Un largo viaje el que había decidido emprender Noemi, con la pequeña ventaja de que la aldea quedaba ubicada en el centro del continente y por lo cual podría dividir su travesía en dos partes. Ya había recorrido casi la mitad del continente e iba siendo hora de regresar obviamente por sectores de su mapa por los que no había pasado.
Ahora iba pasando por el país del fuego, territorio no tan extenso como algunos otros países pero que visto en un mapa ocupaba una porción bastante similar al país de la cascada. Mientras la kunoichi iba recorriendo aquellos senderos marcados en la tierra probablemente por carromatos de mercaderes y algún que otro noble, podía apreciar la belleza de lo natural. Algo que a estas alturas ya estaba bastante acostumbrada a ver ya que había pasado también por el país del bosque y de la espiral que en lo único que se diferencian era en el tipo de organismo que formaba aquellos bosques.
A estas alturas de su viaje, Noemi ya estaba bastante cansada de solo ver plantas y algunos animales, en especial las palomas que le habían cogido el gusto a molestarla y en algunos momentos de distracción se le subían en la cabeza. - Maldita sea... Que no traigo comida... - Refunfuñaba mientras caminaba pendiente del vuelo de aquellos animales por si se les ocurría bombardearla con sus gracias.
La kunoichi seguía viaje recorriendo bosques y evitando riscos y ríos por obvias razones. Se habrá recorrido casi que literal todo el país del fuego en busca de la ciudad que figuraba en su mapa, Tanzaku Gai, hasta que finalmente al anochecer se encontró con la mencionada muralla. - Menos mal... - Susurró aliviada la chica a la que no le hacía ninguna gracia la idea de pasar noche en el medio de la nada, para colmo empezaban a escucharse ruidos de alguno que otro animal salvaje que seguramente la habría estado siguiendo a la espera de que se durmiera o distrajera.
Una vez que logró localizar la entrada, Noemi ingresó a la ciudad en busca de algún lugar para pasar la noche. Pero se llevó la sorpresa de que por aquellas horas la ciudad seguía llena de vida seguramente a causa de la cantidad de locales ofreciendo servicios solo para adultos. - El bosque ya no se ve tan feo... - Se dijo a si misma mientras hacía lo que podía por evitar ser arrastrada a los juegos o que le ofrecieran algo de dinero a cambio de ciertos servicios.
Probablemente a causa de sus curvas y su postura la gente medianamente alcoholizada la veía como una mujer adulta siendo que aún le faltaba un año para alcanzar la mayoría de edad. Así que no le quedó de otra que apresurarse en su búsqueda por alguna posada hasta que finalmente encontró una, pero al momento de abrir la puerta terminó chocando contra alguien y a causa de la 'desesperación' por salir de aquellas calles donde no paraban de molestarla se tragó su orgullo para hacer una leve reverencia. - D-dis-culpa... - Dijo un tanto alterada la kunoichi a la espera de que la persona con la que había chocado no hiciera ninguna gracia contra ella.
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Reiji había tardado mas tiempo del requerido para llegar a la ciudad de Tanzaku Gai, se había detenido varias veces a lo largo del camino y le había tomado un par de días mas llegar a su destino, y no solo eso, sino que había llegado al atardecer, y justo unos minutos antes de que la tienda donde tenia que entregar los rubíes cerrara. Y aquel retraso conllevo otra cosa: tendría que pasar la noche en la ciudad, pues no era seguro atravesar los bosques por la noche, por muy shinobi que fuera.
No tardo mucho en encontrar un lugar que fuera de su agrado. Era cierto que en la calle había algunos locales llenos de borrachos y algunas mujeres que intentaban ganarse la vida de manera indecente, pero la mayoría de las calles eran así por la noche, y eran mucho mas tranquilas y seguras que las de Shinogi-To. Ademas, la posada era bastante acogedora y tenían buena comida para cenar. Al menos el olor era bueno.
