distintos lugares.»
—Acabo de recordar que me mencionaron de un shinobi había venido a acabar con el jabalí salvaje, por tu katana y tu bandana deduzco que tú eres ese shinobi al que se referían los lugareños. —Hizo una breve pausa para mirar a los ojos grises de el muchacho— ¿Puedo saber tu nombre? —Preguntó con curiosidad.
Intercepto los ojos dispares de aquel joven y varias cosas acudieron a su mente. Una de ellas es que aquella asimetría resultaba un poco inquietante. La otra era lo bien que le caería la ayuda de alguien capacitado. Si bien era un desconocido, su habilidad para defenderse había quedado más que demostrada y para como estaba yendo su búsqueda, era poco probable que alguno de los dos consiguiera su objetivo.
—Me gustaría darte mi nombre y que me digas el tuyo —dejo que en su rostro se dibujara una leve sonrisa confiada—, pero antes de eso, me gustaría saber si estás dispuesto a que colaboremos para que cada quien consiga lo que busca; tu obtener aquellos hongos y yo encargarme del jabalí problemático.
Dejo la propuesta en el aire, pues solo necesitaría conocer el nombre de aquel muchacho cuando éste aceptara el ayudarse mutuamente. Claro, el chico bien podía decidir ir por su cuenta, pero seguramente aquello les dificultaria las cosas a ambos.
—Entonces ¿Qué dices? —Preguntó calmado— ¿Un acuerdo y nos presentamos? o ¿Cada quien por su lado y sin nombres?
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El joven de cabello blanco respondió con otra pregunta a la pregunta de Tatsuya, ofreciéndole un trato a cambio de su nombre. El ninja de ojos grises sabía elegir con astucia sus palabras. El adolescente de Taki se quedó pensativo por un momento, primero no estaba muy seguro de querer revelarle su nombre a un ninja de Uzushiogakure en estas condiciones; eran viejos aliados de Kusagakure y decirle su nombre a un ex-aliado de sus antagonistas no parecía prudente en especial porque Tatsuya estaba literalmente en territorio enemigo. Era sabido que por ahora no habían habido conflictos con las otras aldeas pero no se encontraban en una posición 100% neutral con otras países. Por otro lado le sorprendía la amabilidad del chico del remolino, parecía que ahora que conocía los motivos de su presencia ya le tenía confianza. Tatsuya pensó que tenía demasiadas teorías conspirativas en su cabeza y debía deshechar esas ideas.
"Debo dejar de pensar tantas cosas raras, además es un tipo agradable"- Reflexionó.
Pensó que lo mas adecuado era simplemente no mencionar que el era de Takigakure y todo estaría bien, no le agradaba tener que ocultarle cosas a la gente pero no tenía otra opción considerando que se encontraba en el peor lugar a donde podría haber venido a parar. Hay viejas heridas que no sanan y en el País del Bosque aún persistía el dolor de las vidas perdidas durante la guerra, aunque aquel muchacho no pertenecía a esa nación (o al menos eso suponía Tatsuya) no podía descuidarse siendo un ninja.
—Entonces ¿Qué dices? —Preguntó calmado— ¿Un acuerdo y nos presentamos? o ¿Cada quien por su lado y sin nombres?
La idea no era mala, por una parte podría así ahorrar tiempo si trabajaban en equipo, y además ayudaría a la gente del pueblo. Tatsuya no se había involucrado porque había escuchado que alguién más ya se iba a hacer cargo del problema, pero ahora que se le ha presentado la oportunidad de ayudar a la gente del pueblo estaría muy gustoso de poder hacer algo al respecto. Además sentía una leve curiosidad por la bestía, pues por como lo habían descrito había algo raro con ese jabalí salvaje, ningún animal en la medida de lo normal debería causar tantos estragos, así que se decidió a colaborar con el muchacho.
-Estaría encantando de que podamos colaborar, perdona que no me haya presentado antes, soy Takanashi Tatsuya- Dijo mientras reverenciaba elegantemente. - Ahora me gustaría saber el nombre del portador de tan magnífica espada- Continuó mientras se erguía para esperar la respuesta del joven de Uzushio.
