— ¡H-Hey! ¿Estás bien? — dijo preocupada al ver como tosía sin cesar aunque poco después recupero la compostura

— Que es una daga también, si le das a la primera gema que está incrustada se convierte en una daga, ¡pero no le des! No se puede deshacer. Tendrías que romperla y repararla después. — replicó algo molesta y sonrojada por aquella involuntaria tos; aunque ambas no supiera que aquello último no fue por la falta de aire.

— ¿Eeeeh? ¿¡Que dices!? — añadió completamente sorprendida, y ahora cogiendo aquella pinza de pelo con un cuidado entre sus manos que resultaba casi cómico.

— ¡H-Hey! ¿Estás bien?

— Sí, sí, solo... algo que no ha entrado donde debía. — tranquilizó Hana a su compañera

— ¿Eeeeh? ¿¡Que dices!?

— Es una idea que me dio un amigo herrero que tengo, de hecho, creo que tú le conoces. Me dijo que le habías hablado de mí, se llama Reiji. Pero es algo que deberías usar como último recurso, ya sabes, si estás indefensa o no puedes llevar armas. Quiero centrarme más en el sigilo que en la pelea abierta, ya que no duraría mucho en combate. Claro que ahora estamos en un torneo así que no creo que me sirva de mucho. — acabó con una risa nerviosa, intentando ocultar lo que sentía tras una bomba de humo de palabras.

No sabía si separarse de Ren para intentar volver a poner su cabeza en orden, porque en el fondo lo que quería era acercarse más, abrazarla y sentir que estaba ahí, que era real y que era ella. Pero no quería que ella se sintiese incomoda, y ya Hana estaba incomoda solo de pensarlo no quería saber como se podría sentir Ren si de repente se le echaba encima... otra vez.

— Es una idea que me dio un amigo herrero que tengo, de hecho, creo que tú le conoces. Me dijo que le habías hablado de mí, se llama Reiji. Pero es algo que deberías usar como último recurso, ya sabes, si estás indefensa o no puedes llevar armas. Quiero centrarme más en el sigilo que en la pelea abierta, ya que no duraría mucho en combate. Claro que ahora estamos en un torneo así que no creo que me sirva de mucho. — acabó con una risa nerviosa, intentando ocultar lo que sentía tras una bomba de humo de palabras.

— ¿Reiji? Me suena ese nombre — respondió pensativa llevándose una mano a la boca indecisa, mientras con la otra seguía sosteniendo ligeramente alejada aquel adorno. — Bueno en cualquier caso tiene que ser super útil. Piensa que te obligan a dejar tus armas fuera; llevarías una oculta sin que nadie lo supiera. Y aun así quien sabe, puede que si que te llegue a servir en una pelea abierta, no lo sabrás hasta que llegue el momento, pienso yo — ahora le prestó de nuevo atención a aquel accesorio de pelo, para devolverle la mirada a Hana de nuevo. — [color=royalblue]En fin ¿que quieres que hagamos? Para un día que libramos las dos y que además coincidimos, deberíamos aprovecharlo.

Añadió una tierna sonrisa, similar a la de un niño de apenas un par de años.

— En fin ¿que quieres que hagamos? Para un día que libramos las dos y que además coincidimos, deberíamos aprovecharlo.

La pregunta cayó muy mal en la mente nublada de Hana, ¿que qué quería que hiciesen? Quería acercarse, que sus pieles hiciesen contacto, sentir la suavidad de su cuello, con los dedos, con los labios... Negó repetidamente con la cabeza, que rápidamente volvió al plan inicial, como si se hubiese reseteado.

— Había pensado en visitar un poco todo el lugar y comer por ahí, si te parece bien. Pero nada de acercarnos a ninguna cabaña de juegos esta vez. — propuso Hana

Miraba hacia otro lado, incapaz de mantener la mirada en Ren con la cabeza como la tenía, y se había llevado la mano a los mechones sueltos que ahora le caían por todas partes, pues le había dado su horquilla a la morena.

— Había pensado en visitar un poco todo el lugar y comer por ahí, si te parece bien. Pero nada de acercarnos a ninguna cabaña de juegos esta vez. — propuso Hana

No pudo evitar soltar una corta y tonta risa al recordar el por qué de dicho comentario; pero no quiso seguir molestandola, ya había tenido suficiente y tampoco era plan de montar una escena o acabar en una pelea desagradable. Prácticamente acababan de llegar, y si tenían que estar varias semanas juntas, no sería agradable que se desviaran continuamente las miradas por los pasillos.

