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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Rika se encontraba en uno de los puentes de la ciudad, apoyada con sus propios brazos, dejando caer el peso de su torso e incluso cabeza sobre estos. No tuvo ni que girarse para saber que alguien se acercaba hasta la zona. La sarutobi estaba teniendo una tarde bastante aburrida, ni siquiera había ido hoy a entrenar. Simplemente un día en el que estaba desganada, seguramente al próximo día estaría eufórica por entrenar y mejorar.

-Rika, estás aquí. No has venido al dojo. – Le comentó aquella persona que se había aproximado.

-Ah Nemu, eres tú. – Le contestó sin ni siquiera mirarle. Se trataba de Nemu, un genin también de la aldea y que había ido a la academia con ella, en la misma clase. Un joven de parecida estatura a ella, color de cabello blanquecino y ojos verdosos que resaltaban bastante. A primera vista, un chico como cualquier otro de la academia, que incluso portaba orgullosamente la bandana de la aldea en su frente, no como ella, que la tenía más discretamente colgada de su cinturón. – No me apetecía hoy. – Le respondió sin más.

- Pues se ha escapado de nuevo el gato del sensei. – Al comentar aquello, la joven dio un pequeño saltito y comenzó a prestar atención a las palabras del joven. El pequeño gato de menos de seis meses, se había escapado aquel día, y el sensei les había encargado buscarlo. Nemu no era capaz encontrarlo y por esa misma razón fue a buscar a su amiga Rika, la cual a pesar de haber hecho pellas en las clases del dojo, seguramente accedería a echarle una mano.

Sin duda, la joven quiso ayudar a buscar al gato, así que los dos se separaron, buscando cada uno en una parte de la ciudad. ¿Dónde se habría escondido aquel animal de bigotes largos? Rika no recordaba el nombre del animal, así que simplemente intentaba llamarlo de vez en cuando diciendo “gatito, gatito” algo con lo que obviamente no conseguiría llamar la atención del felino si es que encontraba oculto en alguna parte de la aldea.

- No lo voy a encontrar – Se dijo a sí misma para auto convencerse. Además, aquel animal no era la primera, ni sería la última que lo haría, pensaba. Después de haber estado casi treinta minutos buscándolo, se excusó en aquellas ideas para dejar aquella tarea de lado, sin ni siquiera avisar a Nemu, y continuando con su previsión para aquel día, vaguear.

Continuó caminando por las calles, hasta encontrarse de lleno con un puesto de bollos de carne. El olor que desprendía aquel lugar era mágico, la estaba llamando. Rebuscó en sus bolsillos y obviamente, como esperaba, encontró un par de monedas que podría usar para comprarse un aperitivo, o de ya de paso, la cena. Aun así, la tortura antes de saborear los bollos sería pequeña, pues había un par de personas más en la cola esperando su turno. Rika tuvo que colocarse y esperar a que los demás avanzaran hasta que llegase su turno.

Pero no habiendo pasado ni un minuto, ni tan siquiera haber avanzado la cola, pudo observar como cruzó la calle el gato del sensei. Ahí tuvo un conflicto en su interior, bastante grande. ¿Qué debía hacer?
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#2
Técnicamente, lo que la pelirroja debería de estar haciendo implicaba entrenar, estudiar o por lo menos limpiar. Pero ninguna de aquellas alternativas le resultaban atractivas aquel día, quería hacer algo más por absurdo que fuese pero… ¿qué?

No podía hallar una buena respuesta a su pregunta, y tampoco le parecía adecuado ir a preguntar a nadie por la aldea así que simplemente se pasearía por la calle para —con algo de suerte— toparse con algo que le resultase interesante o entretenido.

Nada por aquí, nada por allá. ¿Qué hacer con tu vida en un día así? ¡Buscar algo productivo para hacer!