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—Estaría encantando de que podamos colaborar, perdona que no me haya presentado antes, soy Takanashi Tatsuya. —Dijo mientras reverenciaba elegantemente—. Ahora me gustaría saber el nombre del portador de tan magnífica espada —Continuó mientras se erguía para esperar la respuesta del joven de Uzushio.
El de ojos grises se permitió relajarse un poco en su postura, pues le habían dado la mejor de las respuestas esperables. Sin embargo le extraño que el chico no mencionara nada sobre ser ninja. Su habilidad delataba entrenamiento de academia, aunque bien podría ser que por algún motivo alguien más se lo hubiese enseñado. Eso tenía sentido; Por norma general, estaba muy mal visto el que un guerrero de alguna aldea oculta le enseñara sus habilidades y trucos a un civil. Claro, esa forma de pensar no impedía que sucediera y las personas involucradas solían evadir el tema.
—Una gran respuesta merece otra igual, Takanashi Tatsuya —aseguro con la mirada fija en su oyente—. Mi nombre es Ishimura Kazuma y esta magnífica espada se llama Bohimei, que significa epitafio.
Por el momento era oficial, contaba con un aliado en aquella "selva" de locos. Aquel muchacho se notaba bastante más cómodo que el moreno en aquel sitio. En su mente era difícil explicar cómo siendo más alto y de piel más clara, había evitado todos los rasguños de las ramas y las manchas de los mohos que crecían por todas partes.
—Bien, compañero, cómo utilicemos el tiempo es vital así que tendremos que charlar y conocernos sobre la marcha —aseguro mientras observaba los alrededores, como si hablara con él y con el bosque al mismo tiempo—. Por ahora dime algo ¿tienes ideas de cómo se ven o donde están los hongos que buscas?
Suponía que las setas eran la principal interrogante y por tanto tendrían que lidiar primero con eso. El lugar se llamaba el Bosque de hongos, por lo que se entendía que había miles de especies de los mismos, algunas de las cuales eran idénticas entre sí. El no sabía nada sobre aquellas formas de vida fungí, por lo que esperaba que su aliado supiera que buscaban. Por su parte el jabalí parecía algo más fácil de encontrar, después de todo se supone que era monstruoso y enorme. Al principio creía que los aldeanos del pueblo eran bastante exagerados y alarmistas, pero luego de lo visto en tan solo una horas en aquel sitio comenzaba a creer que quizas habia algo de cierto en lo que decían.
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16/03/2016, 05:20
(Última modificación: 16/03/2016, 05:21 por King Roga.)
"Así que Ishimura Kazuma y Bohimei... Interesante"
A Tatsuya se le podían ocurrir cientos de razones por las cuales la espada se llamaba así, quizás porque había escrito el destino final de muchos hombres o quizás llevase una maldición sobre su portador, la imaginación del muchacho podía inventar un sinnúmero de leyendas fantásticas para aquella arma; Quizás podría salir de duda si le preguntaba a su poseedor por ello y así quitarse la curiosidad, pero por ahora era mejor concentrarse a lo que vino, no sabía sí su madre empeoraría más, dudaba que mejorase de la nada. Ya tendría tiempo luego de interrogar a Kazuma sobre la katana cuando el asunto del jabalí estuviera resuelto, lo cierto era que no podía sacarse de la cabeza el momentó en que percibió el extraño brillo carmesí que emanaba de la misteriosa arma.
—Bien, compañero, cómo utilicemos el tiempo es vital así que tendremos que charlar y conocernos sobre la marcha —aseguro mientras observaba los alrededores, como si hablara con él y con el bosque al mismo tiempo—. Por ahora dime algo ¿tienes ideas de cómo se ven o donde están los hongos que buscas?
Kazuma no perdía el tiempo para nada, inmediatamente propuso empezar la búsqueda de los afamados hongos medicinales. La criada de la familia le había dicho que eran unas pequeñas setas de no más de dos centímetros de alto, de color rosado con leves manchas verde claro en el sombrero y pié color violeta, sí, muy muy llamativas pero no fáciles de encontrar; Tatsuya previamente había preguntado a los aldeanos por la localización de los hongos, y resulta que las caprichosas setas sólo crecen en las raíces de árboles centenarios en lugares donde nunca llega la luz del sol, sí, todas unas joyitas.
