Geki observó como la kunoichi se iba perdiendo a la distancia mientras sus colores se iban mimetizando con el del entrono hasta desaparecer. Los jovenes quedaron solos en frente de aquel enorme y oscuro bosque. Un frío viento peinaba los arboles y los hacía aullar de manera espectral acompañado de otros sonidos que nos se podían identificar bien, pero Yota le quitó el protagonismo a la naturaleza.

— Bueno, ahora empieza lo bueno — Pero antes de venirnos demasiado arriba, deberíamos buscar algún sitio en el que refugiarnos.

Los consejos del genin le parecían bastantes sensatos a Geki. Aunque, sinceramente, no tenía idea de nada por no haber pasado nunca fuera de una casa. Llevó la mano al mentón por si le venía alguna idea a la mente para aportar.


— Bueno, ¿por donde quieres empezar a buscar?

Le preguntó Yota.

— Estoy totalmente de acuerdo con lo de buscar un refugio, también podríamos a hacer una fogata si reuniéramos leña seca. Pero no conozco mucho estos bosques. Se lamentó Geki por no poder decir mucho más.

— ¿Tú hiciste la prueba aquí? Creo que eres el más apto para decidir por dónde ir, estoy seguro que has tenido muchas más oportunidades que yo de pasar por aquí y tienes la experiencia de tu prueba.

Apretó los dientes un poco y entre cerro los ojos, los nervios lo llevaron a rascarse la nunca automáticamente y le dedicó una sonrisa a Yota. Geki pensaba que había quedado como un inútil y tal vez en aquella situación lo era.

— Estoy totalmente de acuerdo con lo de buscar un refugio, también podríamos a hacer una fogata si reuniéramos leña seca. Pero no conozco mucho estos bosques.

— ¿Tú hiciste la prueba aquí? Creo que eres el más apto para decidir por dónde ir, estoy seguro que has tenido muchas más oportunidades que yo de pasar por aquí y tienes la experiencia de tu prueba.

Desde luego, aquello sería lo fácil y lo más práctico. A pesar de no poder lucir una basta experiencia como shinobi, si tenía más que el Senju. Pero el muchacho estaba pasando por alto.

— En efecto, la hice en este bosque. Y probablemente tengas razón, a fin de cuentas hace poco que saliste de la academia, algo que yo hice hace ya dos años sin embargo... — siempre había un pero — esta es tu prueba, no la mía. Yo estoy aquí para echarte una mano, vas a tener que ser tu el que vaya tomando las decisiones

En otras palabras. Iba a ser Geki quién decidiese donde teníamos que ir, qué teníamos que hacer, como debíamos enfrentarnos a los peligros con los que nos fuésemos topando. Era Senju Geki el que iba a tener que hacer de cabeza pensante y evitar que pereciéramos en el intento. En cuento a mí, yo estaba allí para cuando las cosas se torcieran, poder estrechar una mano amigo al inexperimentado gennin.

— Así que tu dirás qué es lo que quieres que hagamos

La respuesta de Yota había puesto en su lugar a Geki, no podía olvidar que esta prueba era la suya y de nadie más. Había aceptado el compromiso y lo menos que podía hacer era intentarlo. Al menos tenía la ayuda de Yota, eso ya era de celebrar.
Suspiró para cambiar de aire y se incorporó, aquellas palabras no lo iban a desanimar

—¿Sabes? tienes razón — Le contestó al otro genin—Y la verdad te agradezco que me acompañes.

Pensó un poco más y observó al rededor. El boque invitaba a pasar.

—Vayamos por ese sendero.

Su mano indicaba un lugar con poca espesura, aunque no parecía un camino hecho y derecho los arboles que lo rodeaban no interferían la posibilidad de que caminaran por el mismo, parecía transitable. La luna estaba alta y funcionaba como un farol natural, iluminando la noche.

—Espero encontremos algún lugar para guarecernos. Cerró y subió sus brazos hasta su cabeza para apoyar la nuca en sus manos, comenzarían a caminar cuando Yota lo dispusiera.

