Los días habían pasado desde que el último regimiento de genins habían aprobado sus respectivas pruebas. Algunos habían tenido que superar un mero examen, otros había tenido que mostrar tan solo un simple jutsu, otros tuvieron que combatir. Las pruebas eran miles, y a cada cual mas tediosa. Lo peor no era el curso, si no ver con qué clase de prueba te saltaban al final del mismo. Por suerte o desgracia, para Blame había sido la misma que en la anterior ocasión. Un simple y descarado combate. Cabe destacar que en ésta ocasión su rival sobrevivió, el chico tuvo que contener su alma en el puño, aguantar el sufrimiento de no salvar a su compañero, con tal de un futuro mas prospero...
Al levantarse, el señor albino se dirigió en pelotas hacia la cocina, donde tomó un par de trozos de pizza y una lata de té verde. Con parsimonia se sentó en el salón, y comenzó a tomar el desayuno sin demasiadas ganas, pese a lo bueno que es desayunar pizza. 9 de cada 10 médicos lo aconsejan, el que no lo hace es vegano y hereje... morirá a manos de su dios.
Al cabo de un buen rato, el chico se dio cuenta de que bajo la puerta habían pasado una nota. Era un sobre blanco, algo de lo mas normal salvo por el hecho de que en la puerta, al lado derecho concretamente, había un buzón. El chico alzó una ceja mientras terminaba de saborear la pizza, mientras que por su cabeza pasaba una ligera idea de qué podía ser. Seguramente había sido uno de sus tantos queridos admiradores, quizás un "Vete de esta aldea, o morirás". Evidentemente éste tipo de avisos eran de lo mas aduladores.
— En fin...—
Con todo el ánimo que se podía esperar, el chico se levantó del sofá, se estiró un poco y procedió a mirar de qué se trataba. Se acercó a la puerta, y tomó el sobre. Algo llamó su atención, el sobre tenía el sello del despacho del Morikage. Sin duda, como se tratase de una amenaza bajo ese sello, debía andarse con cuidado. El chico abrió el sobre, y comenzó a leer.
Atención, aviso urgente.
Se requiere de la presencia de todo el alumnado de la promoción 3 del año 200 para su acto público en la que se otorgará la banda metálica que representa a nuestra aldea. Se ruega que nadie falte, aunque no haya conseguido alcanzar el rango de genin, debe mostrar sus respetos hacia sus compañeros. La hora de la celebración serán las 11:00 horas de la mañana, día 15. El lugar será el estadio de Bambú.
Enhorabuena a los que han pasado con éxito el examen, y ánimo para intentarlo de nuevo a los que no.
Attmte. Señor Morikage.
El chico arrugó la carta como si del envoltorio de un bocadillo se tratase, hizo una pelota y la lanzó a la papelera. Dejó caer un suspiro, y alzó su mirada al cuarto. Sobre la puerta de éste tenía un reloj, de ahí el gesto. El susodicho reloj marcaba las 10:00 de la mañana.
"No me digas que..."
Cuando llegó a mirar el calendario que tenía pegado a la nevera, cayó en cuenta del porqué la invitación estaba en ese lugar y no fuera. Era día 15.
— Mierda...—
De nuevo le tocaba aguantar a toda la gente posible. Para colmo, iba bastante justo de tiempo. Sin demasiada demora, aunque sin animo alguno, el chico se dirigió a su habitación. Se arrimó a la mesilla de noche, tomó de uno de los cajones uno calzoncillos y se los puso, tras ello unos calcetines del mismo cajón. ¿Para qué ordenar cada cosa por su tipo? En fin, tampoco era un experto en la colada, a nadie le importaba o debía importarle este detalle. Tras ello tomó sus pantalones negros, y su camiseta de color negro y blanca. Por último, tomó su capa de viaje negra, cubriendo su falta de pinarse con esa capucha holgada que caracterizaba esa elección.
"Bueno... vamos al lío. Cuanto antes lo haga, antes podré irme..."
El Senju se dirigió a la salida, y en la misma instancia tomó las botas. No le gustaba andar con ellas por casa. Sin mas, tomó las llaves del llavero que tenía al lado de la puerta, y salió de casa. Cerró tras de sí sin preámbulos, aunque pasó en ésta ocasión de echar el cerrojo.