Aunque lejos de ponerse a buscar algo semejante, Ritsuko terminó haciendo una fila para poder comprar unos bollos de carne. Aunque más bien era para tener la cena lista, después de todo, tampoco tenía ganas de ponerse a cocinar nada.

Lo que no fue consciente fue que detrás suyo se habían formado otras dos personas y realmente, ¿tenían que importarle? No las conocía de nada y ella al menos ya tenía una bolsa de papel repleta de bollos. No tenía nada que hacer allí, ya no más.

Ah pero mientras cruzaba la calle pudo divisar una diminuta silueta animal alejándose. «¿Una cría? ¿Qué hace sola en la calle? »pensaba la kunoichi incapaz de dar con una respuesta concreta.

Al final, la joven aceleró el paso y siguió al animal. Si esta no se asustaba y huía incluso intentaría atraparlo, no porque le interesase quedarse con una mascota, más bien porque no le gustaba la idea de dejar una cría sola en el medio de la calle, a saber lo que podría pasarle.
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#3
“Que me toque ya comprar, que me toque ya” – Pensaba Rika. Se sentía mal por no querer ir a por el gato, y si era ya su turno para comprarse comida podría usar eso como excusa de no haber podido ir detrás de él. Pero no había excusación alguna, no podía. La cola avanzó solo un puesto y delante de ella aún había un par de personas más. Imposible ya ignorar el acontecimiento de la criatura. Rika suspiró hacia adentro, quería ignorar aquello, pero entonces una chica comenzó a seguir al pequeño gato.

Este se detuvo al ver a la pelirroja acercarse. La sarutobi vio la escena y pensó que debía hacer algo, si aquella chica pensaba que el gato no tenía dueño sería capaz de llevárselo, es más, si Nemu o el propio sensei se enteraban que había tenido la oportunidad de recuperar a su pequeño gato y no la había aprovechado, ella sería castigada con crueles deberes como limpiar todo el dojo.

- ¡Eh eh! ¡Atrápalo, es el gato del sensei! – Gritó Rika. Realmente llamaba sensei a su instructor en la academia, porque ni recordaba su nombre, ni lo iba a hacer así que con aquel apodo es como ella lo llamaba, y en cierta forma, era su maestro.

El gato, al ver a aquella joven alzando la voz y corriendo en dirección a donde estaba, echó a correr una vez más, escapando por la amplia calle de la villa, y dejando atrás a las dos jóvenes con las que se había cruzado.

- Vaya…se te ha escapado. – Comentó Rika. Ella sabía bien que había sido su culpa, pero no quería admitirlo, no iba a hacerlo porque entonces su status podía peligrar. – ¿Podrías ayudarme a encontrarlo y devolvérselo al sensei? – Le preguntó.

En cierta forma, ella esperaba que la joven accediera a ayudarla, y también pensaba que encontrarían a la criatura, de no ser así podría meterse en un grave aprieto. En realidad, no era para tanto, pero Rika estaba exagerando mentalmente todo lo que había pensado que podía ocurrir, solo porque aquel día, se le había ocurrido no asistir a clase, y todo aquello que estaba ocurriendo ahora, quizá era el karma.

- Soy Sarutobi Rika – Se presentó. Formalidades, ante todo.
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#4
«¿El gato de quién? »se preguntó la pelirroja en lo que muy lentamente volteaba la cabeza en un intento por averiguar quién le había gritado, o mejor dicho, si es que le estaban gritando a ella.

Tristemente, al girarse vio a una chica corriendo directo hacia ella y el gato no sería el único en asustarse. Solo que Ritsuko dio un brinco y solo se alejó un par de pasos. No era buena relacionándose con las personas y ahora se veía obligada a hacerlo, es decir, la joven hasta se había presentado y sería una falta de respeto pasar de ella.

—Eh… encantada —respondió tímidamente.

Respecto al pedido, en realidad no tenía por qué aceptar, no conocía de nada a esa chica y tampoco a esa persona a la que llama sensei, pero… realmente no tenía nada que hacer y de paso, pasar un rato con alguien tal vez podría ayudarla a solventar su problema.

