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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1

Hueco de nuevos


El Distrito Comercial era un sitio que siempre tenía bullicio, especialmente en ciertas horas de la noche. Pero en esta ocasión nos remitimos a un sitio muy especial. Un largo callejón dónde solían vender bisutería barata y artículos importados en puestos callejeros, aunque a la media noche ya todos los vendedores que solían ocupar aquel sitio se habían marchado. Lo destacable era el local que remataba al final del trayecto. Un viejo local cuya fachada estaba construida de forma tradicional; no poseía un letrero con nombre pero las luces vibrantes ciertamente destacaban en medio de la oscuridad de los muros que se alzaban a su lados al final del pasadizo.

Y por si no fuera poco, ese día estaban de fiesta. Pero no cualquier fiesta, no. Si, solía ser un bar con karaoke, pero aquel día el bullicio parecía ser más grande de lo habitual.

Adentro había algunas mesas de madera tradicional, además de algunos sofás bajos con forma circular. Había mucho bullicio y un leve aroma a tabaco era perceptible en el ambiente. Pero lo que más destacaba era una música, melodiosa.

En el escenario estaba un niño que claramente no pasaba de los doce, portaba una guitarra eléctrica con forma de ¿hacha? Si, y sonaba sin ningún cable. La gente vitoreaba exigiendo otra pieza más, y aquel personaje vestido en cuero negro y armado en cadenas iba a dárselos. Tocaba y rasgaba las cuerdas, cantando a todo pulmón al punto que podía escucharse fuera del establecimiento.

Brisas que acarician
La verdad de mi soledad
Vengan a desafiar
La tristeza en el jardín que va anidar

Llantos que en coro
Han venido a destrozar toda nuestra verdad
Y llantos de seres
Que del gran río no son mas que el caudal

Juegos de niños
Que al final no son mas que la realidad
Era un día especial te dijeron que habías ya crecido

¡Nos dijeron tantas cosas que no puedo ni contar!
¡Tantas promesas que no puedo ni recordar!
¡Con abrazos dijeron que estarán!
Y ahora estamos solos sin necesitar de su hablar...

Los muros de verdad por fin podemos levantar
Los muros de falsedad por fin caerán
Los muros de verdad por fin podemos levantar
Los muros de falsedad CAERÁN

Una mesera vestida en ropa deportiva servía bebidas espirituosas a los presentes, la dueña del negocio estaba sentada en uno de los sillones cerca del escenario. Era ya una mujer mayor de peinado tradicional que fumaba y que cada poco agitaba su cigarro en el cenicero.

Ese día estaban mucho más amontonados de lo normal, era el penúltimo día de la Primavera. ¿Que tenía de especial ese día? Para muchos, nada. Pero los que estaban ahí presentes parecían festejar algo en específico. Los controles no eran muy estrictos, pues aparentemente daba igual que dejasen entrar a menores de edad al lugar. En uno de los sillones había otro muchacho con anteojos y una larga trenza, aparentaba quizá unos trece años, pero se limitaba a beber un agua mineral con gas mientras el resto continuaba coreando al cantante.

Y era un gran río en el cual nos veía cruzar (la libertad)
Y la luna triste se ha cansado de vernos sangrar
Los muros que pintaron resultaron siendo una ilusión
Lagrimas acabadas como la fuerza que se ha perdido

¡Nos dijeron tantas cosas que no puedo ni contar!
¡Tantas promesas que no puedo ni recordar!
¡Con abrazos dijeron que estarán!
Y ahora estamos solos sin necesitar de su hablar...

Los muros de verdad por fin podemos levantar
Los muros de falsedad por fin caerán
Los muros de verdad por fin podemos levantar
Los muros de falsedad caerán
Los muros de verdad por fin podemos levantar
Los muros de falsedad por fin caerán
Los muros de verdad por fin podemos levantar
Los muros de falsedad CAERÁN~

Remató su canción el que parecía ser el invitado de honor en aquel lugar.
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~Ausente los fines de semana~
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#2
Era una noche poco común, ya que Isamu se encontraba deambulando por el Distrito Comercial, algo que no suele hacer mucho. Se encontraba con unos pantalones cortos de color negro y una camisa de manga larga del mismo color. Luego de un largo día, se le ocurrió por salir a caminar sin algún rumbo predeterminado, aunque ya sabiendo que a estas horas de la noche esta zona es bastante concurrida. No se le notaba con apuros ni preocupaciones, solo parecía estar caminando de una manera muy tranquila, apreciando con su mirada cada rincón que este recorría.

