Se te acusa de vivir - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País de la Espiral (https://ninjaworld.es/foro-pais-de-la-espiral) +--- Foro: Bosque de la Hoja (https://ninjaworld.es/foro-bosque-de-la-hoja) +---- Foro: Lago de Shiona (https://ninjaworld.es/foro-lago-de-shiona) +---- Tema: Se te acusa de vivir (/tema-se-te-acusa-de-vivir) |
RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 30/03/2017 No hacía falta tener el sharingan para prever lo que estaba a punto de ocurrir. Sus piernas, en un acto reflejo, trataron de cerrarse para mitigar el daño... Cabe decir que no sirvió de mucho. La pierna de Shiona, como un hacha empuñada por un experimentado leñador, cortó el aire en dirección a sus partes más nobles, arrancándole un quejido ahogado y provocándole una sensación de tremendo malestar, como si de pronto tuviese ganas de vomitar. El efecto fue a más, convirtiéndose en seguida en un dolor atroz que nacería en sus testículos y subiría como una serpiente trepadora hacia su estómago. Y en aquel preciso y vergonzoso momento, Uchiha Haskoz se temió lo peor... … Se temió que Uzumaki Shiona acababa de dejarle estéril. Con casi lágrimas en los ojos, trató de aguantar estoico el chaparrón que Shiona le soltó a continuación, con la mirada en el suelo y cerrando la boca con fuerza para no dejar escapar más lamentos. Luego, llegó la explicación, más detallada y en profundidad de la que le había dado Pink, sobre las opciones que tenía respecto al ser que albergaba en su interior. Se podía impedir que tomase posesión de su cuerpo. O dificultarlo, más bien, pero ni muchísimo menos era algo infalible, y Shiona —como Pink le había adelantado—, prefería cortar el problema de raíz y arrancar el demonio que llevaba dentro, aún si con ello provocaba su muerte. Era una elección difícil de tomar. Sin duda demasiado compleja para un recién graduado Gennin como él. Una decisión que a buen seguro debía reposar sobre los hombros de alguien más sabio y experimentado que… —Pero la decisión es tuya. ¿Lo controlamos, o lo destruimos? Haskoz parpadeó varias veces, incrédulo. —Mi… ¿decisión? Después de pasarse media hora escuchando lo que podía y no podía hacer; lo que iba y no iba a hacer; e, incluso, el lugar donde podría y no podría vivir, que ahora le dejasen opinar en algo tan crucial e importante le descolocó. Casi prefería que decidiesen por él a tener que elegir algo que podía determinar el resto de su vida… O ponerle un punto y final definitivo. Su mirada se desplazó a un rincón de la habitación, incapaz de pensar con claridad si miraba directamente a su Uzukage. Y, ¿en qué pensaba el joven Uchiha? Pues pensaba que por culpa del sello maldito le habían casi-decapitado. Pensaba, también, que tres hombres inocentes y un Kusareño habían muerto por ello... y que por culpa de eso, pasaría los próximos dos años confinado en el culo del mundo. Suspiró. —He sobrevivido seis meses en el Bosque de Azur. Me decapitaron y sigo vivo —trató de esbozar una sonrisa estoica y se encogió de hombros—. Poner mi vida en manos de la mayor especialista en Fuuinjutsu de Oonindo no suena muy peligroso en comparación. —No, no era la respuesta más razonada y elaborada del mundo. Ni siquiera estaba seguro de haberse tomado el tiempo necesario para meditar la respuesta a una pregunta de aquella magnitud. Pero era lo que sentía. Su ojo se desplazó hacia la derecha y sus pensamientos terminaron de completarse. Era cierto que casi le habían decapitado, sí, pero no era menos cierto que había sobrevivido a ello. Había sobrevivido a una jodida decapitación. También era verdad que sentía pena por las mujeres y niños que había dejado viudas y huérfanos, pero no por ello dejaba de ver que él, un simple Gennin inconsciente, había logrado matar a tres hombres experimentados. ¿De verdad quería renunciar a aquel poder? ¿Sin intentar siquiera tratar de entenderlo? ¿De controlarlo? —Dicho esto, lo último que recuerdo es que estaba paseando feliz y tranquilo en dirección a los Dojos, y ahora despierto y me encuentro con que soy un asesino, tuerto y con un sello maldito en la nuca. —Abrió la boca, la cerró y la volvió a abrir. Eran demasiadas cosas. Demasiado en lo que pensar. Que asimilar. El ojo le brillaba, húmedo, enfocado ahora en Shiona. En su Uzukage—. Me gustaría… Me gustaría pensarlo. Quizá poner el sello de anulación ahora y tomarme un tiempo para decidirme. Hasta que cumpla mi confinamiento en los Dojos… »Y entonces decidiré. RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 4/04/2017 —He sobrevivido seis meses en el Bosque de Azur. me decapitaron y sigo vivo —dijo el niño grande que Shiona miraba con los ojos entrecerrados, tratando inútilmente de sonreír, y dibujando una mueca entre arrogante y estúpida en su lugar. Se encogió de hombros—. Poner mi vida en manos de la mayor especialista en Fuuinjutsu de Oonindo no suena muy peligroso en comparación. —No me hagas la pelota. —Dicho esto, lo último que recuerdo es que estaba paseando feliz y tranquilo en dirección a los Dojos, y ahora despierto y me encuentro con que soy un asesino, tuerto y con un sello maldito en la nuca. —Abrió la boca, la cerró y la volvió a abrir, como queriendo decir algo más, pero no sabiendo el qué. Dudas. Shiona entrecerró los ojos un poco más—. Me gustaría… Me gustaría pensarlo. Quizá poner el sello de anulación ahora y tomarme un tiempo para decidirme. Hasta que cumpla mi confinamiento en los Dojos… »Y entonces decidiré. —No, decidirás ahora. Y si eres incapaz de decidir, decidiré yo por ti. Te estoy dando dos alternativas. Tómalas. Trabajaremos en esa dirección. »No lo entiendes, Haskoz. Eres un genin. Te queda mucho por aprender, y la lección de hoy será muy valiosa. Un ninja no puede quedarse de brazos cruzados mientras se teje una trama para derrocar a su país. Una trama que podría crear una guerra. Hace unos días ordené matar a cinco hombres porque pensaban asesinarme. Suena lógico, ¿no? Así se lo conté dos genin, niños, como tú. —Shiona negó con la cabeza—. No, Haskoz. Maté a dos por conspiración. Los otros, los maté por si acaso. Solían salir juntos. Me arriesgaba a que conociesen el plan, a que estuviesen mínimamente de acuerdo. »Se lo oculté a sus familias y dije que habían muerto en una misión. ¿Crees que no es duro hacer este tipo de elecciones? Elije, Haskoz. Ya te he dicho mi opinión. Lo quitamos de raíz, pero puedes morir. Te doy una segunda: pero te advierto, tampoco te garantizo tu seguridad. RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 12/04/2017 Jamás lo admitiría, pero Pink empezaba a parecerle una mujer mucho más simpática y comprensiva que su propia Kage. Ni siquiera sus sutiles —o no tan sutiles— cumplidos parecían ayudar a ablandarla, provocando más bien el efecto opuesto. Y es que no, Haskoz no tendría más tiempo para decidirse. Tras la impactante revelación del asesinato de cinco de sus hombres —dos por conspiración, tres por si las moscas—, lo que hacía preguntarse al Uchiha si en realidad se trataba de una amenaza velada, le instó a decidirse de una vez. Se retorció entre las cadenas que lo sujetaban como una serpiente en busca de un tiempo que no tenía. La decisión, aparentemente, era muy sencilla. Shiona quería arrancarle el ser que llevaba dentro. Es más, la confianza que tenía depositada en su joven Gennin dependía directamente de si seguía o no con aquel pequeño monstruo en su interior. ¿Y qué tipo de aspiraciones podría tener en un futuro si su propia Kage no confiaba en él? Ninguna. Pero no todo era tan sencillo. Ahora estaba vivo. Encadenado en una celda de mala muerte y con un sello maldito, sí, pero vivo. Pero si decidía quitarlo… Era un riesgo. Un riesgo que todo ninja debía asumir, lo sabía. Un riesgo que, incluso, había fantaseado alguna que otra vez con tener que correr. La oportunidad de demostrar a su Kage y a su Aldea de qué pasta estaba hecho: el gran Uchiha Haskoz, desafiando a Izanami a la cara y sin temor a la muerte. Y sin embargo… —Elijo vivir… —Ni siquiera pudo mirar a Shiona a la cara. No estaba avergonzado. Ni se sentía humillado. Era mucho más que sólo eso. Estaba traicionando no solo el deseo de su Kage o la