— Ryōtarō Ritsuko —se presentó finalmente dedicándole una reverencia a la contraria—. Vamos, antes de que lo perdamos.

No era que estuviese superando su problema para relacionarse, más bien estaba evitando el contacto visual tanto como le fuese posible, además que el pobre animal parecía muy pequeño como para estarse paseando solo por ahí. Por eso y poco más, Ritsuko se estaba aguantando las ganas de excusarse para poder irse a casa. Además, estas cosas tendrían que ayudarla aunque sea un poco.

Eso sí, si Rika se espera que la pelirroja cambie su depresiva expresión o comience alguna charla, pues está muy equivocada.
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#5
-Ryōtarō Ritsuko – Repitió su nombre mientras la joven la saludaba formalmente. Intentaría recordarlo, aunque normalmente solía recordar los nombres de gente más cercana a su edad, y no de avanzada edad. No es que tuviera un problema con ello, es que simplemente si no le repetían varias veces el nombre de alguien para poder asociarlo con esa persona, a Rika no le denotaba especial atención y entonces, no lo iba a recordar.

La chica aceptó ayudarla a buscar al gato del sensei. No dijo mucho más, y es qué, no parecía estar realmente apasionada con aquello. Rika tampoco lo estaba, pero quería salvaguardar su fofo culo. Comenzaron a caminar por una de las calles principales de kusagakure, sin encontrar rastro de aquel pequeño y en completo silencio.

Rika no articuló palabra en un primer momento, pues no sabía tampoco de que hablar con aquella chica, así que se mantuvo en silencio un breve periodo de tiempo hasta que se dio cuenta de que la forma en la que estaban buscando a aquella criatura era totalmente ineficaz y con ello solo conseguirían malgastar su tiempo. Bufó, lo hizo, y seguramente Ritsuko se dio cuenta de ello. Parecía frustrada con aquello.

- Si fueras un gato ¿Dónde irías Rit? – Le preguntó de sopetón tras la bufada, y sin llegar a pronunciar todo el nombre de la chica, puesto que no recordaba la última sílaba y no quiso arriesgarse a equivocarse. Rika no brillaba por su especial carisma, y también influía la situación y el día que era.

Había que pensar un poco y darle al coco. Pero no fue el coco lo que funcionó sino el estómago de Rika que rugió levemente. Sin comida no podría pensar con claridad, aunque sin darse cuenta quizá estaba dándole una pista a la otra muchacha para comenzar a planificar la captura del gato.
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#6
Por mucho que avanzaran, el gato ya se había perdido de vista y no iban a encontrarlo ni por casualidad si seguían a ese paso y en línea recta. En algún momento el animal se habría metido en algún callejón o a saber, tal vez y estaba dentro de alguna casa en la que se dejaron la ventana abierta. De cualquier manera, aquellas dos no parecían muy inspiradas.

Para colmo, mientras caminaban, Rika soltó un bufido que hizo retroceder a Ritsuko con cierto temor. «Tendría que haberlo ignorado »pensaba muy nerviosa. Tenía la sensación de que la chica estaba así por culpa suya.

—No lo sé —respondió rápidamente—. ¿A una pescadería?

Por si hay alguna duda, Ritsuko y las ideas no se llevan muy bien. Pero al final eso podría decirse que era lo único con lo que podrían trabajar, a no ser que ese gato en particular deteste el pescado.
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#7
Ritsuko había dado con la clave. No tan solo había dicho palabras que le habían dado una idea a Rika sino que también había acertado con lo que podía gustarle al pequeño gato. La joven se llevó una mano al mentón y comenzó a pensar. Se le habían ocurrido varias ideas para resolver aquella caza.

- Tú lo has dicho. – Afirmó, dándole el mérito a la otra muchacha. – Comida. El gato es muy pequeño y seguro que quiere comida. No sé si le gustará el pescado pero podemos intentarlo. – Confirmó.

