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Las monedas del destino - Versión para impresión

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Las monedas del destino - Senju Hayato - 16/12/2021

Invierno del 220



La mañana de invierno sucumbía a un sol extraordinariamente intenso, dando un suspiro a tanto frío infernal. Sería media mañana, o mediodía, pues el sol se mantenía en lo más alto del infinito azul. Las calles de la aldea portaban un intenso fluir de aldeanos, que obviamente aprovechaban ese buen tiempo. Algunos aprovechaban para hacer deporte al aire libre, otros gastaban el tiempo en sus hobbies y otros muchos lo fulminaban simplemente sin hacer nada.

¿Por qué no?

En uno de los parques más centrales, concretamente uno situado un poco al este, Hayato tomaba un poco el aire. Llevaba varios días de trabajos absurdos en baños, retretes e incluso ordenando armarios. Necesitaba un pequeño respiro, y como muchos otros, aprovechaba el sol. El Senju descansaba en un banquillo, observando como en una fuente no muy lejana varios chicos —posiblemente de su edad— jugaban con monedas a un juego peculiar, ese que consistía en lanzar una moneda rodando hasta una pared intentando quedar lo más cerca de ésta.

¡Tsk! —chasqueó la lengua, quejándose de no poder jugar.

Habían varias razones por las cuales el chico no podía; el Senju era bastante repudiado en Uzu por su mala fama, no se juega con el dinero, y por último —pero no menos importante— NO se juega con el dinero. Había posibilidades de ganar, pero también las había de perder. Y perder monedas en un juego tan absurdo debía ser de lo más lamentable, ¿no?.


RE: Las monedas del destino - Yuki Yakiniku - 19/12/2021

¿Era invierno? ¿Era verano? A ella siempre le había dado igual. ¿Frío? Apenas lo conocía. Infierno era la palabra correcta. No por que todo hubiera ido mal, claro, la vida tenia cosas buenas incluso para ella, pero esa palabra siempre le había venido como anillo al dedo, por razones que eran bastante obvias.

Hoy, como casi siempre, había escapado del orfanato diciendo que iba a cumplir con su deber como shinobi. Una excusa estúpida. ¿Que misiones había para una genin como ella? No podia cuidar animales ni niños, por que acababan heridos. No podia ayudar a las ancianas con la compra, por que ponia malos algunos productos, no podian mandarla a limpiar nada, por que estropeaba los enseres de limpieza. Tristemente, había muy pocas cosas que alguien como ella podía hacer. Pero siempre le había dado igual, la placa le venia de maravilla para poder salir del orfanato a hacer lo que más le gustaba: Surfear.

Pero antes de ir al mar en pleno invierno, vestida únicamente con el mono de manga corta de surf y una camisa hawaiana, tenía que pasar por un sitio muy especial. Había un parque en el centro de la ciudad, donde un señor mayor tenia un puestecillo donde vendia dulces y comida a los visitantes del parque. Y ¿Por que era especial para Yakiniku? Pues por una razón muy simple: Incluso en invierno, tenia lista la maquina de hielo raspado. Solo por ella.

Montada en su tabla de surf, que flotaba por encima del suelo y otras superficies, llegó al sitio en un santiamén y no tardo en comprarse su "comida". Aunque el hielo se derretía poco antes de entrar siquiera en su boca. Tampoco le importaba. Nunca había podido discernir los sabores, y la única razón por la que le gustaba, es por que era de los pocos alimentos que podia "comer" fresquitos.

Aparcó su tabla cerca de la fuente, y se sentó sobre ella. Habia aprendido a trasmitirle el chacra a través de su trasero para poder tener un sitio en el que sentarse. ¿Los bancos? El problema es que al ser de madera, dejaba su culo marcado en el banco y claro...

Se sentó a comerse sus trocitos de hielo mientras observaba el panorama. Había unos chicos jugando con unas monedas cerca de la fuente. Ella no podia hacer esas cosas, salvo aue tuviera mucho cuidado, y a veces con la emoción, se le olvidaba que no era normal.

