Cada palabra pronunciada por el Kage era como una pedrada en su cabeza, la severidad del asunto lo ameritaba y pudo ver que su compañera estaba igual de afectada por el regaño. Él desconocía que había pasado con Anzu durante ese año, pero debía ser algo realmente importante para que ella no lo hubiera informado antes. En el caso de él, era un problema muy severo por el que había pasado y prefería omitir ese tema.

—No hay justificación alguna para mi negligencia, le ruego mil perdones— Se disculpó con la cabeza gacha.

Sin embargo el resto de palabras del Kawakage lo pusieron a pensar muy seriamente, pues no sólo confirmaba lo dicho por Anzu sino que daba a entender que en parte ya estaba al tanto de los movimientos de ese misterioso hombre.

"Es verdad, en la versión oficial se dijo que los samurai fueron vencidos sin saber exactamente quién. Significa que quizás ese alguien lleva jugando con nosotros más tiempo de lo que esperábamos y que además posee un mayor conocimiento de los bijuu. Pero aún así hay cosas que no cuadran"

Y lejos de cuadrar la última frase del mandatario le hizo desconcertarse totalmente, era una locura pero a pesar de ello el Kage también parecía hablar con la misma seriedad que ellos. La kunoichi se mostró incrédula ante las palabras del máximo exponente de la aldea, incluso se atrevió a formular una teoría al respecto, pero el Takanashi ya estaba dilucidando otro tipo de hipótesis.

—¿Kirigakure?— Hasta donde él sabía estaba en ruinas, si bien visitó el País del Agua durante su viaje no fue más allá de lo que era Kasukami —Pero eso significa... No se atrevía a terminar la frase.

Le daba miedo pensar que fuera posible, pero existían pruebas. Un equipo de inteligencia capaz de infiltrase de esa forma bajo las narices de los ANBU del estadio no era algo propio de unos criminales normales, eso era trabajo de shinobis capacitados y entrenados en una aldea oculta. ¿Que cómo podía una aldea entera pasa desapercibida? La propia Takigakure se mantuvo operativa en secreto a la sombra de las entonces tres grandes villas, sería absurdo no pensar que alguien hiciera lo mismo. Por fantasioso que sonara, después de regresar de la muerte por la gracia del Sabio de los Seis Caminos el que un Kage de antaño estuviera con vida ya no le resultaba algo tan descabellado.

— ...Me gustaría creer que no es cierto, pero algo me dice que no es casualidad que tenga ese nombre.

Yubiwa echó la cabeza hacia atrás y dejó que reposara, derrotado, sobre el mullido respaldo de su sillón. Dio un largo y tendido suspiro, cerró los ojos y se cruzó de brazos.

—Me temo que esto es demasiado confuso para que nosotros tres podamos sacar algo en claro. Tatsuya tiene razón, definitivamente, y Anzu podría tenerla, aunque es poco probable.

Se reincorporó un poco y movió la mano derecha hacia arriba y hacia abajo en la dirección de Anzu.

—No te enfades, no estoy diciendo que lo que tú dices no tenga sentido, pero me gustaría pensar que no es probable que alguien esté reviviendo muertos, además, Kirigakure está hundida bajo litros y litros de agua de lluvia. Pero...

»¿No os parece que si alguien quisiera causar miedo y tener el control, u obtener seguidores rápidamente, o ambas cosas a la vez, lo tendría más fácil usando el nombre de una leyenda?

Suspiró.

—En fin, son muchas conjeturas. Necesito llamar a los otros kage de urgencia y realizar una pequeña investigación en el País del Agua. Vosotros dos... Descansad, anda. Ahora no tengo ni humor para proponeros un castigo.

»¡Venga, vamos! —apremió con la mano.

La Yotsuki esbozó una media sonrisa contenida al ver que el Kawakage se tomaba con literalidad sus palabras, sin captar la evidente ironía que encerraban. ¿Acaso alguien podría creerse una historia sobre Kages no-muertos que vuelven al mundo con ansias psicópatas? Sea como fuere, Anzu contuvo su risa y simplemente inclinó la cabeza con diligencia. Al fin y al cabo, estaba ante el máximo responsable de Takigakure; ella no era quien para decir cómo tenía que tomarse sus palabras.

Sin embargo, lo que dijo Yubiwa luego la dejó sumamente impactada por su verosimilitud. Sí, estaba claro que aquella hipótesis era de lo más plausible. Pero, ¿por qué? ¿Y quién era realmente aquel Namiron? Como cada vez que se le embotaba la cabeza con preguntas sin respuesta, la kunoichi empezó a notar un dolor agudo y penetrante en las sienes. Contuvo el impulso de llevarse ambas manos a la cabeza, recordándose que estaba en presencia del Kawakage, y —estoica— aguantó la dolencia.

—Sí, Kawakage-sama. Le pido disculpas de nuevo —dijo Anzu, con notable firmeza, antes de hacer una respetuosa reverencia.

Luego se dio media vuelta y salió del despacho con paso marcial. Una vez fuera, soltó un suspiro prolongadísimo, dejando ir el sentimiento de culpabilidad que le había estado oprimiendo el pecho durante gran parte de aquel año.

—Ah, al fin... Ya está hecho.

Cerró los ojos un momento, intentando poner en orden sus ideas. El País del Agua, Namiron, los bijuu... Todo aquello parecía sacado de una de las novelas de ficción que tanto le gustaba leer a Datsue.

Por algún motivo cuando escuchó al kage darle la razón se sintió feliz, aunque de igual manera pensó que no era para tanto. También recalcó lo poco creíble que era la teoría de Anzu, la verdad al Takanashi tampoco le gustaría que aquello fuera cierto. Por suerte el Kawakage tenía una hipótesis mas viable que hizo que el cuento de terror se tornara en una historia de conspiración.