Su paso era lento y constante, no le interesaba apurarse, el lugar en sí es muy llamativo y su vista no se aburre ni de la inmensa cantidad de luces de neon ni tampoco de cada puesto de comercio que se cruza. El joven estaba distraído con la naturaleza del lugar, algo que no lo hacía poner mucha atención ni siquiera a la gente que se estaba paseando por el lugar.

»Vaya ... hace mucho no venía por aquí. Tampoco estoy con las suficientes energías para venir todos los días. —reflexionaba y daba un suspiro algo intenso.

No fue mucho el tiempo que paso hasta que se topo con un ruido que lo saco totalmente de foco y lo hizo voltear con su mirada hacía un lugar que parecía estar inundado de personas.

»¿Es necesario esa cantidad de ruido?—pasaba por su cabeza, estando algo fastidiado— »Aunque ...

Su cuerpo se viró completamente hacía ese lugar, que parecía ser un bar, y tomo rumbo hacía ahí. Parecía que no había ningún tipo de seguridad o control con la gente que entraba, por lo que no se preocupo en absoluto en meterse directamente, haciéndose hueco entre la gente, y buscar un lugar que no este ocupado.

Ya estando sentado y un poco más "cómodo" en aquel lugar repleto de gente, ve que las meseras estaban sirviendo todo tipo de bebidas. Isamu no suele beber alcohol, aunque a veces hay excepciones, y esta era una de ellas, se sentía con ganas de refrescar un poco su paladar, por lo que pidió un bebida con algo de alcohol. Se encontraba esperando su bebida, tranquilamente, casi hipnotizado por las personas y el ambiente del lugar, se sentía como en una burbuja mirando a todos su alrededores, pero ... ¿A que había ido a ese lugar? El ruido. Ese maldito ruido que lo había distraído de su paseo poco habitual en estos lares.

»¿A que se debe todo esto?—su vista fue al punto más central del lugar, el escenario. Parecía que había una persona cantando. ¿Un niño con algo que parecía un hacha? Aunque eso no era lo que le llamo la atención principalmente. El estilo que este personaje llevaba era muy llamativo, resaltaba a simple vista.—Que raro todo esto. De todos modos, suena bastante bien al parecer.

Su codo izquierdo se apoyo sobre la mesa, para poder reposar su mentón en su mano y quedarse viendo detalladamente al chico que era el centro de atención del bar. Mientras tanto, este espera que su trago llegue a la mesa de manera paciente.
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#3
La mesera se acercó con un contoneo de cadera, aunque milagrosamente sostenía recto el azafate pese a su sinuosa manera de andar. Se acercó hasta dónde el recién llegado y dejó la bebida justo delante del muchacho de cabellera larga negra.

—Aquí está — Ella se mostraba tan informal como el local en sí.

Le dedicó una mirada de recelo y arqueó una ceja. El tipo ciertamente actuaba bastante formal respecto a los demás visitantes que en su mayoría estaban eufóricos con la presentación. La mesera, muy perspicaz y veterana en aquel lugar tenía un toque para identificar a los clientes recurrentes y a quienes no, por lo que se permitió el lujo de hablar más allá de su rol laboral.

—Lamento si el ambiente está más disperso de lo habitual. Hoy se estaba realizando una fiesta que si bien no es privada, ha sido organizada específicamente por una persona. No es algo común pero ha de sentirse incómodo — Quiso alivianar su pena la muchacha.

Mientras tanto, cuando cesaron los aplausos y los vitoreos, el muchacho en el escenario tomó el micrófono para soltar un pequeño discurso.

—No es algo mío ponerme sentimental, pero al menos quiero agradecer a la vieja Karako por la party de esta noche — Señaló a la vieja fumadora.

Los aplausos no se hicieron esperar y las miradas se dirigieron hasta la dueña y un gran aplauso resonó en el lugar, aunque eso no pareció quitarle la cara de apatía de aquella dama ya entrada en años.

—Diría que la fiesta no se acaba hasta que salga el sol, pero aquí en Ame eso casi nunca pasa así que... ¡Hasta dónde el cuerpo aguante! — Levantó el puño en alto.

