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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Hay momentos en la vida en los que uno se para en seco, se queda pensando en lo que ven sus ojos, y de pronto se hace una pregunta que encierra un misterio que jamás acaba por resolverse:

"¿Esto no lo he vivido yo antes?"

Se subió la cremallera del pantalón después de mancillar las corrientes de aquél río tan limpio con sus obligatorias necesidades básicas. Por supuesto, en los bosques no hay retretes, así que en algún sitio tenía que orinar. Y hacerlo al borde de un árbol le resultaba algo... incómodo. Era como si se estuviera meando encima. No sabía por qué.

Se dio la vuelta y se acercó al tronco más cercano. Volvió a mirar al río y se dejó caer, apoyándose en el tronco.

«En serio, juraría que esto ya lo he vivido. Me suena este río, me suena este bosque. Pero es que también juraría que no he estado aquí jamás. ¿Qué me pasa?»

Levantó la vista y se fijó en una rama de otro árbol, a la otra parte del río. No sabía por qué esperaba que alguien se plantase allí. Casi podía ver hasta su figura. Como si eso hubiera pasado en otra vida, o algo así.

«Desde que llegué a los Dojos estoy más raro...»
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#2
Introduje mis manos en el agua cristalino de aquel rio para usarlas de la misma manera que usaría una palangana, posteriormente las alzaría, humedeciendo mis manos y haciendo un sonoro y breve sorbo. El ser humano era la cosa más imperfecta sobre la faz de la tierra. Entre mis dedos cayó más agua de la que acabó entrando en mi boca todo y mis esfuerzos, así que hice unas cuantas repeticiones más hasta que vi saciada mi sed.

*Aquí estaré mejor, sin la emoción desbordada de mamá ni los intensivos entrenamientos de Setsuna-sensei... a veces es demasiado exigente*

Emití un bufido en forma de suspiro, como si me hubiese quitado un enorme peso de encima y recuperé la verticalidad.

Estaba solo, sin tener que dar explicaciones a nadie y ante mí tenía un bosque lleno de aventuras, o al menos eso era lo que veía yo.

Pero no estaba solo.

Caminé un poco más, alejándome del asentamiento de los samuráis, por ahora necesitaba alejarme de aquel sitio hasta que vi un tipo moreno meando sobre el agua del rio.

Escupí en el acto, dándome collejas de forma instintiva y repitiendo los escupitajos una y otra vez.


-¡Qué puto asco!-

Me salió del alma. Tan solo hacia unos breves instantes que había bebido de esa misma agua unos metros para atrás.

Tras aquella exclamación todo mi cuerpo tuvo una extraña sensación que no sabría como explicar, como un cosquilleo en la cabeza, de pronto es como si mi cerebro se transportase a otro lugar. No. al mismo lugar, o al menos parecido, pero en el pasado o en el futuro, no sabría decir con exactitud.

¿Qué era aquello?

Di un paso al frente, por alguna razón no me atreví a más.


-¿Qu.. Quién eres?-

Pregunté finalmente en un mar de dudas e incertidumbre.


Me apunto a los deja vus. Tengo ya algo de practica con Jurete-chan
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#3
Pero antes de que Daruu pudiera siquiera tomar asiento y empezar a divagar de por qué todo aquello le sonaba tanto, nada más haberse subido la cremallera de la bragueta, escuchó las maldiciones de otro joven, que, casualmente, también pasaba por allí.

Era un pelirrojo con la bandana de Uzushiogakure, que ahora estaba escupiendo y dándose collejas a sí mismo como un loco salido de un manicomio.

Dios santo, ¿pero es que no había nadie de fuera de Ame que fuese lo más mínimamente normal? A estas alturas, Daruu ya creía que todo lo que no tocaba la lluvia era preso de una especie de enfermedad transitoria mental muy rara.

Miró al río, miró al extraño, y de pronto lo comprendió. Y ante la pregunta de Yota no pudo sino reír a carcajada limpia.

¿Pero qué haces, tío? ¿Bebiendo del río? ¿Pero tú no sabes que eso no se debe hacer? De primero de Academia, y veo que eres ninja —dijo, salido del alma. Instantáneamente supo que había sido una imprudencia—. No, en serio. Es peligroso. Mira lo que hay allí.

Señaló a lo alto del río. Un ciervo muerto derramaba la sangre en las aguas.

A saber de qué ha muerto ese ciervo. Pero si es de alguna enfermedad chunga, prepárate. Yo que tú me iba a un hospital.
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#4
Pero al chico le pareció de lo más gracioso, debió serlo a juzgar por aquella risotada y lo cierto es que de tan solo imaginármelo sentí vergüenza ajena mientras se escapaba algún que otro atisbo de risa contenida de mi garganta.

