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Las leyendas nunca mueren - Umikiba Kaido - 10/02/2020

Primavera del 220


El invierno venía siendo, por mucho, uno de los más fríos que hubiesen experimentado los kuseños durante los años más recientes. Los parajes de bambú bien podían tener el nombre de páramos y nadie podría decir nada, y gran parte de la vegetación yacía cubierta por maravillosas capas de nieve y hielo que convertían los bosques de kusagakure en todo un espectáculo natural. Ni qué decir de los inmensos árboles que suponían ser los cimientos de la ancestral Tane-Shigai, ahora revestidos por numerosos destellos naturales de la fauna que iba allí a protegerse del frío y la intemperie. No por ello, no obstante, el ritmo de sus gentes disminuía, por lo contrario, se necesitaba más personas que cortara leña para las chimeneas, más comerciantes y granjeros que trabajaran los huertos. La guardia del feudal no se detenía en la labor de mantener la ciudad segura, los lugareños no disminuían su afán por disfrutar de las festividades. Y, cómo no, Tane-Shigai no iba a dejar de celebrar, por supuesto, uno de sus eventos más llamativos de Despedida: las fechas preliminares de la LKBP o también conocida como la Liga Kusareña de Boxeo Profesional.

Para los amantes de este deporte, era bien sabido que el evento iba a tener lugar en uno de los gimnasios más famosos de la Capital, que no era otro sino el Dojo Gōruden en el primer Raiyōbi del mes, a las nueve y media de la noche.


RE: Las leyendas nunca mueren - Tsukiyama Daigo - 10/02/2020

Y cómo no, cuando alguien se refería a todos los fans del deporte, uno se refería a todos los fans del deporte, incluyendo a Tsukiyama Daigo, el ninja boxeador.

Cualquiera podría decir sin ninguna duda que dentro de la aldea no había mayor fan que él, que no desaprovechaba ninguna oportunidad para viajar y ver algún combate siempre que la vida de ninja se lo permitía, incluso si esa vida era difícil a veces...

Pero incluso en tiempos como aquellos, en los que Daigo simplemente no quería hacer nada, ahí estuvieron sus padres para recordarle que se acercaba uno de los eventos más importantes que habían.

Allí estaba el joven, buscando el lugar donde comprar sus entradas, con la promesa de que aquello le ayudaría a recuperar motivación, pero, ¿a quién intentaba engañar? Luego de que su compañero al que respetaba asesinara a Kenzou, las cosas tenían poco sentido.


RE: Las leyendas nunca mueren - Umikiba Kaido - 16/02/2020

Un melancólico Daigo, que bien venía de experimentar uno de los acontecimientos más turbios que hubiese padecido la Aldea de la Hierba en muchísimo pero muchísimo tiempo, se encontró con la suerte de que aún quedaban un par de entradas disponibles para el evento de la noche, y quizás, sólo quizás, atender al evento de uno de sus deportes favoritos ayudaría a despejar un poco la mente del luto que ahora le embaucaba a él y al resto de sus compatriotas. Aunque no logró conseguir uno de esos puestos preferenciales que te permitían vivir la experiencia de una manera más personal, estando tan próximo al ring que podías incluso escuchar el golpe de los guantes apabullar la piel de los contrarios , lo cierto es que le había tocado una butaca de la segunda fila, que no estaba tan arriba del todo. El número era el E-12, y para llegar hasta él, tendría que mover su culo hasta el interior de Gōruden.

Gōruden había sido alguna vez el corazón de un templo que veneraba a Daibutsu. Los impuestos y una época de pocas ofrendas acabaron con los filigreses, y por allá en el Verano del 200; Gōruden Toboya pagó las deudas y adquirió la infraestructura. De más está decir que modificó el templo hasta convertirlo en un portentoso y avanzado gimnasio, incluso para la época, y contrató a un puñado de luchadores veteranos que comenzaron a recibir pupilos e instruyeron a la ciudad en el maravilloso mundo del de las luchas.

Desde entonces, la actividad se convirtió en una rutina casi religiosa para los amantes de la lucha y el apoyo del público permitió que la LKBP fuera creada a nivel federativo, donde los boxeadores de otros dojos dentro y fuera del País del Bosque pudieran luchar por los más grandes títulos de campeón, que traían consigo no sólo prestigio, sino una cantidad exorbitante de dinero que te podía arreglar la vida. Así pues, la Hierba se convirtió en la cuna del boxeo como un estilo de vida para aquellos que no podían convertirse en shinobi.

