Claro que Emiko se voltearía, si Noemi tenía una mueca que no venía a cuento con la conversación así que si no lo hacía la rubia terminaría por mirarle extrañada.

El lado positivo era que buena parte del mensaje que Datsue había escrito lo había logrado borrar, aunque no totalmente y por suerte el Uchiha logró agacharse a tiempo para no ser visto o todo se iría al garete. ~Primero el calvo y ahora tú… ~Pensaba la kunoichi mientras se rascaba ligeramente la nuca.

A final de cuentas, la conversación regresó a su rumbo original aunque no como Noemi se esperaba, la mujer terminó por desmentir lo que dijeron en la posada y por ende no podría ahondar demasiado en ese asunto, por lo menos no en ese mismo instante.

—Entiendo. —Fue lo único que atinó a responder la rubia en lo que apoyaba la espalda contra el respaldo de la silla y se cruzaba de brazos.

Quería buscar alguna otra pregunta para hacerle a la mujer, algo que sea realmente útil o que sirva para que se deje por si sola en evidencia pero le resultaba imposible, por lo menos en ese mismo instante puesto que le soltaron una pregunta que no se esperaba en lo más mínimo pero que pronto supo cómo responder.

—Me temo que no, no hemos conseguido absolutamente nada de la escena y hasta el momento no hemos conseguido cooperación de prácticamente nadie. —Respondió algo fastidiada. —Lo único que podríamos decir es que fue alguien que lo odiaba. —Agregó casi al instante, tras lo cual terminó por suspirar.

Sin más que hacer, la rubia se levantó de la silla y posó la mirada en los ojos de la contraria. —Supongo que es todo, le agradezco su cooperación. —Sentenció en lo que se acercaba a la puerta de entrada.

Las palabras de la anciana habían retumbado en la cabeza del calvo hasta el punto de tener que abrir los ojos como platos para denotar la sorpresa que tenía en ese momento. Casi caída del cielo la mujer tenía el conocimiento necesario para poner fin a la estadía en ese lugar. El problema ahora era que no sabía si sonreir o poner cara de asco ante tanta inmundicia que emanaba la señora. A pesar de estar contento tenía una contradicción interna de si irse corriendo o entregarse a las ansias de curiosidad y conocimiento y permanecer soportando el olor.

Ahora sentía un poco de pena por la mujer, finalmente era de buena fe y Karamaru la había hecho caminar y gastar sus energías. Pero escucho con atención solamente para dar una respuesta obvia.

Lo vi.

Hace dos noches, con una botella en la mano y borracho.

El asesino.

Tenían el testigo que para la inocencia de Karamaru en ningún momento tuvo en duda su credibilidad. Se lo podría estar estado inventando que el calvo había caído derechito. ¿Pero quién viene a decir que vio al culpable de un crimen sin decir un nombre?

Y el asesino era....

Manteniendo la calma y la esperanza Karamaru soportaba en silencio ese olor para el bien del grupo y el pueblo. Imaginaba ese momento en el que pudiese ver la cara de sorpresa de los de Taki al decir que sabía quién era el perseguido.

La mujer esbozó una sonrisa cuando Noemi le agradeció las molestias de responder a sus preguntas.

—Ha sido un placer —dijo, acompañándola por el pasillo y estirando la mano hasta el picaporte…




Datsue, por otro lado, ya había rodeado la casa, con el corazón en un puño por haber rozado el ridículo. Ser pillado espiando por una ventana y con un mensaje como el que había dejado no era, por así decirlo, empezar con muy buen pie su relación con Noemi.

—¡Falsa alarma, Karamaru! —exclamó. Fue entonces cuando se percató de que estaba hablando con una anciana. Iba a preguntar, extrañado, pero entonces escuchó tras su espalda una puerta abriéndose…




… Cuando Emiko le abrió la puerta a Noemi, la kunoichi pudo ver a Datsue en la calle, a apenas unos metros de la entrada y girando la cabeza hacia ella al oírla salir. También vio a Karamaru, un poco más alejado, que parecía conversar con una anciana con la espalda exageradamente encorvada y un palo que le servía de bastón. Ella negaba con la cabeza…




... La respuesta a la ansiada pregunta de Karamaru fue una simple negación con la cabeza.

