Se te acusa de vivir - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País de la Espiral (https://ninjaworld.es/foro-pais-de-la-espiral) +--- Foro: Bosque de la Hoja (https://ninjaworld.es/foro-bosque-de-la-hoja) +---- Foro: Lago de Shiona (https://ninjaworld.es/foro-lago-de-shiona) +---- Tema: Se te acusa de vivir (/tema-se-te-acusa-de-vivir) |
RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 29/04/2017 Antes de eliminar el mar sellado, Shiona había tenido que esquivar un montón de senbon dando un paso a la derecha. En lugar de hacerlo simplemente, lo hizo mientras se quitaba la capa, haciendo que las espinas se clavasen en ella y se la llevasen, atrás, unos metros. Había tenido muchas malas experiencias con armas, hilos, y shinobis excepcionalmente diestros. Era mejor así, pues se aseguraba que las armas quedasen atrapadas hasta caer al suelo. •••
Algo agarró a Shiona por la espalda. Le hubiese gustado decir que ahogó un grito, pero su grito fue ahogado por un brazo que, de propietario furtivo, ahora le apretaba la garganta. Notó el aliento sarnoso de aquella mujer-bestia al lado de su oído, acercándose a ella. —Sé mi amante esta noche. Un susurro escalofriante. El tacto de los dientes empezando a morder, clavándose, hiriendo, desgarrando. —¡Aaaargh! —chilló, como un cerdo atrapado en el matadero. Respiró agitadamente. Se agarró el kimono con todas sus fuerzas, se mordió el labio hasta hacerse sangre... ...y luego juntó las manos. —Seré tu amante, pero no me conformaré con una noche. Bailaremos a la luz de la luna, por siempre —rio, sardónica. La risa de una mujer que espera su propia muerte—. Entrégame tu eternidad. Dos pequeños destellos después, Shiona empuñaba dos ninjatos, de subterfugio usando su propio cuerpo como obstáculo visual. Hizo un esfuerzo y los puso en punta hacia su pecho. Y clavó las armas atravesándose a sí misma en el corazón y en un pulmón, y al Demonio Blanco que detrás aguardaba, amarrándola con fuerza. La sangre corrió por su estómago y luego, la nada. Luego, la nada. Una esfera de oscuridad se tragó a Shiona. Se tragó el Demonio Blanco. Se tragó gran parte del agua y de la tierra y del aire, y se habría tragado cualquier otra cosa y la habría atrapado dentro de ella. Su trampa mortal. El as en la manga. La última carta. Su despedida. Los cuatro símbolos de la técnica volvieron a aparecer en el cuerpo inerte de Shiona cuando besaron de nuevo su piel. Cayó sobre las aguas del lago, que tristes, lánguidas, se habían estabilizado. Y el cielo, triste, lloró. •••
Hubo un destello de luz. El cuerpo de Haskoz, débil, inconsciente, pero con vida, flotaba por la superficie del agua. Si todo iba bien, despertaría en la nueva orilla del lado, al día siguiente, con la primera luz del amanecer.
Shiona, Sandaime Uzukage
0/450 22/270 - 10 Fuuma Shuriken (sellados en los mitones, cinco en cada brazo) - 50 Shuriken (sellados a lo largo de cada uno de los 10 dedos de las manos) - 6 paquetes de hilo (sellados en los mitones, en el dorso de las manos, 3 en cada una) - 2 pergaminos medianos con relámpagos sellados en cada uno de los muslos (50 PV de daño por impacto directo) Haskoz 1/180 35/60 +25 –Primera AO revelada: Shiona tenía preparado el fūinjutsu Ura Shishō Fūinjutsu de antemano, antes de la batalla. 1 AO RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 29/04/2017 Años atrás, en su época de máxima plenitud, la muchedumbre aseguraba que el Demonio Blanco era como la peste, como una enfermedad vírica y mortal que dejaba un rastro de muerte y desolación allí por donde pasaba. Pero se equivocaban. Él no era como la peste. Él era la peste. Cuando los dientes ensangrentados del Demonio Blanco entraron en contacto con la oreja de la mujer, no solo se la arrancó, sino que le traspasó un virus. Una enfermedad mortal del que solo se conocía un superviviente: él mismo. Pero quizá eso ya diese igual… —Seré tu amante, pero no me conformaré con una noche. Bailaremos a la luz