Reiji se encontraba terminando de pagar cuando ocurrió todo. Un hombre bastante corpulento, de enorme barriga y tan lleno de alcohol como el barril al que se asemejaba acaba de entrar por la puerta del local hacia unos segundos. Era algo frecuente que un borracho entrara a las posadas en busca de una cama en la que desmayarse, lo que no era tan común es que alguien entrara de golpe a la posada y golpeara sin querer al borracho. Pese a todo, la chica pareció disculparse con una leve reverencia, pero al señor barril no le hizo mucha gracia todo aquel asunto, y tardo muy poco en agarrarla por el cuello con violencia.
—Quien te has creído que eres muchacha?! —Gritó —Aunque estas bastante buena, podría perdonarte si pasaras la noche conmigo
El hombre recorría a la muchacha de arriba a abajo con una mira lasciva mientras se relamía y apretaba el cuello de la joven, que solo había intentado disculparse. Pero entonces un chasquido resonó por todo el lugar con fuerza. Los únicos presentes, la recepcionista y el grandullón giraron su mirada en dirección a Reiji, la muchacha apenas podía mover su cabeza por la fuerza de la mano que amenazaba con ahogarla.
Y es que Reiji no podía quedarse quieto ante tal situación. Había hecho una extraño sello manual, que solo se utilizaba para las técnicas de su propia naturaleza, luego chasqueo los dedos con fuerza y unas extrañas espadas de color azul, tan brillantes como el zafiro, se habían formado flotando a su alrededor. Los ojos del muchacho ardían de ira mientras observa al borracho.
—Quien os creéis que sois vos para poner vuestra mano sobre esa mujer? —Su voz sonaba con firmeza, pero su forma de hablar era extraña para quienes lo escuchaban —Vil rufián, si no la soltáis ahora mismo no tendré mas remedio que manchar este hermoso lugar con vuestra sucia sangre
El hombre estaba perplejo ante las palabras del joven. Tal vez por que su borrachera no le permitía entender ni la mitad de lo que el muchacho había dicho, o tal vez por que no sabia si estaba viendo doble cuando mientras miraba a las dos relucientes espadas apuntándole. Pero los ojos del muchacho le decían que iba muy enserio, y que si no soltaba a la joven, este no dudaría ni un segundo en atravesarlo. Por ello, y por que no era mas que un hombre común armado nada mas que con un diminuto cuchillo que nada podría haber echo contra aquello, el borracho soltó a la muchacha de golpe y se marcho del lugar. Reiji deshizo las espadas y se acerco a la muchacha sin reparo.
—Os encontráis bien hermosa dama? —Dijo tendiéndole su mano y ayudandola a levantarse si la aceptaba, una vez en pie, el joven le haría una ligera reverencia mientras le entregaba a la muchacha una pieza de esmeralda con la forma de una rosa —Espero que aceptéis este presente a modo de disculpa por le mal rato que habéis pasado, aunque esta joya no alcanza ni por asomo la hermosura de vuestros ojos
La gran mayoría de las veces con solo pedir disculpas era más que suficiente para librarse de prácticamente cualquier accidente de ese tipo, era algo inevitable cuando uno lleva prisas o está siendo asediado por montones de ofertas en las que no se está para nada interesado. Pero esta vez ni pedir disculpas ni su propia belleza le ayudó puesto que el hombre estaba lo suficientemente borracho como para estar dispuesto a ultrajar el cuerpo de la kunoichi.
~ Gordo de mierda... ~ Decía en su mente la rubia que intentaba con ambas manos librarse de aquel agarre sin tener que recurrir a la violencia, pues le resultaría muy sencillo tomar una aguja de su portaobjetos y hundirla en la carne de aquél robusto brazo que no le estaba permitiendo respirar.
La capacidad pulmonar de la chica nunca fue muy buena por lo que su cuerpo ya comenzaba a debilitarse y su visión a nublarse, pero un chasquido se hizo presente y luego de un breve momento el agarre que la asfixiaba se desvaneció.
