Descripción física:
Peso: 67kg
Altura: 1'74m

Ren es una adolescente con un pie ya dentro de la pubertad. Su piel es suave y tersa, de un color carne muy suave, casi pálido. Sus ojos son de un color azul marino intenso, resplandecientes y radiantes como un rayo de sol sobre un limpio y cuidado mar; adornado por largas pestañas. Sus cabellos son sedosos de color negro profundos, lo que lo hace contrastar mucho con su tono de piel o la fuerza del color de sus ojos; su cabellera ha crecido lo suficiente como para sobrepasar por varios centímetros sus hombros, pero suele llevar el pelo recogido en una pequeña coleta que cae por su hombro hacia delante. Su cuerpo ha perdido la capacidad física de la que gozaba anteriormente, por lo que no se le marcan ni siquiera los músculos de los brazos, los cuales tenía más entrenados debido al uso de la espada.

Viste con una camisa de manga larga negra y algo ancha que se ensancha en el cuello elevándose ligeramente en esa zona. En la cintura lleva un obi no muy ancho de color blanco, el mismo que unas muñequeras blancas echas por otras piezas de tela. Como muchos otros ninjas, lleva el pantalón habitual de color oscuro, ceñido a la parte inferior de las espinillas con bandas pálidas. Pese a llevar las sandalias comunes, porta unos calcetines oscuros los cuales separan el dedo grueso del pie de los otros.

Para terminar, en la parte posterior derecha lleva un pequeño portaobjetos y a su lado una calabaza sakata que es en realidad una pequeña cantimplora. Con algunas correas de cuero negras bajo ropa, que salen por la parte izquierda, tiene dos pequeños apoyos para espadas a modo de Daishö, donde lleva un bokken y una Wakizashi.

Como la mayoría de los jóvenes de su edad, Ren es una chica soñadora y bondadosa, algo extrovertida y alegre. Pero no hay que confundir la debilidad con la piedad; Ren suele mostrarse como una joven valiente, de carácter fuerte y decidido, negándose a adentrarse o intimidar por amenazas; haciendo que acabe derivando en estúpidas e imprudentes decisiones a veces cuando la situación es tensa. Por otro lado, respeta y entiende su posición frente a los superiores, por lo que los trata con respeto.

Sin embargo, tiene un lado que ella desconocía; por lo que estando con Hana, su autoproclamada hermana, su actitud cambia a una mucho más miedosa. Le aterra el hecho de llegar a hacerle daño o algo que la disguste, por lo que siempre anda con pies de plomo frente a ella, tratando de cuidar sus formas y modales como si de otro superior se tratase. Aunque en general, su corazón acaba jugándole malas pasadas por lo que suele decir cosas que prefiere mantener para ella misma.

Es una fanática de los samurais y las espadas; solo hace falta abrir la puerta de su habitación para comprobarlo. Posters, libros, cintas de video, así como figuras, espadas y armaduras de atrezo. Por lo que suele perder las formas cuando algo relacionado con el tema se menciona.

¤ Bendición de Amenokami (coste de 1 punto, gratis para Amegakure)

¤ Ambidiestro (coste de 1 punto)

¤ Compasión (otorga 1 punto)

¤ Intolerancia a las mentiras (otorga 1 punto)

¤ Obsesión por los samurais (otorga 2 puntos)

Una figura tambaleante avanzaba por las calles de Amegakure, donde lo moderno y lo antiguo se mezclaban a veces de forma brusca. Pese a ser media noche, las luces de los carteles de neón, así como las de farolillos y ventanas, iluminaban las calles principales mientras que los callejones se sumían en la más profunda oscuridad de no ser por algún pequeño cartel parpadeante o chispeante, que seguramente indicaba la entrada a algún lugar de negocios ilegítimos.

Se trataba de un hombre de mediana edad, llevaba varios días sin afeitarse y apestaba a alcohol. Su pelo era largo y con coleta, estaba completamente empapado en la lluvia, aunque eso le ayudaba a mantener la lucidez suficiente para andar. Vestía una capa a media altura de cuero muy desgastada y bajo esta, las ropas de shinobi habituales. Tras una larga tarde de empinar el codo como un veterano de 70 años; se tambaleaba de un lado a otro, chocándose con algún que otro transeúnte y en otras ocasiones, comprobando que la suavidad del asfalto y las losas era regular en toda la calle. Solo faltaban un par de callejones de mala muerte más y estaría en casa.

— Buah, menuda cogorza llevo. Solo me hace falta una cerilla y podría escupir fuego tan solo soplando.

Cruzó un largo callejón, en el que destacaba un cartel de neón parpadeante, que suplicaba con su incesante pestañeo que alguien lo reparase. A lo largo de la calle, un sin fin de melodías y gritos con mayor intensidad que la propia lluvia, recorrían la atmosfera del suburbio.

Giro por ultima vez hacia la derecha, solo restaba avanzar y podría volver a besar la botella de sake que tenia guardada.