Comenzó a caminar, dirección al estadio de Bambú. Jamás había estado en ese sitio, aunque sabía que estaba adaptado para grandes celebraciones, o actos de bastante importancia. Al cabo de un rato, el chico llegó al sitio. Frente a él se hallaba aquella enorme estructura creada casi en su totalidad de bambú. Sin demasiadas contemplaciones, y bajo la mirada de numerosos "Haters" el chico continuó su camino hacia el interior.
Una vez dentro, el chico observó que todo estaba bastante organizado. En el medio del estadio había una infinidad de sillas, en los bordes había incontable vegetación decorativa, una infinidad de gente se arremolinaba y hablaba a saber de qué, En la zona norte se había colocado un escenario enorme, y en la zona sur había una especie de bar improvisado. En lo alto del escenario había unos cuantos jounin, y algún que otro chunin. No había rastro de la gran celebridad que había firmado la carta.
El albino permaneció en la entrada, con los brazos cruzados y sus orbes en el escenario. Si le llamaban, pues iría... entre tanto, no había otra cosa que hacer salvo esperar.
Sayaka se encontraba sentada en primera línea de aquel gran patio de butacas que se había praparado para la ocasión, ataviada con un fino vestido negro de manga corta abullonada, con una gran falda abultada por unas enaguas para acentuar la precaria cintura de una chica de tan sólo diez años. El cabello dorado lo llevaba recogido en una cola de caballo formada con la ayuda de un gran lazo blanco y negro cuyas moñas caían por su espalda.
La pequeña cubría su boca con ayuda de ambas manos pues no paraba de bostezar, su criada Fumiko la había sacado de la cama a las siete de la mañana por orden de su excesivamente puntual abuelo que no quería que su nieta llegase tarde en el día de graduación.
"Maldito viejo... me voy a morir de sueño..." se quejaba la joven "No había día para hacer una maldita graduación... tenía que ser por la mañana" en otras circunstancias la chica se habría marchado hacía mucho pero su abuelo la observaba desde el antepalco de autoridades y sabía muy bien que no debía de enfadar a su abuelo puesto que podía llegar a ser mucho más cruel que ella "Bueno... no me queda más remedio que aguantar... el abuelo me ha dicho que tiene un regalo para mí" la chica colocó cuidadosamente sus manos sobre donde debían estar sus rodillas (pues la falda las ocultaba totalmente), atrayendolas hacia su regazo para mantener la forma y la compostura que se suponía que alguien de su talla debía de tener.
La pelirrubia se mantenía entretenida echando miradas por aquí y por allá, viendo terminaban de montar el escenario o incluso saboteando a algún que otro crío que pasaba por su lado con ayuda de sus hilos de chakra. En lo que iba de mañana ya había hecho besar el suelo a quince niños y diez niñas, cosa que le había reportado una pequeña riña de uno de los jounnin que se percató de la maniobra de la chica. Aunque la verdad, no es que le importase mucho. Mientras estuviese su abuelo observando, podría hacer prácticamente lo que quisiese mientras se mantuviese dentro de unos límites y ella sabía jugar muy bien en el borde de esa línea
Hoy era el gran día, el tan esperado día en el que nuestros esfuerzos y, nuestro tesón se verían reconocidos. Nuestro honorable Morikage nos concedería nuestra tan ansiada insignia, que nos nombraría genins de la aldea oculta de la Hierba. Mi abuelo estaba incluso más emocionado que yo, y pensar que no hace mucho estaba en contra de esto...
-¡YOSHIIIIIIIIIIIIIIIII!, ¡prepárate que hoy es el día! Y en efecto, Eita estaba más nervioso que yo. Creo que conforme superaba las pruebas sin problemas durante mi instrucción, se dio cuenta de que había nacido para seguir el legado de mis padres.
-¡Ya voyyyy! Dije en voz alta para que se percatara de que estaba despierto, es más, llevaba varias horas despierto. Me aseé a conciencia y preparé mis ropas para que estuviera todo perfecto. Una vez listo, me dirigí hacía la entrada principal en donde mi abuelo estaba esperando, más elegante de lo que era habitual.
"Que extraño..." No podía significar otra cosa, mi abuelo venía al evento a ver a su nieto graduarse como genin. -Abuelo...¿Que haces? Le pregunté extrañado, aunque intuía la respuesta.
-¿Como que qué hago?¿Estás tonto? Voy a ver a mi nieto convertirse en un shinobi...Respondió emocionado.
-Abuelo...no es necesario...pero si insistes...