El muchacho tiró de la correa de la guitarra y se la dejó colgando de la espalda. Entonces pegó un brinco desde la tarima y aterrizó con gallardía, caminando hasta dónde estaba la mesera pero ignorando al muchacho al que había estado atendiendo hasta hace unos momentos. El mocoso sacó de sus bolsillos un encendedor y un cigarro. ¿Fumando a su edad? Bueno, nadie de los ahí presentes parecía querer llevarle la contraria.

—Tráeme lo de siempre — Le dijo a la mesera mientras encendía el tabaco y daba una calada tirando el humo al aire.

—Hablando del invitado de honor... ¿No vas a pedir nada especial?— Se volteó hasta el niño que claramente era de baja estatura.

—No se me antoja nada— Movió la boca mientras un poco de ceniza caía al suelo.

—Como quieras — se resignó y la muchacha se viró hasta la cocina.
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#4
El joven se quedaba algo sorprendido por la vista que tenía de aquel bar, con muchas personas coreando y alentando a ese chico tan extravagante que se encontraba encima de la tarima. Una vez más, algo logra sacarlo de foco y es la mesera con la bebida que había pedido. Al dejarla en frente de él, simplemente toma la bebida con una mano y hace un gesto de agradecimiento, bajando la cabeza levemente, como en forma de reverencia.

Muchas gracias.—decía sin forzar mucho la voz, sin importar la cantidad de barullo que había en el ambiente.

Ya con el vaso en la mano, decide ponerlo en sus labios y beber un pequeña cantidad del contenido que tenía dentro. Se le notaba en la cara lo poco acostumbrado que estaba a beber y lo fuerte que se encontraba aquel trago. Intenta disimular un poco su expresión facial, pero nota nuevamente la voz de la mesera se dirige a él. Este baja el vaso, apoyándolo en la mesa y se queda atento a las palabras de la chica.

Lamento si el ambiente está más disperso de lo habitual. Hoy se estaba realizando una fiesta que si bien no es privada, ha sido organizada específicamente por una persona. No es algo común pero ha de sentirse incómodo.

No se preocupe, me siento bien y entiendo la situación.—desviaba la mirada e intentaba dibujar una sonrisa falsa en su inexpresiva cara para parecer estar a tono en la situación y no parecer estar desencajado.

Empezaba a notar como aquel escándalo que hacía la gente iba disminuyendo, parecía que aquel niño ya estaba dando sus últimas palabras con respecto al show que estaba brindando. La mirada de Isamu no tardó en fijarse en como el músico dedicaba unas palabras a una persona que, al parecer, era la que organizaba todo, aunque no le dio mucha importancia a aquella situación. Posteriormente, nota como se termina de despedir del público, rematando con una especie de chiste o comentario sobre la aldea.

Diría que la fiesta no se acaba hasta que salga el sol, pero aquí en Ame eso casi nunca pasa así que... ¡Hasta dónde el cuerpo aguante!

»Vaya ... que original este tipo—pensaba con cierta ironía en su propia cabeza.

El guitarrista, vocalista y, también, gran estrella de esa noche no tardó en bajarse del escenario y dirigirse hacía la mesera que estaba al lado del muchacho. Ambos, mesera y niño, mantuvieron una conversación, algo trivial, y dejando denotar que ya ambos se conocían y que este niño era una persona asidua de este lugar. Mientras tanto, el joven solo se queda como espectador de dicha charla y logra darle otro sorbo al trago que parecía ser algo fuerte para él.

»Parece ser más chico, incluso de lo que aparenta. No estoy seguro, pero es raro.—apoyaba el vaso en la mesa luego de degustarlo por segunda vez.—Creo que luego deberé tomar un poco de agua, no tengo que deshidratarme.

Su mirada, algo intensa y con un tono como de estar aburrido, se dirigió directamente al chico que estaba parado fumando un cigarrillo.

Parece que vuelves loca a la gente de este lugar. No es de extrañarse, pareces muy alborotado y apasionado haciendo eso que haces.—su cara dejaba mostrar una pequeña sonrisa—A la gente le encanta eso.
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#5
El muchacho se giró y examinó de pies a cabeza al otro muchacho que se hallaba bebiendo en la mesa cerca de él. No tenía intención de disimular en lo absoluto la mirada hacia él, pues sentía que el otro de alguna manera quería sacarle los pelos al fuego.