La entrada al dojo se componía de un camino llano, recto, con murales de retratos de luchadores de época y una línea temporal de todos los campeones. El rostro de Puño de Hierro Hiro era el último en adornar el pasillo. Hiro era el campeón actual del título de peso pesado, con un record de 10-0-0.

A la salida, sendos reflectores de luz natural iluminaban el amplísimo ring de carpeta verde rodeado por cuerdas negras. Éste, circundado por cuatro palcos principales, un sector para comentaristas y el resto de asientos para el público de a pie. Un gran bululú de gente ya se concentraba adentro, y pronto el calor del espectáculo abrazó a un Daigo que bien podía sentirse muy pequeño ante la portentosa concentración de ciudadanos de Tane-Shigai que aguardaban expectantes a que el evento diera lugar.


RE: Las leyendas nunca mueren - Tsukiyama Daigo - 18/04/2020

Grande. El Gōruden era un lugar que se sentía realmente enorme, incluso aún más dentro que fuera. La mezcla del ambiente que creaba la gente y el pasillo con los retratos de los grandes campeones hacían que aquel lugar se sintiera casi tan como cuando era un templo.

El peliverde se detuvo un segundo frente a la imagen de Hiro, el actual campeón invicto de los pesos pesados.

«Con suerte hoy pueda verlo pelear» pensó, ligeramente emocionado.

Se había olvidado de ver la carta y no tenía ni idea de cuales eran los combates de aquel evento, pero estaba seguro de que fueran cuales fueran todos serían realmente emocionantes.

El chico se apresuró a ir hasta su asiento, sintiéndose aliviado al comprobar que no se había perdido ningún combate antes de llegar.

La emoción público era contagiosa y el ring se sentía enorme, incluso desde allí arriba. Desde su asiento, Daigo solo podía preguntarse qué clase de boxeadores entrearían hoy al ring.


RE: Las leyendas nunca mueren - Umikiba Kaido - 18/04/2020

Daigo pudo ver un pequeño reloj en lo más alto de la pantalla, que anunciaba el conteo para el comienzo del evento. Faltaban unos diez minutos para que comenzase, y mientras tanto, el público seguía ingresando el estadio y tomando sus asientos. Un par de vendedores ambulantes pasaron por la fila de Daigo y le ofrecieron golosinas, e incluso cerveza.

Después de un rato, un tipo de lo más austero se sentó a su lado. Vestía como si fuera a la guerra —unos pantalones de camuflaje verde y oliva, unas botas negras altas completamente cerradas y un chaquetón con siete bolsillos repartidos a lo largo y ancho del chaleco—. tenía el pelo blanco, peinado hacia atrás, y en la cara llevaba una especie de máscara, o más bien unas tiras, que se ceñían en la nariz y en la barbilla, junto a unas placas metálicas bien ajustadas. Era como si aquél estropicio de cara estuviese siendo sostenida por las tiras de alguna forma. Además, era evidente que el hombre era masudo, con mucho músculo, y quizás también boxeaba.

No dijo nada, pero se le quedó mirando a Daigo. Sonreía, pero el cuero de la máscara se lo impedía.


RE: Las leyendas nunca mueren - Tsukiyama Daigo - 19/04/2020

Diez minutos ¡Todavía le faltaban diez minutazos al evento para empezar! ¿Qué haría Daigo con todo ese tiempo? Por suerte, tenía algo de dinero extra para comprar golosinas mientras esperaba.

Mientras comía —de a poco. Tenía que durarle—, un hombre grande, musculoso y enmascarado se sentó al lado del kusajin y se quedó mirándolo durante un rato.

Al comprobar que definitivamente se le había quedado mirando, Daigo sonrió, amigable.

—¡Hola!


RE: Las leyendas nunca mueren - Umikiba Kaido - 19/04/2020

¿Hola?

El hombre no le respondió de inmediato, por el contrario, aseveró la mirada y ensanchó más la sonrisa. Y mientras más se le curvaban los labios, desde esa distancia, Daigo fue capaz de empezar a discernir detalles minuciosos de su apariencia. Lo cierto es que la extraña máscara tenía su razón de ser: tenía un pómulo destruido, la quijada deformada y uno de los ojos indudablemente vidrioso. Era como un masijo de carne recuperado de una paliza memorable.

Y si Daigo era un verdadero fanático del boxeo, sentiría una extraña familiaridad respecto a ese hombre. Quizás le había visto antes... ¿pero dónde?


RE: Las leyendas nunca mueren - Tsukiyama Daigo - 19/04/2020

Daigo no recibió ninguna respuesta, al menos no una verbal, pues el hombre simplemente le sonrió aún más, una sonrisa que no era precisamente relajante cuando se combinaba con su silencio y... su apariencia.

