Rōga tenía historia que le ligaba a Kumogakure, lo que hizo suspirar a Ranko.

”Sus… ¿ancestros? ¿Su familia? ¿Habrán estado aquí cuando…?” Miró en derredor, a la ruina del Valle. Una nostalgia ajena cruzó su corazón. ¿Se lamentaría Rōga de que su lugar de origen fuese ahora un sitio de poco más que rocas y agua?

—Yo… —comenzó Ranko, dubitativa. La respuesta era simple: sus pies la habían llevado allí. Fue la aventura y las ganas de explorar Onindo lo que le hicieron arribar a Unraikyo, no la intención de invadir otrora reinos del Rayo. Mas la respuesta que la chica logró conjurar en voz apenas audible no fue muy convincente —. Yo solo… paseaba.

”No creo que te tome en serio si dices eso… ¡Aunque es verdad! De cierta manera…”

Casi al instante, Rōga se tornó más agresivo, al menos con sus palabras. Parecía quererla provocar. Ranko recibió el discurso del amejin y apretó los labios. Cuando él la instó a desafiarlo, Ranko dio un paso atrás, medio colocándose sin querer en una pose de combate. Su mano fue casi instintivamente hacia Higanbana.

—N-no —dijo, alzando ligeramente la voz —. No he… venido a retarte. Disculpa si te interrumpí. Perdón si entré en un sitio... En un sitio importante o sagrado. No fue mi intención.

No estaba en su naturaleza ir por allí peléandose con extranjeros en tierras en ruina. A pesar de ello, Ranko no notó que, en cuanto adoptó una posición de batalla, su mente se había enfocado un poco más.

”No responderé a eso. Kingu-san parece ser un ninja animado, mas no sé si será poderoso, o violento. Además, por lo que pude percibir al llegar, parece ser usuario de Raiton, como Kuumi… No importa. No atacaré. Por respeto, tal como un Sagisō debe de comportarse. Pero si él llegase a dar el primer paso…”

Sus manos se abrieron, listas para moverse en la dirección que requiriera, y sus rodillas permanecían ligeramente flexionadas, preparadas para patear o saltar.

—¿Paseando en medio de la nada?

Rōga carcajeó intensamente, pero no en son de burla, simplemente era su manera de mostrarse divertido ante la situación. Calló, pero la sonrisa de su boca nunca desapareció, simplemente se llevó una mano a la cintura y negó con la cabeza.

—¿Lugar sagrado? Pff... Las cosas sólo tienen valor si hay alguien que pueda apreciarlas, las tradiciones solo importan si hay quien las recuerde. Pero aquí no hay nada que apreciar, y del legado de Kumo quedamos muy pocos que guardamos las costumbres—. Volteó la mirada a sus alrededores. En definitiva, todo rastro de lo que alguna vez fue la Aldea Oculta de las Nubes había desaparecido. Donde alguna vez su clan fue estandarte glorioso de los Raikages, se perdió en la memoria de la gente y ahora los Yotsuki corrieron con la suerte de quedar dispersos en todo Ōnindo.

—Jeje— Volvió a posar su vista en la chica. —¿Qué no quieres pelear? Tu boca dice una cosa y tu postura otra, casi luces emocionada diría yo—. Ciertamente, ya no lucía tan nerviosa, aunque decir que estaba emocionada era pasarse. —¿Y si cambiamos la dinámica? No tomes esto cómo una pelea cualquiera entre ninjas extranjeros, quiero que te lo tomes cómo un duelo justo. No tengo absolutamente nada en contra tuya, simplemente quiero estirarme y tú llegaste cómo caída del cielo. Yo no atacaría a alguien a traición sin un motivo de peso.

»Que conste, que fue tu melodía la que me atrajo en primer lugar.

