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El mito del oeste - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País del Viento (https://ninjaworld.es/foro-pais-del-viento) +--- Foro: Desierto del País del Viento (https://ninjaworld.es/foro-desierto-del-pais-del-viento) +--- Tema: El mito del oeste (/tema-el-mito-del-oeste) |
RE: El mito del oeste - Uchiha Datsue - 6/05/2019 —¡Ja! ¡Chúpaos esa, cabronazos! Pero la carcajada pronto se le atragantó en la garganta. Sí, su táctica guarra había funcionado. Pero no del todo. Bando no paraba de chillar y parecían haberse recolocado, volviendo a coger velocidad. Estaban a unos buenos treinta metros, pero sabía que podían ser muchos menos en cuestión de segundos. Tenía que tensar todavía más la cuerda. Se llevó una mano al portaobjetos, luego al dorso y luego al antebrazo. Dos rápidos movimientos, y la trampa estaba lista. Girando sobre su torso brevemente, lanzó un kunai en dirección a sus perseguidores. No hacia ellos directamente, claro, porque eso sería atacarles y no iba a hacerlo. No derramaría sangre alguna. Simplemente, lanzó el kunai hacia la arena, para que se enterrase mansamente en el desierto, frente a ellos. Dicho kunai tenía un sello pegado al mango. Y cuando tiró del hilo, el sello se despegó. No provocó explosión alguna. No hubo fuego, no hubo nada visual. Simplemente… Simplemente emitió un rugido atronador que, esperaba, les cortase el sprint lo suficiente como para ganarles otros pocos metros más. RE: El mito del oeste - King Roga - 6/05/2019 Aquello finalmente terminó por desestabilizarlos, pues si de por sí el animal era difícil de guiar, el chirriante sonido desbocó totalmente al animal. Tanto Bandō como Homura cayeron al suelo, atontados tanto por el propio golpe como por el chirriante sonido en las orejas mientras Galante se daba la vuelta y se internaba de nuevo al desierto. Para alguien normal, no hubo nada ilegal, pero para alguien como el rubio, estaba más que claro que el agua el hecho de que todo fue una acción claramente ilegal. —¡TRAMPOSO DE MIERDA!— Vociferó alzando el puño mientras la chica se retorcía de dolor en el piso. Los últimos metros, Datsue no tuvo inconveniente alguno en transitarlos. Ovaciones, las bocas abiertas. ¿Quién iba a decir que un recién llegado iba a derrotar al claro favorito en su primera competición? Aplausos, abucheos. Reflejo perfecto de la alegría y la decepción a partes iguales. Al final, ahí se encontraban el nervioso Utage y el alguacil Arashi con su sin igual bigote bailarín. La gente se arremolinó alrededor del declarado ganador, echando confeti de colores a falta de arroz para desperdiciar, que la comida era cara por esos lares. El sonido de varias mandolinas inició una fiesta, a la vez que un grupo de bellas adolescentes bailaba taconeando y sosteniendo sus faldas. Sería entonces que la gente abriría paso para que el alguacil se acercase al Uchiha. —Felicidades, muchacho— Se quitó el sombrero para saludarle. RE: El mito del oeste - Uchiha Datsue - 6/05/2019 —Gracias. ¡Gracias! —exclamaba Datsue, pletórico, saludando con la mano a la marea de gente que allí se había congregado para ovacionarle. Incluso lanzó varios besos al aire. A mujeres. Hombres. Ancianos y ancianas. Daba igual. El Uchiha estaba tan feliz que repartía amor por igual. Estaba más que pletórico. Estaba exaltante. No cabía en sí de su gozo. Tanto dinero junto… ¡Lo que podría comprar! ¡Deshacerse al fin de su piso de mierda y comprarse una casa, junto a la playa! ¡Quién sabe! ¡Igual hasta podía negociar por un velero! —¡Vamos, joder, vamos! —rugió, sacudiendo el puño en el cielo. ¡Al fin un día de suerte! ¡Al