Las grandes calles principales eran bastante concurridas y vistosas, pero cuanto más te alejabas del centro de actividad; más deprimentes y solitarias se volvían. La calle de su casa, era una de estas. Pero esta vez, había algo distinto. Bajo la luz de una farola, encogida de brazos y piernas, se encontraba una chica de cabellos oscuros y mirada perdida.

Nanashi paso por delante de ella, y se detuvo un par de metros más adelante; todavía estaba algo ebrio y por ello tardo en reaccionar.

— ¿Qué haces aquí sola a estas horas? Este no es lugar para una niña — giró suavemente la cabeza para observar a la pequeña. Apenas tendría 6 años. Un aperitivo para la más asquerosa basura que se arrastraba por las ponzoñosas calles de Amegakure.

— S-Sigue siendo mejor que estar en casa... — dijo tras parar de gimotear por un momento.

Nanashi se volvió hacia ella, agazapándose para mirarla a la cara. Parece que la borrachera hubiera remitido por completo en un instante.

— No te gustaría vivir en calle; creeme, lo he vivido — movió la botella ligeramente, en búsqueda de alcohol, pero se detuvo por un momento. ¿Qué estaba haciendo con su vida? La lanzó lo más lejos posible, y los cristales estallaron en mil pedazos. — En fin ¿quieres venir conmigo? No tengo mucho, pero seguro que puedo hacerte un hueco en algún lado.

Los ojos de la pequeña se iluminaron, y brotaron algunas lágrimas, aunque esta vez con otro sentimiento.

— ¿D-De v-verdad?

— Claro que sí. ¿Cómo te llamas, pequeña?

— R-Ren... ¿Y-Y usted señor?

Se creó en ese momento una breve pausa casi imperceptible.

— Nanashi. Y no trates de señor. ¡Que acabo de cumplir los 26!

----Nanashi, ponme una ración grande de ternera picante.

— Ojalá todos los clientes fueran igual de leales que tu, Oda — Nanashi se volteó para ofrecerle antes un vaso de agua, que el hombre de cabellos canosos no dudo en aceptar. — ¿No vas a dejar ese viejo uniforme en la vida? Ya han pasado casi 20 años de aquello.

Nanashi llevaba un pequeño gorro blanco con dos picos, encima de una rejilla para el pelo. Un gran delantal blanco cubría casi todo su cuerpo, junto a una camisa a la que había metido hacia dentro las cortas mangas de esta.

Su cliente por otro lado, tenía una tez pálida y una larga melena canosa que le llegaba hasta la cintura. Sus ojos, negros como el carbón, estaban muy marcados, así como las arrugas de su boca. Vestía entero de cuero con distintas tonalidades oscuras; una media capa a la que le pesaban los años, y unos guantes y botas que parecían equipo táctico.

— Me recuerda los errores que cometí. Y a las personas que perdí — dio un largo trago, y poso el vaso. — No te quejes. Llevo viniendo aquí todos los días desde que lo abriste, y rara vez lo he visto completamente vacío.

— En eso tienes razón. Supongo que no se me da tan mal cocinar. — respondió mientras limpiaba un vaso a la par que soltaba una carcajada.

Poco después, la joven Ren irrumpió en el pequeño local de Nanashi.

— ¡¡Ya he llegadooooooooooooooooooo!! ¡Hola Nanashi! ¡Hola señor Oda!

— Me alegra volver a verte, jovencita — no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa en su boca.

— ¿Que tal te ha ido hoy en la academia? — se arqueó por encima de la barra, para seguirla con la mirada.

— Ha sido divertido, excepto por el profesor de Genjutsu. Es un gilipollas — replicó yendo hasta el fondo para ponerse detrás junto a Nanashi.

— ¡¿P-Pero qué vocabulario es ese?! — Oda golpeó la barra, haciendo que los cubiertos se elevasen un poco y recogió la atención de Ren en el instante, que le devolvió la mirada — ¡¡Debes controlar tu vocabulario jovencita!!

Nanashi se giró, soltando un pequeño bufido de la risa y tapándose la boca, buscando una excusa en seguir preparando la comida, pero sabía lo que se acontecía.

— ¡¿Y tú de qué te ríes?! ¡¡Qué clase de vocabulario le enseñas a una niña de 8 años!!

— Pero señor Oda, si el profesor es un capullo, es un capullo — arqueó una ceja extrañada. — Lo respeto en clase como me dijiste, pero es un cara-culo.

— ¡¡N-No digas esas palabras!! — El ex-jounin estaba fuera de sus casillas y cada vez alzaba más y más la voz.

— PUAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

— ¡¡Y TU DEJA DE REÍRTE, IMBÉCIL!! ¡¡PEDAZO DE MIERDA!! — Se levantó histérico, rojo del enfado.

— ¡L-Lo s-siento! P-Pero es que los niños diciendo palabrotas me pueden.

— ¡Mierda, mierda, mierda! — Gritaba dando saltos de alegría al ver el ambiente; la risa de su tutor legal era lo que la animaba y servia de combustible, para seguir sin parar.