El peliazul no solo era muy asertivo, sino que parecía vivir al día y al límite. No parecía preocupado por el estado de la otrora Kumogakure. No obstante, no sonaba como a un tonto imprudente: vio a través de las palabras de Ranko, y le pidió cambiar los aires entre ellos. Sería un duelo justo y amistoso, una práctica, no una batalla sangrienta.

La chica no sabía si creerle o no.

”Bueno… Si resulta ser un asesino psicópata, solo tendré que hacerme fuerte en un instante y vencerlo. Eso hacen los héroes.”

Ranko elevó la mirada y asintió muy lentamente. Se alejó de Rōga de un salto y se dirigió a una estructura rocosa baja cercana, una más o menos horizontal, lo suficiente para dejar su mochila. La chica se estiró hacia atrás. Ahora solo portaba lo esencial para el combate: su equipamento ninja, su Higanbana, sus brazos y piernas. Regresó a donde estaba y saltó de nuevo, colocándose sobre una roca alta, casi al mismo nivel que Rōga. El borde de la piedra estaba algo pronunciado, así que sus pies quedaban en alturas ligeramente distintas. Se llevó las manos a la nuca y desató su bandana ninja. Respiró profundamente.

—Fue su canción… Me sorprendió mucho escuchar… Escuchar algo así en un lugar como éste. Le agradezco por esta oportunidad —Su vista se enfocaba más y más. Era diferente a sus peleas con Kuumi. No solo eso: era al revés. Se ponía nerviosa cuando luchaba con Kuumi, pero no cuando hablaba con ella. Se ponía nerviosa cuando hablaba con otras personas, pero al luchar contra ellas… No sabía que podía ponerse seria. Ató la bandana ninja en su frente —. Espero ser digna representante de Kusagakure y de la familia Sagisō.

Flexionó ligeramente las rodillas y colocó los brazos en posición de combate, con el derecho flexionado a su costado y el izquierdo extendido hacia abajo, paralelo a su muslo izquierdo. La superficie era estable, pero desnivelada.

”Será un entrenamiento épico, como ésos de las historias que he leído. La Princesa Conejo contra Kingu Rōga del Rayo. Sí, suena bien. Espero… Espero dar la talla” pensó. Su mirada estaba ahora fija, directa a los ojos del peliazul. Su rostro apenas y se notaba apenado, y Rōga podría ver decisión en ella.

—En guardia, Kingu-san.

—Esa es la mirada que estaba anhelando ver— Exclamó aún más sonriente.

El lugar era poco cómodo para pelear. Seguramente tendría que recurrir al agarre con chakra par no terminar resbalándose y aún así no le garantizaba nada. "Hora de estrenar los colmillos" Tal vez pareciera que el niño sólo estuvo paseando estos meses, pero en secreto, nunca olvidó su deseo de demostrar quién era y qué podía hacer. Hizo lo propio en tomar posición de combate, pero su pose distaba bastante de ser la clásica enseñada en las academias ninja.

Flexionó las rodillas, adelantando la pierna izquierda un poco. Sus manos no formaban puños, sino que mostraba sus palmas hacia adelante con los dedos tensos y flexionados hacia adentro. La mano diestra estaba a la altura de su rostro, mientras la izquierda esta retraída a la altura de la cintura. "Bien lobo, has de demostrar los resultados de tu entrenamiento. Fiero, valiente, cool."

—Uno, dos, ¡TRES!— El de fleco multicolor dio tres saltos largos entre las rocas, sin dejar en ningún momento de mantener las manos formando aquellas garras, intentando acortar la distancia que les separaban. Cuando estuviera lo suficientemente cerca, lanzaría un arañazo a la cara de su contrincante con la zurda, aunque en realidad este estaba destinado a fallar desde un principio. Esperaba que ella contraatacara al ataque frontal, cuando antes de que su mano se acercara a su rostro lo suficiente, la bajaría a la vez que levantaba la pierna zurda para intentar propinar una patada a alta velocidad en busca del costado de la chica, ya que por la diferencia de alturas dudaba poder llegarle a más. Sin embargo, aún había una tercera treta entre manos, ya que una extraña luz, recorría su extremidad.