—Ay, hijo… Si tuviera tus ojos… Pero los míos ya no son lo que eran —Negó nuevamente—. No, hijo. No vi quien era. Ojalá. Solo sé que el muy desgraciado pasó por ahí de madrugada —la anciana señaló con el palo la calle de en frente a su casa—, y poco más tardes calle abajo, tirando una botella en mi jardín. ¿Crees que hay derecho? —le agarró del brazo y le clavó las uñas. Parecía a punto de llorar—. ¿Qué una pobre anciana como yo tenga que soportar estas cosas?




—¿Y este chico tan guapo? —comentó Emiko, posando una mano sobre el hombro de Noemi.

Datsue se puso colorado nada más oírla. Tenía una manera de mirarle, una belleza exótica que no se podía medir con ninguna palabra.

—B-bueno, yo… Jeje. Soy Datsue. Uchiha Datsue, a su servicio —pudo balbucear finalmente, haciendo una florida reverencia.

A Emiko pareció gustarle la respuesta, pues enseñó los dientes.

—¿Has venido también a interrogarme? —preguntó, pronunciando la última palabra con un matiz distinto que Datsue no supo identificar.

—Bueno, yo… —miró a Noemi—. Creo que con las preguntas que mi compañera le hizo serán suficientes.

—Oh, pero al menos pasarás a tomar el té, ¿no?

—Esto… —Datsue no sabía cómo salir de aquel atolladero. No sabía si quería salir—. Verá, es que tenemos que interrogar todavía a más personas. Quizá más tar…

Datsue no pudo terminar la frase. Emiko acababa de acercarse hasta él y pasarle un brazo tras la espalda, empujándole hacia la entrada.

—Vamos, vamos. Por un té no te vas a morir. —Sonrió—. Y queda mucho día para poder interrogar, ¿no?

Datsue había tenido algo muy claro desde niño: cuando decía que no, era que no.

—Bueno, supongo que por un té no pasará nada...

Pero ya no era un niño, y que una joven tan guapa como aquella se lo pidiese tan amablemente cambiaba la perspectiva que tenía uno sobre el no.

—¡Genial! Lo voy preparando… —dijo Emiko, que entró en su hogar dejando la puerta abierta.

Datsue se acercó a Noemi y bajó la voz.

—¿Has conseguido sacar algo de ella? —preguntó, muy serio, como si todavía le preocupase aquel caso del asesinato. Como si de verdad pensase que aquella chica tan hermosa y amable pudiese ser una asesina—. Oye, Karamaru y tú podríais ir a interrogar a Arashi. Para ir adelantando trabajo, digo. Yo me tomo el dichoso té de un trago y os alcanzo en seguida.

No le servía de nada seguir hablando con aquella mujer, no iba a decir nada ni siquiera tocaría temas relacionados a la infidelidad así que si quería llegar a ello tendría que hacerlo desde algún otro ángulo, puede que el borracho les diera todas las respuestas que necesitaban y tal pero bien que primero tenían que conseguirse la cooperación del mismo.

Noemi estaba dispuesta a cruzarse toda la aldea para llegar a la casa del tal Arashi, pero una mano se posó sobre su hombro a lo cual por mero reflejo respondió volteándose para ver a la mujer con la que había estado hablando.

—Es… —Comenzó la kunoichi que se vio interrumpida por su propio compañero.

En situaciones normales la rubia no se hubiese ni mosqueado ante aquella conversación que mantenían, pero hasta cierto punto le incomodaba el hecho de que una mujer acusada de haber sido infiel lo volviese idiota, para empeorar las cosas, ¡Noemi estaba ahí! ¡Parada frente a él!

Pero vale, la otra fémina le estaba insistiendo y hasta quería arrastrarlo para que entrase, acciones que no hacía falta aclarar que se veían sospechosas, después de todo el Uchiha tenía toda la pinta de ser menor de edad así que algo tenía planeado para con él. Por suerte se las ingenió para separarse y soltarle un par de preguntas a la rubia que tenía cara de pocos amigos a estas alturas.

—No dijo nada realmente, siquiera pude sacarle nada sobre la infidelidad y no parece muy dolida por la pérdida. —Respondió la Senju cruzada de brazos y con la mirada en la puerta abierta.