seguridad de la Aldea que le había dado un hogar y una familia, sino a su propio espíritu. La esencia de la persona que un día, sobre un blando y cómodo colchón y con el estómago lleno y caliente, se permitió creer ser. Apretó los dientes. El pulso le latía acelerado y sentía un vacío en el estómago, como si estuviese al borde de un precipicio, medio pie colgando en el vacío, y el otro con la intención de seguirle. Quizá había descubierto que era un cobarde, pero incluso un cobarde podía tener un momento de valentía. Una enajenación tan repentina como pasajera, pero que inclinase la balanza de la dignidad a su favor. Y él solo necesitaba un momento. —… y morir, como shinobi de Uzushiogakure no Sato —Y de pronto se encontró en plena caída libre, sabiendo que lo peor no era la caída, sino el aterrizaje. Como cualquier crío asustado, gritó para tratar de quitarse el miedo de encima—. ¡Así que quítemelo! ¡Arránqueme el alma entera si es necesario! RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 19/04/2017 —Elijo vivir... —murmuró Haskoz. Shiona no mostró ninguna reacción, sus ojos todavía estaban fijos en el muchacho que se debatía entre dos opciones nada fáciles— ...y morir, como shinobi de Uzushiogakure no Sato. Shiona se levantó, y poco a poco, se acercó a la celda donde su compatriota estaba confinado. —¡Así que quítemelo! ¡Arránqueme el alma entera si es necesario! —Así será, Uchiha Haskoz —contestó Shiona. Introdujo la llave en la cerradura, y giró. Un sonido chirriante acompañó al abrir de la puerta de la prisión—. Estoy orgullosa de tener ninjas como vosotros. Haré lo que esté en mi mano para no poner en riesgo tu vida, muchacho. Se acercó a él y, esposa a esposa, fue liberando cada una de sus extremidades de la humillante posición en la que las habían colocado. —Puaj, apestas —rió Shiona—. Lo primero que vas a hacer es darte un baño y pedir ropa nueva. Los hombres del Dojo no tendrán ningún inconveniente en proporcionarte todo lo que necesites, ya está hablado. »Después, necesito que te reúnas conmigo en la salida del valle. Me ocuparé de que te dejen salir. Shiona se alejó, despacio, el toqueteo de sus zapatos provocando un ruido sordo a cada paso. Se detuvo a mitad del pasillo. —Ah, una cosa más... —dijo—. No pongas a prueba mi confianza. Salió de las mazmorras. ···
Aunque por fuera era un dojo chiquitín, apartado del resto, el cuartel general del personal del Valle de los Dojos era un complejo de túneles adornados tal y como estaría un palacete oriental bastante lujoso, que empezaba en un pasadizo desde ese mismo pequeño dojo y se extendía hasta sólo Dios sabe dónde; de todos modos a Haskoz sólo le permitían ver las partes más superficiales. Después de recordarle a dónde debía ir y a dónde no, dónde se repartían las órdenes y los encargos más básicos y la localización del despacho del Juuchin, el samurai más veterano y jefe de todos los demás. Desde dentro, aquello era lo más parecido a una aldea ninja que Haskoz hubiera visto aparte de Uzushiogakure. Sólo que él no pertenecía a ella, y debía pertenecer a la fuerza a partir de entonces. Llevar una doble identidad: Haskoz, el genin de Uzushiogakure. Haskoz, el demonio extranjero, como habían empezado a llamarle algunos hombres, entre cuchicheos. Sea como fuere, el personal de los Dojos le proporcionó una habitación con todos los lujos que uno de los miembros de su guardia dispondría normalmente, con baños propios. De modo que ya tenía un lugar donde prepararse para su encuentro con Shiona. ···
La mujer esperaba apoyada en el tronco de un árbol, expectante, mientras trataba de mentalizarse para la terrible experiencia que probablemente estaban a punto de vivir. RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 20/04/2017 —Puaj, apestas. Sí, yo también te quiero. Pero no dijo nada. Todavía no tenía tanta confianza con ella como para devolverle una broma. Al fin y al cabo era su Kage. —Lo primero que vas a hacer es darte un baño y pedir ropa nueva. Los hombres del Dojo no tendrán ningún inconveniente en proporcionarte todo lo que necesites, ya está hablado. ¿Todo lo que necesite? Aquella frase era tan contundente que no había posibilidad a error: todo lo que necesitase era todo lo que necesitase. Como su piel era alérgica al tejido barato, necesitaría ropa de seda último modelo —pues su vista también era alérgica a la ropa pasada de moda—. Como sus bolsillos se verían demasiado vacíos sin nada en ellos, necesitaría muchos billetes para darles… empaque. Y la guinda final. Su última pero no menos importante necesidad. También necesitaría unas… —Ah, una cosa más... —dijo, interrumpiendo sus pensamientos—. No pongas a prueba mi confianza. Casi desencaja la mandíbula del susto. ¿Acaso Shiona-sama era capaz de leer la mente? Una gota de sudor resbaló por su frente. Más le valía mantener la mente en blanco a partir de ahora. —Vieja… —murmuró por lo bajín cuando escuchó la puerta de las mazmorras cerrarse. Con las muñecas al fin liberadas del frío hierro de las cadenas, se alzó cuanto pudo para estirar los músculos y… ¡PAM! No sabía cómo lo había hecho, pero se había caído de bruces contra el suelo. —Qué cojones… Trató de ponerse nuevamente en pie, y en esta ocasión sí pudo darse cuenta de que algo muy gordo le estaba pasando. Se sentía como… aturdido. Más que eso. Era como si hubiese dormido toda una eternidad sobre el costado derecho y ahora tuviese esa mitad del cuerpo adormilada. Tenía un molesto hormigueo en la punta de los dedos de la mano derecha, y la pierna… De la pierna derecha apenas sentía nada. Mucho menos de lo que debería sentir. —Vale, tranquilízate —se dijo, pese a que aquella táctica de decirse las cosas nunca le hubiese funcionado. Aquella no fue la excepción—. Seguro que no es nada… Habré estado en una mala postura o algo. Se me pasará en seguida. Se impulsó como pudo contra las rejas de su habitáculo, agarrándose en el último momento a uno de los barrotes para así evitar caerse. Inclinó la cabeza hacia un lado y comprobó que le quedaba un largo pasillo por recorrer. Suspiró. Paso certero con la izquierda. Arrastrar la derecha. Apoyar una mano en la pared. Apoyar el peso del cuerpo en la derecha para dar otro paso con la iz… ¡PAM! Reprimió un ataque de rabia, que a punto estuvo de hacerle pegar un puñetazo al suelo. Probablemente lo hubiese lamentado más su mano que la roca inerte. Apretó los dientes, bufó por el esfuerzo de levantarse otra vez, y se sorprendió de que aquella simple acción le resultase tan complicada. Hace tan solo unos días ni siquiera se hubiese planteado catalogar aquella acción como un esfuerzo. —Venga, esta vez sí. Pierna derecha bien anclada al suelo. Mano apoyada en el muro. En aquella ocasión, solo daría un pasito, lo suficientemente corto y rápido como para no caerse. Apoyó el peso en la derecha y… ¡PAM! El Uchiha le pegó tal puñetazo al suelo tras la caída que creyó romperse algo. Se recostó boca arriba, con los brazos en perpendicular, y no pudo evitar reír por lo estúpido de su situación. Una risa loca, enfermiza, más parecida al llanto que a la carcajada nacida de la alegría. Volvió a darle un puñetazo a algo. A falta de alguien a quién dárselos, era el mejor desahogo posible. Masculló insultos impropios de un shinobi entre dientes, y se puso manos a la obra para el tercer intento. Esta vez sin levantarse, así no se caería. Recorrió el resto del pasillo arrastrándose con los antebrazos, como si de una serpiente moribunda se tratase. Tenía la vena de la frente hinchada y la cara roja. No por el cansancio, sino por la rabia que en aquellos momentos corría por sus venas. Rabia, impotencia, desesperanza… No, aquello no tenía pinta de ser el resultado de una mala postura. Cuando al fin logró llegar a la puerta, el alma se le cayó a los pies: aquel no era el final, sino el principio de un pasillo mucho más largo. Tan largo que Haskoz no alcanzaba a ver dónde terminaba… ···
