"Aquí estamos...."

Juro caminaba por las calles de su aldea. Realizaba un camino que llevaba haciendo mucho tiempo, a ninguna parte en concreto. A veces, cuando se aburría, salía a dar un paseo. Especialmente cuando su hermana no estaba en casa - por alguna misión, claro - y él no tenía ganas de entrenar.

Se sentía un poco abandonado. Aunque era cierto que no había estado aislado, lo cierto es que el año se le había pasado volando. Entre entrenamiento y entrenamiento, con Katsue y Furui, no había tenido tanto tiempo como le hubiese gustado para reunirse con al gente que apreciaba.

"Quizá me encuentre con alguien ... Antes pasaba"

Pero no había nadie conocido. A su alrededor pasaba gente, claro, pero nadie que le interesase. Una anciana menuda con un bastón de madera. Una madre con sus hijos. Un hombre viejo, solitario. Nadie que le pudiese dar conversación, eso estaba claro.

Giro la calle de la derecha, tratando de averiguar cuantas horas le costaría rehacer el camino hasta su casa. Muchas, la verdad. Pero había llegado un punto en el que prefería salir de casa y perderse a quedarse encerrado ahí, sin nada que hacer.

De lejos, se podrían apreciar los primeros cerezo en flor que ya comenzaban a aparecer. Era propio de la villa en Primavera. Un recordatorio de que un año más pasaba...

"Ahí me encontré con Eri por primera vez. Y un poco más lejos, esta la academia, donde conocí a Nabi y a Kazuma. Y por el otro lado el bosque donde fui con Yota, cuando aun estaba vivo. Y..."

La nostalgia pronto le invadía, como un recordatorio más de que el tiempo pasaba. Él también había cambiado. Había crecido, llevaba ropa nueva, había entrenado... Pero se sentía igual que antes, por alguna razón. En sus cavilaciones, no pudo ver la pared que se alzaba delante de él hasta que fue demasiado tarde. Se estrelló contra ella, y luego contra el suelo, más de la impresión que de el golpe, cayendo de culo.

- Au... - se quejó, recomponiéndose del golpe.

Otro día más que pasaba, y, de nuevo, otro día más en el que el joven Riko había decidido que ya era suficiente de encerrarse en casa, que, al fin y al cabo, no le llevaba a ningún sitio, y aunque era cierto que había tenido mucho tiempo para reflexionar y entrenar a partes iguales, también era necesario relacionarse con más gente, no dejaba de ser un chaval, y tener amigos era parte imprescindible de todo aquello.

Aquel día había salido a pasear, simplemente, a estar rodeado de gente a la que hacía un montón de tiempo que no veía, al frutero, al panadero, a aquella señora con sus hijos...

''Joder, como han crecido esos mocosos...''

Pero aquel día, el joven Riko quería encontrarse con un tipo de persona en concreto, un compañero de profesión, para poder tener una charla tranquila y amena, o librar un combate de entrenamiento, lo que surgiera primero.

Mientras caminaba, puso sus ojos en un joven, que caminaba algo distraído, y en el que pudo llegar a intuir lo que podría ser una bandana en la frente, aunque no pudo confirmarlo, ya que el ángulo en el que se situaba no era el mejor para verlo, por lo que decidió acercarse un poco al joven, esperando que éste no se diera cuenta, al menos hasta confirmar que era un ninja.

Cuando se encontraba a apenas 6 metros del muchacho, Riko vio como iba directo hacia una pared, sin ningún tipo de inconveniente.

— ¡Cuidado con la pa... — Demasiado tarde, el muchacho se había estampado de lleno contra el muro, y del mismo golpe, había acabado en el suelo.

El de rastas se acercó corriendo a interesarse por el joven.

— Oye, ¿estás bien? Menudo golpe más tonto te has dado. — Dijo el joven, fijándose bien en la frente del muchacho, buscando algún signo de herida. — De verdad, ¿estás bien? Te veo un poco pálido. — Se preocupó el joven.

Afortunadamente, la bandana absorbió la mayor parte del daño. Al menos la confrontación directa. Su frente protestó al sentir la bandana más ajustada de lo normal, comprimiendolo. Tuvo que ajustarsela otra vez en un intento de aliviar el golpe.

