—Nadie te dará cuartelillo en cuanto te encuentres cara a cara con un enemigo

Esa parte era obvia, era la frase de sensei, venía en el manual de sensei en el capitulo de abusar brutalmente de tu pobre alumna. Hana apartó la mirada entre avergonzada y algo molesta. Se sentó al lado de Eri descansando de las diversas hostias que le había dado la Uzumaki, le dolía casi todo el cuerpo y eso que solo le había dado un par de veces. Hasta le dolía la mano con la que había golpeado a la pelirroja.

— Solo quiero que estés preparada y no te pase nada malo.

Hana no pudo hacer más que suspirar y bajar la mirada, ahora sintiendose avergonzada y culpable.

— Lo sé, Eri-sensei, es que... — apretó el puño frente a sí misma y después lo relajó — No sé, tampoco he hecho gran cosa, ni destaco en nada. Te he dado el golpe que me has dejado y el resto ha sido yo volando de un lado para otro.

Estaba algo desinflada, a pesar de saber que iba a ser así desde el principio, es decir, se estaba pegando con una Jounin, no había mucho más que hacer que recibir. Debía tomarlo como aspiración y entrenar más, pero ¿cómo? Si tenía un Kekkei Genkai que no le podía enseñar nadie y un elemento que prácticamente era destruirlo todo sin usar el cerebro.

—¿Hay algo más que quieras mostrarme?

— ... — abrió la boca para decir algo, pero acabó por negar con la cabeza.

— Lo sé, Eri-sensei, es que... — apretó el puño frente a sí misma y después lo relajó — No sé, tampoco he hecho gran cosa, ni destaco en nada. Te he dado el golpe que me has dejado y el resto ha sido yo volando de un lado para otro.

—¡Por eso no te preocupes! —exclamó, y luego soltó una risa, dándole palmaditas en la espalda—. Acabas de salir de la academia, yo cuando salí no sabía hacer más que una técnica de elemento rayo, así que, con un poco de entrenamiento, seguro que destacarás con el Yoton.

Aquella vez, cuando le guiñó el ojo, no fue como amenaza, sino como algo más de camaradería entre pupila y alumna.

Pero Hana no parecía muy cómoda con aquello, así que simplemente suspiró y creyó que era lo mejor terminar aquel día allí, sin minar más la moral de la pobre Himura. «Sigo pensando que ser su sensei no es algo apropiado.» Torció el gesto al pensarlo, pero no quiso decirlo en voz alta. No quería desilusionarla.

Pero, ¿desilusionarla de qué?

—Dejémoslo por hoy —dijo la pelirroja, levantándose—. Quedamos dentro de dos semanas, aquí, a la misma hora que hoy, ¿vale? —preguntó, para ver si tenía disponibilidad.

—¡Por eso no te preocupes! Acabas de salir de la academia, yo cuando salí no sabía hacer más que una técnica de elemento rayo, así que, con un poco de entrenamiento, seguro que destacarás con el Yoton.

El tono alto de Eri, después de la seriedad con la que había estado toda la mañana, la asustó, pero rápidamente se dio cuenta de que la Uzumaki estaba intentando animarla. Sonrió cuando la vio guiñarle el ojo, era tan raro para Hana ver a la jounin guiñándole el ojo que no pudo evitar olvidarse un poco de lo inútil que era.

— Sí, lo entiendo. Intentaré no desanimarme demasiado. — contestó la rubia con media sonrisa, por mucho que lo intentase, la derrota le sabía algo amarga.

—Dejémoslo por hoy. Quedamos dentro de dos semanas, aquí, a la misma hora que hoy, ¿vale?

La genin asintió.

— Muy bien, Eri-sensei. Aquí estaré.

Dos semanas, pensó Hana, ¿qué podía hacer en dos semanas?