fin un puto día de suerte! Dinero. Eso era todo lo que había soñado. Y pronto podría bañarse en él. —Gracias, alguacil, gracias —dijo, bajándose del camello y dándole unas cariñosas palmadas al animal. Se lo debía todo a él—. Ha sido una carrera fantástica, ¡maravillosa! Aunque no sin incidentes. Nos atacaron junto al templo, ¿sabe usted? Otra vez por la maldita arma. Tuve que quedarme y ayudar a Roga, Homura y Bando a no ser asesinados. ¡Incluso puse en su sitio el hombro dislocado de Bando! No sé todavía cómo pude ganar esta carrera. Oh, y Homura está algo herida. Debería buscarle algún médico, señor. RE: El mito del oeste - King Roga - 6/05/2019 —¿¡En serio!?— Su bigote bailó. —Bueno, que le jodan a mi hermanastro, pero es preocupante lo de Homura. ¿Rōga no era el ayudante de Shishio que iba a servir de juez en la última etapa? Que por cierto, aún debes entregarme la flor para poder declararte como el ganad- —¿Cómo que nee-san está herida?— Utage llegó corriendo y le tomó de los hombros. —¿Ella acaso no venía compitiendo? ¡Debemos informarle al Dr. Hayashi de inmediato!— Sacudió a Datsue mientras sudaba a mares, aunque el estar parado bajo la lluvia esperando el regreso de los participantes servía de excelente camuflaje para su estado. —Creo que ahí deben de venir...— Arashi señaló con su bigote a un rubio que cargaba con la muchacha en sus brazos. —Hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta...— mascullaba con la herida en brazos. —¡Rápido! ¡Necesita ayuda!— rugió con ímpetu desgarrado. —Hijo de puta...— continuó maldiciendo por lo bajo. —¡No se queden paradotes ahí sin hacer nada!— Volteó a todos lados, aunque al final fue él mismo quién tomó la iniciativa de ir corriendo a buscar al médico. Algo no andaba bien, pues Homura nuevamente había perdido el conocimiento. RE: El mito del oeste - Uchiha Datsue - 6/05/2019 —¿El doctor Hayashi? ¿Se encuentra bien ya? —¡Qué alivio! Esperaba que Riko también. ¡Necesitaba gastar su botín ya! Y, si no lo estaba, ¡que se buscase la vida! No iba a esperar más por nadie. Y ahí venía Homura, queriendo llamar la atención, como siempre. Haciéndose la víctima. Si no era por una cosa, era por la otra. Pero siempre quería su dosis de protagonismo. Ah, pues no señor. ¡Aquel día no se lo iba a arruinar nadie! Liberó la flor sellada y llamó a Arashi. —Alguacil. La flor. Aquí tiene usted. RE: El mito del oeste - King Roga - 7/05/2019 La gente se acercó a donde estaba Homura, olvidándose por un momento del festival. Aquella muchacha era su patrona. Ya sea de forma directa e indirecta, existía un cierto aprecio hacia la chica. Fueron principalmente la tabernera y la esposa del alguacil quienes llegaron primero a socorrerla en lo que Utage traía ayuda. —Bueno, supongo que sólo nos queda remover todos esos papeles que pusiste para darte tu premio— Rió rascándose la nuca con una mano mientras recibía la flor con la otra. —¡ALTO AHÍ!— Dejó a Homura en los brazos de las dos señoras, mientras el caminaba casi cojeando hasta la posición de ellos. —¡ÉL HIZO TRAMPA! ¡USÓ ARMAS NINJA!— le señaló con el dedo. —Ajá, ¿qué clase armas? ¿Siquiera tienes pruebas? No me vengas con una rabieta por perder— Arashi resopló. —¡Las hay! Algo lastimó los cascos de galante— Puso los brazos como jarra. —¿Y dónde está Galante? —Pues, huyó por otra arma que usó, algo que hizo ruido. ¡Pero cuando lo encuentre podrán ver que hizo trampa! —Claro, que conveniente. Justo no las tienes ahora y necesitas tiempo para falsificar las pruebas, ¿vas a traer algo de tu armería para joder a tu propio caballo sólo por tu berrinche? Bandō por unos instantes se quedó en silencio. ¿De verdad