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[Unific] La estela sigue un nuevo rumbo - Eikyuu Juro - 18/01/2016 - ¿Cuánto puede quedar? - Mucho. Deja de preguntar. Juro y Katsue se encontraban de madrugada, saliendo de Taikarune. Era la segunda vez que pasaban ya por ahí, pero esta vez, era por algo importante. Muy importante. - Ya llevamos mucho tiempo viajando… - protestó Juro, claramente cansado. - ¿Mucho tiempo? – repitió su hermana, casi incrédula – Solo han pasado cuatro días. Tú no sabes lo que es viajar. - Oh, venga ya … - Estoy haciendo esto por ti, Juro – le recordó. Juro tuvo que callarse, era cierto. Hace a lo sumo cuatro días, había recibido una carta. Había sido seleccionado para participar en un torneo, que iba a celebrarse dentro de poco, en el país del fuego. Más concretamente en unos dojos, ocultos tras un gran valle. Con la carta también habían llegado unas invitaciones extra, que le permitían invitar hasta a tres personas. Pero bueno… Solo tenía a su hermana, así que ahí estaban. Afortunadamente, no tenía ninguna misión ni ningún trabajo que hacer. En el fondo, Juro supuso que quería ver cómo le iba. Además, con su sentido de la orientación, la necesitaba. En los cuatro días de viaje, salieron del país de la espiral, y entraron al país del fuego, bordeando los grandes bosques para evitar problemas. Habían tenido dificultades para encontrar algun sitio donde reposar, pero en esta ocasión, pararon adrede en Taikarune para descansar un poco. - No creo que tardemos más de un día en llegar al valle – dijo Katsue por fin. - ¡Bien! – respondió Juro, con una alegría renovada - - No perdamos tiempo, tengo ganas de ver el lugar Su hermana ni si quiera le contestó. Se limitó a caminar, esperando que Juro lo siguiese. ……………………………………………… Y así fue. Tras pasar un día de viaje, ambos hermanos pudieron ver por fin el valle por el que tanto habían caminado. - Allí esta... – exclamó Juro. - Si, vamos. Es por aquí. Katsue supo ver fácilmente la entrada. Solo había una única forma de entrar, un paso entre las montañas. Juro trató de contener su emoción al ver a los hombres que los custodiaban. Llevan kimonos largos de color marrón, con estampados blancos. Eran samuráis. - Buenas tardes – Katsue fue la que habló por él, mientras Juro se asombraba más – Venimos a participar en el torneo que se va a celebrar en los dojos. Juro se apresuró a sacar la documentación. La carta que le certificaba como participante del torneo, y la invitación de Katsue también, claro. No hubo ningun tipo de problema, comprobaron su veracidad, y les dejaron pasar. Además, les facilitaron un cheque para poder alojarse en cualquier hotel de la ciudad, de clase media, claro. En su estado actual, no podían quejarse. Al entrar al valle, tuvieron que caminar un poco, en busca de la ciudad donde se encontraba el estadio en el que combatirían. No tardarían mucho en verla, era una gran ciudad de estilo totalmente tradicional, un toque bastante interesante, semiescondida entre las montañas. - ¿Te está sorprendiendo? – le preguntó Katsue, mientras se internaban en la ciudad. - Un poco… - admitió. - Es normal, casi no has visto mundo – murmuró Katsue. Casi parecía estar lamentándose, como si fuese culpa suya. - Ya lo veré, hay tiempo. Quiero ver más samuráis – murmuró. - Si, seguro – una breve sonrisa se dibujó en el rostro de su hermana. Dieron un pequeño paseo por la ciudad. Había de todo, puestos, comercios, hoteles… Pasaron un rato agradable, charlando sobre cosas sin importancia. Hasta que, a la vuelta, caminaron cerca de un gran estadio, hecho totalmente de piedra. Juro admiró un poco su tamaño, recordando porque de encontraba ahí. Le llevó de vuelta a la realidad, no estaba de turismo, ni había venido a ver samuráis. Había venido a pelear, a representar a la aldea. - Bueno… ¿Te sientes listo para el torneo? – le preguntó su hermana, rompiendo el silencio. - Eso creo… - murmuró Juro en respuesta. Y es que, con la emoción del viaje, aun no podía creer que hubiesen aceptado su participación. No se consideraba mucha cosa, sin habilidades especiales, sin clan… Solo un manejo del ninjutsu, que aún se alejaba mucho del de su madre y del de su hermana. - Eh – Juro se giró para ver a su