PV –
CK – –

El comentario de Rōga acerca de la mirada de Ranko le hizo ganar algo de rubor en sus mejillas. Él adoptó su propia pose de combate, colocando las manos con los dedos flexionados.

”No conozco esa postura. ¿Será un estilo personal? ¡Ya quiero verlo en acción!”

Por un momento, imaginó que el tiempo se detenía. Auras poderosas se levantaban alrededor de ambos contendientes. La de Ranko se mostraba como un conejo etéreo. La de Rōga era una bestia sin forma. Siempre imaginaba a Kuumi como una tigresa, así que vio a una especie de depredador, con garras y colmillos, detrás del peliazul. ”Ya le preguntaré cuál es su animal favorito.”

Rōga comenzó a moverse con un salto.

”¡Aquí viene! ¿Debería de esperar a ver qué hace su estilo? No, no sé si lo resistiré… Hay que ser prudente, ése sería el consejo de mi padre. ¡Hora de hacer valer todos esos días de entrenamiento!”

En lo que Rōga daba un segundo y tercer salto, todos contados en voz alta, Ranko había hecho ya cuatro sellos.

—¡Doton! —La kunoichi imaginó que su oponente atacaría con sus manos, aunque no tuvo tiempo de ver ningún golpe, pues su vista fue bloqueada por un muro de tierra de dos metros de ancho por tres de alto. Gracias al terreno en el que lo había conjurado, el muro se veía algo rugoso, pero, tal como Ranko lo había practicado, en el centro de él se podía apreciar el emblema de la familia Sagisō: una orquídea garza blanca —. ¡Doryūheki!

Esperaba percibir el sonido de un puñetazo contra el muro, pero en lugar de eso se escuchó un potente tronido y se vieron relámpagos que rasgaron la pared horizontalmente. Justo en ese momento, Ranko aparecía por encima del muro, apoyándose de su escalada vertical, viendo con rostro totalmente serio a un Rōga firme, pero emocionado por el combate, como si llevase tiempo deseándolo.

”¡Confirmado! ¡Kingu-san es usuario de Raiton, tal como Kuumi! ¡Debo ser extra cuidadosa con mi Ninjutsu!” pensó la chica.

El muro de tierra había quedado dañado, con una hendidura a un tercio de altura, como quien pasa un dedo sobre una barra suave de chocolate, pero resistiría un poco más. Ranko se apoyó en su borde para dar un fuerte salto y pasar por encima del chico en dirección al agua, cayendo varios metros detrás de él. Se posó sobre la superficie con suma habilidad y ligereza, pues ya había demostrado antes tener el control suficiente del chakra como para caminar sobre el líquido. Luego se volvió hacia Rōga.

Ahora, en terreno nivelado en la superficie del agua, adoptó una pose algo diferente. La pierna izquierda hacia adelante, casi estirada, mientras la pierna derechaa estaba flexionada. Su brazo izquierdo estaba flexionado, con el codo paralelo a la pierna y el antebrazo a noventa grados; mientras que su brazo derecho estaba ligeramente flexionado a la altura de su cabeza, con el antebrazo perpendicular al suelo. Su mirada estaba firme como nunca, incluso más que su pose. Parecía un triángulo, inamovible, concreto y fuerte.

”Debo de esperar el momento preciso para atacar. Una apertura, una distracción…” pensó Ranko.

No sabía si la estructura de roca donde había estado, y donde Rōga seguía, resistiría mucho. Especialmente después de haber utilizado Doton sobre ella. Pero ya el Valle de Unraikyo estaba en ruinas. ¿Qué más podrían romper?

