En los Bosques del País del Bosque uno se puede encontrar con cualquier cosa. Algunos dicen que el mismo tiene vida propia y que si uno no lo trata bien, pagará las consecuencias. También hay leyendas de que ermitaños moran por la zona y que no dudan en usar sus habilidades para echar a aquellos de corazón impuro y malas intenciones.
Mas ya no. Kusagakure fue borrada del mapa, así como lo fueron antes otras aldeas. El bosque de a su alrededor también fue afectado e individuos que antes ni locos saldrían de sus madrigueras, se vieron obligados a migrar a otro bosque que no esté corrompido por la Maldición del Odio.
Sin embargo hay quienes, recios, nunca abandonarían el terreno que donde durante tanto tiempo vivieron. Satoru, nuestro protagonista, era parte de ese grupo. Él formaba parte de unos nómadas que se hacían llamar Hermanos del Bosque que vagaban por el terreno del País del Bosque buscando alimento y refugio del peligroso exterior. Habían Hermanos del Bosque en todos los bosques del mundo, pero con los recientes conflictos estos disminuyeron. Cabe destacar que los mismos siempre se las arreglaron para mimetizarse con su entorno y así pasar desapercibido por los malvivientes que merodeaban el lugar.
La secta tenía la creencia de eran Hijos del Bosque. Consecuentemente, estos eran nombrados y educados por el mismo. Los pilares centrales de la creencia eran:
Sin embargo, el joven dejó de creer que el bosque donde vivía seguía vivo. No obstante, los árboles y arbustos seguían igual de verdes. Entonces, ¿porqué creyó esto? La respuesta es simple, sencillamente Satoru ya no se sentía conectado al bosque cuando meditaba. Y en su entorno, el que tenía problemas para conciliar la iluminación era porque su corazón no era del todo puro. Satoru, seguro y convencido de que sus intenciones eran sanas, se separó del grupo y viajó en busca de un nuevo hogar; un nuevo bosque.
En su viaje descubrió a los civilizados, con los cuales conversó y discutió. También conoció de la existencia de los famosos manipuladores de chakra, con los cuales se obsesionó y aprendió. Pero lo más importante es que se encontró con sus pares. Sí, los Hermanos del Bosque. Estos, a diferencia de los que se quedaron en el ya muerto bosque del País del Bosque, aseguraban que su Bosque del País del Fuego también había muerto y que habían conversado con la Naturaleza misma y que les dio un importante comunicado.
— El mundo a cambiado. Adaptate o muere. — Le mencionó a Satoru un tal Kuro, nombrado así por el Bosque del País del Fuego.
Satoru creyó en las palabras del profeta, aunque tuvo el infortunio de que se le concediera el beneficio de la duda. La Naturaleza misma, una deidad de deidades, se comunicó con un simple Hijo del Bosque. Era difícil de creer, pero ya había viajado lo suficiente y quería ver que tenían para mostrarles estos nuevos Hermanos. Fue por eso que se les unió y siguió a donde quiera que vayan, pero nunca participaría en sus actividades. Las mismas consistían en mendigar y, en extremos casos, robar con la justificación de que sin dinero no podrían encontrar un nuevo bosque.
Con el tiempo el grupo meditó las palabras de la Madre Naturaleza y entendió que debían adaptarse a la civilización o morir en las profundidades del Bosque. Fue por eso que buscaron asilo en una reciente aldea de la cuál habían escuchado. El nuevo hogar, que todavía no había sido contaminada por el Odio, se llamaba Takigakure.
Encontrar el paradero de la aldea fue todo un parto. Tuvieron que sacrificar horas de meditación en antros y bares buscando a alguien que sepa algo del nuevo vasallo del Señor Feudal del País del Río. Finalmente dieron con un Shinobi con una insignia Ninja en su frente nunca antes vista. Con cautela se acercaron hacia a él y le rogaron desesperadamente que le dieran información sobre el paradero de esta nueva aldea. Los fanáticos dieron por sentado que era un militar de la respectiva aldea debido a que se encontraban en el País de Río.
El Shinobi cedió pero con una condición, debían pagar una gran suma de dinero. Kuro, el lider del grupo, regaló todos sus fondos al supuesto Kojima, Shinobi de Takigakure. Este los presentaría con un mediador que decidiría si eran aptos o no para ser ciudadanos de Takigakure.
No lo pensaron dos veces. Los integrantes del grupo tomaron sus cosas y siguieron a Kojima.
Al llegar un especialista en tortura e ilusiones escarbó en las mentes de todos los miembros del grupo. Nadie pasó la prueba a excepción del joven Satoru, el cual demostró un Ninjutsu nunca antes visto y que la aldea quería tener. Claro, el pequeño ermitaño pensó que tal hazaña era común. El mismo manipulaba chakra desde antes de saber lo que era. Como no tenía apellido, se le dio el primer nombre de Taki, el nombre de la aldea.
El resto del grupo, aparentemente, estaba literalmente loco. Al enterarse que no pasaron la prueba hubo un gran disturbio y tuvieron que ejecutarlos para la seguridad de la aldea. No podían permitir que unos locos andaran por ahí sabiendo el camino hacia Takigakure. El torturador aseguró que todo lo que decía el líder era mentira.
Satoru se había ganado la lotería, ahora estaba bajo la protección de la aldea. Había encontrado su nuevo bosque. Sin embargo, aunque las palabras de Kuro hayan sido mentira, Satoru no podía dejar de creer que eran verdad. Tarde o temprano los Hermanos del Bosque iban a ser exterminados por otra guerra. Satoru estudiaría y entrenaría para hacerse fuerte y proteger a su bien más preciado, la Naturaleza misma.