le estaba pasando eso? La gente empezó a murmurar a su alrededor, cómo siempre lo habían hecho. Le miraban con desprecio, con desdén, como siempre lo habían hecho. Ganar la carrera en sus años, era una de las pocas cosas que le hacían sentir bien, porque al menos así le reconocían por ser bueno para algo. Pero Datsue había llegado a fastidiarlo de una manera tan rastrera que ni él mismo sería capaz de cometer. Jugó con sus emociones y su sentido del deber, además de usar trucos en contra de su montura. ¿Ayudarle a salvar a Homura? Estaba noventa y nueve por ciento seguro que allá en el templo las intenciones del Uchiha siempre fueron fastidiarle y arruinar su racha con aquella técnica que lo mandó a volar. Arriesgó demasiado en esa carrera, para que ahora ni siquiera le creyesen. Pero siempre, siempre había sido así. ¿Para eso le valió la libertad? Lo intentó, en verdad intentó ser una buena persona, pero la gente seguía sin darle confianza. —Siempre debe haber alguien a quién echarle la culpa, ¿verdad?— Sonrío de forma descolocada —¡PORQUE NO IMPORTA LO QUE HAGA NUNCA ES SUFICIENTE PARA USTEDES!— Todos esperaban que explotara en quejas, en gritos. Lo que no calcularon, es que sacaría una navaja para clavársela en el estómago al alguacil. —¿¡Querían motivos acusarme!? ¡PUES AHÍ LOS TIENEN!— sacó la navaja y el del bigote cayó al piso. No era muy profunda la herida, puesto que esas navajas eran para cortar y no para clavar, pero eso no impidió que el alguacil se desangrara. Se sentó y se llevó la mano a la herida, cuando todos los presentes se le echaron al cuello a Bandō para apresarlo. El rubio no opuso resistencia y se dejó golpear. —¡ARASHI!— Su esposa llegó con ojos llorosos —¿¡En serio has llegado a esto sólo por un dinero!?— Le dedicó una mirada de desaprobación al bandolero. —Una hiena siempre será una hiena— Escupió sangre tras decir eso. —Para que responder si nunca me escuchan... Para todos ahí, él solo era un engreído. Un mal perdedor. RE: El mito del oeste - Uchiha Datsue - 7/05/2019 Ah, sí. Los sellos. Había que quitarlos todos, y al mismo tiempo. No obstante, había alguien que no estaba de acuerdo: Bando. Llegó hecho una furia, acusándole de tramposo. El Uchiha abrió la boca, ofendido, pero fue el alguacil quien intervino primero. Por suerte, no parecía darle demasiado crédito. —Por los Dioses, Bando. ¡Después de ayudarte con el hombro dislocado! ¡Después de quedarme a luchar contra Shunsuke dándoos tiempo a ti y a Homura a huir y salvaros! ¡¿Y así me lo pagas?! ¡¿Insultándome con semejantes desvaríos?! Aquello debió ser la gota que colmó el vaso, porque en un visto y no visto, atacó al alguacil con una navaja. Le pilló tan de improviso que no le dio tiempo a reaccionar. Por suerte, la herida no parecía grave. —¡Oh, deja de hacerte la puta víctima, Bando! ¡Si estuviésemos en mi Villa te ahorcarían por esto! —se agachó junto al alguacil y le echó un nuevo vistazo a la herida—. ¿Se encuentra usted bien, Arashi-san? RE: El mito del oeste - King Roga - 7/05/2019 —Creo, creo que sí...— se sujetó el estómago y la sangre se escurrió a través de sus dedos —Bandō, eres peor que un niño pequeño— Alzó la mirada. —Pero eres un adulto y serás castigado como tal. He sido indulgente contigo demasiado tiempo, pero esto se acaba hoy. Mañana mismo serás enviado a la capital, serás enjuiciado en Inaka. No quiero escuchar ninguna lamentación tuya, porque en Shirotora te dimos muchas oportunidades y todas las desperdiciaste— Empezó a ponerse en pie con ayuda de su esposa. —¿Oportunidades...?