—¡No friegues!— Pero antes de poder alcanzarla, un ominoso muro de tierra de interpuso entre él y la jovencita. "Verga, y luego dicen que soy un exagerado. Bueno, al menos le hice gastar chakra, pero joder, si hubiese intentado pegarle una patada normal eso me hubiese dolido más a mí." Su oponente saltó por encima del muro, cayendo atrás de él y tomando nuevamente la pose de combate, aunque sin continuar el ataque. —¿Vas a estar a al defensiva todo el rato?— Se giró pata encararla e hizo lo propio adaptando su pose de batalla. "Si va a estar queriéndome jugar a la contra lo tengo yuca, se supone que sea yo el que haga eso maldita sea. No puedo dejar que esto se alargue mucho, pero tampoco quiero achucharme e irme de boca cómo un imbécil." Y entonces, cayó en cuenta de una cosa. "¿Por qué no quiere que me acerque a ella?" Fuese cuál fuese el motivo, no iba a quedarse ahí parado pensando, el instinto le decía que debía moverse. "Hora del plan W."

Su táctica no era más ortodoxa que el nombre de esta, pero tenía muy claro que iba a ser.

—¡Yosha!— Dio un salto lo más alto que pudo y dejó que la gravedad hiciera el resto, zambulléndose en el agua. "Mierda, las gafas no me ayudan en lo absoluto acá abajo." Ahora mismo, si nada se lo impedía intentaría nadar hasta quedar debajo de donde se encontraba Ranko.

OFF: olvidé poner el inventario en la anterior, sorry :'v

Algunos instantes después de oír a Rōga preguntarle si estaría a la defensiva siempre, Ranko se asomó de detrás del muro de tierra. Vio al peliazul dar un salto y echarse un clavado hacia su clon.

”Rayos… No puedo hacer mucho bajo el agua. No quisiera, pero tengo que esperar más.”

Había pensado atacarlo, saliendo velozmente de detrás del muro con el segundo clon que había creado hacía un momento, el cual seguía con ella tras la pared, y esperar que el chico no acertara al momento de decidir contra cuál defenderse.

”Creo que no fue tan buena idea mandar a la otra Ranko tan lejos, al agua, pues lo saqué sin querer de mi alcance... Debí de haberlo pensado mejor.”

Al escuchar el zambullido, la Ranko original y el segundo clon salieron de detrás de sendos lados del doryūheki y comenzaron a correr y saltar sobre las rocas. Al estar Rōga bajo el agua, Ranko esperaba que no las viera ponerse en posición, ni que distinguiera cual Ranko producía ruido al moverse sobre las rocas. Un momento después, cada Ranko estaba sobte las rocas a cada lado de Rōga, a unos metros a su izquierda y derecha respectivamente, mientras que el chico, a su vez, había nadado hasta llegar debajo del primer clon.

”Me pregunto qué hará ahora… Sería muy mala idea lanzarme a atacarlo en el agua. Su Raiton podría golpearme mucho muy fácilmente. ¡Qué horrible lugar para pelear es éste!” Ranko sentía que debía estar bastante defensiva respecto al ninjutsu relámpago. Tal vez Kuumi la había traumatizado al respecto…

Esperó, entonces, a ver la acción de Rōga, y a que, con esperanza, saliera del agua.

El Yotsuki lo tenía claro, en cuanto estuviera debajo de la que él creía que era la Ranko original, intentaría tomarla de las piernas y llevársela consigo abajo del agua. Sin embargo, al nomas intentar tomar al clon, este probablemente se desharía en humo. "¡Oh vamos!" Sacaría la cabeza para poder respirar y observar a su alrededor. "Si va a seguir huyendo esto va a ser aburrido." Observó a una Ranko y luego ladeó la cabeza al lado contrario. "¿Cuál será la real?" Pese a que no eran clones sólidos, eran bastante molestos de por sí.

Salió del agua y se puso de pie lo más rápido posible. No quería seguir gastando chakra en vano, así que simplemente sacó dos shuriken de su portaobjetos que luego se pasó en cada una de las manos.