De todas maneras, la fuerza en las piernas de la chica no regresó de forma instantánea por lo que fue inevitable que esta cayera al suelo aunque haya logrado apoyar ambas manos sobre el mismo para quedar completamente tendida. ~ Me la voy a cobrar... ~ Pensaba la chica mientras jadeaba intentando recuperar el aliento y mantenía una de sus manos apoyada en el sector del cuello donde peor fue la presión.
Una voz masculina no tardó en hacerse presente, esta vez era de un joven bastante respetuoso por el vocabulario que estaba utilizando aunque sin lugar a dudas algo confuso. Lo que no quitaba el hecho de que Noemi entendiese a la perfección ese cumplido que le habían dedicado.
Siendo que no estaba en posición de actuar como una persona arrogante y que prefería evitar más problemas, tomó la mano del pelirrojo aceptando aquella ayuda y una vez de pie pudo apreciar como le dedicaban una ligera reverencia y acto seguido le entregaban una hermosa pieza brillante de un tono verdoso bastante lindo a los ojos de la chica.
Aquel gesto vino acompañado con más halagos que no hacían más que alimentar el ego de la kunoichi que había dejado escapar una sonrisa mientras observaba de pies a cabeza al joven que tenía delante. - Por gente como tú es que vale la pena correr estos riesgos... - Dijo mientras desviaba su atención por un instante a aquella gema que tenía en mano. - Te agradezco mucho la ayuda... Me llamo Sakamoto Noemi, ¿puedo preguntar tu nombre? - Consultó la chica manteniendo la sonrisa y tratando de tragarse un poco su orgullo, pues acababa de ser vista prácticamente abatida por el agarre de ese borracho.
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La muchacha acepto la mano de Reiji y este le ayudo a levantarse. Tras la reverencia el joven alzo la cabeza y pudo ver mucho mas a parte del hermoso brillo verdoso de los ojos de la muchacha. Parecía esculpida por la mano de alguna especie de dios creador, y pese a que no se sentía tan atraído como le había pasado con la chica pelirroja, el muchacho tenia que reconocer que aquella chica era de las mas hermosas que había conocido, si es que se trataba de un mujer y no de un ángel.
— Por gente como tú es que vale la pena correr estos riesgos...
—Si fuese por mi jamas permitiría que sufrierais esos riesgos, y aunque pareceis una mujer fuerte y capaz, mi honor me dice que debo protegeros
— Te agradezco mucho la ayuda... Me llamo Sakamoto Noemi, ¿puedo preguntar tu nombre?
La chica se presento ante el shinobi de la lluvia como Sakamoto Noemi y ademas recalco un enorme error por parte del muchacho. En realidad, no era un error, pero para el joven aquello era como si hubiese cometido un crimen. Había robado la sonrisa de una muchacha sin antes presentarse. Tenia que corregir su error, no podía dejar las cosas así.
—Por supuesto, espero que disculpéis mi falta de modales y cortesía, me cegó la ira que me provoco veros en peligro, Mi nombre es Reiji, Kagami Reiji, enmendaría mi error si os invito a acompañarme a cenar?
La kunoichi se sentía bastante a gusto con el pelirrojo principalmente porque no se limitaba a la hora de halagarla. Cada vez que habría la boca soltaba alguna palabra o frase que le quedaba gustando principalmente porque si no era respecto a su belleza era respecto a sus capacidades de las cuales también estaba bastante segura. ~ Lástima que en Taki no haya hombres así... ~ Pensaba la kunoichi cuya sonrisa no parecía muy dispuesta a borrarse.
El nombre del chico era bastante importante para Noemi justamente porque estaba tomándose el trabajito de alimentar su ego con esa cantidad de halagos que le soltaba, pero no se quedó simplemente en eso como tantos otros, fue por más invitándola a cenar.
