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RE: Como entrenar a tu cochero - Uzumaki Eri - 9/01/2016
—Al contrario, gracias a ti. Hacía mucho tiempo que no tenía un paseo tan agradable y con tan cálida compañía.
Se ruborizó ante las palabras del albino, llevándose una mano a sus cortos mechones para jugar con ellos de forma nerviosa, y es que se estaba ruborizando mucho más en ese corto paseo que en toda la vida que llevaba sobre esa villa, y eso ya era decir. Incluso más que las veces que había hablado y visto a Nabi. Aunque dejó de pensar en sus sonrojos cuando el cochero anunció el final del trayecto nada más llegar al lugar donde empezó todo.
-Muchas gracias, Kazuma-san - Dijo tomando suavemente la mano del espadachín todavía vendada, mientras bajaba los escalones uno a uno. Se sentía un poco estúpida pero en ese instante parecía como si de verdad fuese importante, como de los altos cargos. Sonrió tontamente unos instantes, pero desechó el pensamiento cuando de nuevo el Ishimura la sacó de sus pensamientos.
-Será un placer - Contestó, intentando salir de su ensimismamiento. - La próxima vez que mi vecina me pida que haga propaganda, vendré de nuevo, así que ya me puedes ir reservando el carruaje - Le guiñó el ojo a modo de broma, pero cuando se iba a despedir con totalidad del chico, ésta volvió a hablar.
—Sé que nuestra primera impresión no fue buena, y por eso esperaba que fuera un viaje incómodo. Pero creo que es una de esas ocasiones en las que solo necesitas un poco de tiempo de calidad para poder apreciar lo simpática y cálida que puedes llegar a ser. Por supuesto también he visto que tienes carácter, pero creo que eso te hace más auténtica e interesante.
Si era sincera con el chico de ojos grises en ese instante, en ese momento no se acordaba de cuales fueron sus primeras impresiones, pero se sintió totalmente agradecida por las palabras de su compañero, ya que eso era la guinda del pastel para que su día no pudiese ir mejor. Con total euforia, se tiró a los brazos del chico, abrazándole fuertemente.
-¡Kazuma-san! Y-yo... Puede que nuestra primera impresión no fuese de las mejores, pero eres un gran chico y te convertirás en un gran ninja y seremos compañeros y a lo mejor podremos ir en misiones juntos y tomar helados y viajar y... - Su voz no podía parar, de su boca salían palabras a borbotones y aunque la cerrase sabía que seguiría. -¡Y ya verás como nos lo pasamos bien y aunque tengamos que hacer misiones difícil yo siempre estaré allí para curarte! ¡Gracias Kazuma-san! - Terminó mientras tomaba aire, alejándose del joven que esperó no haber asustado. -¡Nos vemos!
Y salió corriendo del lugar, olvidándose por completo que llevaba un vestido incomodísimo y que el parasol se abría a veces a su parecer. Pero no le importó, irradiaba felicidad por todos lados, como si pequeñas flores cayesen tras su carrera. No le importó que su vecina la regañase al ver los desperfectos de su vestido, ni tampoco cuando la felicitó al día siguiente gracias a la propaganda que había hecho.
Porque por fin comenzaba a tener amigos de verdad.