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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Aquella era una hermosa mañana con un cielo despejado y completamente azulado, el sol brillaba iluminando todas y cada una de las calles de la aldea e incluso la habitación de una joven kunoichi un tanto 'especial' en el mal sentido de la palabra. La luz del sol fue la que molestó por un par de horas a la pelirroja que se negaba rotundamente a levantarse hasta que una 'voz' rompió el silencio de aquella habitación.

- Ya es hora de que te levantes Ritsuko… - Dijo aquella voz femenina con un tono tranquilo y dejando en claro la paciencia del ente.

La chica en respuesta se quitó las sábanas de encima y procedió a realizar aquel 'ritual' de todas las mañanas que consistía en simplemente desayunar, sin dar importancia a que ya se habían pasado las doce del mediodía. Este día no le tocaba hacer absolutamente nada, no debía atender ningún tipo de labor ni le había quedado nada pendiente de otros días por lo que podría decirse que el tiempo le sobraba. Aquella fue la principal razón de que se tomase su tiempo para al fin dar un paso fuera de casa.

¿Qué hacer en un día libre? Eso era algo que a la kunoichi nunca nadie le había explicado, seguramente por su actitud normal de niña caprichosa e hiperactiva. Así que con su tiempo de sobra comenzó a recorrer las calles de la aldea sin dar demasiada importancia. En un principio por causa del sueño iba a paso lento, bostezando cada tanto, y a medida que se iba desperezando iba acelerando el ritmo y su mirada iba adquiriendo su natural mirada alegre y llena de vida.

Corriendo de un lado a otro y fastidiando a cuanta persona se encontrase, recordó un detallito en su cintura. - La has olvidado. ¿No es así? - Preguntó la 'mujer' que acompañaba a la kunoichi a donde sea que fuera. - ¡No puedo pasearme por toda la aldea sin la bandana! - Bramó la joven antes salir corriendo a toda velocidad a la casa a buscar ese objeto que había olvidado.

Otra pérdida importante de tiempo en el día libre de la kunoichi, si bien fue corriendo se habrá tardado fácil unos treinta minutos. Pero por lo menos ahora estaba feliz luciendo con orgullo la bandana atada a su cintura. - Te gusta mucho esa bandana... - Comentó la mujer esbozando una sonrisa, mientras acompañaba a su alegre hija que daba unos primeros pasos por un inmenso puente que conectaba directo al Árbol Sagrado. - ¡Claro que me gusta! ¡Significa que hice algo bien! - Decía con total alegría sin dar importancia a ninguna de las personas que pasaban mirándola raro por estar hablando sola.

A medida que avanzaba por aquella estructura entablando conversación con el ente inexistente que teóricamente estaba a su lado, el inmenso árbol que estaba justo en el centro de la aldea se hacía más y más grande hasta que finalmente la kunoichi se frenó en seco. - Se supone que es sagrado, entonces... ¿Por qué lo pisoteamos tanto? - Preguntó con un aire de inocencia a su madre que con una sonrisa simplemente respondió. - Eso te lo enseñaron en la clase de historia en la academia. ¿Ya lo olvidaste? - A lo cual la pelirroja simplemente respondió inflando las mejillas y retomando la marcha hacia las enormes raíces del árbol. Sabía bien por qué era llamado de esa manera, pero de todas formas quería ver si su madre había lo había aprendido o era la principal cuestión por la que nunca logró graduarse.
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#2
La presión en el pecho del joven Satoru se hacía más difícil de ignorar cada día. No se trataba de ninguna enfermedad; el problema estaba en su cabeza.

¿El motivo de ese molesto sentimiento? No poder meditar. Algunos dirán que eso es una estupidez, que cualquiera podría hacerlo con esfuerzo y dedicación. Mas la concepción de la palabra "meditar" que tenía Satoru era totalmente diferente al de cualquier otra persona. Tratar de explicarlo sería inútil, pues solo los que nacieron bajo el lecho del bosque podrían entenderlo.