El agua de la bañera estaba tan caliente que empañó los cristales del cuarto de baño. Haskoz estaba metido en ella, relajado, con la cabeza colgando hacia atrás y los ojos cerrados. Tenía los músculos de los antebrazos cargados, pues cuando alguien se había dignado a dirigirle la mirada, le habían traído un par de muletas para que dejase de arrastrarse y dejar con ello un rastro de mierda a su paso. Luego le obligaron a ir de aquí para allá, todavía en calzones y con la ayuda de unas muletas a las que no estaba nada acostumbrado. Le decían dónde estaba cada cosa. Dónde podía pasar y dónde no, mientras él asentía, como si no se fuese a olvidar de todo aquello al día siguiente. Nunca había sido muy bueno para memorizar aquellas cosas. Cuando creyó que ya era hora, y tras limpiarse con una esponja cada recoveco de su piel, salió de la bañera como buenamente pudo y se secó, tirado en el suelo. Sabía que de haberlo intentado de pie probablemente se hubiese caído. Una vez terminado, salió a la habitación con la ayuda de las muletas. Sobre la cama se encontraba todo lo que había pedido: unos pantalones holgados; una camisa de tiras; calzoncillos; sandalias; y una cuerda. Tras vestirse, no sin ciertas dificultades para ponerse los pantalones, intentó encontrar algún lugar alto al que enroscar la cuerda. El techo, el armario, la puerta… Nada parecía adecuado para lo que quería. Suspiró. No supo si de alivio o de frustración… ···
Cuarenta pasos. Aquella era la distancia que lo separaba de Shiona. En otro tiempo, en otra época, aquello lo hubiese hecho en cuestión de segundos. En menos de un segundo, incluso, tras realizar el sello de carnero a una mano. Ahora era un suplicio. Le ardían los músculos del antebrazo y las gotas de sudor bajaban por su recién bañada piel, mientras maldecía por lo bajo tras cualquier traspié. Veinte pasos. Las miradas que hasta entonces había notado clavadas en su nuca fueron desapareciendo. Haskoz tenía la impresión de que no había nadie en la redonda, como si todos tuviesen la intuición de que algo malo iba a pasar allí. O alguien les hubiese contado que estaban a punto de liberar un demonio… Diez pasos… —¡Pues aquí estoy! —exclamó, con una sonrisa más falsa que un billete de treinta ryos. Las palmas de las manos le ardían por haber aguantado todo el peso de su cuerpo durante aquel trayecto—. Lamento si me he demorado más de la cuenta. Como verá, parece que a usted y a Pink se les pasó comentarme… —levantó una mano, provocando que una muleta cayese, e hizo un gesto con el dedo índice y pulgar, como representando algo diminuto—, un pequeñíiiiisimo detalle. »Que ahora soy un lisiado —no se atrevió a levantarle la voz, pero la ira reverberaba en ella. RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 20/04/2017 Shiona esperaba a Haskoz con una aparente tranquilidad que hacia el interior no estaba ahí. Estaba nerviosa, sí, pero no dejaría que los samuráis de los Dojos lo notasen. Cruzada de brazos, aguardaba a su genin no teniéndolas todas consigo. No confiaba para nada en el Uchiha. Sabía que, por dentro, Haskoz le guardaba un terrible resentimiento. No era culpa suya, claro. Nada de esto era culpa suya, ni de Uzushiogakure. Y eso era lo que más le molestaba. Chasqueó la lengua, molesta, cuando lo vio aparecer en la lejanía, cojeando, con un par de muletas. Estaba más maltrecho de lo que pensaba. —¡Pues aquí estoy! —dijo, con una nada creíble sonrisa esbozada en el rostro—. Lamento si me he demorado más de la cuenta. Como verá, parece que a usted y a Pink se les pasó comentarme... —levantó una mano y dejó caer una muleta, ya ni siquiera disimulando lo molesto que estaba—. , un pequeñíiiiisimo detalle. Que ahora soy un lisiado. —Deberías estar contento de no haber muerto —dijo Shiona, más enfadada aún que él, proyectando toda la autoridad que podía en su voz. Miró de reojo a un samurái que pasó por al lado, sin quitarles el ojo de encima—. Vamos. Coge la muleta de una vez. ¡Vamos, cógela! Esperó a que Haskoz tocase la muleta, pero no aguardó nada más a que la rozase con la punta de los dedos. —Esto no dolerá, pero a lo mejor te mareas un poco. Le puso la mano en la espalda. —¡¡Kyōsei Gaikō!! Haskoz sintió como los pies se le levantaban del suelo. El mundo dio un giro inesperado, como si alguien le hubiera sujetado de los tobillos y, con una fuerza titánica, le hubiera hecho girar a toda velocidad en el sentido contrario a las agujas del reloj. La luz se filtró por un agujero, como si alguien hubiese tirado de la cadena del retrete de la realidad, y el cantar de los pájaros, el paso de los soldados y el bramido del viento desaparecieron con el ruido que haría un corcho de una botella de vino al salir disparado. El genin sintió que no era nada, o más bien que alguien lo había escupido del mundo, y ahora estaba rodeado de... nada. ···
La sensación duró unos tres interminables segundos. Luego, la luz volvió por otro agujero, y el tapón de corcho trajo consigo otros sonidos: el crepitar de una hoguera, y el ruido de un sofá que acababa de recibir el peso de un Uchiha confuso y enfadado. Cuando se recuperó de aquella súbita teletransportación, se vio rodeado de una sala pequeñita sin ventanas, con dos sofás de color granate, una chimenea, una cocina con fregadero, hornillo y frigorífico, y una mesita delante de él, en la que le aguardaba un brick de batido de chocolate sin abrir y la luz tenue y cálida de una lamparita. —Uff... ¡Al fin! El dichoso corcho otra vez. Hubo un petardeo y un destello de luz al otro lado de la sala, y Shiona cayó desplomada sobre el otro sofá. Se tomó un momento para tomar aire, relajarse, y arreglarse el pelo, que había quedado hecho un desastre. —Ahora podemos hablar con más tranquilidad. ¿Haskoz-kun? ¿Cómo te encuentras? Lamento el susto, pero como comprenderás, no voy a llevarte a caballito a donde vamos. Y como tengamos que ir a tu paso, no llegaremos nunca. »No obvié ningún pequeñísimo detalle. No sabía que te había pasado esto. Pero, piénsalo. Hay muy poca gente a la que le han cortado la cabeza y sigue caminando. Lo tuyo casi ha sido una suerte... Lo miró, con los párpados relajados. Torció la cabeza, esperando una reacción. Midiendo los tiempos. —No voy a dejarte en ese valle de mierda para que te humillen día sí y día también. Eres un shinobi de Uzushiogakure. Ahora que ya estamos fuera, no volverás a pisar esas montañas. »Me estaba preguntando si aguantarías mucho más tiempo sin pegarme con una muleta en la cabeza. Sonrió. RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 21/04/2017 —Deberías estar contento de no haber muerto. Haskoz había recreado aquella discusión al menos un centenar de veces mientras renqueaba al encuentro de Shiona. En todas ellas, Haskoz se había imaginado una réplica parecida por parte de la Uzukage, pero él, lejos de amilanarse, le rebatía con una respuesta todavía más mordaz y punzante. Pero sencillamente no le salió. Algo en la voz de Shiona hizo que se le secase la garganta y enmudeciese la voz. —Vamos. Coge la muleta de una vez. ¡Vamos, cógela! Su mente, un hervidero de insultos demasiado malsonantes incluso para un consumando bebedor de taberna de Shinogi-to. Su cuerpo, en tensión pero obediente, como si la voz de la Uzukage ejerciese más control sobre él que su propio cerebro. Lo cual solo hacía que tuviese más ganas de coger la muleta... pero para estampársela en la cabeza. Shiona se acercó justo en ese momento a él, advirtiéndole que no le dolería. No sabía todavía a qué se refería, pero cuando alguien se toma la molestia de avisarte que algo no dolerá, es porque sin duda lo hará. De pronto, tras notar la palma de su mano en la espalda, el mundo dio un vuelco y se encontró, literalmente, girando en el aire sobre sí mismo. Sin tiempo a gritar, pensar, o siquiera sorprenderse, vio como el mundo se desvanecía por un agujero y quedaba sumido en el abismo… En la nada más absoluta. ···