de la luna, por siempre —la mujer rio, sardónica. Y por primera vez en la vida del Demonio Blanco, algo en aquel mundo logró inquietarle: era la risa de una mujer que no temía a la muerte, sino que la recibía con los brazos abiertos—. Entrégame tu eternidad. Los ojos color violeta del Demonio Blanco se abrieron, sorprendidos. Los ninjatos atravesaron carne, músculo, huesos… … y una capa. Una capa con diversos senbons clavados en ella, empapada por el agua que la había arrastrado. Y es que el Demonio Blanco, recordando su primera muerte, había sido previsor —como Izanagi al lavarse y purificarse tras su entrada al Yomi— y había sellado en su lengua un sencillo pero útil ninjutsu: el kawarimi. La única condición: que algo le dañase. El truco hizo efecto, y apareció muchos metros a la espalda de ella, viéndose de pronto arrastrado por el oleaje. El fuego que corría por sus venas se había convertido en apenas una llama, débil y temblorosa como una vela bajo la tormenta. Se le habían agotado las fuerzas, pero pidió energías prestadas a su madre Izanami por última vez, y logró anclar una mano en la superficie del lago para elevarse sobre ella. El cielo lloraba, y hacía bien en hacerlo. Aquel día había nacido un demonio. Uno que no pensaba irse en mucho tiempo. Sus pasos le condujeron hasta su rival, su oponente… su víctima. Tomó sus cabellos antes de que terminase de hundirse, con delicadeza. Casi podría decirse que con dulzura. Levantó el brazo y la alzó ante él. Tenía la cara de un muerto... —¿Por qué tuviste que morirte? —su voz sonaba rota, agotada. Agotada e indignada—. ¡Tenía que ser yo! —rugió, tirándola al lago con violencia—. ¡Tenía que ser yo el que te matase! Furioso e indignado, rugió. El sonido de la trompeta que anuncia la guerra. Una guerra que había nacido junto a él, aquel preciso e instante día. Y que no terminaría hasta el fin de los tiempos. Entonces, como un rayo de luz y esperanza, algo se topó ante sus ojos color violeta. Algo que le hizo temblar de emoción y reír de pura felicidad. Sus facciones quemadas y encharcadas del vivo color rojo carmesí esbozaron una sonrisa de oreja a oreja. Había visto a un chico de pelo blanco flotando en la superficie… vivo.
Demonio Blanco
170/390 24/300 -21 – - 1 Ninjato (perdida en la lava) - Ōkunai (sellado en la palma derecha, ahora perdido, junto con el brazo) - 10 Shuriken (5 sellados en la mano izquierda, los otros perdidos junto con la mano derecha) - 1 Ono (sellada en la cadera, parte derecha) - 2 Paquete de 5 senbon ( 1 sellado en el cuello, parte izquierda; el otro usado) Si de algún modo consiguieses librarte de tu propia técnica, estos son los posibles daños: AO anterior revelada: sellar el kawarimi en la lengua con el Tensha Fuin RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 29/04/2017 Off: Sigue roleando. No voy a hacer nada, Shiona ha muerto RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 29/04/2017 El Demonio Blanco había alzado al muchacho por el cuello de la camisa y lo mantenía ante él, a escasos centímetros de su rostro. —Vamos, despierta… Despierta —sus susurros eran apenas suspiros, como el de una madre tratando de despertar a su retoño—. Dormido no tiene gracia. Los párpados temblorosos del muchacho se abrieron. Tenía la mirada desenfocada, perdida, como si no entendiera donde estaba, ni lo que estaba ocurriendo. Como el Demonio Blanco no se consideraba un tipo cruel, muy pronto le sacaría de su incertidumbre. —¿D-dónde…? —la voz del Uchiha apenas era el crujido de una rama al otro lado del bosque. El crepitar del fuego de una hoguera que brillaba en el horizonte—. Shiona… ¿Dónde está…? La risa del Demonio Blanco interrumpió sus ruegos, eclipsándolos como un trueno haría con los susurros nocturnos. —No te preocupes por eso. Pronto estarás con ella. Fue entonces cuando un atisbo de comprensión cruzó el rostro del joven. Él le reconocía. Claro que le reconocía ¿Cómo no iba a hacerlo? Había vivido en su interior tanto tiempo... Más del que hubiese deseado. Mucho más. —Tú no puedes matarme… —Un hormigueo recorrió la piel del Demonio Blanco—. Salí vivo y cuerdo del Bosque de Azur… —Un hormigueo que se convirtió en picor, como si acabase de caer en un bosque de ortigas—. Maté a tres guardias y sobreviví a ello. No puedes… ¡CRACK! —¡Yo fui quien te mantuvo vivo en el Bosque de Azur! ¡CRACK! —¡Yo fui quien te sacó de allí! ¡CRACK! —¡Y quien mató a tu primer amigo y su hermana! —Crack. Crack. Crack—. ¡Y ahora muere! ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUEEEEEEEREEEE! Siete. Ocho. Nueve. Diez. Al undécimo cabezazo ya no supo reconocer si le estaba dando a una cara o a un simple amasijo de carne y sangre descompuesto. Tiró el cuerpo al mar, encorvó la espalda hacia atrás y rugió. Y rio. Y volvió a rugir. Y los truenos le devolvían la risa, como un viejo amigo con el que te reencuentras, y el rio todavía más fuerte. Y más alto. Estaba en casa. Estaba en Oonindo. Y muy pronto deleitaría al resto del mundo con su presencia... RE: Se te acusa de vivir - Shiona - 29/04/2017 —¡Y ahora muere! ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUEEEEEEEREEEE! Tras el séptimo cabezazo, el cuerpo de Haskoz perdió la última chispa de vida que le quedaba. Y entonces, el as en la manga de Shiona se activó, como una broma pesada. «Espero que nunca tengas que utilizar esto, Haskoz-kun. Lo espero de corazón. Por ti. Pero a veces, los ninjas tenemos que sacrificar cosas muy importantes para salvar a nuestros seres queridos. A nuestra aldea. Que este sea pues nuestro último sacrificio. Larga Vida a Uzushiogakure.» Otra esfera negra monstruosamente grande y terriblemente devoradora se expandió y tragó todo lo que había alrededor de Haskoz guardándolo, sellándolo. Dejándolo en un espacio lleno de agua, sin salida. Encerrado y sin oxígeno. Condenado a la muerte. Y el mundo, fuera del cadáver del Uchiha, a salvo por siempre de la oscuridad de su interior. RE: Se te acusa de vivir - Uchiha Datsue - 1/05/2017 Cinco. Seis. Siete. El amasijo de sangre y huesos rotos que componía la cara irreconocible de aquel cadáver se transformó de pronto en una esfera negra. Una esfera que le engulló como una burbuja de aceite, viscosa y caliente, pero sin mojar ni manchar un solo centímetro de su piel. Y entonces, lo supo. Eran las terceras fauces que aquella mujer había abierto para él. Primero Amateratsu, luego Susano’o, y ahora… Tsukuyomi. La luna negra, nacida de la suciedad del Yomi acumulada en el ojo derecho de Izanagi. La trampa mortal en la bóveda celeste. Aquella perra no solo iba a matarle, sino alejarle por siempre de su verdadero hogar. Del Yomi. De su madre. Su madre… La luna negra alcanzó su máxima plenitud, y entonces, en aquel instante, en aquel segundo, recordó quien era. Los truenos, lejanos, dejaron de ser el tambor tocado por Raijin para convertirse en latigazos lamiendo la piel de su espalda. La risa eterna que afloraba en su garganta dejó de ser fría y letal como el veneno de una serpiente. Ahora era débil, lastimera, suplicante... Las muñecas le sangraban. Líneas rojas horizontales a lo largo de ellas. Siempre profundas. Nunca lo suficiente. Él no era el Demonio Blanco. Él no era él, sino ella. Caminaba con los pies descalzos, entre tigres tan blancos como la fría nieve que pisaba. Huía. A sus espaldas, el horror más inimaginable que cualquiera pudiese imaginar. Un gran samurái. Honorable, bondadoso, recto. Intachable. Una máscara, que se quitaba cada vez que entraba en casa. Al frente, la única escapatoria: el Palacio de Hielo. La entrada al Yomi. Su perdición. Su salvación… La esfera negra se contrajo como una canica, y ella, y el Demonio Blanco, y los cientos de personas que alguna vez había sido, desaparecieron junto a un joven chico de cabellos blancos y sueños demasiado grandes para aquel triste mundo... «Larga Vida a Uzushiogakure no Sato»
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