-Puedo decirte que en base se ven como un hongo normal pero tamaño miniatura, de color rosa y manchitas verdes- Mencionó mientras observaba los alrededores. -Sin embargo por lo que me dijeron los habitantes del pueblo sólo crecen sobre árboles de más de un siglo de vida y donde siempre esté oscuro.- Terminó de añadir.
Aquella tarea requeriría mucha paciencia, probablemente tendrían que internarse en lo más profundo del bosque y quién sabe cuanto tiempo tardarían, era poco probable de que lograsen encontrarlas antes de que el manto de la noche los cubriera con su abrazo de tinieblas. Había muchas otras bestias peligrosas en el lugar aparte del mencionado jabalí, pero él confiaba en el hechobde que como eran dos shinobis podrían hacerles frente de manera más efectiva, aunque por ahora Kazuma desconocía el status de Tatsuya.
-Nunca había puesto un píe antes en estos terrenos, pero puedo asegurarte que sé como guiarme a través de sitios como este- Afirmó con confianza.-Deberíamos irnos con cuidado, por sí nos topamos al jabalí o algo peor.- Indicó mientras hacía un ademán con la mano invitando a Kazuma para que lo siguiese.
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16/03/2016, 16:19
(Última modificación: 16/03/2016, 16:23 por Hanamura Kazuma.)
«Si son tal y como él los está describiendo deberían ser fáciles de identificar. El único problema es aquellos de los árboles centenarios.»
La búsqueda amenazaba con convertirse en algo de extrema dificultad; Los árboles de cien años no eran el problema en sí, lo problemático era que seguramente se encontrarán en el corazón del bosque. La sola idea le causaba una sensación incómoda, puesto que si estando en las lindes de la arboleda ya pasaba trabajo… Bueno, se imaginaba que las condiciones irían empeorando en proporción a cuanto se hundieran en la espesura.
«Aunque… De cierta manera es emocionante —trataba de convencerse a sí mismo—. Es como esas historias de exploradores que se sumergen en profundas selvas, evitando los peligros mortales para encontrar tesoros legendarios.»
—Nunca había puesto un pie antes en estos terrenos, pero puedo asegurarte que sé como guiarme a través de sitios como este —Afirmó con confianza—. Deberíamos irnos con cuidado, por sí nos topamos al jabalí o algo peor. —Indicó mientras hacía un ademán con la mano invitando a Kazuma para que lo siguiese.
El joven peliblanco tomó las pocas cosas que llevaba consigo y procedió a ponerse en marcha. Lograr encaminarse hacia el centro del Bosque de hongos no debía de suponer ninguna dificultad, solo tenían que avanzar en la dirección más oscura y frondosa.
—Entonces te sigo.
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Tatsuya luego de observar un rato emprendió camino mientras Kazuma lo seguía, pudo ver como su acompañante había traido algunos insumos, de pronto a Tatsuya le dió por mirar su pierna derecha y se percató de que no traía el portaobjetos; lo había dejado olvidado en la posada del pueblo. Cuando se decidió a venir al País del Bosque no había traído nada para el viaje pues en sus planes sólo estaba comprar los hongos y luego regresarse a Takigakure, no había contemplado la posibilidad de que algo saliese mal, así que tomó la decisión de pedir un cuarto en una posada del pueblo, si bien nuestro querido adolescente salió con tanta prisa que se dejó su equipo shinobi y sólo llevaba consigo su katana favorita.
"Demonios, no se como me hago llamar ninja siendo tan descuidado, soy patético."- Se reprendió.
Las shurikens y los makibishi no importaban tanto, pero el hilo shinobi pudo haber sido de gran utilidad, quién sabe, para tender una trampa, para intentar tender una tienda de campaña, etcétera. Total sin sus herramientas ahora dependía de lo que el bosque pudiese proveerle y de lo que Kazuma llevase encima, Tatsuya se avergonzaba mucho de lo distraído que era.