Como de una vieja cinta al rebobinarse, tras tres segundos que le parecieron interminables el mundo pareció volver a su sitio. O al menos a uno parecido, porque el zumbido del viento dio paso al crepitar de la madera en una pequeña hoguera; el suave canto de los pájaros al sonido de los muelles de un sofá al recibir de forma súbita el peso de un joven; y los guardias acechantes en simplemente… un brick de batido de chocolate junto a una lamparita sobre la mesa. Giró a un lado y a otro la cabeza, mientras se quitaba los pelos alborotados de la cara, sin todavía creerse lo que acababa de pasar. Un segundo petardeo le indicó que no iba a pertenecer solo por más tiempo, y antes incluso de que apareciese sabía que se trataba de Shiona. ¿Quién iba a ser sino? Aquel era el día en que probablemente más sorpresas se había llevado en toda su vida, pero como en su lugar apareciese otra persona empezaría a pensar que, sencillamente, se le había ido la olla. Pareció no ser el caso. La Uzukage se desplomó, surgida de un destello de luz, sobre el sofá de en frente. —Uff... ¡Al fin! La Uzukage se tomó su tiempo para serenarse y arreglarse el pelo, sin que el Uchiha hiciese o dijese nada para interrumpirla. Estaba demasiado concentrado en serenarse él también. El estómago le había dado tal vuelco que sentía náuseas. Por suerte, ya había vomitado hacía unas horas. No le quedaba nada que echar. —Ahora podemos hablar con más tranquilidad. ¿Haskoz-kun? ¿Cómo te encuentras? Lamento el susto, pero como comprenderás, no voy a llevarte a caballito a donde vamos. Y como tengamos que ir a tu paso, no llegaremos nunca. Haskoz trató de arreglar su postura, poniendo la espalda recta y las manos sobre las rodillas. Inspiró profundamente, mientras trataba de medir sus palabras al milímetro. Echó el aire lentamente por la nariz y habló: —Bien, me encuentro perfectamente —era una pequeña mentira, pero de esas que llaman piadosas. La Uzukage continuó hablando: —No obvié ningún pequeñísimo detalle. No sabía que te había pasado esto. Pero, piénsalo. Hay muy poca gente a la que le han cortado la cabeza y sigue caminando. Lo tuyo casi ha sido una suerte... Si toda su suerte era como aquella, entonces prefería ser el más desafortunado del mundo. Shiona le observó, como esperando una respuesta. No la tuvo. Aquel día había pasado por tantas cosas… por tantas sorpresas, que su cerebro había llegado al mismo punto a cuando estaba en la Academia y se despistaba media horita. Cuando intentaba recobrar el hilo de la clase, pese a que el sensei seguía bombardeándole con nueva información, ya era incapaz de entender nada. Y como en aquellas ocasiones, hasta le daba miedo preguntar. Pero entonces Shiona soltó la bomba: —No voy a dejarte en ese valle de mierda para que te humillen día sí y día también. Eres un shinobi de Uzushiogakure. Ahora que ya estamos fuera, no volverás a pisar esas montañas. Un suspiro de alivio le invadió de pronto. Hasta entonces no lo había notado, pero un gran peso llevaba oprimiéndole el pecho desde que le habían informado de que debía pertenecer por dos años en aquellos Valles de mala muerte. Un peso del que por fin se veía liberado. —Me estaba preguntando si aguantarías mucho más tiempo sin pegarme con una muleta en la cabeza. No pudo evitar reírse, rebajando en parte la tensión que hasta el momento se le había acumulado en el cuerpo. Podría haberlo negado, pero entonces Shiona hubiese sabido que estaba mintiendo y rompería el momento. Se recostó hacia atrás, llevándose las manos a la cara, todavía sin creérselo. —Por Izanami, hoy he envejecido cinco años. Se lo aseguro. Le daba miedo preguntar, no fuese a ser que se llevase un nuevo chasco. Pero tenía que hacerlo: —Entonces… ¿Vuelvo a Uzu? Sabía que quedaban muchas cosas en el tintero: Pink; el demonio que todavía llevaba en su interior; su lamentable estado actual… Pero si algo había aprendido aquel día, eso era a ir paso a paso. Pregunta a pregunta. Así no se llevaba demasiados disgustos de golpe. RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 21/04/2017 —Por Izanami, hoy he envajecido cinco años. Se lo aseguro. Shiona sonrió con complicidad y se inclinó hacia adelante. Cogió algo de la mesa. Cuando levantó el brazo y despegó la pajita, Haskoz comprobó que se trataba de otro batido de chocolate, que había estado escondido detrás de la lámpara. La líder del Remolino pegó un sorbo bien grande, y volvió a dejar el brick en la mesa. —Entonces... ¿Vuelvo a Uzu? Shiona negó con la cabeza. —Tú no tienes la culpa de lo que ha pasado, pero primero tenemos que ocuparnos de lo que sea que lleves dentro de ti —explicó—. Me temo que esa parte no ha cambiado, y pese a que voy a intentar por todos mis medios que no te pase nada, no puedo prometerte que vas a salir vivo de esta. Lo siento, Haskoz-kun. Pero tendremos que enfrentarnos a esa cosa. Suspiró. —Eso sí, si todo sale bien... Te prometo que volverás a casa. Sobre el tema de los Dojos... No podrás volver a acercarte allí, me temo. Aunque creo que esto es algo que ya has debido deducir, ¿no? Si rompemos el pacto... »La gracia está en que no lo romperemos. No a sus ojos. Los samurai escucharon nuestra conversación, de modo que dejé muy claro que tu vida estaba en riesgo, ¿entiendes? Les diremos que tu cuerpo no soportó la liberación del sello. Ellos quieren una compensación, desde luego, y la tendrán. Olerá a chamusquina, pero el olfato de un líder está atrofiado cuando no tiene interés en un conflicto internacional, de modo que comerá del plato que le sirvamos. La Uzukage bebió del batido un poco más, y se levantó. —Quiero llegar rápido al lugar, de modo que si me disculpas, voy a concentrar toda mi mente en correr. Pero antes... Shiona se levantó y se acercó a él. Puso una mano con delicadeza en el sello del ojo de Haskoz, e hizo un sello con la otra mano. Acarició suavemente el párpado, y los dedos se envolvieron con una fina capa de chakra de color azul. Haskoz sintió cómo recuperaba la sensibilidad del párpado poco a poco. —Relájate, Uchiha Haskoz. Te necesito tranquilo y centrado. Sé que será difícil... Pero lo necesito. El tapón del corcho. Shiona desapareció. ···
El cráter donde una vez había estado Konoha solía estar desierto. Aquella vez también lo estaba. O lo hubiera estado, de no ser por la presencia para nada poco destacable de Uzumaki Shiona, en el centro de todo. La mujer se agachó y puso la mano en el centro. «Vamos...» ···
Shiona apareció de nuevo, esta vez de pie, al lado del otro sofá. —Es la hora. Ven, acércate —dijo, y extendió la mano hacia Haskoz. ···
Ahora habían dos personas. Shiona y cierto Uchiha. Él estaba en el centro, tumbado, con brazos y piernas abiertos. Ella dibujaba unos símbolos alrededor de él y sobre su ropa. Líneas con inscripciones que luego convergían en su cuello y lo rodeaban, buscando el sello maldito del genin. Cuando la pelirroja hubo terminado su tarea, se acercó al genin y formuló un sello con ambas manos. —Tranquilo, Haskoz-kun. Sólo necesito que cierres los ojos. No dolerá —mintió. Esperó a que Haskoz cerrase los ojos, y anunció: —¡¡Kaija Hōin!! Del cuerpo de Haskoz surgió un estallido que la derribó hacia atrás, el genin pegó un alarido de terror y dolor durante unos segundos, para quedarse dormido después. Una forma hecha de chakra, poderosa, salió despedida de la base de su cuello y aterrizó apenas unos metros más adelante. Shiona se acercó corriendo a su pupilo, y le puso los dedos índice y anular en el cuello, buscando su pulso. Estaba... (Offrol: en este momento, hago una tirada con tu resistencia como mínimo valor, y 100 como máximo valor. Si puntúas más de 50, sobrevives. Si no, mueres. El resultado ha sido...) Su cuerpo maltrecho y lisiado casi no lo contaba. Estaba muy débil, sí, pero vivo. El corazón de Shiona latía casi tres veces más rápido que el genin, pero aún así sonrió enérgicamente y dejó caer un par de lágrimas de felicidad. Shiona posó la palma de su mano en el cuerpo dormido y febril del muchacho y volvió a absorberlo con su técnica. Se levantó, serenándose, y volviendo a esbozar en el rostro aquellos ojos púrpuras duros como piedras. Colocó la mano frente a sí, con la palma mirando hacia la derecha. Lentamente, alzo el puño derecho y lo puso junto a la palma de la mano levantada. Un brillo azulado reveló como Shiona sustraía, poco a poco, un ninjato de dicha mano. Apuntó a la forma de chakra que se había liberado, que ahora tomaba forma corpórea poco a poco. —Ahora... enfréntate a mí, criminal. Jadeaba. Sudaba. Había gastado mucho chakra, y no podía regenerar más. Luchar mientras protegía al crío iba a ser difícil... Pero tendría que hacerlo. Y tenía que ganar.