Había otro chico sentando en un banco observando a aquellos chicos como si quisiera unirse y otras personas iban y venían, evitando pasar cerca de Yakiniku, o pasando corriendo si no la habían visto cuando notaban el calor.

Si, debía ser al reves. Con el calor que hacía a su alrededor, en invierno, la gente debería querer estar cerca de ella, pero no era así. ¿Por qué? A saber. La excusa probablemente fuera que habían salido de casa preparados con mucha ropa de abrigo para el frío, y que al pasar a su lado, sudaban.

Que estupida es la gente...

Sí. Lo había dicho en voz alta. Y le daba igual que le escucharan. Yakiniku no tenia pelos en la lengua, y para bien o para mal, siempre decia lo que pensaba. Sin importar las consecuencias. Lo que muchas veces suponía un problema.


RE: Las monedas del destino - Senju Hayato - 21/12/2021

Siete viraba su vista sin demasiada ambición, aunque paulatinamente se centrase en el juego de las monedas, buscando sin demasiado interés cualquier otra distracción. Por suerte o por desgracia, su espera no fue demasiado densa, pues algo de lo más peculiar fue a ocurrir. De a saber dónde, apareció una chica rubia que prácticamente vestía un mono de neopreno y una camisa hawaiana. Si sus pintas eran cuanto menos curiosas —sobre todo dadas las fechas— lo que eclipsaba un poco a su indumentaria era su innovador vehículo. La chica literalmente surcaba con una tabla de surf las leves corrientes de aire, flotando a escasos centímetros del suelo.

«¿De dónde leches sale ésta surfista?»

Y es que la pregunta no era para menos. Hacía un frío de mil narices, y eso que tenían el beneplácito del astro rey en ese día. Pero para colmo, la chica no tuvo mejor idea que pararse cerca de un pequeño puesto, y pedir ni mas ni menos que hielo raspado. Con toda su cara, en pleno invierno y ataviada como si estuviese en verano, va y se compra un granizado. El Senju no daba crédito a lo que veía, era totalmente surrealista. Pudo ver cómo la chica se movilizaba hasta la fuente, donde se sentó una vez aparcada la tabla.

El shinobi tomó la moneda una vez más, y la lanzó al aire.

¡Clink!

¡Tap!

La tomó sobre el dorso de la diestra tapando el resultado con la zurda. «Si sale cara, voy para allá...» Al destapar el resultado, pudo ver que tenía la buena o mala suerte a su favor. El resultado había sido cara. Pero bueno, ese juego en realidad tenía un pequeño problema, sacase lo que sacase, en realidad tenía curiosidad.

Guardó la moneda en el bolsillo de la chaqueta del chándal, y se puso en pie. Poco a poco tomó dirección hacia la chica, pudiendo diferenciar en su coletero algo que venía de calle, que se trataba de una kunoichi. A cada paso que se acercaba hacia la rubia, pudo notar que la temperatura iba aumentando, literalmente. No, no se trataba de sus hormonas, ni de los nervios... era algo distinto. Por un instante miró incluso a los lados, ¿quién había puesto ahí la calefacción?

«¿Y ésto?»

Antes de que se pudiese dar cuenta, no pudo evitar escuchar la queja de la chica, que además lo había dicho alto y claro. El Senju, con las manos en los bolsillos, ya estaba lo suficientemente cerca como para entablar una conversación, o para darse la vuelta y pasar de ella. Quizás estaba de mal humor, o algo... un comentario así no podía venir por amor al arte.

La verdad es que sí, la gente tiende a odiar y marginar lo que no entiende o ve "normal", lo cuál hace de ella meros idiotas —contestó Siete, compartiendo su experiencia vivida. No sabía si iban por ahí los tiros, o si podía mandarle a freír espárragos uzureños... pero quien no arriesga, no gana.

»Por cierto, esa tabla de surf venía con calefacción, ¿o tuviste que instalarla?

En primera instancia, sería lo más lógico pensar que la tabla usaba algún tipo de modelación del aire para flotar, quizás una manipulación del aire caliente para que flotase. No era del todo disparatado.