¿Y porque Satoru no puede alcanzar la iluminación? Pues se ha olvidado como. Sufrió del maleficio de la duda, que lo hizo dudar sobre sus raíces. Él mismo se castigo, exiliandoce del Bosque que creyó que había muerto. Pero la Madre Tierra se apiadó del mismo y le dio una segunda oportunidad; adaptarse al nuevo mundo. Para adaptarse a este nuevo mundo debería encontrar su nuevo Bosque; Takigakure.

Árbol Sagrado. ¿Me podrás ayudar? — Pensó mientras veía desde el puente, que lleva al lugar más sagrado de la aldea, el gigantesco árbol que no paraba de hacerse más grande a medida que Satoru se acercaba.

Terminó de cruzar el puente y empezó a vagar al rededor del árbol con la intención de buscar un lugar donde nadie lo podría molestar. Un lugar donde podría dialogar con el árbol sin problemas. Pero antes de darle la vuelta completa al árbol tuvo un inconveniente, se llevó por delante a una persona. No se había percatado de una raíz que sobresalía de las demás y se tropezó, empujando en consecuencia a una chicha pelirroja y vestida de negro que estaba delante de él, caminando en su misma dirección. Bueno, puede ser que el termino correcto no sea "empujar", pues Satoru tan solo se cayó derriba de ella. Capaz la mujer era capaz y lo esquivaba, o amortiguaba su caída.


Estoy muy muy muy oxidado. Perdón por la introducción que seguro no vas a entender y esa cosa rara que hice al final.
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#3
- ¿Por qué las personas somos tan pequeñas...? - Preguntó con inocencia la kunoichi que seguía caminando muy tranquila sin preocuparse por lo que pasaba a su alrededor, ni siquiera al momento en que un chico venía directo hacia ella y por la falta de atención no pudo reaccionar a ese tropezón.

En menos de un segundo, el ente ficticio que acompañaba a Ritsuko se desvaneció dejando a la joven 'sola' debajo de este desconocido que ni siquiera dijo nada o parecía muy dispuesto a salirse de encima suyo. - Ay… - Fue la única queja que salió de la boca de la kunoichi que permanecía recostada boca abajo.

Lo lógico sería intentar levantarse, pero aún sentía ese peso extra sobre si misma por lo que la idea tuvo que ser descartada y ahora lo único que quedaba por hacer era 'suplicar'. - ¿Podrías levantarte...? - Preguntó la chica que ya había girado la cabeza en un intento por verle la cara a quién sea que estuviese privándola de su libertad.

~ ¿Mamá ya se fue...? ~ Se preguntó a si misma justo después de desviar su mirada en busca de aquel espectro inexistente que siempre la había acompañado. No podía verla en ningún lugar. ~ Seguro ya se escondió… ~

Pero que tanto, todavía tenía asuntos de los que ocuparse antes de buscar a su madre y era la persona que estaba sobre si misma. Por lo que podía sentir en su espalda, claramente era un hombre, o tal vez una mujer muy plana pero cometer un error en estas cuestiones la traía sin cuidado por lo que volvió a tomar la palabra. - Creo que a ninguna chica le gustaría estar debajo de un hombre a quién no conoce… - Dijo con bastante tranquilidad mientras comenzaba a mover sus piernas dando suaves patadas a la tierra y a ninguna otra cosa.



No te preocupes c: Ya se te quitará XD
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#4
En efecto, Satoru, sin querer, derribó a la pelirroja que caminaba delante de él. En consecuencia el torpe Genin cayó derriba de ella.

Hubo un largo silencio, pues parecía que los dos no entendían lo que había pasado. Fue entonces cuando la chica habló, quejandoce de la posición en la que estaba el ermitaño, que este reaccionó.

¡Lo siento! — Se disculpó, nervioso, a la par que se levantaba con cuidado. Satoru no quería empeorar más las cosas. — No estoy acostumbrado a este tipo de suelo... no vengo muy seguido acá. — Ya parado, volvió a disculparse, solo que ahora se excusó. — ¿Quieres que te ayude? — Dijo mientras dobló un poco sus rodillas y extendía su diestra, acercandola a la pelirroja que aún seguía mordiendo el suelo. Mientras esperaba una reacción de parte de la jovenzuela mostró su mejor sonrisa. Pensó que eso haría las cosas más fáciles.