Shiona, Sandaime Uzukage
450/450 270/420 - 10 Fuuma Shuriken (sellados en los mitones, cinco en cada brazo) - 2 Ninjato (uno sellado en la palma derecha, otro empuñado) - 50 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos) - 6 paquetes de hilo (sellados en los mitones, en el dorso de las manos, 3 en cada una) - 1 pergamino grande con el agua equivalente a un pequeño mar sellado en el estómago (100 PV de daño impacto directo, otros usos) - 1 pergamino grande con una gran cantidad de lava volcánica sellado en la espalda (200 PV de daño) - 2 pergaminos medianos con relámpagos sellados en cada uno de los muslos (50 PV de daño por impacto directo) 1 AO RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 27/04/2017 Los peores temores de Haskoz se confirmaron… en parte. Sí, podía volver a casa, pero antes tenían que ocuparse de cierta cosilla sin importancia: extraer al ser que llevaba dentro y matarlo. Si el destino tenía un humor negro y cruel, él moriría en el proceso. Nada alentador, pero llegados a aquel punto, no había vuelta atrás. Seguidamente, Shiona le explicó lo que harían con el tema de los Dojos. Esa cara oculta, esa falsa diplomacia que estaba descubriendo de su Kage no hacía otra cosa sino provocarle mayor admiración en ella. Si bien estar a las puertas del Yomi ayudaba a ello. Tenía que admirarla y creer que era una Diosa encerrada en un cuerpo mortal. De lo contrario, ¿cómo iba a confiar en que lograría mantenerle con vida? ···
Había llegado la hora de la verdad. Su estómago, lleno con el batido de chocolate que se había tomado en la ausencia de Shiona, estaba revuelto. Tenía ganas de vomitar y la idea de haber tomado aquel líquido caliente y espeso ya no le parecía tan buena idea. Estaba tumbado boca arriba, tal y como le había ordenado Shiona, sobre una especie de cráter que en su vida había visto. Shiona dibujaba extraños símbolos sobre su cuerpo. Símbolos que parecían trepar como hormigas por su ropa y piel, buscando de forma palpable la serpiente con calavera que tenía tatuada en la nuca. Le picaba y sentía… excitación. No lo suya, sino la de otra persona. Era extraño de explicar, pero era como si… —Tranquilo, Haskoz-kun. Sólo necesito que cierres los ojos. No dolerá. Por supuesto que dolerá. Cerró los ojos mientras el corazón le latía como un caballo desbocado, a punto de salírsele del pecho. Escuchó un grito de su líder, y luego… una risa. Una risa escalofriante y aguda, y entonces ya no pudo oír nada más… ···
No podía parar de reír. Reía, reía y reía mientras el mundo se estremecía ante su presencia. Su risa era tan dulce como el beso de una serpiente; tan suave como el filo de una navaja; tan alegre como el silencio en un funeral. Él había renacido, y con él, la nueva peste que asolaría al mundo. Solo que él no era él… … sino ella. Su cuerpo, de casi dos metros de altura, era de un blanco enfermizo, pálido como un cadáver. Las vendas, blancas y que cubrían un pecho inexistente, casi no podía diferenciarse de su piel. Su pelo, corto, era tan azul como el rostro de un ahogado. Sus ojos, violetas como un viejo moratón. Tenía cicatrices en su espalda, encorvada, como si hubiese recibido cientos de latigazos. En sus muñecas había más: líneas perfectamente rectas que se cruzaban en horizontal unas con las otras. Su sonrisa dejaba entrever una dentadura perfecta y brillante, la sonrisa de un acechador en la oscuridad, y aparte de unos pantalones cortos no portaba más ropa. Ni siquiera calzado. El Demonio Blanco no reconocía aquel cuerpo. Pero no le importaba. Se sentía inconmensurable. Pletórico como nunca antes recordaba. Pletórico de ira, de odio, de rabia… —Ahora... enfréntate a mí, criminal. Su salvadora. La mujer que le había librado de la agonía de vivir en un cuerpo enfermizo. Le daría las gracias con un beso. Un beso de muerte. —No siempre fui uno —entonces rio de nuevo, pese a que sus ojos, tan vivaces como los de un muerto, siguiesen clavados en ella. Elevó una mano y la señaló con el dedo meñique. Cuando captó aquel movimiento, Shiona pudo ver como un hilo negro se formaba en aquel dedo huesudo y largo. Pero no solo eso, sino que también en el de ella. Un hilo incorpóreo, que se extendió hasta unirse con el hilo opuesto, quedando de esta manera unidas. Acto seguido, Shiona notó algo en la palma de su mano. Un extraño picor... Cuando miró, varios kanjis diminutos estaban dibujados en blanco en la palma de su mano, formando un círculo: 火, 風, 雷, 土, 水, 剣术, 体術, 忍術
Y no solo eso, algo más le llamó la atención. Uno de ellos era ligeramente distinto al resto...