—¡A mí me gusta que bailen a mi ritmo!— Encogió los brazos en cruz y luego los estiró para lanzar ambas estrellas con una mano distinta, cada una dirigiéndose a una Ranko de sus laterales. "No importa cuanto se esconda la presa, el lobo siempre la encuentra."

"¿Bailar? Qué conveniente que sé bailar..."

Ambas Rankos llevaron su mano izquierda a sus portaobjetos y extrajeron sendos kunais. La Ranko a la izquierda de Rōga bloqueó el shuriken, mientras que la Ranko a la derecha del peliazul agitó el brazo, solo para verse atravesada y deshecha en una nubecilla de humo por el arma arrojadiza.

La kunoichi no perdió ni un momento de impulso, y corrió tan fuerte como pudo.

”¡Si quieres ataque frontal, tendrás ataque frontal!” Imaginó que la roca se rompía a sus pasos, y que el agua, al caminar sobre su superficie, se levantaba en estallidos detrás de ella. Ranko saltó hacia su oponente y lanzó una patada con su pierna izquierda en dirección a su cara. Hubiese acertado o no, aprovecharía el impulso para dar una vuelta sobre sí misma. Concentraría chakra en las manos y en casi todo su cuerpo para apoyarse y girar sobre la superficie del líquido, lanzando un segundo ataque: una patada baja giratoria llena de chakra,

—¡Reppū! —soltaría, emocionada.

"Ahí." Entrecerró los ojos, aunque su contrincante probablemente no se daría cuenta de esto debido a las gafas. Adoptó nuevamente su postura de batalla, sonriente al ver que su rival cargaba directamente contra él, tal y cómo se lo planeó desde un inicio. Ella no tenía una velocidad de carrera especialmente alta, pero al ver cómo bloqueó su ofensiva desde la distancia dedujo que tendría una habilidad similar a la de él en cuanto a combate cercano se refería.

Esperó al último segundo cuando Ranko arremetió contra él, dispuesta a darle una patada en todo su hermoso rostro al Yotsuki. "Let's Dance!" Dado que el golpe iba hacia su derecha, este dio un par de pasos cortos, girando su cuerpo en la misma dirección para que la patada se fuese de largo. Sin embargo, al tiempo que esto ocurría la mano diestra de Rōga sujetaría la pierna izquierda de la kunoichi. Pero este no sería un agarre normal, no señor, porque ella notaría que estaba ejerciendo una fuerte presión con los dedos y uñas, cerrándose cómo las fauces de un depredador e impidiendo así que ella pudiera reposicionarse para continuar con su ofensiva.

—!Luxurious...!— Para cuando empezó a pronunciar, ya había soltado una nueva patada electrificada con su zurda, esperando golpear la pierna con la que Ranko aún se mantenía en pie, con la fe en que esto fuera suficiente para terminar de desestabilizarla y tumbarla al suelo. —!... Thunder Kick!— Remataría la frase para cuando se diese el impacto.

”¡Rayos!” Ranko apretó los dientes cuando Rōga evadió su patada y la tomó de la pierna. No pudo, entonces, llevar a cabo su plan de ejecutar el Konoha Reppū. En un instante, el peliazul contraatacó con una patada cargada de electricidad, la misma que había usado contra ella antes. Pero esta vez conectó. ”¡Rayos, rayos!”

Intentó bloquear la patada recogiendo la pierna derecha y cubriéndose con el brazo, pero el ataque le impactó de todas maneras. No supo si le dolió más el golpe o la pequeña electrocución. Soltando un quejido, Ranko cayó, dando algunas vueltas por el impulso de la patada recibida, y se hundió en el agua.

”¡Concéntrate, Ranko! ¡Concéntrate! ¡Eres buena en esto! ¡Demuéstralo!” Tomó el kunai con sus dientes y comenzó a hacer sellos en lo que nadaba hacia abajo. ”¡Una vez más! ¡Doton, doryūheki!”