Puede que la idea de la pescadería no fuera del todo acertada pero si que estaba segura que la comida tenía que ser la clave de todo. Se detuvo. Había algo que pasaba por alto totalmente. Su mente ya había procesado como podrían engañar al pequeño para atraparlo y devolverlo a su dueño, pero le faltaba un detalle a tener en cuenta, algo bastante importante y que, no podría resolver sola.

- ¿Sabes donde hay una pescadería? – Le preguntó. – Yo es que las cosas que vienen del mar como que no me gustan mucho… – Se excuso a través de su poco entusiasmo por los peces o el marisco, porque aunque le gustaban, no era muy aficionada a ingerir esta clase de alimentos continuamente.
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#8
Era literalmente lo único que se le pudo ocurrir a la pelirroja en relación al gato, jamás había tenido uno como mascota y lo del pescado es una de las cosas que más se dicen respecto a aquellos animales, así que técnicamente, estaba hablando desde la más absoluta ignorancia. ¿Estaba bien? Tal vez, otra cosa era que realmente funcionara así como se lo estaba planteando en su cabeza.

Aunque no dijo nada a la contraria, sencillamente asintió con un ligero gesto de la cabeza y poco más, no tenía la suficiente confianza como para estar diciendo nada y en cualquier caso, si lo hacía terminaría por negarle todo para tirarse abajo a sí misma nuevamente. La costumbre.

Mientras hablaban, ambas seguían marchando, como si supieran a donde iban y al final, la Sarutobi soltó la pregunta del millón, aquella con la que Ritsuko se paró en seco mirando a la nada con los ojos entre-cerrados, parecía haber salido de una especie de trance.

—Ah… —soltó vagamente antes de voltearse—. Al otro lado —indicó antes de comenzar a caminar justo por donde habían venido.

Si Rika miraba en esa dirección, vería un letrero bastante grande en medio de la calle que indicaba precios de distintos peces y otros animales que se pudieran obtener pescando. No estaba lejos, pero si se hubiesen dignado a pensar en la comida antes hubiesen llegado en menos de un minuto, puesto que prácticamente habían pasado por al lado.
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#9
Ritsuko indicó donde estaba la pescadería que buscaban. La inteligencia de Rika no es que fuera muy elevada pero lo suficiente como para pensar un sencillo plan. Una trampa para aquel gato. Lo tenía ya todo en su mente bien montado y creía que no fallaría nada de nada. Mientras regresaban a donde estaba la pescadería, rebuscó en sus bolsillos, para encontrar ahora de nuevo los ryos que iba a utilizar en los bollos de carne y qué, ahora serían malgastados en un par de pescados.

- ¡Un par de sardinas por favor! – Pidió Rika. Fue el primer pescado que se le vino a la mente. Sardinas. Ella pensó que eso le gustaría al gato, aunque ella lo detestaba bastante, igual que su olor.

En cuanto el dependiente le dio las sardinas en un papel que las rodeabas, Rika se acercó a Ritsuko para ofrecérselas mientras la sarutobi hacía una cara de rechazo hacia aquello.

- Aguántalas. Tengo una idea. – Le dijo, aunque más bien parecía que estaba ordenándole que hiciera aquello, pero no, en aquel momento tenía una idea, y no podía dejar escaparla de su mente.

Rebuscó entre sus bolsillos y pertenencias, sacando un hilo de entre ellas.

- ¿Tienes algo punzante? – Preguntó a Ritsuko, ya que ella se había dejado sus armas en casa, solamente portaba el hilo con ella. – Cogemos y le hacemos una incisión aquí, y aquí, pasamos el hilo por el hueco y lo tenemos. Solo tendremos que colocarlo en algún sitio, esperar que aparezca el gato, mover el hilo para que él siga la comida y ¡lo atrapamos! – Explicó gráficamente y con bastante euforia, incluso realizando gestos con sus manos como si estuviera pinchando de verdad ella al pescado.
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#10
Sardinas, justo sardinas, uno de los peces más apestosos que se podrían haber comprado, aunque claro, eso vendría bien para llamar la atención del animal y aumentaría considerablemente las chances de atraparlo, tal vez, todo dependía en su realmente le gustaba el aroma, de lo contrario tal vez y lograban lo contrario.