— De acuerdo, pues lo dejo en tu mano; la última vez tuviste buen ojo, así que seguro que vuelves a acertar

«Y vuelve a ser una experiencia igual de agradable»

— De acuerdo, pues lo dejo en tu mano; la última vez tuviste buen ojo, así que seguro que vuelves a acertar

— ¿Qué? Nononononono, te toca a ti. Que la última vez elegí yo donde comer. Tú eliges donde comer y yo el postre. Ese es el trato, Ren-chan, no se puede cambiar. — negó en rotundo Hana.

La última vez había tenido que decidir ella porque Ren se defendió en que "tardaría mucho en decidirse". Esta vez no tenía tal excusa, iba a tirarse semanas metida allí, podía tardar todas las horas que quisiese en encontrar un sitio que la convenciese. Y ahí estaría la uzujin para reirse de ella de forma cariñosa al verla indecisa y perdida. Solo de pensar en lo adorable que tiene que ser le salía una sonrisilla tierna.

— ¿Qué? Nononononono, te toca a ti. Que la última vez elegí yo donde comer. Tú eliges donde comer y yo el postre. Ese es el trato, Ren-chan, no se puede cambiar. — negó en rotundo Hana.

Ren frunció el ceño en respuesta, intentando hacer memoria de los pocos lugares por los que había pasado cuando iba al comedor, la sala común, su habitación o donde entrenaba. Todos estos lugares estaban bastante cercanos los unos de los otros, por los que aparte de unos pasillos, poco más podía ver; y los ANBUS que la acompañaron, no la dejaron moverse con libertad. Nanashi le dijo expresamente que no tenía ningun problema con que ella fuera, pero que a la mínima que diera problemas, que se sintieran con total libertad de devolverla en el mismo tren si hacía falta.

— Demos entonces una vuelta, y a ver que encontramos supongo... —dijo corriendo la puerta, sin un rumbo determinado.

— Demos entonces una vuelta, y a ver que encontramos supongo...

Hana le contestó con una sonrisa.

— Vale. — salió tras Ren, agarrandola de la mano y tirando de ella en dirección a la ciudad, con un andar rápido fruto de su alegría, al fin y al cabo, iba a pasar otro día con Ren.

En cuanto pusieron un pie en la ciudad, fuera ya de la zona residencial reservada a los ninjas, les detuvo una voz.

— ¡Hana-chan! — el llamamiento fue seguido de unos pasos acelerados, Hana giró la cabeza para ver a un chico rubio vestido con una camisa amarilla chillona de manga corta con el logotipo de un samurai carmesí dibujado en el pecho, unos pantalones cortos de color negro y unas chanclas de gomaspuma.

No podía haber indumentaria más despreocupada ni que denotase más que era un turista y no un residente de aquellos dojos. Hana reaccionó al momento, devolviendole una sonrisa y apretando con fuerza la mano de Ren para evitar, si a ésta se le ocurría intentarlo, que se soltase.

— ¡Jiro-kun! — la rubia saludó con su mano libre pero no se movió del sitio, y Jiro no tardó en estar a dos pasos de ellas y detenerse a conversar. — ¿Como que ya estás aquí?

— En realidad llevamos aquí varias semanas, con toda la tensión que hay estos días el viejo prefirió hacer el viaje antes de que todas las miradas estuviesen puestas en los dojos. Supongo que vosotras acabais de llegar. — dijo echandole una mirada a Ren y a las manos entrelazadas de ambas. — Yo ya me conozco un poco esto, si queréis...

— No. — cortó Hana en un gesto maleducado e impropio de ella. — Quiero decir, bueno... — quiso rectificar pero sin saber muy bien como decirle que Ren era suya y solo suya y que no quería más compañía en aquel momento, ni guía ni hostias.

Se avergonzó levemente y apartó la mirada, lo cual Jiro malinterpretó por completo.

— Oh. Ooooohhh. Vaya, entiendo. — su sonrisa cambió a una triste y en su mirada se veía una profunda decepción. — No sabía... Pensaba que te gustaban los chicos, supongo que supuse de más en el festival.

— ¿Qué? No es eso, Ren-chan y yo somos como hermanas. — esta vez se giró a la morena. — ¿No?

No sabía qué estaba diciendo a esas alturas. No sabía qué había supuesto Jiro, pero entre Ren y ella no había nada de eso, es más, ni siquiera sabía qué era eso. Ni sabía si soportaría saberlo o se le freiría el cerebro de pensarlo. Toda su vida había vivido en una inocencia y en una suerte de mentalidad simplona que no le daba problemas y ahora con Ren todo se estaba complicando a ritmos agigantados, tenía que procesar cosas que nunca se había imaginado que sentiría.

