Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Senju Kikurou
(Junior Member) Fecha de registro: 25/07/2022 Fecha de nacimiento: No especificado Estado:Sin conexión
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Nivel: 3 Exp: 0 puntos Dinero: 0 ryōs
Nivel
3
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Ficha de personaje
Senju Kikurou
Datos básicos
· Fecha de nacimiento:Caída del Pétalo, 4to Kazeyōbi del año 197
· Residencia:Kusagakure (Aldea Oculta de la Hierba)
· Género: Hombre
· Facultad personal:Kekkei Genkai: Mokuton
· Naturalezas del chakra:Doton
Descripciones
· Física:
Altura: 182 centímetros Peso: 84 kg Grupo Sanguíneo: B+
Senju Kikurou es un joven de veinticuatro años de complexión atlética y bastante alto. Denota cierta presencia en comparación a otros ninjas recién graduados, y sus brazos se observan ciertamente tonificados pese a que el resto del cuerpo no destaca por una gran masa muscular. La tez de su piel es de color crema tostado y es acompañado por su cabello castaño oscuro, que lo lleva recogido hacia atrás en una cola que cae hasta su cuello. Las facciones de su rostro se identifican toscas: una cabeza cuadrada con unas cejas abundantes y oscuras junto a una nariz redonda y grande. El iris aceitunado de sus ojos es de los pocos elementos que mitiga la aspereza de su cara junto al contorno suave de sus labios. En conjunto, la primera impresión no parece demasiado amigable, aunque eso recae en los prejuicios de los observadores.
Como persona que ha recorrido los bosques de Kusagakure por su propio pie, sabe de primera mano que la comodidad resulta crucial para dichas tareas, prefiriendo siempre vestir con ropas holgadas que le permitan moverse libremente entre los árboles o los senderos. Usualmente viste una túnica sin mangas, de color pino, y usa la bandana con el símbolo de Kusagakure para atarse la prenda por la cintura. El emblema plateado se observa en el costado derecho mientras que las tiras del pañuelo ascienden diagonalmente. Porta unos pantalones de lino que destacan por un color rojo otoñal, terminando éstes con unas sandalias de madera con unas correas de cuero. Pero no te preocupes demasiado por las sandalias: ¡en cualquier momento puede quitárselas y pasearse con los pies desnudos! A todo estos elementos, Kikurou complementa su apariencia con un tatuaje negro del kanji Mori (森) en el hombro izquierdo y tres aros de cobre en su oreja derecha, lo cual le da un aspecto más relajado.
· Psicológica:
Senju Kikurou se considera una persona calmada, relajada y de carácter afable. Su desconexión con los entornos sociales durante su infancia le ha prevenido de las ambiciones, egoismos u otras actitudes arrogantes que podía escupirle la misma vida. Aquello, al mismo tiempo, le ha brindado la incapacidad de entender la posesión sobre otras personas u objetos, mostrándose siempre solidario con quienes lo necesitan. Con todo esto, desde pequeño siempre ha sido bastante observador con los entorno, especialmente con los nuevos paisajes que va descubriendo por todo Oonindo. Por no decir que muchas veces le achacan de ser una persona demasiada contemplativa. Pero a él siempre le ha gustado encontrar una posición alzada para observar cómo cursan los ecosistemas libres y sin ataduras baju su propio ritmo. Con el tiempo pasó a trabajar el campo como lo ha hecho siempre su padre, y allí afianzó su conexión con la tierra y la flora, la cual aprendió a manipular con sus propias manos. Para Kikurou, todos aquellos sentimientos por y para la naturaleza se configuraron en un ente por encima de la humanidad, entendiendo así la verdadera esencia —o el suyo propio— del Dios del Bosque, que se recoge en las tradiciones de Kusagakure y que Kikurou le ha dado su propio significado.
Siendo quizá un personaje pintoresco, tampoco le importa demasiado qué puedan pensar de él. Tan solo podría rechinarle la opinión de sus padres que siempre han estado allí cuidando del joven. Por otro lado, comparte una ideología no-combativa y siempre prefiere resolver los problemas mediante la palabra y tan solo llegar a las manos si no queda otra opción. Pero los sucesos relacionados con la muerte del Tercer Morikage han despertado una necesidad por la cuál ser capaz de defenderse y, más importante aún, proteger el Dios del Bosque. Reconoce la existencia de los Bijuu y, por ende, los Jinchuuriki como una amenaza global que debe terminarse, compartiendo así la postura de la Cuarta Morikage en su cruzada para acabar con ellos. Como persona nunca le ha gustado recibir órdenes, siendo capaz de ignorarlas si llega el caso que algo realmente importante para él intercede en su camino, aunque como recién Shinobi está aprendiendo a sobrellevar las situaciones autoritarias...