¿Pero qué haces, tío? ¿Bebiendo del río? ¿Pero tú no sabes que eso no se debe hacer? De primero de Academia, y veo que eres ninja

*Pero bueno, ¿Qué tenemos aquí? Un gracioso ¿Eh?*

—. No, en serio. Es peligroso. Mira lo que hay allí.

De repente fue como si se pusiera más serio, tratando de restarle importancia a la mofa a medida que señalaba un ciervo que se iba desangrando en dirección al rio. Pude sentir aquel desagradable nudo en mi garganta. Agua, meado y sangre. La cosa iba mejorando por momentos.

A saber de qué ha muerto ese ciervo. Pero si es de alguna enfermedad chunga, prepárate. Yo que tú me iba a un hospital.

A cada palabra que el tipo soltaba resultaba más serio y su mensaje cada vez más perturbador. En mi cabeza llegué a imaginarme como cogía algún que toro chungo y pensar que todo dependía de la buena fe de aquel desconocido... No era muy alentador que digamos.

Me fijé un poco más en él y pude ver que bajo los mechones que caían por su frente ocultaba una bandana de Amegakure, como la que lucía la chica del Valle del Fin.

-No creo que haya cogido nada. Desde donde he bebido tu meado no ha podido llegar, y el ciervo está al otro lado del rio así que es bastante improbable, no hay de qué preocuparse- dije, como si tratase de tranquilizarme restándole importancia -Llegaré al torneo en plenas condiciones. Por qué tu también vas a ir, ¿Verdad?-

Pregunté en vistas de que no estaba dispuesto a decirme quién narices era. Mientras, por el rabillo del ojo pudimos comprobar como el cuello del animal de la otra orilla cada vez se iba ennegreciendo más a medida que las moscas iban revoloteando a su alrededor.
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#5
—No creo que haya cogido nada. Desde donde he bebido tu meado no ha podido llegar, y el ciervo está al otro lado del rio así que es bastante improbable, no hay de qué preocuparse. Llegaré al torneo en plenas condiciones. Por qué tu también vas a ir, ¿verdad?

Daruu no daba crédito a lo que captaban sus oídos. «¿Este tío me lo está diciendo en serio? ¡¡No atendía en las clases de Supervivencia!!»

Sí, voy a ir al torneo —respondió, pero con urgencia—. Escucha, si ese ciervo ha muerto de algo mínimamente contagioso y peligroso, eres un cadáver. Las bacterias se propagan por el agua irremediablemente. Hay casos de gente que ha bebido a kilómetros de un cadáver en el río y la ha palmado. Necesitamos encontrar un médico. Necesitas un antibiótico. Por si acaso.

¿Por qué se preocupaba por alguien que ni le iba ni le venía? «Quizás hago esto porque no soy un hijoputa que solo piensa en sí mismo».

Sea como fuere, estaba descubriendo una faceta suya que no esperaba encontrar. Normalmente, evitaba cualquier tipo de problema, y mucho más implicarse en la resolución. En el pasado, le habría dicho lo del médico, pero le habría dejado que se las apañara a solas.

«Pero... ¿y si le pasara algo y no hubiera nadie para ayudarle o para pedir ayuda? No me lo podría perdonar. Anunciarían su nombre en el torneo y yo sabría que si lo hubiera ayudado, él...»
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#6
Sí, voy a ir al torneo —respondió, pero con urgencia—. Escucha, si ese ciervo ha muerto de algo mínimamente contagioso y peligroso, eres un cadáver. Las bacterias se propagan por el agua irremediablemente. Hay casos de gente que ha bebido a kilómetros de un cadáver en el río y la ha palmado. Necesitamos encontrar un médico. Necesitas un antibiótico. Por si acaso.

*No jodas.. ¿En serio? ¿Voy a morir tan joven? ¡No! ¡No puedo morir sin haber completado mi tarea!*

-Joder ¿Voy a morir en serio? ¡No puedes hacerme esto!-

Exclamaba ligeramente alertado.

Quizás no era demasiado tarde para poner remedio a aquella supuesta infección o contagio o lo que demonios fuera. Pero para ello debía volver al asentamiento samurái donde de bien seguro me toparía con ellas... Ya fuese por el contagio o por el collejón que me daría mamá cuando me encontrase era hombre muerto, o mejor dicho, shinobi muerto.


-Espera.. entonces.. hay que ir al maldito médico. Si, eso es. El médico. ¿Hay alguno por aquí cerca?- pregunté estúpidamente. Claro que había un puto médico. Que lugar acogería un torneo de combates sin tener a su disposición un equipo de médicos. Hay que ser gilipollas -Quiero decir... Un médico que no sea el del asentamiento samurái de los dojos

Me tapé la cara con las manos e hice resbalarlas mientras resoplaba.