Nanashi cayó redondo al suelo, riendo a pleno pulmón e incluso llorando; mientras Oda se llevaba las manos a la cabeza de la vergüenza y la frustración.

— Como cojones te dejaron quedártela...

— Woooooooooooaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah...

Ren bajo corriendo las escaleras hasta el piso inferior, formando con sus pies un gran estruendo, donde se encontraba Oda terminando de recoger el interior de la cocina.

— ¿¡¿¡ERES UN SAMURÁI!?!? — Ren irrumpió gritando en el ya cerrado restaurante, mostrando una Uchigatana sin desenvainar con extrañas marcas en ella.

— ¡¿D-De donde has sacado eso?!

Tras terminar las labores de limpieza generales, subió junto a ella quien pese al haber estado durante más de media hora preguntando a Nanashi por su espada, no había todavía perdido un ápice de emoción; ni siquiera tras su silencio. La pared del fondo del pasillo, ocultaba un armario cuadriculado que ahora yacía abierto de par en par. De el colgaba una especie de chaqueta de cuero grisácea muy desgastada, un pedestal para espadas vacío y diversos objetos.

— ¿¡E-Entonces eres un samurái!? — Pregunto nuevamente emocionada.

— Era... B-Bueno, más bien algo así... Se me daba muy bien la espada.

Nanashi hizo un intento de sacar la hoja de la vaina, pero esta no cedió lo mÁs mínimo. Sabía que eso ocurrirá, pero quería asegurarse.

— ¡¡Me tienes que enseñar!! ¡¡Sabes que me encantan los samuráis!!

— De acuerdo, de acuerdo. Supongo que te puedo enseñar lo básico — postro la espada sobre la estructura con ambas manos, con total delicadeza.

— ¡¡Lo básico ya lo he aprendido!! ¡Yo quiero que me enseñes a lanzar hoces cortantes con la espada y a cortar puertas por la mitad!

Cerró el armario oculto del final del pasillo, esperando que jamas se volver a abrir. Tras el crujir, se mantuvo un incómodo silencio entre ambos.

— ¿N-Nanashi? — Preguntó algo asustada, jamas le había visto mantener una expresión tan seria; era una persona alegre y enérgica, verle triste o enfadado era algo realmente extraño, ya que siempre intentaba quitarle peso a los problemas con bromas y comentarios.

— Ren. Jamas vuelvas a abrir este armario. ¿De acuerdo? Aquí no hay nada, solo viejas medallas que me hacen demasiado daño.

— D-De acuerdo... Y-Yo... De veras que lo siento...

No importa. Pero es un tema delicado, pequeña — Nanashi acarició la cabeza de Ren intentando tranquilizarla, y ella le respondió con una sonrisa apenada. — Vamos a cenar algo. Hoy haré un buen estofado

Ren asintió en el momento, esta vez con una sonrisa aun mas amplia.

— Asi que ya se ha graduado, estarás orgulloso ¿no?

— Efectivamente

— ¿Y los golpes que se escuchan hasta aquí abajo?

— Para celebrarlo, se ha comprado toda la colección VNS de "Garnek, el cyber samurái demoniaco", y no deja de gritar e imitarlo. Menudos 14 años... — Se arqueó apoyándose con los codos en la madera de la barra, con una mano sobre su frente para no darse un cabezazo.

— Oh. Entonces por los gritos deduzco que estará en la parte del Monte del Destino. Verás cuando descubra que el malo es su hermano gemelo perdido, ahí es cuando de verdad se pone emocionante.

Un incómodo silencio reinó durante varios segundos, pero parecieron horas.

— Espera ¿Tú también?

— Estaba delicioso, nos vemos otro día. — Oda se levantó apresurado y se marchó a paso ligero carraspeando.

— ¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE? ¿¡¿¡ERA SU MAESTRO TODO ESTE TIEMPO!?!?!

— ¡¡QUE DEJES DE DAR VOCES!!! — Golpeo con la escoba el techo y posteriormente, una placa cayó sobre la cabeza del cocinero.

• Jamones Entre Nubarrones
  
• Honor en vida, Caos en Muerte
  
• Lo que olvidaron los ancestros
  

• El pastor mentiroso
  
• Como perro mojado (D)
  
• Entre montañas
  
• El perro y la amermelada (D) (Cancelada)
  

• Desastre Bibliografico (D)
  
• Lo que ocultan los muros (D)
  
• Perdida en un mar de hojas (D)
  
• No es para tanto (C) (Cancelada)
  

• Esta vez si es el lugar acertado (Unific)
  
• Visita Rápida
  
• Hana vs Ren
  
• Cosa Nostra
  
• Culito de Rana
  
• Donde no te llaman (Unific)
  
• Culito de Lobo
  
• Ren vs Takumi
  
  
• El dolor Fantasma (Cancelada)
  
• La calma después de la Tormenta (Cancelada)