hermana, sorprendido – Lo harás bien. Y le revolvió el pelo, con un gesto cariñoso. Juro se quedó quieto, y recordó. Se acordó de otra época, cuando era más pequeño, y recibía ese gesto. Antes del incidente de su padre, antes de que tuviese que madurar. Había pasado tanto tiempo ya… - Y ahora, vamos a buscar un hotel. Estoy cansada – sentenció su hermana, ignorando la visión de su hermano menor. - Si… - esta vez, la alegría fue sincera. Los dos se alejaron del edificio. La entrada estaba cerrada, aún no se abriría. Pero no quedaba mucho para que llegase el momento... No les costo mucho encontrar el hotel, había una gran multitud. Katsue decidió entrar a uno al azar, llamado "El Pony Dorado". Tenia el mismo esquema que el resto de las casas, un hotel japones con un tejado de color gris oscuro, y unas paredes de piedra aun más grises. Las puertas que llevaban al vestibulo eran correderas. A Juro no le gustaban mucho esas puertas, la verdad. No tenía motivo, simplemente era así. Katsue se adelantó y abrió la puerta. Al entrar pudieron ver el vestibulo. Ambos se acercaron a la recepción, donde había una mujer entrada en años, vestida con un kimono marrón oscuro. Tenía unos ojos saltones, que casi hacen que Juro se intimidase por ellos. Era un poco inquietante... - Buenos días. Buscabamos una habitación... Juro mientras, cogió un panfleto y se puso a leer. "Blablabla restaurantes.... Oh, una piscina. Vaya, así que hay dos ponys dorados expulsando burbujas en la piscina cada cinco minutos... Eso si que es raro..." - ahora entendía lo del Pony Dorado, aunque no es que fuese algo que le fuera a ser de mucha utilidad... - No se preocupe, nos encargaremos de lo de la cama, señorita. Habitacíon 14. Cuando levantó la vista del papel, Katsue parecía haberse encargado de todo. Katsue tenía la llave de la habitación. Le hizo un gesto con la cabeza, y ambos siguieron caminando. El hotel solo tenía una planta, así que no fue muy dificil encontrar su habitación. - ¿Que pasaba con la cama? - preguntó Juro, mientras se dirigín a la habitación. - No quieras saberlo - le respondió su hermana, haciendo una mueca. Juro no preguntó. La habitación no era mucha cosa. Estaba pintada de un color crema, y el suelo tenía un tono verdoso oscuro, que agradó mucho a Juro. Había una cama de matrimonio blanca, y a sus lados, dos mesitas. La imagen le dio un escalofrío. Había dos armarios marrones, donde dejaron sus cosas. - Esperaba algo peor ... - Fue lo único que dijo su hermana. - No esta mal. Sino fuera por... - respondió, con una seriedad fingida. - Si, lo se. Sino se arregla, tu duermes en el suelo... Juro miró a su hermana, esperando algún atisbo de una sonrisa, esperando que fuese una broma. No lo era... Las horas transcurrieron rápidamente. Cenaron una comida bastante decente, adecuada a lo que anunciaban en el menú.. Los dos fueron a la habitación en cuanto terminaron. Estaban agotados después del paseo y del viaje, se merecían un descanso. Afortunadamente, al subir, comprobaron que la cama de matrimonio ahora estaba dividida en dos camas individuales. Para Juro fue un alivio. Antes de dormir Katsue encendió la luz de la lámpara del dormitorio, dispuesta a hablar más. Probablemente en esos días de viaje habían hablado más que en mucho tiempo. - El torneo no empezará hasta la segunda semana de bienvenida... - le informó - ¿Que harás mientras? - No lo se... - murmuró, con la voz algo adormilada - No se nada de mis compañeros - Aislado en compañía de tu hermana. Que tortura - respondió Katsue, con un tono de ironía. - Si... Sufro tanto - una sonrisa se asomó por lo labios de Juro. - Estoy segura - murmuró, con el mismo tono - Ya puedes aprenderte bien el sitio. No pienso ir a buscarte si te pierdes . Y con esa tonta broma, Katsue apagó la luz, y la oscuridad reino en el ambiente. Oscuridad y silencio. "Debería entrenar, no tengo mucho tiempo... " La verdad era que no. Estaba decidido. Mañana le pediría s Katsue que le ayudase a entrenar. Tenía que estar listo para pelear en el torneo. No podía quedar en ridículo, sobretodo si compañeros suyos estarían ahí. Pero ahora tenía que dormir. Juro cerro los ojos. Pronto el sueño se apoderó de él. Mañana comenzaría a entrenar, y pronto, pelearía en el torneo. |