-Mierda, tienes que ayudarme- supliqué -¿Cómo te llamas, chico de Amegakure?-
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#7
-Joder ¿Voy a morir en serio? ¡No puedes hacerme esto!-

¿Y qué quería que hiciera? Daruu se sintió mal, un poco, pero no podía hacer otra cosa más que avisarle de la posible consecuencia que tendría beber del río. Se encogió de hombros sin saber muy bien qué decir.

-Espera.. entonces.. hay que ir al maldito médico. Si, eso es. El médico. ¿Hay alguno por aquí cerca?-

—Supongo, ¿no? En los do... —comenzó a decir, pero el muchacho le interrumpió:

Quiero decir... Un médico que no sea el del asentamiento samurái de los dojos

Levantó una ceja. «¿Y por qué no quiere ir a un médico de los dojos, si se puede saber?»

-Mierda, tienes que ayudarme. ¿Cómo te llamas, chico de Amegakure?-

—Me llamo Daruu. Hanaiko Daruu, mucho gusto, tío. ¿Y tú? Venga, vamos a buscar un médico por donde sea antes de que acabe siendo tarde —dijo, y subió a la rama más cercana. Tras otear un poco por encima de las copas de los árboles, señaló en dirección al noreste y le indicó con la otra mano a su compañero improvisado a que subiera también al árbol—. ¡Mira, allí! Vamos, si hay un asentamiento, es posible que haya un médico. Y no está lejos.

Una columna fina de humo, como el de una chimenea, ascendía lentamente no muy lejos de allí. Daruu bajó de la rama, cruzó a pie el río y corrió esquivando los troncos dirigiéndose hacia el lugar.

Los muchachos no tardaron en llegar. Lo que había parecido un asentamiento resultó ser una choza con tejado de paja y paredes de madera. El cartel rezaba "doctor", así que supuso que habían dado en el clavo. Daruu tragó saliva, intimidado, y llamó a la puerta con dos tímidos golpecitos con los nudillos. La puerta se abrió al cabo de unos segundos.

Les recibió un señor vestido con taparrabos, que llevaba un bastón en una mano y una máscara alargada de madera que representaba a un ciervo.

—¡Un, chacachacachaca ún! —hizo un pequeño bailecito—. ¿Quién necesita de mis cuidados? ¿Qué necesita?

«Dios. Mío». Daruu no perdió el tiempo y señaló al pelirrojo con el cuerpo tenso como una aguja.

—Ha... bebido agua del río —dijo—. Había... un ciervo, muerto, más arriba. Puede haber cogido algo.

—¡Oh, señor de los cielos y los mares, OOH! —exclamó el chamán—. Es más graaave de lo que pensaba. ¡UN, CHACACHACA ÚN! —Repitió de nuevo el baile, empujando a Daruu y apartándolo del camino y asiendo a su acompañante firmemente del brazo.

Con una fuerza increíble, lo arrastró dentro de la choza. Daruu entró tras de él.

Era la casa de un auténtico hechicero tribal. Pequeña, con una sola ventana por la que entraba una luz tenue. Iluminaba un lecho de paja, y hacía que el resto del hogar quedara en penumbra. Había una estantería llena de cachibaches que Daruu no había visto nunca y un armario en la pared de al lado, una pequeña camilla reclinada hacia adelante y una gran olla que bullía con lo que parecía ser agua, simplemente agua, junto a una mesita.

El hechicero empujó al pelirrojo y le hizo sentarse en la camilla. Miró a Daruu y señaló el lecho de paja.

—Siéntate, ¡siéntate, muchacho! No temas la hospitalidad de este pobre viejo.

—Eh... No, no, estoy bien, ¡gracias! Llevo mucho rato sentado —contestó Daruu.

—Como quieras... Ahora, déjame buscar un par de cositas en mi armario... —Se puso a bailar de nuevo mientras avanzaba a saltitos hacia el armarito al lado de la estantería. Lo abrió y comenzó a rebuscar entre un montón de tarros con hierbas y otras cosas que Daruu no tenía ganas de distinguir—. ¡Un, chaca chaca, ún!

El muchacho se acercó al paciente. Y le susurró al oído:

—¿Seguro que no habrías preferido ir al médico de los dojos, o algo?

—¡AHHHH, LAS ENCONTRÉ! Genial. Van muy bien para estas cosas. —El chamán les interrumpió antes de que pudieran hacer nada para evitarlo, y se puso al lado de la mesita con un mortero, y un tarro empañado por el vaho de la olla. Abrió la tapa del tarro y virtió su contenido dentro. Parecían ser... arañas.