— Vale, por ahí iremos entonces

El muchacho había escogido una especie de camino rudimentario, algo que se asemejaba a un sendero, aunque en realidad no lo fuese. Pues simplemente la maleza había dibujado aquel camino. el chico tenía la fe puesta en el hecho de haber tomado una sabia decisión.

— ¡Esperemos que si, chaval! digo, como me lleves a la madriguera de qué sé yo, te juro que te arrano las pelotas

Era divertido ver como replicaba aquel jodido animal encima de mi cabeza. Al parecer no terminaba de fiarse del criterio del chico. en realidad la idea de ir de cabeza a uno de los muchos peligros que escondía aquel bosque me resultaba incluso tentadora. Osea, ver como podría reaccionar el Senju.

— Vamos, vamos, seguro que no pasa nada de lo que preocuparse

Trataba de calmar los ánimos de mis acompañantes. enemistarse ya de buenas a primeras no era la mejor de las ideas. Seguía necesitando que Geki se fiase de Kumopansa y viceversa.

"— ¡Esperemos que si, chaval! digo, como me lleves a la madriguera de qué sé yo, te juro que te arrano las pelotas"

Le reclamó el arácnido con ímpetu a Geki, que dio un paso atrás poniendo sus manos por delante debido al tono y a la sorpresa que le había provocado. En su cara se dibujo una mirada juzgadora mezclada con mal humor "¿Pero qué se cree este insecto negro? seguro que si entramos en una madriguera los otros animales huirían al verle" dijo para sí mismo mientras sostenía la vista unos segundos.

— ¡JAJA! no te preocupes amiga mía— Entonó medio nervioso — He salido de peores.

Al terminar la frase Geki le regaló una sonrisa a sus compañeros y les indicó que los siguieran mientras se adentraba en aquella especie de pasillo, sin saber bien hacia dónde conducía. Era importante resguardarse, sobre todo por el tema del frío.

— ¡JAJA! no te preocupes amiga mía— Entonó medio nervioso — He salido de peores.

Pese a que el Senju trató de reducir la tensión vi en su rostro algo así como ¿odio? no me había gustado aquella reacción, a pesar de que podía entenderla, Kumopansa en ocasiones era extremadamente desagradable e inoportuna.

— Bien, resueltas vuestras, podemos seguir adelante

Kumopansa se limitó a asentir en mi cabeza y Geki a avanzar por aquella especie de camino improvisado en el que íbamos a tener que hacer uso de kunais para abrirnos camino con tal de que la maleza no se clavase en nuestros cuerpos de vez en cuando.

Caminamos durante unos pocos minutos para de nuevo escuchar el gemido de algún que otro animal, sin embargo parecía estar lejos y, después, llegamos a lo que parecía ser un pequeño claro que daba con una pared de roca vertical. Quizás estábamos hablando de 10 metros de altura y en la mitad, osea sobre los 5 metros de altura, se abría una entrada en la roca.

— Vaya, eso tiene buena pinta

Le di un par de golpecitos suaves en el brazo al Senju y después señale con la mano aquella entrada.

Yota llamó la atención de Geki que le redireccionó la mirada hacia una cueva en medio de una piedra bastante vertical. Hacía unos minutos que ya estaban abriéndose paso por la espesura del bosque. El Senju observó el hueco, parecía buena protección contra alguna inclemencia del clima

—Emmm… Si...— Titubeó, al pensar que podía ser el hogar de algún animal grade. Luego de eso dio unos pasos y quebró una rama cercana de aproximadamente medio metro. Algunos pájaros salieron volando por el sacudón del árbol. Acto seguido abrió la mochila, sacó un trozo de tela, lo mojo en un liquido que despedía un olor fuerte y al final lo envolvió en la punta del palo.

—Por ahora esto nos servirá para dar luz — Mientras lo encendía con un mechero —La podemos usar por un tiempo limitado, luego se apaga. Tengo para hacer hasta 3 de estas. La tela en la punta del palo hizo combustión al tocar la llama del mechero y se encendió un fuego, de tonalidades que iban desde el amarillo hasta el rojo, pero donde predominaba el lila en la flama.