El pobre estaba muerto de vergüenza, nunca la había pasado algo como esto. Además el contacto físico nunca fue lo suyo, pues en el bosque donde vivió hasta hace poco todos eran muy ariscos. Temía lo peor; la verdadera naturaleza humana.
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#5
Puede que alguna otra fémina se sintiera un tanto incómoda en caso de encontrarse en la misma situación en la que estaba ahora mismo Ritsuko, pero ella era un tanto 'especial' en ese aspecto y por ello no se alteró en lo más mínimo, es más, esperaba pacientemente a recuperar su libertad. Pero esos momentos de silencio no le ayudaban para nada.

Al final de cuentas la kunoichi acertó al pensar que lo que estaba encima suyo era un hombre, no porque lo haya logrado ver bien, sino más bien por la voz que si era de una mujer hubiese sido bastante perturbador. - Ya ya ya... - Dijo la kunoichi mientras se sentaba en el piso y se sacudía un poco la tierra que se le había pegado.

- Pero... Tropezarte con una raíz gigante... - Murmuró más para si misma mientras se levantaba aceptando la ayuda del... ¿Hombre? - Momento... ¿Cuántos años tienes barbón...? - Preguntó con suma curiosidad mientras se inclinaba un poco hacia adelante para intentar conseguir una mejor vista a aquella barba que prometía volverse una extremadamente poblada. Dicho sea de paso, Ritsuko podía ver una larga cabellera amarronada y atada en trenzas, idea que en la cabeza de la kunoichi no entraba puesto que estaba bastante segura de tener a un hombre delante suyo y los hombres DEBEN tener el pelo corto.

"Pero es un ninja... La bandana lo dice..." Pensó por un instante la pelirroja, pero luego de sacudir la cabeza nuevamente volvió al asunto que la tenía 'histérica', la voz le decía que era un hombre, el cabello largo que era una mujer, pero la barba le decía que tenía frente a si misma a una mujer barbuda. - ¿¡Ereshombreomujer!? - Exclamó habiendo dado un corto salto hacia atrás para señalarle de una forma acusadora con el dedo anular, si, el anular, y con extrema habilidad de esa lengua inquieta, volviendo un tanto complicado que se le entendiera por la gran velocidad que alcanzaba en vocalizar.
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#6
¿Así que ella es una Kunoichi? — Pensó mientras examinaba con la vista el cuerpo de la chica, que, sentada, limpiaba la tierra de sus ropajes, los cuales eran bastantes particulares. Su rostro no era una excepción eran más o igual de únicos que la ropa que llevaba. ¿Porqué? En sus labios tenía unas extrañas lineas negras, verticales, que se separaban y volvían a unir cuando la Kunoichi hablaba. Además llevaba los ojos y nariz maquillados... o tatuados. Si Satoru antes estaba confundido ahora lo estaba aún más.

Una Kunoichi bastante rara... cómo yo. — No pudo evitar sonreír aún más; Satoru no era el único raro de Takigakure.

No parecía estar enojada, o al menos su rostro no daba esa impresión. Es más, hasta aceptó tomar la mano del ermitaño. No obstante murmuró algo que Satoru no alcanzó a escuchar. El mismo vio optimo hacer oídos sordos e hizo fuerza con su diestra, para así ayudar a levantar completamente a la pelirroja. Pero mientras hacia esto último, la chicha hizo una interrogante sobre la edad del Shinobi, donde también destacó su asombro por la barba que llevaba. La carcajada le salió del alma.

Tengo 16 años. ¿Por qué todo el mundo se asombra tanto? — Respondió y preguntó sin la intención de que la Kunoichi respondiera. Aún sonreía.

Pero las cosas no se acabaron ahí, la chica se mostró interesada en Satoru. No parecía querer ocultarlo cuando se acercó a examinarlo más de cerca.

Luego de un largo de rato, la chica dio un salto para atrás y espetó algo muy interesante; había llegado a la conclusión de que Satoru era mitad hombre mitad mujer. Incomodo y confundido, mostró una cara de asombro.