De pronto, Juro pudo escuchar una voz cerca de él. Sobre él, más bien. Aunque había crecido, en su posición desde el suelo, lo único que podía era hacer lo que había hecho toda su vida .Mirar hacia arriba para ver al autor de aquella voz.

— Oye, ¿estás bien? Menudo golpe más tonto te has dado. De verdad, ¿estás bien? Te veo un poco pálido..

El autor era un alguien de apariencia joven, que no distaria mucho de la edad del propio Juro. Parecía algo más alto que él, y tenía unos rasgos muy peculiares. A lo mínimo, su pelo. Era de un color negro, y lo llevaba largo, con largas trenzas y en coleta. Sus ojos, además, de un color azul intenso, que le aturdieron. No llevaba nada especial, más que una chaqueta y un pantalon negro, pero su presencia le perturbó.

Se obligó así mismo a espabilarse. Por una persona que le hablaba, no iba a espantarle.

—¡Si, claro! — se levantó de golpe, haciendo caso omiso al dolor, avergonzado — Tranquilo, solo ha sido un golpe tonto. Soy así de natural.

Una pequeña sonrisa se asomó en la comisura de sus labios. Menudas ocurrencias tenía la gente con su aspecto. Al menos no pensaba que se había chafado la nariz o algo así.

Mientras se levantaba, pudo apreciar en el cuello del chico una ceñida bandana, que le identificaba como ninja de la aldea. Como compañero suyo. Lo supuso al instante, quizá por su corta edad o por la ausencia de chaleco, pero debían de tener el mismo rango.

— Vaya, yo tamb... es decir... — su ya torpeza habitual sumado a que hacia mucho que no trataba con gente le estaba jugando malas pasadas — ¡Eres un ninja!

Riko se había acercado al recién accidentado, preocupado quizás por algún tipo de lesión que se hubiera podido causar, y esta preocupación aumentó al ver como el muchacho, de aspecto algo frágil, tardaba un poco al contestar.

''¿Y si tiene una conmoción o algo así?'' Pensaba el rastas, asustado por aquella posibilidad.

Pero todos aquellos pensamientos se disiparon en cuanto el joven, de pelo negruzco se puso en pie de golpe, mostrando una altura algo inferior a la del propio Riko, que se fijó más detenidamente en el muchacho y pudo confirmar que, en efecto, era un ninja, aunque llevara la bandana parcialmente tapada por el flequillo.

—¡Si, claro! Tranquilo, solo ha sido un golpe tonto. Soy así de natural.

Al parecer el color pálido de su piel venía de serie, por lo que el ojiazul se calmó un poco, al parecer no iba más alla que el simple golpe, que ya era suficiente, siendo sinceros, por lo que agradeció la sonrisa del joven, quizás algo avergonzado porque le hubiera visto en una situación así, al menos, Riko lo estaría.

— Vaya, yo tamb... es decir... — su ya torpeza habitual sumado a que hacia mucho que no trataba con gente le estaba jugando malas pasadas — ¡Eres un ninja!

Riko se echó la mano al cuello, e inmediatamente aquella imagen de nuevo, la katana clavada en su garganta y todo apagándose.

Sacudió la cabeza, aquel no era momento para ponerse a pensar en aquello, había decidido tratar de dejar todo aquello atrás y ese no era el camino, por lo que se centró de nuevo en su compañero de villa y de profesión.

— ¡Sí! Mi nombre es Haiso Riko, encantado de conocerte. — Se presentó el de rastas. — ¿Sabes? Me suena tu cara... ¿Nos hemos visto en algún lado? — Preguntó, tratando de hacer memoria.

Por unos momentos, el chico que parecía querer hablarle se quedó callado, llevandose una mano al cuello donde se sostenía su bandana. Juro no supo que pudo pensar o imaginar, pero pronto le devolvió la mirada y volvió a retomar su atención en él.

— ¡Sí! Mi nombre es Haiso Riko, encantado de conocerte. — se presentó, alegremente.

— ¡Encantado Riko! — Juro se sorprendió así mismo poniendo una sonrisa. Al parecer, aun podía hacerlo — Soy Eikyu Juro

¿Sabes? Me suena tu cara... ¿Nos hemos visto en algún lado? — Preguntó, tratando de hacer memoria.