La antorcha tenía una luz cálida, bastante clara, despedía poco calor pero si un humo negro que tenía un aroma a hollín bastante fuerte. Geki la observo un momento, mientras que aquello se espejaba en sus ojos, le volvió la mirada a Yota y le estiró el brazo con la antorcha ofreciendosela. —¿La llevas tú o la llevo yo? Si quieres la llevo yo — Recogió de nuevo el brazo —Pero tú vas primero en la fila hacia la cueva. Cerró los ojos y apretó la cara, como si estuviera esperando que le dieran una ostia, que, aunque nadie iba a golpearlo, una respuesta negativa de Yota a ese pedido podía ser de lo más parecido a una.

Geki no estaba muy convencido con la idea. Acobardado ante la soledad que ofrecía la noche en aquel lugar. Quizás estaba empezando a pensar que se había equivocado al aceptar mi invitación. No obstante hizo de tripas corazón, tomando una rama de un árbol cercano y, después de hurgar en su mochila, creó una antorcha improvisada. Aquella fue una buena idea y así lo expresé en mi rostro, mostrando gratitud.

—Por ahora esto nos servirá para dar luz — Mientras lo encendía con un mechero —La podemos usar por un tiempo limitado, luego se apaga. Tengo para hacer hasta 3 de estas.

— Oh, genial, genial

Pero entonces la extendió hacia mi en una nueva muestra de debilidad y miedo.

—¿La llevas tú o la llevo yo? Si quieres la llevo yo — Recogió de nuevo el brazo —Pero tú vas primero en la fila hacia la cueva.

El tipo cerró los ojos temiéndose lo peor.

— No, gracias. La llevarás tu y yo te cubriré. Vamos

Encaré la pared de piedra y, aplicando chakra en la suela de las sandalias empecé a escalar hasta llegar a la entrada de aquella cueva.

Para cuando llegase Geki, iluminando el interior, la humedad de su interior nos golpearía la frente a ambos, pero no se alcanzaba a escuchar nada peligroso. Bueno ni peligroso ni nada que no lo fuera. Simplemente silencio.

Geki se desinfló boquiabierto mientras escuchaba las palabras de Yota y no le quedó otra que aceptar el trato —De acuerdo. Respondió sin mostrar mucho entusiasmo pero se sintió un poco más aliviado al ver que el otro shinobi caminaba primero hacia la boca de la cueva.

El Senju lo siguió e de igual manera concentró chacra en los pies para escalar. La antorcha iluminaba bien a un rango corto, aquel circulo naranja lo acompañó hasta llegar a la entrada de la cueva. Pero el instrumento lumínico le jugaría una mala pasada, ya que cuando acostumbrase sus ojos a la luz artificial le dificultaría ver en la oscuridad sin ella o por lo menos por un corto lapso de tiempo.

Geki se detuvo al lado de Yota. La cueva olía a humedad y moho, algunas gotas caían del techo y hacían rechistar a la antorcha en un "tsss" cada tanto. La luz, no llegaba a iluminar la finalización de la cueva.

—Yota — Intentó llamar la atención del otro en un susurro fuerte —¿Crees que deberíamos ir hasta el fondo? Dijo manteniendo el mismo tono de voz.

El joven shinobi no estaba seguro de seguir avanzando, cómodamente podrían quedarse sentados allí, pero si hubiera algo en el interior podría tomarlos por sorpresa, quizá lo mejor era investigar.

Al tipo le llevó su tiempo lo de tomar una decisión y hacer frente a la oscuridad de aquella cueva, pero finalmente se posó a mi lado, de nuevo con más inquietudes.

—¿Crees que deberíamos ir hasta el fondo?

Suspiré con cierta pesadez.

— Geki... ¿Eso fue una pregunta? — dije, mientras hacia un gesto con la mano para que avanzase hacia el interior.

Desde luego, el tipo era necesario, ya que él tenía la luz en su mano y, sin su ayuda acabaría empotrandome contra alguna de las paredes. así pues, ambos avanzamos por aquella galería que debo decir, era bastante ancha y plana. Había alguna que otra roca perdida por en medio pero nada raro. Ni siquiera los ruidos y rugidos que se habían escuchado en el exterior hacía un rato.

