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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
—Normalmente no, es que... —respondió la muchacha de los extraños accesorios en el pelo, bajo la atenta mirada de Kokuō—. Debo admitirlo, te vi hace un rato cuando bajabas por la calle y me gustaron tus párpados, entonces cuando estuve más cerca noté el cansancio en tu cara y bueno una cosa llevó a la otra —se explicó, antes de hacer una breve pausa—. Y como al parecer viajas sola pensé que quizá quisieras hablar con alguien o necesitar algo de ayuda... No sé.

«¿Una humana preocupándose desinteresadamente por otro? Esto es nuevo...» Pensó el Bijū para sí, alzando una ceja con cierto escepticismo. «Seguramente esté tramando algo...»

«Oh, vamos, ¿por qué eres tan desconfiada con la gente, Kokuō?»

«Para no cometer los mismos errores que usted, señorita.»

—Pues no. No necesito ayuda. Le agradezco su preocupación, pero estoy perfectamente —respondió, de forma cortante, al tiempo que volvía a clavar la mirada en el oleaje que se extendía frente a ambas como una alfombra de inmenso azul—. ¿Sólo ha venido siguiéndome o también espera un barco? Porque seguir a alguien sólo por el color de sus párpados es un poco... siniestro.
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#17
—Pues no. No necesito ayuda. Le agradezco su preocupación, pero estoy perfectamente —respondió tajante, mi rostro cambió, aquellas palabras tan duras y repentinas me cambiaron el ánimo, una simplemente iba por ahí tratando de socializar, tratar de ayudar al prójimo. Eso de: has bien sin importar a quién ¿Dónde había quedado?

Pagué aquel segundo de molestia con aquella inocente galleta cubierta de chocolate que se encontraba en mi boca, seguramente la muchacha pudo haber escuchado el crujir que se produjo.

¿Sólo ha venido siguiéndome o también espera un barco? Porque seguir a alguien sólo por el color de sus párpados es un poco... siniestro. — atacó nuevamente, no quería dar tregua.

«¿Qué le pasa a esta chica?»

¿Las horas que no había dormido le causaban mal humor? A algunas personas les pasaba, ¿por qué a ella no?

—Cuando algo entra en mi cabeza que me da curiosidad no puedo simplemente pasar de largo, tengo que saberlo, hasta que no lo haga no podría marcharme— respondí en defensa, con un tono de voz un poco más serio que el habitual — Y no, no estoy esperando ningún barco, aproveché la situación para poder sentir la brisa del mar. — mis labios callaron por unos segundos mientras amuñuñaba el empaque del snack y lo metía en la bolsa con los demás—. Por cierto... Sería siniestro que alguien siguiera a una persona con malas intenciones hacia ella, con malicia, mejor dicho. Pero seguirle por inocencia o interés diferente no debería causar ningún problema— manifesté para luego expulsar un poco de aire por mis fosas nasales.

«Por eso es que uno no puede ir tratando de ayudar o simplemente hablar con desconocidos, te salen con una patada» recapacité con malhumor.
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#18
—Cuando algo entra en mi cabeza que me da curiosidad no puedo simplemente pasar de largo, tengo que saberlo, hasta que no lo haga no podría marcharme —respondió la muchacha, algo más seria que antes.

Y Kokuō no pudo evitar soltar una risilla entre dientes.

—Oh, sí. Conozco esa sensación —comentó, maliciosa.

«¡¡¡EH!!!»

—Y no, no estoy esperando ningún barco, aproveché la situación para poder sentir la brisa del mar. —continuaba hablando la pelinegra, mientras guardaba la cajita en la bolsa junto al resto del contenido —. Por cierto... Sería siniestro que alguien siguiera a una persona con malas intenciones hacia ella, con malicia, mejor dicho. Pero seguirle por inocencia o interés diferente no debería causar ningún problema —replicó, aparentemente molesta.

Pero Kokuō simplemente ladeó la cabeza.

—Alguien que se siente perseguido no sabe qué intenciones tiene su seguidor. Ya pueden ser buenas o malas, que para el que lo sufre no va a ser algo menos que siniestro —repitió, aunque desde luego no era su caso—. Creía que era algo evidente, pero es evidente que usted no piensa lo mismo, señorita.

«Humanos...»
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#19
A la final ella terminó coincidiendo conmigo sobre cierta forma de actuar, pero aquella risa no era de fiar, demostró una imagen un tanto perversa de ella, algo no parecía ir muy bien del todo.

«El ambiente se está poniendo un poco pesado.» Me dije con cierta incomodidad por la actitud que empezaba a tomar mi acompañante.

—Alguien que se siente perseguido no sabe qué intenciones tiene su seguidor. Ya pueden ser buenas o malas, que para el que lo sufre no va a ser algo menos que siniestro. Creía que era algo evidente, pero es evidente que usted no piensa lo mismo, señorita.