— Torció el gesto. —Siempre dices lo mismo, hipócrita de mierda. Los Reisei fueron los únicos que me tendieron la mano. Los demás sólo querían que me pudriera. ¿Y saben que? ¡Ahora se les hará realidad! ¿Todos felices? —Esta carrera debería ser algo para festejar. Incluso tú decías que era lo más importante para ti. ¿Como puedes amargarnos así?— Rompió a llorar. —Para que preguntan si no les importa lo que diga...— Agachó la cabeza. —Las autoridades centrales no serán tan piadosas contigo. Quizás si vamos a celebrar hoy, que finalmente vamos a librarnos de ti de una vez por todas. El rubio no respondió, sino que mantuvo baja la mirada. Les dio la razón actuando con ira y se arrepentía de ello. Lo peor, es que si hubiese perdido de forma honorable, no le habría dado tanta importancia. Era solo, que no toleraba la injusticia. No solo por la carrera, sino por todo lo que cargaba en su espalda. Pero a nadie le importaba su historia. Siempre fue así, siempre iba a ser así. Era a lo que se había resignado. —¡Fuera de mi vista!— Ordenó. Y la muchedumbré se llevó arrastrando al forajido. —Lamento que presenciaras este circo chico— se dirigió a Datsue —¡Vamos al hotel a festejar! La cena de esta noche es cortesía de la casa, ¡todo el pueblo te aclama!— Y entonces soltó un quejido de dolor y se encorvó. —Aunque parece que a mí me tocará celebrar desde una camilla del consultorio por mi puto hermanastro, auch... Su mujer rió un poco y le ayudó a caminar. RE: El mito del oeste - Uchiha Datsue - 7/05/2019 No es que no se sintiese mal por el destino de Bando, pero… ¿Qué podía hacer él? Sí, tenía razón, se podía considerar que había hecho trampas. Pero, ¿y qué? ¿Ya por eso le daba derecho a apuñalar a una persona? ¡Y al alguacil, nada menos, que nada tenía que ver con el asunto! Bando era un caballo desbocado, y no importaba lo mucho que quisiese hacerse la víctima: era un peligro para la sociedad. Alguien con fuerte temperamento, ante una injusticia, podía perder los estribos y soltar una buena hostia a alguien. Pero, ¿Bando? Bando iba directamente al cuello a degollarte. Y eso no se podía permitir. —¡Oh, sí! ¡Estaré encantado de celebrarlo en el hotel! Pero antes me gustaría llevar al camello al establo. Él se merece más que nadie un poco de comida y descanso. «Arashi y Homura en una misma habitación... Esto no me gusta. El pueblo le tiene una devoción surrealista a esa puta zorra... Y fijo que le importa una mierda que salvase a su caballo de romperse una pata o que le salvase la vida. Esa tía solo piensa en ella. Va a cantar». Y cuando lo hiciese, estaría en problemas. Sabía que podía desarmarla con argumentos, pero muchos no atenderían a razones. Solo verían a su amada diciendo una cosa, y la creerían. Así de ciego era el amor. Te ponían los cuernos frente a tus narices, y ni te dabas cuenta. RE: El mito del oeste - King Roga - 7/05/2019 —En cuanto pueda iré a darle mimos a tu chiquito— Se volteó una última vez antes de llevarse a su marida cargándolo en el hombro. Que había que decirlo, con esos brazos cualquiera podría decir que era capaz de llevárselo a tuto de querer. El camello de Datsue recibió el efecto rebote de la técnica del sello del dolor, por lo que en cuanto el ardor y la incomodidad regresaron a su cuerpo este no hizo más sino que tirarse al piso y agachar la cabeza. Estaba fatigado hasta más no poder y se negaba a ponerse en pie de nuevo. Se le forzó bastante, demostrándolo con su resoplar. RE: El mito del oeste - Uchiha Datsue - 7/05/2019 Estaba tan cerca, tan cerca… Todo el mundo le daba por ganador. Pero él sabía que hasta que no tuviese el dinero en las manos, no podía cantar victoria. La vida le había dado demasiadas lecciones al respecto como para dejarse llevar por la euforia