-¡Pamplinas! Ayer cuando cerré la tienda puse un cartel diciendo de que no tenía intención de abrir...¿Sabes? cuando tu padre se graduó no pude ir a ver como le entregaban su hitai-ate y, esta vez, pienso enmendar mi error viendo a mi nieto.
Estaba claro que mi abuelo antes de regentar la pequeña tienda, se dedicaba a otra cosa, pero no tengo ni idea de que...
-Bueno abuelo, pues vayamos hacía allá.
Nos dirigimos hacía el estadio del bambú sin más demora, solo había que seguir a todo el pueblo que parecía que se dirigía hacía la misma dirección. El estadio, estaba minuciosamente decorado y el entrada, nos teníamos que separar.
-Abuelo, me dirijo hacía mis compañeros de promoción ¿De acuerdo?.
-Muy bien hijo, yo estaré viéndote desde las gradas.
Y así fue, todos mis compañeros con los que pasé mi temporada en la academia estaban colocándose al pie de la tarima, esperando a ser llamados, y es ahí hacía donde me dirigí. Esperando a que todo comenzara mientras leía uno de mis queridos libros.
"¿Por donde me había quedado? ¡Ajá! por aquí..."
Blame quedó expectante desde a misma entrada, repudiaba al resto, casi tanto como el resto le repudiaba a él. Por ende, juntarse con ellos no podía ser buena idea, salvo concebida por un auténtico hipócrita. Con el tiempo, el aforo del sitio comenzó a quedarse corto, a cada minuto el sitio se llenaba mas y mas. Entre todos ellos, ni tan siquiera una cara que le sacase una sonrisa. Era triste, pero cierto.
Entre tanta gente, tan solo cabía a destacar que en cierto punto del estadio, la gente parecía tropezar con algo, concluyendo en una tremenda hostia contra el suelo. Hasta uno de los jounin había sido testigo del hecho, riendo como un niño chico.
Al cabo de un buen rato, uno de los jounin sacó una bandeja cargada de metales. La puso sobre una mesa, en el escenario, y volvió a continuar con los preparativos. Poco tardaron el llevar un atril con un micrófono, en el cuál un interlocutor daría nombre a los merecedores de esa banda metálica. Poco a poco el acto llegaba a su comienzo. No entendía el porqué los había citado tan pronto si no estaba todo listo... pero en fin, al menos le consolaba que ya quedaba menos.
"Que lento pasa el tiempo cuando no te encuentras a gusto..."
Con el paso del tiempo, gran parte del alumnado del curso se fue arremolinando bajo el escenario. Era normal, un jounin se puso frente al atril, y comenzó a dar un discurso sobre fidelidad a la aldea, el honor, la responsabilidad de ser genin, y un montón de sandeces mas.
Sin ánimo alguno, el chico comenzó a acercarse, con toda la parsimonia del mundo. En su camino, el joven escuchó con desdén que entre las palabras del jounin, comenzaron a surgir nombres. Los alumnos graduados comenzaban a subir uno a uno tras ser nombrados. Le consolaba que en esa graduación no había demasiados nombres.
Los genins se volvían algo eufóricos, comenzaron a hablar entre ellos con más ánimos del habitual, e incluso se abrazaban entre ellos. En la mente del Senju no cabía hueco para esa falsedad...
Tras un rato, el nombre del Senju fue publicado a voz alta. El chico continuó su paseo hasta llegar arriba del escenario, sin pararse siquiera ante sus compañeros. Le daba igual, él no iba a ser participe de esa falsa orgía de sentimientos falsos. Le importaba un pimiento quien había pasado y quien no, lo único que le importaba es que esa banda metálica no se la cobrasen en de el primer sueldo.
Tras tomar su bandana, el chico bajó del escenario. Nadie había allí para felicitarlo, ni para abrazarlo... que alivio.
La ceremonía dió comienzo en cuanto uno de los jounnin, tomó posiciones en el atril junto a su compañero que cargaba una bandeja con las bandanas colocadas pulcramente. Antes de comenzar instó a todos los asistentes a tomar asiento y guardar silencio, lo que provocó un murmullo general y el sonido de cientos de sillas arrastrándose, tras esto el silencio reclamado por el director del acto.
"Por fin empieza, creía que se me iba a quedar pegado el culo a la silla..." se dijo mientras volvía la mirada hacia el escenario, tratando de mantener la compostura en todo momento, tal y como su abuelo deseaba. Al fin y al cabo no era una cualquiera, ella era una Akaiwa y debía de estar a la altura de su apellido.