—¿Huuuuh? — Sonrió y luego dió otra calada al lateral. —Dime entonces, ¿te quieres hacer el interesante diciendo que tú no? — Lanzó directa la provocación. —Aquí se podría decir que somos una familia. La segunda para algunos, o la única para otros. Y por lo mismo sé que tú no eres de por aquí, no sólo porque sé bien a quién invité y a quién no a esta party, sino porque realmente tu cara hastiada da a entender que no es tu mood —. Cada palabra que escupía era una navaja de franqueza.

Como si fuera su casa -porque así se sentía- se dió el lujo de sentarse frente a él en la mesa sin pedir el mínimo permiso, cruzando la pierna derecha, apoyando el tobillo derecho por sobre su rodilla siniestra.

—No es por nada, pero la última vez que un newbie vino a querer dárselas de importante aquí tuve que echarlo por las malas. Si quieres tomarte esto como advertencia o amenaza ya depende de ti; has de disculpar mi actitud pero ciertamente no me gusta cuando quieren lucirse delante mía — Se permitió recostarse en el asiento y extendió los brazos hacia arriba mientras giraba el cuello para tronárselo. —¿Qué te trae por aquí entonces? — Se levantó las gafas, clavando aquellos ojos dorados en el pelinegro.
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#6
No tardó mucho en hacer efecto las breves palabras que salieron de su boca. La cara de Isamu no se inmutaba al recibir aquella tormenta verbal que decía el chico. Estuvo callado durante todo su discurso, intentaba mantenerse serio y no hacer nada que pueda llegar a ofender al joven músico. Dejo que este termine y, luego de unos segundos de un silencio incómodo, Isamu dejaba aún su mirada encajada en aquel chico.

Familia... entiendo.—susurraba para él mismo. Luego de un trago de su vaso, esta vez algo más largo, su cara se transformaba y le sonreía.—Disculpa, mi intención no era parecer importante ni nada por el estilo, incluso odio eso si te soy sincero.—apoyaba su vaso nuevamente en la mesa.—Me llamo la atención tu forma de expresarte y tu estilo, por eso dije aquello.—daba un suspiro algo corto, al poder expresarse y dejar en claro su punto.—Y estoy aquí en parte por eso, has hecho que todos griten y corearan tan fuerte que me llamo la atención este lugar desde afuera.

A pesar de las disculpas y tratar con cierto respeto al niño, el joven se mantenía con mucho temple y no se le notaba para nada nervioso.

Con respecto a lo que dijiste de la familia, parece que te siente muy identificado. ¿Es así?—intentaba hablar todo el tiempo con un tono de voz tranquilo.—¿Que representa este lugar para ti?—sus ojos siempre se quedaban enfocados en los ojos del contrario.
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#7
----Huuuuhhh... — Parecía un poco decepcionado que el otro escondiera tan pronto el rabo en las piernas al pasar a un tono más conciliador.

"Dice que entiende, pero pregunta." No pasó desapercibido esa contradicción.

El genin esperó y dio otra calada.

—¿Es necesario explicar lo que es la fraternidad con aquellos que no tienes sangre? — Él si era de los que gustaba de intentar hacerse el interesante con frases construidas para el dramatismo. —La vieja tras la barra es como una tía, la vieja Karako. De esas confidentes con las que puedes confiar tras hacer una travesura. ¿Viste a la mesera? Ella es Yazuki, es como la prima esa lejana con la que no hablas mucho pero que te puede tender la mano si la necesitas. El tipo de traje al pie del escenario es el Señor Maboru, es como ese cuñado de familia política que es bien amigable con todos — El niño sonreía mientras cerraba los ojos.

—Nos vemos, nos reunimos, tenemos una rutina. Sé que cuando esté bien o mal, podré acudir aquí, y si ellos me necesitan yo estaré aquí para ayudar. Compartimos canciones, historias ya sea buenas o malas. Nos peleamos, nos reconciliamos, nos volvemos a pelear y luego nos reímos al acordarnos de que seguramente el problema fue una estupidez. Algunos vienen frecuentemente a oírme cantar, y yo me esfuerzo por darles lo que me piden. Es una casa dónde tenemos muchos invitados, aunque como ya dije. Si alguien quiere perturbar nuestro hogar, se las verá conmigo.