ahora. Unas palabras de la zorra de Homura, y bien sabía que todo se le complicaría. Tenía que eliminar las pruebas. —Tranquilo, compañero. Hoy corriste bien. Descansa, descansa —le dijo al camello, acariciándole, sabiendo que no podía pedirle más por hoy. Vio como el resto empezaba a dirigirse ya hacia el hotel, y decidió entonces formar dos clones. Uno de ellos se quedó con el camello, esperando a que recuperase las fuerzas para poder ir al establo. El otro, corrió hasta alcanzar al alguacil. Mejor era llegar el primero por si algo sucedía. El real decidió desaparecer con un Sunshin. Lejos, muy lejos, de vuelta al desierto. Gracias a la técnica, contaba con que nadie le viese volviendo tras los pasos de Galante. No se preocupó del kunai con el sello sonoro, la arena probablemente ya la habría cubierto, y sino, era como buscar una aguja en un pajar. Ya los astros tendrían que alinearse en su contra para que alguien se topase con ellos. Pero el caballo era otra cosa. Aprovechando la arena mojada por la lluvia, esperó encontrar su rastro y sus tan características pisadas. Era hora de empezar a atar los cabos sueltos. RE: El mito del oeste - King Roga - 8/05/2019 El camello se encogió aún más sobre sí, tanto que parecía temblar. Sinceramente, necesitaba más que un descanso para el esfuerzo que realizó, pero la propia fatiga y dolor no le dejaban moverse del sitio. Tendrían que pasar algunos minutos para siquiera poder pararse de nuevo, pues aún teniendo cerca a su jinete -o al clon de este mejor dicho- necesitaba un poco más de cariño para recuperarse de todo lo ocurrido. Quiera que no, el pobre sufrió de un buen susto además de un excesivo trabajo. *** El segundo clon no tardaría en alcanzar a la pareja de esposos, poco antes de que siquiera llegasen a la clínica del doctor Hayashi. Y sin embargo, alguien más ya les había cortado el paso, interpelándolos. No era otro, que Mano Cortada. Parecía algo acongojado, extendiendo los brazos como si no acabase de creerse lo que estaba oyendo. Estaban a las puertas de la clínica, aún sin haber llamado para hablar con el Dr. Hayashi. Si Datsue se acercaba, podría escuchar con mejor atención al conversación de los involucrados. —¿¡Cómo que lo vas a enviar a Inaka!? El gobierno central no va a molestarse en hacer averiguaciones y llegar a la verdad, en su lugar van a decapitarlo de forma extrajudicial con toda seguridad— Negó para sí. —Robo, secuestro, extorsión, homicidio— le espetó el alguacil —¿No te parece suficiente? ¿Aún cuando me ves aquí parado con la herida de su navaja? Kawaraga lo encubrió demasiado tiempo, ya es hora de que aprenda que aquí nunca tuvimos lugar para un desgraciado cómo él— Se retorció de dolor. —Robar a nobles incordios que cobran impuestos a los que no tienen donde caerse muertos. Secuestrar a estafadores usureros que comercian con la necesidad del pueblo. Extorsionar a los terratenientes que quieren esconder sus propios negocios sucios. Exterminar a los demás forajidos que alguna vez nos amenazaron— Contraatacó. —Atracar a la autoridad. Secuestrar mercaderes. Mantener silencio por dinero. Peleas por territorio entre bandidos— Levantó una pared de moral delante de sí. —Mano Cortada, no importa como intentes adornarlo, un crimen es un crimen, lo veas donde lo veas. No hay un gris que valga y justifique lo que ha hecho. Tú mismo has tenido que frenar sus atrocidades, lo has enfrentado. ¿Porqué te esmeras tanto en defenderle? Sé que has hecho mucho por nosotros, dando la cara cuando te necesitamos, pero aún así hay cosas que yo debo hacer como alguacil de Shirotora. —Yo era peor, mucho peor. Aún tengo cargo de conciencia por las cosas que hice, y aún así, alguien como Shishio confío en mí y me tendió una mano. Bandō en cambio, pues todo el mundo le dio la espalda... Desde siempre. Aún cuando intentó encajar y agradar a los demás, nadie le creyó. —Las cosas malas siempre pesan más que las buenas. No importa cuanto bien hagas, nada limpia los errores. ¿De que sirve hablar de bondad si en algún momento vas a traicionar las creencias que tienes?