¿Qué estás diciendo? — Inclinó la cabeza hacia un lado y arqueó las cejas. — Soy un hombre. — Respondió.
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#7
A los ojos de la pelirroja, no había ningún rasgo que definiera por completo el sexo de aquella persona que tenía delante, absolutamente nada ni siquiera una barba o una voz demasiado grave para una mujer. Tampoco la edad que afirmó tener ni la risa que soltó previamente, no, no iba a dejarse engañar tan fácilmente.

- Ah... ¿Entonces estás viejo? ¿¡Oseaqueyotambién!? - Chilló la kunoichi mientras se revolvía el cabello violentamente como si tuviese mil piojos picándola al mismo tiempo. Pero no, Ritsuko no tiene piojos, simplemente no da tanta importancia a la imagen que da a los demás y por ello ni se preocupa por cuan revuelta le haya quedado la cabeza. Aunque su costumbre de responder a todo lo que se le preguntara hizo que dejara en un santiamén lo que hacía para responder con su tan natural alegría. - ¡Por la barba! ¡Se la suelen dejar los más viejos! - Decía casi dando saltitos por culpa de su desbordante energía.

Igual lo que le importaba más que la edad era el sexo del ninja delante suyo, que luego de un rato terminó por responderle al fin aunque parecía que le había molestado en si la pregunta. Cosa que a ella no le interesaba en lo más mínimo. - Ahh... ¿Peronosesupo...? - No pudo terminar la frase gracias a que al fin había mordido su lengua. Cuestión por la cual ahora la kunoichi estaba de cuclillas con el rostro escondido entre sus manos y con una lagrimilla asomándose por cada ojo.

Unos instantes después de aquello, volvió a levantarse llena de energía para terminar lo que había empezado a decir. - ¿No de dupone que lod hombred tienen pelo codto? - Decía con un tonito lleno de inocencia y con una mueca clara de dolor. - ¿Y qué hadiad? - Preguntó más al rato casi sin dar tiempo a que le respondieran. ¿Para qué preguntarle? Para nada, simple curiosidad que no afectaría en lo más mínimo a los planes de la kunoichi, o eso creía ella. Tal vez el chico se atreva a arrastrarla a alguna clase de entrenamiento o algo similar, o haga algo que logre llamarle la atención para molestarle el resto de la tarde.
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#8
Lo que Satoru tenía delante era un verdadero espectáculo. La Kunoichi no paraba de vociferar cosas sin sentido que no venían a lugar.

Cuando Satoru dijo su edad y preguntó el motivo por el cuál todos dudan que sea tan joven, la chica presentó su descontento aclarando que la barba se la dejan los viejos y que él no debía tenerla por que era joven. Satoru no sabía como reaccionar a una conducta como esa, ni los niños de su anterior hogar eran tan impredecibles. Así que no hizo más que callar.

Luego Satoru hizo notar su confusión, ¿porque lo confundirían con una mujer? — ¿Será por mi pelo trenzado? — Dedujo en su interior.

Era el turno de la Kunoichi, ahora ella debía aclarar porque lo confundió con una mujer. Pero la ansiedad le ganó a su lengua, es decir, se mordió la lengua. Se puso de cuclillas y tapó su boca. — ¿Qué le paso? — Mas Satoru desconocía la situación. Se enteraría lo que pasó momentos más tarde, ya que la chica se paró y empezó hablar de una manera totalmente distinta a la de antes. — Se mordió la lengua. — Dedujo cuando la chica termino de hablar. La misma había dicho que los hombres llevan el pelo corto, no largo. Y luego de una cortisima pausa, le preguntó porque deambulaba por esos lares. Pero Satoru tardaría en responder, pues primero debía interpretar lo mencionado por pelirroja.

De donde vengo, hay hombres que usan el pelo corto así como largo y mujeres que usan el pelo largo como corto. Allí no habían 'estereotipos'. No se si esa la palabra correcta. — Dijo con una sonrisa en su rostro. — Y estaba buscando un lugar donde meditar, ¿y tú? — Continuó halando.
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#9
Como era la costumbre, el chico no lograba seguirle el ritmo a la pelirroja, o por lo menos eso era lo que aparentaba. Podía ser el tipo de persona que simplemente prefería ignorarla y seguir con su vida normal y nadie podría culparlo.