A lo siguiente que el chico le dijo sencillamente asintió, aunque tenía que aceptar que no le gustaba mucho la idea de volver a estar sola con el calvo ese por cómo le había respondido la última vez pero lo dejaría pasar… Tal vez. ~¡No me fío una mierda de esa tía! ~Pensaba más que convencida que algo importante pasaría en la dichosa casa.

Y por estos pensamientos, la kunoichi comenzó a caminar en dirección a la casa de Arashi, pero en cuanto escuchara la puerta cerrarse se devolvería para asomarse por alguna ventana como Datsue lo había hecho, solo para asegurarse que no pase nada extraño allí dentro. Sí, no le iba a dejar hacer de las suyas tan fácilmente al chico ese.

Inservible. Esa era la única palabra con la que se podía describir el testimonio de esa anciana, total y completamente inservible. Uno no tiene que crear falsas esperanzas en los corazones de la gente. La sonrisa de Karamaru se borró de su rostro y ahora solo pensaba en como sacarse a la mujer de encima.

Los dos de Taki habían hecho presencia, una saliendo de la casa y el otro corriendo como un nene que se había mandado una. Se podría decir que hasta había sido cómico el momento en que ambos cruzaron la mirada, el calvo no sabía el por qué pero le había causado gracia.

Tras el grito sin sentido del "¡Falsa Alarma!" el pelado se tenía que tratar de sacar a la encorvada lo más amable y rápidamente posible.

Juro que la entiendo- le dijo sacandole la mano y sus uñas de su brazo- No tenía ningún derecho a hacer eso, pero créame que lo vamos a agarrar.

Gracias por la información, ahora si me disculpa...

Karamaru había escuchado una palabra mientras hablaba: té. Y fue por eso que se alejó de la anciana y se acercó a los de Taki. Palabra de uno y palabra de otra y el calvo se les acercaba. Por los movimientos de cada uno parecía que los habían invitado a tomar algo dentro, y un buen té nunca se rechazaba.

¡Todos a por una taza de té!- exclamó.

Tomo a ambos por el cuello con sus brazos, posandolos arriba de sus hombros, y los fue llevando para el lado de adentro con una sonrisa en su cara.

En pleno intercambio de información entre Noemi y Datsue, Karamaru apareció por la espalda, gritando a pleno pulmón con una felicidad repentina, y rodeó a ambos con los brazos para conducirles hasta el interior de la casa. En caso de la kunoichi, por segunda vez.

¿Pero qué cojones se ha fumado éste ahora? Después tengo que preguntarle la receta… pensó Datsue, no del todo cómodo con que le empujasen de aquella forma. Sin embargo, mantuvo la compostura, por el bien de la misión.

Emiko pareció sorprenderse, si es que alzar una ceja contaba como eso. A su vez, y como si tuviese vida aparte, su boca esbozó una sonrisa.

—Holaa —dijo, a Karamaru—. ¿Y tú quién eres? —pregunto con voz de terciopelo. Acto seguido, colocó tres tacitas de té por cada invitado en la mesa, con su platillo correspondiente—. Tomad asiento, por favor. —Tomó una tetera y rellenó las tres tazas con un líquido humeante de color miel. Luego, colocó una taza para sí misma y la rellenó también, dejando la tetera en el centro de la mesa y sentándose.

Cruzó las manos bajo su barbilla y les miró con dulzura. Especialmente a Karamaru y Datsue…

~¿¡Me vas a interrumpir TODO el puto tiempo!? ~La rubia se estaba hartando de que ese maldito calvo apareciera cada vez que está en algo serio y de la peor manera, primero pidiendo disculpas por algo en lo que él solito la cagó y ahora para arrastrarla contra su propia voluntad para tomarse un té que ya había rechazado antes.

¡No tiene sentido! Y a Noemi no le gusta tener que aguantar cosas de este estilo así que intentó librarse pero cuando se quiso acordar allí estaba, sentada una vez más frente a la mesa dentro de la casa de Emiko en la que pudo notar un curioso cambio de actitud.

~Ya veo por donde va la cosa… ~Razonó en silencio aunque su cara dejaba en claro la molestia que sentía por estar allí sentada nuevamente.

Era sencillo según la kunoichi, aquella mujer estaba feliz de estar rodeada de hombre y por ello no le negó nada a Karamaru además de haberle dedicado un dichoso cumplido a Datsue, cosa de “seducirlo” puesto que el físico le ayudaba pero venga. ¿Datsue guapo? Es un jodido niño.