El joven shinobi decidió dejar de lamentarse por la leche derramada y decidió seguir adentrandose entre la maleza, había de todo, plantas, árboles y hongos, hongos por sobre todas las cosas. No había un sendero exacto por donde ir, pero Tatsuya se lograba orientar en base a su experiencia y quizás un poco de instinto, algunas raíces de árboles sobresalían en el suelo mientras algunos sombreros de hongos enormes formaban sombras que daban una sensación extraña, debido a las irregularidades del terreno era dificultoso avanzar a gran velocidad caminando y era prácticamente imposible saltar en esta parte ya más profunda del bosque a menos que se fuera un ninja de muy alto calibre.
Tatsuya caminó con tranquilidad a través de un matorral, las hojas de la planta lejos de incomodarlo más bien parecían acariciar su rostro como los delicados mimos de una madre a su bebé; aunque quizás la fricción provocase que las ramas y hojas rebotasen con violencia contra aquel que viniese pasando detrás de él.
Para ese tiempo ya habrían caminado quizás durante una hora y media pero el ninja de Takigakure estaba muy fresco a pesar de ello, quizás estaba hasta disfrutando del paseo observando el colorido brillante del lugar que resaltaba a veces con la poca luz de sol que alcanzaba a filtrarse, el paseo se había tornado agradab...
-¡AH!- Gritó cuando una serpiente le cayó justo encima.
El rastrero animal se había dejado caer desde una rama justo en el momento en el que Tatsuya pasaba debajo, quizás solo fue mala suerte, lo cierto es que del susto empezó a intentar quitársela de encima, para colmo era una de cascabel y al escuchar el sonido de la cola de aquel reptil se asustó aún más todavía, tomó a la serpiente y la arrojó en dirección a unos arbustos; la alargada criatura se deslizó entre dos piedras para esconderse. El ninja de Taki luego de ver como la serpiente se había refugiado miró a Kazuma y se puso algo sonrojado por su bochornoso espectáculo, se irguió y se dispuso a hablar.
-Ejem, ejem- Dijo tosiendo fingidamente mientras se tapaba la boca con su puño. -Olvidemos lo que acaba de suceder y sigamos con nuestro camino- Sugirió mientras se daba la vuelta para evitar que Kazuma notase el rubor en sus mejillas, aunque quizás ya era demasiado tarde para eso.
Era bueno que nuestro shinobi dejase de soñar despierto, era un pequeño defecto de él relajarse demasiado. Mientras seguían su rumbo a Tatsuya le estremeción un poco ver una especie de huesos de serpiente de casi más de 5 metros de largo mezclados entre la vegetación, podía distinguir un cascabel, aunque la verdad era bastante extraño pues esas especie no llegan a más de metro y medio, pero los que él estaba divisando eran equivalentes a una los de una pitón. Un poco más un poco menos.
No paso mucho camino cuando se encontró en una parte algo extraña del bosque, por la orientación que poseían algunos hongos era probable que la luz del sol sólo llegase durante horas de la mañana y en esos momentos ya era de tarde. Tatsuya se mostró inquieto al ver una enorme cascabel muerta, con rastros de haber sido desgarrada; no se le ocurría que podía ser peor que una cascabel gigante. Como en muchas otras ocasiones hubiera sido mejor no tentar a la suerte, no esuchó nada pero su instinto lo hizo ponerse en alerta, pronto veía una sombra que se hacía mas grande sobre él y al alzar la vista divisó un enorme buhó que si bien mediría unos dos metros tirando para tres de alto las alas lo hacían lucir como si fuera de 6 metros.
-¡Kazzz...zu!-- Gritó entrecortadamente mientras volteaba a verlo.
Tatsuya no pensó que quizás fuese una mala idea darle la espalda a una enorme ave rapaz que se dirigía a toda velocidad a su posición con las garras por delante dispuesta a apresarlo.
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Así comenzó su búsqueda, con el chico alto al frente. Kazuma estaba agradecido de tener a alguien que pudiera abrirse paso en aquel lugar tan agreste, pero sabía que cualquier peligro que apareciera caería sobre el que estuviese de primero. Aquello pegaba un poco en su orgullo como ninja, pues siempre procuraba estar en la línea de frente a la hora de enfrentar algún peligro. En otras palabras era bastante imprudente con las amenazas, pues en el momento en que se llegara a sentir mínimamente intimidado, arremetía sin pensárselo dos veces.