RE: Las monedas del destino - Yuki Yakiniku - 2/01/2022

¿Quien te ha preguntado?

El estupido discursito de siempre. "Es por que eres diferente". No hacia falta que de lo recordasen mas veces, ni tampoco había pedido que nadie le diera razones de nada. No necesitaba excusas estúpidas.

Y lo peor fue lo que vino después: Otra "bromita" con lo del temita del calor. Podia ignorarla, pero como el chico había aparecido primero con aquel discursito de mierda, no lo hizo. Se levantó de la tabla, que dejó de flotar en cuanto su cuerpo se separó de ella y cayó al suelo, y se acercó al chico mientras su mano apretaba con fuerza el recipiente de cartón que había contenido el hielo raspado. Lo apretó hasta que las cenizas que quedaron empezaron a salir entre sus dedos.

Por supuesto, el chico notaría como el calor se hacia más intenso conforme Yakiniku se acerba a él. Un calor que se haría tan intenso, que, probablemente, el primer instito del chico sería retroceder mientras las gotas de sudor resbalaban por su frente.

Cuando estuvo justo frente al chico, abrió la mano que ahora solo tenia cenizas colocandola a la altura de la cara, frente a ambos.

¿Tu que crees?

Pregunto irónicamente antes de soplar las cenizas a la cara del chico. Asi es como solía responder Yakiniku cuando alguien la molestaba de esa manera. Por supuesto, había asumido que él sabía sobre ella, y que había preguntado eso a proposito para herirla.


RE: Las monedas del destino - Senju Hayato - 13/01/2022

Y como suele pasar en el juego, a veces ganas, y a veces pierdes.

Pudo haber conseguido una conversación sana y saludable, pudo haber conseguido un mojón para su boca, o incluso un puñetazo. La suerte se reparte de igual manera para bien que para mal. La respuesta de la surfista fue cortante, pero ni mucho menos quedó en meras palabras. Conforme la chica se levantó, la tabla en la que estaba sentado cayó al suelo como un mero trozo de madera. Avanzó, y con ella avanzó también un calor de mil demonios. Tanto fue así, que hasta el granizado que tenía en la mano se evaporó y cayó al suelo la contraparte. Y allí terminó, con un ceño fruncido y una mirada asesina atravesando al peliblanco.

Ante la última pregunta del chico, la respuesta era más que efectiva. La chica era puro fuego, el mismísimo infierno andando encarnado en persona. Era obvio que la tabla de surf ahí no tenía nada que ver.

¡¡FLUUUF!!

Con las mismas, la chica sopló las cenizas sobre la cara del Senju.

«¡Maldita curva de guapa-loca...!» Pensó Hayato para sus adentros, recordando a aquél cómico de los cómics.

¡Cough! ¡cough! ¡cogh! —tosió irremediablemente, en lo que se limpiaba la cara y retrocedía un par de pasos. —El sentido del humor no es lo tuyo, ¿no?

»Tía, era solo una broma... una manera de romper el hielo.

Realmente, no sabía ni hasta que punto estaba metiendo la pata. Por otro lado, ¿la chica tampoco conocía quién era él? Si hasta los que jugaban con las monedas ya chismorreaban de la contienda del "pandillero". Casi era loable, aunque tuviese un humor de perros...



Siento la tardanza, las fiestas han sido buenas y malas xD... buenas en general, malas de tiempo.



RE: Las monedas del destino - Yuki Yakiniku - 21/01/2022


Disculpa la demora

Y otro chistecito más al repertorio. Yakiniku estaba empezando a cabrearse. Sí, lo de romper el hielo se lo había tomado como otra broma ofensiva, por claro, como ella era Yuki... Y ¿Quien no conocía a la Yuki que expulsaba calor por su cuerpo como si siempre fuese verano?

¿Pero tu de que vas? Lo haces a proposito ¿Verdad?

Sí. Desde el mismo principio, todo había sido una serie de estupidos malentendidos de Yakiniku, pero analizar todo aquello no era lo sullo. Y además, como le daba un poco igual añadir un problema más a larga lista... Si le pagaran por buscarse problemas en vez de por hacer misiones, Yakiniku estaría forrada.