Pero no perdían nada con probarlo, lo malo era que al final fue Ritsuko la que quedó sosteniendo el pescado, a eso sumándole la bolsa de bollos de carne que tenía en la otra, se había quedado con ambas manos ocupadas por lo que no podría ayudar a Rika con su predicamento, al menos como le gustaría.

—Tengo un par de kunais en el portaobjetos —le indicó girándose para facilitarle el acceso al mismo—. Con cuidado, tengo varios shurikens guardados también —le indicó tratando de evitar un posible accidente.

Todo lo que la Sarutobi había dicho tendría que hacerlo ella, pues la pelirroja estaba ocupada con las bolsas de comida como para hacer nada, aunque nada le impedía dejar algo en el piso, ¿verdad?
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#11
Rika asíntió, realmente no se había parado a pensar en su compañera cuando explicaba todo el plan, y es que ahora mismo Ritsuko estaba bastante cargada de cosas. La kunoichi ofreció que la inventora del plan, lo llevara a cabo ella misma. Se había vuelto en contra de Rika, pero no podía hacer otra cosa. Se llevó una mano a la nariz, tapándosela para no oler aquel apestoso pescado y con la otra, se propuso a indagar en la indumentaria de Ritsuko.

- Voy a meter la mano ahí, atenta. – Alertó Rika, como si su compañera pudiera ayudarle de alguna forma o esperaba que hiciera algo con aquella situación. Lentamente fue desplazando su mano hasta que tocó el frío metal de algún objeto. Ahora bien, ¿era kunai o era shuriken?

Debería arriesgarse más y meter la mano dentro. Y así lo hizo. Introdujo más su mano, y sacó lo primero que pudo, incluso estuvo a punto de cortarse con algo, pero no le dio importancia. Había dado con un shuriken, pero no pasaba nada. Se encogió de brazos y dijo que funcionaría igual.

- Bien. Con esto puedo agujerear a ese pescado. – Le cogió de nuevo el papel con el pescado y eso hizo. Le clavó el shuriken de la joven en mitad del cuerpo y le abrió, un agujero de lado a lado. Tras hacerlo con las dos sardinas, pasó el hilo por ellas y las dejó a modo de unas prendas colgadas en una cuerda de tender.

Haciendo todo aquello, inhalo demasiado olor y vio cosas que no deseaba ver. Cogió el hilo y le pidió de nuevo a Ritsuko que lo sujetara, mientras ella se daba la vuelta, ponía las manos en la boca y estuvo a punto de vomitar.

- Puagh… – Soltó.

Durante unos segundos pareció que de verdad iba a vomitar, pero se pudo recuperar y era capaz de reanudar la marcha.

- Si sale esto bien te invito a un par de bollos de carne.
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#12
La Sarutobi se vio obligada a acceder y seguir las indicaciones de la pelirroja, aunque parecía estarle poniendo más dramatismo del necesario. «Pero es solo sacar un kunai »pensó empezando a sentirse insegura de lo que había dicho, pues le estaban advirtiendo lo que iban a hacer, algo que se suponía era completamente inofensivo, ¿verdad?

Un instante después, la kunoichi comenzó a sentir movimiento en el portaobjetos, nada extraño realmente, así que cuando la contrario extrajo la mano con un kunai en su poder, la mayor pudo suspirar de alivio. Nada extraño ocurrió, por muy extravagante que podría haber resultado.