No se tomó nada de tiempo en pensarlo para llegar a una respuesta clara. - Estaría encantada de acompañarte Kagami Reiji. - Dijo para luego echarse el cabello hacia atrás mientras observaba de reojo hacia atrás suyo, por donde se había ido el hombre barril. ~ A la próxima no estaré tan distraída... ~ Se decía a si misma mientras ocultaba su rabia con una expresión de tranquilidad.
- Comeremos aquí ¿Verdad? - Preguntó devolviendo la vista al chico que tenía delante, no quería volver a salir a las calles por lo que durase la noche por todo lo que le había tocado aguantar y no quería que la historia se repitiese una y otra vez.
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— Estaría encantada de acompañarte Kagami Reiji. Comeremos aquí ¿Verdad?
La chica no tardo ni un segundo en pararse a pensar si cenaba o no con Reiji. Por supuesto el joven de Amegakure sonrió, así podría enmendar su error y se sorprendo al verla echarse el cabello hacia detrás. Aquella imagen le dejo sin aliento de nuevo, desde luego, si todavía tuviera un corazón ella podría robárselo, por suerte el suyo se lo había entregado ya a otra persona.
—Claro, si así lo deseáis cenaremos en este lugar
Reiji dio la espalda a la muchacha un momento para dirigirse hacia la posadera. La mujer había visto todo lo acontecido en el lugar y había suspirado cuando las cosas se habían calmado sin necesidad de violencia, si no, no hubiese dudado en llamar a la guardia, no era la primera ni la ultima vez que la mujer había tenido o tendría que lidiar con hombres borrachos.
—Disculpe señora por lo sucedido —Dijo el muchacho mientras metía su mano en el bolsillo de su gabardina para sacar tres hermosos diamantes —¿Sera esto suficiente para pagar por las molestias y una cena para dos personas?
Sin mediar palabra la mujer cogió los diamantes y asintió. Claro ¿quien iba a rechazar tal recompensa? había suficiente para que cenase un ejercito con el valor de aquellas gemas. Así que la mujer no pensaba poner pegas, pero tampoco sabia que decirle al joven, ni sabia por que un joven que pagaba en diamantes había ido a parar a su taberna.
—¿Vamos?
Dijo Reiji tras girarse de nuevo a la joven, cediéndole el paso en dirección al comedor.
~ Claro que prefiero comer aquí… ~ Pensaba la chica a la que le recorría un escalofrío cada vez que pensaba en salir del establecimiento por esas horas de la noche. Dicho lo dicho, ella se dedicó a seguir al muchacho para evitarse cualquier tipo de nuevo inconveniente ya que se veía que sabía bien como resolver los problemas sin recurrir a la violencia, cosa que ella aún no aprendía.
Lo mejor sería quedarse cerca del pelirrojo, aunque sea por simple conveniencia temporal y… ~ ¿¡DIAMANTES!? ~ Se cuestionaba la rubia incrédula a la que casi se le salen los ojos de sus órbitas al ver aquello, acababa de regalar una esmeralda y ahora tres diamantes, cuatro objetos sumamente valiosos si se ponían a la venta y él los estaba repartiendo como si no valiesen absolutamente nada, era simplemente increíble y Noemi no terminaba de creerlo. ~ ¿Serán falsas...? ~ Pensó la rubia que aprovechó para revisar nuevamente la joya, aunque al no ser una experta en ese tipo de cuestiones no podría sacar ninguna deducción.
Fue allí cuando el pelirrojo la sacó de transe sacándole de nuevo la sonrisa con la que le había estado mirando todo ese rato. - Parece que el dinero no es un problema para ti ¿No? - Comentó ella mientras emprendía la marcha hacia la zona del comedor donde se buscaría una mesa desocupada. Por fortuna a pocos pasos de la entrada había una justamente para dos personas a donde la kunoichi se dirigiría suponiendo que el pelirrojo la seguiría.