Cogió el mortero y empezó a machacarlas como si estuviera preparando alioli.

Chac-chac-chac-chac-chac.

«¡¡¡¡EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEAK!!!!!»
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#8
-Sasagani Yota, del clan Kuromibojin-

¿Qué más daba que le dijese el nombre del clan? Por mucho que investigase nunca encontraría información acerca de la Kuromibojin ni de mi bendición. Era lo más parecido a un clan inventado por un listillo, aunque en realidad existíamos, teníamos nuestras habilidades y nuestras metas, aunque lo manteníamos en secreto. Por el bien de la misión.

-Bien, pues vamos, cuanto antes veamos a ese médico mejor...-

Hice un ademán con la mano para que bajase de ese árbol y fuéramos en busca de ese asentamiento y de ese posible médico.

El tal Daruu no se ando con titubeos y descendió rápidamente de su posición privilegiada y echó a correr


-¡Espera!-

No se detuvo así que eché a correr por detrás suyo, siguiéndole hasta lo que fuese que había visto. En realidad no sabía ni siquiera lo que había visto. Quizás fuese el asentamiento que decía, igual era una trampa. Pero me fié de él como si fuera un niño cargado de inocencia.

Pero decía la verdad. Bueno, a medias. No encontramos un asentamiento, sino una casa en medio de la nada con las paredes de madera y un tejado de paja. Me sentí algo aliviado cuando vimos que se podía leer las letras doctor en aquel cartel que indicaba que allí habitaba un médico.


-Vale, hemos tenido suerte..-

No pude acabar de decir lo que tenía que decir hasta que salió el supuesto médico. Un tipo vestido con un simple taparrabos y el rostro escondido por una máscara que dibujaba un ciervo y aquella danza estúpida acompañada por esa rima fácil.

¡UN, CHACACHACA ÚN!

*Definitivamente prefiero las collejas de mamá a esto*

El hippie me agarro del brazo tras apartar al de Amegakure y tiro de mí hasta el interior de la choza hasta que me llevó a una sala donde había una camilla y una olla empañada. Me empujó nuevamente hasta sentarme en la camilla. Me costaba reaccionar ante lo que veía. Aquello debía ser un secreto entre Daruu y yo. Acabase como acabase, aquella experiencia no debía salir a la luz ¡Sería el hazmereir del clan! Y una vergüenza para mamá...

Entonces me fije, había un montón de utensilios muy raros, un lecho de paja y un armario que vete a saber tu que clase de drogas o cosas aún más raras debía contener.

Mis entrañas se retorcían a medida que iba viendo y asimilando todo lo que nos rodeaba.

Aquello había sido la peor idea que podríamos haber tenido.


¡UN, CHACACHACA ÚN!

El chamán y Daruu hablaban pero yo solo oía aquella frase sacada de un libro de hechizos y aquel estúpido baile. En el fondo estaba terriblemente cagado.

—¿Seguro que no habrías preferido ir al médico de los dojos, o algo?

La voz de Daruu me sacó de mis pensamientos, de mi trance mientras el chamán hacia sus cosas

-Bueno, si hubiera sabido esto hubiese preferido las collejas de mamá-

Solté una risa nerviosa y de nuevo el viejo chilló.

Sacó un bote dispuesto a verter su contenido en un mortero.

*¡Arañas!*

Pero no pude reaccionar a tiempo. Poco a poco, les fue propinando golpes... cada vez resonaban más fuertes en mi cabeza, sentía su dolor y su sufrimiento como el mio propio. A partir de ese momento mi rostro cambiaría. Mis dientes se apretaron a consecuencia de la rigidez súbita de mi mandíbula, mis puños se apretaron tanto que mis nudillos se enblanquecieron y mi mirada, roja como la sangre, desprendía el más básico de los instintos, la rabia más pura y más básica que un humano puede sentir.

Me levanté como un resorte con todos los músculos de mi cuerpo tensos como una plancha de acero macizo dando un manotazo al mortero directo a la pared de madera rompiéndolo en mil pedazos y desperdigando el líquido vital de mis amigas. Acto seguido con la mano diestra agarre al viejo por el cuello con fuerza y rabia.


-Puto asesino de mierda- de un golpe seco lo abalancé hacía sus espaldas.

Dios santo. en mi vida tan solo una vez había experimentado tanto sufrimiento y tanta rabia en mi cuerpo. Sentía que iba a estallar en cualquier momento.


-¡¡MIERDA, JODER!!-

No tenía control sobre mi propio cuerpo, actuaba bajo su propia voluntad, no la mía. Me acuclillé sobre mis rodillas, tapándome el rostro, como si de pronto me hubiese convertido en una bolita a medida que de los globos oculares dos solitarias lágrimas descendieron por mis mejillas.
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#9
—Bueno, si hubiera sabido esto hubiese preferido las collejas de mamá.