Tocó el fondo mientras flexionaba las piernas y concentraba chakra en ellas, transfiriéndolo a la tierra debajo del agua. Un segundo muro de tierra surgió bajo sus pies, y Ranko aprovechó la velocidad a la que la pared se creaba para moverse hacia la superficie con ella. Cuando el muro estuvo completo, la chica se impulsó del extremo superior del muro, ganando velocidad extra en dirección al lugar donde estaba Rōga. Una vez rota la superficie, utilizaría su chakra para dar un salto desde el agua. Si Rōga no seguía en el mismo lugar, quedaría a la defensiva, tomando de nuevo el kunai de su boca. Si él seguía allí, aprovecharía el impulso para asestarle un rodillazo al mentón con la diestra. Éste conectara o no, apoyaría el pie izquierdo sobre su pecho y le daría una patada con la planta de la diestra, alejándose unos metros de él con una pirueta hacia atrás.

—¡Hakuto no tōhi! —exclamaría si llevaba a cabo la segunda patada.

Al estar de pie, en guardia, haya llevado a cabo el combo o no, intentaría decir algo, pero no se concentraría lo suficiente, así que la primera idea que apareciese en su cabeza saldría de su boca.

—¿C-cuál es tu animal favorito? —dijo de la nada.

Cayó al agua, cómo se lo esperaba. Intentó salir, cómo se lo esperaba. "Maldita sea." ¿Por qué estaba molesto entonces? Porque la velocidad a la cuál lo hizo le había arruinado su estrategia. "No es bueno que me quede aquí." Le bastó ver algo de la sombra acercarse a la superficie para decidir dar tres saltos hacia atrás, alejándose un metro con cada uno del sitio donde estaba antes. No quería llevarse una mala sorpresa de su oponente, pero aún así no podría seguir con su seguidilla de acciones cómo lo planeó desde un inicio. "Ella tira y jala demasiado, no puedo encadenar y mantener un ritmo fijo." No le divertía.

Para cuando ella saliese del agua, vería al Yotsuki enseñando las garras. No bajaba la guardia un sólo segundo, ni siquiera cuando ella rompió el hielo con su pregunta, ante la cuál sonrío ampliamente mostrando la dentadura. No le parecía absurda aquella interrogante, al contrario, era la oportunidad perfecta para lucirse cómo sólo el sabía.

—Cómo mi nombre, cómo mis ataques. Mi inspiración son los lobos—. alternó ambas manos de su pose de batalla, alzando esta vez la zurda y retrayendo la diestra. —Yo no necesito apodos ni llamamientos especiales para adornar, porque algún día todos han de reconocer el aullido de Rey Colmillo de Lobo~.

”Oh, así que así se escribe su nombre…”

El que Rōga contestara en un tono serio la tranquilizó, pues había pensado que él se burlaría de su pregunta. Su ceño parecía querer desafiar al peliazul, mas su sonrisa delataba sus ánimos positivos. En su mente, Ranko soltaba gritos de emoción. El aura imaginaria que cubría al chico ahora tomaba una forma definida, y era de hecho algo similar a lo que fantaseaba con Kuumi: Rōga era un lobo. Ranko, un conejo.

”¡AAAAH! ¡Tiene una meta similar a la mía! ¡Qué emoción que lo mío no sea el sueño tonto de una niña tonta! No, no te emociones demasiado, Ranko. ¡Míralo! Es tan decidido, no como tú… ¡Pues más razón, entonces! ¡Lo superaré algún día! ¡Y luego superaré a Kuumi!”

Ranko guardó su kunai mientras veía a Rōga tomar la posición de batalla que había adoptado al inicio de la pelea. La chica, por su parte, adoptó la misma que su clon había tomado. La emoción le llenaba, y sintió que no podía dejarse vencer por la timidez de siempre.

