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0 ryōs

· Fecha de nacimiento: 3er. Kazeyōbi del Descenso de Otoño en el año 207
· Residencia: Uzushiogakure
· Género: Masculino

· Facultad personal: -
· Naturalezas del chakra: Futon



· Física:

· Psicológica:



· Nivel: -5

• Fuerza: 15
• Resistencia: 15
• Aguante: 15
• Agilidad: 15
• Destreza: 15
• Poder: 15
• Inteligencia: 15
• Carisma: 15
• Voluntad: 15
• Percepción: 15

• PV: 60
• CK: 90



• Facultad personal: -

• (Ninjutsu)
  • Ninjutsu elemental Futon: 15
    
  • Fuuinjutsu:
• Taijutsu: 10
  
• Genjutsu:
  
• (Bukijutsu)
  • Shurikenjutsu:
    
  • Kenjutsu: 10

Bandana Ninja en la Frente.
Portaobjetos Básico: Muslo derecho.
- 6 Kunais - Daño: 9 PV/golpe con anilla, 8 PV/corte superficial, 12 PV/corte, 18 PV/penetración

"Miro al océano, miro al abismo y siento su mirada en mí."

Se dice que no hay nada que pueda detener al destino, se podrá aceptar o negar, pero al final este se cumplirá. Hachi nació el tercer Kazeyōbi del Descenso de Otoño en el año 207, su madre, una florista de Yamiria, su padre un shinobi de paso que jamás volvió. Kyomi fue la séptima de trece hijos. su padre y abuelo de Hachi, Isao, se casó con una jovencita, Saori, quien tenía el sueño de viajar por el mundo y terminó esclavizada a la vida del hogar por veinte años continuos. Aun con el éxito de Isao para las ventas, dar manutención a trece hijos era muy difícil y criarlos aun más, siendo muy severo al punto en el que, con quince años de edad, Kyomi abandonó su hogar.

Kyomi es una mujer muy lista, las habilidades de venta y las matemáticas de su padre le fueron heredadas íntegras, pero no así su malicia para juzgar a las persona; incontables timos y estafas le impideron sobresalir, su amable alma caritativa no podía negarle un trozo de pan al desamparado o el rescate de un triste perro en la calle. Tras cuatro años de enfrentarse a la cruda realidad del mundo, al fin pudo hacerse de un puesto de flores, consiguió un terreno que, usado de vertedero, le salió en una ganga y ahí construyó una pequeña casa para ella sola y un enorme invernadero.

Con casi veinte años en la puerta, Kyomi era una mujer muy deseada, su rostro afable y su carisma tenía locos a los hombres de su comunidad, y eso sin mencionar su esbelto cuerpo de mujer, el cual ya se había desarrollado. así pues, un día cualquiera, un hombre misterioso se le acercó buscando una flor medicinal, una flor rara y hermosa que solo crece en sitios muy peligrosos; el hombre era amable y educado, de buen porte pero con una mirada sombría, una de esas que han conocido el infierno. Ella indicó donde podría encontrarla, añadiendo lo genial que sería poder tener una. El hombre se despidió y desapareció por una semana; pasado ese tiempo, Kyomi encontró una maseta en la puerta de su casa, era un ejemplar de la flor y venía con una carta, una invitación para cenar. Kyomi, temerosa pero intrigada, fue a verle y tuvo la velada más increíble. El hombre le explicó que muy seguramente jamás volverían a verse, debido a su trabajo, ella dijo entenderlo, pero en el fondo comenzó a crecer una flor de decepción.

Pasados más de nueve meses, Kyomi fue madre y aunque deseaba amar a su hijo con todo, no podía algo en ella se fue rompiendo durante el embarazo, los hombres dejaban de frecuentarla al verle con su vientre creciendo y la soledad de enfrentarse a la vida era un miedo que ocultaba bajo una máscara de aparente felicidad, una máscara que jamás pudo engañar a su hijo. Hachi siempre notó que su madre estaba triste, su trabajo no lo hacía con ganas y podía ver que se esforzabaa por siempre sonreír, debido a ello, él no sonreía. Si Kyomi no estaba trabajando, estaba dormida, usaba mil cosas para distraer su mente pero al final, nada de lo que hacía era suficiente, Hachi sentía que poco a poco se asomaban a un profundo abismo de oscuridad.

Hachi creció con una madre en depresión, una madre amorosa, preocupada por la gente y por el mundo, pero que ella misma no se encontraba y Hachi no se encontraba. Para ayudar a su madre, solía tomar trabajos de pescadores, les acompañaba a mar abierto para ayudarles con las redes y a cambio le pagaban unas monedas, sin embargo, un día, un fuerte viento agitó tan fuerte al velero que Hachi cayó fuera y terminó algunos metros lejos del navío. Aunque sabía nadar, siempre lo había hecho cerca de la orilla, al sumergirse sus pies podían tocar el suelo y ver el fondo, pero ahí, cuando sus ojos se abrieron para buscar el barco, lo único que vieron fue una infinita negrura. Su cuerpo pareció volverse piedra, quiso gritar, quiso tomar aire, quiso desaparecer de ahí y volver a los brazos de mamá, pero nada de eso estaba cerca de lo posible y con cada segundo que pasaba su cuerpo se hundía más y más. Uno de los pescadores, un muchacho de unos años más que él, le sacó de ahí, llevándolo hacia el barco; cuando lo puso a salvo, notó que Hachi estaba muy pálido y que sus ojos no veían nada, temblaba como si tuviera frío y respiraba entre cortado. Hachí jamás volvió al mar desde entonces.

El poco dinero que generaba de la pesca, rápidamente se notó ausente, Kyomi intentó por todos los medios decirle a Hachi que no era necesario que trabajaran, pero verla comer menos, porque no podía hacer más tan solo ponía a Hachi en peor situación y aunque volver al agua no le costaba, de su orilla no podía alejarse. Deseolado, deprimido y sintiendo la asfixia de ser inútil, a su rostro golpeó una hoja de papel, una ficha de reclutamiento militar salida de quién sabe donde. Hachi vio aquí su oportunidad y buscó al dueño, encontrando a un Chunin de Uzushiogakure , el cual había ido por un pedido especial de impresiones y uno se le había escapado por un vendaval. Hachi lo entregó con sus datos a grosomodo, sin apellido conocido ni ningún tipo de información más allá de su nombre, el nombre de su madre y su entonces lugar de nacimiento y residencia. El Chunin intento explicarle a Hachi que, con sus doce años, estaría muy por debajo de sus compatriotas que han entrenado toda su vida, pero la determinación en la miada del pequeño y la explicación de su situación particular le hizo al Chunin mover sus contactos para integrar a Hachi y a su madre a la aldea.

Hachi ahora con trece años de edad, ha sido enlistado en las fuerzas de Uzushiogakure. La bandana pesa fuerte en su frente, pero su único objetivo es sacar a su madre de la pobreza.