El acto continuo como todos estos actos suelen hacerlo, un largo, monótono y para nada innovador discurso. Qué si learta por aquí, sacrificio por allá, unión, trabajo en equipo, familia y un montón más de tonterías que no interesaban ni remotamente la pequeña. Aún así, fingió en todo momento que escuchaba el discurso casi enfervorizada, incluso aplaudió con elegancia al final de mismo. Sin lugar a dudas era la viva imagen de su abuelo, capaz de abrazar al que mataría unos instantes después sin nisiquiera pestañear
"Bueno por fin empiezan a repartir esas dichosas bandanas..." agradeció la joven el final del discurso "Estoy deseando ver cual es el regalo del abuelo" la pelirrubia solo podía pensar en lo que le había prometido su abuelo por la graduación, quizás fuese una nueva marioneta o algún tipo de veneno exótico "Qué emoción"
El jounnin comenzó a nombrar a los graduados, no tardó mucho en salir el nombre de Sayaka pues por orden alfabético solía ser siempre de las primeras. La chica se levantó grácilmente, acicaló su lujoso vestido y procedió a recorrer el pequeño camino que la separaba de las escaleras, las cuales subió dando saltitos, de izquierda a derecha. Una vez arriba, caminó resuelta hasta el lugar donde la esperaba el jonnin encargado del reparto de bandanas. Saludo con la pertinente reverencia y recogió la bandana de las manos de su superior, como si de oro en paño se tratase. Así seguía con su conseguido teatro, todo tal y como su abuelo había planificado.
"Menuda estupidez... pero bueno, todo sea por ese dichoso regalo... espero que merezca la pena" se repetía para sus adentros.
Tras recoger la bandana, saludo al público con una reverencia. Una ovación fue arrancada, tal y como había sucedido con cada estudiante anterior, sin embargo a esta se había unido su abuelo que aplaudía con calma desde el palco. Después del saludo, descendió del escenario con gracia y regresó hasta su asiento, donde aguardaría a que el acto se diese por finalizado mientras pensaba donde demonios ataría aquella cosa.
"¿Dónde diablos me pongo yo esto?"
La ceremonia dio comienzo y por respeto, decidí cerrar mi libro y aplazar la lectura para otro momento. Todo era muy emocionante, por lo menos era lo que se palpaba en el ambiente.
"¡Que bien! Dentro de poco podré ganarme un sueldo y podré comer todos los días..."
Al cabo de un rato, el estadio estaba hasta los topes, parecía que todo el pueblo se había personificado para celebrar aquel acontecimiento. La verdad que aquello era espectacular, había muchos shinobi de rango alto, y en los palcos, muchos miembros de las familias más importantes de la Kusagakure no sato. Traté de esforzar la vista por si localizaba a mi abuelo, pero fue una tarea imposible de llevar a cabo.
"¿Donde te has metido abuelo?"
Al cabo de unos quince minutos, un jounnin subió al escenario y tras un bonito discurso, que fue aplaudido en innumerables ocasiones. Dio paso al ansiado momento, al reparto de las bandanas. La gran mayoría recibió aquel anhelado metal, los pocos que no lo recibieron, abandonaron el lugar con la mayor de las humillaciones. Incluso aquel muchacho que asesinó a un chico recibió la bandana, anonado me quedé.
"Hmmm...debe tener un potencial excelente para que le concedan a un chico problemático como él la bandana...sino, no me lo explico..."
Al final, figuró mi nombre como era de esperar. Subí al escenario y recibí con orgullo el metal que acreditaba mi ascenso a gennin. Saludé con una reverencia al jounnin encargado de aquella noble tarea y acepté aquello como la más valiosa de mis adquisiciones.
Después, abandoné el escenario como si fuera una nueva persona. En donde me esperaba mi abuelo para felicitarme en persona. -Ese es mi chico, enhorabuena. Dijo mi abuelo mientras me daba un abrazo, acompañando de unas palmadas en la espalda.
-Gracias abuelo. Respondí emocionado. Para continuación enseñarle mi hitai-ate.
Después de la entrega de bandanas, hubo una pequeña fiesta. En donde se dispuso de grandes mesas con comida de todo tipo. Y como era de esperar, tanto yo como mi abuelo, no dejamos escapar la oportunidad de darnos un buen atracón. Mientras tanto algunos jounnin quedaron conversando con los recién ascendidos gennin, para felicitar y en algunos casos, para algo más que eso.