Daruu siguió también con su risa la comparsa del baile de la de Yota. Observó al chamán con espanto mientras machacaba las arañas en su mortero. Estaba demasiado horrorizado con el espectáculo como para prestar atención a su compañero, que tenía los ojos abiertos y los dientes muy apretados, los puños cerrados como si estuvieran asesinando a su propia familia.

Se levantó de un golpe y le dio un manotazo al mortero, que salió volando y se rompió en la pared, desperdigando sangre de araña por toda la cabaña.

«¡¡¡¡EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEK!!!!»

Intentó levantar la mano para detener a Yota, pero fue inútil, ya intentaba abatir al chamán de un golpe.

Y sin embargo.

El chamán se volvió con una agilidad que no había visto nunca en un ser humano, siquiera en un ninja. Agarró a Yota por la nuca con celeridad y lo estampó contra la pared contraria sin que éste pudiera tener tiempo a reaccionar. Tocó con el bastón el suelo y el bastón metamorfoseó en una sierpe que envolvió al compañero de Daruu de pies y manos y lo ató por completo. La sierpe se derritió, como una especie de tinta negra, y dejó a Yota adherido a la pared como una simple pegatina.

Abrió el armario y sacó otro bastón, un poco más grande y de madera más retorcida.

—El bastón era nuevo. Y las arañas, y el mortero. ¡Muy caros, muy caros! ¡UN!

PLAS.

—¡CHACA!

PLOC.

—¡CHACA!

ZASCA.

—¡ÚN!

BAM.

Los golpes en la cocorota que le estaba dando a Yota le iban a dejar un buen chichón. Seguro.

—Esto... señor... Señor, es que el pobre está un poco piripi y de vez en cuando tiene estos ataques, no es su culpa, él...

El chamán se acercó a Daruu y el muchacho se cubrió la cabeza instintivamente.

—Que te calle, gilipolla, contigo no estoy hablando —dijo, atropelladamente, y sabiendo que Daruu se había cubierto la cabeza le dio con el bajo del bastón en toda la espinilla.

—¡AYYYCH! —Daruu se arrodillo y se agarró la pierna, dolorido.
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#10
Tras el estampamiento de mortero y cadáveres de arácnidos, ver esparcidos sus pedacitos y su líquido vital estaba dispuesto a dirigirme al bufón que teníamos en nuestras narices.

Pero estaba resultando demasiado fácil todo. Demasiado para ser real.

En cuanto traté de agarrar su cuello con mi mano, la cual estaba totalmente tensa, el tipo evadió aquel iluso intento con una facilidad pasmosa y ahora era yo el que era presa por sus ataduras para acabar empotrandome contra la pared. Tuve la lucidez suficiente como para poner mi rostro de perfil y que no chafase mi nariz, haciendo que todo el golpe lo absorbiera mi mejilla y mi oreja.


-¡Agh!- grité dolorido.

No pude siquiera reaccionar. Escuché aquel golpe y segundos después note algo en mis brazos y piernas. Eché la vista a mi mano más cercana y vi una cosa negra que apretaba con dureza y me mantenía pegado a la maldita pared.

*¿Qué..?*


—El bastón era nuevo. Y las arañas, y el mortero. ¡Muy caros, muy caros! ¡UN!

-¡Qué te jodan!-

Seguía aumentando mi rabia y ya como que me da igual seguir ofendiendo y tocándole las pelotas al chamán. Menos me importaba si sus utensilios y su bastón eran nuevos o caros. Merecía lo que había hecho.

*¡Por asesino!*

Pero tras mis calumnias llegaron las hostias. Hostias como panes de un nuevo bastón y todos en la maldita cabeza. Joder dolía como mil demonios y en cada golpe soltaba un nuevo quejido, cada vez más audible y cada vez más cargado de impotencia.


—Esto... señor... Señor, es que el pobre está un poco piripi y de vez en cuando tiene estos ataques, no es su culpa, él...

Mi interior agradeció la defensa que me hizo el recién conocido Daruu, pero no esperaba clemencia por parte del supuesto médico.

—Que te calle, gilipolla, contigo no estoy hablando

Un nuevo golpe, esta vez en el cuerpo de Daruu. Parecía que realmente disfrutaba con nuestro sufrimiento, ¿Por qué tuvo que azotar al shinobi de Amegakure?