—Gra-gracias por… por enfrentarse a mí, Kingu-san —comenzó, intentando idear una estrategia, a pesar de lo limitado de sus opciones —. Será muy… gratificante cuando la… La Princesa Conejo venza al Rey Lobo.

En ese momento, Ranko no se sentía Ranko. Se sentía cien veces más poderosa. Y si Rōga resultaba doscientas veces más fuerte de lo que parecía, ella se aseguraría de entrenar trescientas veces más. No sabía de dónde salía esa convicción, y luego se arrepentiría y se avergonzaría de sus palabras. ”¡Qué ridículo debí de haber sonado!” pensaría. Pero no en ese momento. Aunque fuese solo una kunoichi con prácticamente cero experiencia, con una habilidad en ninjutsu cerca de nula, sin logro alguno en su pechera, aquélla era una historia para no olvidar: su primer combate emocionante, en un lugar en ruinas, contra alguien que aseguraba sería un ninja grandioso.

En ese momento, Ranko se sentía una leyenda.

—¿Pu-puedo hacer… una pregunta más, Kingu-san? —La Ranko interna gritaba de emoción y en tono de regaño a la vez. ”¡Noooo! ¡Se molestará si dices eso! ¡No lo hagas, aunque haga todo mucho más emocionante!” La pose del Hakuto no mai se tensó, preparándse —. ¿Los lobos cazan o bailan?

—Es Kiiiiiinnngg— Siseó con los dientes apretados para corregirle la pronunciación a la muchacha, aunque luego de eso río levemente hasta romper en carcajadas cuando ella cometió la osadía de decir no sólo que iba a ganarle, sino que iba hacerlo humillándolo y pasar por encima de su nombre ostentando un título probablemente autoimpuesto por ella misma. —¿Dónde tenías esas agallas escondidas? ¿EH, EH?— No estaba enojado, al contrario, sonreía porque estaba disfrutándolo mucho mientras su mirada estaba clavada en ella, aunque no pudiese apreciarse bien a través de los cristales de las gafas militares. —Valientes palabras viniendo de mi futuro almuerzo— Continuó con la metáfora de los animales.

—¿Pu-puedo hacer… una pregunta más, Kingu-san? — El Yotsuki se relamió el labio superior, expectante. —. ¿Los lobos cazan o bailan?

Y esa fue la gota que derramó el vaso.

—El baile se acaba cuando me aburro de jugar con la presa.

Su mano izquierda formuló el sello de carnero, y de pronto él ya no estaría parado ante Ranko. Quizás vería un camino de agua salpicando frente a ella, pero probablemente para cuando cayera en cuenta de esto, el Lobo estaría a su lado, propinándole un codazo cargado con una ingente cantidad de chakra eléctrico en el costado izquierdo de su cuerpo.

—¡Elbow!— Sería lo único que tendría que decir cuando encajara su codo derecho en ella.

Sin embargo, aquello acarrearía consecuencias severas para el Yotsuki. No le importó con tal de poner un remate a aquella pelea, pero cuando sintiese los efectos sobre su cuerpo se arrepentiría demasiado tarde. Se había forzado más de lo normal, gastando la mitad de sus reservas de chakra de una tajada, por lo que ni siquiera sería capaz de mantenerse en la superficie. Sus pies se hundirían, y caería al agua. Braceraría de mala manera, con tal de mantener la cabeza a flote, pero sería imposible salir para pararse de nuevo. "¡Verga!" Maldecir en voz alta probablemente le haría tragar agua.

Eso mismo se preguntaría Ranko días después: ¿de dónde había sacado valor para hablar así? Tal vez era la actitud de Rōga, tan confiada e intensa, la que le inspiraba a ser un poquito más así.

—¡L-lo siento! ¡No me sale ese sonido! —Se disculpó, sin perder su posición.