—¿No os parece que si alguien quisiera causar miedo y tener el control, u obtener seguidores rápidamente, o ambas cosas a la vez, lo tendría más fácil usando el nombre de una leyenda?

Aquello hizo "click" en su cabeza, y apunto estuvo de llevarse la mano a la cara para reprocharse a sí mismo por no haber pensado en ello. Aunque bueno, dilucidar eso no estaba en su jurisdicción, pero, por alguna razón aquello le dejó una sensación de intranquilidad, como cuando estas siguiendo una buena serie y no puedes esperar al siguiente episodio, solo que en este caso saber la verdad no sería algo agradable.

De milagro Yubiwa los iba a dejar ir así sin más, era un asunto delicado y por suerte se habían salvado del castigo, al final terminó mandándolos a tomarse un descanso.

—Hai— Respondió de manera sobria pero con acento fuerte —Me retiro, Kawakage-sama, con permiso— Reverenció diligentemente y entonces salió por la misma puerta siguiendo a su compañera.

Al salir pudo ver que su compañera exhalaba profundo, como dejando ir todas las penas y conflictos de una vez. Había sido algo pesado para los dos, lo único que deseaba Tatsuya es que no fuera demasiado tarde y que nada grave sucediera por culpa del retraso de tuvieron ambos.

—Anzu-chan, ¿todo en orden?

—Anzu-chan, ¿todo en orden?

La voz de Tatsuya sacó a la Yotsuki de sus cavilaciones. El shinobi parecía tan tranquilo y calmado como siempre, con aquella expresión en su rostro que transmitía la firmeza del hierro. Anzu se preguntó entonces si habría algo que de verdad pudiera alterar aquel aplomo tan sensacional que caracterizaba a su compañero.

—Sí, Tatsuya-san, ¡hacen falta algo más que una organización secreta caza-bijuus y un psicópata maníaco para inquietarme! —respondió, tratando de parecer tan segura de sí misma y jovial como siempre. Lo cierto era que no lo estaba—. Todo esto es muy raro, pero meh, estoy segura de que Yubiwa-sama pondrá las cosas en orden. Es el Kawakage, al fin y al cabo, el ninja más poderoso de todo Oonindo, ¿no?

Anzu había recibido una educación marcial muy estricta de parte de su maestro, de modo que nunca se había planteado que en todo el Continente Ninja hubiese alguien más fuerte, sabio o inteligente que Senju Yubiwa. Sin embargo, a la luz de los acontecimientos de hacía un año, y después de muchas de las vivencias que había tenido viajando por Oonindo, aquel firme convencimiento había empezado a resquebrajarse como las columnas de un viejo templo. Aunque fuese tímidamente.

—Bueno, creo que aquí se separan nuestros caminos... Al menos por ahora, Tatsuya-san —dijo la Yotsuki, ofreciéndole su mano derecha, repleta de quemaduras, en señal de despedida—. Debo volver a mis entrenamientos, ¡no hay tiempo que perder!

"Me alegra que ella esté tranquila, porque yo no"

Sonrió levemente. No todos los días te enteras sobre misteriosas conspiraciones y te quedas tan calmado, pero al menos ambos ya había cumplido con su parte del trabajo, aunque la verdad eso le dolía un poco. Aquello no era su jurisdicción, ese tipo de asuntos ya los manejaría la ANBU y demás investigadores de la Alianza, pero como genin él poco podría hacer para ayudar ya y eso le frustraba hasta cierto punto.

—Yubiwa-sama se encargará de esto, ya lo verás. Desde siempre ha protegido esta tierra y lo seguirá haciendo— El Takanashi tenía plena fé en ello.

La Yotsuki en esos momentos le indicaba que debía irse ya, le extendió la mano al de ojos dispares y este se quedó un poco atontado, no estaba acostumbrado a ese clase de maneras tan coloquiales y menos proviniendo de alguien de género opuesto.

—Oh, tienes razón— Le correspondió el apretón de manos un tanto nervioso —Yo aprovecharé un tiempo para descansar antes de seguir con algunos asuntos pendientes que tengo. Espero que la próxima vez que nos veamos no nos termine persiguiendo un chunin ni que un edificio nos caiga encima— Lejos de ser una broma realmente deseaba que la próxima vez que se vieran no se metiesen en problemas —Debo marcharme, hasta pronto.

Tras eso simplemente se iría a su casa a dormir un rato, quería estar en su mejor condición para su viaje al País del Viento.

La Yotsuki correspondió al apretón de manos de su compañero con una sonrisa. Tatsuya era un buen tipo, y definitivamente se alegraba de tenerlo de su lado.

—Oh, tienes razón. Yo aprovecharé un tiempo para descansar antes de seguir con algunos asuntos pendientes que tengo. Espero que la próxima vez que nos veamos no nos termine persiguiendo un chunin ni que un edificio nos caiga encima. Debo marcharme, hasta pronto.

Anzu soltó una estruendosa carcajada ante las palabras del gennin, que incluso en aquella situación tan complicada lograron arrancarle unas risas. Ella también tenía muchas cosas que hacer y en las que pensar, como por ejemplo, en cierta misión que su querido y odiado compañero Datsue le había propuesto tiempo atrás...

Minutos después la kunoichi de piel café bajaba las escaleras de madera que daban acceso —y salida— al Edificio del Kawakage. De repente notó que las tripas le rugían, alzó la vista al cielo azul de Primavera y asintió, conforme.

—Bueno, no hay excusa que valga para perderse un almuerzo como los dioses mandan. Ni siquiera el Fin del Mundo.

Y así, caminó a paso tranquilo por las calles de Takigakure en dirección a su restaurante favorito, mientras dejaba volar libres sus pensamientos muy, muy lejos de la Aldea.