Pero vale, lo único que la de Taki hizo fue mantenerse en silencio y cruzada de brazos en su lugar, lugar que le fue impuesto por parte de un calvo demasiado feliz y que le estaba cayendo cada vez peor.

Dejando el frío y a la anciana detrás Karamaru se adentraba a la casa de Emiko para abrazar con todas las ganas el calor que se encontraba allí dentro. Estaba dispuesto a perder un poco de tiempo si había un té de por medio, después de todo, ninguno de los de Taki le podía decir algo. A él le hicieron perder toda una noche y ni siquiera los había molestado. O sí, depende los puntos de vista.

El calvo tomó asiento rápidamente y espero en silencio la llagada de las tazas y la tetera, un silencio incómodo que esperaba que algunos de sus acompañantes hablara. Pero no lo hicieron. Segundos después le dueña del hogar llegó con lo que había ofrecido.

Mi nombre es Karamaru, un placer.

Inclinó la cabeza hacia adelante, tanto como saludo como agradecimiento, y tomó con ambas la taza que ya comenzaba a a tomar temperatura.

Usted es la esposa de Arashi, ¿Verdad?

Lamento que una mujer tan hermosa esté con un hombre de sus características. Seguro que no le debe de gustar mucho que ande siempre con alcohol en la mano ¿Verdad?

El monje se apoyo sobre el respaldo y mientras le daba un sorbo al té le guiño un ojo a Datsue. Estaba casi seguro que las mujeres no notarían pero tenía que hacerle entender al shinobi que, en realidad, no estaba tratando ningún tipo de insinuación.

Datsue, con cierta sorpresa por el descaro de Karamaru, se apresuró en tomar un buen sorbo de té para aislarse en cierta medida del ambiente tenso que a buen seguro había generado aquella pregunta. Entonces, vio como Karamaru le guiñaba un ojo, pero algo raro le pasaba…




… La sonrisa que había formado Karamaru se le quedó congelada en el rostro, y el guiño que había hecho con un ojo no parecía querer abrirse de nuevo, quedando en una extraña posición intermedia. De pronto, se sintió extrañamente adormecido, como si llevase años sin dormir y le hubiesen inyectado en vena litros de anestesia.

Los brazos y piernas cada vez le pesaban más, no era capaz de emitir más sonido que el de un simple gruñido y la cabeza le resultaba cada vez más ligera. De pronto, cayó al suelo, inconsciente.




—¡Pero qué cojones! —exclamó Datsue, levantándose de un salto—Pe-ro… qué… cojonnnes…

¡Plaf! Datsue cayó como un saco de patatas, inerte.




Emiko le dedicó una sonrisa tierna a Noemi, como el de una madre le dedicaría a su hija. Luego, extrajo una larga aguja que le servía para hacer el moño en su peinado, una aguja que pronto Noemi pudo ver que era demasiado afilada y fina para servir a ese propósito. O al menos no solo a ese.

—Son todos iguales, ¿verdad? —dijo, con voz melosa—. No te preocupes. Yo me encargo de ellos.

En un inicio todo parecía alegría para los shinobis y Emiko, no tan así para Noemi que estaba sentada allí en contra de su propia voluntad. Incluso era bastante sospechoso que la mujer insistiera con ese dichoso té que la rubia al menos ya había rechazado alguna vez pero ahí frente a ella descansaba una taza que ni siquiera se atrevió a tocar.

Los dos compañeros del sexo masculino de la fémina finalmente probaron aquella sustancia que parecía inofensiva, pero claro, sospechosa de asesinatos y tal metió algo en el té, alguna especie de veneno o somnífero, con un poco de suerte la segunda y Noemi… Suspiró pesadamente, casi como si se esperase tal cosa.

—Triste pero cierto. —Reafirmó la de Taki mientras rebuscaba algo en su portaobjetos.

Cara a cara con la asesina, sola porque tenía un par de idiotas por compañeros. Agradable situación, ¿verdad? ~Y lo sabían, era una sospechosa de homicidio… ~Pensaba más que fastidiada la kunoichi mientras sacaba del extenso portaobjetos que traía para hacerlos levitar por encima de sus manos.

Claro, si no hubiese visto la aguja esa y la fémina no hubiese dicho semejante cosa probablemente no los habría sacado, después de todo estaba pensando seriamente el sacar el cepillo para su cabello.