-¿Señor?- pregunté con sarcasmo a la vez que soltaba una más que forzada risa -No es un señor, amigo. ¡Es un maldito asesino de arañas!-

*Desafortunadamente para ti, has ido a toparte con la peor araña posible*

Traté de girar un poco más la cabeza y pude como estaba Daruu cubriendo la pierna que más que posiblemente acababa de ser golpeada.

Al ver aquello, mi respiración se vio acelerada al igual que los latidos de mi corazón. Si me quería muerto a mi bien, podría intentarlo, pero no iba a hipotecar la participación en el torneo de Daruu.


-Oye asesino, me quieres a mí, ¿Verdad? Deja que él se marche. Él no tiene la culpa de nada-
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#11
—¿Señor? No es un señor, amigo. ¡Es un maldito asesino de arañas!

«¿Pero qué le pasa al imbécil este? ¡Lo va a matar!»

Yota debía ser realmente un apasionado de las arañas. Pero muy apasionado, porque lo que estaba haciendo Daruu no lo entendía. Reaccionar de aquella manera...

—Oye asesino, me quieres a mí, ¿Verdad? Deja que él se marche. Él no tiene la culpa de nada.

El chamán fijó la mirada larga y tendida en Yota, como si quisiera comprender por qué había actuado así.

—¡Un chaca chaca ún! —Placa, otro ostion en la cabeza—. Sólo eres otro humano arrogante. ¿Pensar que eres mejor que otra criatura viva? ¡Arrogancia! Pero también es arrogancia sobreproteger a otra especie. La naturaleza... es una.

Zarandeó y empezó a caminar en círculos por la habitación, haciendo caso omiso a Daruu, que se había levantado y se había quedado en guardia por si se llevaba otro golpe.

—La naturaleza es una. Nosotros consumimos esas arañas, y nos estamos consumiendo a ¡nosotros mismos! Porque créeme, si una araña necesitase de tu carne para poder vivir, te comería vivo. Y tú tienes el brillo de la picadura de la Monstrocarachnide mortallis en los ojos. Lo veo. Lo único que te curará será mi pócima, hecha con arañas, sí.

»El veneno de la mortallis es muy peligroso, zagal arrogante. Pica a los animales, y mueren. Luego otros animales beben del río donde mueren esos animales, y mueren también. No sé lo que te empuja a rechazar mis tratamientos, pero sólo te quedan dos días.

Daruu tragó saliva.

—El veneno de la mortallis. Una araña, chico. Te va a matar una araña. Bienvenido al mundo adulto y a la madre naturaleza, ¡idiota! Ahora, ¿consumirás mi pócima? ¿Te consumirás a ti mismo, como naturaleza que eres y en la naturaleza que morirás?

«Está chalado, pero parece tan convencido de lo que hace...»
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#12
La mirada del loco ese se fusionó con la mía, como si tratase de decirme algo. Podía sentirla bajo aquella máscara que le cubría todo el rostro, a excepción de los dos agujeritos que dejaban entrever sus dos orbes y por el que podía ver por donde caminaba sin tener que darse golpes contra las paredes o acabar tropezando.

Aparté la mirada mientras intentaba deshacerme de aquellas ataduras empujando la pared con fuerza.

Fue en vano.


—¡Un chaca chaca ún!

¡Placa!

Cerré los ojos cuando vi que el bastón volvió a moverse hacia mi maldita cabeza, como si eso fuese a ayudarme a protegerme.

*Ugh..*

Dolía, seguía doliendo, el tipo empezaba a caminar en círculos a medida que me iba maldiciendo.


Sólo eres otro humano arrogante. ¿Pensar que eres mejor que otra criatura viva? ¡Arrogancia! Pero también es arrogancia sobreproteger a otra especie. La naturaleza... es una.

—La naturaleza es una. Nosotros consumimos esas arañas, y nos estamos consumiendo a ¡nosotros mismos! Porque créeme, si una araña necesitase de tu carne para poder vivir, te comería vivo. Y tú tienes el brillo de la picadura de la Monstrocarachnide mortallis en los ojos. Lo veo. Lo único que te curará será mi pócima, hecha con arañas, sí.

»El veneno de la mortallis es muy peligroso, zagal arrogante. Pica a los animales, y mueren. Luego otros animales beben del río donde mueren esos animales, y mueren también. No sé lo que te empuja a rechazar mis tratamientos, pero sólo te quedan dos días.

—El veneno de la mortallis. Una araña, chico. Te va a matar una araña. Bienvenido al mundo adulto y a la madre naturaleza, ¡idiota! Ahora, ¿consumirás mi pócima? ¿Te consumirás a ti mismo, como naturaleza que eres y en la naturaleza que morirás?


A medida que hablaba cada vez le entendía menos, hasta que dijo que en mis ojos había la picadura de yo que sé qué. Supusé que, o bien era un farol o bien estaba hablando de la Kuromibōjin, pero...