Juro reflexionó durante unos momentos. Lo cierto es que Riko no le sonaba de nada, y si le hubiese visto en algun sitio, es muy probable que le recordase.

Puede que tuviese mala memoria, pero alguien tan extraño como él debía de ser muy dificil de olvidar tan facilmente. Pero si a él le sonaba... ¿En qué lugar podía haberle visto? ¿Por las calles? ¿En la academia?

"O donde tu ya sabes..."

— Bueno... Tu no me suenas, aunque tengo mala memoria. Puede haber sido por la calle, quizá en la academia... — la voz le comenzaba a temblar, aunque se obligó así mismo a terminar la frase — O quizá me hayas visto pelear...

Respiró profundamente. Había cambiado, crecido, y mejorado. Pero al sombra de ese evento aun le acompañaba, y dudaba que se fuese a olvidar de ella alguna vez. No se atrevió a profundizar más de lo que dijo en ese momento.

El joven que tenía enfrente parecía alegrarse en la misma medida que Riko de poder hablar con alguien, o al menos, eso denotaba la sonrisa que se le puso en la cara cuando ambos se hubieron presentado.

— ¡Encantado Riko! — Juro se sorprendió así mismo poniendo una sonrisa. Al parecer, aun podía hacerlo — Soy Eikyu Juro

''Eikyu Juro...''

Riko quedó pensativo, lo cierto era que aquel nombre le sonaba un montón, casi tanto como la cara del muchacho, pero no recordaba de qué, no terminaba de recordar en qué lugar le había visto, y eso que se estaba esforzando en rememorar todo lo que podía para tratar de averiguarlo.

— Bueno... Tu no me suenas, aunque tengo mala memoria. Puede haber sido por la calle, quizá en la academia... — la voz le comenzaba a temblar, aunque se obligó así mismo a terminar la frase — O quizá me hayas visto pelear...

Ahí lo tenía, ya sabía donde lo había visto, y rápidamente un montón de escenas se le pasaron por la cabeza, como aquello que dicen que pasa cuando mueres, que tu vida se pasa en un minuto, aunque Riko ya había comprobado que aquello no era del todo cierto, al menos, no para él, y volvió a echarse la mano al cuello.

— Sí... Es posible... Pero bueno, mejor no recordar esas cosas, ¿no? — Trató de evadir el tema lo más rápidamente posible, aún era capaz de oler aquella peste que inundaba el pasillo al que calló. — Oye Juro, ¿te dirigías a algún lado en concreto? — Trató de continuar una conversación el de rastas.

Hasta alguien tan poco perceptivo como Juro pudo notar el leve titubeo que mostró Riko nada más oír sus palabras. Pareció estar ausente por otro momento.

"Claro que no soy el único. El torneo es el culpable de que todos estemos así, eso está claro..."

Juro guardó una nota mental para sí. No mencionar el torneo si no era estrictamente necesario. Sería mucho más sencillo para todo el mundo y para él.

— Sí... Es posible... Pero bueno, mejor no recordar esas cosas, ¿no? — Juro buscó una excusa o una disculpa, pero no encontró nada, así que simplemente calló. — Oye Juro, ¿te dirigías a algún lado en concreto?

Riko pareció tener la necesidad de cambiar de tema en ese momento. Juro agradeció que este diese muestras de querer continuar la conversación después de lo que había dicho. Bien podría haber salido corriendo...

— No realmente, solo daba un paseo — confesó, encogiendose de hombros — A veces está bien simplemente caminar por la aldea. Es relajante.

Eso era cierto en parte. Si que lo era. La otra era que se sentía bastante solo desde que su hermana se había ido. Pero esas cosas no se decían a desconocidos.

— ¿Y tú? ¿Algo en concreto? — preguntó, tratando de parecer interesado.

Quizás aquella conversación no había comenzado del todo bien, recordar el torneo, así de buenas a primeras no era una gran idea, y ambos genins quedaron un momento callados, pensando en todo lo que había visto aquel día y no querían volver a ver, al menos, así era por parte de Riko.

Cuando el joven de las rastas fue capaz de reaccionar, trató por todos lo medios posibles de cambiar de tema, no estaba suficientemente cerrada aquella herida como para profundizar en el tema, y al igual que en él, seguro que ninguno de los que estuvieron presentes estaba aún preparado para hablar del tema abiertamente.