En realidad, que la ignoren y sigan como si nada es algo que la trae sin cuidado y que ya le ha pasado infinidad de veces. Una verdadera pena que el joven que tenía delante le haya llamado la atención y ahora se vea obligado a soportarla. Quién sabe por cuánto tiempo.

- Ah... Me acodtumbdé a ved hombded con pelo corto y mujeded con pelo largo... - Explicó la kunoichi que no dejaba de analizar el físico ajeno de pies a cabeza con suma atención y los ojos bien abiertos cual plato.

- ¿Meditad? ¿Los ninja lo haden? - Preguntó arqueando una ceja y mirándole con el cuerpo ligeramente inclinado a un lado como si intentase verlo por detrás. - ¿Dirve para algo? - Agregó más tarde, esta vez si dando tiempos para que le respondieran.

No iba a quedarse quieta en pleno interrogatorio, era imposible para la chica esta hacerlo. Como su postura lo había sugerido previamente, la pelirroja comenzó a caminar sin molestarse en enderezarse, con la intención de rodearle y analizarlo también por detrás, para encontrarse con una larga trenza.

- ¡Ey! - Exclamó la kunoichi algo alterada a la vez que tomaba la trenza con una mano, pero con el cuidado suficiente para no darle un tirón a la misma, suponiendo claro, que él se quedase quieto. - ¿No te toma mucho tiempo hacerla? - Preguntó al fin mientras le frotaba el cabello con un dedo de su mano libre.

Finalmente había recuperado la sensibilidad de su lengua, por lo que podría hablar normalmente y puede que luego terminase acelerando la velocidad de su habla nuevamente.
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#10
Como parecía ser común de ella, de una forma exaltada y vivaz, siguió examinando al inexperimentado Shinobi. Mientras, aclaró, con su dichoso lenguaje, que siempre estuvo acostumbrada a los típicos estereotipos de hombre y mujer. Satoru simplemente sonrió, mostrando su blanca dentadura.

Mas la cosa no terminó ahí. La pelirroja se interesó por el motivo por el cual el ermitaño merodeaba por el lugar. Con el mismo lenguaje de antes, le hizo una interrogante; ¿Los Ninjas meditan? Satoru borró la sonrisa de su rostro. La pregunta lo dejó atónito. Sin palabras.

Aspiró aire para luego exhalarlo lentamente. — Buena pregunta. Yo no sé la respuesta. — Declaró y, nervioso, sonrió. — Y sí, como todo, tiene un objetivo. Pero eso depende de cada uno... en mi caso me relajo y encuentro respuestas. — Continuó luego de escuchar la pregunta que prosiguió. Pero el incomodo aire que había creado Satoru sería roto por la Kunoichi, que se posicionó detrás del mismo y tiró de su larga trenza.

¿Qué haces? — Se preguntó a sí mismo mientras giraba su cabeza en la dirección de la pelirroja, que empezó a rodearlo. — ¿Tan interesada está en mí? — Notó la inocente actitud de la chica y no pudo evitar sonreír.

Fue entonces cuando la particular Kunoichi se detuvo y gritó, para después tomar con una de sus manos la larga trenza del Shinobi y empezar a acariciarla. Esta, con un vocabulario normal y corriente, lo interrogó nuevamente; quería saber cuanto tiempo tardaba en hacer una trenza tan larga. — Sí, me toma tiempo. Mucho tiempo. A veces estoy toda la mañana haciéndola. Pero me gusta. Me da tiempo para pensar... — Dejo la frase abierta y guardó silencio, haciendo una larga pausa. — Y reflexionar. — Dibujó en su rostro ya su repetitiva sonrisa para finalizar la oración. Como la pelirroja seguía acariciando su cabello y Satoru no veía optimo darle la espalda a quién le hablaba, se giró en dirección a ella, colocando su trenza en uno de sus hombros. De esta manera la pelirroja iba a poder seguir expirementando con la trenza del ermitaño mientras hablaba con él. Todos felices.

¿Y tú? ¿Que te trae aquí? — Le parecía que sería una falta de respeto no interesarse en ella una vez que la Kunoichi lo hizo por él. — Por cierto, soy Satoru. — Dijo antes de que pudiera decir una palabra.