Demonio Blanco
390/390 300/300 - 1 Ninjato (sellado en la palma izquierda) - Ōkunai (sellado en la palma derecha) - 10 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos) - 1 Ono (sellada en la cadera, parte derecha) - 2 Paquete de 5 senbon (sellado en el cuello, parte izquierda y derecha) 2 AO RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 27/04/2017 El destello blanco no se había transformado del todo en humano, pero ya podía oír esa risa femenina, estridente incluso si no lo era. Pero Shiona no podía pararse a pensar qué clase de persona había liberado, porque estaba en problemas. Eso era algo que cualquier shinobi podría haber reconocido. No. Uno no sobrevive mucho tiempo siendo shinobi si no sabe reconocer cuándo hay que preocuparse. Había gastado muchas de sus reservas, y, para colmo, llevaba a alguien dentro de la dimensión de Kyōsei Gaikō, lo que significaba que no iba a obtener mucho más chakra para aquella pelea. Además, había cometido el grave error de no traer refuerzos, lo que significaba también que no podía avisar a la villa si algo iba mal. Lo sabrían, por supuesto, pero la criminal quedaría libre. ¿Y cómo iban a saber quien era? «Siguiendo el rastro de cadáveres...», pensó Shiona, entrecerrando los ojos y mordiéndose el labio inferior. Mal, mal, mal. Todo aquello gritaba mal. Necesitaba solucionar las cosas. Para solucionar lo de esa mujer, tendría que solucionar antes lo de su chakra. Pero había algo más que debía solucionar. —No siempre fui uno —La mujer rio de nuevo, elevó una mano y señaló a Shiona con el dedo meñique. La Uzukage flexionó las piernas para esquivar algo, aunque aún no sabía qué, mientras un hilillo negro se formaba en el dedo de su contrincante. El hilo se extendió hacia ella, y se movió hacia un lado. Se sorprendió cuando la fibra oscura se dio la vuelta en el aire y se enlazó a su propio dedo meñique, y luego vino el picor. —¡Agh! —masculló, mirándose la palma de la mano. «Fuego, Viento, Rayo, Tierra, Agua, Kenjutsu, Taijutsu, Ninjutsu... Mal, esto es malo. No parece una técnica de sellado. ¿Qué significará?» Inmediatamente, levantó la mirada, clavándola en aquellos ojos muertos, en aquella mujer de casi dos metros, en lo que podía ser su sentencia de muerte. «Mal... Parece bastante confiada, y sin duda sabrá quien soy. Eso significa que es estúpida o es muy peligrosa. No voy ni a preguntarme cual de las dos es la correcta.» «Vamos a ver... el kanji de kenjutsu parecía diferente. Eso puede significar muchas cosas, quizá... ¿Que no puedo usar kenjutsu? ¿Que DEBO usar kenjutsu? Veremos.» Bufó, intentando relajarse. «Espero que no sea lo segundo. Porque entonces, estoy muerta. Aunque en última instancia, puedo detenerlo con aquello...» Hizo un sello especial. —Kage Bunshin no Jutsu. —Intentó materializar un clon de sombras a su lado para ver si sus sospechas eran ciertas.
Shiona, Sandaime Uzukage
450/450 125/270 - 10 Fuuma Shuriken (sellados en los mitones, cinco en cada brazo) - 2 Ninjato (uno sellado en la palma derecha, otro empuñado) - 50 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos) - 6 paquetes de hilo (sellados en los mitones, en el dorso de las manos, 3 en cada una) - 1 pergamino grande con el agua equivalente a un pequeño mar sellado en el estómago (100 PV de daño impacto directo, otros usos) - 1 pergamino grande con una gran cantidad de lava volcánica sellado en la espalda (200 PV de daño) - 2 pergaminos medianos con relámpagos sellados en cada uno de los muslos (50 PV de daño por impacto directo) Kage Bunshin 30/50 125/270 1 AO Pongo 30/50 porque si pongo 30, la barra se rompe xD RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 28/04/2017 El Demonio Blanco tenía una difícil decisión que tomar, como cuando tenía que decidir entre quitarle los intestinos a un hombre o aplastarle los ojos con los dedos. Un dilema milenario, tan antiguo como la muerte. En este caso, debía elegir entre una fiel amiga y una antigua amante. Su Ono, sellado en su cadera, siempre le había sido leal. Incondicional. Cortaba cráneos, cuellos, brazos o piernas por igual, sin discriminaciones. Su ninjato, en cambio, sufría más con los huesos gruesos. Pero al contrario que el hacha, era un arma construida única y exclusivamente para matar. Y no había nada más adorable que matar… El Demonio Blanco elevó la palma izquierda y, con la derecha, extrajo el ninjato que tantas noches de amor desenfrenado le había dado. La mujer que tenía frente a él, al mismo tiempo, realizó una réplica de su cuerpo a mano izquierda del Demonio Blanco. Una réplica que no compartió hilo con su creadora. Al Demonio Blanco nunca le había gustado aquella técnica. Eran sosa y aburrida. Insulsa. En vez de sangre, aquellos cuerpos expulsaban humo al cortarles en pedacitos. Solo compartían una cosa con su dueña… … el Yomi. Él pensaba darles el billete de entrada. Sonrió, dejando que el filo del ninjato acariciase la palma de su mano izquierda, lamiendo su sangre. Un corte que tiñó el filo de rojo púrpura. Su color favorito. Pero aquella no era la sangre que quería, sino la de ella. Una sangre bulliciosa de poder. Lo notaba en el ambiente. En el aire eléctrico que le rodeaba. Era una igual, y por eso se estaba tomando su tiempo para atacar. Pero la paciencia del Demonio Blanco era de segundos escasos. El fuego de Amateratsu corría por sus venas, alimentando sus músculos de un odio más antiguo que la propia Izanami. Y necesitaba matar como un humano respirar. Un cadáver. Dos cadáveres. Tres cadáveres. Cuatro cadáveres. Redujo la distancia a tres, con pasos cortos y tan medidos como sus tajos. El filo del ninjato todavía estaba impregnado en sangre, y en algo más… —¡MUERE! El filo del ninjato reflejó un destello. Un destello mortal, que cegó a la Shiona original a la vez que la zurda del Demonio Blanco extraía tres shurikens de los dedos diestros y los lanzaba a la diana: uno al torso, otro a la cara y, el tercero y menos importante, al cuello del clon. Quizá hubiese sido inteligente detenerse en ese momento, pero el Demonio Blanco llevaba demasiado tiempo sin matar… Sin respirar. Dio un pequeño salto, clavó sus talones en el suelo como lo harían las Raíces del Árbol Sagrado, rodilla izquierda estirada, derecha más flexionada, y lanzó un tajo directo al torso del clon, un corte horizontal de izquierda a derecha, buscando partirlo por la mitad y olvidarse de aquel pequeño incordio… De aquel mosquito.
Demonio Blanco
370/390 -20 –290/300 -5 – -5 –- 1 Ninjato (empuñada, mano derecha) - Ōkunai (sellado en la palma derecha) - 10 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos) - 1 Ono (sellada en la cadera, parte derecha) - 2 Paquete de 5 senbon (sellado en el cuello, parte izquierda y derecha) 1 AO nueva RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 28/04/2017 La copia, idéntica a Shiona, se materializó a su lado emitiendo una pequeña nube de humo. Bien, eso significaba que podía utilizar otro tipo de técnicas. También que seguía sin saber qué era esa sustancia misteriosa que le salía del dedo meñique, lo que podría traerle muchos problemas en un futuro muy próximo. Pero al menos había solucionado uno de los problemas, todo y que fuera parcialmente. ···
Haskoz yacía en el suelo de la instancia. La presencia interior de Shiona había retirado la mesita hacia un lado y había apartado los sillones. Estaba esperando un estímulo necesario que acababa de llegar, pero eso no le había impedido preparar todo lo que necesitaba. Se agachó frente al Uchiha, y levantó la palma de la mano. Como una fila india de hormigas, una ristra de complicadas fórmulas de sellado salieron de cada uno de sus cinco dedos y convergieron en el centro. Los símbolos se iluminaron durante un instante, y la Uzukage apoyó la extremidad sobre el estómago desnudo del genin. No ocurrió nada en su estómago: pero sí debajo de su cuerpo, en el suelo, donde se había formado el mismo sello que segundos antes había estado en la palma de Shiona, sólo que bastante más grande. Se levantó. —Al menos podrás ayudarme indirectamente, Haskoz-kun. Gracias. «Un respiro...» ···
—¡Nnhg! —Shiona se tapó la cara con las manos, cegada por el Demonio Blanco—. ¡Cegada! ¡Derecha! —espetó el Kage Bunshin casi al instante, y Shiona obedeció con un pequeño salto, que consiguió evitar los shuriken directos a su cara y a su pecho. Por otro lado, el clon ladeó un poco el cuerpo, con lo que consiguió esquivar el shuriken que le tocaba a ella. El Demonio Blanco dio un pequeño salto, y clavó los talones en tierra. Shiona se llevó una mano a la espalda... El Kage Bunshin iluminó sus dedos índice y corazón y se tocó el muslo derecho, al tiempo que la katana del Demonio Blanco prácticamente lo partía en dos. Con ello selló una técnica secretamente, mas no por mucho tiempo, porque la condición era precisamente... Su propia muerte. El clon estalló en una nube de humo que envolvió a su contrincante, y súbitamente, el Demonio Blanco sintió que la tierra se hundía, que el suelo del cráter, a su alrededor, empezaba a ascender. Un destello rojizo le cegaría si miraba hacia el agujero de un metro que había quedado en el exterior, seguido de un intenso calor. Quizás alguna gota cayera en sus ojos, entonces sería fatal. Una cantidad moderada de lava volcánica cubrió la entrada del agujero y caía ahora hacia la mujer. Shiona apartó el pergamino, y clavó la vista en el agujero, taponado ahora con lava, mientras retrocedía despacio, pendiente también del suelo bajo sus pies, pues a más tretas conoce un ninja, más precavido debe ser.