— No realmente, solo daba un paseo — confesó, encogiendose de hombros — A veces está bien simplemente caminar por la aldea. Es relajante.

Tenía toda la razón, sobre todo después de aquel año tan largo que acababan de pasar, en el que todo había sido muy frío, no en el sentido climático, si no en el emocional, poca gente había sido capaz de seguir con su vida tal cual era antes de la final, y ellos, que no dejaban de ser demasiado jóvenes no eran una execpción.

— Pues lo cierto es que yo simplemente buscaba alguien con quien tener una charla o con quien entrenar, llevo demasiado tiempo hablando con la misma gente y entrenando solo. — Confesó el muchacho, pensando en las charlas que había tenido con la gente que tabajaba en su casa, que le había apoyado los que más en aquel momento difícil. — Así que... ¿Que te parece si te acompaño en tu paseo, Juro? — Propuso el moreno.

Juro se alegró cuando dejó de sentir el mareo que el golpe de hace un rato le había provocado. Ahora podía ver bien el rostro de Riko, y cerciorarse de que lo que veía era totalmente real, al cien por cien. Estaba bien. Todo lo bien que podía estar en ese momento, claro.

Se cruzó de brazos, no en un gesto agresivo, si no como siempre solía hacer para concentrarse, y se puso a escuchar a su compañero de aldea.

— Pues lo cierto es que yo simplemente buscaba alguien con quien tener una charla o con quien entrenar, llevo demasiado tiempo hablando con la misma gente y entrenando solo.

"Vaya, que oportuno..."

Se mordió la lengua así mismo. No sabía que le pasaba últimamente, pero su mente se había vuelto más borde que de costumbre. Quizá fuese por la influencia de estar mucho tiempo con su hermana y con su nueva maestra senil, pero no era la primera vez que tenía que cerrar la boca.

— Te entiendo... — dijo finalmente, tratando de saber como seguir contestandole.

— Así que... ¿Que te parece si te acompaño en tu paseo, Juro? — Propuso el moreno.

— ¡Claro! — contestó, alegremente — Suelo caminar improvisadamente, ¿sabes?. Voy por un par de calles al azar. A veces me topo con el jardín de los cerezos, aunque otras veces voy por la academia. Al final suelo tardar horas en saber como volver a casa. Y así se pasa el rato.

» La verdad es que si sabes de orientación me vendrías muy bien... — terminó diciendo, manteniendo una sonrisa inocente.

Lo peor de todo es que iba totalmente en serio.

Encima de uno de los tejados de la aldea, cercano a ambos shinobis que hablaban sin preocuparse en los ojos verdosos que les observaban; se encontraba la Mizumi entrenando su agilidad por superficies poco frecuentes. Sin embargo, el hecho de encontrarse con dos personas conocidas: Juro y Riko, la hicieron parar y focalizar su atención en ambos jóvenes. ¡Hacía tanto tiempo que no les veía! Su corazón se aceleró, y cual gato cazando a un ratón, se acercó con cautela.

Cuando ya se encontraba lo suficientemente cerca para escuchar su conversación, esperó a ver hacia dónde se dirigían para seguirles despacio, sin que se dieran cuenta de su presencia. Pero...

— Así que... ¿Que te parece si te acompaño en tu paseo, Juro? — Propuso el moreno.

— ¡Claro! — contestó, alegremente — Suelo caminar improvisadamente, ¿sabes?. Voy por un par de calles al azar. A veces me topo con el jardín de los cerezos, aunque otras veces voy por la academia. Al final suelo tardar horas en saber como volver a casa. Y así se pasa el rato.

—¿Importaría si os acompaño? — La joven apareció de un salto en frente de ambos ninjas, apoyándose en la primera pared que se le cruzó, con una sonrisa ladeada. Prefería aparecer ahora, ya que ninguno de los dos sabían bien donde se dirigían. Además, sus ganas de reencontrarse con ellos eran muchas.

Observó a Riko, su vestimenta cambiada le hacían parecer una persona diferente, y Juro... Juro no había cambiado tanto. ¡Pero estaba tan feliz!