Perdón que haya tardado ¿2 días? Esto de tener tanta diferencia horaria a veces puede ser pesado :L
No te pude responder porque estaba muy ocupado con una actividad extracurricular del colegio. Ya el sabado el tema se normaliza. Perdón de nuevo.
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#11
¿Qué otra cosa podía hacer Ritsuko que no sea incordiar a alguien? Ninguna, o por lo menos ella pensaba así, después de todo su madre no la ayudaba en los más mínimo a la hora de relacionarse con nadie así que estaba completamente libre de hacer lo que le pareciera correcto o lo que quisiera hacer.

El shinobi que tenía delante se esforzaba en responder absolutamente todo lo que ella preguntaba, un hecho a destacar puesto que por lo general después del primer bombardeo de preguntas ya buscaban la manera de alejarse de la joven kunoichi. ~ Ya me cae bien... ~ Pensaba la pelirroja mientras seguía 'jugando' con la trenza ajena teniendo el suficiente cuidado para no desarmarla.

Al final, la chica logró ponerlo nervioso una vez más, parecía que terminaría por volverse costumbre para ambos aunque eso no necesariamente era bueno. - Entonces... Si no sabes para qué sirve, ¿Por qué lo haces...? - Preguntó alzando la mirada sin soltarle la trenza, solo para mirarle a la cara con aquella mirada llena de inocencia, cosa que era un tanto chocante con el trabajo de shinobi, pero así de especial era la pelirroja.

Si, no había dejado pasar casi nada de tiempo a que terminase de explicarse que le tiró una pregunta que fue respondida al instante. - Ahh... - Atinó a decir justo antes de tomar la punta de la trenza y comenzar a frotarla por parte de su cara como si se tratase de algún tipo de escoba o plumero. Simplemente para llevarse la sorpresa de que no estaba mal cuidado pero que le daba pie a molestarle con otra cosa.

- ¡Mi pelo es más suavecito! - Chilló con alegría mientras hacía un movimiento con su cabeza para 'pegarle' en la cara con aquella rojiza cabellera suya. La verdad era que no esperaba ningún tipo de respuesta y tampoco esperaba que él hiciera lo mismo que ella hacía con su trenza, la cual finalmente había soltado.

Ahora las preguntas le volvían a Ritsuko, que había tomado un mechón de su cabello y comenzó a jugar con las puntas de este. - Nada, paseaba con mi madre. - Sentenció con un tono bastante natural sin despegar su atención del mechón con el que jugaba. - Ritsuko, un gusto, supongo que algún día tendremos que trabajar juntos. - Agregó dedicándole una alegre sonrisa y hablando por primera vez en tanto tiempo con cierta 'seriedad'.
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#12
Hacía mucho tiempo que el joven Satoru no mantenía una conversación con algún par, con alguien que esté en sus mismas condiciones. Todos parecían vivir en otro mundo. Un mundo diferente al de Satoru, donde los hermanos se matan entre ellos... ¿Ese era el mundo dónde debía adaptarse? ¿Un mundo en el que se debe recurrir a la violencia?

La cabeza se le había muerto por unos instantes cuando la Kunoichi preguntó el propósito de meditar, y ahora que debía explicar porqué no sabía el significado... su mente estaba en blanco. "¿Porqué hacer algo que no sirve?" Había preguntado con otras palabras la pelirrroja que, atenta, jugaba la trenza del Shinobi.

Satoru guardó silenció y miró hacía arriba sin preocuparse de que capaz interrumpiera la manualidad que estaba haciendo la chica con su cabello. Derriba de él estaba la copa del gran árbol que se erigía delante de él. Una copa llena de hojas. En cierta forma se parecía a la aldea. Cada hoja es un aldeano y ese conjunto de hojas sería la aldea en sí. Pero había algo que unía a todas hojas; las ramas. Esas ramas eran las leyes que rigen la aldea, también las costumbres y tradiciones. Satoru, en esa gran copa de hojas, era la hoja que en ese mismo instante caía cerca de él. Al no poderse adaptar, la pobre hoja había muerto. ¿Acaso ese era el futuro de Satoru?