Y no quieres saber donde puedes guardarte tú "Humorcito". ¿Has terminado ya de meter la lengua donde no debes o quieres lamerme un codo?

Esperaba que la respuesta fuera no, por que debia ser bastante doloroso, además de que, si lo hacía, probablemente no volviera a saborear la comida en... Tal vez un periodo largo de tiempo.


RE: Las monedas del destino - Senju Hayato - 23/01/2022


No te preocupes, yo también estuve un poco perdido xD

Y por más que lo intentaba, el de dientes plateados no entendía qué iba mal con esa chica. Es verdad que ya no había mantenido su templanza para contestarle, pero ni por asomo se le había la pinza y se había puesto a berrear como un alma en pena a mitad del corredor de la muerte. No. Hasta se había permitido el lujo de contestarle de medianamente buenas maneras, incluso tras el soplido de cenizas en su cara. Si eso no era paciencia, que bajase alguna deidad impía y se lo aclarase.

El calor se hacía bastante difícil de digerir, pero más aún las palabras de la joven. Preguntó si lo hacía a propósito, e instó al peliblanco a que dejase de lado su "humorcito". Además, inquirió que o bien dejaba de meter la lengua donde no debía, o bien le chupase un codo. Un codo. Esto realmente no tenía ni pies ni cabeza, la chica estaba como una regadera.

Hayato dejó caer un suspiro, y metió las manos en los bolsillos.

Es lo más erótico que me han propuesto hoy, pero no me hace mucha gracia ese rollo raro. Lo siento.

»¿Se puede saber por qué andas de tan mala leche? Si apenas ha empezado el día.


RE: Las monedas del destino - Yuki Yakiniku - 28/01/2022

¿Cabreada? No. Si Yakiniku estuviese enfadada hace rato que le hubiera dejado la palma de la mano marcada en la cara. Además, literal, por que le hubiera dejado la cara como si la hubiera metido en la sartén antes de hacerse una hamburguesa.

Quizas por que ha aparecido alguien que ha decidido abrir su vocaza para soltar sandeces sobre los defectos de los demas. En repetidas ocasiones.

No. En realidad no. Solo era un tipo que no tenia ni idea de a quién tenia en frente. Como ella, que tampoco sabia quien era él. Quizas ambos tenian cierta fama, pero ella pasaba de todo lo que no le interesaba, y él... Quizas nunca había escuchado hablar de "La surfista estufa". O quizás sí, pero era difícil de creer que existiese alguien así si no te lo has cruzado alguna vez.

Permiteme que te devuelva la pregunta. ¿Se puede saber por qué estás tan gilipollas de buena mañana? Si apenas ha empezado el día.

Para Yakiniku estaba claro que aquel chico había ido hasta allí para reirse de ella. Lo más probable es que no fuese así, pero estaba tan acostumbrada a que pasaran las cosas de una manera, que sólo sabía responder así.


RE: Las monedas del destino - Senju Hayato - 28/01/2022

¿Sabes esa sensación tan incómoda y asquerosa de mear contra el viento? ¿El sentir como te estás jodiendo a ti mismo aunque en un principio pensaste que quizás no era tan mala idea? Es una mala idea, lo pienses como lo pienses, y por más apurado que vayas. No hay mayor verdad, que la universal... te estás jodiendo, por muy aliviado que te sientas.

Pues lo mismo, hablarle a esa chica había sido como ponerse a mear contra una tormenta , en lo que alzas los brazos y dejas la manguera a sus anchas al grito de: ¡NO AGUANTO MAAAAAS!.

Ahora resultaba que alguien se estaba dando por ofendida, y obviamente el maldito pandillero —la escoria de la villa—, era sin lugar a dudas el incriminado. Según ella, Hayato había soltado sandeces sobre sus defectos, en más de una ocasión. Lo cuál no entendía del todo, ¿a qué coño se refería?. Apenas se descuidó, incluso le lanzó su propia pregunta. Ésta tipa era peor que un licor de serpientes gigantes del desierto, y eso que el licor ese sabía a muertos.