— Las dos compartimos apellido y no tenemos familia así que, bueno, cogimos confianza, supongo, y le pregunté si podía tratarla como a una hermana. — cerró la boca al darse cuenta de que estaba dando explicaciones que no le había pedido nadie.

Apretó de nuevo el agarre con Ren para pedirle ayuda, si volvía a abrir la boca volvería a liarla

Ren sintió el fuerte apretón de manos como si intentara cortarle el flujo sanguineo, seguramente porque no se lo esperaba, pero realmente la sorprendió. Miró sus manos un muy ligeramente asustada por la reacción de Hana y dejó que la conversación entre ellos fluyera hasta que se dirigieran a ella.

Antes de mediar palabra, para poder aceptar una guía gratuita, Hana lo negó en rotundo; minutos antes ambas coincidian en estar completamente perdidas en aquel lugar, y ahora que tenían la opción de conocerlo, Hana no quería aquella ayuda. Confundida decidió callar para otorgarles más espacio. Mencionaron algo sobre lo tenso que estaba la situación actual, y comprendió entonces el porque aquellos ANBU la guiaron, pero para alguien como ella que solo le interesaban sus series y mangas, no tenía conocimientos de lo acontecido. Más tarde le preguntaría a Hana quien parecía saber algo de la situación y también sobre un festival, eso siempre era divertido ¿no?.

— Oh. Ooooohhh. Vaya, entiendo. — su sonrisa cambió a una triste y en su mirada se veía una profunda decepción. — No sabía... Pensaba que te gustaban los chicos, supongo que supuse de más en el festival.

— ¿Qué? No es eso, Ren-chan y yo somos como hermanas. — esta vez se giró a la morena. — ¿No?

— Si, es una historia un poco curiosa— añadió sonriente.

— Las dos compartimos apellido y no tenemos familia así que, bueno, cogimos confianza, supongo, y le pregunté si podía tratarla como a una hermana. —y acto seguido, volvió a darle un apretón, que por suerte para Hana; si esta vez estuvo lo suficientemente avispada como para comprenderlo.

— Es algo así como un día de hermanas; así que lo siento pero hoy es toda mía — rió.

— Es algo así como un día de hermanas; así que lo siento pero hoy es toda mía

Hana no añadió nada, sorprendida por la respuesta de Ren, no esperaba que la morena entendiese lo que intentaba decirle tan solo con un apretón ni que usase esas palabras para hacerlo. La rubia decidió que el suelo era la mar de interesante para quedarse un rato mirandolo, sonrojada por la intervención de su hermana. Toda suya.

— Oh, bueno, perdón por interrumpiros, entonces. Ya nos veremos otro día, suerte a ambas en el torneo. — Jiro se despidió, marchándose por donde había venido.

La kunoichi de Uzushiogakure no se relajó hasta que no lo vio desaparecer doblando una esquina.

— Pues, ¿donde quieres ir, Ren-chan? — preguntó Hana intentando cambiar de tema haciéndose la loca.

Miró alrededor pero aún estaban demasiado lejos del centro para que hubiese nada interesante, tendrían que andar un rato más pero esperó a que Ren dijese a donde y emprendiese la marcha.

Ya que Hana no respondió a la despedida, lo hizo Ren por ambas con la mano que tenía libre.

— Uuuuhm... ¿Te molesta ese chico? — comenzaron a caminar, mientras la amejin describía una larga mirada algo preocupada por la reacción de Hana; pero algo llamó su atención. — ¡Oh, vayamos allí! Tengo algo de hambre, y ha pasado mucho tiempo ¡Seguro que tienes cosas interesantes que contarme! — señalo ilusionada a unas escaleras que subían entre dos negocios.

Sobre esta, se podía leer un cartel "Fideos del Señor" con dos espadas cruzadas tras las letras; se trataría de un local de comida tradicional, pero tenía espadas en el cartel, y los samurais tenían espadas; todo lo demás podía ser irrelevante y/u obviado por Ren. Pese a la mala impresión de la "entrada" tras cruzar la puerta al subir las escaleras, se veía un local bastante acogedor. Las mesas estaban ancladas al suelo y en mitad de estas había un pequeño receptáculo metálico para si se quería hacer un estofado o algo a la parrilla, no tenia sillas, en su lugar eran como pequeños sofás también anclados, con una leve altitud entre unas mesas y otras para hacerlo más intimo. A la izquierda de la entrada, la barra llegaba casi hasta el final del rectangular local, para hacer un giro hacia la pared; donde una larga estantería con cientos de botellas adornaban y resaltaban sobre la madera. Tras esta, se encontraría la cocina, por la que servían las comidas que no se preparaban sobre las mesas mediante una ventana sobre la mitad.