- Hitai-ate (Bandana ninja de Kusagakure) [Atado en la cintura]
- Portaobjetos básico (2/10)
Kunai (x2)
Méritos y defectos
¤ La naturaleza te lo da (coste de 1 punto, gratis para Kusagakure)
Puedes caminar entre frondosas porciones de tierra y saltar entre árboles de selvas espesas más rápidamente que el resto. Te orientas mejor en un bosque que cualquier otro ninja. Los personajes de Kusagakure tienen desbloqueado este mérito de manera totalmente gratuita.
«Has crecido rodeado entre setas y árboles de Kusagakure y el Bosque de los Hongos, por lo que estás más que acostumbrado a pasearte por ellos. Eres hijo del Dios del Bosque, ¡y él te otorga su bendición!»
¤ Calma (coste de 1 punto)
Posees una calma natural y no es fácil sacarte de tus casillas. Este efecto tiene más valor con una Voluntad muy alta. Este mérito es incompatible con colérico.
«Desde pequeño te ha gustado perderte en tu territorio, llegando a las zonas más alzadas para poder contemplar la frondosidad del bosque. Te gusta la vida contemplativa y gracias a ello te has convertido en una persona calmada.»
¤ Sentido agudo (coste de 1 punto) (Tacto)
El usuario posee uno de sus cinco sentidos amplificado anormalmente de nacimiento, y por lo tanto podrá usarlo con un poco más de destreza que el resto de personajes. Debe especificarse el sentido aumentado. La agudeza del sentido es mucho mayor con una Percepción elevada.
«Te has paseado por toda clase de sitios con los pies descalzos. Conoces el tacto del terreno y, si te detienes y te concentras, eres capaz de percibir algunos temblores cercanos.»
¤ Fe (coste de 1 punto)
Crees en un dios, el que sea, tan fervientemente que pensar en él te da fuerza de voluntad para cualquier acción. Una vez por trama, puedes excusarte de pagar las consecuencias de tener baja Voluntad gracias a tu fe.
«Siempre lo supiste. Naciste para proteger tu tierra, tu hogar... El mismísimo bosque. Eres hijo del Dios del Bosque y tu compromiso va más allá de la tradición anual hacia éste. Vives para honrarlo y proteger cualquier amenaza que vaya en contra de él.»
¤ Resistente a las toxinas (coste de 2 puntos)
Eres verdaderamente resistente a las toxinas y venenos de cualquier clase y sus efectos durarán la mitad de tiempo en ti que en otras personas normales. No surge efecto con Resistencia < 20. Este mérito es incompatible con débil ante toxinas.
«Durante tus expediciones por el Bosque de los Hongos te has comido más de una vez la seta equivocada provocándote toda clase de efectos adversos en tu organismo. Por suerte, no la has palmado todavía... y de algún modo has desarrollado una resistencia a las toxinas naturales.»
¤ Intolerancia (otorga 1 punto)
Sientes un desprecio irracional (o justificado) hacia cualquier cosa, desde personas a determinadas actitudes o grupos. Éste desprecio no es ligero, sino que es bastante marcado, y puede conducir las acciones de tu personaje hacia una dirección equivocada. Ten en cuenta que algunas cosas podrían ser demasiado triviales para esto. Pregunta a un administrador.
«Los incidentes relacionados con la muerte del último Morikage ha dejado en evidencia la gran amenaza que suponen los Bijuu y algunos Jinchuuriki para Oonindo. Desde entonces no los toleras ni quieres verlos en pintura y en tu mente se han engendrado como una amenaza hacia Kusagakure y el Dios del Bosque.»
¤ Tengo cosas que hacer (otorga 1 punto)
Un fin mayor te obliga a dejar cosas de lado para cumplirlo, incluso si eso significa tener que dejar abandonado a un compañero a su suerte. Tu objetivo es lo más importante. Este defecto es incompatible con defensor.
«El bosque siempre irá por delante de un humano. Creernos más especial que la tierra que nos ha brindado vida es un error y, si hace falta, renunciaré a mis compañeros para proteger el Dios del Bosque.»
¤ Familia pobre (otorga 2 puntos)
Tu familia no dispone de ingresos suficientes para proporcionarte un equipo como shinobi, y comienzas con 0 ryos para repartir en la ficha. El gobierno de la villa te proporciona 2 kunai y un portaobjetos, además de la bandana. Este defecto es incompatible con familia adinerada.