¿Porque bostezas? ¿Porque respiras? ¿Porque haces pis y caca? Esas son cosas con las que nacemos y aprendemos a hacer sin aprenderlas. ¿Es necesario conocer el porqué? Pues no. — Bajó la mirada y habló con la pelirroja. — Para mí meditar es lo mismo. No sé porqué lo hago, pero lo siento necesario. Aunque últimamente... — Mala suerte fue la del joven filosofo, ya que la chica lo interrumpió. Mas Satoru le agradeció inconscientemente; no era necesario profundizar temas que no venían a lugar. Fue en ese momento en que empezó a juguetear con la punta de la trenza, limpiandoce el rostro con la misma.

¿Es una Kunoichi? ¿Cómo yo? ¿Dónde consiguió esa bandana? — Se preguntaba mientras veía la inocencia de la aparente 'niña', que hacía notar la diferencia que notó entre su cabello y el del Satoru. Parecía ser que el de la pelirroja era más suave, cosa que le enseñó abofeteandolo con el mismo en la cara.

Sí que es suave. — Rió mientras veía como la chica, llena de felicidad, tomaba un mechón de su cabello y jugueteaba con él.

La Kunoichi respondió a la pregunta de Satoru. Estaba paseando con su madre, la cual, Satoru supuso, se había ido a hacer algo. Fue por eso que ignoró el tema y calló. Luego la mujer dijo su nombre; "Ritsuko". Un nombre muy interesante, más para una mujer con la actitud de la chica. Satoru pensó que ambos, nombre y personalidad, no cuajaban. Pero quién sabe con que criterio se otorgan nombres en la jungla de concreto.

El bicho de la curiosidad, ese maldito insecto que causa estragos en la vida del Shinobi, le picó y le hizo crear una interogante. — Dime, Ritsuko-san, ¿eres una Kunoichi? — Preguntó, sonriendo e inclinando un poco su cuerpo debido a la diferencia de altura que había entre los dos.


Al final pude responderte. Perdón que me haya explayado tanto.
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#13
Las respuestas tardaron un poco en llegarle pero al final lo hicieron, pero no como se lo esperaba. Vinieron una serie de preguntas que en la cabeza de la kunoichi no venían a cuento por lo que al instante que pudo hablar respondió con firmeza. - Porque son necesarios para vivir - Por primera vez desde el instante en que el shinobi se tropezó con ella se debió de haber visto como una persona seria, pero enseguida hizo un agregado que le quitó esos aires. - Menos bostezar, bostezo para avisar que tengo sueño. - Agregó mientras desviaba un poco su mirada de un lado a otro como si buscase algo en particular.

La verdad era que nada había a su alrededor que llegase a interesarla, más que la trenza que estuvo en sus manos por poco tiempo más. Acto seguido le 'golpeó' la cara con su propia cabellera rojiza y este reafirmó lo que ella previamente había dicho. Por lo que con orgullo y un puño en pecho respondió. - ¡Te dije! ¡No vas a encontrar pelo más pachonsito que el mío! -

No se esperaba una respuesta contundente, ni tampoco que la entendiera si de por si se expresaba de formas extrañas que no todo mundo comprendía, además que si, era bastante infantil pese a tener esa bandana atada a la cintura y que alegría que se había olvidado su máscara o sería de lo más chocante encontrarse una calavera parlante con actitud de niña pequeña.

Finalmente, la pelirroja centró su atención en algo que era completamente suyo, ahora era el momento en que Satoru podría escapar y librarse por fin de la niña insoportable... Pero no, prefirió seguirle la conversación y no dejarla sola como tantas otras personas. En un principio Ritsuko simplemente alzó la mirada con una expresión bastante, 'seria' sin soltar su cabello y no dijo absolutamente nada, luego de unos instantes de enredar un poco su cabello en una pequeña trenza dijo cabizbaja. - Si, curioso ¿no? Que alguien tan poco serio lo sea. - Dijo dejando en evidencia lo consciente que era de los pensamientos de todo el mundo.

~ Seguro está pensando lo que los demás. "Nunca pasará de Genin", o "seguro la matan en su primera misión fuera de la aldea"... ~ Pensaba la pelirroja que había decidido 'liberar' al shinobi que tenía delante, dándose media vuelta dispuesta a irse mientras seguía jugueteando con su propio cabello sin siquiera dar señales de depresión ni nada por el estilo, simplemente silencio...