El acto parecía llegar a su fin con la entrega de esos trozos de metal agazapados a un trozo de tela. Cada uno de los chicos que aprobaron el curso cogía con mas o con menos fervor su bandana, saludaba a aquellos que habían venido a visitarle, y bajaban pensando en donde debían colocar esa placa metálica que les ofrecía la posición privilegiada de genins de Kusagakure.
EL albino quedó al lado de las escaleras por donde el resto de sus compañeros terminarían bajando. El no tenía a nadie que abrazar, y ya tenía pensado dónde colocar la bandana. No tenía nada mas que hacer en aquel sitio, y no tenía que aguantar a nadie mas, de hecho tampoco lo quería. Solo quedaba esperar hasta que el último de los genins recogiese su placa de metal.
"Tan solo espero que quede poco..."
El chico permaneció esperando por un rato, haciendo caso omiso a quienes recibían la bandana. No eran de su incumbencia, pese a que posiblemente alguno de ellos formasen parte de su futuro equipo genin. Tan solo esperaba con ansias el que ese acto terminase, pudiese ir a casa, despelotarse, comer pizza y ver la tele. Lo que es disfrutar de la vida, vamos.
Al rato, el último de los aprobados llegó al escenario, y recibió también su obsequio metálico. Con éste, el acto llegaba a su fin. Al menos eso pensó el chico, lejos de la realidad, el interlocutor confirmó su peor pesadilla. Al parecer, todos los genins debía reunirse en la zona sur para una "organización leve de los futuros equipos", según dio anuncio.
—Mierda...— Masculló para sí mismo el albino.
Sin mas remedio que acudir, el peliblanco comenzó a andar hacia la dirección señalada, al igual que un gran numero de sus iguales en rango. Los ánimos suyos eran ausentes, al menos en comparación al de alguno que otro, que hasta saltaban de alegría.
El Senju tan solo pensaba una cosa. A ver cuanto tarda ésto, y a ver que clase de compañeros le tocaba... por no hablar del superior...
Tras el final de la entrega de bandanas, el jonnin que presidía el acto lo finalizo con un breve discurso en el que felicitaba a los graduados de nuevo. Una vez acabado y tras una última ovación, los asistentes al evento comenzaron a levantarse y buscar a sus conocidos, en poco tiempo se iban formando más y más corrillos de conocidos y familiares, alrededor de los graduados, entre felicitaciones y animadas conversaciones. En medio de uno de ellos se encontraba Sayaka, junto con su abuelo habían acudido multitud de "amistades" deseosas de felicitar a la recién graduada. La pequeña atendía y agradecía a todos y cada uno, e incluso mantenía alguna que otra animada conversación. Aunque por dentro estuviese apunto de mandar todo a la mierda, debía de fingir pues aquellas personas eran muy importantes en las altas esferas y siempre era bueno tenerlas de tu lado, eso era algo que su abuelo le había inculcado desde muy pequeña
"Esto no acaba nunca" se quejaba la muchacha pare sí. Sin embargo, estaba de suerte, la llegada de un nuevo invitado un poco incómodo disperso aquella marabunta. Ataviado con una larga gabardina marrón de mangas anchas y una máscara, se acerco hasta ellos. Su "nombre" era Ashida, o al menos así le conocían, era difícil saber si se llamaba así verdaderamente. La presencia de un tipo así siempre era incómoda para personas que ostentaban el poder social pues percibían que los hombres como Ashida, tenían un poder mucho más real que uno apoyado tan sólo en premisas sociales
—Menos mal que has llegado Conejito— agradeció a su forma la pequeña pelirrubia —Creía que me tendrían todo el día aquí...—
—Es un gato...— replicó Ashida señalando su máscara —Es un puto gato...— el anbu había perdido la cuenta de las veces que le había dicho que era un gato, sin embargo, parecía no hacer ningún efecto
—Pues yo que tú mataría al que te dibujo eso, porque te engaño claramente— señaló la pequeña con una sonrisa burlona
—...— el shinobi decidió pasar de la pequeña, era una guerra perdida y fue directo al grano —Tengo que hablar con usted en privado, señor— pidió al anciano que asintió mientras se colocaba un pequeño bombín
—Sayaka, tengo que irme— revolvió el cabello de su nieta a modo de despedida —Te daré tu regalo más tarde...—
—No es justo, llevo esperando todo el día...—
—Pues esperarás un poco más— el anciano le dedicó una mirada, con eso le bastó para acallar a su nieta que sabía muy bien que en sus actuales circunstancias pelearse con su abuelo sería una estúpidez. Así que simplemente asintió mientras se marchaba acompañado por Ashida
"¿Y ahora que hago yo?" por suerte o desgracia, un jounnin se acercó informarle de que debía de reunirse con el resto de graduados. Al parecer, les informarían sobre lo que harían a partir de ahora e incluso si entrarían a formar parte de algún equipo "Solo espero que no me toque con inútiles" la muchacha se resignó a cumplir órdenes y dirigió sus pasos hacía el lugar de la reunión sin ánimo alguno.