No había terminado su cigarro, pero al ver a la mesera traerle su pedido decidió apagarlo en el cenicero de el centro de la mesa.
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#8
No parecía estar sorprendido por las palabras y la actitud del niño, iba muy acorde a como se iba mostrando hasta ese entonces. Su cara parecía ser seria y prestando mucha atención a lo que decía la persona sentada en frente suyo. Por cada persona que nombraba el niño, este le pegaba una ojeada a cada uno, ya que anteriormente no le presto atención a ninguno, exceptuando a la mesera. El trago casi llegaba a estar a la mitad del vaso, no se sentía con muchas ganas de terminarlo.

Disculpa si la pregunta te pareció algo trivial o absurda, pero me interesaba saber como era tu punto de vista.—soltaba una breve risa incómoda, acompañada de un posterior suspiro. Su mirada esta vez se fijaba en el contenido del vaso.—En ese caso me alegro por ti y por toda esta gente por haber creado esta especie de familia y lograr sentirse parte de un lugar. Es difícil para algunas personas llegar a lograr eso.

Parecía estar perdido por un par de segundos en el vaso que estaba mirando, pero en realidad solo estaba procesando todo lo que acababa de decir el otro.

»Siento como una especie de envidia hacía el por conseguir todo esto. Aunque también algo identificado por aquel sentimiento de proteger a los suyos.

Suelta, una vez más, un suspiro y se vuelve a reincorporar a la realidad. Vio que la mesera se acercaba a traer lo que el niño le había pedido.

Disculpa, te pido un vaso con un poco de agua por favor.—le decía amablemente a la mesera al ver como le dejaba el vaso en la mesa al otro chico.—Y dime, ¿te dedicas a esto? Tu guitarra me parece algo peculiar.—esta vez dirigiéndose al pequeño, con cierto interés en el instrumento que llevaba en su espalda.
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#9
—Sea fácil o difícil, todos tenemos un lugar dónde encajar. Ya sea solos, o acompañados. A veces unos lo buscan con vehemencia cuando en realidad lo han tenido en la carota todo el tiempo. Eeeeen fiiiiin... — Pasó sus ojos sobre la hamburguesa torito, saturada hasta fondo con tocino, huevo frito y demás ingredientes con suficiente colesterol para matar de un infarto a un enfermo cardíaco, rematando además con un típico e infaltable batido de chocolate.

La mesera atendió con una reverencia la atención de Isamu, marchándose nuevamente para traer la orden. El Yotsuki intentaba disfrutar dándole un mordisco a su comida, pero no podía ignorar el gesto pensativo de su interlocutor.

"Verga. Uno no puede comer a gusto con su cara de filosofía ante la vida, mata el ambiente." Masticó con algo de desganó y tras tragar contestó la pregunta.

—No es una guitarra cualquiera, se llama Otome. Mi padre trabaja desarrollando armamento tecnológico para la aldea, así que le pedí favor de ayudarme para forjarla de forma completamente personalizada para mí — Sorbió un trago de su batido. —Soy músico, pero también shinobi. No traigo la placa aquí que no estoy de servicio y andamos festejando. Trato de compaginar ambas cosas pero lo segundo me come demasiado el tiempo — rodó los ojos.

—¿Y vos que tienes que contar? Te ves bastante reflexivo y taciturno mirando al pobre vaso — Volvió a hincarle el diente a su hamburguesa.
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#10
Observaba con cierta curiosidad como mordía y tragaba esa hamburguesa tan cargada de aditamentos, que a simple vista tenía una apariencia bastante insalubre.

»Pero si esa hamburguesa es más grande que él. Para colmo lo acompaña con eso.—haciendo referencia al batido—Supongo que tendrá hambre después del show.

Mientras Roga daba la explicación sobre su guitarra, el otro shinobi notaba como que no estaba muy a gusto hablando o con ganas de extenderse en la conversación. Simplemente se limitó a escucharlo.

Como anillo al dedo.—comentaba por arriba sobre lo de su padre, con los ojos cerrados y con una sonrisa de medio lado.—Con que shinobi. Bastante interesante.