El pálido pareció comprender el motivo por el que Riko había salido a pasear aquel día, llevaba un año prácticamente recluido en su casa, sin salir, sin ver a nadie, sin hablar con nadie, nada más que sus criados, con los que había forjado una muy buena relación, pero aún así, añoraba el poder relacionarse con otras personas, con otros ninja.

— ¡Claro! — contestó, alegremente — Suelo caminar improvisadamente, ¿sabes?. Voy por un par de calles al azar. A veces me topo con el jardín de los cerezos, aunque otras veces voy por la academia. Al final suelo tardar horas en saber como volver a casa. Y así se pasa el rato.

El rastas se alegró cuando su compañero accedió a tener algo de compañía, y añadió que quizás, si tuviera buena orientación, sería de gran utilidad.

— Pues la verdad es que yo...

—¿Importaría si os acompaño? — Una voz conocida le sorprendió, haciendo que el de rastas se sobresaltara un poco. Enseguida el muchacho miró a donde provenía la voz, descubriendo a una joven peliazul.

— ¡E-Eri! — Riko no pudo contener la emoción, al fin alguien conocido, aunque, mirándola detenidamente, había cambiado, ya no parecía la misma chica que había conocido hacía un año, pero era normal, él también había cambiado. — ¡Qué sorpresa! ¡Cuánto tiempo sin verte! — Realmente no sabía qué decir, aquello le había pillado completamente por sorpresa.

— Pues la verdad es que yo...

Riko no tuvo tiempo para contestar a su inocente propuesta acerca de la orientación. Si tenía algo que ocultar acerca de ese tema, o por el contrario, iba a responderle afirmativamente, sería algo que no podría saberse nunca. Repentinamente, una tercera se unió a la fiesta.

Su entrada fue sorprendente, incluso más que la sorpresa de verla después de tanto tiempo. Mizumi Eri, la chica que había conocido en la academia, y con la que había recorrido multiples aventuras en esos dos años que habían pasado - más bien en un año, ya que técnicamente llevaba sin verle desde el torneo. También era la chica que aparecía indirectamente en sus pesadillas, pero no tenía suficiente relevancia en ellas como para que las recordase.

Eri parecía haber remodelado el armario, al igual que Juro había hecho, en el tiempo que había pasado. Había cambiado bastantes cosas en ella, pero era normal. Sin embargo, tuvo la sensación de que estaba igual de enana que siempre. Sonrió levemente. Ahora era más alto que ella.

— ¡Eri! — exclamó, casi al mismo tiempo que Riko. Después se volvió para mirarle, extrañado de que la conociese.

"Bueno, somos todos de la misma villa. No es tan raro"

— ¡Qué sorpresa! ¡Cuánto tiempo sin verte! — dijo Riko, con gran emoción.

Juro sonrió un poco. Parecía que Riko se había quedado algo intimidado por su aparición. Quizá solo fuese alegría lo que notaba en él.

— Claro que puedes venir, pero nos tienes que contar que tal te va. — sentenció Juro, con una sonrisa amigable. Por una vieja amiga también podía sonreír.

O quizás es que estaba recuperando las ganas de sonreir. No lo sabía.

— ¡E-Eri! — Gritaron los dos casi al unísono.

—¡Qué sorpresa! ¡Cuánto tiempo sin verte!

— ¡Eri! Claro que puedes venir, pero nos tienes que contar que tal te va.

La joven del remolino sonrió emocionada. ¡Se acordaban de ella y no por el desastre que hizo en el Torneo! Aunque... Después de todo lo que ocurrió, quizás eso se quedó más en el olvido y eclipsado por el desastre que causó el Shukaku, o puede que, más que desastre, fuese la masacre que hubo. ''Mike...'' Se atrevió a recordar, olvidando su sonrisa por unos breves instantes, luego la volvió a instaurar, mirando a ambos jóvenes.

—Riko, Juro...— Saludó de nuevo, esta vez inclinando la cabeza un poco hacia delante. —Es un placer veros de nuevo, a ambos. — Dijo, al cabo de unos segundos. Dejó de estar apoyada sobre su hombro, abandonando la pared que la sostenía, para acercarse a los gennins, y con unas ganas tremendas e imposibles de reprimir, los tomó a ambos del brazo y tirando de ellos, los encerró entre sus cortos brazos para fundirlos en un abrazo. No le importaba lo más mínimo que les viesen, tampoco que ellos no quisiesen, solo se dejó llevar por un instinto primitivo, quizás fraternal.