No nos llevó demasiado llegar hasta el final de la gruta, dejando un pequeño cubiculo ideal para descansar pero de pronto se me ocurrió algo.

— Oye, ¿qué tal si vas a buscar un poco de madera? Podríamos hacer una hoguera allí y comer algo

Mi dedo señalaba una especie de cuenca en el que podríamos depositar los troncos y formar la hoguera.

Geki caminó iluminando la cueva por cada paso que daba, estaba bastante amena e invitaba a descansar allí al menos por un rato. El genin, que había pasado un poco de la incertidumbre al asombro, veía maravillado como la naturaleza había formado aquel lugar, o de qué manera. Pero le inquietaba un poco el perfecto nido que podía ser.

"Oye, ¿qué tal si vas a buscar un poco de madera? Podríamos hacer una hoguera allí y comer algo"

—Tienes razón, ahí es buen lugar.

Geki tomó la antorcha con más fuerza y la clavó entre dos piedras en medio de la cueva. La luz, era tenue hacia la entrada, pero lo suficiente como para no tropezar con nada.

Así que en un giro suave, siguió el camino hacia la salida nuevamente, acompañado del anaranjado de las paredes mientras se apagaba en la salida.

En la boca de la cueva se detuvo un momento, el golpe frío del viento lo trajo a tierra de nuevo y lo hizo soplarse las manos con el vapor de su respiración para calentarlas. Tenía la mirada perdida, aunque en su cabeza aún conservaba la idea de que su objetivo era encontrar madera.

Comenzó a bajar por la pared de piedra, caminando, ayudado por el chakra concentrado en la planta de sus pies. Y se dirigió al conjunto de árboles más cercanos a la cueva. Casi como automatizado empezó a buscar ramas entre la espesura, sabía que las que habían caído estarían más secas que si las arrancaba del mismo árbol y de a poco fue creando una montañita de palos de madera que luego trasladaría hacia dentro.

— Genial, yo me quedaré aquí vigilando que nadie nos robe la antorcha... Llévate a Kumopansa, para que te cubra las espaldas de ser necesario

Pude percibir el descontento en la mirada del arácnido, pero esta no rechisto. Sabia bien cual sería mi respuesta de hacerlo. Así que ambos salieron de la cueva y fueron a buscar entre los árboles de alguna que otra rama caída que poder usar para encender la dichosa hoguera con la que calentarnos durante la noche y poder comer algo calentito.

El animal, al contrario de lo que haría conmigo, no se subió a la chepa del Senju, sino que caminaba por la hierba y cuando Geki se acuclillaba para coger la madera que se iba encontrando, esta se posaba en los troncos de los árboles cotejando que no había peligros cercanos.

Todo parecía ir como esperaban hasta que un sospechoso silbido los sorprendió por la espalda...

— ¡Agachate!

El aviso de Kumopansa estaba bien infundado, un kunai volaba en dirección a la espalda del gennin y si no hacia nada por remediarlo, acabaría clavándose en su hombro. Detrás de entre los arboles surgieron dos figuras adultas, una masculina y una femenina, ambos sujetando un kunai con su mano, jugando con la anilla del arma, dandole vueltas con una sueva y sutil movimiento de su respectivo dedo índice.

¡Agachate!

La voz repentina de Kumopansa alertó al genin, que, en un rápido movimiento soltó las troncos que estaba recogiendo y se dejó caer, quedando con su cuerpo cerca del piso, solo sus brazos separaban por centímetros su rostro de la tierra. Un sonido a golpe en en el árbol frente a él le hizo levantar la mirada, un kunai había sido lanzado a su posición, pero gracias al llamado de atención del arácnido, no había acertado en él, sino que se incrustó en la madera.

La imagen le hizo apretar los dientes y un calor corrió por su cuerpo. Tomó dos de los palos que estaba recogiendo, uno en cada mano, estos no alcanzaban ni al medio metro. Empujando con sus brazos se puso de pie, en una posición de combate.