-Hmm abuelo, debería graduarme más a menudo ¿No crees? Decía mientras comía sin tan si quiera respirar
-Jaja y que lo digas hijo, esto está de muerte. Pruébalo.
Comimos todo lo que pudimos y más, mientras los recién graduados seguían recibiendo las felicitaciones de sus familiares y algunos instructores de la academia mantenían charlas con sus antiguos alumnos y algunos de sus familiares. Todo resultaba muy agradable, por mi parte, me sentía importante. Pero de repente mi abuelo me golpeó la espalda.
-Yoshi...
-¿Que pasa abuelo? Pregunté mientras decidía que debería comer a continuación
-Creo que debes ir hacía allá. Contestó dubitativo
-¿Eh? Miré hacía donde me indicó y me fijé que algunos Jounnin estaban conduciendo a la recién graduados gennin hacía la zona sur del estadio. Aún no sabía de qué se trataba pero no quería hacerme de rogar, y antes de tener que preguntar me dirigí hacía donde se encontraban ahora mis compañeros de promoción. No sin antes abastecerme, agarré dos palillos con dangos, no fuera a ser que mi abuelo no me dejara con ninguno cuando volviera.
Finalmente llegué en donde se encontraban todos mis compañeros, y le pregunté a uno de ellos entre susurros que era lo que sucedía.
-¡Oye!...¿Que pasa ahora? Dije en voz baja, no fuera a ser que mi pregunta estuviera fuera de lugar.
Kenshi, uno de los gennins recién graduados me respondió amablemente. -Nos han llamado porque van a organizar equipos. Respondió sin despeinarse. Sin embargo, para mi, esa respuesta fue insuficiente. Aún así ya sabía más o menos de que iba el asunto. Me quedé a la espera con el resto de mis compañeros mientras terminaba con mis dangos.
"Hmmm, que buenos que están los condenados"
Entre palabras y aplausos, los jóvenes fueron reunidos en la zona sur del estadio. Algunos mas lentos, otros mas rápidos, todos se fueron aglomerando en el sitio indicado. Blame, casi que por obligación, no fue menos. El albino se acercó con parsimonia, y excesivo desdén. No fijó su mirada en nadie en especial, nadie de los allí presentes se había ganado que éste conociese su nombre, aunque el suyo si que fuese bastante conocido para el resto de los allí presentes. En su mente, solo un pensamiento.
"¿Quiénes van a ser mi equipo? Espero que no sean un estorbo..."
Cuando todos parecieron estar en el lugar, uno de los jounin que les habían indicado que fuesen a ese sitio, sacó un pergamino. El susodicho lo desenrolló, y comenzó a nombrar equipos que se habían "estimado" como bastante "equilibrados". Evidentemente, al menos para el albino, ni por asomo le parecían que esos grupos fuesen a congeniar del todo bien. Bueno, algunos de los mencionados por el jounin hasta parecieron alegrarse... cuanta falsedad. Maldita escoria que finge ese sentimiento tan falso y vomitivo como es la felicidad...
Al cabo de un rato, el chico tuvo que prestar bastante atención, y dejar ajena ese odio justificado hacia las personas. De lo contrario, ni se enteraría de quiénes eran sus compañeros. No estaría bien, al menos debía cuidarlos un poco, al menos hasta que pudiesen hacer misiones interesantes... que remedio. Sin misiones interesantes, no se avanza, y no se consigue poder.
—Aoyama Yoshimitsu, Senju Sendo, Akaiwa Sayaka. Vosotros tres seréis otro equipo, como al resto, vuestro jefe de equipo aún está por determinar. En cuanto sepamos de quién se trata, él en persona se presentará a vosotros.—
Lo dicho llamó la atención del albino, que con ahínco hizo por disimular su interés en saber que clase de tarados habían sido seleccionados para estar en "armonía" con el asesino. Adelantó un paso, y miró a los lados, hasta caer en cuenta de algo. Sayaka.