— Uuuuhm... ¿Te molesta ese chico?

Hana negó rápidamente pensando en qué cantidad de malinterpretación estaba despertando tanto en Ren como en Jiro con su actitud.

— No, es un chico que conocí en el festival de los Cerezos. Es solo que no quería que nadie se metiese, para un día que puedo pasar contigo, aunque no sepamos nada de este lugar, prefiero perderme contigo a que nos acompañe alguien. No sé si me explico. — pero poco importó si se explicaba o no, porque Ren ya había visto un sitio al que ir.

¡Oh, vayamos allí! Tengo algo de hambre, y ha pasado mucho tiempo ¡Seguro que tienes cosas interesantes que contarme!

Hasta Hana podía empezar a ver la relación en las cosas que le gustaban a Ren. Básicamente se podía resumir en espadas y samurais. Soltó una risilla al ver lo simple y predecible que era su hermana y lo mucho que le tranquilizaba ver que no había cambiado. La siguió al interior de aquel lugar, que bien podía haber sido una carnicería o la guarida de una mafia que usaban principalmente espadas, pero Ren se metió de cabeza.

Aunque el lugar era bastante acogedor, que tanto las mesas como los sillones estuviesen anclados al suelo perturbaba un poco a la rubia. Hana esperó a que Ren eligiese donde sentarse.

— Vas a tener que ser la que elija todo a partir de ahora, tienes buen ojo para estas cosas. — confesó Hana con algo de sarcasmo y algo de sinceridad, pero con una sonrisa de oreja a oreja.

Varios de los asientos ya estaban ocupados, y la barra estaba igual excepto por uno o dos que no estaban juntos entre ellos. Sin soltar su mano, y al dar un par de pasos, un chico bastante alto vestido entero de negro pero muy formal, les hizo un suave gesto con la mano para llamar su atención.

— Hay un sitio que se acaba de quedar libre al fondo, podeís sentaros allí si os parece bien. — añadió con un tono amable y jovial para acompañarlas hasta sus asientos. Ren asintió, y una vez tomaron asiento, este joven hizo un agill gesto para dejarles varias cartas del menú que estaban sobre la barra cercana a su mesa. — Cuando os decidáis, avisadme.

Y con la misma elegancia que vino, se marcho; Ren no soltó la mirada sobre él en ningún momento. Si era tenía aquel cartel y ese nombre ¿porqué no iban vestidos de samurais o todo era más tradicional? Aunque la comida en su mayoría lo era segun lo que se podía leer en la carta; pero desde luego, aquel lugar no daba esa sensación. En parte se sintió engañada, por lo que volteó la cabeza mirando a la calle desde la ventana; pero Hana estaba feliz, así que eso era lo que importaba ¿no?

— Cuando os decidáis, avisadme.

— Muy bien, muchas gracias. — contestó Hana al ver a su compañera absorta.

Cogió la carta e hizo como que la miraba, cuando toda su atención estaba en la morena. Ren miraba al camarero con clara decepción en su rostro, después echó un vistazo al lugar, casi podía oirla imaginarse el interior lleno de armaduras y katanas por todas partes y hermosos lienzos con atardeceres y dos figuras retandose a un duelo samurai. Y después estaba la realidad, solo era un restaurante normal.

A pesar de que era lo más adorable que Hana había visto en meses, también le daba algo de pena ver lo decepcionada que estaba. Posó delicadamente su mano sobre la de la morena.

— Si quieres vamos a otro sitio, alguno más... samuraiano. Seguro que hay algún lugar donde corten los ingredientes delante tuyo con largos cuchillos. — le dijo Hana en un volumen bajo y con una sonrisa.

Cuando está la cogió de la mano, la devolvió a la realidad desde sus pensamientos. Bajo la mirada para luego mirar a Hana.

— N-No, es igual. A-Aquí se esta bién — añadió avergonzada para coger una carta, pasando varias hojas de adelante atrás durante un rato. No tenía muy claro que pedir, pero al menos el postre ya lo tenía decidido cuando vio la foto de un enorme pastel de queso.

— ¿Que tomareís de bebida? — el camarero volvió, con una pequeña libreta dispuesto a apuntar las comandas.

— Oh yo... Uuuhm... — volvió a retroceder algunas páginas. — Me gustaría un refresco de naranja

Tras asentir, a lo que ambas le dijeran, se marcharía nuevamente. Ren seguiría sin decidirse, mirando todos y cada una de las comidas apoyándose en una mano e inclinada pegando la cabeza a la ventana.