—Y… ¿Qué te parece si los dejas ahí? Parecen cómodos. —Soltó con serenidad la de Taki, no parecía intimidada por la contraria.

—¿Qué fue? ¿Veneno, somnífero, algún paralizante? —Agregó esperando que Emiko cooperara, después de todo estaba frente a una kunoichi, no un hombre con erección descontroladas.


PV: –

CK: – –

Inventario:
—Bandana Ninja
—Portaobjetos Grande
—Wakizashi x1
—Shuriken x6 (3 levitando)
—Paquete de 5 senbon

Emiko pareció retroceder un paso, asustada ante la visión de armas flotantes.

—¿No lo comprendes? Ese chico —señaló a Datsue, todavía inconsciente—. Vi lo que te escribía en la ventana… Y ese de ahí —señaló a Karamaru—, cómo te empujaba y obligaba a entrar en mi casa. ¿No ves que todos quieren lo mismo? Quieren que seas de su propiedad. Y si haces algo que les disgusta, entonces…

La mano que tenía libre subió lentamente hacia su rostro. Empezó a arañarse un lateral… Más que arañarse, parecía estar arrancándose la piel. La máscara de maquillaje que le cubría la cara cayó al suelo, dejando al descubierto su verdadero rostro…

… Un rostro con la boca rajada de oreja a oreja. La herida, completamente abierta, ni siquiera había empezado a cicatrizar, haciendo que pareciese que sonreía, mostrando todos sus dientes.

Una sonrisa de oreja a oreja.

—… entonces te marcan de por vida, y ya nadie se volverá a fijar en ti. ¿Crees que te quieren por tu interior? —se carcajeó, divertida—. Hace tiempo pensaba que sí, pero no podría estar más equivocada.

La mano que sujetaba la aguja descendió hasta el vaso de té y revolvió con el alfiler el líquido, todavía humeante.

—Deja que me encargue de ellos. Deja que erradique de la faz de la tierra este germen llamado hombre.

¿Qué era lo sorprendente? Que esa mujer que Noemi tenía delante fuese la verdadera responsable de todo definitivamente no lo era. Para nada, por el contrario, era obvio y se lo esperaba nada más que sus compañeros eran demasiado… Hombres, para sospechar aunque sea un poco de aquella mujer y claro, terminaron tragándose las drogas o lo que sea que hayan echado en el té. Y ahora… Curiosamente dependían de ella.

—Claro que lo sé, ¿me has mirado? ¡Soy perfecta! —Fue lo primero que respondió con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.

Estaba frente a una asesina, cierto, pero el ego de la kunoichi estaba muy por encima de TODO eso y por ello podía darse esa clase de lujos y muchos más. Eso sí, considerando que tenía un jutsu en ejecución no se movía ni un milímetro de allí y sus manos permanecían estáticas, lo que sí, la contraria no tenía por qué saber de este detallito y de todas formas la de Taki tenía un truco bajo la manga por si las cosas se le iban de las manos.

—Mira podrás ser la… —Más hermosa, eso pensaba decir pero el grotesco espectáculo que le tocó presenciar la dejaron sin palabras momentáneamente.

~¿Era necesario que se sacara la cara… En mi cara…? ~Se preguntó a si misma Noemi que hasta tuvo una ligera arcada por lo que acababa de ver. Y no era para menos, ¡se acababan de sacar la cara frente a ella! Oh y los shurikens que levitaban al piso cayeron.

—Mira… Todos los hombres piensan igual y sé que es un hecho el que te usen y luego te desechan, en especial cuando… Bueno, muchas veces es cuando empiezas a arrugarte, te salen canas o cuando lo que les gustaba se empieza a “caer”. —A esa última palabra la acompañó con un gesto de ambas manos, claras comillas. Además que se la notaba ciertamente incómoda. —Y no sé tú, pero yo por lo menos pretendía hacer exactamente lo mismo con este pelmazo. —Explicó refiriéndose al pobre Datsue que allí seguía echado.

Después de todo, así había sido educada en la casa Sakamoto, dentro de Takigakure donde los residentes eran sinónimo de perfección, o eso era lo que más anhelaban.