Dos personas habían aparecido de la nada *¿Y estos quiénes son?* se preguntó, aunque hubiera querido hacerle la interrogante a ellos, pero sus dientes seguían herméticamente pegados, como si la adrenalina hubiera trabado su mandíbula. Tampoco encontraba sentido entablar una conversación con alguien que lo había intentado asesinar de la nada.

De seguro sería una ventaja pelear junto a Kumopansa en el bosque, pero no podía arriesgarse a enfrentarse a estos tipos los dos solos, no podían subestimarlos, dado el hecho que podrían estar a costumbrados a atacar gente en entre los árboles. Tenían que avisarle a Yota de alguna manera.

Geki, sin pensarlo ni un segundo más, lanzó el palo en su mano derecha hacia el hombre y el de la izquierda hacia la mujer. Su objetivo no era hacer mucho daño, sino que los uso como distracción mientras que él de un salto largo intentó llegar lo más lejos posible y lo más al medio del descampado que estaba en frente a la cueva que pudiera.

La idea del joven Senju habría sido perfecta. No solo pudo actuar a tiempo ante la alerta de Kumopansa, sino que además pudo pensar con rapidez una idea que habría sido de lo más sensata si su idea principal era avisar a su compañero que aguardaba en el interior de la cueva. Lanzar el par de ramas fue una buena idea para ganar tiempo, aunque obviamente aquel par de malhechores esquivaron con suma facilidad.

Pero hubo algo que falló en la idea de Geki. Se había olvidado de Kumopansa que se había quedado mirando a los atacantes con rabia. Aquello les dejaba en una situación, aunque algunos pensarían que ventajosa, pero en realidad era delicada. El senju había quedado acorralado entre la roca y los propios atacantes, que reían al ver como previsiblemente tenía la cosa bajo control, pero Kumopansa habían quedado al otro lado de aquellos dos, por su espalda. Y lo que era peor, ni rastro de Yota.

— ¡Eh, sacos de mierda, os voy a partir los piños! — bufó el arácnido desde su posición con seguridad.

¿Qué haría en esa situación el Senju? Las risas de sus ahora enemigos inundaban sus oídos ante la amenaza de aquella araña, mientras empuñaban un nuevo kunai cada uno. el hombre, de espaldas al Senju, observando la araña, y la chica de cara a Geki.

—¡KUMOPANSA VE A LA CUEVA! — Vociferó el genin, que entendía que si Yota era advertido tendrían más posibilidades de vencer. La incertidumbre le invadía mientras miraba a aquellas personas. Mordía su labio para poder pensar que hacer.

Sacó un kunai y lo colocó en frente de sí para intentar protegerse, su mente corría a mil por hora, al igual que su sangre. Él y la araña tenían que tratar de encontrar el hueco justo para que pudiera acercarse a la cueva para lograr su cometido. Pero estos tipos parecían estar entrenados al esquivar con facilidad su primer ataque. El genin volvió a romper el silencio, pero esta vez con un volumen más calmo, aunque sus palabras estaban teñidas de enojo.

—¿Qué quieren? — Dijo, con los ojos clavados en los enemigos, estos tampoco disimulaban muy bien los sentimientos del joven, que, apareciendo debajo de un ceño fruncido dejaban en evidencia el enfado. Lentamente pero inconsciente, subía el kunai casi a la altura de la vista. El metal frío se había calentado de estar en la mano del Senju, quizá por el mismo calor que él trasmitía.

—¿Qué buscan? — Intimó de nuevo, ya dejándose llevar por su nerviosismo, por su impaciencia o por la suma de las dos que podrían estar brotando de un genin inexperiente, enfrentándose en su primer desafío.

Pero no podía excederse de los limites, tenía que estar concentrado. Una de sus cartas sería Yota y el factor sorpresa de que no contaran con la presencia de un tercero, pero para que eso funcionara deberían tener una coordinación prácticamente milimétrica con el arácnido.

Se volvió a morder el labio en la misma zona, seguro le haría una herida que provocaría sangre, pero no más de la que podría correr aquella noche si no procedía con cuidado.