Shiona, Sandaime Uzukage
450/450 205/270 -10 por el Tensha Fuuin, condición: muerte del Kage Bunshin –-25 (1 metro cuadrado + 5 metros de hundimiento) –- 10 Fuuma Shuriken (sellados en los mitones, cinco en cada brazo) - 2 Ninjato (uno sellado en la palma derecha, otro empuñado) - 50 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos) - 6 paquetes de hilo (sellados en los mitones, en el dorso de las manos, 3 en cada una) - 1 pergamino grande con el agua equivalente a un pequeño mar sellado en el estómago (100 PV de daño impacto directo, otros usos) - 2 pergaminos medianos con relámpagos sellados en cada uno de los muslos (50 PV de daño por impacto directo) Haskoz 1/180 50/60 -5 liberar pergamino grande –-5 liberar lava del pergamino –1 AO Daños: 200 PV por impacto con lava, y... bueno, según lo que te de, ¿muerte? Aclaraciones: La técnica Diplomacia Forzada de Shiona impide el uso de la violencia dentro de la dimensión porque reprime las emociones agresivas y las intenciones de hacer daño, pero no impide el uso de ninguna técnica no ofensiva o de soporte, y por tanto puedo utilizar Chakura Kyūin para obtener chakra del cuerpo inconsciente de Haskoz. Esta técnica divide mi regeneración, la del usuario, pero no la de Haskoz, así que cada turno que no extraiga chakra de él, recuperará 20 CK al no estar usando ninguna técnica ni realizando acciones ofensivas. RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 29/04/2017 El ninjato del Demonio Blanco redujo a la nada el cuerpo falso de la mujer. Pero no se quedó ahí, pues para algo había flexionado una rodilla y extendido la otra. Su torso se giró, siguiendo la inercia del letal corte, esperando encontrarse con un ataque sorpresivo de la verdadera mujer y reducirla a ella también a la nada más absoluta… … Para su decepción, no fue así. Sintió los pies pegados al suelo y, de pronto, el pequeño mundo que pisaba se vino abajo. Ahora se encontraba más cerca del Yomi, cuyas puertas abiertas esperaban ansiosas a recibir un nuevo invitado. En lo alto, Amateratsu abría sus fauces. Él las abrió también, y rio y rugió y volvió a reír, lleno de júbilo. Una gota del vómito de Amateratsu cayó en su oreja. Sintió el calor. El dulce y excitante dolor. Pero aquello le molestó. ¿Cómo osaba el vómito de Amateratsu compararse con el fuego de Kagutsuchi? El mismo fuego que había castrado y matado a su propia madre Izanami. El mismo fuego que había llevado la muerte al mundo, y que ahora corría por sus venas. Su brazo se estiró como un relámpago, furioso por semejante blasfemia. El ninjato cortó el cielo rojizo en dos, proporcionándole una abertura por un segundo. No necesitaba más. En menos tiempo había ahorcado a un hombre de sus propios intestinos. Sus piernas se vieron impulsadas por el amor de Izanami. Un amor que tan solo le pedía una cosa: compañía. Y el Demonio Blanco estaba deseando proporcionársela. Salió por la abertura en apenas un parpadeo, clavó los pies desnudos en la caliente tierra y dio un salto hacia atrás. Tenía la visión reducida, pero siguió con la mirada el hilo negro atado a su meñique izquierdo, que le condujo hacia la mujer, al otro lado del agujero. Y parecía estar sufriendo mucho… Como si le acabasen de arrancar un brazo. —¿Qué te ocurre? —preguntó, con voz gutural pero femenina—. ¿Pensabas que el fuego podría quemarme? ¡Es un INSULTO! Quiso apuntarle con el ninjato, pero entonces reparó en algo. Un pequeño e insignificante detalle, que provocó un destello todavía más maligno si cabe en sus ojos color violeta. No por el brazo, que no estaba, o por el muñón calcinado que se encontraba en su lugar. Sino porque la tierra candente había cicatrizado la herida, y no sangraba a borbotones como debería. ¿Qué clase de loco, de desquiciado mental, segaba un brazo a alguien sin hacerle sangrar? ¿Dónde estaba la gracia a aquello? Tendría que enseñarle a aquella mujer lo que era una broma de verdad.
Demonio Blanco
170/390 -200 –59/300 -48 – -60 –-15 – [cirlce=red]-108[/circle]- 1 Ninjato (perdida en la lava) - Ōkunai (sellado en la palma derecha, ahora perdido, junto con el brazo) - 10 Shuriken (5 sellados en la mano izquierda, los otros perdidos junto con la mano derecha) - 1 Ono (sellada en la cadera, parte derecha) - 2 Paquete de 5 senbon (sellado en el cuello, parte izquierda y derecha) AO anterior revelada: 2 AOs del primer turno del Demonio Blanco revelados Explicación: Según la descripción del Chikara no Nagare, la técnica permite lanzar ondas de chakra capaces de atravesar y desestabilizar técnicas de ninjutsu de cualquier tipo. No es que sea específicamente un ninjutsu, pero lo uso para crear una corriente momentánea que separe la lava en dos por unos instantes, además de cortar el pergamino, y saltar por esa abertura generada. Como la lava estaba cayendo en esos instantes, interpreto que al crear el movimiento del tajo y elevar el brazo, la lava me lo abrasa y devora, literalmente, a la vez que parte del rostro inclinado a ese lado. RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 29/04/2017 Shiona dirigió la mirada hacia el cielo cuando un haz de luz, hecho de chakra, cortó la lava y el pergamino en dos y salió despedido hacia el firmamento. Su cuerpo se dobló, como si alguien le hubiera pegado una patada en el estómago: pero el dolor venía de otra parte. Su brazo derecho había recibido el beso invisible del fuego de mil infiernos, y sintió una cuchillada en el ojo que lo hizo cerrarlo y empezar a llorar. Gritó, gritó como nunca había hecho antes. Sollozó, temblando de dolor, pero intentando enderezarse. Allí estaba, aquél monstruo con forma humana, medio carbonizado. Brazo derecho, parte del rostro. Y aquél puto hilo uniendo sus dedos meñique. «Hija de puta... Hija de puta, es un vínculo... ¿Pero entonces, a qué venía todo el paripé de los kanji? ¿Un engaño?» —¿Qué te ocurre? —preguntó, con voz gutural pero femenina—. ¿Pensabas que el fuego podría quemarme? ¡Es un INSULTO! El único ojo que podía mantener abierto la miró a ella, o a él, al Demonio, luego a su mano, luego al fino hilo cerca de su dedo meñique. Suspiró, cerró los ojos, y gritó, todo lo alto que pudo: —¡¡A LA MIERDA, HIJA DE LA GRAN PUTA, AAAAAAAAAAAAAAH!! —Haciendo acopio de todo su valor y su resistencia, iluminó un dedo de su mano derecha con una flama de color azul intenso, chakra concentrado al extremo. Extendió el meñique al que estaba atado el hilo, y segó, a la vez que cauterizó, la falange por la mitad—. ¡¡Aaaaaggggh!! La llama de su otra mano se apagó y cerró el puño sobre su dedo, volviendo a caer de rodillas. Apretó los dientes y siseó, resistiendo el dolor, y, con dificultad, volvió a levantarse. «Es peor de lo que pensaba. Es capaz... Es capaz de derrotarme. Debería... Por Uzushio. No, por la paz. Por el mundo.» ···
Shiona volvió a personarse en la dimensión de Haskoz. Se agachó frente al cuerpo sin consciencia del genin, levantó un poco su ropa por el costado, y posó suavemente sus dos dedos índice y corazón... —Espero que nunca tengas que utilizar esto, Haskoz-kun. Lo espero de corazón. Por ti. ···