Mira, como-te-llames. He sido hasta amable, por más que te has empeñado en ser un dolor de pelotas, y es que encima te propones joder sin ningún puto motivo. Diga lo que diga, todo te molesta. Pues bien, que te den por el codo, ya que al parecer te va ese rollo raro.

¿Qué más decir? En ésta situación ya se había visto demasiadas veces. Ya fuese por su reputación, o simplemente por su aspecto, no era ni la primera ni la última vez que se topaba con gente que no se bajaba del burro en insultarlo o tratarle como a un problema. Sabía que en éste mundo, o te defiendes o te toman por pringado. Era totalmente consciente de que recurrir a éstas últimas palabras para nada le iban a sentir bien a la chica, y que tendrían seguramente consecuencias. Y a todo ésto, el calor se hacía cada vez más insoportable...

«¿Qué coño está pasando aquí? Estoy sudando y todo, y eso que hace un frío de cojones... pero aquí, cerca de... ¿ella? ¡DIOS! ¡Qué puto calor!»

Y aun pensando que cerca de ella hacía tanto calor, no dio demasiada relación al asunto del enfado de la misma. Las chicas son incomprensibles. Es así de sencillo.


RE: Las monedas del destino - Yuki Yakiniku - 2/02/2022

¿Que has sido amable?

Yakiniku no se lo podía creer. Ella estaba allí tranquila, comiendose un poco de hielo raspado junto a la fuente, cuando ese chico había aparecido de la nada y se había dedicado a lanzarle puyitas, y ahora, encima, se hacía la víctima.

Has venido aquí con la misma puta bromita de la estufa con la que viene todo el mundo. Sí. Desprendo calor. ¿Y qué? ¿Eh? ¿Hace falta que me lo recordeis todos las veinticuatro horas del día los siete dias de la semana? ¿No teneis suficiente con mirarme raro desde la distancia y poner caras desagradables?

Por que ese era su pan de cada día. Algunos los hacían por desconocimiento, muy pocos, y otros lo hacían por crueldad, por que conocian de sobra a "La surfista del calor". Para Yakiniku, el chico que tenis en frente pertenecía al segundo grupo.

Y como no has tenido suficiente con eso, me vienes con la bromita del hielo. Sí. No puedo controlar el hielo como lo hacen los que llevan el mismo apellido que yo ¿Y que? ¿También hace falta que me le recuerden? Y encima te pones victimista.


RE: Las monedas del destino - Senju Hayato - 15/02/2022

La chica escupió una pregunta que sonó hasta ridícula. Le encajó la pregunta retórica de que había sido amable. Y no tardó en volver a escupir iracunda el motivo por el cuál estaba tan enojada: El calor. Parecía estar enojada de que todo el mundo le gastase siempre bromas acerca del calor que desprendía, como si fuese una paria de la sociedad. Preguntó sarcástica si no tenía suficiente con mirarla mal desde lejos, o haciendo muecas. Mira que el Senju podía carecer de fuerza, o agilidad, pero normalmente no fallaba demasiado en lo que a la inteligencia refiere... Y sin embargo, no había estado muy ágil mentalmente viendo la situación.

Y la verdad, tal y como explicaba su situación, se veía hasta reflejado. Le sonaba demasiado eso de ser mirado mal, o tratado distinto al resto.

Sin embargo, no entendía como pretendía la chica que él supiese algo así. Ni por asomo sabía que era de algún tipo de linaje de shinobis que controlaban o creaban hielo, y mucho menos sabía que era ella la que emitía ese condenado calor. Si por un momento había pensado que era la tabla esa de surf... ¿Acaso no era algún tipo de conductor de chakra que emitía calor para flotar?

¡A la mierda todas esas clases de física en la academia en un suspiro!

El Senju no medió palabra con la chica. Tomó de su bolsillo unas monedas, y pasó de ella hasta colarse al lado del carrillo en el que anteriormente ella había comprado el hielo raspado. Rápidamente pidió otro del mismo tipo, recalcando que quería uno del mismo que ella había pedido. Y se aproximó de nuevo hasta ella, con una ofrenda de paz.