Luego de toda la exageración, Rika pudo llevar a cabo su plan de perforar los pescados con el shuriken y luego los ató, no estaba del todo segura Ritsuko de cómo se utilizaría aquello, pero no iba a cuestionar nada, lo más importante en ese preciso instante era lavarse la mano apestosa pero una vez más, la carnada volvió a su mano mientras que su compañera tenía arcadas.

—¿Segura que estás bien? —preguntó algo preocupada, aunque a ella tampoco le hacía mucha gracia eso de estar aspirando la peste de las sardinas.

Respecto a los bollos, esos daban lo mismo, si ella ya tenía en su poder una bolsa repleta de ellos. Pero tenían un problema mayor, que a pesar de que debería de ser consciente del mismo, la de gafas comenzó a caminar…

—Pero… ¿dónde vamos a llevar los pescados? —preguntó la pelirroja mientras seguía a la contraria a una distancia prudente para que no padeciera la peste de los pescados.
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#13
- Si, si, perfectamente – Contestó, mintiendo un poquito, mientras continuaba sintiendo arcadas por aquel pescado. ¿Por qué se le habría ocurrido pedir sardinas? No podían haber sido merluzas, salmones, atunes o lo que diantres hubiera. Rika tenía que haber pedido sardinas.

- Pues creo que sería buena idea algún tipo de parque o explanada, ¿no crees? ¿A dónde van los gatos a pasear? Realmente no lo sé. – Rika ya se estaba haciendo un poco el lio en la cabeza, solamente quería atrapar al gato y acabar con aquello, así que pensó algún lugar estratégico donde colocarse.

Y es que, cerca del dojo, había una pequeña explanada con varios árboles. Así que, se le ocurrió caminar en aquella dirección sin comentarle nada más a Ritsuko, esperando que ella la siguiera. Nada más llegar al lugar, Rika le pidió que dejara las cosas donde pudiera, y que buscara un lugar donde poder poner el pescado a la vista, que además se escondieran tras un tronco y esperasen que el gato fuera hasta allí para tenderle una trampa.
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#14
Buena la pregunta de la Sarutobi, ¿dónde van los gatos? A saber, ella no era un gato ni tampoco había tenido mucho contacto con ellos como para saberlo, siquiera tuvo uno por mascota así que Ritsuko al menos la tenía cruda.

—Yo tampoco sé mucho de gatos —afirmó vagamente.

Y al final terminó siguiendo a la contraria sin siquiera hacer una sola pregunta, fue así como llegaron a una explanada que conocía bien, aunque no necesariamente supiera llegar fácilmente al lugar, después de todo, siempre fue pésima orientándose.

¿Lo malo? Su compañera volvía a ser desconsiderada y le pedía cosas que no podía hacer por sus propios medios mientras sostenía su comida y también los pescados.

—Que no puedo —protestó de nuevo alzando a la vista de la contraria las cosas que tenía en las manos.
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#15
Quizá Rika se había excedido con todo aquello. O quizá no. Ella no se paró a pensar en sus acciones hasta que Ritsuko se quejó de que no podía con todo aquello. Entonces, sin más dilación, Rika le agarró las pertenencias, tanto las sardinas como los bollos, sin mediar palabra. Primero dejó las sardinas en el suelo y extendió el hilo, y la bolsa de los bollos se los devolvió una vez estaba todo en su posición.

- Ya está. Ahora nos escondemos detrás de ese árbol y listo. – Le indico, señalando un árbol con el suficiente ancho de tronco para ocultar a las dos jóvenes. Rika se quedó de cuclillas, con el hilo en la mano derecha y expectante de lo que ocurriese en aquellos momentos. Deseaba con toda su alma que apareciera el gato de una vez por todas.

- ¿Qué hacéis – Preguntó una voz que provenía del mismo árbol.

Resultó ser Nemu, el cual estaba sentado en una de las ramas del propio árbol. Menudo susto le había pegado a la chica, y tras aquello, Rika explicó en lo que estaban metidas. El propio chico se echó a reír, después de un par de veces que intentó contener la risa pero finalmente flaqueó.
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