Pero aquello no venía a cuento así que Noemi se levantó de su bendita silla y desenfundó la katana ya que si los shurikens le habían intimidado, una katana debería ser suficiente para dejarla paralizada del miedo o algo así se esperaba ella.

—Lo importante ahora es que eres un peligro para todos y… Por mucho que me gustaría deshacerme del calvo, probablemente también intentes matar al otro que si me interesa así que lo lamento mucho pero no puedo dejarte libre así porque sí. —Y con eso… Con un poco de suerte que la rubia se esperaba tener lograría zafarse de peleas y dramas aparte, además que con un poco de suerte podría exponerla al resto del pueblo y que no terminasen por culparla a ella de nada.

A estas alturas había que ser sumamente precavidos... Uno nunca sabe cuando algún estúpido te culpará por haber matado y hecho lo mismo que el asesino del... Cagado.

—¡Tú no lo entiendes! —chilló, fuera de sí, tras la perorata de Noemi—. Pero no te preocupes, sé cómo hacer para que entres en razón —ladeó la cabeza hacia un lado, y su sonrisa de carne podrida se volvió todavía más siniestra si cabe—. ¡TE RAJARÉ LA BOCA COMO HICIERON CONMIGO! ¡ENTONCES ENTENDERÁS LA NATURALEZA DE LOS HOMBRES!


Saltó encima de la mesa con cierta gracia, al menos para tratarse de una civil común y corriente y no una kunoichi, y acto seguido se abalanzó sobre Noemi y trató de apuñalarla en el cuello con el alfiler que sujetaba en la diestra. Todo mientras no paraba de chillar como una loca, haciendo caso omiso a la katana que sujetaba la rubia frente a ella.

~Venga Noemi, ya lo has hecho muchas veces en los entrenamientos, no cuesta nada. ~Se dijo a sí misma en un intento por no perder la calma al ver como esa mujer le saltaba encima con toda la intención del mundo de herirla si no llegaba a matarla como lo había hecho con Ryoma.

Para colmo lo que esa mujer quería era dañarle el rostro, su hermoso y bien formado rostro que le había asegurado el favor de muchos del sexo masculino y algunos del sexo femenino. En otras palabras, estaba jugando con una de las cosas que más importaban a la kunoichi en conjunto con su cabello y su bien proporcionado cuerpo.

Puesto que la mujer había decidido saltar por encima de la mesa y Noemi había retrocedido lo suyo, con un hábil movimiento de pies y brazos en conjunto con algo de chakra concentrado en la katana, estableció contacto entre la aguja y la katana para justamente tras un pequeño giro intentar desarmar a la contraria. Con un poco de suerte lo lograría, aunque había que aceptar que la rubia prefería no verse obligada a luchar cuerpo a cuerpo por el temor que tenía a llevarse una herida o golpe que pudiera dejarle alguna marca en su perfecto ser.

Si lo lograba, intentaría mantenerla a raya con la katana y esperaría a que alguno de los shinobis despertasen… Después de todo no era tan estúpida como para matar a esa homicida sin tener a algún pueblerino de su parte o las cosas podrían terminar muy mal para los shinobis.


PV: –

CK: – –


Inventario:
—Bandana Ninja
—Portaobjetos Grande
—Wakizashi x1
—Shuriken x3 –

—Paquete de 5 senbon

El fino alfiler que sujetaba Emiko salió volando dando vueltas sobre sí mismo hasta estrellarse en uno de los ventanales y caer al suelo con un tintineo metálico. Desarmada, los ojos de la mujer no hicieron otra cosa que brillar con más peligro. Sus pupilas se desviaron hacia la taza de té de Noemi, intacta sobre la mesa, y sus pequeñas y delicadas manos la atraparon al instante después.

Con un rápido movimiento, tiró el contenido hacia la cara de Noemi y, una vez vacía, la estrelló con fuerza contra el canto de la mesa, partiendo la taza por la mitad y obteniendo una nueva posible arma. Un arma irrisoria contra una katana, cierto. A no ser que su objetivo no fuese Noemi…

… Se tiró encima del cuerpo dormido de Datsue, le levantó la barbilla con una mano para estirar su cuello y acto seguido su otra mano —la que sujetaba la tacita de té rota—, cayó en picado hacia la arteria carótida del pobre Uchiha, ajeno a todo lo que pasaba.

—¡¡¡MUEEEEREEEEEEEE!!!