— ¡Eh! ¿Tú eres la más fuerte de aquí, no? —

Chika asintió amargamente, sintiendo que Ren iba a decir algo y otra vez la habían interrumpido para pelear. Al girarse a la voz encontró... a una niña. Su expresión cambió a una preocupada.

— Sí, ¿por qué? ¿Necesitas que encuentre a tu mamá? No deberías andar sola por aquí.

Saltó al momento a ponerse de pie y acercarse a la chica, que supuso que se había perdido.

— ¿¡M-Mi m-mama!? — respondió incrédula. Su rostro de tez pálida y algo rosado se había vuelto casi por completo rojo de la vergüenza y la ira. Sobre todo de la vergüenza. — ¡N-No necesito que me ayudes a encontrar a mi mami, quiero pelear! ¡Pelear, pelear! ¡Te voy a ganar, te voy a pulverizar!

Protestaba apretando los puños, cerrando los ojos y encorvándose un poco hacia delante de la rabia. Su tono de voz aniñado, así como su actitud y tamaño, no ayudaban en nada a tomarla en serio. La muchacha miraba a Chika con una mirada más que decidida y de enfado todavía con un sonrojo en sus mejillas. Aquello de que la confundieran con una niña pequeña le pasaba mucho más de lo que podía admitir.

Ren maldijo su propia suerte, parecía que no iba a poder descansar debidamente antes de volver a empuñar el arma para sus entrenamientos. Ver un poco de acción no le importaba, pero tras aquel hombre que casi la aplasta volando y posteriormente otro al que le destrozó el brazo con facilidad...

— N-No creo que debas enfrentarte a ella, ¿has visto a los dos últimos? Poco más y...

— ¡Tú te callas, no creas que por tener el pecho más grande tienes derecho a mandarme!

— ¡Pero serás mal educada, tus padres deberían atarte con correa para que no te escapes del parque! — Vociferó avergonzada sin saber muy bien por qué.

— ¡Tengo diecisiete años!

— ¿Q-Que tienes qué?... — Parpadeó varias veces intentando recuperarse de esa noticia.

Seguro que era mentira, y solo lo estaba haciendo para buscar como fuera posible la aprobación de Chika para poder pelear. Ahora en parte la morena sentía que necesitaba ver como se le bajaban los humos, pero eso no estaba en su mano.

— Chicas, por... — intentó detenerlas pero se dedicaron a escupirse bilis la una a la otra sin prestar ninguna atención a ella.

Chika estaba con las manos alzadas enseñando las palmas en un intento de contenerlas. Finalmente, parece que Ren quedó afectada por la edad de la muchacha. Sin embargo, Chika la creyó de inmediato.

— No es cuestión de edad, sencillamente no quiero hacerle daño a nadie. No creo que pudieses aguantar ni uno de mis golpes sin desmontarte. — le dijo con una sonrisa afable, intentando disuadirla.

—No es cuestión de edad, sencillamente no quiero hacerle daño a nadie. No creo que pudieses aguantar ni uno de mis golpes sin desmontarte.

— ¡No te preocupes por mí, preocúpate más bien de como vas a acabar tú! ¡No soy solo una cara bonita, sé pelear! ¡He ganado más de la mitad de mis combates! — respondió, cruzándose de brazos con un tono bravucón y orgullosa.

Ren por su parte, desvió la mirada indignada. ¿Quién se había creído para hablarla así? ¿Tanto se notaba aún con las vendas tan apretadas? ¿A Hana le gustaba? Debería preguntárselo la próxima vez; al fin y al cabo se estaba dejando ahora el pelo más largo por ella.

— ¡No te preocupes por mí, preocúpate más bien de como vas a acabar tú! ¡No soy solo una cara bonita, sé pelear! ¡He ganado más de la mitad de mis combates! —

Le acarició la cabeza de forma completamente inconsciente al verla tan orgullosa.

— Vaya, es impresionante. Creo que no me has dicho como te llamas, pequeña. Yo soy Kaminari Chika. — se presentó alegremente.

Desde luego tenía cero intenciones de pelear con ella.

Le molestaba, rabiaba a mares que la trataran como a una niña pequeña. Pero por otro lado le encantaba que la alabasen cuando había cumplido sus objetivos, por muy pequeños o simples que fueran. Por ello sus ojos se abrieron por completo cuando sintió la mano en su cabeza, sonrojándose por momentos. Quería pelear contra ella, así sería oficialmente, o por lo menos en su mente, la más fuerte de todo el torreón. Pero quedarse así, no estaba tan mal.

— Y-Yamada... Y-Yamada Ryo... M-Mucho gusto... — añadió sin moverse apenas del sitio, lo que contrastaba mucho con su ánimo de hace unos segundos.

— R-Ryo... M-Me llamo R-Ryo Yamada...

Chika sonrió, más relajada al ver a Ryo relajarse.

— Es un nombre precioso, Ryo-chan. Y dime, ¿en qué te especializas? ¿Taijutsu como yo, Kenjutsu como mi amiga o tal vez Ninjutsu?

Seguiría acariciandole la cabeza mientras tuviese una sola señal de que lo estaba disfrutando. Después de tanto tratar con sus hermanas, había adquirido cierta maña con los niños, independientemente de su edad.

— Es un nombre precioso, Ryo-chan. Y dime, ¿en qué te especializas? ¿Taijutsu como yo, Kenjutsu como mi amiga o tal vez Ninjutsu?

Pues claro que era precioso, una chica preciosa necesitaba un nombre precioso.