"¿Sayaka? ¿esa no era la cría esa rubia malcriada? Dios, qué cruz... ¿y Yoshimitsu...? ¿Quién coño es Yoshimitsu?"
Buscó con su mirada a sus mencionados compañeros, a una al menos la había tenido que soportar durante un rato. Al otro, no tenía ni idea de quién era. Pese a que fuesen de la misma promoción, su interés en sus compañeros era obviamente nulo.
Para hacer tiempo, muchos de los presentes comenzamos a entablar conversación entre nosotros, haciendo cavilas sobre de cómo se configurarían los equipos. La tensión se palpaba en el ambiente, algunos nos conocíamos y deseábamos pertenecer en el mismo equipo, pero era algo que por desgracia no dependía de nosotros. Lo que quedó claro es que la inmensa mayoría no deseaba formar equipo con Senju Sendo, y otro cuantos, temían si quiera la idea de lidiar a Akaiwa Sayaka.
" A mi tampoco me agradaría mucho...pero si llegaron a graduarse como gennin, será porque los instructores habrán visto algo bueno en ellos ¿No? no tendría sentido que si por ejemplo, Senju Sendo fuera peligroso lo hubiesen dejado graduarse" Pensaba intentando buscar algo de lógica.
Al final la tensión llegó a su climax, uno de los jounin que participó en el evento de la graduación se acercó a nosotros pidiendo un poco de silencio y comenzó a hablar. Confiaba en las capacidades de todos mis compañeros graduados, pero como era normal, prefería hacer equipo con unos antes que con otros, aún así, me encontraba bastante tranquilo. El jounin sacó un pergamino que desenrolló, y comenzó a recitar los equipos preestablecidos, con la pesquisa de que esos equipos, estuviesen equilibrados.
" Eso espero..."
Los nombres se fueron sucediendo, la emoción para los ya nombrados era evidente, los nervios para aquellos que aún esperaban conocer a sus futuros compañeros de profesión y, casi de por vida, era insostenible. Hasta yo, que me consideraba bastante inquebrantable emocionalmente, estaba comenzando a sentir mella por aquella presión. Hasta que al fin, mi equipo fue formulado, ni mil puñales en la espalda me hubieran causado tanto dolor al oír los integrantes de mi equipo.
- Aoyama Yoshimitsu, Senju Sendo, Akaiwa Sayaka. Vosotros tres seréis otro equipo, como al resto, vuestro jefe de equipo aún está por determinar. En cuanto sepamos de quién se trata, él en persona se presentará a vosotros.
Tan duro fue escuchar aquello, que se me cayeron los dangos que sujetaba al suelo, boquiabierto y con la mirada perdida, me quedé así durante un instante, sin ganas de nada, solo con fuerzas para decirme a mi mismo en voz alta. - Dicen que a veces la vida, nos coloca enfrente de un desafío para poner a prueba nuestro coraje y voluntad de cambio...pero esto es demasiado...Dije bastante afectado.
" Por qué...por qué..."
Los pensamientos del albino aclararon en seguida. No muy lejos de él, un chico comentó algo que claramente le delató como la victima de una mala broma. Realmente no era para menos, si al Senju le había caído tremenda cruz a causa de Sayaka, no quería ni pensar en ese pobre chico. Blame no era fácil de tratar, y Sayaka aún menos... al menos el primero se esforzaba por aparentar que era amable.
El chico de seguro tenía datos de Blame, raro era que no supiese de él, mas aún con su comentario. Teniendo eso en cuenta, quizás al albino se le pasó por la cabeza el esforzarse un poco y averiguar un poco sobre su nuevo compañero. A sayaka ya la tenía por imposible, a ver cómo era éste otro...
Con parsimonia, el chico se movió hacia su compañero, entre que el jounin aún seguía dando nombres en una casi interminable lista. Festejos por allá, llantos por otro lado... todos parecían afectados por las decisiones, salvo Blame. Al abino realmente le importaba un pimiento relleno de pollo diurético. Clavó sus orbes de colores desiguales en los Yoshimitsu, y se plantó allí frente a él.