«Me gustan los bosques y todo eso, pero este lugar es demasiado hostil —se estaba volviendo consciente de que la jungla verde puede ser tan dura como la de piedra—. ¿Cómo hace él para estar tan cómodo en estas condiciones?»
El sitio era todo un muestrario de formas de vida especializadas para aquel ambiente. Lo curioso era que todas ellas parecían tratar de dificultar su paso, y si, solo a él. Pues mientras aquel de ojos dispares caminaba con tranquilidad, el de cabellos blancos tenía que esforzarse para dar un paso detrás de otro. Incluso el suelo estaba tan lleno de sustancias y superficies resbalosas que se tornaba inútil el tratar de sujetarse con chakra.
«Cielos, esto es más difícil de lo que pensaba —reflexiono mientras trataba de evitar una rama que amenazaba con azotarle el rostro, por enésima vez—. Ya veo por qué las criaturas de por aquí son tan duras, si no se es fuerte no se puede esperar durar mucho en estas condiciones.»
De repente algo le sacó de sus pensamientos, un grito de la persona que iba delante de él. Al chico le había caído una serpiente, una muy ruidosa serpiente que no paraba de emitir un sonido idéntico al de un cascabel. Todo se volvió una maraña de movimientos descoordinados mientras ambos se debatían en aquel incómodo abrazo. Al final la víbora cedió y les concedió aquella pequeña victoria. El de cabellos negros se recompuso rápidamente y con recato decidió olvidar lo que acababa de ocurrir. Kazuma quería preguntarle si estaba bien y si no lo había mordido, pero parecía estar un poco rojo por la ira de lo que recién ocurrió.
Por un rato caminaron en relativo silencio, hasta toparse con una zona que parecía ser tanto una depresión como un claro. El lugar era demasiado inquietante y no solo por la variedad de osamentas dispersas, sino que también por aquel olor orgánico de carne y desechos. La luz era tenue y se hacía difícil prestar atención a los detalles, pero las señales estaban por todos lados.
«Es como el escondite de un malviviente —entonces lo supo—. Takanashi, debemos movernos, creo que esta es la guarida de algún depredador...»
Pero sus palabras sirvieron para poco más que resaltar lo que ya era obvio para su compañero. Un nuevo grito con su nombre incluido y ahora un ave de dimensiones anormales perseguía a quien le estaba guiando hasta hace unos momentos.
Su primer instinto fue socorrerlo, pero la condenada ave y Tatsuya, con su condenada facilidad para moverse en aquel ambiente, se desplazaban demasiado aprisa. Si intentaba correr tras ellos, llegaría cuando el Búho estuviera limpiando los huesos del jovencito. Si quería ayudar tendría que hacerlo desde su lejana posición.
—Tírate al suelo y cúbrete —fue lo único que pudo gritar antes de ponerse en acción.
En un instante, tan mínimo como el batir de alas de una lechuza, tomó el fūma shuriken de su pierna y lo desplegó como las aspas de un molino. Tenso los músculos de su brazo y dejó que la fuerza fluyera en un lanzamiento recto. Las veloces cuchillas debían de acertar en el cuerpo de aquel enorme animal y dejarle fuera de combate.
«Vamos, es como derribar a una paloma con una piedra, solo que a mayor escala.» —Trato de confiar en su puntería mientras el arma voló rauda y feroz.
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Tatsuya no había logrado ni siquiera completar su frase cuando el búho se abalanzó sobre su cabeza con unas enormes garras filosas como guadañas, no tenía la más mínima idea de como reaccionar ante una situación de peligro de esta magnitud y menos cuando carecía de su equipo ninja en un momento tan crucial, prontó escuchó un grito de Kazuma.
—Tírate al suelo y cúbrete —fue lo único que pudo gritar antes de ponerse en acción.