«Eres descendiente de una de las ramas más alejadas de la familia Senju, desconectado de los intereses de las Tres Naciones Ninja, lo que ha hecho que tu familia sea extremadamente pobre. Pero justamente tus orígenes humildes te han construido como la persona que eres hoy en día.»
¤ Negado en "Kenjutsu" (otorga 2 puntos)
Niega el derecho al uso de una facultad en toda la vida como shinobi, y ésta deberá permanecer en 0 puntos. No se incluye la negación de la facultad personal.
«Eres extremadamente inútil con cualquier arma afilada. Será mejor que te respaldes siempre en un confiable bastón, que es lo tuyo...»
Historia
Hanabira no Aki (Caída del Pétalo)
Senju Kikurou (千手菊朗, Crisantemo de las Mil Habilidades) nació durante el Día del Viento de la Caída del Pétalo del año 197, así llegando a la vida como uno de los últimos soplos de aire que mece la caída de una hoja antes de la llegada del verano. Llegó al núcleo familiar de aquella rama del clan Senju que se había desentendido de las problemáticas que involucraban a su propio clan u las Naciones Ninjas que habían arraigado durante las últimas decadas. Ellos preferían la vida de campesinos, cerca de la naturaleza, y cuya oportunidad se les había brindado en los alrededores de la Aldea Oculta de la Hierba.
Aquel estilo de vida los convertía en personas despreocupadas cuyos anhelos y destinos parecían vincularse estrechamente a la dedicación por la tierra, el bosque y la naturaleza. Además de sus quehaceres con el campo, también habían adoptado sumo interés por la vida contemplativa o las tradiciones típicas de los ciudadanos de Kusagakure. Si bien las decisiones tomadas les había portado a una vida austera, sin excesos ni lujos, sí que se permitían sacrificar de vez en cuando algún capricho u obsequio a favor del Dios del Bosque. En especial, conseguir algunas semillas nuevas para hacer florecer cada año una nueva variedad de colores exóticos que pudieran sorprender a la familia.
Desde bien pequeño, Kikurou se empapó de las costumbres que le ofrecían sus progenitores. Como niño se portaba más bien que mal, siempre acatando los consejos de su madre (que casi nunca eran órdenes). La ayudaba con tareas menores del hogar que pasaban desde preparar la cena, recoger agua del río o plantar algunas plantas ornamentales en la entrada de su modeso hogar. En los ratos libres, siempre aprovechaba para salir y pasear por el bosque así convirtiéndose en costumbre el hecho de perderse por los alrededores de Kusagakure. Siempre que descubría un nuevo mirador para observar el paisaje desde un nuevo ángulo, no dudaba en subir hasta la parte más alzada y permanecer allí un buen rato. Al principio aquello no le gustó demasiado a su madre pero, con el tiempo y la edad, terminó aceptándolo.
Su vida lejana de la ciudad convertiría a Kikurou en un niño con pocos amigos. No tuvo demasiado interacción con otros de su edad pero tampoco echaría de menos algo que nunca tuvo. Aprendió, como seres de costumbres que somos, a vivir con la compañía de los pájaros, de los insectos, de los árboles y de las flores. Era capaz de pasárselo bien con un racimo de uvas, haciéndolas rodar por el suelo, o contestando el pío de los pájaros que venían a visitarle durante sus marchas. A medida que fue creciendo, el radio de sus excursiones fue expandiéndose, incluso saliendo de la villa para adentrarse al Bosque de los Hongos. Allí, fascinado, descubriría nuevas plantas y setas que nunca había visto hasta ahora, y no dudaría en perderse por los senderos moteados por los colores de aquellos hongos. Más de un día regresó con dolores de tripa o sudor frío, además de un rostro palidecido. ¿Por qué? Verás... ¡Había comido las setas equivocadas! Poco a poco, aquella imprudencia también se convirtió en una costumbre que provocaría algunas carcajadas (y dolores de cabeza) a su madre.
Kaika (Florecimiento)
A la entrada de la adolescencia, Kikurou permaneció todavía recluso a las afueras de Kusagakure junto a la vida familiar. Las dinámicas de su infancia, como su inocencia, se prolongó más de lo habitual como producto de la falta de conexión con otros adolescentes. Sin embargo, a los quince años despertó el fuego pubescente queriendo así descubrir la vida dentro de la aldea. Al principio le resultaba francamente agotador pasar tanto tiempo allí, observando los ritmos frenéticos de la villa y sus habitantes. Siempre tenían tareas, estaban intercambiando productos o escuchabas las estrenduosas risotadas o gritos de otros jóvenes o niños por tu alreddor. Nada que ver con la paz que había encontrado en su vida silveste en los alrededores de Kusagakure. Pero la llamada juvenil le llamaba más que todos esos estímulos contrarios a su modo de exprimir la vida.