»Entonces, ¿esa guitarra también es un arma? Ya notaba algo raro y no solo por su forma.—Seguía aún un poco curioso con aquel objeto, pero no quería insistir más con esas preguntas, se iba dando cuenta como era el temperamento y personalidad del chico.

Comenzó a estirar un pocos sus brazos hacía arriba, ya que había estado un rato en una posición algo incomoda para él.

¿Em?—expresaba al sentir las palabras que el otro dijo mientras este se estiraba.—En general soy muy pensativo y a veces me desconcentro, pero si, hoy estoy especialmente raro.—refiriéndose lo que le contaba con respecto al vaso.—Sobre mi no hay mucho la verdad. Y mucho menos algo que parezca de tu interés, ya que parecemos personas muy opuestas en muchos sentidos. Quizás una de las pocas cosas que tenemos en común es que ambos somos shinobis.

Bajaba sus brazos al terminar de estirarse. Con un brazo apoyaba el codo en la mesa y su mejilla se recostaba sobre el mismo, y con el otro brazo también apoyaba el codo, para que su mano se quede jugando y dando vueltas en el borde del vaso con el trago que no volvió a beber. Eso si, sus ojos se posaba aún en como el niño se metía esa comida en su boca.

Aunque, para serte sincero, me da algo de vergüenza llamarme así siendo un recién graduado. Me falta mucho por aprender aún.—decía con un tono algo apagado.

»Quizás lo debo estar aburriendo un poco, pero da igual. No es mi problema.

Veía como volvía la mesera con un vaso de agua e Isamu hace un gesto de agradecimiento con la cabeza. Toma el vaso y toma todo el agua bastante rápido.
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#11
—No si lo de ser opuestos a leguas me di cuenta — Hizo una breve pausa en su labor de devorar la hamburguesa. —¿Cómo que no tienes nada que contar? Tú mismo lo has dicho, que estás más raro de lo normal. ¿No se te ocurre alguna razón por la cuál te ha atacado la nostalgia? Mira que ese son del tipo de actitudes que esconden algo — Continuó devorando la hamburguesa.

El genin escuchó al otro identificarse también como shinobi, pero a su vez menospreciándose. "¿Soy yo o últimamente la la mayoría de los graduandos están por una media de edad más elevada? Karamaru, Kisame, y ahora este otro chico. Por su aspecto, casi todos parecían rondar entre los dieciséis y los dieciocho.

—Hombre, si vas empezando la carrera con esa actitud, mal vamos — Terminó de zamparse el último bocado de la hamburguesa y masticó hasta tragar. —En la vida ninja importa mucho la confianza, más de lo que crees. Allá afuera da igual si eres un novato o un veterano, o si tuviste una crianza feliz o un pasado de mierda, la vida te va a tratar con la misma rudeza y si tu planteamiento inicial es creer que no estás a la altura de tu título la pelea está perdida antes de empezar — Se bebió el trago de su bebida hasta dejar casi nada en el fondo del vaso.

Aquellas palabras, eran las que salían de su propia experiencia. Pese a su cortísima edad, Rōga ya tenía un tiraje bastante largo en la vida shinobi.

—¿Qué hay entonces de esa cicatriz? — Apuntó a su labio. —¿Fue sólo un incidente de academia?
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#12
En parte te doy la razón con el tema de la actitud.—apoyaba el vaso que antes contenía agua—Pero también hay que ser realistas y, aunque lo que dije pareció un poco pesimista, no me siento que esté en un buen punto ahora. Obviamente creo que tengo potencial y tampoco pienso acobardarme en las situaciones que se presenten.—ignoraba totalmente los comentarios que el niño hizo sobre las actitudes que estaba tomando esa noche.

El shinobi sonrió un poco al ver como se devoraba la hamburguesa, también algo sorprendido por la velocidad con la que terminó ese plato.

»Vaya que tiene energía este chico.

A los pocos segundos, sintió como era señalado. Al escuchar la pregunta del chico se ríe un poco y pasaba la yema de sus dedos por encima de la cicatriz.