Tenía lo que parecía ser un ojo de cristal y buena parte de la cara destrozada. Sin lugar a dudas esos eran los signos de un luchador que realmente —y literalmente— se había dejado la piel en el ring, o la de una persona a la que le habían pegado una muy mala paliza, pero por su apariencia probablemente se trataba de la primera opción.

Además, tenía un algo que le parecía realmente conocido a Daigo, pero ¿Quién era exactamente?

—¿Es usted un boxeador? —dijo, todavía sonriente—. Parece muy fuerte.


RE: Las leyendas nunca mueren - Umikiba Kaido - 19/04/2020

Ah, sí. Un Boxeador. ¡Uno muy bueno! —respondió con nostalgia. Curiosamente, la voz también le resultaba familiar a Daigo, pero aún no caía en cuenta de quién se trataba. No obstante, probablemente fuera cosa de atar cabos. Ya sabía que era un boxeador—. hace nada solía ser yo el evento principal en estos chiringuitos. La pelea principal. Lo más esperado de la Liga. El luchador de oro —añadió, melancólico—. dime, muchacho. ¿Te consideras a ti mismo un verdadero fanático del Boxeo?


RE: Las leyendas nunca mueren - Tsukiyama Daigo - 21/04/2020

Los ojos del genin se iluminaron en cuanto escuchó que aquel hombre era un boxeador, y uno uno cualquiera. ¡Estaba hablando con una superestrella! Pero ni aún así conseguía recordar con exactitud de quién se trataba.

—¡Totalmente! —respondió Daigo. No por nada decidió aprender boxeo de forma autodidacta, en lugar de optar por el mucho más común Shinobi Kumite—. Aunque últimamente no pueda ver todos los combates que querría.


RE: Las leyendas nunca mueren - Umikiba Kaido - 21/04/2020

El tipo enarcó una ceja. O bueno, hizo el intento; aunque no le salió muy bien el gesto. Era evidente que los nervios de la cara estaban ligeramente tocados por lo que fuera que le hubiese dejado el rostro así.

—¿Ah sí, y eso porqué, exactamente? ¡un verdadero fan siempre se hace tiempo para seguir los desenlaces de la Liga!


RE: Las leyendas nunca mueren - Tsukiyama Daigo - 21/04/2020

—Bueno —respondió Daigo—, el trabajo no me lo está dejando fácil.

A veces tenía que viajar, otras veces debía quedarse en casa. A veces tenía trabajo y otras veces debía entrenar para no quedarse atrás. A veces no ganaba exactamente el dinero que necesitaba y ese, probablemente, era el mayor motivo.

»¿De qué me he perdido?


RE: Las leyendas nunca mueren - Umikiba Kaido - 21/04/2020

—De mucho, muchacho. De mucho —respondió, aunque rápidamente cambió de tema—. ¿con que el curro eh? ¿no estás muy pequeño para trabajar? ¿o es que acaso eres uno de esos críos militares que adoctrina la Hierba?


RE: Las leyendas nunca mueren - Tsukiyama Daigo - 24/04/2020

—Bueno, cumpliré los dieciocho dentro de nada, ¿sabe? —dijo, algo ofendido. No podía verse tan pequeño, ¿verdad?—. Pero soy ninja de Kusagakure, sí —sonrió—, aunque de momento solo soy un genin.


RE: Las leyendas nunca mueren - Umikiba Kaido - 28/04/2020

El hombre volvió a enarcar una ceja. ¿Diesciocho? realmente no los aparentaba. ¿Ninja de Kusagakure? pues siendo sincero consigo mismo, tampoco. Pero realmente le daba igual. Su interés había crecido exponencialmente después de aquella revelación, y quizás, el muchacho podría serle útil para llevar a cabo su plan. Miró el reloj, aún quedaba tiempo...

Miró a Daigo, y sonrió.

—Sabes, chico. Me caes bien. Me caes tan bien que voy a decirte quién soy —alzó el pecho, e hizo un gesto de dolor. Vaya que si que estaba golpeado el pobre, no sólo en la cara—. soy el antiguo campeón de pesos pesados, La Roca Yatagama.

¡Ahí estaba, a ese hombre le recordaba!

La Roca Yatagama fue un portentoso boxeador durante varios años, que resaltó mucho en la Liga por su increíble resistencia. Tenía un record de imbatibilidad de quince ganadas y cero perdidas, y todos sus combates acabaron en el último round, sin excepción. Todas las decisiones técnicas eran para su esquina, así que construyó su legado en base a eso. Daigo recordó su rostro de haberlo visto en la hilera de campeones donde antes se encontró con el retrato de Hiro.


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