Conoció a otros jóvenes de su edad aunque le costó descifrar las claves para conectar con ellos. Había de todo. Muchachos con voces graves e intimidantes o, por el contrario, dulces y agudas. Otros con pelo abundante bajo la nariz y los pómulos, aunque la mayoría sin ápice ni intención de crecerles una barba. Aquellos con el acné a flor de piel mientras, con pecas esparcidas por todo el cuerpo o con ojos de colores sumamente llamativos. Pero más allá del físico, lo que le importaba a Kikurou era la personalidad. Descubrió que se llevaba mejor con aquellos que eran más bien pasmados y lentos, quizá les transmitían esa sensación de hogar. Por el contrario, aprendió a desconfiar de aquellos que dominaban el arte de la palabra y te enredaban en su maraña de habladurías. Después de conocer a algunos, decidió finalmente por codearse con los dos o tres de siempre. Con los que podía confiar.
Durante esas tardes con su cuadrilla, finalmente salió el tema candente de muchos chavales de su edad: ¡convertirse en un ninja! Al joven Kikurou nunca le había gustado la idea de recibir órdenes de superiores, de formar parte de una cadena de mano y convertirse en una herramienta al servicio de la aldea. Siempre creyó que su persona se desvanecería entre las obligaciones y quehaceres que obligaba tomar el Camino Ninja (sí, estas dos palabras empezaban a sonar de más). Sin embargo, el Chakra y sus usos parecían formidables, prácticamente mágicos y quizá una expresión de la misma natualeza hacia los humanos. O eso pensó en aquel momento. Algunos pensamientos relacionados con los Ninjas y el Chakra fueron rebotando, preguntándose si él sería capaz de dominar tal virtud. Era conocedor de la herencia Senju de su familia pero, al igual sus padres, Kikurou compartía la ideología alejada de la violencia y de las guerras cometidas en pos de los intereses de los Señores Feudales. Debatiría con ello junto a su madre y padre pero ninguna conclusión arraigó en la mente del chico, finalmente diluyéndose cualquier idea con el paso del tiempo.
Seijuku (Maduración)
Es sorprendente lo rápido que pasa el tiempo cuando uno se concentra en el trabajo bien hecho dentro de sus campos de conreo. Kikurou había pasado los últimos años dedicado a las labores familiares mientras intercambiaba algunas tardes o días con sus escapadas espontáneas o sus visitas en Kusagakure. Aquello último le servía para ponerse al día en cuanto a la actualidad del Oonindo y los hechos más recientes que podían involucrar al mismo continente. Sin embargo, hubo un antes y un después en la mentalidad de Kikurou cuando el Morikage Moyashi Kenzou fue asesinado a manos del Jinchuuriki Eikyuu Juro. Durante los incidentes, él se encontraba en su hogar cuando escuchaba los estruendos provocados por aquel legendario conflicto. Días más tardes se enteró y comprobó con sus propios ojos del poder y la devastación que la bestia había perpetuado en la villa. Le resultó simplemente escalofriante, horrendo... un sacrilegio contra el Dios del Bosque y la vida misma.
La calma que le caracterizaba se esborró por un instante, sintiéndose violentado como jamás lo había sido, y despertando un sentimiento de justicia combativa ocurrentemente encontrada en los jóvenes. Entre aquella amalgama de emociones y sentimientos llegó a una conclusión: debería fortalecerse para proteger sus ideales. Aparentemente estos se habían alineado con la cruzada contra los Bijuu y Jinchuuriki que la recién nombrada Aburame Kintsugi estaba formando. Pero para ser capaz de aportar aunque fuese un grano de arena, debería desarrollar algunas aptitudes desconocidas para él hasta en ese momento. Si bien siempre había estado en contra de la lucha y la guerra, por encima estaba su deseo de proteger los bosques de Kusagakure y de Oonindo.
Tomada la decisión, Senju Kikurou ingresó la Academia Ninja de Kusagakure a sus 22 años de edad. Dada su desconexión con el mundo de los Shinobis, ha estado practicando de valiente para ser capaz de despertar sus capacidades ocultas en la genética de los Senju. Gracias a la fuerza que le brinda el Dios del Bosque, está preparado para proteger su villa. Pero todavía le queda un largo camino por recorrer... ¿verdad?