— Irrumpió la mujer. —¿Qué persona no se equivoca? Si es un pecado fallar, pues que condenen a la humanidad— suspiró con decepción, para luego caminar e irse de ahí sin despedirse. *** El real, cometió la osadía de internarse en el desierto sin montura. Aún cuando el clima estaba levemente templado, requerías de bastantes huevos para adentrarte en las arenas sin saber que buscabas. La humedad de la lluvia dejó el terreno algo inestable, por lo que las huellas que se dejaban eran mucho más notorias y permanecían por más tiempo. No tardaría demasiado tiempo en regresar al punto de inflexión en la carrera, donde se vio a Galante por última vez. Reconocería nuevamente las huellas amplias sin herradura del animal, aunque si observaba de cerca notaría pequeños grumos piramidales en las marcas, producto de las púas metálicas incrustadas en el casco. Era un camino largo, donde incluso en algunas partes parecían ir en espiral en un desesperado intento por arrancárselas. El trayecto se desviaba demasiado de la ruta de la carrera, yendo más al suroeste a una zona desconocida del páramo. Si seguía el camino, notaría una leve empinadura en la lejanía. Y entonces, el sonido de una dulce campanita rompería la tristeza gris de aquel desierto., a la vez que la sombra de un ave se dibujaba sobre su cabeza, pasando por encima. Un equino venía en dirección contraria, pero no era el destrero negro que le generaba admiración como temor. No, este era un reconocible rocín de capa alazán, con una trencita coqueta en su crin. Más, la yegua no estaba sola. De inesperado jinete, se toparía con cierto tuerto castaño que había dado por perdido. En el cielo, la guacamaya azul que había interferido inicialmente con sus planes por hacerse con la flor de nopal rosa. De último pero no menos importante, un inconsciente Yotsuki con un vendaje en la cabeza, recostado de mala manera a la espalda de Shunsuke. RE: El mito del oeste - Uchiha Datsue - 8/05/2019 Ah, nunca faltaba el hombre leal. Fiel compañero que sí daba un duro por Bando, yendo a contracorriente y solicitando la indulgencia del alguacil. Datsue, no obstante, tenía cosas más importantes de las que ocuparse. Como, por ejemplo, asegurar su jodido botín. Pasó al lado de ellos mientras estaban en plena discusión y se internó en la clínica del doctor Hayashi. —¡Hayashi-san! ¿Ya se encuentra usted bien? ¡Qué alegría! —diría nada más verle—. ¿Qué tal se encuentra Homura? • • •
Apretó los dientes. Ese Shunsuke no dejaba de sorprenderle. Sus movimientos y acciones eran demasiado desconcertantes para alguien que se suponía bandido y malhechor. «Y qué rápido ha vuelto, no me jodas…» Junto a él, el chico que le había traicionado por la espalda: Roga. Activó el Sharingan. —Bueno, bueno, bueno. ¿Qué tenemos aquí? —alzó la vista: no le pasó desapercibido que de nuevo una de sus aves daba vueltas en el cielo. Tampoco que por culpa de los clones estaba jodidamente falto de chakra. Si llegaba a producirse un nuevo enfrentamiento... ... tenía las de perder. RE: El mito del oeste - King Roga - 9/05/2019 Datsue encontraría al doctor con un atuendo diferente, esta vez con gorro, mascarilla, guantes y una camisa y pantalones celestes de color liso, además de unos zapatos blancos. Estaba preparando una jeringa en una mesa, además de dos frascos de líquido transparente. Y no era el único que estaba en la habitación, pues sentado en una banca cercana se hallaba Utage, comiéndose las uñas con tanta vehemencia que parecía que en algún momento iba a llegar a arrancarse las falanges de los dedos de tanto morder. —¡Oh!