— T-Taijutsu... Y Raiton

Y ahí seguía, siendo acariciada como un cachorrito que se te acercaba curioso, con tal vez ganas de jugar. Ya ni ladraba, pero se la veía avergonzada y enojada. Era una situación que a partes iguales le incomodaba y le gustaba, pero la última parte ganaba sobre la primera haciendo que se quedara quieta.

— T-Taijutsu... Y Raiton

— ¡Cómo yo! Pues si quieres podemos entrenar juntas. Incluso puedo presentarte a mis hermanas. Seguro que con ellas puedes hasta pelear.

Le propuso Chika, sonriente. Siempre era bueno encontrarle compañeras de entrenamiento a sus hermanas. Tal vez podría empezar con Miki e ir subiendo.

— ¿Has venido sola, Ryo-chan? — preguntó mirando los alrededores por si había algún padre preocupado.

A pesar de que Ryo había dicho su edad, Chika no veía más allá de su apariencia aniñada.

— ¿Has venido sola, Ryo-chan?

— Chi, vengo desde hace tiempo a entrenar sola. Aunque donde más suelo pelear es en las calles — dijo acariciándose entonces la tirita que tenía en la mejilla, como si le hubiera molestado la herida, solo de mencionarlo o recordarlo. — ¿Pero para que voy a pelear con alguien más? Todos dicen que eres la más fuerte; ¡así que si te venzo a ti entonces yo seré la más fuerte!

Añadió finalmente, volviendo a fruncir el ceño y apretando sus puños, arqueándose un poco hacia delante por la emoción.

— ¿Pero para que voy a pelear con alguien más? Todos dicen que eres la más fuerte; ¡así que si te venzo a ti entonces yo seré la más fuerte!

Chika asintió energeticamente a todo lo qeu decía Ryo hasta que mencionó lo de que si la vencía sería automaticamente la más fuerte. No le veía ninguna falla explotable a la logica de la niña. No sabía cómo convencerla de que no debería pegarse con ella, puesto que lo de morir le daba igual, y tampoco podía fingir perder, se le daba terrible y acabaría ofendiendo hasta al apuntador.

— Bueno, Kimi, mi hermanita menor, me ha vencido muchas veces. Así que ella es mucho más fuerte que yo. ¿De qué te serviría vencerme a mí? — era cierto, así que todo estaba bien.

— Bueno, Kimi, mi hermanita menor, me ha vencido muchas veces. Así que ella es mucho más fuerte que yo. ¿De qué te serviría vencerme a mí?
Aquell afirmación la dejo en el sitio, como si hubiera sufrido un fuerte stock emocional, abriendo los ojos de par en par. ¿¡Entonces había alguien más fuerte!? ¿Y ahora que hacia? Se moria de ganas por pelear contra ella tras haberse enterado de que había una luchadora imbatible en el torreón. Pero ahora resulta que no era así, que tal vez era tan solo la punta del iceberg. La chica peliblanca quedo muda durante un rato, desviando la mirada al suelo y apretando con más fuerza sus manos , dientes y rostro.

La idea de que habia alguien más fuerte aun la activaba un más, pero ahora no sabia que hacer y estaba empezando a desmoronarse.

—¿E-Entonces... n-no vas a pelear conmigo? — no la miraba directamente, pero se podía ver sus ojos empezando a tomar un brillo cristalino r las lágrimas a la vez que le temblaban los labios y su cuero también lo hacia.

— ¿Vas a hacer llorar a una niña pequeña, Chika-chan? Eso esta muy mal... — Añadió Ren, actuando como abogada del diablo con un tono bajo que la peli azul pudo escuchar, mientras se tapaba la boca y miraba a otro lado como si con ella no fuera la cosa.

—¿E-Entonces... n-no vas a pelear conmigo? —

— Si quieres podemos pelear, pero mi hermana es mucho más fuerte que yo, así que no serías la más fuerte. ¿Quieres que vayamos a buscarla?

Intentó convencerla mientras se agachaba a su altura para intentar calmarla.

— Ah, sí. Tienes razón, Ren-san. ¡Puedes pelear tú con ella! Sí, es perfecto. ¿Quieres pelear con Ren, Ryo-chan? ¡Ella es mucho más alta que yo!

Chika lo propuso super alegre como si eso fuese algo que demostrara algo.

Ren negó con la cabeza, a modo de acto reflejo mientras se apoyaba en negar moviendo la mano hacia los lados completamente en vertical, a la vez que todavía estaba bebiendo de su pequeño zumito.

— ¡P-Pues al menos entrenar! ¡Si no quieres pelear conmigo, al menos entrenemos!

La chica necesitaba gastar adrenalina como fuera posible; y ya que la opción de pelear no era posible, a lo mejor con eso podría tener su dosis diaria de darse de palos. No pensaba volver a casa sin un par de magulladuras y moratones, por mucho que luego le echaran la bronca hasta quedarse afónicos, tanto ella por protestar como su padre por volver a escaparse para buscar pelea.

— ¡P-Pues al menos entrenar! ¡Si no quieres pelear conmigo, al menos entrenemos!

Chika se quedó esperando a que Ren le contestase a la chica. Durante unos largos segundos antes de darse cuenta de que hablaba con ella.

— Ah, ¿yo? Bueno, claro, supongo. ¿Qué quieres entrenar? ¿Quieres que vaya a por los guantes para golpear?

Hablaba de esos guantes acolchados para que otro golpease sin hacerse daño. Claramente no se estaba ni planteando una pelea de entrenamiento.