Ella estaba deseando hacerlo, desde hace un año más concretamente, ¿habría estado un año perdiendo el tiempo? No, todos habían hecho algo durante esos meses. Ahora todos tenían miedo en aquella paz, además de tener algo por lo que entrenar y luchar, como ella.

Al cabo de unos minutos, que parecieron instantes para la joven se separó de los chicos. — Si tengo que contar qué tal me va, lo más justo es que vosotros también lo hagáis, ¿qué, hay trato?

Aquel, a pesar de los inesperado, era un reencuentro que, aún a pesar de que el rastas y el pálido ni si quiera se conociesen de más de cinco minutos, parecía que estaba destinado a pasar, después del momento en el que había conocido a la peliazul, después del tiempo que había pasado de aquel encuentro, no dejaba de ser una de las pocas amigas, si podía llamarlo así, que tenía en su Villa,y pensándolo bien, esto tenía que cambiar.

Y, para más sorpresa, Eri se acercó a los dos jóvenes, y como algo propio de un encuentro como aquel, los atrajo hacia sí, dándoles un abrazo que demostraba muchas cosas. Quedaron así por un rato, aunque quizás, un rato demasiado corto, hacía mucho tiempo que Riko necesitaba algo así, aunque fuera una tontería.

— Si tengo que contar qué tal me va, lo más justo es que vosotros también lo hagáis, ¿qué, hay trato?

La joven respondió a las palabras de Juro, y el rastas quedó pensativo, no sabía si debía contar todo lo que había pasado, al fin y al cabo, no quería amargar un encuentro como aquel, aunque también era cierto que cada uno habría pasado lo suyo... Riko al final decidió acceder, aunque no contaría todo lo que había pasado en su vida desde aquella vez, sería mejor así.

— Sí, ¡claro! Así nos ponemos al día tu y yo, y conozco mejor a Juro, que nos acabamos de conocer. — Sonrío el rastas, mirando a su recién conocido compañero de villa.

Eri se acercó a ambos, y fafullando unas cuantas palabras, terminó por demostrarles su cariño. Los tres se fundieron en un abrazo que inauguró la peliazul y que mantuvieron durante unos segundos. Juro sonrió, feliz. El contacto cercano le evoco recuerdos anteriores, cuando todos eran mucho más felices.

Aunque les pareció corto, los tres terminaron por recobrar la compostura y separarse. Entonces llegó el momento de seguir hablando.

— Si tengo que contar qué tal me va, lo más justo es que vosotros también lo hagáis, ¿qué, hay trato?

— Sí, ¡claro! Así nos ponemos al día tu y yo, y conozco mejor a Juro, que nos acabamos de conocer.

— Claro... — murmuró, algo avergonzado por la repentina atención de los dos — Podemos ir yendo por aquí mismo.

Tomo una ruta al azar. Caminaron en dirección recta y luego giraron para la primera calle que pillo cerca. ¿Izquierda? Pues venga, total, era un paseo.

— Empezaré yo por contar que he estado haciendo... — murmuró Juro, viendo que la atención total había pasado a él en un momento — Después de... bueno, después de que pasase la primavera, me quede en casa un tiempo. Mi hermana Katsue casi nunca esta, es la única que hace misiones lo suficientemente sustancias para traer dinero a casa, pero aun tenía esperanzas de que me ayudase con el entrenamiento.

» Pero en lugar de eso llamó a otra persona. Una anciana que fue amiga de mi madre y que la entrenó, llamada Furui. La verdad es que llevo casi todo ese tiempo practicando con ella, he mejorado bastante en comparación a como era antes. ¡Sigo siendo un prodigio de los elementos, ahora sé uno más!

Juro sonrió, algo orgulloso. Imaginó que Eri se acordaría de que en la academia había sido considerado como un pequeño prodigio del ninjutsu por dominar dos elementos tan pronto. Pero ahora sabía tres. Por una vez, se sentía un poco más especial.

— Aparte no he hecho mucho más, la verdad. Furui era muy exigente, y casi no he salido de casa. Y cuando lo he hecho, no he visto a casi nadie. Llevo el año prácticamente aislado.