Suspiré dejando escapar la tensión que se estaba acumulando en mi.

—Lo que yo creo es que necesita un buen descanso— finiquité para dar media vuelta y con todas las intenciones de marcharme me dispondría a alejarme, pero ni siquiera llegué a dar un paso, me detuve en seco. ¿Por qué tenía que irme yo?

Respiré profundamente y con un poco más de determinación, para manejar una conversación que se tornaba difícil, me senté y puse cómoda, a gusto.

«Sí no está a gusto que se vaya ella.»

—De todas formas puede relajarse que yo no he venido a causarle ningún daño, sí es lo que le preocupa— metí mi mano en la bolsa y saqué algún otro snack y le abrí con delicadeza, tomé una papa crujiente con supuesto sabor a cebolla y disfruté un bocado.
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#20
—Lo que yo creo es que necesita un buen descanso.

Fue la respuesta de la chiquilla, que se levantó en una aparente intención de marcharse. Sin embargo no hubo caminado ni un par de pasos cuando pareció cambiar de opinión y volvió a sentarse. Y Kokuō alzó los hombros, inspirando profundamente. Desde luego, estaría mucho más descansada si aquellos humanos no se empeñaran tanto en rondar a su alrededor como pequeños y molestos insectos. Pero no importaba. En breves tomaría el barco que habría de conducirla a su retiro. Allí nadie volvería a molestarla y podría vivir toda su vida tranquila y en paz. Sólo tenía que esperar un poco más, ¿y qué eran unos minutos después de haber pasado años encerrada y esclavizada?

—De todas formas puede relajarse que yo no he venido a causarle ningún daño, sí es lo que le preocupa.

«Uy, sí, me preocupa mucho...» Se le escapó una sonrisilla.

—Es bueno oírlo —respondió sin más.

¿Cómo considerar una amenaza a una chiquilla con una bolsa con aperitivos? Una amenaza había sido Uchiha Datsue, y por eso había huido de él a toda prisa. Las técnicas de Fūinjutsu, que podían retenerla de nuevo, eran una amenaza. Los ninjas de Amegakure podían ser una potencial amenaza. ¿Pero aquella chiquilla? Una mosca, eso es lo que era para ojos de Kokuō. Y a cada minuto que pasaba se lamentaba más por no poder sacudírsela para aplastarla.
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#21
Después de la corta respuesta de la muchacha reinó el silencio, por lo menos entre ambas, porque a mis oídos todavía llegaba el arrullo del mar, el graznido de las aves, que revoloteaban por el puerto, y alguna que otra voz de los pescadores o transeúntes que circulaban por la cercanía.

Y así transcurrieron los segundos, que se convirtieron rápidamente en minutos... Disfruté de la vista del mar y del sabor de aquellas papas con sabor a cebolla, para mi mala suerte, y preciso para arruinar el momento, mi garganta empezaba a secarse y no había comprado nada de beber, relamí mis labios y con gran flojera me levanté, no quise haber abandonado aquella comodidad a la que me acostumbré con facilidad, pero no aguantaba más, añoraba una gaseosa fría, sentir las burbujas explotar en mi boca y aquella sensación de frescura.

Guardé lo que quedaba de aquel snack y miré de reojo a la muchacha.

«¿Debería...?» Luego negué rotundamente con la cabeza y entonces descendí por las cajas, no se merecía siquiera que me despidiese de ella, había sido muy grosera conmigo.

Sin remordimientos por aquel desplante de cordialidad me marché.

«Espero que haya gaseosa de uva.»
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#22
Para alivio de Kokuō, la muchacha no volvió a hablar más y el silencio inundó el puerto con una marea de calma. Así, pudo deleitarse con el sonido de las olas del mar y los graznidos de las gaviotas, algo de lo que tanto tiempo estuvo privada. En aquellos instantes, cualquier nimio y mínimo detalle era un tesoro que debía disfrutar en toda su plenitud. Aunque en aquella imagen idealizada suya sobraban los barcos y los humanos, pero no todo podía ser perfecto.

«Pronto los perderé de vista a todos.» Asintió para sí, anhelante. «Pronto podré vivir en paz.»

Y parecía que el momento se acercaba más rápido de lo previsto, pues el capataz del barco estaba comenzando a llamar a los pasajeros para que subieran a bordo. Kokuō se levantó y dio un pequeño salto para bajar del montón de cajas, ni siquiera reparó en que la otra chica ya se había marchado, y se dirigió con prestos pasos hacia el navío que habría de llevarla al País del Agua. Hacia su tan ansiada libertad.

No podía siquiera sospechar que esa ansiada libertad le sabría a poco...
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