De hecho, es una historia algo graciosa.—dejaba de tocarse su labio—Cuando era más chico tenia mucha energía y era muy hiperactivo, todo el tiempo necesitaba estar haciendo algo. Eso sumado con que en mi casa había armas ninjas, era una combinación un poco desafortunada. Cuestión, a mi me gustaba robarle esas armas a mi madre y me ponía a jugar con ellas. Un día, me robé un tanto y, después de unas horas, cuando mi madre me vio que tenía eso en la mano, inmediatamente empece a correr y salí de la casa. El problema fue que estuve unos segundos mirando para atrás, para ver si mi madre iba a perseguirme y cuando me di vuelta vi que tenía un árbol justo en frente mio. Choque de lleno con mi mano delante de mi cara, pero era la mano que tenia el tanto.—llevaba sus manos a su nuca y se reía un poco, le seguía apenando un poco la historia hasta el día de hoy.—Entre la velocidad a la que iba y el filo que tenía eso, me hizo una herida bastante profunda. Por suerte, solo me lastime en el labio, pudo ser mucho peor.
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#13
Sin embargo, a Rōga era difícil colarle algo por debajo de la mesa. Notó que el otro aprovechó su segunda pregunta para desviar el tema de la conversación, pero esos trucos no funcionaban con el perspicaz lobo. Si se trataba de manipular conversaciones, el genin era bueno para usar las palabras de los demás a su favor al igual que sus estrategias. Era fácil devolverse al caudal con las pistas arrojadas por su compañero.

—¿Qué pasó con el niño enérgico e hiperactivo que eras? — Sonrió. —Si de verdad te criaste en casa shinobi, has de saber que las opciones realistas terminan difuminándose cuando tienes a un oponente imposible enfrente. Cuando ocurra comprenderás de que hablo —. Por alguna razón, Rōga sonaba más maduro al pronunciar aquel discurso.

»Que alguien sea más fuerte que tú no significa que sea mejor.

Aquella frase, una que no sabía explicar por su propia cuenta. Pero que abarcaba muchas de las vivencias que tenía acumuladas en su vida.

—¿Qué sucedió luego de que tu mamá te vio cortarte el labio?— Una pregunta capciosa. A veces, los detalles simples revelan mucho más de una persona que todos sus logros.
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#14
Se le quedo viendo al chico por unos segundos, algo sorprendido por lo que acaba de decir. Ya había dicho un par de cosas bastantes serías pero esta en concreto lo dejó atónito y boquiabierto, nunca pensó que se iba a desenvolver de aquella manera. De todos modos, no llegaba a entender del todo algunas cosas a las que se refería. El chiquillo parecía ser una caja de sorpresas.

»Luego era yo el que quería parecerse importante. Este enano...

Se reincorporó a la realidad luego de unos segundos.

La gente cambia casi todo el tiempo. Ahora soy muy diferente y soy casi lo opuesto a lo que era de niño.—reía un poco—Ella fue corriendo detrás mio ni bien me choque y vio la cantidad de sangre que salía de mi labio, me cargo y fue lo más rápido posible a que me revisen. Era muy mala con primeros auxilios, solo intento parar que me siga saliendo sangre poniendo su mano en la herida.—desviaba la mirada y se quedaba sonriendo, perdido en un punto fijo.—Estuvo retándome durante todo el camino, no paraba de gritarme y decirme cosas.

Se quedaba por unos segundos más recordando aquellos momentos que pasaron y le hacía hacer sentir una sensación de nostalgia algo fuerte. Suspiraba e intentaba volver por una vez más a la realidad para no parecer tan melancólico, aunque ya era un poco tarde para eso.
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#15
—Aunque cambiemos con el tiempo, hay cierta esencia de una persona que nunca desaparece —. El genin procedió a sacar otro cigarrillo tras terminar su grasosa cena.

La añoranza en la cara de su interlocutor le decía que había dado en el clavo, había movida la razón de sus acciones dentro de él, pese a que para el Yotsuki seguían siendo un misterio. Estaba cerca, pero decidió no indagar más. No le era demasiado relevante o importante y no le reportaba ningún beneficio rascar llagas ajenas sin motivo alguno.

"Era." Clic. Tiempo pasado. Ya notaba más claros los tiros.

—Creo que ya sé de dónde sale tu taciturno yo — Estaba por prender el cigarrillo, pero se arrepintió. Debía controlarse un poco con el tabaco para no lastimarse la garganta, pero al menos tenía un poco de temple para intentar controlar la adicción.

—¿Cómo te llamas? — Llevaban buen rato hablando en la misma mesa, pero ninguno de los dos se había presentado.
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