Lo siento si te he ofendido. No te conozco, ni había escuchado hablar de ti. —Y alzó el cartón de hielo raspado.

»Creí que el calor venía de la tabla de surf, la verdad. ¿Podemos hacer las paces y empezar de nuevo?

La verdad, Siete no sabía que le había dolido más... ¿el tener que pagar otro cucurucho de hielo raspado o el pedir perdón por algo de lo que no tenía culpa?. Quizás lo que pasaba es que en parte se sentía reflejado en ella, y le mordía esa víbora enorme llamada remordimiento.


RE: Las monedas del destino - Yuki Yakiniku - 24/02/2022

Para Yakiniku era raro que no la conocieran. Era imposible para ella pasar desapercibido, allá donde iba, llevaba consigo un calor sofocante. Además, siempre iba por ahí flotando en su tabla de surf y vestida con el mono y una camisa hawaiana. No es que se esforzara en pasar desapercibida.

Bueno, pareces sincero, podemos volver a empezar. Soy Yuki Yakiniku, siento ponerme así pero estoy acostumbrada a otro tipo de trato...

El chico le ofreció otra tarrina de hielo raspado, pero Yakiniku no la cogió. No es que no la quisiera, es que prefería no tocarlo, probablemente lo rozaria sin querer y le haría daño. Al principio quizas se lo hubiese merecido, pero despues de disculparse mejor no.

Te daría la mano, pero te quemarias. —Hizo un gesto con la cabeza señalando al hielo. —Mejor cometelo tú. ¿Como te llamas?

La verdad es que para Yakiniku era un chico raro. A su alrededor hacia mucho calor, y el chico estaba soportandolo bastante bien. Lo normal era que la gente se alejase cuanto antes.


RE: Las monedas del destino - Senju Hayato - 26/02/2022

La chica cedió al fin un poco en su agresiva actitud, y puso tregua en la reciente discusión sin sentido. Comenzó pues de nuevo, presentándose como Yuki Yakiniku, y explicó que normalmente solía recibir otro tipo de trato por parte de la gente. Era un motivo, o quizás una excusa, del porqué actuaba de esa manera tan exagerada con absolutamente todo el mundo. Pero, al menos Hayato, podía sentirse relativamente identificado con la chica. ¿Qué le iba a contar de la gente? Si casi toda su vida había sido tratado como un problema de la sociedad...

Sin embargo, la chica no tomó el hielo. Alertó a Siete de que si la tocaba, terminaría quemándose. Así mismo, le ofreció que lo comiese él, y preguntó por su nombre. Hayato se encogió de hombros, y sonrió incómodamente —Bueno, está bien., pues de haberlo sabido lo hubiese pedido de frutos del bosque. Aún se extrañaba de qué tanto descontrol podía tener la chica en sus propias habilidades como para no poder tocar a otra persona. Pero no era momento de preguntar algo así, no después de haber ganado ésta tregua.

Mi nombre es Senju Hayato, aunque también me conocen por Siete. Encantado.

El Senju aprovechó para darle un sorbo al hielo raspado, el cuál se estaba derritiendo sorprendentemente rápido. El calor que emanaba aquella chica era algo demencial. No es que fuese algo totalmente insoportable, pero sinceramente era difícil estar demasiado cerca de ella. Tanto era así, que el sorbo al hielo de sabor se agradeció más que una lluvia en pleno desierto.

«¿Se enfadará si me quito la sudadera?»

Siento decirte que entiendo perfectamente cómo te sientes. De hecho, me ha extrañado que no me conocieras... normalmente, también mantienen las distancias conmigo. Resulta que si tienes mala fama, nadie se preocupa de tener empatía o hablar contigo, simplemente te marginan.

»Por cierto, está bastante bueno. —Aseguró, refiriéndose al hielo raspado.


RE: Las monedas del destino - Yuki Yakiniku - 25/03/2022

Si no te importa, te llamaré Hayato. Siete suena como si fueras alguna especie de objeto o algo asi.