*¿Como lo sabe?*

Al final no pude reprimirme más. De verdad que lo intenté, pero ese tipo estaba sacando las cosas totalmente de quicio o simplemente no sabía que podía existir alguien como yo. Finalmente una sonora risa invadió el lugar, provocando el silencio.


-¿El qué dices que me va a matar? ¿Y me quedan dos días para qué? ¿Para que me mates a bastonazos?-

Su pócima, quería que me tomase su maldita pócima ¡HECHA CON ARAÑAS! Beberme la sangre de mis propias hermanas... No, no podía hacer eso ¿Cómo iba a mirar a la cara de mamá de nuevo? Si me la bebía la propia Kuromibōjin sería la encargada de darme muerte. Además de pasar a ser el supuesto elegido a ser la vergüenza del clan...

No podía hacerle esto a Shizuka-dono. Simplemente no podía.


-No voy a probar ni una gota de tus mácabros experimentos...-

*...gilipollas*
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Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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#13
A pesar del convincente monólogo del chamán, Yota no daba su brazo a torcer. Daruu no podía entender, como en una situación como aquella, el joven de Uzushio se resistía todavía. El extraño había mostrado que sus poderes estaban más allá de un genin, estaba atado y sin defensa alguna, y por si fuera poco el tío era un perturbado de cuidado. Si Daruu se hubiera encontrado en esa situación, habría sido capaz de comer pescado crudo.

Bueno, tampoco nos pasemos.

El caso es que el chico se puso a reír. Quizás algún otro se hubiera puesto a reír por no llorar, pero entendedlo, esa no era de esa clase de risas, sino un macabro espectáculo. Daruu tragó saliva, y se planteó, por un momento, quién de los dos presentes frente a él era el loco y cuál el cuerdo. Era difícil dar una respuesta segura. Disimulando, empezó a dar pasos hacia los lados, deslizándose fuera de aquella situación irreal.

—¿El qué dices que me va a matar? ¿Y me quedan dos días para qué? ¿Para que me mates a bastonazos? No voy a probar ni una gota de tus mácabros experimentos...

Fue entonces cuando Daruu quedó totalmente paralizado, pues el loco —el de la máscara, no el pelirrojo— alcanzó de la mesita un afilado cuchillo, un utensilio que en la cocina de su madre podría haberse utilizado perfectamente para cortar los pedazos de un pollo antes de asarlo en el horno. Un filo grande y ancho.

Tragó saliva. ¿Qué debía hacer?

¡Un, chaca chaca ún! —dijo el chamán, y se acercó al cuerpo, colgando, indefenso, del pobre Yota—. Entonces acabaré con tu vida. El veneno de la mortallis tiene un progreso lento y doloroso. Será mejor así, muchacho. Cierra los ojos.

El chamán dejó el bastón a un lado y cogió el cuchillo con ambas manos, dispuesto a destripar a Yota como quien destripa a un cochinillo para manufacturar chorizo tradicional de su pueblo. Echó el cuerpo para atrás, y dio una sacudida, fuerte, pronta, hacia delante.

Placa.

Daruu golpeó con su propio bastón al chamán en la nuca, y tuvo la suerte de dejarlo inconsciente. El cuchillo hizo un ruido tintineante y cayó al suelo, al lado del hechicero. Las sierpes negras y espesas que ataban a Yota se deshicieron como la nieve al roce de los primeros rayos de sol de una mañana de primavera. El muchacho cayó de rodillas, y Daruu le ayudó a levantarse.

—Tío, esto ha sido lo más loco que me ha pasado desde hace años —Recordó como Nabi y él se habían caído desde lo alto del acantilado del Valle del Fin. No, ni siquiera aquello era comparable al gilipollas de la máscara de ciervo—. Venga, vámonos de aquí. Pero vamos a buscar a un médico, porque si lo que ha dicho ese tío es verdad, estás muerto.
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#14
Ni siquiera yo mismo me reconocía, ¿De donde estaba sacando toda aquella furia? La verdad es que parecía que un monstruo dormía e mi interior y en aquel momento se acabase de despertar, sediento de sangre fresca, esperando la carnada como haría un buen carroñero. a pesar de no tener ni un ápice de control sobre la situación no me acobardé, enfrente al tipo que me tenía apresado de manos y pies y le atacaba verbalmente, dándole la espalda y rechazando sus peticiones con la bilis supurando en forma de malos modales. empezaba a tener miedo de mi mismo.

¡Un, chaca chaca ún! —dijo el chamán, y se acercó al cuerpo, colgando, indefenso, del pobre Yota—. Entonces acabaré con tu vida. El veneno de la mortallis tiene un progreso lento y doloroso. Será mejor así, muchacho. Cierra los ojos.