Tras tomar asiento no se podía dar el lujito de dejar que la conversación muriese o algo por el estilo más que nada porque no le resultaba conveniente de momento así que luego de acomodarse habiendo guardado la esmeralda que le había regalado previamente en su portaobjetos, depositó el brazo izquierdo sobre la mesa que luego utilizaría como soporte para su cabeza mientras que con un dedo de la otra mano se dedicaría a jugar con un mechón de su cabello al cual le daría vueltas constantemente. - Así que… Reiji, ¿Lleva mucho trabajando como shinobi? - Preguntó con una sonrisa cordial esperando no molestarle.
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— Parece que el dinero no es un problema para ti ¿No? -
Reiji sonrió ante las palabras de la muchacha. No, pagar nunca había sido un problema para él. Su chakra le daba la capacidad de crear o manipular el cristal y las joyas preciosas, así que cuando se encontraba falto de dinero solo tenia que tirar de sus habilidades y crear alguna joya bonita. Eso y su labia le ayudaban bastante a convencer a la gente de que se podía pagar con eso. A algunos no tenia ni que hablarles para que cogieran las gemas sin pensarlo.
—Al fin y al cabo, un príncipe como yo tiene que ir preparado por si se cruza con una dama como vos
No solo siguió a la joven hasta el comedor, que quedaba cerca de la entrada, si no que cuando ambos fijaron su mirada en una mesa para dos personas que estaba desocupadas, Reiji se adelanto a la joven para cederle el asiento como el caballero que el mismo se consideraba. Después Reiji se desprendió de su gabardina y la colgó en el respaldo de su propio asiento antes de plantar su trasero en la silla.
— Así que… Reiji, ¿Lleva mucho trabajando como shinobi?
La pregunta de la joven saco al muchacho de su nuevo trance. Estaba mirando como la muchacha jugaba con sus cabellos dorados y no pudo evitar imaginarse a aquella joven pelirroja que le había arrebatado el corazón. No había podido evitar imaginarse a si mismo jugando con aquellos cabellos del color de la sangre. Pero entonces la dulce voz de aquella muchacha lo devolvió a la realidad.
—No mucho en realidad,¿Y vos?¿Que clase de deidad cruel envía a uno de sus ángeles a un lugar como este para que sirva como guerrera?
Para sorpresa de la rubia kunoichi, en el instante en que iba a tomar la silla por el respaldo para alejarla y poder sentarse el chico se le adelantó haciendo justamente aquello que tenía pensado hacer. Una ligera sonrisa fue lo que le dedicó al chico y procedió a tomar asiento sintiéndose hasta cierto punto como un miembro de la realeza, de esos que no hacen absolutamente nada por si solos.
Una vez que ambos estuvieron sentados, Noemi lanzó la pregunta que no tardó en recibir respuesta.
—No mucho en realidad,¿Y vos?¿Que clase de deidad cruel envía a uno de sus ángeles a un lugar como este para que sirva como guerrera?
Con cada palabra que entonaba este joven el alma de esta kunoichi se retorcía de placer, llevaba mucho tiempo sin encontrarse a alguien que lograse ese efecto en ella con meras palabras además de que no parecía desesperado o salivando de más, era sin lugar a dudas una compañía ideal para el juicio de la chica.
— Llevo un par de años ya. No me gustaba la idea de seguir una vida cual princesa y convertirme en una inútil, por eso me enlisté en la academia. —
Decía la joven esbozando una alegre sonrisa principalmente por los cumplidos previos de parte del pelirrojo. Una lástima que la conversación se viese interrumpida por una de las empleadas, una mujer que aparentaba apenas unos treinta años, de cabellos largos y castaños.
— ¿Listos para ordenar? — Preguntó con una sonrisa cordial.
Noemi desvió ligeramente la mirada hacia la mujer y pensó dos veces lo que pediría, más que nada por los costos pero al recordar que el chico que la acompañaba podía fabricar piedras preciosas en un instante se olvidó de ello y ordenó con más tranquilidad. — Tempura de carnes blancas para mi, por favor. — Respondió a la empleada que anotó en una pequeña libretita y se quedó a la espera de que el pelirrojo diera su orden.
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