«Tengo que pensar muy bien los siguientes movimientos. Si vuelve a hacer esa extraña técnica, tendré que cortarme el otro pulgar. Me puedo ir olvidando de hacer ciertas técnicas de sellado con la mano izquierda», pensó, con tristeza. «Tengo... tengo que detenerla.» Shiona jadeó, con el corazón bombeándole a mil por hora. No podía permitirse demasiados errores a partir de ahora. Dado su estado —aún no podía siquiera abrir del todo el ojo afectado por la técnica de aquella mujer— y las circunstancias, no podía esperar mucho más que sacrificarse por el bien de su aldea. Ya había vivido mucho tiempo, al fin y al cabo. Aunque, por supuesto, eso no iba a hacer que se rindiera tan fácilmente. —Eres un demonio. Se quitó el kimono de kage para pelear mejor. Debajo llevaba el suyo propio, más ceñido y de color morado, sin mangas. Dos mitones de color negro cubrían sus brazos hasta casi las axilas. Metió la mano entre el kimono, sorteando el cinturón, y la posó en su estómago. Puf, otra nube de humo, y de ella, otro pergamino, que desplegó frente a ella. El kanji 水 que rezaba en el papel brilló con una luz muy intensa, antes de estallar en un chorro gigantesco de agua a presión que se dirigió directo hacia su contrincante. Y así, como si alguien hubiera abierto una tubería, fue como el Cráter de la Hoja se transformó, poco a poco, en un lago de agua salada, como si alguien hubiera teleportado allí un pequeño trozo de mar. Shiona se preparó y dio un salto cuando el agua empezó a mandar oleaje bajo sus pies. Posó las suelas y trató de estabilizarse como pudo, mientras el pergamino ya se hundía en el propio agua y seguía emitiendo y emitiendo litros de espuma marina. Las olas, gigantescas como en una tormenta, arrancaron trozos de suelo e hicieron más profundo todavía el cráter para hacerse espacio. Se agitaban, zarandeando a los que navegaban por su superficie con sus zapatos hechos de chakra, pero ágilmente la Uzukage saltaba y sorteaba olas hasta que, aún fiero, el mar se estabilizó un poco. Estaba acostumbrada a entrenar sobre la superficie marina inestable de la Aldea del Remolino, que no en vano tenía ese nombre. Aún ni con esas había suficiente lugar para tanto líquido, tanto es así que el agua desparramó por el bosque hasta que se formaron orillas donde antes no había más que tierra yerma. «Esto prepara el terreno para el acto final, si es que de verdad tiene que llegar.» Como si algún Dios aburrido hubiera escuchado las olas, más propias de un mar en la tempestad que de un apacible lago en medio del bosque, el cielo empezó a nublarse, tintando de un tono gris desesperanzador el hermoso conjunto violeta de Shiona. En la lejanía, se oyó un trueno. Shiona abrió el ojo malherido con dificultad, y abrió y cerró los dedos de ambas manos. El dolor estaba empezando a remitir, pero la batalla aún no había terminado, ni con ella el sufrimiento de otra clase.
Shiona, Sandaime Uzukage
250/450 82/270 - 10 Fuuma Shuriken (sellados en los mitones, cinco en cada brazo) - 2 Ninjato (uno sellado en la palma derecha, otro empuñado) - 50 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos) - 6 paquetes de hilo (sellados en los mitones, en el dorso de las manos, 3 en cada una) - 2 pergaminos medianos con relámpagos sellados en cada uno de los muslos (50 PV de daño por impacto directo) Haskoz 1/180 10/60 2 AO RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 29/04/2017 El Demonio Blanco contempló divertido como la mujer se cercenaba un dedo, con la sonrisa de un niño al ver realizarse una travesura. El hilo negro anudado al meñique cayó junto a la falange, mientras la mujer le gritaba todo tipo de improperios. Los insultos no le ofendieron, pero otra cosa sí lo hizo: no hubo fuegos artificiales para su vista. Tampoco la dulce fragancia del líquido carmesí inundando su olfato. Nada. —¿Yo? —rugió, fuera de sí, mientras llevaba su mano, aquella sí ensangrentada, a su cuello. De él extrajo cinco agujas—. Tú sí que eres una grandísima hija de la gran puta… ¡TE VOY A SACAR LA SANGRE A HOSTIAS! Primero el brazo, luego el dedo. Si algo ponía de mal humor al Demonio Blanco, eso era la gente cabezuda que se negaba a sangrar. O a que los demás sangrasen. Pero más tozudo era él, que había tirado las puertas del Yomi abajo a cabezazos. Hizo un rápido movimiento con la zurda, mientras la mujer se levantaba, y los senbon teñidos por su propio líquido carmesí volaron indiscriminadamente hacia el torso de ella. Pequeñas agujas insignificantes, podría decir… Probablemente no hablaría tanto cuando terminase como el cuerpo de un erizo. Su mano se desplazó al otro lado de su cuello. A por más agujas. A por más picotazos que lanzar. Pero entonces ella hizo una afirmación que le hizo reír desde lo más profundo de su alma: —Eres un demonio. Pues claro que lo era. Así lo llamaban. El Demonio Blanco. —No siempre fui uno —Misma respuesta. Misma carcajada. Pero aquella afirmación le evocó a algo. A alguien. Una mujer que le había matado. O a él mismo. O quizá a ambas cosas. La pelirroja se quitó el kimono. Con este recuerdo en mente, el Demonio Blanco cambió de idea, e iluminó su dedo índice y corazón de un chakra oscuro, negro como la ponzoña. Entonces, restregó dedos y palma por su rostro, lengua, labios… embadurnándose de sangre. Ahora estaba tan listo como ella. Pero a la pelirroja le gustaba usar trucos molestos. Alzó otras fauces ante él, dispuestas a abrirse de nuevo. Reconoció el símbolo iluminado en el pergamino: la sangre de Susano'o. No le gustaba especialmente aquel tipo de sangre. Era limpia, clara, insulsa… Todo lo contrario a lo que debería ser. Su mano entrelazó el sello del carnero, y de pronto se encontraba al otro lado del torrente de agua, que salía del pergamino como si se tratase de una herida abierta. Una herida abierta en el mismísimo cuello de Susano’o. Pero no solo se encontraba detrás del pergamino… también lo estaba de ella. Se notaba cansado. Como si alguien hubiese extinguido el oxígeno del mundo para ahogar el fuego que corría por sus venas, sofocándolo. Pero más se tendrían que esforzar si querían subyugar al Demonio Blanco. Su única mano rodeó el cuello de la mujer, atrayéndola hacia él, apretando… Sus labios se deslizaron por la oreja derecha de ella de forma tierna: —Sé mi amante esta noche —susurró, y le dio un beso en el lóbulo. Una carantoña. Un simple mordisquito pasional que le arrancó de cuajo parte de la oreja. A medida que el agua iba subiendo y subiendo, su antebrazo iba ejerciendo cada vez más presión…
Demonio Blanco
170/390 45/300 -14 – - 1 Ninjato (perdida en la lava) - Ōkunai (sellado en la palma derecha, ahora perdido, junto con el brazo) - 10 Shuriken (5 sellados en la mano izquierda, los otros perdidos junto con la mano derecha) - 1 Ono (sellada en la cadera, parte derecha) - 2 Paquete de 5 senbon ( 1 sellado en el cuello, parte izquierda; el otro usado) 1 AO nueva |