Aquella fue la sentencia del loco que pretendía que me comiese las entrañas de las diminutas arañas, no me auguraba ningún futuro a largo plazo y no suficiente con ello se atrevió a sugerir que iba a morir de forma lenta y dolorosa. Pero en algo le hice caso. Cerré los ojos. Lo hice con todas mis fuerzas y sind arme cuenta apreté las mandibulas con la mala fortuna de acabar mordiéndome el labio.

*Lo siento, Kuromibojin-sama... Os he fallado...*

El tipo empuñó el cuchillo con sus dos zarpas y se dispuso a realizar la embestida final directa a mi cuerpo indefenso, pero está no llegó. algo le había detenido y mi culo se dio de lleno contra el suelo.

*¿Qué? ¿Me ha liberado el muy imbécil?*


—Tío, esto ha sido lo más loco que me ha pasado desde hace años

Oí la voz de Daruu que aún seguía en la sala. No esperaba que me tendiese la mano, a fin de cuentas no era su problema, ni tampoco era su compañero de aldea, pero se la jugó por mí. Me di cuenta en cuanto alcé la vista y vi que iba armado con el garrote del chaman.

Venga, vámonos de aquí. Pero vamos a buscar a un médico, porque si lo que ha dicho ese tío es verdad, estás muerto.

-Si, un médico... pero... el gilipollas este...

Me temblaban las manos como nunca antes me habían temblado. Estaba todavía más nervioso que antes. Una parte de mí me suplicaba que le matase, que acabase con su estúpida vida, pero por otro lado me costaba armarme de valor y matarle en las narices de Daruu. El cuerpo de ese cabrón estaba ahí, inerte producto del golpe de Daruu.

Te debo una tío. Me has salvado la vida, gracias- trataba de calmarme pero era en vano. Aquella ansiedad, aquellos nervios incontrolables, la procesión iba por dentro y el tembleque no reducía por mucho que me obsesionase en ello

-No vayas a creerte a ese puto asesino, Daruu-san, no lo hagas. simplemente buscaba divertirse con nosotros... ¿Y si acabamos con él? Quién sabe quién más podría caer apresado por él en el futuro-

Finalmente acabé pensando en voz alta.

Me levanté apoyando la diestra en el suelo y recuperé la verticalidad. Realicé una larga bocanada de aire y suspiré con extrema pesadez, mientras rebuscaba mis caramelos en el bolsillo. di con uno de ellos y automáticamente me lo llevé a la boca, no sin antes tener un detalle con el moreno y le ofrecí uno de ellos.


-¿Qirez uno?-
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Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa
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#15
-Si, un médico... pero... el gilipollas este...

Daruu suspiró. «Es que es lo que teníamos que haber hecho desde un principio, no ponernos a buscar como unos locos por un bosque...»

Era de esperar, pero a Yota le temblaban muchísimo las manos. «Como alguien que ha estado al borde de la muerte».

-Si, un médico... pero... el gilipollas este... No vayas a creerte a ese puto asesino, Daruu-san, no lo hagas. simplemente buscaba divertirse con nosotros... ¿Y si acabamos con él? Quién sabe quién más podría caer apresado por él en el futuro.

Daruu levantó las cejas y abrió los ojos, sorprendido. Acto seguido, se dio la vuelta y señaló a la puerta. «Definitivamente no sé quién está peor de la cabeza, si el chamán o él».

—Aquí no muere nadie, me da igual si piensas que es un asesino o si él piensa que tú te tienes que beber sus potingues o morir. Nosotros nos vamos —sentenció.

Yota se levantó detrás de él y dio un largo suspiro. Rebuscó en los bolsillos y todos los músculos de Daruu se tensaron a una, pensando que quizás estaba a punto de sacar un cuchillo, desoyéndolo y asesinando al chamán. Para su sorpresa, lo que estaba haciendo era ofrecerle un caramelo. «En serio, este muchacho es impredecible». Aceptó el caramelo para complacerlo y se lo metió en la boca.

—Gracias, Yota-san. Hala, ¡vámonos! —anunció, y sin esperarlo salió corriendo por el umbral de la puerta—. ¡Vamos, que como se despierte la hemos liado!

Saltó a la rama del primer árbol que encontró y de ahí brincó de vegetal en vegetal en dirección a los Dojos del Combatiente, aunque realmente no sabía si Yota querría dirigirse ahora allí.

—Mi sugerencia es buscar el médico en los Dojos, eres un participante. No creo que sólo tú quieras "llegar al torneo en plenas condiciones" —apuntó—. En el estadio es donde mejor te podrán tratar.
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