Mas ya no. Kusagakure fue borrada del mapa, así como lo fueron antes otras aldeas. El bosque de a su alrededor también fue afectado e individuos que antes ni locos saldrían de sus madrigueras, se vieron obligados a migrar a otro bosque que no esté corrompido por la Maldición del Odio.
Sin embargo hay quienes, recios, nunca abandonarían el terreno que donde durante tanto tiempo vivieron. Satoru, nuestro protagonista, era parte de ese grupo. Él formaba parte de unos nómadas que se hacían llamar Hermanos del Bosque que vagaban por el terreno del País del Bosque buscando alimento y refugio del peligroso exterior. Habían Hermanos del Bosque en todos los bosques del mundo, pero con los recientes conflictos estos disminuyeron. Cabe destacar que los mismos siempre se las arreglaron para mimetizarse con su entorno y así pasar desapercibido por los malvivientes que merodeaban el lugar.
La secta tenía la creencia de eran Hijos del Bosque. Consecuentemente, estos eran nombrados y educados por el mismo. Los pilares centrales de la creencia eran:
- Protege la naturaleza como si fuese tu propio cuerpo.
- Omite el uso de la violencia así como el del odio.
- Jamás atentes contra la vida.
Sin embargo, el joven dejó de creer que el bosque donde vivía seguía vivo. No obstante, los árboles y arbustos seguían igual de verdes. Entonces, ¿porqué creyó esto? La respuesta es simple, sencillamente Satoru ya no se sentía conectado al bosque cuando meditaba. Y en su entorno, el que tenía problemas para conciliar la iluminación era porque su corazón no era del todo puro. Satoru, seguro y convencido de que sus intenciones eran sanas, se separó del grupo y viajó en busca de un nuevo hogar; un nuevo bosque.
En su viaje descubrió a los civilizados, con los cuales conversó y discutió. También conoció de la existencia de los famosos manipuladores de chakra, con los cuales se obsesionó y aprendió. Pero lo más importante es que se encontró con sus pares. Sí, los Hermanos del Bosque. Estos, a diferencia de los que se quedaron en el ya muerto bosque del País del Bosque, aseguraban que su Bosque del País del Fuego también había muerto y que habían conversado con la Naturaleza misma y que les dio un importante comunicado.
— El mundo a cambiado. Adaptate o muere. — Le mencionó a Satoru un tal Kuro, nombrado así por el Bosque del País del Fuego.
Satoru creyó en las palabras del profeta, aunque tuvo el infortunio de que se le concediera el beneficio de la duda. La Naturaleza misma, una deidad de deidades, se comunicó con un simple Hijo del Bosque. Era difícil de creer, pero ya había viajado lo suficiente y quería ver que tenían para mostrarles estos nuevos Hermanos. Fue por eso que se les unió y siguió a donde quiera que vayan, pero nunca participaría en sus actividades. Las mismas consistían en mendigar y, en extremos casos, robar con la justificación de que sin dinero no podrían encontrar un nuevo bosque.
Con el tiempo el grupo meditó las palabras de la Madre Naturaleza y entendió que debían adaptarse a la civilización o morir en las profundidades del Bosque. Fue por eso que buscaron asilo en una reciente aldea de la cuál habían escuchado. El nuevo hogar, que todavía no había sido contaminada por el Odio, se llamaba Takigakure.
Encontrar el paradero de la aldea fue todo un parto. Tuvieron que sacrificar horas de meditación en antros y bares buscando a alguien que sepa algo del nuevo vasallo del Señor Feudal del País del Río. Finalmente dieron con un Shinobi con una insignia Ninja en su frente nunca antes vista. Con cautela se acercaron hacia a él y le rogaron desesperadamente que le dieran información sobre el paradero de esta nueva aldea. Los fanáticos dieron por sentado que era un militar de la respectiva aldea debido a que se encontraban en el País de Río.
El Shinobi cedió pero con una condición, debían pagar una gran suma de dinero. Kuro, el lider del grupo, regaló todos sus fondos al supuesto Kojima, Shinobi de Takigakure. Este los presentaría con un mediador que decidiría si eran aptos o no para ser ciudadanos de Takigakure.
No lo pensaron dos veces. Los integrantes del grupo tomaron sus cosas y siguieron a Kojima.
Al llegar un especialista en tortura e ilusiones escarbó en las mentes de todos los miembros del grupo. Nadie pasó la prueba a excepción del joven Satoru, el cual demostró un Ninjutsu nunca antes visto y que la aldea quería tener. Claro, el pequeño ermitaño pensó que tal hazaña era común. El mismo manipulaba chakra desde antes de saber lo que era. Como no tenía apellido, se le dio el primer nombre de Taki, el nombre de la aldea.
El resto del grupo, aparentemente, estaba literalmente loco. Al enterarse que no pasaron la prueba hubo un gran disturbio y tuvieron que ejecutarlos para la seguridad de la aldea. No podían permitir que unos locos andaran por ahí sabiendo el camino hacia Takigakure. El torturador aseguró que todo lo que decía el líder era mentira.
Satoru se había ganado la lotería, ahora estaba bajo la protección de la aldea. Había encontrado su nuevo bosque. Sin embargo, aunque las palabras de Kuro hayan sido mentira, Satoru no podía dejar de creer que eran verdad. Tarde o temprano los Hermanos del Bosque iban a ser exterminados por otra guerra. Satoru estudiaría y entrenaría para hacerse fuerte y proteger a su bien más preciado, la Naturaleza misma.