Creía estar preparada para repeler y contraatacar cualquier movimiento de su contrincante, a excepción de jutsus Raiton. Sin embargo, su sonrisa, aquella tímida y desafiante a la vez, se desvaneció cuando Rōga desapareció. Mucho después, se daría cuenta de que ya había visto esa técnica, aunque desconocía su nombre, en los entrenamientos con su madre. Pero en ese momento, quedó atónita ante el jutsu.

”¡No…!”

Instintivamente, giró la cabeza, buscando a su contrincante. Apenas lo vio con el rabillo del ojo. Su codo estaba cubierto de relámpagos. El tiempo se detuvo, o al menos la adrenalina le hizo sentir eso.

Recordó, en un instante, todas las prácticas con su madre. Recordó cómo la había motivado a levantarse siempre, a retarse a sí misma, a golpear con la última gota de energía que tuviera.

”Es aquí. Aquí y así es como surgen los héroes. Justo en el momento en el que están a punto de perder. ¡Vamos, Ranko! ¡Conviértete en una heroína! ¡A la de ya! ¡Hachimon tonkō! ¡Hachimon tonkō! ¡Kaimon!

Pero su cuerpo no reaccionó. Tenía que reaccionar, ¿no? Tenía que abrir la primera puerta. Tenía que voltearse a la velocidad del rayo y bloquear la técnica de Rōga. Tenía que demostrar que era más fuerte. Tenía que hacerlo.

”¡HACHIMON...!”

”No estás lista.”

El dolor del impacto contundente y eléctrico de la técnica del peliazul apagó la voz de su madre. Ranko gritó mientras la electricidad recorría su cuerpo, dañandole hasta el alma. El golpe la lanzó hacia un lado, despegándola del suelo. En lo que caía, vio a su madre, levantando el muñón de un brazo ausente. Vio a su hermana, rompiendo su brazo. Vio a su padre, ajustándole las ventas del brazo cuando ella estuvo en el hospital.

Vio una montaña alzarse, con todos los que conocía en la punta, y ella en la parte más baja y más oscura.

Cuando cayó al agua, sus pensamientos se limpiaron un poco. Vio a su madre, enseñándole las primeras posturas del Hakuto no Mai, aun cuando seguía convaleciente. Vio a su hermana, retándola y animándola a patear más fuerte. Vio a su padre, ajustándole los protectores de cuero en sus brazos. Vio su propia mano, saliendo del agua para sostenerse de la superficie con chakra.

Se sentía como un barril de pólvora con una mecha mojada. Su espíritu podría haber seguido si su cuerpo no hubiese estado a punto de caer rendido. Dio gracias a los dioses por poder controlar el chakra a un nivel suficiente como para caminar sobre el agua. Se arrastró, concentrando chakra a lo largo de su cuerpo, y sacó el torso al aire.

Alcanzó a ver cómo Rōga se hundía hasta el cuello. No supo si pensar si había sido a propósito o no. Tal vez le había dado un calambre, tal vez estaba pensando hacer un ataque acuático para acabar definitivamente con la chica. Sentía que Rōga era arrogante, mas no sabía aún si era malvado o no.

Tan rápido como el dolor le permitía, Ranko se incorporó, encorvada y cojeando del lado donde le había golpeado el peliazul. Anduvo unos pasos antes de detenerse para respirar. Sus pies se hundían unos centímetros en la superficie, pues le costaba un poco concentrar el chakra.

—¿E-está… está bien, Ki-Kin…? —Alcanzó a preguntar apenas, antes de que su pierna cediera y cayera con esa rodilla contra el agua. Le costaba un poco respirar.

”Rayos… Rayos, rayos, rayos… Si Kingu-san es un ninja vengativo de Uzushiogakure que busca atacar Kusagakure… creo que esta es una pésima posición para mí… Pero él no lo es, ¿verdad?”

Intentaría acercársele y, de ser posible, ayudarlo a mantenerse a flote, aunque lentamente y con el cuerpo muy adolorido. No se le había olvidado que el chico podía nadar, solo no sabía cuál era su problema, o por qué de repente había caído.