No te preocupes si te tardas o algo, todos tenemos cosas de las que ocuparnos XD
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#14
No era una pregunta con respuesta. — Pensó al escuchar la respuesta de Ritsuko. Luego la pelirroja agregó un gracioso comentario, del cual Satoru se rió aunque no le haya causado gracia. Ese era uno de sus tantos males hábitos.

Son necesarios para vivir. ¿Pero porqué? Me malinterpretaste. No me entendiste, como yo estoy haciendo ahora. ¿Porqué estás jugando con mi pelo? ¿Porqué no actúas como otras personas? ¿A caso en la aldea realmente hay gente única? — Recitó un tonto monologo en su cabeza.

Pero las cosas no seguirían tan felices. La chica se deprimió al escuchar la pregunta de Satoru. Se insultó a ella misma de una forma indirecta, haciendo énfasis en que su falta de seriedad era el principal motivo por el cual la juzgaban.

Es cierto. Realmente es curioso ver a alguien tan feliz como vos ser un Shinobi. — Mantuvo un tono de voz serio, quería ponerse en la misma situación de la chica. — Un Sabio de donde vengo siempre decía que la ignorancia hace la felicidad. Y no se equivocaba, hasta hace poco yo era feliz y ahora mirame... estoy vagando por una tierra extranjera tratando de entender como funciona el mundo. Y te juro que no es nada lindo. — Guardó silencio para acercarse un poco más a la pelirroja. — Supongo que a ti te pasa lo mismo. Eras feliz, pero alguien te dijo que no deberías serlo. Por favor, no me malinterpretes. No te digo que seas tonta, solo que el saber duele. ¿Estás dispuesta a cargar con ese dolor? ¿Tener que enterarte de las verdaderas intenciones del ser humano? ¿Conocer su verdadera naturaleza? Sí es así, te juro que yo, tu camarada de aldea, te acompañaré. — Puede ser que el joven ermitaño haya creado un lazo de confianza de la nada, pero en cierta forma parecía necesario. Él creyó que la estaba ayudando.
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#15
Independientemente de las reacciones o respuestas del chico, Ritsuko ya había dejado a un lado su alegría innata e incluso había dejado de jugar con su cabello, iba a retirarse sin ningún motivo aparente porque llevaba en claro que estaba siendo subestimada nuevamente, o tal vez considerada loca nuevamente y si bien, no le molestaba directamente, no le interesaba quedarse a escuchar insultos y demás.

En eso, el shinobi con el que se estaba entreteniendo decidió en cierta manera seguirla, no parecía estar dispuesto a dejar que ella se retirase sin más, probablemente para dejar alguna cosa en claro y ya. ~ ¿Soy gnorante...? ~ Se preguntó a si misma mientras miraba al chico de reojo, pero no se atrevió a interrumpirle hasta que terminó de hablar.

~ ¿Y tú qué piensas mamá...? ~ Preguntó en su cabeza sin recibir ningún tipo de respuesta, por lo que tuvo que pensarse varias veces una respuesta coherente. - Estás solo y no entiendes, nadie que te explique y por ello te sientes fuera de lugar. Yo por mi parte estoy bien, soy feliz y lo sigo siendo pese a saber que la naturaleza del ser humano es buscar su felicidad propia a expensas de la ajena. - Dijo con completa seriedad y firmeza, mostrando lo convencida que estaba de sus ideas.

Un segundo después, metió su mano en su portaobjetos para sacar uno de sus baikunais y apuntarle al shinobi con este. - Si para llegar a ser felices hace falta matar a otro un humano se hará sin rechistar... - Sentenció finalmente para guardar nuevamente el baikunai con el que había 'amenazado' a su compañero.

Mientras la conversación seguía, la pelirroja suspiró para luego volver a mostrar su alegre sonrisa. - Y yo soy feliz. Sé lo que pretenden hacer las personas, sé que los shinobis tenemos que matar a otros para que no nos molesten o para ganarnos el sueldo y vivo bien con ello porque yo también quiero seguir siendo feliz. - Dijo con completa sinceridad mientras seguía la caminata.
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