— El doctor se quitó la mascarilla y se ajustó los lentes. —Gracias Datsue-kun. Realmente no me encuentro del todo bien, pero no tengo tiempo para descansar cómo podrás ver— Volteó la vista hasta la mesa. —En realidad me agarras justo en un momento complicado. Ella sigue inconsciente y se fracturó la tibia. Necesito hacerle una cirugía en el tobillo para remover los fragmentos de hueso roto y colocarle unos tornillos, quién sabe si incluso necesitará una placa— Observó a Utage. El muchacho sólo le devolvió una mirada de preocupación. »No puedo fiarme, por lo que debo sedarla por precaución. Como comprenderás, debo seguir trabajando con Homura, discúlpame. *** —¡Eres tú!— En ese instante se sintió inquirido, amenazado. Y se puso nervioso. Cómo si se arrepintiese de todo lo malo que había hecho antes. Se rascó la nuca y alzó ambas manos en gesto conciliador, agitándolas. —¡Juro que no quería lastimarlo!— Se llevó la mano diestra al pecho. —No tanto, quiero decir— Río con ansiedad. Y sin embargo, gracias a su Sharingan no sólo notaría que las reservas de chakra de Shunsuke también estaban bajas, sino que seguía siendo tan honesto y sincero como siempre. Quizás se cuestionara que fuese el mejor mentiroso del mundo, cuando en la práctica era totalmente lo opuesto. El ave que revoloteaba en el aire bajó de inmediato, posándose sobre la cabeza del tuerto. —¡Ah tú de nuevo! ¡Kua!— Le señaló con la punta del ala. —Me atacaste sin motivo alguno y no me dejaste tomar las flores, ¡desgraciado!— El ave lucia sumamente ofendida. Datsue no era el único que había tirado de Sunshin para acortar camino, puesto que sin su montura voladora el tuerto tenía que apechugar de alguna forma. De hecho, como el Uchiha estaba siguiendo el rastro de Galante, no hacía falta ser un genio para darse cuenta de que estaban bastante lejos del camino correcto para llegar al pueblo. Emplear la yegua de Homura era lo poco a lo que podía recurrir, pero su sentido de la orientación era tan malo, que como le gustaba decir al chuunin, estaba más perdido que un kusareño en combate. —¡Te pasaste allá en el templo! Lo tumbaste todo abajo, que ahora no hay quién escarbe para desenterrar a Báihū Zhāo— Suspiró llanamente. —¿Cómo se te ocurre tirar un Baku Suishōha en un suelo de hulla?— Parpadeó. RE: El mito del oeste - Uchiha Datsue - 11/05/2019 Datsue asintió, con rostro visiblemente preocupado. —Por supuesto, no le molesto más, doctor —miró brevemente a Utage—. Avísenme si necesitan cualquier cosa. «Bueno, por ahora parece que no será un problema», pensó, mientras salía de la vivienda. Pero hasta que no pusiese sus manos en el premio, nada era seguro. • • •
Aquellos dos —pajarraco y Shunsune—, le transmitían muy malas vibraciones. No era lo mismo estar cara a cara con ellos siendo un clon —que lo peor que te podía pasar era desaparecer en una nube de humo—, que siendo él de verdad. Estaba tenso y atento. No importaba lo mansos que ahora se mostraban, eran impredecibles y peligrosos. Cualquier despiste… y podía acabar muy mal. —Báihū Zhāo está mejor enterrada —mintió a medias. A medias, sí, porque era una pequeña verdad que en realidad ocultaba una mayor: dónde mejor hubiese estado, era con él mismo—. Esa yegua que montas pertenece a una amiga mía… Y ese chico inconsciente también. ¿Me los devuelves? |