Yakiniku se estaba imaginado toda clase de cosas, como
por ejemplo que fuese el experimento número siete de un cientifico loco que experimentaba con humanos, o peor, que creaba humanos artificiales y los llamaba por numero seguron el orden en el que los había creado.

No se, como comprenderas, la gente no suele acercarse mucho a hablar conmigo, asi que conozco poco o nada de lo famosas que sean las personas. Salvo que hayan carteles con tu cara y tu nombre por toda la ciudad. —A decir verdad, pasaba tanto tiempo en las playas que probablemente ni siquiera se fijaria en esas cosas —Prefiero juzgar a la poca gente que se me acerca por mí misma, y aunque al principio me parecias un capullo cualquiera, ha sido un malentendido y no pareces mala gente.

Y se había resuelto pacíficamente, sin violencia, sin altercados y sin quemaduras. Si Hayato era conocido en la ciudad por algún motivo en particular, mientras no lo demostrara delante de Yakiniku.

No tengo ni idea de que sabor tiene, ni eso, ni la comida en general. Solo se que está frío, pero no puedo distinguir los sabores.

Para ella comer era sólo un trámite necesario para no morirse. Había visto que la gente solía disfrutar de la comida, por los rostros de la gente podia ver si algo tenia buen sabor o mal sabor, y a veces, los envidiaba. Con el tiempo, le había dado igual, se comía lo que le pusieran en el orfanato lo más rapido que podía para marcharse a hacer otras cosas.

Y dime ¿Que te ha traido en una """fría""" mañana de invierno a un lugar como este?


RE: Las monedas del destino - Senju Hayato - 26/03/2022

La chica comentó que ese apodo sonaba como si fuese algún tipo de objeto, o de pertenencia. La verdad, Hayato para nada lo había considerado alguna vez algo así, era un número, y no uno cualquiera... era un número asociado a la diosa Fortuna. Pero bueno, estaba bien si le llamaban por su nombre también. Para nada era algo malo.

De acuerdo.

Y Yakiniku aclaró que era casi imposible para ella saber lo famosa o no que era la gente, puesto que ella vivía como en otro plano. Tanto era así, que como no fuese en carteles de búsqueda, raro sería que le sonase su cara. A ésto, el genin pudo estar aliviado en gran parte, por mucha mala fama que tuviese, aún no había salido en ningún cartel con recompensa por su cabeza... ¡menos mal!. Así mismo, la chica confesó que prefería juzgar a las personas por ella misma, en cuanto se acercasen. Y hasta parecía que había pasado por alto su manera de acercarse, dándole el beneficio de la duda sobre si era o no un capullo.

El chico se encogió de hombros. —Las fachadas a veces engañan. No siempre, pero a veces sí.

Poco más tarde, cuando Hayato comentó que el hielo raspado tenía un buen sabor, la Yuki sentenció que solamente lo tomaba porque estaba frío. Al parecer era como un pequeño alivio a un problema que parecía más grande a lo que podía verse desde afuera. No solo afectaba a que no pudiese tocar nada, si no que incluso a lo que comía o bebía. Para ella no habían sabores o gustos, era todo una vorágine sin color.

«Ostras...»

Pero fue rápida, más que un pistolero de esos en los cómics de "oeste", donde iban ataviados con unos folclóricos sombreros enormes. Cambió rápidamente el tema, preguntando a Siete qué le había traído allí en una muy entrecomillada fría mañana de invierno.

Supongo que quería despejar un poco la mente, la verdad. Estar atrapado entre cuatro paredes en éstos días, no hace más que hacerme pensar más y más en lo que se nos viene encima... quisera estar lejos de todo, dedicarme a lo mío y zanjar mis asuntos. Pero por otro lado, creo que pensar solo en mi no es buena idea, que a la larga... si no arreglamos todo eso de Kurama, nos pasará factura a todos, por más que finjamos que no tiene que ver con nosotros. A la larga, nadie asegurará nuestro futuro si no luchamos por él.

»Por eso prefería salir, y por eso busqué hablar o conocer a gente que no conocía... para despejarme. Aunque vuelvo a las mismas...


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