—Entonces... ¿tú eres Yoshimitsu? Creo que ya me conoces... un "placer" conocerte, amigo. —
Su énfasis en la palabra placer fue algo notoria. Lejos de quedarse plantado frente a él, el albino comenzaría a moverse un poco hacia su flanco derecho, examinándolo por completo. Parecía estar pasandole un escaner, sacando metículosamente toda la información que pudiese de su físico. Realmente eso no le llevaría a ningún lugar, pero quizás fuese graciosa su manera de enfrentar al albino.
—Algo joven... y serio... y clásico... ¿Te gusta lo tradicional y todo eso, no?— Preguntó, deduciendo por sus ropajes.
"Y ahí viene..."
Algo consiguió sacarme de mi trance, Senju Sendo con el que no había tenído "ocasión" alguna de tratar con él personalmente, vino hacía mí atraído por mis palabras, deduciendo casi en el acto que yo formaba parte de su equipo. Ataviado como la mismísima parca, se posó delante mía diciendo lo evidente. La verdad que su presencia estrambótica daba escalofríos. Pálido como la muerte, tatuado como si de un chico problemático se tratara, que lo era. Además sus ojos...eran de colores diferentes, lo que se denomina heterocromía, siendo azul el izquierdo y verde el derecho, dando la sensación de que además de psicópata fuera una persona bipolar. Y para colmo, sus palabras vacías de todo sentimiento, emoción y de interés...todo fachada, no se hubiera molestado jamás en entablar conversación conmigo, si no hubiera sido porque ahora formábamos un equipo.
Para responder a su comentario, le miré directamente a los ojos un poco molesto. Alguien como Senju Sendo podría arruinar mi reputación y mis expectativas. Ahora se trataría de "mí" responsabilidad conducirlo por el camino correcto. -Si...Aoyama Yoshimitsu. Acompañe con una reverencia. -Y si, te conozco, y no precisamente por cosas buenas...ya que vamos a compartir mucho tiempo juntos, me gustaría que me explicaras
Incluso me llamó "amigo", me dejó un poco consternado, puesto que no sabía si se trataba de una especie de amenaza..."Creo que al que llamó por última vez amigo, ahora está criando malvas..."
Conociendo los antecedentes de Sendo, cualquier cosa que llevara a cabo, era susceptible a ser mal interpretado. Como justamente ahora, que comenzó a analizarme descaradamente dando vueltas a mi alrededor. Estaba demostrando, que era más perspicaz de lo que parecía, aunque no era suficiente para si quiera impresionarme lo más mínimo. -Estás en lo cierto. Contesté secamente un poco a la defensiva, cruzándome de brazos.
"Mira que he leído sobre el clan Senju, de su poder, y de sus hazañas, y el caprichoso destino me tiene que juntar con el Senju más problemático que jamás haya existido..."
Estaba un poco bloqueado, si ya la idea de tratar redimir a Sendo era una tarea la mar de compleja, si sumábamos el hecho que también habría que hacer de niñera de Akaiwa Sayaka. Imaginé que a partir de ahora debería asumir que tendría que soportar unos niveles de estrés inhumanos.
Resoplé y le dije al Senju. -No será inconveniente fingir al menos llevarnos bien ¿Verdad?
Fue evidente por su tono que no le hacía ni pizca de gracia su mera presencia, aunque no era algo de qué culpar. Aoyama estaba entre la espada y la motosierra, o incluso algo peor, pues había de lidiar con Sayaka también. Su actitud fue reservada, aunque despertó la idea de que en algún momento le interrogaría para conocer sus motivos hacia esos impulsos psicópatas.
El albino se jactó de su fama, y tras analizarlo comentó la primera impresión que el chico le había dado. Evidentemente, su impresión había sido muy superficial, quizás podía haber añadido que lo veía como un chico marginal... pero aquí el auténticamente marginado era Blame. Carecía de sentido el burlarse con una realidad propia, pese a que esa realidad poco le afectase al Senju. Su contestación no fue otra que "estas en lo cierto". Sin duda estaba a la defensiva.
Blame persistió en su sonrisa fría.
«A ver por donde sale éste equipo...»
Sin mas, Yoshimitsu terminó sugiriendo que hicieran como que se llevaban bien. El comentario le hizo bastante gracia al albino, pues de hecho ya había empezado a fingirlo. Ironías de la vida...
—Si, supongo que podríamos fingirlo... será divertido.—
Su sonrisa desmesuró, terminando en una leve carcajada. Estaba ansioso por saber a qué tipo de profesor le habría caído semejante calvario. Éste equipo tenía pinta de que iría a convertirse en un equipo realmente singular, y no precisamente en un buen sentido.
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