Tatsuya inmediatamente obedeció a Kazuma y se dejó caer aún cuando esto provocó que se arrastrase y raspase un poco los brazos, pero era algo mucho mejor que terminar hecho pedacitos por las garras del ave que no consiguieron agarrarlo. El ave intentó moverse para intentar un nuevo agarre pero una enorme shuriken proveniente de la dirección de Kazuma impactó en el costado del ave a la altura de las costillas provocando que esta se precipitara a tierra.
Tatsuya al ver que el ave caería encima de él rodó para evitar ser aplastado por el ave, aunque una de las alas del animal sí le cayó encima, aunque no era para nada pesada por lo que no resultó herido. El ave empezó a hulular del dolor mientras sangraba el área donde la fuuma shuriken había impactado, aún la tenía ensartada mientras se retorcía y chillaba.
El ninja intentó salirse de debajo del ala del animal, pero en cuantó lo divisó el animal se arrastró apoyándose con sus alas para intentar destajarlo con el pico, Tatsuya que aún se encontraba de espaldas contra el suelo sacó su ninjatou para bloquear el pico curvo y corto del ave de presa, el animal parecía muy furioso y seguía intentando picotearlo mientras el seguía bloqueando sus ataques con la katana.
-¡Kazuma-san no podré estar así para siempre!- Gritó al shinobi de Uzushio.
El ave para ser un animal salvaje era muy rápida y muy fuerte, claro para el tamaño anormal que tenía era un verdadero desafío incluso para un shinobi promedio, Tatsuya se las ingeniaba para seguir batallando con el ave malherida que a pesar de tener la fuuma shuriken ensartada seguía dando pelea.
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—¡Kazuma-san no podré estar así para siempre! —Gritó al shinobi de Uzushio.
Aquel grito denotaba lo angustiosa de la situación y la necesidad inmediata de salir de la misma.
El ave demostraba ser verdaderamente aguerrida, aun cuando unas afiladas aspas de acero se habían anidado en su costillar. Si bien dejo de volar, pues la herida era demasiado profunda, no desistió en su casería. Había caído al suelo con bastante fuerza, pero inmediatamente se incorporo sin que el fuuma shuriken que sobresalía de su costado le impidiera moverse ágilmente para atacar con su pico.
—¡Joder! —Exclamó al ver como su ataque era insuficiente para terminar con el agresor.
El búho lanzaba maliciosos picotazos hacia el cuerpo de su presa. El chico que aun seguía debajo de él se debatía para evitar ser destrozado. En su frenesí, la plumífera vestía lanzaba rocíos de su propia sangre por doquier. Manchaba su plumas y el suelo a su alrededor, y daba la impresión de que ya había destrozado el cráneo de Tatsuya. Pero había algo que le permitía a Kazuma conservar las esperanzas de que aún se pudiera hacer algo.
«Si pudo defenderse de mi espada podrá defenderse de aquel pico —Se animó a sí mismo mientras escuchaba los ecos metálicos del acero siendo golpeado salvajemente—. Si consigo llamar su atención Takanashi podría asestar el golpe de gracias, pero ¿Cómo podria?»
Un impulso de genialidad llegó a él, como aquellas ideas grandiosas que solo se encuentran en los momentos críticos. Corrió hacia el cadáver de una gran serpiente cercana y se inclinó sobre el. Aún había restos de piel y carne descompuesta en aquel esqueleto enorme. Movía con ferocidad las rocas y los hongos que entorpecían su búsqueda, los ojos le lloraban y el estómago se le revolvía por causa del rancio olor.
«¡Aquí está!» —Luego de unos efímeros instantes que se le hicieron eternos, logro encontrar aquello que podría salvar a su compañero.
Se levantó y comenzó a zarandear con fuerza aquel gran cúmulo de estuches córneos. El sonido reverberaba por todo el lugar, el eco rebotaba en los árboles cercanos y emulaba una amenazadora serenata. Por puro instinto natural e irresistible, el ave giró su cabeza unos perturbadores doscientos setenta grados, para observar como el Ishimura agitaba vigorosamente el cascabel de una serpiente que antes morir le representó todo un desafío. Fue entonces cuando el cazador emplumado dejó su blanco y suave cuello a la merced del joven que se encontraba debajo de él.
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